¡Buenas! Señoras y señores, Otra semana más trayendo muy puntual este lindo fic. Esta semana ha sido de locos, muy atareada, sin embargo, he estado tratando de escribir, aún tengo un avance razonable de este fic, pero, necesito sentarme a escribir más juiciosa para no incumplirles.

Leí sus comentarios del capítulo anterior y seguiré respondiéndoles a inicio de capítulo como venía haciendo a petición de la mayoría. En ese entendido empecemos con la sección de respuesta de comentarios.

Harley, sí, fue muy egoísta al obligar a Lily a casarse con él, usó su poder, su estatus para tenerla para él y eso es muy triste, sin embargo, vendrán más regresiones. A todas, pues fue un comentario reiterado, es verdad, no podemos obligar a que nos amen, ese fue el pecado de James creer que podría lograr tener su corazón. Rouss, debes tener en cuenta que enamorados no volvemos estúpidos y Draco realmente la quiere y anhela su amor, el amor que una mujer puede tener a un hombre, no el amor que una mujer pueda sentir por un rey. Lily solo quiere evitarle un dolor a su hijo y ella ve que Draco es un hombre muy voluble, a mi también me preocuparía en su lugar. En este capítulo podrás quitarte algunas de tus dudas respecto a Theo.

Nei, si su situación es bastante triste y con respecto a lo de Harry, pensé mucho que tan extenso debía hacerlo y decidí que esto sigue siendo un Dramione y traté de hacerlo corto pero sustancioso.

Criss, mi linda Criss, que te digo, el asunto de Lily-James es solo la punta del Iceberg, y pues, ella solo está preocupada porque Hermione repita su historia, ella es consciente que Hermione siempre supo su destino y lo acepto, pero, una cosa es la teoría y otra la práctica.

Cómo último comentario, quiero decirles que el fic que estoy escribiendo en paralelo, lleva por título una sonata triste, según yo podría estar terminado pronto y no será tan largo.

Bien, sin seguir parloteando, el capítulo:

Capítulo 13. Un año que se va y otro que viene.

FRANCIA, NOCHE VIEJA DE 1941

El silencio reinaba en la mesa, solo siendo roto por el ruido de los cubiertos. Desde el incidente de la mención de los juegos en la nieve el ambiente se había tornado lúgubre. Pansy seguía preocupada por Harry, pero, se había obligado a poner distancia entre sus sentimientos. Aquel día, había descubierto que ya no le bastaba lo que obtenía del moreno y no sabía cómo abordar ese hecho.

Hermione no había podido sacar de su cabeza la imagen de un futuro en el cual no tuviera a Theo ¿Cómo sería? ¿Tendría a Astoria respirándole en la nuca? Para ser honestos, pese a que estaba allí viendo a su hermano, se sentía triste. Draco sentía un sinsabor, había visto la expresión de la castaña, era genuina tristeza ante la inminencia de su futuro y, de nuevo, volvía a su mente aquella discusión que acosaba su cerebro hacía días ¿Astoría sentiría eso si tuviera que olvidarse de él? De él, no del rey. No, ella lo amaba a él, sin importar si era el rey, necesitaba repetírselo.

-¿Ya puedes sacar chispas de tu varia o sigues siendo un inútil inválido? – el sonido de los cubiertos se detuvo y la guerra de miradas entre los hombres involucrados hizo presencia.

-James, por favor… -

-No te metas Lily, es tu culpa que sea un inservible, solo tenía que ir a la frontera y no hacer el ridículo –

-Supongo que usted es un gran mago, aunque, jamás he visto que haga algo más que un Cruccio ¿Solo tiene perfeccionado esa maldición? – por un momento nadie respiró, Draco instintivamente puso la mano sobre su varita. Su prima había sido demasiado osada.

-Eres una desgracia, muchacho. Ni siquiera puedes educar a tu mujer ¿Deberé hacerlo yo? – el rubio empezó a alzar su varita y fue frenado suavemente por la mano de una castaña. Cuando clavó su vista en la de ella, notó que le imploraba bajarla y él no pudo evitar hacerlo.

