¡Buenas! Señoras y señores, esta semana hay actualización temprano ¿La razón? Mi abuela cumple años este fin de semana e iremos a festejarla, entonces, quiero asegurar capítulo y no quedarles mal, en ese orden de ideas, decidí actualizar hoy.
Ahora, sección de contestación de comentarios. No es cómo si fuera hacer un Theomione, es más bien un pequeño desarrollo.
Me van a matar, pero, realmente contemple matar a Harry, después de todo es un Dramione, sin embargo, prometí hacer algo menos oscuro y supuse que matar a Harry no sería algo menos oscuro. Si señores, Harry despertó pero no será fácil lo que se le viene.
Cuando digo que profundizaré la relación de Astoria y Draco es más encaminada a ver como se le cae la banda de los ojos a Draco, quién cómo pudieron apreciar es el que está estupidizado por Astoria. No voy a escribir escenas subidas de tono expresamente, quizá algo muy por encima.
Nei, que emoción que pasaras a leer mi One- Shot ¿Verdad que es super vainilla? Cris, si puedo escribir cosas vainilla, contadas, pero, se puede. Jajajajaja.
Cris, cómo siempre es un honor sorprenderte. Sí, es Draco quien está locamente enamorado, eso se me hace un poco triste. Creo que no sería un fic mío si no las angustiara, estaba empezando a creer que me volví predecible y no me gusta sentir eso cuando escribo. No hay guerra, al menos no hasta el momento, pero, Draquito decidió armarse, lo que escribí lo pienso sinceramente, ningún país puede proteger a cabalidad su soberanía si no hay un ejercito que lo respalde, las armas siempre serán importantes aunque sean la última ratio.
Hoy revisé el contador de visitas del fic y me da mucha curiosidad, el primer capítulo tiene ochocientas lecturas o visitas y de ahí en adelante no pasan de doscientas ¿Es porque lo encontraron aburrido y no volvieron? Eso se me hace un poquito triste, creo que ser una autora destacada o medianamente, al menos, es muy difícil y a veces desalentador.
Dejando de hablar tanto, el capítulo:
CAPITULO 11. LA ESPERANZA
-¿Qué han dicho Severus?- preguntó sonando más ansioso de lo que hubiera deseado
-La reina dice que despertó hace unas horas, que está muy débil pero consciente de su entorno – luego calló evaluando como decir lo siguiente.
-Escúpelo – ordenó el rubio sin soltar a la niña del abrazo
– aún no saben si su magia sigue allí o si…
-Es un Squib – pese a lo que aquello significaba, Hermione decidió que luego podrían preocuparse por eso, ahora había una esperanza más, él estaba despierto.
-¡Quiero verlo! –
-Me temo que eso no será posible, alteza, el rey ha prohibido cualquier contacto con el exterior, su madre, la reina, ha enviado esta correspondencia a espaldas de su padre – sabía que no había nada que hacer, su madre ya se había arriesgado mucho.
-¡No importa, él despertó, mi hermano jamás perdería su magia, tiene un núcleo fuerte! – toda la energía volvió a su cuerpo y el rubio no pudo verla más que maravillado, aquella explosión de positividad y de alegría, la sonrisa sincera que adornaba sus labios, el brillo perdido que volvía con más fuerza.
-Es un alivio ver de nuevo tu sonrisa – soltó ante la sorpresa de los presentes, el pelinegro jamás se hubiera imaginado aquello viendo de él, el rubio no solía expresar sus sentimientos.
-Siento mucho si le causé problemas en estos meses – el solo asintió y antes de permitirse otro impulso salió de la habitación siendo seguido por Severus. Una sonrisa se dibujó en su rostro cuando nadie lo veía.
Verdaderamente era un alivio. Alguien debía tener sentimientos en aquel castillo.
Desde el momento en que Harry despertó la castaña dejó de acampar frente a la chimenea, las noticias llegaban a ella por intermedio de Lord Snape.
