¡Buenas! Señoras y señores, Otra semana más trayendo muy puntual este lindo fic. Sigo reiterando que prometí un capítulo adicional, cuando menos lo esperen lo subiré.
Estuve viendo todo el día la última temporada de THE CROWN ¿Alguien más ve esa serie? Debo decir que la amé y me pareció un poco triste. Si la ven coméntenme sus impresiones.
Hoy quiero agradecerles a todas, este último capítulo tuvo más lectoras y comentarios, no saben lo mucho que me llena el corazón saberlas tan interesadas, muchas gracias. Este fic en definitiva superó con creces el que ya está terminado, supongo se debe a su contenido. Ahora, respuesta a comentarios:
Parisatis: ¡Bienvenida! No sabes lo mucho que amo a mis nuevas lectoras, aprecio mucho que te tomaras el tiempo de comentar cada capítulo. En cuando a que Theo se la lleve en un corcel blanco, créeme, ganas no le faltan.
Nei: eso mismo sentí yo con Magnolia jajajajaja. Si Draco se pasó de maracas y Astoria, ni siquiera perderé espacio diciéndolo.
NoraCg: ¡Bienvenida! Muchas gracias por tomarte el tiempo de comentar. No sabes lo emocionada que me siento cuando me dices eso de que leyeron de tiro. Lo que más me gusta de tu comentario es que siento que hago que te lleguen los personajes, entonces creo que lo estoy haciendo bien. Casi todas odian a Draco, será bienvenida al club.
Vic Black: Paciencia hermana, ya está cada vez más cerca una Hermione más grandecita.
Guets: te denominaré lectora anónima, muchas gracias por leer y dejarme tu comentario.
Leslie: Creo que muchas lo quieren matar lenta y dolorosamente, Ténle paciencia jajaja.
K.J Y NESS: Muchas, muchas gracias por leerme y comentar. Por ahora no tienen que pensar nada por que aquí llegué jajaja.
Rouss: Me parece tan tan genial que investigues, me siento honrada de que lo hayas hecho por la curiosidad que te despertó esta historia. Con respecto a lo otro, sí Draco es experto en retroceder más de lo que avanza.
Espiroket y Kotoko: Porque es la mala de la historia ahahahaha.
Ulli: Muchas gracias, amo que comenten, sus comentarios son mi brújula.
Harley: Mira que si vas a capítulos anteriores, te das cuenta que Draco tuvo una niñez alegre, nada parecida a los recuerdos de Hermione, a veces, el exceso de amor, también nos vuelve débiles.
Crissss: Dios te extrañé! Creo que mi favoritismo contigo es notorio jajaja. Jamás he visto esa novela, tendré que buscarla y ponerme en contexto. Draco está siendo manipulable, lo quiere todo aunque en realidad no tiene nada. Sería incapaz de dejarlo para los últimos capítulos. Draco también llevará su propia cruz.
Bien, sin seguir parloteando, el capítulo:
CAPÍTULO 16. La comunicación.
La mañana siguiente, en cuanto supo que su prometido estaría todo el día fuera de palacio, saltó de su cama, llamó a Ginny y le dio instrucciones precisas: Busca una túnica común. La pelirroja la miró sin entender pero salió de la habitación para volver un momento después con una túnica de raso gris.
-Bien ¿Qué opinas? – preguntó girando sobre sus pies.
-¿Es una elección interesante? – respondió ella aún sin entender.
-¡Oh lo has olvidado! -
-¿Olvidado? – la vio asentir mientras le hacía una señal con la mano para invitarla a desayunar con ella. Incapaz de volver a la misma discusión, decidió sentarse.
-¡Sí tonta, ayer acordamos hacer una visita a tu familia! – los ojos de la doncella se abrieron a tope y sintió como su garganta se secaba.
-Alteza, eso no es posible, es contra el protocolo –
-Es contra el protocolo de una princesa – le dijo tranquila tomando un sorbo de su jugo de calabaza
-¡Usted es una princesa y futura reina, además! –
-No, soy una ciudadana, en una túnica gris, que trabaja en palacio contigo –
-¡Pero eso no es cierto! – volvió a decirle nerviosa.
-Lo es si lo haces bien. Recuerda, soy una doncella de palacio, la joven princesa enfermó y te dio el día libre y, resultó qué tu compañera estaba aburrida en su día libre, sin tener a donde ir pues su familia vive lejos – concluyó terminando de untar una tostada con mermelada.
-¡Pero nada de eso es cierto! – volvió a decir.
-Eso no es cierto, mi familia si vive lejos – respondió con una sonrisa traviesa – solo deja de temblar y sigue el guion.
La pelirroja se quedó en silencio y asintió. Cuando terminaron, la pequeña se levantó, llamó a su Elfa y le indicó llevarlas al pueblo, después de todo, los elfos podían entrar y salir del castillo sin problema.