-Pansy no es un perro que deba educar, pero supongo que ustedes no lo saben- dijo clavando su vista en el rubio - tienes mucho en común con mi padre – aquello se estaba saliendo de control, su padre tenía las mejillas rojas de la rabia y Draco le dirigía una mirada afilada.

-Es un alivio que no tenga nada en común con usted- murmuró el rubio- no creo que me vea bien en una silla de ruedas y mucho menos siendo un casi squib – las mujeres en la mesa no sabían que hacer, todas eran conscientes de que, si no paraban aquello, pronto habría más de un herido y, era probable, que el peor librado fuera el moreno.

Las campanas de la media noche, anunciando en inicio de un nuevo año, resonaron en el salón entre la guerra de miradas de los hombres. Hermione, sin detenerse a pensarlo, se levantó y dio un beso en la mejilla al rubio para luego esbozar un pequeño "Feliz año nuevo, majestad" con voz dulce dedicándole una mirada cálida que consiguió relajar su cuerpo, tornando sus ojos en unos de color plata líquido.

-Feliz año nuevo, Hermione – todos los allí presentes olvidaron lo que acababa de suceder ante aquella demostración de afecto. Pansy estaba extasiada, no solo por el gesto de ella, sino por la notable relajación que había producido en su primo. Decidió actuar en la misma línea tratando de calmar las aguas.

-¡Feliz año nuevo, Harry ¡Estoy tan feliz de poder tenerte a mi lado! – murmuró acunando su rostro para luego depositar un casto beso que fue felizmente devuelto.

-Feliz año nuevo Pansy –

El castaño que encabezaba la mesa giró su vista al cuerpo de su esposa, la única mujer que había amado en su vida y, por una vez en mucho tiempo, se permitió verla con anhelo, ella lo notó y le devolvió una mirada llena de congoja. Deslizó su mano sobre la mesa y la puso sobre la de él sin dejar de mirarlo. Por un momento vio al James que se casó con ella 17 años atrás, pero, aquello no duró, retiró su mano como si esta quemara y se levantó de su silla saliendo del salón. Se había permitido una debilidad y se sentía indefenso.

Nadie terminó su plato de comida y todos salieron uno tras otro de la habitación. Todos con sus propios demonios.

La morena guio la silla de su esposo por los pasillos hasta llegar a sus aposentos, una vez allí, permitió que su ayuda de cámara lo preparara para dormir, una vez en la cama, ella se sentó frente a él viéndolo fijamente luego, se tiró a su pecho enrollando sus brazos alrededor de su torso.

-¿Qué sucede, Pans? – la voz de él salía con preocupación, había sido una noche difícil.

-Harry, me enamoré – lo sintió tensarse y su corazón se encogió, las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos acompañadas de leves temblores.

-Pansy, sabes…

-¿Qué? ¿Qué no te convertirás en tu padre? ¿Qué solo me darás olvido en la cama? – lo encaró y dejó que sus lágrimas salieran libremente - ¿Es tan malo amarme? –

-Pansy, no es por ti – ella se sentó a horcajadas sobre él y puso sus manos en su pecho - ¿Realmente no sientes nada? ¡Mírame y dilo! – él la rodeó abrazándola, dejando caer su cabeza en su pecho.

-Lo hago por ti, por nuestro hijo – su voz salió estrangulada.

-No lo entiendo ¿Por qué siempre dices que no quieres ser él? –

-Es difícil, pero, yo te quiero – cerró sus ojos y aspiró su aroma, la quería ¡Maldita sea que la quería! Luchaba a diario con ese sentimiento creciente.

Alzó su cabeza y enterró una de sus manos en su cabello negro para luego besarla con necesidad, la acercó de él queriéndola sentir como hacía mucho no podía, recorrió su boca y apretó la mano sobre su cadera.

Pese al tiempo transcurrido, sus manos seguían recordando cada rincón de su piel, aquella que había imaginado cada noche durante su estancia en la frontera. Anhelo, había aceptado en un punto del camino que, sentía anhelo por ella. Pero solo era eso se obligó a repetirse, era solo su cuerpo que lo enloquecía, nada más.