Los días transcurrían casi como antes de la enfermedad de su hermano, tomaba sus comidas en el pequeño saloncito, luego iba a la biblioteca y otras veces salía a pasear. Decidió que por el bien de su salud mental debía encontrar alguna otra actividad que copara su tiempo. Así fue como un día, un mes después de que su hermano despertara y no avanzara especialmente rápido en su recuperación, la castaña se encontró tocando la puerta del despacho de su prometido, desde el interior una voz le indicó seguir.
-Majestad – dijo mientras hacía una reverencia e inhalaba profundamente.
-¿Qué desea alteza? – él ni siquiera se irguió a verla, seguía moviendo su pluma sobre los pergaminos.
-Quiero aprender a tocar un instrumento o pintar o cualquier actividad diferente a la lectura y los paseos por el jardín –
-Pensé que ya deberías saber eso ¿No es lo que les enseñan? – él recordaba que su prima había aprendido a bordar, también a bailar y había intentado tocar un instrumento pero había resultado desastroso, sus oídos aún resentían aquello.
-Yo… Padre se enfocó en otras cosas…- aquella declaración llamó la atención del rubio quien levantó la vista y la dirigió a ella con curiosidad.
-Destreza con la varita, él pensaba que sería indigno de una descendiente de la casa Potter no tener un entrenamiento más que adecuado en el uso de la magia –
-¿Qué quiere decir "entrenamiento adecuado" en la mente de tu retorcido padre?
-Prefiero no ahondar en esos… Recuerdos – ahora que el rubio lo pensaba, ella sabía hacer un perfecto Cruccio y tan solo tenía 10 años ¿Qué diablos les enseñaba?
-¿Solo te enseñaron magia? –
-¡Oh! Pues… No, también modelas apropiados, baile de salón, inglés, italiano y portugués – enumeró ella usando sus dedos – los demás conocimientos mi padre los consideraba inútiles, rememoró temblando ligeramente al recordar las jornadas de entrenamiento mágico.
-¿Qué es lo que deseas aprender Hermione? – ella se quedó pensándolo, había ido hasta allí con la petición de un maestro, pero, ahora no sabía, ni siquiera, que quería aprender – No tengo todo el día – su voz la sobresaltó
-No lo sé – expresó con sinceridad
-¿Vienes a mi despacho a solicitar un profesor de no sabes qué? – tuvo que aguantar una carcajada ¿Cuántas personas pasaban por aquello? Fue adorable.
-Lo siento, solo necesito ocupar mi tiempo en algo diferente – ella se sintió avergonzada, quizá debió pensarlo mejor antes de ir a pedirlo – Creo que… Volveré luego – sus mejillas estaban rojas y se giró tratando de huir de su mirada.
-Espera – ella se detuvo y se giró hacía él - ¿Qué opinas de bordar? – la sorpresa se asomó en su rostro ¿Acaso él estaba tratando de ayudarla a decidir? – ¿Hermione? -llamó el rubio sacándola de su ensimismamiento.
-Ehhh… ¡Oh! Bordar, no lo sé, siempre me pinchaba con las agujas cuando madre me pedía hilarlas – una sonrisa se asomó en el rostro del rubio
-¿Dibujar carboncillo? – ella lo pensó de nuevo, había visto a los dibujantes de la corte, sus uñas se había tornado negras por el uso del carbón.
-No, siempre se mete debajo de las uñas, es molesto – contrario a lo que él hubiera esperado, lejos de sentirse molesto, la situación se le hacía cómica.
-¿Pintura sobre óleo? – como si tuvieran la amistad más profunda, olvidándose de todo lo anterior ella caminó hacía él y se sentó despreocupada en la silla frente a su escritorio, subiendo su codo en el mueble y posando su cabeza sobre la palma de su mano con aburrimiento.
-No sé si funcionaría, tomaría el pincel como si de una varita se tratara – esta vez le fue imposible no soltar una carcajada ante la mirada curiosa de la castaña.
