¡Buenas! Señoras y señores, sé que estoy actualizando, pero, lo importante es que lo estoy haciendo.

Ahora, sección de contestación de comentarios. Me emociona que no estén fastidiadas con el asunto del crecimiento lento de Hermione, a todas, gracias. Por otro lado, claro, Pansy empieza a sentir muchas cosas y Hermione es una niña inocente en todo el sentido, ella asocia su relación con Theo con las parejas, cuando lo escribí pensé que sería una buena forma de introducir su personalidad, ella está obligada a madurar, pero, sigue siendo una niña. Sé que es raro que Hermione ya piense en aquello de los deseos carnales, pero, si lo piensan es normal, ella tiene la teoría, te casarás y tendrás hijos, no tiene la práctica pero sabe bien que tendrá que hacerlo.

Si, claro que hay Themione, Cris, esa pareja me llama mucho la atención pero, no hay mucho escrito en la plataforma, incluso he pensado en escribir algo. En este fic voy a poner un contenido fuerte de esa pareja, pero, al final será un Dramione. La relación de Pansy y Harry es totalmente diferente, nada que ver con lo que se desarrolla en Londres, inicialmente es una camaradería de ayudarse mutuamente y tener paz que empezará a ir más profundo.

Por último, he decidido hacer el One Shot de La Escala de Grises, no sé exactamente cuando lo subiré o escribiré, porque necesito inspiración, pero lo haré.

Dejando de hablar tanto, el capítulo:

CAPITULO 9. La decadencia.

Los siguientes dos meses fueron más de lo mismo, Theo y ella pasaban los días juntos o cuando él no estaba ella recorría el palacio tratando de reconocerlo en su totalidad. No había visto de nuevo a Draco desde la noche de su cumpleaños, o bueno, más exactamente, no habían vuelto a compartir, de nuevo se había convertido en una figura de paso, alejada, altiva y de mirada indescifrable. Tenía que admitirlo, sus ojos solo invitaban al estudio, quizá si los miraba fijamente podría encontrar esas minúsculas diferencias que aparecían según su humor o la situación que estaba atravesando.

Un día, de aquellos en los que Theo se ausentaba a cumplir sus deberes – hasta hacía poco había realmente caído en cuenta que él sería duque cuando su padre muriera, ranzón por la cual, al igual que ella debía cumplir una agenda – paseando por el palacio llegó inconscientemente a la entrada del despacho del rubio, desde hacía una semana – la misma que Theo permanecía ausente – en sus paseos había terminado en aquel lugar, como atraída por un imán invisible, la puerta, como pocas veces, estaba entre abierta, ella se decía que debía seguir su camino, sin embargo, las voces en su interior no se lo permitieron.

-¿Por qué estás tan agitado Severus? ¡Y por merlín cambia esa cara parece que hubieras visto un fantasma! – ella no podía ver, solo escuchar, ambos hombres estaban fuera de su alcance.

-Majestad han llegado noticias desde Francia – Francia, aquello parecía ser importante.

-¿Alguna otra brillante idea de James? – nada, solo silencio ¿Por qué se quedaba en silencio? – Severus ¿Qué rayos ocurre? – escuchó la silla correrse y pasos recorrer cierta distancia dentro del salón.

-Majestad es Potter –

-¿Qué pasa con James? – murmuró exasperado

-Harry, No James – de repente sintió que le faltaba el aire ¿Le había pasado algo a su hermano? Sin pensarlo empujó la puerta y entró en la habitación, su prometido la veía con reprobación a punto de reñirla, sin embargo, ella le ganó

-¿Qué le ha pasado a mi hermano? – el hombre la miró, parecía miedo mezclado con desesperanza, aquello causó que su corazón latiera desbocado - ¡Habla de una maldita vez! – chilló desesperada desvaneciendo cualquier réplica que quisiera hacer el rubio, verla de aquella forma, asustada, lo hacía sentir ansioso.

-El príncipe ha caído en combate – sintió que toda la fuerza abandonaba su cuerpo y caía desplomada como una muñeca de trapo siendo atrapada por dos fuertes brazos.

-Estás equivocado, Severus, mi hermano está bien – el hombre solo la miró con tristeza, sin saber que decir. Repentinamente la palidez se había adueñado de la castaña y sendas lágrimas empezaron a caer de sus ojos – no, estás mintiendo, mi hermano está vivo, ha sido un error de tu parte, quizá leíste mal la carta – su cuerpo temblaba y su voz se quebraba, no, su hermano estaba bien, él no moriría, él había dejado a Pansy, él no moriría.