Disfrutó de sus carnosos labios y recorrió su boca, sus manos vagaron hasta llegar a sus senos y los apretó suavemente, cabían perfecto en ellas. Dejó de besarla para recorrer su cuello, lamiéndolo lentamente, rememorando el sabor de su piel. Con necesidad bajó su túnica desnudando su torso, ella era perfecta, su piel nívea invitaba a la lujuria. Atrapó con su boca uno de sus pezones, mordiéndolo levemente causando un gemido de ella quien enterró sus dedos en el cuero cabelludo de él.

-Harry ¿Podría enamorarte con mi cuerpo? – él se tensó levemente y decidió seguir chupando sus pezones. La haría olvidarse de aquella pregunta, al menos por el momento. Bajó sus manos y las enterró en su cola con posesividad, en aquel momento, sintió las manos de ella bajar hasta su pantalón y tocar su abultada erección, diablos, realmente necesitaba aquello.

Sin más ceremonias, ella se hundió en él pegando sus frentes, mirándolo fijamente mientras empezaba a moverse acompasadamente. Desearía tumbarla en la cama y poseerla con desesperación, pero, tal como le había dicho su padre, no era más que un lisiado, pero, era uno muy afortunado.

Los gemidos de ambos empezaron a llenar la habitación, ella siguió moviéndose sin despegar su frente y sin dejar de mirarlo fijamente. Sus ojos estaban oscuros y había decidido no volver a decir nada, al menos no en aquel momento, su cuerpo lo necesitaba hace mucho. Su cuerpo necesitaba sentir de nuevo su tacto.

Después de un rato en aquella posición sintió la calidez invadir su vientre obligándola a cerrar sus ojos y hacer su cabeza hacía atrás mientras él la tomaba del cabello, para luego, soltar un último gemido. Ella lo había hecho terminar, que buen inicio de año.

-Feliz año, Pansy – dijo acariciando su mejilla delicadamente – deseo recibir un año más a tu lado por el resto de mi vida – ella no dijo nada, decidió guardar sus palabras en su corazón y aferrarse a la esperanza de que él algún día se permitiera exteriorizar sus sentimientos y desarrollarlos a su máxima expresión, no solo como un esposo devoto, ella deseaba el hombre apasionado y enamorado que estaba cautivo en sus miedos y ella había decidido esperar el momento.

-Feliz año Harry. Necesito que te recuperes, te necesito – y sin responder, ella se hizo a un lado y lo guio de tal forma que la abrazara, cómo todas las noches desde el primer día que había llegado a su habitación incapaz de dormir – siempre sentía frio cuando estabas fuera –

En el otro extremo del palacio una castaña caminaba seguida de un rubio. El silencio era sepulcral. No dejaba de agradecerle su decisión de pasar el fin de año con su familia, sin embargo, sentía que le debía un disculpa, desde el día en que llegaron todo se había sentido pesado, El ambiente en su hogar era así desde que tenía memoria, pero, por todos los recuerdos y risas que habían compartido su prometido y su cuñada, había descubierto que su infancia había sido distinta y que el ambiente al que ahora estaban expuestos no era nada similar.

-sé que no es lo que esperabas – dijo deteniéndose en seco – debe ser pesado, aun así te lo agradezco mucho.

-¿De qué hablas?

-Mi familia, este año nuevo, estos días viviendo una pequeña tortura. Sé que estaría mucho mejor con… Ella – murmuró lo último con tristeza.

-Yo decidí estar aquí – lo vio acercarse y girarla poniendo sus manos en sus hombros – he de decir que es asombroso el tipo de hija que educó un hombre como James – aquello era un cumplido y era la cosa más tierna que le había dicho en un tiempo – feliz año nuevo Hermione – sintió los labios de él en su frente, acción que la hizo cerrar los ojos – puedes tener un amigo

Luego se fue y ella quedó anclada en el lugar, aquello hacía referencia al incidente del día anterior, no pudo evitar sonreír y sentir un leve calor en su pecho, las cosas podrían salir bien.