-¿Majestad, le parezco graciosa? – trató de lucir indignada
-En realidad sí, es la primera vez que acuden a mí con estos grandes problemas existenciales – la niña soltó una risita traviesa y por un momento se olvidó de los pesares que inundaban su corazón y que la habían llevado allí inicialmente.
-Tiene una sonrisa muy bonita majestad – ella le dedicó una mirada sincera y profunda, era verdad la tenía, era de aquellas pocas veces que no veía su cara tensa y con una máscara helada, sus ojos se iluminaban y sus mejillas tomaban un leve rubor.
-Me alagas pequeña revoltosa – se estaba divirtiendo, para su sorpresa, estaba entablando una conversación trivial que lo estaba haciendo pasar un momento agradable con una niña de 11 años ¿Sería así cuando tuviera la edad para casarse? Quitó esos pensamientos, eso no importaba.
-Solo porque está ayudándome, omitiré que piensa que soy revoltosa – un brillo se depositó en la mirada del rubio, luego se topó con el piano de cola que estaba al fondo de la habitación.
Ante la mirada interrogante de ella, se levantó y la alentó a tomar su mano para luego encaminarse hasta el piano, la sentó a su lado y puso sus dedos sobre las teclas. Una melodía melancólica empezó a sonar para luego pasar a ser una más alegre. Ella cerró los ojos y se dejó llevar por el sonido del instrumento, sin abrirlos se recostó suavemente en el costado del rubio y se quedó allí apreciando la música.
A él no le molestó aquella intromisión, ella olía a chocolate y naranja y se sentía pequeña a su lado.
-Qué bonita pieza ¿Cómo se llama? – él dejó de mover sus dedos por las teclas y la miró, ella ya había abierto sus ojos perdiéndose en su mirada gris, de nuevo. Sus ojos la hipnotizaban, la llevaban a querer observarlos todo el día – sus ojos parecen dos pozos de plata líquida que hipnotizan – dijo la niña ensimismada.
-Se llama claro de luna – las palabras de ella lo habían dejado sin habla, en momentos así era cuando debía recordarse recurrentemente que tan solo era una niña. Quitó su mirada de ella y respiró. Era una niña, aunque la mayoría del tiempo no actuara como tal - ¿Qué tal aprender a tocar piano? – ella olvidó lo que había acabado de decir y puso su mano sobre las blancas teclas y oprimió una al azar, le gustaba, sonaba bonito, pero por algún motivo sentía ganas de aprender algo diferente, algo que pudiera mezclarse.
-Majestad ¿Sabe usted tocar otro instrumento? –
-No, siempre me maravillé con el sonido del piano – comentó sin moverse de su sitió, sintiéndose cómodo.
-¿Algún otro instrumento que le agrade? – él lo pensó un momento.
-El violín – soltó luego de un momento, ella lo pensó y rememoró el sonido de aquel instrumento en su cabeza, sí, sonaría hermoso en conjunto con el piano.
-¿Si aprendo a tocar violín su majestad tocaría una pieza en conjunto, conmigo? – él se sorprendió ante la petición, sin embargo, la idea de alguna forma le encantó así que solo asintió con una pequeña sonrisita en sus labios.
-¡Entonces será violín! – decidió alegre - ¿Cuándo podría venir el profesor? ¿Cómo consigo el violín?
-Mañana puedes esperarlo en el balcón del jardín a las 15 horas y haré que Severus te haga llegar un violín a tus aposentos mañana en la mañana – ella se sintió emocionada, quería aprender a la brevedad, así podría volver allí y obligar al chico a cumplir su promesa.
La burbuja del hombre se rompió cuando escuchó la puerta abrirse y se encontró con una rubia.
-Draco ¿Qué haces? –preguntó con tacto – alteza – murmuró con rabia contenida.
-Lady Greengrass, veo que algunas personas no deben tocar – le hirvió la sangre y recordó cuál era su lugar en todo aquel teatro.
