¡Buenas! Señoras y señores, les digo que no he podido escribir, estoy demasiado atareada con asuntos de la universidad y laborales. Tengo que ser honesta además, el otro día soñé con una historia y decidí empezar a plasmarla, no es algo ambientado en el mundo de Harry Potter, es más bien una novela original que en realidad no espero que nunca vea la luz, es más a modo de distracción y para vomitar la idea, sin embargo, no entren en pánico, hay mucho material y, pese a que esta semana que viene estaré toteada de cosas, escribiré, me pondré una meta para no quedarme sin material y decepcionarlas.

Ahora la tan conocida sección de respuesta a comentarios, debo decir que amo esta parte de los capítulos, a quienes me dicen que no la haga Theomione, no se preocupen, está historia fue pensada como un Dramione y creo que no funcionaría de otra manera. Cris, se que no me odias y no fue un comentario hiriente ni nada por el estilo, sabes que amo saber la opinión de mis lectoras para la construcción del fic, además eres el comentario que espero con más ansias :p. Leslie, creo que todas querían que le tirara el trineo en la cabeza pero, no, jajaja Hermione es digna. Harley como amo que lleguen lectoras nuevas, me encanta que te guste y estaré feliz de contestar cada pregunta o comentario. Sí chicas James no es bueno, incluso creo que merece lo que tiene, pero, cuando llegue el momento ustedes me darán su opinión, hay mucho detrás de todo su comportamiento. Neineineinn, gracias por tus bonitos comentarios, también amo Magnolia ya me pasé a leer el capítulo y espero ansiosa el siguiente.

En otras noticias, Harley, mi nueva y linda lectora, además de leer intercambio de reinas, fue a leer la Escala de Grises y me pidió un pequeño epílogo sobre la interacción de los niños en Hogwarts y de Hermione como profesora – las que hayan leído el fic saben de qué hablo – pues te digo, sí, Hermione es profesora de DCLAO, pensé en su comentario y creo que lo haría a modo de One Shot ¿Qué les parece? ¿Apoyan la idea? Las leo para decidir (respondí el comentario que hiciste en el otro fic en este porque me pareció lo más efectivo).

Dejando de hablar tanto, el capítulo:

Capítulo 8. Su onceavo cumpleaños.

FRANCIA 1841.

Cuando Pansy volvió a sus aposentos decidió cambiarse por su ropa de dormir y esperar a su esposo, lo encararía. Al cabo de una hora el pelinegro entró a la alcoba sudado, cómo siempre después de un entrenamiento.

-Merezco saber que te iras a luchar en la frontera – él se detuvo al escuchar su voz y se tensó.

-No me parecía importante, las damas suelen preocuparse cuando escuchan la palabra "lucha" – ella se levantó de su asiento indignada y se dirigió hacia él.

-¡Soy tu esposa no una incubadora!

-Jamás te he visto como una incubadora, cuando te hago mía en las noches me tiene sin cuidado si te embarazas o no – los ojos de ella se llenaron de lágrimas.

-Escuché a tus padres discutir, debes dejarme embarazada ¿No? – él se tensó ante sus palabras y se acercó a ella con su mirada afligida.

-Pansy, sé que es pronto, he pensado en formas de protegerte para no someterte a eso aún, sé que se me ocurrirá algo, no dejaré que te lastime, te lo prometí – ella se dio vuelta y caminó a la cama.

Lo había pensado durante aquella larga hora, no tenía otra opción, debía embarazarse si quería que él se fuera tranquila, con una preocupación menos, no se sentía lista pero tal como lo había dicho su suegra ¿Quién lo está?

-Hazlo Harry – dijo en un hilo de voz – pero vuelve a mi sano, a mí y a tu futuro hijo – él tragó espeso, no había planeado embarazarla de verdad, realmente estaba buscando opciones – será más fácil mantenerte vivo si no estás preocupado por mi seguridad.