INGLATERRA 1842

Hacía dos años había llegado al palacio, en ese tiempo, había descubierto que, le encantaba la primavera y los inviernos de los jardines, también había descubierto que, la compañía de Theodore, se había vuelto indispensable en su vida.

Astoria seguía pavoneándose por el lugar creyéndose la ama, situación que cambiaba cuando se encontraba a Hermione y se veía en la obligación de reverenciarla, podría jurar que la había visto echar humo por las orejas.

La mayor cantidad de su tiempo lo pasaba en la biblioteca, cada cosa nueva que encontraba la sumergía en un mar de lectura y con ella siempre llevaba el broche que Draco le había regalado por su cumpleaños. Durante aquel último año, una vez al mes almorzaba con el rubio y la concubina – nombre que había decidido darle a aquella mujer – después que cada encuentro se imaginaba qué pasaría cuando alcanzara la edad para casarse ¿Compartirían una habitación o solo sería llamada en sus días fértiles, para intentar concebir un heredero, mientras la rubia llenaba su cama el resto de los días?

Había decidido apartar la idea de su cabeza porque también había descubierto que existían diferentes tipos de felicidad, como la que sentía cuando corría por los jardines mientras Theo la perseguía Sonrió ante el recuerdo de su amado amigo.

Cómo el año anterior, en su cumpleaños, el número doce, había despertado con un día cálido. Lo primero que enfocó su vista fue un gran bouquet de rosas rosadas con una nota "feliz cumpleaños Hermione", escueta pero, en su cabeza sonaba dulce.

Su ayudante de cámara entró y le ofreció varias túnicas, ella, ante el aroma de la primavera, decidió usar una de color lila y su cabello suelto sin adorno alguno.

Para aquel momento su hermano ya no usaba una silla de ruedas y aunque su magia seguía siendo un poco débil, empezaba a entrenarse de nuevo con excelentes resultados. Ella tenía razón, él tenía un núcleo mágico fuerte. Todo se había empezado a sentir en orden de nuevo.

Al llegar al saloncito donde tomaba sus alimentos lo encontró repleto de flores, no solamente rosas, había panonias, cartuchos, eran ramos perfectamente colocados, giró su vista al criado en una pregunta muda.

-Su majestad ha dado la orden de traer flores, ha elegido algunas que espera sean de su agrado – una sonrisa se dibujó en su rostro. Él seguía siendo un mar de contradicciones, a veces era cálido, muy pocas veces, a decir verdad pero, cuando lo era, sentía que jamás había conocido a alguien con un corazón tan bueno. Incluso, en aquellos momentos, no sabía quién era más dulce, si él o Theo.

-Mione – escuchó a su espalda y la respuesta anterior vino a su mente, Theo, definitivamente él era más dulce, cálido y constante. No era uno, de cada tantos días. Theo siempre estaba allí, ofreciéndole una sonrisa y tratándola como la piedra preciosa más brillante de su mundo – ¡Feliz cumpleaños, adoro este día!

-Aun no comprendo cómo disfrutas más mi cumpleaños que el tuyo – murmuro mientras se abalanzaba a sus brazos deseosa de sentir el preciado calor que él le ofrecía.

-Es simple, hoy celebras un año más en la tierra, un año más que podré tenerte cerca – él la despegó levemente y la miró con cariño – te has convertido en mi sol, Hermione – las mejillas de ella se tiñeron de rojo y su corazón se aceleró, deseó poder seguir fundida en sus brazos pero sabía que no podía tentar su suerte, así que se contentó con darle una gran sonrisa.

-Estoy hambrienta, desayunemos –

-Es una cantidad obscena de flores – dijo el muchacho mientras tomaba asiento fijándose por primera vez en el saloncito.

-Draco ha mandado ponerlas, a veces exagera un poco – desinteresadamente ella tomó fruta del centro de la mesa y la puso en su plato sin dejar de sonreírle al oji verde.

