¡Buenas! Señoras y señores, Otra semana más trayendo muy puntual este lindo fic. Esta semana hay dos lindas lectoras nuevas, no saben lo mucho que me emocionada eso. Una de ella me dijo que recomendara mi historia en Facebook, cuando veo publicaciones, si no estoy ocupada lo hago, pero, si ustedes las ven y les gusta lo que leen es lindo ver que un tercero recomiende la historia.
Ahora, mi momento favorito – desde luego después de escribir – sección de contestación de comentarios. Harley, mira intento lo mejor que puedo dar momento Dramione sin hacerlo parecer un pedófilo jajajajaja, no sé si has leído mi otro fic, pero realmente intento hacer esto menos oscuro, igual va a ser raro a veces, sin embargo, lo intento. Rouss mil gracias por dejar un comentario en cada capítulo, nos topamos en Facebook y te dije que te agradecía mucho, aquí lo reitero, mis lectoras más antiguas saben lo importante que son sus comentarios y lo mucho que los tomo en cuenta en la construcción de la historia, quiero decirte que todos pagamos el daño que hemos hecho y Draco lo hará, en mi fic anterior lo pagó aquí no será diferente.
Sí, Harry está vivo, de verdad tuve la intención de matarlo, pero, luego tuve lástima por Pansy, además ustedes quieren mucho al Harry de esta historia. Cris, no puedo adelantarte que rumbo va a tomar la historia, solo espero que te guste y que como siempre, no te parezca predecible. Yadira, muchas gracias por leerme y comentar, amo las lectoras nuevas – las antiguar también – pero, cuando llegan algunas nuevas no puedo evitar darle la bienvenida a esta pequeña comunidad a la que aprecio tanto. Por último, si estoy considerando el leemon de Theo y hermi pero eso aún está en estudio, mi almohada y yo no lo hemos decidido.
Bien, sin seguir parloteando, el capítulo:
CAPÍTULO 12. DE RELACIONES.
Después de su breve conversación con Severus, la semana que los separaba del día de presentación había pasado rápido. En ese momento estaba frente al espejo ajustando los últimos detalles de su fina túnica de gala cuando la puerta se abrió permitiendo la entrada de una rubia ataviada en una túnica color crema, bordada con trocados de oro que se ajustaba a la perfección hasta su cintura. Se veía simplemente hermosa, no pudo evitar el pensamiento de quitarle aquella ropa luego de que el circo terminara.
-Draco, estoy lista para que vayamos al salón – ante sus palabras se sintió desconcertado.
-¿Quieres decir entrar juntos?
-¡Claro¡ ¿A qué más podría estarme refiriendo? – sintió de repente el aire pesado.
-Astoria, yo debo escoltar a mi prometida, y tú no lo eres. Debes entrar al salón como una mujer más que será presentada – la mujer frunció el entrecejo en una clara señal de molestia.
-¿Es una broma? Yo no soy una mujer cualquiera ¡Soy tú mujer! –
-Eres mi mujer en mí cama, eso te hace una concubina – dijo entre diente, no era su intención hacerla sentir mal, pero, sentía que debía dejarlo claro.
-¿Solo soy tu concubina? – murmuró indignada.
-Sabes que eres más que eso, pero, a los ojos del protocolo, las cosas deben ser de esta manera.
-Esto es humillante – gritó para luego girarse enojada. El suspiró ¿Por qué ella no podía entender su precaria situación? Decidió no ahondar en el asunto y salir de su habitación rumbo a la de la castaña.
Al plantarse frente a su puerta dio dos toques y después de un minuto esta se abrió dejándola ver.
Se veía hermosa, dentro de lo que esa palabra cabía para describir a una pequeña niña. Llevaba una túnica verde esmeralda en terciopelo con manga a piso, recta, sin ningún adorno, era perfectamente delicada y sencilla, solo unos botones plateados la adornaban en la parte trasera desde el principio hasta el final. Toda la atención se dirigía a la tiara que él había escogido, la cual estaba enredada en un recogido con mechones sueltos.
Era la niña más bonita que había visto, no pudo evitar pensar de nuevo que en unos años, cuando fuera reina, sería la imagen de la elegancia, quizá mucho más despampanante que la rubia y con muchos menos aditamentos.