-Pansy… Yo… Yo – ella se acercó a su marido y depositó un casto beso en sus labios, si, ella estaba sintiendo algo por él, por el hombre que todas las noches la acunaba para ayudarla a dormir.

-Sé que no es algo que deba tomarse a la ligera, pero, será lo mejor, para ambos – le sonrió dándole tranquilidad.

-Te prometo ser un buen padre – luego se giró y se metió al baño, había sellado su destino en una conversación, quizá en menos de un año, sería madre.

INGLATERRA 1841

Los primeros dos meses de 1841 había transcurrido lentos, las fiestas decembrinas habían sido tranquilas, de cierta forma, aquello le había gustado, jamás había sentido tanta paz. En casa todo era siempre un barullo y la voz de su padre se escuchaba rauda, sí, definitivamente todo había sido más "alegre", no había pasado ni la navidad ni el año nuevo con su futuro marido, tampoco sabía si él había estado en el palacio o había salido, simplemente no había tenido noticia alguna.

Theo había pasado con ella la mañana de navidad, sin embargo, la víspera de año nuevo la había pasado sola viendo los copos de nieve caer sentada en una mesa repleta de comida para una persona. Su amigo tenía compromisos en su hogar, a los que no podía asistir, ella no podía hacer nada sin permiso de su prometido, y sus ayudas de recamara se negaban a acompañarla a cenar solo se limitaban a verla desde sus lugares "porque aquello no sería adecuado", sin embargo, pese a sentirse sola, nada de ello podía desalentarla, muy a su pesar, lo prefería sobre estar cerca de su padre.

Ni siquiera intentó solicitar permiso al rey para ir a su hogar, el ambiente iba a ser más asfixiante que se costumbre, su hermano llevaba 5 meses en la frontera y solo se comunicaba esporádicamente, él decía que estaba bien, y eso, era lo único que decían sus cartas literalmente.

"Estoy bien"

Ella sospechaba que los motivos de sus "largas cartas" era proteger a su esposa, una que tenía 5 meses de embarazo en aquel momento, si conocía a su hermano como lo conocía, confiaba que ella se desprendiera con sus escuetas cartas en caso de que algo le sucediera. Era un pensamiento triste, pero, ella sabía que era un escenario factible y, pese a que su corazón se oprimía con el solo pensamiento de su hermano muerto, apoyaba su actuar, Pansy ya había perdido suficiente.

La ausencia de su hermano y el latente riesgo de su muerte aunado a la tan arraigada actitud de su padre harían un infierno aquellas navidades.

La única persona que había estado en el castillo a su vista durante aquellos días fue Severus, el concejero de Draco, siempre parecía vigilarla desde lo lejos, pero, no parecía que fuera por orden de su futuro marido, parecía protegerla desde las sombras, aquello le causaba mucha curiosidad.

Los meses posteriores a las navidades habían transcurrido de la misma forma, cuando estaba Theo pasaba sus días a su lado de diferentes formas, esos momentos los atesoraba, eran los únicos que se sentía bien en aquel frio palacio, cuando él no estaba todo debía hacerlo sola, veía al Rey por los ventanales de su despacho o por un pasillo charlando con sus concejeros, en todas las ocasiones la ignoraba, como si no existiera.

El hombre que les había dado el trineo hacía unos meses para jugar se había ocultado de nuevo. Fue interesante ver aquella actitud, lo hizo ver humano y por una milésima de segundo pensó de nuevo en poder tener una vida en paz, aquello se esfumó cuando fue totalmente ignorada.

Sin embargo, si lo pensaba, aquello también era tener paz ¿No? Esos meses no había vuelto a levantar su varita contra ella y cada que se encontraba a la rubia ella se limitaba a hacer su reverencia y seguir su camino, era demasiada paz, supuso.

Los extremos podían ser malos también.