-Claro, Draco puede ser muy… Considerado – ella notó un tono diferente en su voz, uno que jamás había escuchado y se quedó viéndolo fijamente, ella juraba que podía detectar cada emoción de él con solo ver su rostro o escuchar su voz, sin embargo, aquello era diferente. Se hizo la anotación mental de escudriñar más acerca de ello.

-Me gustaría dar un paseo en bote ¿Quisieras acompañarme? –

-No debes preguntarlo, es tu cumpleaños, estoy a tus ordenes – de nuevo la hizo sonreír. Cuando hubo terminado sus alimentos él se levantó de su silla y se paró frente a ella.

Había crecido mucho. Theo era solo dos años mayor que ella, pero, la pubertad estaba llegando. Ya le llevaba al menos dos cabezas de diferencia y su voz se había vuelto más profunda. Ahora sonaba mejor, le gustaba más.

-Tengo mi regalo para ti – dijo mientras hurgaba en el bolsillo interno de su túnica, sacando una cajita que con un movimiento de varita triplicó su tamaño – este año me ha sido difícil decidirme, le dijo mientras le extendía una caja con pequeños orificios, con la curiosidad bullendo en ella, la abrió, al interior un pequeño gato, o eso creía ella, de cara aplastada y pelaje castaño la veía como si estuviera enojado. Jamás había tenido una mascota.

-Oh Theo, es perfecto, muchas gracias – murmuró mientras sobaba al animal obteniendo un leve maúllo.

-Ah, por un momento sentí pánico

-¿Pánico? – cuestionó ella con curiosidad.

-Se vuelve difícil pensar que regalarle a una mujer y no a una niña – se encontró sorprendida ¿Él la veía como una mujer? ¿A qué edad se convertía una niña en mujer? Vio el rostro de su amigo, estaba cambiando, sus facciones aniñadas estaban desapareciendo para dar paso a unas más angulosas y definidas. Era un hombre realmente guapo.

-Pues, igual que el año anterior, has acertado –

El resto del día la pasaron en el jardín. Ese día no entraron al palacio e incluso tomaron su almuerzo sintiendo la brisa correr desbocada. El día de su doceavo cumpleaños era perfecto, con un sol radiante, pero un calor moderado, con la seguridad de que la salud de su hermano mejoraba cada día y con la compañía de su más valioso escudero.

Se encontró varias veces absorta en su rostro, era un escudero muy apuesto.

Fiel al año anterior, cuando el día se estaba acabando, se dirigió a sus aposentos para vestirse. Encontró flotando una túnica verde esmeralda de terciopelo. Era simplemente hermosa. Se la puso y ordenó a su criada recoger su cabello desenfadadamente y, cuando se hubo satisfecha, se dirigió al mismo salón en el que al año anterior había cenado en compañía de su prometido.

Cuando abrió la puerta encontró la misma escena del desayuno, el cuarto estaba repleto de flores pero, esta vez, un rubio se hallaba de pie a espaldas de ella frente a la ventana con la luz de la luna dando de lleno en sus facciones.

Draco Malfoy era un hombre, con todas las letras de la palabra, muy apuesto, sin embargo, la mayoría del tiempo era una presencia fría y apabullante, salvo esos muy pequeños lapsos de afecto que le poseían, como el que veía en ese momento. Lo vio girarse y ofrecerle una sonrisa casi imperceptible, nadie lo habría notado, pero, ella sí, había dedicado parte de su tiempo desde que llegó al palacio en estudiar sus facciones y descifrar sus significados.

-Feliz cumpleaños, Hermione –

-Muchas gracias majestad y gracias por las hermosas flores que envió esta mañana

-Es muy agradable saber que te gustaron – ella tan solo asintió y le dedicó una sonrisa. El rubio se encontró pensando que era una sonrisa que jamás había visto en Astoria. Pero desechó rápido aquel pensamiento – ha sido un año difícil así que, en este cumpleaños debes ser muy feliz.

Ella tan solo asintió y empezó a ver los alimentos aparecer en la mesa, con mucho ánimo, recordando el maravilloso momento que habían compartido el año anterior, se sentó y empezó a comer con avidez ¿Había estado esperando ese momento del día con ansias? Si, al parecer sí, incluso, sentía que era el momento que más había esperado, era de esos pequeños lapsos de calidez que tenía su prometido.