-Hermione, por favor cálmate – murmuró el rubio acunándola en sus brazos

-¡Que me calme! ¿Cómo puedes pedirme eso? ¡Él dice que está muerto, MU-ER-TO! – el rubio fue incapaz de decir nada, no sabía qué debía decirle o como debía comportarse, jamás había tenido que consolar a alguien ¿Qué palabras debía usar? – Déjame ir a Francia – le gritó mientras se giraba en sus brazos y tomaba su túnica entre sus manos mirándolo con súplica – por favor déjame ir a Francia, te lo ruego – le dijo con su voz entre cortada y con todo rastro de entereza perdido en el aire.

El rubio lo pensó ¿Qué debería hacer? No podía dejarla ir sola, no sabía cómo reaccionaría James, pensaría que aquello no era apropiado, la castigaría y él no podría estar allí para impedirlo. Tenía asuntos urgentes que atender aquel día. Dirigió su mirada a Severus y lo decidió, después de todo ¿Quién mejor que ÉL para protegerla?

-Severus, ve con su alteza a palacio en Francia, asegúrate de recalcar que ha sido mi decisión permitir su presencia – el hombre sabía a qué se refería, le estaba pidiendo que no permitiera que aquel hombre pusiera un dedo encima sobre la pequeña

-Gracias su majestad, gracias – murmuraba la niña hundiendo su cabeza en su pecho mientras sus lágrimas le mojaban el torso repitiéndolo una y otra vez como ida –

-Hermione – llamó tomando suavemente su barbilla – Necesito que respires, irás, pero, necesito que respires – ella fundió su mirada en la gris de él y sin darse cuenta empezó a respirar lentamente, sin quitar sus ojos de los suyos – eso es – sintió una pequeña caricia en su mejilla, aquella era la primera vez que el rubio tenía aquel tipo de contacto con ella – muy bien, limpiaras tus lágrimas – dijo mientras sacaba un pañuelo y lo pasaba por sus ojos con delicadeza – y te levantaras con entereza, es necesario Hermione, sé que es difícil, pero, es necesario – ella asintió quedamente sin desviar su mirada, estaba hipnotizada, como ida, como si aquellos ojos que aún en ese momento eran inexpresivos lograran calmarla.

Él la tomó de la cintura y la puso de pie, solo hasta que sintió que ella estaba estable sobre sus pies la soltó para luego desviar su mirada hacia el pelinegro y asentir en una clara indicación para que marchara, le dio una última mirada y estos se giraron saliendo de la habitación en camino a la chimenea conectada con el palacio.

Exhaló profundamente y le pidió a Merlín que todo fuera un error, si no, tendría una futura esposa muerta en vida y una prima viuda e indefensa en las garras del maldito de James. Potter necesito que estés vivo, susurró al aire.

La castaña recorrió frenéticamente los pasillos que conducían a la chimenea teniendo presentes las palabras de su prometido "necesito que te levantes con entereza" a cada paso respiraba profundo en un intento de conservar la calma, entereza, necesitaba tener entereza, se repetía mientras respiraba.

Sin darse cuenta había aparecido en el palacio donde el ánimo parecía tranquilo cómo si nada hubiera pasado, sí, seguro Severus le había mentido, al adentrarse se dirigió a la estancia donde habitualmente su madre tomaba el té en las tardes, cuando se hubo frente a la puerta el sonido de sollozos raudos llegó a sus oídos. Podía ser algo más, se dijo. Entereza, necesitaba entereza.

Puso su postura recta y su rostro en alto, respiró profundo y abrió la puerta, la imagen que la recibió le oprimió el pecho. Sobre el regazo de su madre una pelinegra lloraba de forma audible mientras de los ojos de la mujer mayor brotaban silenciosas lágrimas. Sin darse cuenta empezó a negar con la cabeza, no, no, no, no, su llanto no era por su hermano.

Su madre levantó la vista y se encontró con la dorada de ella, sus lágrimas siguieron cayendo silenciosas mientras la miraba con congoja, sin decir una palabra, de nuevo sintió que sus piernas el fallaban y como era tomada por Severus, su cuerpo tembló y un nudo se alojó en su garganta estaba en shock.

El hombre la condujo hacía el sillón más cercano y la dejó allí, su respiración se volvió errática y todo se volvió borroso, notó a una pelinegra alzar su vista hacía ella temblando mientras hipaba.