-¿A dónde debemos ir? – preguntó la castaña mirando a todos lados.
-Esto es una mala idea, la reconocerán.
-Nadie me reconocerá, aún no me toman un retrato oficial y mis apariciones públicas se cuentan con los dedos de una mano, solo tranquilízate –
Ginny decidió resignarse y empezó a caminar en dirección a su hogar, luego de adentrarse por las callejuelas estuvieron a las afueras. Después de unos minutos de caminata frente a ellas se alzó una casa que apenas se alzaba violando cualquier ley de gravedad.
-Alteza, bienvenida a la madriguera – Hermione veía fascinada la casa, tan diferente a la propia, jamás había entrado a un lugar así.
-Soy Jane, Ginny, a las doncellas no las llaman Alteza– le reprendió.
-¿Ginny? – una mujer pelirroja la llamo a la distancia desde la entrada tratando de enfocarla - ¿Eres tú, Ginny querida? –
-Mamá – gritó acercándose a la vivienda.
- Querida, pensé que tu descanso era la semana entrante – habló la mujer abrazando a su hija con una sonrisa - ¡Oh, querida, no sabes lo mucho que te he extrañado! – la mujer se separó y notó la compañía - ¿Quién es tu acompañante?
-Mamá ella es su Al …- sintió un jalón en su túnica y quiso golpearse. Calló de inmediato, tomó aire y volvió a abrir la boca ante el rostro confundido de su madre – Es Jane, una de las doncellas del palacio, resulta que hoy tenía día libre y no puede visitar a su familia, creí que sería buena idea invitarla a casa – soltó atropelladamente, tratando de recordar lo que le había dicho su señora más temprano.
-Querida, respira, casi ni te he entendido – la mujer apartó a su hija para estudiar a la niña tras ella. Era bastante joven, debía ser menor que Ginny. Se le antojó triste que, a tan tierna edad, tuviera que ser separada de su familia.
-Soy Molly, mi niña, eres bienvenida a mi hogar –
-¡Muchas gracias, señora Molly! – sonrió feliz Hermione dejando que la mujer la tomara de la mano y la guiara al interior.
-Solo Molly, querida. Quita el señora – le dijo con dulzura.
-Así será entonces, Molly – la casa era aún más acogedora por dentro. Nada comparada a los fríos e impersonales pasillos del castillo llenos de retratos de antepasados. Un reloj llamó su atención y se quedó viéndolo – Es un reloj muy interesante – murmuró viendo varios nombres en él, entre ellos el de su amiga apuntando a la palabra en casa.
-Ha pasado de generación en generación, es útil si tus hijos son reclutados – respondió con cierto deje de tristeza - ¿De donde es tu familia, querida? – preguntó cambiando totalmente su semblante mientras movía su varita haciendo flotar un juego de té hasta la pequeña sala.
-Es… - su cerebro pensaba rápido ¿Notaría su acento francés? – Gales, mis padres viven en Gales
-¿Son franceses? Hablas un estupendo inglés pero, tu acento francés sigue allí – comentó mientras le extendía una taza de té.
-Sí, tuvimos que mudarnos hace poco – mintió a medias.
-¿Qué haces el día de hoy aquí, Ginny? Estoy segura que me dijiste que tu descanso era la semana entrante – preguntó la mujer desviando la atención a su hija.
-Lo es. Su alteza enfermó y me dio el día libre, me dijo que visitara a mi familia –
-¡Oh es una pena, haré té de hiervas para ella! – le dijo provocando una gran sonrisa en la castaña.
-¡Eso sería grandioso¡ - soltó sin pensarlo arrepintiéndose en el momento en que la mujer le dedicó una mirada confundida.
-¿Conoce a su alteza? – la pelirroja empalideció. Las descubrirían.
-¡Sí, claro, ayudo a Ginny con sus comidas! – respondió con la mayor agilidad que pudo.
-¡Qué maravilla! ¿Cuéntame es bonita? ¿También es francesa, no? ¿Es amable como mi Ginny me ha dicho? ¡Oh quería, le rogué tanto a Merlín para que fuera una buena persona, detestaría que mi Ginny sufriera a manos de una jovencita estirada! -
-¡Mamá! – gritó la pelirroja sintiéndose incómoda ¡Si supiera que tenía a la mismísima princesa sentada en su sala!
-Querida, no es que dude de tu palabra pero, las segundas opiniones vienen bien – dijo mientras volvía su atención a la castaña instándola a hablar.
-Su alteza es una niña, no creo que pueda llamarse una belleza, no al lado de otras jovencitas que frecuentan el palacio – soltó dándose cuenta de sus inseguridades, exteriorizándolas a una desconocida y amable mujer que no tenía idea de quien era.