En ese ir y venir de los días había llegado su cumpleaños, debía admitir que aquella fecha le encantaba, estaba deseosa de comer pastel y abrir regalos, ese día había despertado temprano y había desayunado con Theo como casi siempre lo hacía, había descubierto que cuando él se ausentaba todo se volvía aburrido y ella se sentía triste, cada vez él se hacía más importante en su vida.

Luego de eso habían estado leyendo en la biblioteca, habían descubierto que era su lugar favorito del palacio y podían pasar horas allí sentados, siempre estaba ávida de conocimiento. Ese día había encontrado un libro sobre árboles genealógicos de las familias reales de Europa y decidió tomar el tomo para leerlo en su habitación cuando estuviera sola, le había parecido sumamente interesante pues, su padre por alguna razón había vetado esa lectura en su hogar.

El almuerzo pasó de la misma forma que el desayuno con Theodoro haciéndola reír, contándole historias o simplemente estando en un silencio tranquilo, adoraba a su amigo de cabello castaño.

Mione, un día serás mi novia – dentro de toda aquella conversación, el niño de repente se había tornado serio y se había posado frente a ella mientras le extendía una cajita de regalo, la niña estaba ruborizada ante aquella declaración.

Theo, sabes porqué estoy aquí – el tan solo asintió mientras se acercaba y le daba un beso en la mejilla.

Yo seré tu novio y él será tu esposo – sonrió, no parecía malo ¿Qué hacían exactamente los novios? ¿Se tomaban de las manos y pasaban tiempo juntos? Si era así, era algo que ellos ya hacían frecuentemente.

Tomó la caja y rompió el papel regalo ávidamente, una vez pudo abrirla encontró dentro una linda muñeca de porcelana con cabello castaño y ensortijado.

Cuando la vi me pareció que era como tú así que le pedí a padre comprarla para dártela por tu cumpleaños – ante aquel gesto una gran sonrisa se dibujó en el rostro de la niña quien luego depositó un beso en su mejilla.

Gracias Theo, es hermosa – ella abrazó contra su pecho la muñeca momento en el cual entro el hombre de cabello negro que la había llevado allí el día que entró por primera vez al palacio.

Alteza – le hizo una pequeña reverencia para luego erguirse en toda su estatura – su majestad desea cenar con usted, en su habitación ha dejado un vestido como regalo y desea que lo use esta noche.

Ella solo asintió y luego el hombre desapareció por la puerta. Pensó que la cena también sería en compañía de Theo, pero, al parecer, sería una agradable velada con Astoria y su futuro esposo.

-Pasará rápido Herm – ella sabía a qué se refería y tan solo asintió y le regaló una sonrisa.

La hora de arreglarse para la cena había llegado, su ayuda de cámara estaba peinando su cabello mientras ella se veía al espejo, él le había regalado una bonita túnica rosada de organza que se ajustaba hasta su cintura para luego salir libre hasta el ras del piso.

Una vez estuvo lista fue conducida a uno de los salones del palacio, al entrar se encontró con una pequeña mesa redonda y él sentado esperándola, la mujer rubia no estaba y lo agradeció, no le apetecía cenar con ella el día de su cumpleaños.

Majestad – hizo una pequeña reverencia y cuando él le indicó que tomara asiento así lo hizo. Frente a ella apareció un plato humeante de patatas con filete, era su comida favorita.

Espero que te guste, me han dicho que es tu favorito – ella solo sonrió y asintió. Él se detuvo a observar su cascada de risos que caía desordenada, era una niña que lucía tierna y al mismo tiempo vivaz, sin miedo a lo que tenía que enfrentarse, sí, definitivamente se había ganado su respeto.