¿En qué diablos estaba pensando?
Sin decir palabra alguna le ofreció su brazo y ella en su pequeña estatura lo tomó sin mediar palabra. Empezaron a caminar por los pasillos hasta llegar a unas grandes puertas de roble que fueron abiertas frente a ellos.
-Su majestad el Rey de Inglaterra Draco Malfoy primero y su alteza real la princesa Hermione Jane Potter de Francia, prometida del rey – en su recorrido por el pasillo, las personas presentes los reverenciaron hasta que se hubieron sentado en la cabecera del salón. Se encontraba deseoso de que esa noche terminara. Era una ceremonia tan tediosa.
-Draco ¿Debo decir algo o solo debo quedarme callada y observar? – él lo pensó, jamás había estado en aquella situación y no sabía cómo debía decirle que se comportara.
-Solo sé tú – se encontró diciendo sin pensarlo viendo la cara de confusión de ella – si piensas que es pertinente decir algo, hazlo. Eres la futura reina – terminó ofreciéndole una sonrisa discreta que la hiciera sentir más a gusto, recibiendo una de vuelta.
Cuando llegaron a la cabecera del salón, él ocupó el trono y a su lado, ella tomó asiento. Con un gesto de mano ordenó que se iniciaran las presentaciones, preparado para la tarde más aburrida del año. Si Pansy estuviera allí, sería presentada, después de todo, aquella ceremonia no era más que un desfile para que los hombres escogieran mujeres en edad casadera. Era como una subasta. Las mujeres usaban sus mejores túnicas y encantos para tratar de encontrar un hombre con el cual casarse. No era bien visto llegar a los veinte años sin haberse prometido.
-Lady Luna Loovegood, hija de Lord Xenofilus Lovegood, duque de Suex – Una rubia de ojos azules y mirada tranquila se acercó, su túnica era blanca y plana, no tenía ningún adorno, pero la hacía ver como un ángel. Ella hizo una pequeña reverencia para luego hacerse a un lado.
-Lady Lavender Bronw, hija de lord Marcus Brown, conde de Mint – igual que la anterior una joven de cabello castaño anudado en una trenza y una túnica con grabados excesivos se acercó.
-Majestad – murmuró dirigiendo una reverencia para luego girarse a la niña – alteza – luego también se hizo a un lado.
Hermione escuchó como presentaban a más jóvenes, había unas bastante bonitas, otras tantas tenían mirada desdeñosa y gesto de superioridad. Aquellas últimas le parecieron desagradables. Ella cayó todo el tiempo, solo asintiendo levemente cuando la reverenciaban.
-Lady Astoria Greengrass, hija de Willian Greengrass, duque de Dane – la chica rubia que ella conocía perfectamente se acercó. Su mirada era desdeñosa, hizo una inclinación y le dirigió una mirada de superioridad, ella se mantuvo altiva. Luego giró su rostro al de su prometido y lo observó, su mirada era de adoración. Por un momento tuvo lástima. Aquella mujer no mostraba nada en sus ojos.
Exhaló todo el oxigena que sin notarlo había retenido en sus pulmones y bajó la mirada.
-¿Alteza le he molestado en algo? – ella alzó la vista y la clavó en la rubia. Tenía una mirada maliciosa.
-No comprendo la razón de su pregunta Lady Greengrass –
-Parece disgustada y aburrida ¿Acaso le aburren los asuntos de Inglaterra? – Ella se tensó y enfocó su mirada en los presentes, escuchaba los murmuros y algunas caras de desprecio "una reina extranjera" logró escuchar "despreciable francesa". Ella calló. Se sintió abrumada.
-Lady… - Intentó intervenir el rubio
-Me temo que ha malinterpretado mis acciones – dijo mientras sonreía con dulzura – Este es mi primer evento, no entiendo mucho de asuntos de la corte como comprenderá, trato de aprender para desempeñar de la mejor forma mi futura labor, es un poco abrumador – luego levantó la mirada y la dirigió al público para luego ponerse de pie – me excuso si he causado molestia alguna por mi actitud – esbozó para luego asentir levemente y volver a sentarse ante la expresión anonadada de ambos amantes.