El pelinegro desvió su mirada hacía la de la mujer, trataba de transmitirle apoyo, quiso acercarse y abrazarla, pero, no podía, ella era la reina de otro país, casado con el rey que gobernaba aquel palacio, él no podía acercarse, aunque todo su ser pedía a gritos que lo hiciera. Al desviar su mirada de nuevo a la castaña solo la vio respirando agitadamente mientras sus ojos eran dos fosos de nada, se preocupó, sería mejor que estuviera llorando, de repente ella se arrastró por el piso y llegó a la altura de la pelinegra situando sus manos en sus hombros sacudiéndola sin delicadeza.

-él no está muerto ¿Verdad? – la mujer fue incapaz de decirle nada, solo atinó a cubrir con sus manos su boca mientras más lágrimas desesperadas caían de sus ojos, ella deseaba que fuera una mentira, ella había esperado por él meses, él le había prometido volver y ser un buen padre, él no incumpliría su promesa.

La puerta del salón se abrió y un hombre se mirada déspota entró.

-¿Qué rayos haces aquí Hermione? Tu lugar está con tu prometido – entereza se recordó, se levantó en toda su estatura mientras veía a su padre acercándose, no le importaba lo que hiciese no se iría, lo vio levantar su mano, pero, antes de lograr tocarla, el pelinegro la tomó a medio camino ante la mirada disgustada del otro - ¡Que rayos crees que haces Severus!

-Su majestad el Rey Draco me pidió muy encarecidamente que le recordara que la princesa era su prometida y que él había permitido su presencia en el palacio, espera que ante aquello, el rey no toque a la princesa de forma alguna – el hombre asqueado bajó su mano y la miró con disgusto, no podía tocarla, muy a su pesar, ella era propiedad de alguien más.

-¿Qué espectáculo más bochornoso estás dando, Lily? – dijo acercándose a ella y a la pelinegra y tomando a la útima sin cuidado del brazo – y tú muchachita, compórtate como lo que eres, una futura reina – el hombre agitaba a la morena sin delicadeza pero ella no respondía solo seguía llorando para luego soltarla y hacerla caer al piso, vio al pelinegro tratando de acercarse, pero, con la entereza que le había pedido su futuro marido le dirigió una mirada impidiéndolo, muy a su pesar, ellos no podían inmiscuirse.

-Es tu hijo James ¿Estás contento? Lo enviaste a morir, cumpliste tu cometido – escupió con asco la pelirroja recibiendo una cachetada ante la mirada impotente de Severus.

-Tu maldito hijo es una desgracia, una vergüenza para esta casa- la castaña hervía de rábida, su hermano jamás sería una vergüenza, era el hombre más maravilloso que había conocido.

-No se atreva a volver a decir eso de Harry – la azabache que antes había estado inerte ahora se levantaba en toda su estatura mirándolo con odio –

-Eres una pequeña… - empezó a decir mientras levantaba su mano hacía ella

-¡Majestad! – ante la interrupción, el hombre desvió su mirada y bajó su mano. En la puerta uno de los aurores del rey lo miraba agitado tratando de hablar – Su alteza el príncipe Harry está vivo, lo hemos llevado a sus aposentos – la morena pasó sin cuidado por el lado de su suegro y corrió como alma que lleva el diablo, cuando pudieron reaccionar los demás allí presentes la siguieron a paso apresurado.

Estaba vivo, lo sabía, su hermano estaba vivo, él jamás dejaría a su esposa y a su hijo desamparados. Al entrar en la habitación encontraron a la chica echada sobre su pecho abrazándolo con fuerza ante la mirada expectante del medimago.

Algo estaba mal, él estaba inconsciente y los ojos del hombre parecían acongojados.

-¿Qué sucede? – fue su voz la que resonó en el lugar

-Su alteza está vivo, pero, no sabemos si despertará, fue alcanzado por una maldición que aún no podemos identificar, está vivo, pero podría vivir así el resto de su vida – no le importaba, estaba vivo, podrían hacer algo

-¿Vivir toda su vida así? Es usted un inútil, su trabajo es encontrar la forma de revertirlo no decir estupideces – quizá había sido la protección que le brindaba el estar bajo la tutela de otro hombre, incapacitando a su padre de arremeter contra ella, quizá era simplemente su carácter despertando de su atontamiento, no importaba, pero, allí estaba tomando la entereza, esa que le había pedido Draco, por las otras mujeres allí presentes.