-En las cocinas me han dicho que has encontrado un nuevo plato favorito – ella tan solo asintió tomando un trozo del pollo rostizado, lo había probado por primera vez en la aldea muggle que quedaba cerca al palacio en una escapada con Theo y simplemente le había encantado.

-Los Muggles tienen muy buena comida – él no odiaba a las personas sin magia, solo le parecían inferiores y desgraciados, después de todo, tenían que hacerlo todo sin ella. Era algo inimaginable.

-Debo decir que es una muy buena receta –

La cena transcurrió con pequeñas charlas y de manera tranquila. Como el año anterior, un pastel flotó y los presentes cantaron para ella, el deseo de ese año fue el mismo de el de año anterior, "deseo vivir en paz", ella lo había pensado seriamente y concluyó que si se amarraba a esa idea, la podría hacer realidad.

Para cuando apagó las velas y comió un gran trozo de pastel, tres paquetes flotaron frente a ella, dos de un prístino rojo y uno de verde esmeralda. Ella sabía que aquel último paquete venía de su cuñada.

Tomó el primero y abrió el vociferados que venía acompañándolo.

Querida hija, han pasado dos años desde tu partida, pronto serás una mujer, te envío un lugar seguro para tus sentimientos, con cariño, Mamá

Con curiosidad desenvolvió el paquete rectangular encontrando un cuaderno Vinotinto, sin ningún grabado. Con curiosidad desató el sello y encontró las páginas en blanco. Para ese momento se sintió confundida y su cara lo reflejó.

-Un diario mágico – murmuró su acompañante con una media sonrisa – la reina Lily es una casa de sorpresas.

-¿Un diario mágico? – era asombroso, pese a pasar sus días en la biblioteca no entendía cómo funcionaba el curioso cuadernillo ¿Era mágico por el simple hecho de pertenecer a su mundo?

-Solo aparece lo que se escribe ante el legítimo dueño, es imposible que alguien más lo lea – dijo con interés – siempre sentiré curiosidad de saber que volcarás sobre él - Las palabras salieron de su boca sin darse cuenta y se golpeó mentalmente, aquello se suponía debía quedarse en su cerebro.

-Oh pues, no sé qué tanta utilidad le dé, no se me dan bien las palabras –

-Curioso viniendo de alguien que pasa la mayor parte de su tiempo entre libros –

Ella, desechando el hilo de esa conversación, tomó el segundo paquete, también de un prístino rojo, repitiendo exactamente la misma acción que con el primero, solo que en esa ocasión la voz de su hermano inundó sus oídos.

Mi muy querida hermana, sé que fue un año difícil para todos, pero me alegra mucho poder verte un año más con vida. Hace poco fui a una pequeña villa Muggle, resulta que ellos imprimen sus libros, así que, con tal acto de ingenio me pareció perfecto comprar una de esas impresiones para ti. El libro es de un tal Shaskpere. Coméntame que tal es la lectura de Muggles. Con cariño, Harry

Desenvolvió otro paquete rectangular, más pequeño y delgado y leyó el título Hamlet no pudo evitar sonreír, sí, los muggles eran muy ingenioso, no tenían magia pero hacían grandes cosas. El ser humano se adaptaba a sus circunstancias.

Por último, tomó el paquetito verde escuchando la voz recia de su cuñada

Hermione, como sé que es una pesadilla estar cerca de mi primo, espero que te resulte útil mi regalo, nuevamente, gracias, jamás imaginé el diamante que me describiste aquel día fuera real.

Ese paquete era el más pequeño de todos, de hecho, era tan solo un sobre. Cuando lo abrió encontró un curioso pergamino. Al detallarlo mejor, encontró su nombre y el del rubio, uno junto al otro en lo que parecía una habitación.

-El mapa del merodeador – bufó el rubio – no debería permitirte quedártelo.

-Pero lo harás porque es mi cumpleaños – pestañeo dócilmente provocando que el hombre negara.