Él le dirigió una mirada reprobatoria a la rubia, sabía que lo había hecho a propósito y no pudo evitar sentirse molesto. Ni siquiera ella lo dejaría en ridículo.
Lo hace todo el tiempo
Dijo una voz al final de su mente, se maldijo a sí mismo.
Con un movimiento de mano ordenó a los músicos iniciar a tocar para luego levantarse y observar a las mujeres recién presentadas. En observancia al protocolo, se acercó a la rubia que había presentado al principio y extendió su mano, abriría el baile con una de ellas.
Astoria se sintió indignada ¿Cómo osaba de abrir el baile con otra y dejarla en ridículo? Las demás mujeres empezaron las habladurías. Una pequeña sonrisa de satisfacción casi imperceptible se dibujó en los labios de la castaña. Luego de la apertura del baile los hombres empezaron a sacar a las demás damas recién presentadas, pero, ninguno se acercó a ella.
Ella era propiedad del rey, nadie quería hacerlo enfurecer.
Muchas mujeres mayores la miraron con lastima, el rey la había deshonrado y no la desposaría, ningún hombre lo haría por voluntad propia, primero por miedo a ser víctimas de la ira del rey y segundo, ya no era una mujer virtuosa, era la concubina del rey. Ella sabía que tenía un par de años para lograr que la francesa saliera de la corte, fuere como fuere, ella sería la reina y cuando eso pasara, todo el que había osado a decir algo de ella lo pagaría.
No importaban los medios, solo los fines.
Una vez el rubio terminó la pieza se acercó a la castaña. La música cambió y recordó la caja de música del primer cumpleaños de la castaña "Harry solía subirme sobre sus pies" recordó, clavó su vista en la niña quien había sido cubierta por una sombra de tristeza, al parecer, ella había recordado lo mismo y sus ojos se iniciaban a empañaban, sin embargo, allí seguía, recta y altiva. Empezó a caminar hacia ella cuando sintió unas manos enredarse en su brazo, cuando su aroma llegó a su nariz supo que se trataba de ella, sin girarse, se soltó amablemente de su agarre y sin decir nada caminó hacía su futura esposa, dejando atónita y enrabiada a la mujer.
-¿Alteza, me concedería esta pieza? – Hermione alzó su mirada y la posó en la mano que él le extendido, ella viéndolo como una tabla de salvación tomó su mano y se levantó. Él aplicando una leve fuerza, la tomó y la subió sobre sus pies empezando a girar por el salón logrando sacarle una sonrisa - ¿Lo estoy haciendo bien? – preguntó con una leve sonrisa, refiriéndose a los recuerdos de ella.
-Te has acercado bastante, Draco – contestó obsequiándole una sonrisa – los allí presentes se sorprendieron, jamás habían visto un gesto como ese en su rey. Su mirada siempre era fría y distante, generalmente solo causaba miedo y respeto a su paso, sin embargo, en ese momento, parecía bastante tierno. Quizá la francesa podría traer algo bueno a la corte cuando el momento llegara.
Pasaron unas horas más antes de que pudieran retirarse, pero, cuando el momento llegó no dudó en aflojar su túnica para masajear su cuello. Aquellas reuniones lo hacían sentir realmente agotado. Después de dejar a Hermione en la puerta de su habitación y escuchar de nuevo su agradecimiento por el pequeño baile, se giró y comenzó a caminar hacía sus aposentos.
Cuando abrió la puerta sintió un ardor en su mejilla. Astoria había estrellado una cachetada en su mejilla en cuanto lo había visto entrar.
-¿Cómo te atreves Draco Malfoy? – murmuró exaltada señalándolo con el dedo - ¡Me has dejado en ridículo, ella ni siquiera debía estar allí, eres tan débil que no pudiste siquiera llevarme del brazo¡ - la ira subió por el cuerpo del rubio, quien apretó la mandíbula.
-¿Qué te ha hecho creer que puedes venir a mi habitación con estos reclamos? – trataba de respirar, no quería dañarla, realmente le importaba
-¿No puedo? Te recuerdo que soy tu novia, seré la reina – soltó sin pensarlo para luego callar al darse cuenta de su desliz.