-Alteza…

-¡Cállese y haga su trabajo! Si no puede, enviaré un médimago desde Inglaterra que lo haga – su padre de mordió el labio, controlando sus ganas de corregir a su pequeña hija, aquella que estaba avergonzándolo.

-¡Retírate Hermione!- ella se giró a encarar a su padre, no, él no podía amedrentarla

-NO – dijo estoica, con el valor que nadie más poseía en aquella habitación.

-No puedo hacer nada contra ti, pero si te puedo expulsarte del país – ella se quedó estática, era cierto y ante ello no podía hacer nada, no, diplomáticamente no podía y por más que Draco la hubiera apoyado, aquello sí se lo recriminaría.

-Eres un ser despreciable, "padre" – todos allí se quedaron estáticos ante la declaración de la niña, ella se giró en sus talones y salió de la habitación seguida del pelinegro quien le dio una última mirada triste a la reina y se retiró.

Sus manos se apretaban en puño y su respiración era agitada, sí, aquella pequeña niña había tenido más entereza y valor en su pequeño cuerpo que las dos mujeres dentro de aquella habitación.

"debes tener entereza" se repetía en la mente.

Debía tener la entereza de una futura reina.

Cuando se halló en sus aposentos la ira que bullía en ella fue descargada contra el lugar, las explosiones de magia en su cuerpo explotaron los muebles y pulverizaron los pequeños adornos, las cortinas estaban casi calcinadas y la chimenea se había apagado dejándola tan solo iluminada con la luz de la luna que entraba por las ventanas abiertas.

Escuchó la puerta abrirse pero no le importó, ella estaba allí, enajenada en el centro de todo el desastre perdida del mundo. Sintió unos brazos levantarle y sacarla del lugar, ella simplemente seguía ida, ajena a lo que sucedía a su alrededor.

Fue sentada sobre una superficie mullida y su barbilla fue atrapada, al levantar su rostro, sus ojos se chocaron con aquellos grises que tanta fascinación le producían y de nuevo se perdió en ellos mientras sentía que su conciencia regresaba a su cuerpo.

-Has hecho un buen trabajo Hermione – dijo él sin apartar su mirada y con la convicción de que así había sido. Se sentía orgulloso Entrar y ver el desastre que había causado su magia en su habitación solo le había confirmado algo, aquella niña era especial – ahora necesito que te calmes, no quiero que termines herida por tu propia magia – era la segunda vez aquel día que lo sentía de nuevo cerca, accesible a ella. Asintió y dejó caer su cabeza en el hombro de él quien involuntariamente la abrazó. De nuevo sintió aquella necesidad de protegerla.

-No quiero que muera – susurro con la voz entre cortada, con la mente despejada y con la realidad cayendo sobre sus hombros.

-Haré lo que esté a mi alcance – prometió sintiendo las manos de ella aferrarse a tu túnica y sus lágrimas mojar su hombro.

La puerta se abrió y el umbral una rubia se detuvo, el hombre giró su cabeza y la miró con desdén, ella no se movió.

-Vete Astoria – fue lo único que dijo y ante su mirada de advertencia ella se fue con la indignación fluyendo por sus poros.

Después de lo que parecieron unos minutos la niña se quedó dormida, él la levantó y quito su capa, luego la acostó y la tapó, tenía la necesidad de mantenerla cerca toda la noche, temía que otro estallido de su magia terminara dañándola.

-Severus – murmuró al hombre que se encontraba parado en un rincón.

-Haz los arreglos para enviar medimagos a Francia, arréglatelas para que el maldito de James los deje tratarlo – él solo asintió y salió disparado de la habitación.

Se giró de nuevo a la castaña que reposaba en su cama y vio su rostro arrugado, acongojado. Era la primera vez que la tenía en su habitación. Se imaginó que cuando se casaran siempre la encontraría allí.

¿En qué estaba pensando? Él no tenía que compartir sus aposentos con ella, seguiría haciéndolo con Astoria.

¿Por qué se le había pasado aquello por la cabeza?

Tal vez era porque era totalmente consiente de que esa niña envuelta en sus cobijas se transformaría en una mujer hermosa y él seguía siendo un hombre con deseo, y ella se convertiría en su esposa.

Al día siguiente cuando Hermione abrió los ojos se sintió ajena. Rebotó su vista por todo el lugar, seda verde, mármol blanco, no, esa no era su habitación, aquella se le antojaba fría como el resto del palacio. Sintió unos ojos clavados en su espalda y se giró, en el marco de una de las puertas que se encontraban en la habitación estaba un rubio vestido pero con el cabello húmedo, de pronto el entendimiento vino a ella como balde de agua helada ¡Era su habitación! Intentó ponerse de pie, pero, antes de lograrlo él se acercó y la detuvo, su mirada eran dos fosas de nada, pero, sin el brillo desafiante que normalmente portaba.