-¡Aun no entiendo cómo su padre pudo enviarla a otro país como un trozo de mercancía! – comentó la mujer. El corazón de Hermione se oprimió pero se obligó a guardar la compostura.
-Mamá no deberías ir por ahí diciendo eso, si alguien en palacio se entera…
-Nadie se enterará ¿A quién podría interesarle lo que una campesina dice?
-Estoy segura de que a su alteza le interesaría – intervino la castaña con una sonrisa – Su alteza intenta ser amable con su personal, quizá no siempre lo logre, después de todo fue educada de otra manera, pero lo intenta con mucho empeño – dijo desviando levemente la mirada a su amiga – también es francesa – finalizó.
-Su alteza es una muy buena persona, será una gran reina – esta vez fue Ginny quien habló mirando fijamente a la niña. Creía firmemente en cada palabra dicha.
-Ginny habla tan bien de ella, siendo indiscreta – murmuró la mujer acercándose a ella – todo el pueblo estaba aterrorizado de que la señorita Greengrass se convirtiera en reina, siempre tiene una cara de asco – el disgusto se notó en la cara de la mujer y de alguna forma, aquello hizo sentir superior a Hermione.
-Ella siente pánico de ser una mala reina, me ha dicho que jamás esperó serlo, después de todo, su hermano heredaría el trono de Francia – comentó como si no estuviera hablando de ella, como si no estuviera usando aquel momento para sacar a la superficie sus miedos.
Escucharon unas pisadas acercarse para luego ver dos hombres entrar en la vivienda. Uno parecía de la edad de la mujer, con un cabello castaño claro y un rostro igual de apacible. Tras él un joven alto, pelirrojo y de ojos azules se asomó.
-¿Gyn, qué haces aquí? – dijo el joven acercándose a la mesa para tomar una galleta
-He tenido el día libre, su alteza está en cama por una gripa – mintió. El hombre solo asintió mientras tomaba la taza de té que su madre le ofrecía.
-¿Y quién esa chiquilla que te acompaña? – preguntó el mayor acercándose con una sonrisa.
-Es una doncella de palacio, su familia vive lejos así que la invité a venir –
-Mucho gusto, Arthur Weasley – extendió su mano. Hermione la tomó sin dudarla ensanchando su sonrisa.
-Ron Weasley – escuchó decir al joven que llevaba la taza de té a sus labios
-Un placer, me llamo HE…- se detuvo en seco, cerró su boca y tomó aire – Jane – Los hombres no parecieron darse cuenta.
-¿Eres francesa? – preguntó el joven.
-Sí, parece que no he podido abandonar el acento –
-¿Viniste con la princesita extranjera? – el tono de su voz sonaba despectivo. Aquello molestó a Hermione.
-No, no he venido con ella –
-Ronald, te he dicho que te refieras a ella de forma respetuosa – le reprendió la mujer – su alteza ha sido muy amable con Ginny-
-Mamá, Ginny jamás te dirá si esa niña la trata bien. Es una extranjera, nada bueno puede tener – atacó.
-Ron – llamó Ginny sintiéndose incómoda.
-Basta. No puedes juzgar a las personas por una nacionalidad – esta vez fue el hombre quien habló - ¿Qué harás hoy para el almuerzo, querida? – el cambio de tema no fue sutil pero la castaña lo agradeció. Le resultó desagradable la forma en la que el pelirrojo se refirió de ella.
-No, no, no, Arthur, ve a hacer tus cosas, yo cocinaré con las señoritas – la mujer batió sus manos en una indicación clara para que los hombres abandonaran el lugar – Vamos cariño, los vegetales no se cortaran solos – dijo instando a las jóvenes.
-Mamá, su al.. jane no debería…
-Tonterías querida, tres cocinan más rápido que una – los colores volvieron a abandonar el rostro de la pelirroja ¿Cómo podría pedirle a la futura reina que ayudara en los quehaceres de su casa?
El resto del día paso lento y tortuoso, su madre pidió en más de una ocasión a Hermione hacer tareas del hogar. La pelirroja se moría de vergüenza ¿Qué pensaría su alteza? Pensó que al menos, con aquella experiencia, no querría volver a su casa. Tenía que ver el lado positivo.
Cuando el sol empezó a ponerse se despidieron y caminaron hasta perder la casa. En ese momento la niña volvió a solicitar la presencia de la elfa y en un santiamén estuvieron la recamara de la castaña. Ginny se sentía incómoda sin saber qué decir o cómo disculparse.
-Su alteza, realmente siento mucho…
-¡Oh Ginny, por favor déjame ir contigo a tu casa en otras ocasiones, es tan cálida! – la mandíbula de la pelirroja casi tocó el piso.