-Majestad – murmuró mientras se levantaba del banquillo, se inclinó leventemente y luego salió de la habitación. El espacio agradable que había tenido con el hombre se había roto, y ahora solo quedaba la mirada condenatoria de la rubia.
-¿Qué hacía ella aquí? – preguntó esta vez sin contener su ira.
-Me gustaría que aprendieras a tocar la puerta y ella es mi prometida – se acercó a ella a paso perezoso y depositó un beso en sus labios - ¿A qué debo tu visita? – la rubia se asombró. Él parecía estar de muy buen humor.
Su prometida, repitió en su cabeza ¿Podría librarse de eso y casarse con la mujer que robaba sus suspiros? Quizá con un ejército.
-Quería pedirte solicitar a Madam Malkin, en un mes es la presentación de damas a la corte – ella se iba a presentar aquel día aunque fuera ampliamente conocido que era la mujer que ocupaba los pensamientos del rubio.
Él se sintió por alguna razón decepcionado ¿Qué esperaba?
-Claro, le diré que esté aquí mañana – pensó que en unos años llegaría el momento de Hermione, aunque si lo pensaba bien, ella no tendría que hacer aquello, ella era una princesa de una corte extranjera y la futura reina, aquel evento solo presentaba a las damas de familias nobles – ven –
-¿No debes hacer papeleo? No puedes estar de holgazán – la mirada de él se endureció ¿No podía solo tomar su mano y sentarse con él?
Ella lo quería ¿Verdad? Si, claro que lo quería, él era el rey.
-Retírate – su buen humor se había esfumado clavando su mirada de nuevo en los pergaminos ignorándola para luego escuchar la puerta cerrarse.
¿Qué preguntas más tontas se hacía? Por Merlín, claro que lo quería, lo amaba, solo había recibido una educación más estricta.
¿Más estricta que la de James Potter? Le dijo una vocecilla molesta en su cabeza.
Al día siguiente como prometió el profesor de violín había llegado al balcón y la pequeña castaña tenía toda su atención puesta en él. Sería una mujer muy interesante se dijo.
Mientras tanto, Hermione escuchaba atentamente las instrucciones de su nuevo tutor "ponga el violín de esta forma y tome el arco así", ella imitaba sus movimientos empeñada en aprender pronto.
Cuando hubo terminada la lección se dirigió al jardín, le apetecía tomar el té al aire libre, en ese momento notó que la modista personal de su madre caminaba hacía la entrada del castillo.
-¡Madam Melkin! – escuchó una voz chillona a su espalda y supo que era de ella, sentía que su té había sido arruinado.
-Majestad – reverenció la bruja cuando estuvo frente a ella.
-Madam, que agradable verla
-El rey ha solicitado mis servicios ¿Qué túnica quiere encargar alteza? – ella la miró desconcertada y estuvo a punto de abrir la boca cuando una rubia hablo por ella.
-La túnica es para mí Mandame – Hermione tosió levemente – Alteza – dijo con tedio
-Lady Greengrass, pensaría que la modista debería ir a su hogar ¿Estoy equivocada Madame? – la mujer solo asintió – me temo que ha cometido el error de pensar que era para mí –
-Pero el error ha sido corregido, acompáñeme Madame – la castaña sentía ganas de molestar a alguien, Theodore no iba hacía una semana y se le antojaba agradable olvidar un rato a su hermano y su condición
-¡Pero que decepcionada estaría Madame Melkin si no me atiende! – por la mirada de la bruja supo que era así, era más interesante servir a la futura reina que a una dama de la nobleza – No podemos hacerle tal desplante, estaré encantada de encargar un par de túnicas – se levantó y le hizo una seña a la mujer para que la siguiera ante la mirada iracunda de la rubia.
-¡Ella ha venido por mí! –
En ese momento un rubio se asomó por la puerta, le había apetecido tomar aire, pero, cuando vio el cuadro frente a él se arrepintió.
-Ten mucho cuidado de la forma en la que te diriges a mí – murmuró Hermione con rabia.