-Si lo llego a encontrar uno de estos días, no volverá a tus manos – concluyó con determinación. Tendría que estudiar mejor aquel pergamino, aún no lo entendía bien, pero, por la actitud del rubio, sabía que debía ser algo muy poco común.

Se encontró mirando a los lados y una opresión se instaló en su pecho. No había más sobres, ni cajas. Nada. Él no había preparado nada y se sintió levemente decepcionada. Lo vio levantarse y extenderle la mano, por inercia la tomó y fue guiada hasta otro salón, el mismo en el que él siempre trabajaba, la hizo caminar hasta el piano y luego la instó a sentarse.

-Escuché de tu maestro de violín que eres un pequeño prodigio – aquello al rubio no le había sorprendido, la castaña le había demostrado en innumerables ocasiones que su cerebro era bastante poderoso y que poseía un talento natural para aprender múltiples disciplinas, la música no había sido la excepción. Cuando le preguntó a su maestro cuando estaría lista para aprender alguna pieza con un nivel medio de complejidad él había respondido sin titubear que estaba más que preparada, "una excelente alumna, pocas veces he visto algo así", le había dicho.

-Pues, es bastante entretenido aunque, no me acostumbro aún a la molestia en la mano después de practicar un tiempo prolongado.

-lo harás – era una afirmación – y cuando supe de tu habilidad, recordé nuestro acuerdo y escogí una pieza – el recuerdo del día en que había decidido aprender violín para tocar algo a dueto vino a su cabeza y la hizo sonreír, sí le tenía un presente, era ese y le pareció perfecto.

-¿Qué has escogido? – la sonata número1 en D mayor para piano y violín de Bethoveen – la sonrisa sincera que se posó en sus labios le llamo la atención Había una sonrisa en sus labios pero un leve anhelo en sus ojos. Eran dos sentimientos contradictorios.

-Está bien, iniciaré a practicarla con mi maestro y cuando esté preparada te lo diré – él tan solo asintió y dejó que sus manos recorrieran las blancas teclas del piano, era la misma melodía que había tocado el día en que habían decidido que tomaría clases de violín, Aquel era uno de los recuerdos más gratos que tenía de ellos.

-Tengo un presente para ti, aunque no sé si deba llamarlo de esa forma, no creo que te guste que lo llame de esa forma – la confusión se instaló en el rostro de la castaña y él solo chasqueó la lengua y asintió hacía uno de los mayordomos. Una pelirroja apareció por la puerta produciéndole curiosidad.

-Majestad – dijo reverenciando al rubio – Alteza

-¿Me estás regalando una bruja? – no había rabia en su voz era más bien diversión.

-No exactamente, es difícil, es decir, es un regalo de cumpleaños pero, ella no te pertenece o sí, pero – una carcajada salió de la garganta de ella ante las palabras atropelladas de él – creo que entiendes, ella es Ginny.

-Hola Ginny, es un gusto conocerte – saludó levantándose y caminando hacía ella para luego extenderle la mano, la cual fue tomada por la pelirroja con recelo.

-Ella será tu nueva ayuda de cámara, pensé que quizá sería bueno tener ayuda de alguien más joven – ahora entendía, él le estaba obsequiado amistad, le obsequiaba la compañía de otra mujer, que al parecer tenía su edad para acompañarla todos los días, no pudo evitar sonreír ante el bonito gesto.

-Muchas gracias, Draco – se giró levemente y le dedicó una leve sonrisa – deseo que nos llevemos muy bien Ginny-

-Si, Alteza – dijo mientras hacía una pequeña reverencia.

-Llámame Hermione – la pelirroja solo asintió para luego retirarse.

Con ese último regalo el rubio se levantó, le dio un breve abrazo y salió de la habitación. Como el año anterior aquel había sido un gran cumpleaños, incluso, empezaba a creer que, esos dos cumpleaños pasados en el palacio, habían sido mejores que todos los anteriores en Francia. No todo estaba perdido.

Cuando Draco entró a sus aposentos, una rubia lo esperaba sentada sobre la cama, su mirada estaba teñida de rabia e indignación y su ceño estaba fruncido.