Lo es, Muchas gracias – sonrió momentáneamente, sentía algún tipo de debilidad por la pequeña, era tan impetuosa, quizá cuando había llegado no había dimensionado su carácter, incluso se encontró pensando que sería una gran reina cuando llegara el momento, sin embargo, era solo una niña

Una niña que aquel día estaba cumpliendo 11 años, había pasado casi un año desde su llegada, había sido un año rápido ¿Pasarían los demás de aquella forma? Él sabía que en cuanto cumpliera 15 años probablemente se casaran, quedaban 4 años. Ahora era una niña, pero en unos años dejaría de serlo ¿Seguiría sintiendo aquella extraña debilidad o aquello era solo porque era una pequeña niña? No quería que sus pensamientos se fueran por ese camino, llevaba meses preguntándoselo.

Durante las navidades él pensó en otorgarle permiso para ir a ver a su familia, sin embargo, Severus le había dicho que con la ausencia del Potter menor el ambiente en el palacio sería sombrío, así que, simplemente la dejó estar en paz en el palacio.

Llevaba pensando una semana completa acerca de su cumpleaños, debatiéndose acerca de cómo debía celebrarlo, si debía hacerlo, finalmente sus ganas de tener un detalle con ella lo moviero, se dijo que sería de un caballero no olvidar el cumpleaños de su futura esposa.

Una vez terminaron de cenar un pastel flotó sobre la mesa mientras los demás ornamentos sobre ella desaparecían, la mirada alegre de la castaña contagiaba todo el lugar, con una orden silenciosa, varios de los sirvientes entraron y cantaron el cumpleaños para ella, él incluido, ella había logrado derretir un poco su tempano de hielo, solo un poco y solo en algunos momentos, no sabía exactamente en qué momento había pasado, quizá aquel día en que la había subido al trineo, era una imagen realmente tierna que había quedado irremediablemente grabada en su memoria.

Hermione, pide un deseo – animó el rubio recibiendo un asentimiento de ella mientras cerraba sus ojos.

"Deseo ser feliz a su lado" pensó la castaña en la posibilidad un futuro en paz, quizá pudieran tenerse cariño eso sería más de lo que esperaba, pero ante aquella sorpresa, pensó que tal vez no era descabellado.

Luego sopló las velas, deseosa de que su petición se cumpliera, el rubio ordenó de nuevo que los sirvientes se retiraran y se levantó de su silla inclinándose frente a ella con un ramo de rosas rosadas que le ofreció.

Feliz cumpleaños Hermione – ella sonrió ampliamente, desde que había llegado había podido ver múltiples facetas del hombre, lo había visto sonriendo sinceramente, aquel día de invierno, enojado, aburrido, extasiado, incluso en algún momento creyó ver un brillo de orgullo, en la misma época en que Astoria había empezado a tratarla como se debía…

Muchas gracias Majestad – puso las rosas sobre la mesa y lo abrazo, aquello tomó por sorpresa al rubio, sin embargo, recibió el abrazo y lo devolvió afectuosamente. Olió su cabello, olía a miel, era tan pequeña en sus brazos, pero, definitivamente no era indefensa eso lo había demostrado muchas veces.

Un momento después varios paquetes aparecieron sobre la mesa, eran regalos, tomó el primero que estaba envuelto en un papel escarlata con un gran moño dorado, al abrirlo encontró un juego de peines y un espejo finamente tallados en oro blanco, tomó la tarjeta y la abrió convirtiéndose esta en un vociferador:

"Mi pequeña Hermione, estás tan lejos de mamá que no puedo abrazarte cómo siempre para esta fecha. Dentro de poco dejaras de ser mi niñita, recuerdo lo mucho que disfrutabas que te peinara así que te envió estos accesorios para el cabello confiando en que cada vez que los uses mamá venga a tu mente, te amo hijita"

Una sonrisa apagada se dibujó en su rostro, su madre siempre le preparaba una gran torta y soplaba las velas en compañía de su hermano, tomó con cariño el espejo y decidió que lo mejor era guardar aquellos recuerdos con amor y no con nostalgia.