-¿Reina? ¿De verdad quieres escuchar de mi boca lo que eres? – ya no pensaba, su mente se había nublado y solo pensaba en herirla como ella lo había hecho.
-No te atrevas – señaló la mujer con ira
-¿A qué no me atrevo, Astoria? ¿He de decirte que no eres más que una concubina? – la mujer alzó de nuevo su mano con la intención de estamparla en su mejilla siendo detenida por la mano del rubio al tomar su muñeca.
-Jamás Astoria, escúchalo muy bien, JAMÁS te atrevas a tocarme de nuevo, no quieres conocer mi ira – luego soltó su mano bruscamente y pasó por su lado hasta la botella con licor al otro lado de la puerta - ¡Lárgate! - ella respiró profundo, tenía que rectificarse. Había jugado mal sus cartas llevada por su indignación, pero, aún podía arreglarlo. Se giró y lo abrazó por la espalda moviendo de arriba abajo sus manos sobre su pecho.
-Tienes razón Draco, no debí reaccionar de aquella forma, es solo que tuve tantos celos – dijo quebrando su voz, mientras enterraba su cabeza en su espalda – es tan difícil para mí verte con otra mujer, incluso si sé que nunca calentará tu cama y recibirá tu amor – dejó caer un par de lágrimas que empezaron a mojar la túnica del hombre, él incapaz de verla de aquella forma, se giró y la abrazó para luego depositar un beso sobre su cabeza
-Astoria, sabes que solo te amo a ti, te amaré hasta el día que deje de respirar, estoy tratando de arreglarlo, pero, debes comportarte hasta que logre hacerlo –
-Lo siento tanto, por favor perdóname – ella alzó su rostro y enterró sus largos dedos blancos en el cabello rubio para luego ponerse de puntitas y besarlo. Él le correspondió con ternura para luego tomarla de la cintura y acercarla a su cuerpo. Necesitaba sentirla, realmente la necesitaba.
Una sonrisa apareció en el rostro de la chica. Manipularlo era sumamente fácil. Los hombres eran tan estúpidos cuando se enamoraban, incluso el gran, cruel y frio Draco Malfoy.
Con la recuperación lenta, pero, positiva de Potter los meses fueron pasando hasta que la nieve cubrió los jardines del palacio. Como el año anterior y con el corazón más aliviado, vio a la niña jugado en la nieve en compañía del oji verde, sintió nostalgia de aquellos días en los que no era rey, en los que su vida le pertenecía.
Las cosas con Astoria no habían cambiado mucho, algunos días le permitía pasar la noche con él y se saciaba con su cuerpo, aquella mujer lo incitaba al pecado, sin embargo, seguía siendo fría, en ese momento seguía preguntándose si ella lo amaba a él o al rey de Inglaterra. Muy a su pesar la balanza se inclinaba más por la última opción. Una voz en lo profundo de su mente le advertía que ella lo manipulaba, sin embargo, la había acallado.
A diferencia del año anterior, decidió no pasar las fiestas con ella, por el contraría había solicitado pasar el año nuevo en Francia, con los Potter, había decidido que era el momento oportuno para permitirle a Hermione ver a su hermano y una fecha a la que James Potter no podría negarse. Él también debía ser políticamente correcto.
En ese pensamiento estaba cuando se hubo frente a las puertas de la biblioteca, cuando se asomó, Hermione leía cómodamente en el sofá mientras Nott se sentaba en el piso con la espalda recargada a este. Parecían tan compaginados, nada que ver con lo que vivía con Astoria.
-Theodore ¿Podrías dejarme a solas con su alteza? – la voz repentina de él atrajo la atención de los niños y ante la mención de su nombre el castaño se levantó, hizo una reverencia y salió dedicándole una última mirada a su amiga.
-Draco ¿A qué debo tu repentina visita? – después de su interacción en la hora de té, salvo por el pequeño momento vivido en la presentación, él había decidido evitarla, pues sus palabras le habían afectado, sin embargo, jamás lo reconocería.
-He venido a informarte que partiremos el 29 a Francia, pasaremos año nuevo allí – los ojos de ella se iluminaron, para ese día faltaban poco menos de dos semanas.
-¡Gracias, gracias! -ella se levantó de su silla con intenciones de arrojarse a sus brazos, pero, recordó que él no era Theodore y que probablemente no sería bien recibida.