-¿Qué no pueden convivir en paz? – preguntó un asteado rubio haciéndose notar. Convivir, se repitió, eso en su mente sonaba mal, sin embargo, desechó la idea rápidamente.
-¡Draco! – él la miró con advertencia – es decir, Majestad, Madame Melkin ha venido para atender mi llamada, o bueno, la llamada que amablemente le hizo, se ha confundido y ha pensado que era a solicitud de su Alteza, trato de hacerla entrar en razón – allí supo que su pelea estaba perdida, tendría que molestarla otro día.
-¿Estás precisando túnicas, Hermione? Debiste pedirme hacerla llamar si era el caso –
-No, Madame Malkin parecía tan decepcionada de no venir por mi llamado que pensé era educado encargar algunas túnicas
-¡Mentirosa, solo quieres molestarme! –
-Astoria, cuida tu lenguaje – el rubio tenía una mirada de advertencia dedicada a la chica. Los externos no debían ver aquella falta de respeto, sería la reina, debían respetarla – Hermione, te apetecería terminar de tomar el té conmigo mientras Madame Melkin ayuda a Astoria.
Ella lo meditó, pero, al final decidió que podría perder aquella discusión, no tentaría a su suerte.
-¡Claro, cómo rechazar una oportunidad de tomar el té! – miró con una sonrisa a Astoria, aquello también debía molestarla, sin embargo, antes de poder responder algo, desapareció con la modista sin inmutarse. Era una mujer extraña, ella pensaría que era más importante el amor de su vida que una túnica, quizá era la visión sesgada de una niña que no entendía de amor y mucho menos, de relaciones de pareja.
-He visto al maestro de violín – una taza de té caliente apareció frente a él y la de ella se calentó de nuevo
-¡sí, ha sido muy entretenido! – habló entusiasmada.
-¿Qué pieza te gustaría que tocáramos cuando aprendas? –
-Aún no había pensado en ello – se sentía natural, como si así debiera ser siempre, en realidad así debería ser, después de todo una vida era muy larga.
-Buscaré alguna, quizá logre encontrar una que te agrade – una sonrisa se dibujó en el rostro de ella.
-Esperaré ansiosa Majestad –
-Draco -ella lo miró confundida mientras tomaba una galleta de la fuente – llámame, Draco, nos casaremos – finalizó como si fuera algo obvio ¿De dónde había salido aquella petición súbita?
-Está bien, Draco, esperaré con ansias ver la pieza que escogiste –
-Me tomaré mi tiempo, después de todo, apenas inicias –
-Aprenderé rápido, iré a la biblioteca a revisar un par de libros – desde que ella había llegado siempre estaba en la biblioteca o en los jardines.
-¿Qué te gusta leer Hermione? –
-Pues en realidad no tengo favoritos Ma… Draco – se corrigió antes de terminar – me agrada leer sobre encantamientos y defensa contra las artes oscuras –
-No es una lectura común para una mujer que jamás irá a la guerra – comentó refiriéndose al segundo tema.
-No está de más saberse defender – era verdad, era una chica inteligente.
-Sabes Hermione, a veces olvido que tan solo tienes 11 años – su mirada se clavó en la de ella, que como siempre que sucedía aquello, quedó hipnotizada.
-No sé qué decirle –
-No debes decir nada, es solo una apreciación, hay cosas que me producen curiosidad –
-¿Qué más le produce curiosidad? –
-cómo puedes ser tan dulce siendo educada por alguien como tu padre y viéndote en estas circunstancias – soltó sin pensarlo, recordando los cruccios que salieron de su varita contra ella.
-Todos podemos elegir cómo queremos ser, independientemente de quién nos moldea – sí, ella había sido educada por un padre déspota y por una madre que intentó darle cariño en la medida que su padre lo permitía.
-¿Realmente piensas que es mejor no experimentar el amor? – ella lo pensó ¿Qué era el amor? Ella siempre había pensado en aquella palabra como la causante de la ira de su padre.