Cerró la caja y abrió otro paquete mucho más pequeño, también envuelto en rojo escarlata, este a diferencia del anterior no estaba prolijamente envuelto y por el contrario estaba arrugado y estropeado, pensó que se debía a que su hermano aún no se encontraba en palacio.

Lo abrió y encontró una pequeña cajita de música. Giró la palanquita y una tonada dulce empezó a reproducirse, era la canción que siempre bailaban, él siempre la subía sobre sus pies y se movía al son del vals mientras ella reía sonoramente. Era de los pocos momentos donde su padre no intervenía.

"pequeña escurridiza, espero pases un gran cumpleaños, prométeme siempre sonreír, decidí regalarte nuestra canción para que siempre que quieras bailar conmigo solo la abras y sientas que estoy ahí, con cariño Harry"

El rubio no pudo evitar sentirse curioso ante las palabras de Potter ¿Acaso bailaban aquella canción siempre? La niña pudo ver la interrogación en su cara y sonrió apagadamente.

Harry siempre bailaba esta pieza conmigo, me subía en sus pies y giraba por todo el salón – una sonrisa llena de anhelo se adueñó de su rostro, era tan solo una niña cuando había abandonado su hogar y seguía siéndolo. Sentía la extraña necesidad de protegerla, de hacerla sentir más a gusto, por un momento olvidó que ella era la razón por la cual no podría casarse con Astoria.

Viendo la cajita fijamente le hizo un gesto pidiéndole permiso para tomarla, ella se la tendió y él giró la manija para luego levantarse y extenderle su mano, quizá no era su hermano pero podría fingir serlo, ella dibujó una sonrisa en su aniñado rostro y lo tomó, pensó varias veces si debía subirse sobre sus pies, pues podría ensuciar su calzado, sin embargo, el rubio al ver su duda, tiró de su brazo suavemente y la obligó a subirse, un sonrisa se dibujó en el rostro del rubio, de esas sinceras que poco había visto, una como la de aquel día del trineo. La hizo rodar por la pequeña habitación y ella no pudo evitar reír sonoramente, sí, él no era su hermano, pero, le estaba regalando un hermoso momento en medio de todas aquellas circunstancias.

La última cajita sorprendió a Hermione, el empaque era verde esmeralda y el listón color plata, los mismos colores del escudo de armas de su futuro marido. Al desempacarlo encontró una delicada pulsera con un dije en forma de ojos cuyo iris era una esmeralda, era bastante bonito y peculiar.

"Hermione, sé que solo nos hemos visto un par de veces, pero, debo agradecerte por tus palabras, puedes estar tranquila, tu hermano está seguro conmigo y yo con él, no te quites esta pulsera nunca – luego el vociferador cambio de dirección y el tono de su voz también- ¡te estaré vigilando Draco Malfoy, me enteraré si la haces llorar ¡Más te vale portarte bien! – la carta se giró de nuevo hacia ella y la voz de volvió más dulce – pasa un feliz cumpleaños Hermione, con cariño Pansy Potter"

El rubio bufó ante aquella carta, tendría que hablar seriamente con su prima, sabía que había hecho cosas que merecían aquella reacción, sin embargo, se estaba revindicando ¿No? No podía seguir tratándolo de aquella forma y menos frente a ella, la niña se tapaba la boca con sus manos mientras intentaba contener la risa, tenía que admitir que se veía adorable, así que decidió dejarlo ir.

El decidió darle su regalo y extendió una cajita hacía ella, era pequeña y rectangular, ella tomó el regalo emocionada y destrozó el papel, aquel sería el primer obsequio de su futuro marido, iba a cuidarlo mucho, ese día se sintió especial, se sintió importante, ese día sintió que de verdad sería su esposa.

Cuando abrió la cajita de terciopelo azul se encontró con un broche para el cabello plateado con zafiros incrustado, era realmente hermoso, levantó su mirad hacía a él y le dio una gran sonrisa.