-Es agradable que estés feliz Hermione –
FRANCIA 1841
llevaba 6 meses en el palacio, un mes y medio embarazada y 5 días sin él. Tal como lo había
solicitado el rey, Harry la embarazó antes de partir a la frontera, le había dicho que todo estaría bien, que volvería antes del nacimiento de su hijo.
La reina Lily había resultado un gran apoyo. Todas las comidas que solía tomar con su marido
ahora las tomaba en compañía de los reyes, él quería controlar todo, quería estar seguro de que su nieto y futuro rey de Francia fuera apropiadamente gestado.
Los meses posteriores transcurrieron en la misma dinámica, una vez al mes Harry le enviaba una carta asegurándole que estaba bien y que pronto volvería a casa. Todos los meses pronto volvería a casa. Extrañaba a su marido.
En la víspera del nacimiento de su primer hijo se vio obligada a permanecer en cama, su energía el último mes había mermado considerablemente y se sentía agotada, el medimago había dicho que se debía a que el niño en su vientre estaba absorbiendo una gran cantidad de energía mágica y que eso garantizaba que fuera un mago poderoso. Por primera vez desde que había llegado una sonrisa de orgullo se posó en el rostro del gran James mientras aseveraba que -su hijo al fin había servido para algo –.
Ella no quería detenerse a pensar en ello, pero, creía que el hombre había mandado a morir a Harry y eso le producía un vacío en el estómago ¿Qué haría sin él? Con el paso de los días se había obligado a desterrar aquel pensamiento, ningún padre le haría eso a su hijo.
El día que dio a luz sintió que su cuerpo se partiría, dentro de la habitación la reina sostenía su mano y la miraba con comprensión. La verdad fuera dicha, jamás podría estar preparada mentalmente para ese tipo de dolor.
Cuando escuchó el llanto se sintió aliviada, no solo porque terminaría su tortura si no porque el niño había nacido vivo, sano. Cuando pudo tenerlo en brazos notó que tenía los ojos de su padre de un verde cristalino claro, diferente a los propios que tenían más parches dorados. Por alguna razón, ver el parecido de su hijo con su padre la alivió y la lleno de amor, sí, ella no lo amaba, pero albergaba un gran cariño por Harry uno que velozmente se estaba transformando, pero, que se vio interrumpido por su partida.
¿Él sentiría lo mismo? Se dijo que en ese momento era lo menos importante.
El tiempo que pudo disfrutar con su hijo fue escaso, el rey había entrado con una nodriza y lo había arrancado de sus brazos, cuando intentó quejarse la había apuntado con su varita obligándola a derramar lágrimas silenciosas, cuanto quisiera que Harry estuviera allí, estaba segura de que no tendría que desprenderse de su pequeño de esa forma.
-¿Lo veré? – la mujer pelirroja frente a ella la vio con tristeza.
-No lo sé cariño, lo intentaremos – la vida era graciosa, ella había ido a Francia por un arreglo y había sido afortunada de encontrar un hombre maravilloso, pero, un suegro déspota, uno que ahora le estaba quitando a su hijo.
-Harry estará bien ¿Verdad? – de nuevo la mirada triste, ella no podía garantizarle eso.
-Hemos enviado una carta a la frontera informando del nacimiento, es posible que acuda al enterarse de la noticia – con aquello no le bastaba más que tener esperanzas.
Una semana estuvo en cama recuperando la energía perdida durante el parto, esa misma semana no vio ni una sola vez a su pequeño Albus, cuando exigía verlo, era ignorada, como si de una pared se tratara. Cuando por fin logró levantarse de su lecho enfiló sus pasos hacía su habitación, entró sin llamar provocando que la nodriza diera un respingo de sorpresa.
-Yo lo alimentaré – dijo adentrándose en la habitación para tomar a su pequeño en brazos.
-Alteza me temo que…- la mujer no pudo terminar la oración ante la varita de la morena apuntándola amenazadoramente.
-No ha sido una pregunta, es mi hijo y yo puedo alimentarlo – la mujer optó por callar, sin embargo, movió su varita con un movimiento casi imperceptible.