-Buenos días, Hermione – de inmediato los recuerdos de la noche anterior vinieron a su cabeza y no pudo evitar sentirse avergonzada.

-Majestad…Yo… Yo…Sien –

-No Hermione, Severus me contó todo – ella no sabía si aquello era bueno o malo ¿Qué era todo? ¿Acaso le habrá dicho como enfrentó a su padre? Merlín esperaba que no, en medio de su desesperación actúo sin pensarlo – Has destruido tu alcoba, debía tenerte a la vista, podrías lastimarte con tu propia magia – él estaba de cuclillas frente a ella, en ese momento se dio cuenta que ella era muy pequeña a su lado y no solo en edad.

-Lo siento mucho, majestad, mi enojo me enajenó – él tomó una de sus manos y la apretó suavemente, muy pocas veces había sentido a ese hombre tan cercano y humano – todo va a estar bien, he enviado un equipo de medimagos, estoy seguro que Pansy encontrará la forma de mantenerte informada.

Ella tan solo asintió y el pesar golpeó su pecho, su hermano. Se obligó a sacudir sus pensamientos y centrarse en el hecho de que seguía vivo, él estaba vivo y vivo algo se podría hacer, había esperanza.

Sintió al hombre soltar su mano para luego erguirse en toda su estatura y depositar un beso en su coronilla, aquello la tomó por sorpresa y la hizo sonrojarse, luego salió de la habitación sin decir una palabra más.

Se sintió confundida ¿Debía arreglarse y desayunar con él? No, de ser así él se lo habría pedido, en su pecho se instaló un sentimiento de desazón. Decidió levantarse y caminar hasta sus aposentos, cuando llegó su doncella la esperaba en la puerta, respiró profundo lista para ver el desastre que había causado el día anterior, pero, cuando entró todo estaba en perfecto orden.

¿De verdad creyó que todo estaría como lo dejó ayer? Ni siquiera entendía por qué había tenido aquel pensamiento.

La siguiente semana todo pasó de la misma forma, lento y aterrador. De Francia aún no llegaba ningún tipo de noticia, pero, al menos sabía que si fueran malas ya lo sabría, sin embargo, ello no quitaba que se hubiera engarzado al saloncillo de la chimenea del palacio que comunicaba con el de Francia, podía decirse que acampaba allí, todas sus comidas las tomaba ahí, leía ahí y cuando caía la noche se marchaba a su habitación porque el rubio enviaba a algún sirviente a ordenárselo.

Y allí estaba, el primer día de la segunda semana, aún sin recibir noticias. Estaba a punto de tomar su desayuno cuando oyó pasos acercándose, al girarse se encontró con una mirada verde que le era tan familiar, ella sin pensarlo corrió a sus brazos y se ciñó en su pecho, no sabía cuánto lo había necesitado.

-Hermione, me he enterado de lo que sucedió – no dijo nada y solo lo miró con ojos cristalinos – todo estará bien, estaré aquí para ti – no podía estar más agradecida con sus palabras, cómo siempre lo guio a la mesa que ya estaba servida y desayunaron juntos. Ese día como todos los anteriores se quedó todo el día, esperando, pero, esta vez con Theo a su lado. Descubrió que aquel día, pese a su tristeza, sentía más paz. Todo debido a su presencia.

Durante el resto de esa semana, se mantuvo ahí impávida, casi igual que la primera con la diferencia que el castaño estaba todo el día con ella hasta caer la noche y trataba de mantenerla entretenida, trataba de que no se consumiera en la desesperación.

Con el amanecer de la tercera semana la desesperación la golpeó con más fuerza ¿Por qué no sabía nada? Aquel día su ánimo había ido a pique y sentía que todo el mundo se le venía encima. Reuniendo toda su fuerza salió de su cama dispuesta a vestirse, seguiría frente a esa chimenea el tiempo que fuera necesario, incluso si debía hacerlo por meses.

Cuando llegó, un castaño ya la esperaba mientras ojeaba el periódico, no quiso verlo, estaba segura de que aparecería alguna noticia sobre su hermano que poco grado de confiabilidad podía tener, pero, si podía afectarla de una manera desproporcional.