-Es hermoso, gracias su majestad -

-El otro día noté que siempre estás quitándote el cabello de la cara mientras lees – aquel detalle le pareció hermoso, se había fijado en aquello, eso quería decir que a veces el rubio se paseaba por la biblioteca sin ser visto y su corazón se llenó de una calidez derivada de la esperanza. Estaba agradecida quizá su deseo podría cumplirse a la larga.

En aquel momento por la puerta entro una rubia, que se acercó directamente a Draco y le plantó un sonoro beso en los labios, mientras lo abrazaba de manera empalagosa.

Astoria – el cuerpo de la mujer se tensó y se vio obligada a girarse para encontrarse con el cuerpecito de Hermione.

Alteza – dijo mientras hacía una reverencia, apretando la mandíbula hirviendo de ira. Hermione decidió que era el mejor regalo de la noche, sin embargo, todo pareció desvanecerse un poco cuando el solo le dio una última mirada y tomo a la mujer de la cintura retirándose de la estancia.

Ella solo se preguntó

¿Qué era la felicidad?

Después de todo aquello, simplemente se había ido con la mujer, sintió que su deseo de nuevo se alejaba, quizá, la cena, solo había sido una formalidad.

Sin embargo, decidió dejar ir ese último pensamiento y centrarse en la sensación cálida en su pecho, quizá ahora no podía competir con la rubia, aún no era una mujer, aún no podía satisfacer sus deseos carnales, pero, con suerte, crecería, sería una mujer hermosa y podría tomar el lugar de esa mujer en su cama y con mucha, mucha suerte podría lograr sacarla de su lecho y podrían vivir en paz.

No importaba que no hubiera amor, bastaba con vivir en paz.

Se retiró a su habitación llevando consigo sus presentes, pero, el que sostenía con más fuerza era aquel broche, más que el objeto en sí mismo (que igual era hermoso) lo que lo hacía especial era la razón, él sí se fijaba en ella, a su modo pero sí lo hacía, estaba completamente consiente de su existencia incluso sin estar realmente cerca.

Al día siguiente, cuando entró en su saloncito de desayuno encontró a Theo esperándola sentado inmerso en un libro, él al sentir su presencia levantó la vista y le sonrió, el brillo en sus ojos era similar al de Draco cuando bailó con ella o cuando le entregó su presente, la diferencia radicaba en que, su amigo siempre la miraba de esa forma, mientras que su futuro marido la mayoría del tiempo la veía con ojos fríos e inexpresivos.

-¡Mione! ¿Cómo estuvo tu cena anoche? – aquello pregunta se la hizo con preocupación.

-Muy bien, ha sido una noche maravillosa – dijo con un brillo de felicidad en su rostro, el castaño estudió a su amiga y centró su mirada en un broche que llevaba atando su cabello, él nunca había visto ese broche.

-Fue un regalo de su majestad por mi cumpleaños – expresó al notar la mirada de su amigo clavada en lo alto de su rostro.

-¡Oh! Jamás creí que el rey te diera un presente – sentía que su amigo más que con sorpresa había dicho aquello con hastió, pero, aquello no era posible ¿Por qué podría él sentir aquello?

Como todos los días, siempre que él se encontraba a su lado, desayunaron, salieron al jardín y rieron ¡Cómo agradecía su presencia! Merlín se había apiadado de ella.

…..

¿Qué tal? ¿Les gustó el detalle de Draco? Estas son muy pequeñas muestras de Dramione, como sabrán no puedo hacer mucho más porque convertiría a Draco en un pedófilo. Escribiendo me preocupa que la historia sea muy lenta abarcando sus primeros años, pero, también siento que no puedo pasarlos de un solo tajo porque debo construir de a pocos la relación de ellos, además, esos años explican muchos comportamientos a futuro que de no explicarlos quedarían inconexos o así, al menos, lo piensa mi cabecita. En fin, nos leemos la siguiente semana.