-No he tenido una imagen del amor que me haga sentir especialmente atraída –
-Has visto a … Astoria – ella lo miró, no sentía indignación, solo se había quedado pensando que jamás vio a Astoria como una mujer enamorada.
-Perdóneme, Majestad, yo no entiendo mucho de amor, pero, pensé que una mujer enamorada se vería diferente – aquello se clavó hondo en el rubio, si, definitivamente ella no sabía nada, porque Astoria lo amaba, ella lo amaba.
-Es verdad, no sabes nada – de repente la conversación le resultó incomoda y solo se levantó y se fue. Por alguna razón no se sentía capaz de verla a los ojos.
Y de nuevo estaba sola, extrañaba a Theo, los días sin él pasaban más lento y se veía desesperada buscando actividades que llenaran su mente para evitar caer en la tristeza. Su hermano a duras penas tomaba la varita, estuvo a nada de ser un squib y ahora, recuperar su magia estaba resultándole especialmente difícil. Cómo le gustaría estar allí, esperaba que la pelinegra lo apoyara, aunque, a juzgar por su estado aquel día en que lo creyeron muerto, parecía preocuparse por él, parecía importarle.
Con ese último pensamiento se dirigió a su habitación deseosa por un descanso.
Al anochecer, un rubio se dirigía a sus aposentos sin dejar de pensar en las palabras de la castaña de aquella tarde, "una mujer enamorada se vería diferente" ¿Qué podría saber ella? Era solo una niña. Cuando entró, como todas las noches desde hacía 6 meses, encontró a la rubia frente al fuego. Su padre sabía que no era más que una concubina, pero, era la concubina de un rey.
-¿Tú me amas Astoria? – la pregunta llamó la atención de la rubia que se lamió los labios sin responder aún ¿No debería haberle dicho de inmediato que sí? Sintió una punzada de dolor y de rabia.
-¡Claro, cómo no amar al rey! – aquella respuesta se le antojó desagradable.
-¿Y si no fuera un rey? ¿Si solo fuera un plebeyo? – una risa estridente salió de la garganta de la rubia.
-¡Por favor Draco! Sabes que eso sería imposible ¿Amar a un plebeyo? Qué hilarante – comentó descartándolo mientras un nudo se hacía en la garganta del rubio ¿Lo quería?
-Vete Astoria, deseo pasar la noche solo. Un carruaje te llevara – el rostro de la chica cambio de la indiferencia a la frustración ¿Acaso él esperaba otra respuesta? Cualquier mujer amaría a un rey. Decidió no tentar a su destino y salió de la habitación con calma.
Aquello se le antojó aún peor al rubio, no le había solicitado quedarse, tampoco se había empeñado en decirle que lo amaba, solo se había ido. Por primera vez dudó, se permitió la duda, permitió una duda que lo hacía sentir como un estúpido.
Los reyes no deberían enamorarse.
Durante el siguiente mes no permitió que Astoria pasara la noche con él, había decidido acabar con semejante insulto, él no debía enamorarse ni sentirse afectado por las reacciones de la rubia. Por otro lado, siempre que veía en el palacio a Hermione lo hacía en compañía de Nott, ella siempre le dirigía grandes sonrisas y en ocasiones, durante sus paseos se colgaba de su brazo mientras reía. Parecía tan auténtica. Se sintió celoso de Theodore, pero, en el momento en que ese pensamiento llegaba a su mente lo descartaba. Ella era una niña.
Durante ese mismo mes, el palacio había estado concurrido, las damas de la corte corrían de un lado a otro haciendo los preparativos para la presentación de las jovencitas. El rubio solo miraba la intromisión con fastidio, odiaba ese día del año, o más bien, el mes que invadían su hogar.
En el futuro, quien guiaría todos aquellos preparativos sería Hermione, cuando llegara el momento en que se casaran y ella fuera oficialmente la reina, sin embargo, no pudo evitar pensar en que quizá podría devolverla para casarse con la rubia, aquello lo hiso imaginar a Astoria liderando aquel trabajo y por alguna razón le resultó una visión exasperante.