Tan solo unos minutos después, cuando la oji verde apenas se había sentado a amamantar, su suegro entró a la habitación con la ira brotando de sus poros, le hizo una señal a la nodriza quien inmediatamente le arrancó al niño de sus brazos.
-¡Es mi hijo! – se atrevió a levantarse y enfrentarlo, atrás de él dos mujeres veían toda aquella situación sin decir palabra alguna.
-Es el heredero al trono y una chiquilla como tú no puede educarlo apropiadamente –
-¿Apropiadamente? ¿Tan apropiado como fue educado un tirano como usted? – el sonido seco de una cachetada contra su piel se levantó sobre el silencio, un hilo de sangre descendió por su mejilla y miles de lágrimas escocieron la herida.
-Cuida tus palabras –
-¡Es usted un ser despreciable! – el hombre desenfundó su varita pero antes de lograr atacarla una mujer alzó su voz.
-Majestad, no creo que sea pertinente atacar a su alteza, ella acaba de salir de un parto, un ataque podría dejarla impedida para tener hijos en el futuro – encontró los ojos de la anciana, ella estaba de su lado, pero, con diplomacia, aquella mujer sabía exactamente que decir.
-¡Guardia, llévela a su habitación! – no pudo más que darle una última mirada a su hijo, al pasar por el lado de la anciana vio en sus ojos compasión, esa mujer le tenía lástima ¿Pero cómo culparla? Hasta ella sentía lastima de sí misma.
Desde aquel día solo había podido ver a su hijo desde el cristal de la habitación adaptado para tal fin, era lo máximo que había podido conseguir. La última semana había empezado a tomar el té con la reina en sus dependencias privadas, era la única compañía que tenía y aunque, la mayoría del tiempo permanecían en silencio, la compañía mutua era alentadora, sin embargo, cuando se piensa que nada puede ir peor, la vida nos sorprende.
Frente a ellas un enviado de la frontera había demostrado aquel punto con las noticias que traía "El príncipe está muerto" un pitido se instaló en sus oídos y su vista se volvió borrosa, la tasa que sostenía en sus manos cayó al piso partiéndose en pequeños pedazos y derramando el líquido caliente que contenía.
Muerto, muerto, muerto…
Se repitió aquella palabra una y otra vez ¿Eso significaba que ahora era viuda? Oh por Merlín ¿Qué le depararía el futuro sin su marido? Tembló, tembló por su situación actual, por el juego macabro que jugaba con ella el destino, tembló porque sentía que había perdido un pedazo de su alma, su ancla, sentía que de nuevo flotaba como aquel primer día en lugar. Intentó caminar hasta el mensajero pero se desplomó, intentó respirar pero sentía que su pecho no era capaz de inflarse.
-Miente – logró decir agitada - ¡Miente! – su respiración era cada vez más entrecortada y su cuerpo cada vez le respondía menos, era como si estuviera flotando en un nirvana.
-Alteza, siento mucho…
-¡Usted no siente nada! – ella giró su cabeza hacía el lugar donde se encontraba su suegra, la mujer respiraba pausado, tenía el cuerpo rígido y la mirada perdida, era como un cuerpo vacío, se arrastró hacía ella y puso sus manos en su regazo mientras la movía suavemente – Lily… Lily -nada, la mujer no respondía, su posición seguía altiva pero ella no estaba allí.
Sintió al hombre abandonar la habitación y ella no pudo aguantarlo más, se echó en el regazo de su suegra y lloró todo lo que ella no podía, apretó con sus manos la tela de su túnica mientras negaba frenéticamente, él no podía estar muerto.
La puerta volvió a abrirse pero esta vez no se molestó en mirar quien era ¿Para qué? Sintió como era zarandeada pero no le importó no estaba allí. Todo le daba vueltas, nada parecía importar, sabía que había más personas allí, sabía que discutían, pero, no le importaba, en ese momento su mente solo tenía espacio para el dolor de la perdida, sin embargo, no pudo quedarse callada ante las palabras de aquel maldito hombre denigrando de su esposo, pese a haberlas escuchado al fondo de su mente ¿Una desgracia? ¡Él sí era una desgracia!