-¿Has disfrutado jugando al príncipe azul? – dijo con rabia.

-Sería más atinado decir que he disfrutado jugando al rey azul – contestó mientras se quitaba la túnica.

-¿Qué diablos crees que haces? – ella llegó frente a él y lo giró - ¿Cómo te atreves a humillarme frente a todo el castillo?

-¿Qué hago? ¿Humillarte? – su cuerpo pasó de estar relajado a tensarse – Hago lo que se supone que debo hacer, tratar bien a mi prometida. Jamás te he humillado Astoria, todos aquí saben el lugar que ocupas – le dedicó una mirada desdeñosa – incluso tú – sintió un ardor en su mejilla y vio a la bruja temblar mientras hacía sus manos en puño.

-¡No te atrevas Draco Malfoy! -

-¿No es suficiente ser la concubina del rey? –

-¡No! Has estado entrenando un ejército y esa niña sigue paseándose por el lugar como si fuera la dueña y señora –

-Qué raro ¿No? – murmuró con una sonrisa sarcástica – por alguna razón estúpida creí que era la prometida del rey, lo que la hace futura reina, eso a su vez la hace "dueña y señora del luga"r ¿Qué ignorancia, no crees? -su mirada se había vuelto dura mientras escupía las palabras con rabia.

-¡Prometiste sacarla de aquí!

-No, Astoria, prometí que siempre serías la única mujer en mi corazón – escupió con tristeza. Su mente cada vez se protegía menos, cada vez era más consiente de todo, aunque siguiera negándoselo.

-No soy una puta Draco, no dejaré que esa niñita me humille –

-¿Sabes algo gracioso? – sonrió con tristeza – Por alguna estúpida razón pensé que era tu amor por mí lo que te mantenía a mi lado – él pasó por un lado y fue directo a la botella de licor que estaba en la habitación.

-Yo te amo – las palabras salieron planas, como si solo fueran un requisito, algo que debía saber de memoria – Es natural que quiera hacerme respetar y querer mi lugar de vuelta –

-Es gracioso, el chico Nott sabe que jamás podrá desposarla, aun así, ha rechazado tajantemente cualquier insistencia matrimonial – el tono de su voz se había vuelto pesado, oscuro. Bebió un trago largo, directo del pico de la botella, mientras se dejaba caer en el sillón.

-¿Qué rayos tiene que ver eso? –

-Claro que no lo entiendes ¿Cómo hacerlo, verdad? – repitió la misma acción, esta vez dejando la botella a la mitad.

-Lárgate, Astoria. Olvidaré esta conversación, luego de acabar con esto – le dijo alzando la botella con el líquido ámbar hacía ella – Volverás aquí, te callarás y seguiré engañando a mi mente – tomó otro trago largo y sintió un nudo formarse en su garganta.

-¿Pero qué rayos…

-¡He dicho que te largues! - gritó mientras lanzaba la botella de alcohol provocando que estallase en pedazos contra la pared detrás de la mujer.

Dándole una última mirada, ella salió de la habitación, más bien, huyó. Jamás había visto al rubio así ¿Qué diablos le sucedía? Tendría que ser más cuidadosa con sus movimientos o definitivamente se condenaría a ser una concubina y no, ella nació para ser reina. No era una mujer cualquiera.

…..

¿Qué tal? ¿Les gustó?

Sé que no actualicé la semana pasada, pero, no es porque no tuviera este asunto escrito, no. Tuve una visita de alguien muy querido y eso me quitó mucho tiempo, luego, al perder ese tiempo, me vi ahorcada con mis responsabilidades estudiantiles, en fin, n me estoy disculpando y sí, tendrán un capítulo extra por el de la semana pasada. Solo ténganme paciencia.

Me explico, en el transcurso de esta semana subiré el que no subí la semana anterior y el domingo actualizaré como de costumbre.

Un último comentar ¿Notaron que me encanta la música clásica? Como abrebocas, el fic que he estado escribiendo tiene mucho que ver con eso. Ahora sí, las dejo.