De nuevo pensó en la posibilidad de disolver el compromiso ¿Qué sería de la vida de la castaña? ¿La obligarían a casarse con alguien más? Quiso darse contra la pared, la respuesta era más que obvia, si él lograba romper el compromiso, que parecía factible luego de empezar a armar su ejército, ella sería vendida a otro postor. Pensó en lo triste que sería aquella situación para la pequeña.
Debido a aquel molesto movimiento decidió permanecer en su estudio encerrado, lejos de aquel barullo, se dijo que solo debía aguantar aquello unos días más. Los toques en la puerta lo sacaron de su abstracción obligándolo a murmurar un adelante. El hombre en el cual depositaba su entera confianza atravesó el umbral haciendo una pequeña reverencia.
-Majestad, he venido a preguntarle qué tiara debo sacar de la cámara real – la pregunta lo confundió.
-¿Para qué? No sería apropiado que Astoria llevara una joya perteneciente a la bóveda real
-Majestad, no me refería a la señorita Astoria – de repente el entendimiento vino a su cabeza.
-¿Hablas de Hermione?
-Si, alteza, creo que es pertinente tener la tiara en el palacio antes de el evento, quizá deban hacerle ajustes – él no había pensado en aquello, a decir verdad, no había pensado en que ella se presentara al evento.
-No sabía que ella debía ir –
-El protocolo así lo exige, la futura reina debe estar presente, ella es extraoficialmente su prometida y, aunque sea una niña, debe estar a su lado durante la ceremonia de presentación – aquello parecía bastante razonable, pero, tampoco era descabellado pensar que no debía ir, después de todo era tan solo una niña.
-Supongo que podrías preguntarle a ella – dijo descartando la situación.
-Eso no es posible, debido a que ella aún no es la reina y por lo tanto no puede acceder directamente a la bóveda real, es el rey el encargado de decidir esos detalles, más aún considerando su edad – aquello también parecía razonable y fastidioso.
-¿Qué opciones tengo? – el pelinegro movió su varita y en el acto la imagen de variadas joyas apareció en el aire.
-¿Sabes de qué color es su túnica? – ambos hombres se miraron, si él no sabía que ella debía ir, probablemente ella tampoco tenía idea.
-Encárgate de llamar a Madame Malkin e informar a Hermione en este momento – faltaban solo 6 días para el evento y resultaba que su prometido no tenía idea de que debía prepararse. A Draco no le resultaba agradable pensar en su prometida estando desprolija sometida a las lenguas viperinas – en cuanto a la tiara, trae esa – dijo señalando la imagen de una enredadera de diamantes y platino – estoy seguro de que combinará con lo que sea que elija – luego volvió a sus documentos, mientras el otro hombre salía de la habitación.
Había sido poco considerado con su prometida. Solo había prestado atención a las exigencias de la rubia.
Recordó que en días anteriores ella le había insinuado que podría permitirle usar alguna de las joyas de la cámara real, recibiendo una rotunda negativa, no era apropiado que una concubina las usara, había pensado, más a ella solo le había exteriorizado que no le era permitido.
Cuando respondió de aquella forma a la rubia, sus ojos desprendieron enojo y tan solo se giró ¿Era tan importante para ella las piedras preciosas de la cámara real? Le pareció estúpido ya que él se había encargado de darle todo lo que ella había deseado, incluidas una variedad de joyas extremadamente valiosas.
Poder, le dijo una vocecilla en su cabeza, el poder que otorga sentirse la mujer del rey. Alejó esa idea estúpida de su mente, no era por eso, ella solo deseaba lucir algo bonito.
No pudo evitar sentirse estúpido.
…..
¿Qué tal? ¿Les gustó? Por alguna razón lo de pequeña revoltosa me recordó a Cnady Candy, es probable que sea porque he estado viendo unos capítulos – que me han hecho llorar cual magdalena- ¿Han visto ese animé? ¿También han llorado? Las leo y respondo en el siguiente capítulo.