-No se atreva a volver a decir eso de Harry – lo vio levantar su mano con la intención de estrellarla en su mejilla, pero, antes de que sucediera una voz agitada se abrió paso entre los presentes:
-¡Majestad, su Alteza está vivo! – 5 sencillas palabras que devolvieron su alma a su cuerpo, se levantó, cual desquiciada, frente a los ojos de los demás.
Corrió, no recordaba alguna vez en su vida haber corrido de aquella manera, cuando estuvo frente a la puerta apartó a cualquiera que le impidiera el paso, una vez adentro lo vio, tendido en la cama inerte, con su cabello desordenado estaba su marido. Caminó hacía él y se sentó en la orilla de la cama tomando su mano, estaba fría, muy fría, pero no le importó, había dicho que estaba vivo y eso era suficiente.
Sabía que detrás de ella se encontraban de pie los demás que antes habían estado en el saloncito, sin embargo, para ella todo dejó de existir y se centró en el llevando el dorso de su mano a su boca – te necesito Harry, vuelve a mí – los medimagos decían cosas, escuchaba a su cuñada quejarse para luego ser expulsada del palacio, sintió una punzada de lástima, pero se fue rápido. Lamentaba que la sacaran así de su propia casa.
Los días que prosiguieron fueron iguales, él seguía dormido, tan solo la respiración delataba que seguía vivo, ella ante la imposibilidad de ver a su hijo, se había atrincherado en sus aposentos y estaba todo el día con él. Durante el día se dedicaba a leerle y hacerle compañía así como suministrar las pócimas recetadas por los medimagos y en las noches se acomodaba en su pecho que aunque frio, era lo más parecido a un hogar.
-Sabes Harry, hiciste una promesa y espero que a cumplas. Te necesitamos – una lagrima descendió por su mejilla, una de las tantas que había derramado durante aquellos días. Uno parecía igual que otro, con la misma desazón – Ni siquiera puedo acercarme a tu hijo, debemos educarlo Harry, no quiero que se convierta en él.
Los meses siguieron transcurriendo, uno de esos días recibió una visita de su primo solicitando información, al parecer el rey se reusaba a enviar noticias de su hermano a la pequeña Hermione, lo que había obligado a Draco a buscarlas, aquel detalle le pareció curioso, pero, en sus circunstancias no le dedicó más atención.
Las noticias que le había dado a su primo no eran las mejores, entre más tiempo estuviera inconsciente Harry, más probabilidades habría de que se convirtiera en un squib ¿Qué pasaría en ese escenario? ¿Su padre lo desterraría? Se negaba a pensar demasiado en ese hecho o en el escenario aún peor, que su cuerpo fuera consumido por la fuga de magia. No, ella había decidido mantenerse positiva, pero ¿A quién engañaba? Había días que solo se podía dedicar a llorar sobre su pecho mientras la esperanza escapaba de ella, como la vida de él.
Con todo y sus sube y bajas emocionales, un día, 5 meses después de su llegada al palacio despertó. Sus ojos verdes se abrieron perezosamente ante los de su mujer. Lo vio respirar profundo varias veces en un intento de acostumbrarse al entorno, giró de su rostro a las figuras en la habitación sin decir palabra aún, ella no pudo evitar preocuparse ¿Habrá perdido la memoria? Sus ojos se llenaron de lágrimas ante el pensamiento, sin embargo, la mano de él ahuecando su mejilla alejó cualquier pensamiento negativo.
…..
¿Qué tal? ¿Les gustó? Estos son capítulos que considero introducen a los personajes mejor. Estamos a punto de pasar a … es decir, año en que Hermi cumple , ese año espero pasarlo un poco más rápido.
Por otro lado, estoy leyendo una historia original en Wappad, sobre un soldado de la Alemania nazi, un tipo malo con ganas, que se enamora de una chica. Me trajo a la mente los Dramiones, pero, mas aún mi anterior fic. La única diferencia es que la chica de esa historia cree que es buena persona y que merece ser feliz, mientras que mi draco sabía que era una horrible persona y Hermione también. Si les interesa les dejo el hombre HERMOSO Y PERVERSO.
Si no han leído mi fic anterior, las invito a pasar, con la advertencia de que es una historia con escenas muy fuertes, si no les agrada eso, me temo que no lo recomiendo. Sin más, nos leemos la próxima semana.