-Mione, hoy te ves muy bonita – ella no podía creerle del todo, llevaba tres semanas sin dormir bien, razón por la cual debía tener ojeras cubriendo su rostro, además, aquel día con su ánimo especialmente por los suelos, había tomado la primera túnica que se le había ofrecido sin reparar si quiera cuál era. Alzó los brazos y se dio cuenta que era color crema, perfecto, debía verse como un fantasma.

Definitivamente no se veía bonita, pero, de alguna forma durante ese año, su amigo se había vuelto experto en detectar cuando su humor parecía especialmente negro y trataba de animarla, incluso con su intento fallido se lo agradeció con una sonrisa.

-Muchas gracias, Theo –no se le antojaba hablar, con tenerlo cerca le bastaba.

Él castaño sin hacer preguntas, cómo solía hacerlo, se sentó a su lado y empezó a leer en voz alta su libro, ella había estado agradecida de escuchar su voz, aquella que calmaba sus preocupaciones.

Al caer la noche la falta de descanso había hecho su trabajo en ella, mientras Theo estaba leyéndole, casi al final de la tarde, se había quedado dormida con su cabeza sobre el regazo de él. El niño hizo su libro a un lado y se dedicó a acariciar suavemente su cabello, a sus ojos Hermione era la niña más linda que había visto, estar lejos de su pequeña amiga se hacía cada vez más difícil con el paso de lo meses y cuando debía ausentarse, se encontraba contando los días para volver a su lado.

En esa ocasión cuando volvió a su hogar lo primero que corrió a hacer fue a preguntar por su pequeña amiga, en aquel momento le dijeron lo sucedido, su hermano, aquel hombre que ella amaba con el corazón estaba inconsciente y sin posibilidades de cambiar de estado.

Pese a que debía salir de nuevo con su padre, le imploró le permitiera quedarse, su padre accedió al tratarse de la futura reina, después de todo, era bueno ganarse su favor, de aquella manera logró mantenerse a su lado.

Escuchó unos pasos a su espalda pero no se giró por miedo a despertarla, en un momento los pasos se situaron frente a él, mostrando a un rubio de mirada dura, se debatió entre levantarse y mostrar sus respetos o enfrentarse a su ira, sin embargo, pese a la mirada dura del hombre, puso un dedo sobre sus labios indicándole que no la despertara.

Draco no estaba contento, claro que no ¿Qué hacía su prometida durmiendo tan cómodamente en compañía de aquel chico Nott? Sin embargo, sabía que ella había estado durmiendo mal y no iba a arruinar su sueño, luego se encargaría del castaño.

Se agachó ligeramente y tomó el pequeño cuerpecito en brazos con sumo cuidado de no despertarla, ella solo se removió y acomodó la cabeza en su pecho. Era malditamente adorable, pero, era una niña.

Con la mirada le indicó al castaño que se fuera, que ahora él se haría cargo y sin poder rebatirle echándole una última ojeada a su amiga, se inclinó y se marchó muy a su pesar. El rubio recorrió los pasillos hasta llegar a sus aposentos allí la depositó en la cama, la descalzó y la arropo. Se quedó observándola, levanto su mano en dirección a su mejilla pero a mitad de camino se arrepintió.

Girándose, recorrió los pasillos de vuelta a su propia habitación, se dijo mentalmente que debía hallar la forma de averiguar el estado de Potter, temía que si seguía así la pequeña princesa empezara a tener quebrantos de salud.

Lo decidió, haría una visita en persona al rey James.

Cuando cruzó el umbral de su habitación, una rubia lo esperaba sentada sobre la cama, él clavó su vista en ella y su corazón latió, era una mujer, era hermosa y lo observada con ojos de adoración. Cerró el espacio que había entre ellos y alzó la mano para tocar su mejilla, tal como había hecho antes con la castaña, pero, esa vez, si lo hizo, tratándola con suavidad como si de una porcelana se tratara, acercó sus labios a los de ella y depositó un tierno beso.

Si, él la amaba, la niña le causaba verdadera curiosidad y admiración, incluso a veces se descubría preguntándose de en qué tipo de mujer se iba a convertir, pero, nada más. Frente a él, estaba la mujer que detenía su respiración. Sin saber por qué la tomo y la hizo acostarse a su lado abrazándola por la espalda, solo quería abrazarla, dormir con su aroma inundando su nariz.

…..

¿Qué tal? ¿Les gustó? Creo que cada vez voy mostrando que Draco solo es víctima de sus circunstancias. No sé que más decir salvo que las leo y les respondo la siguiente semana.