-Pero alteza, mi madre le ha pedido tareas impensables –
-¡Tonterías, me he divertido tanto! – le dijo solicitando su ayuda para quitarse de la túnica – Jamás había pelado una papá ¡Qué cosa más entretenida! –
Una hora después, Ginny caminó rumbo a su habitación reafirmando su pensamiento: Hermione sería una gran reina, tenía un corazón puro y desinteresado. Era una pena que su majestad no se diera cuenta.
INGATERRA, 2 MESES DESPUÉS
Había entrado a la biblioteca, su pequeño santuario. Consigo llevaba una torta, ella misma la había preparado esperando que su amigo la disfrutara. Cuando traspasó el umbral empezó a entonar la melodía del cumpleaños llamando la atención del castaño. Ese año Theo cumplía 14 años y había decidido hacerlo especial, tal como él hacía el suyo especial. Una vez frente a él le sonrió ampliamente. Tras ella un pequeño cachorro movía la cola como si él también quisiera cantar para su "amo"
-¡Pide un deseo, Theo! – el niño la miró con una gran sonrisa y sopló las velas "quiero tenerte siempre a mi lado" pensó cerrando los ojos fuertemente para luego soplar las velas con ganas.
Luego ella las retiró y cortó una rodaja de pastel sirviéndola al chico y otra, más pequeña, al perro que miraba con adoración el alimento.
-Estás malcriando a Merlín – Ella no respondió, estaba concentrado en el momento en que probara el pastel. Deseaba que le gustara ya que, lo había horneado para él, de lo contrario, se sentiría muy apenada, cuando una sonrisa apareció en su rostro y se llevó un bocado tras otro a la boca, ella también sonrió ampliamente.
-¡Oh Theo, que alivio que te haya gustado! – allí el entendimiento cayó sobre el castaño
-¿Lo hiciste tú, Mione? – la niña tan solo asintió con la cabeza y una sonrisa aún más grande se dibujó en el rostro del niño, de repente, el pastel se había tornado aún más sabroso con la imagen de ella preparándolo especialmente para él – ¡No compartiré más! – le dijo al animal señalándolo con diversión.
-¡Ey! Debes compartir con Merlín – le recriminó mientras tomaba al perro entre sus brazos y lo abrazaba para luego reír. Cuando él hubo terminado su pedazo de pastel, ella se levantó y se arrodilló a su lado y depositó un suave beso en su mejilla.
-Feliz cumpleaños, Theo – murmuró suavecito, en ese momento el niño la envolvió entre sus brazos, ella sintió su corazón acelerarse, y el calor del cuerpo de él envolverse en el suyo, haciéndola sentir en el lugar indicado.
La felicidad era relativa, pensó de nuevo mientras se acomodaba cómodamente en el pecho de su amigo.
Un rubio, que había pasado casualmente por allí, o eso se decía, ya que siempre pasaba por allí a la misma hora todos los días, se quedó parado observando la escena, sintió rabia, ella no había hecho aquello por su cumpleaños, había decidió aparecer hasta la noche cuando Astoria había empezado con su pequeña e íntima celebración. Era una pequeña desagradecida. No sabía qué clase de sentimiento posesivo sacudía su mente cuando se encontraba con ellos de esa forma.
Quizá el mejor castigo sería nunca devolverla con su padre, incluso si decidía no desposarla ¿Quién se creía? Decidido a cortar el momento abrió la puerta de golpe, provocando que el abrazo se cortara.
-¿Qué crees que haces Hermione? – ella lo veía desconcertada, sin entender a qué se refería - ¿Qué clase de comportamiento es este? ¿Crees que es apropiado que mi futura esposa este pegada a otro hombre? – la niña respiró profundo y se alejó de Theo mientras clavaba su mirada en el suelo - ¿Tendré que quejarme con tu padre por tu inapropiado comportamiento? – las pequeñas manos de ella se apretaron en un puño.
¿El comportamiento de él con su concubina no era inapropiado acaso? ¿Por qué le era vedado incluso un simple abrazo? ¿No estaba formado un ejército para deshacerse de ella?
No deseaba meter en problemas a su amigo así que se levantó y reverenció al hombre frente a ella.
-Discúlpeme, Majestad. Ha sido inapropiado de mi parte, por favor le ruego lo deje pasar por esta vez y no le informe a mi padre – la mirada del rubio se posó en la del castaño que desprendía furia.
-¿Tienes algún problema, Nott? – el aludido estuvo a punto de decirle que sí lo había, que él se paseaba por el palacio con la rubia y no era inapropiado, pero, no lo hizo cuando la mirada miel se clavó en la suya y le pidió que solo callara.
-No Majestad –
-Arréglate, Hermione. Hoy cenaras conmigo y Astoria – ella sabía que era una especie de venganza, lo que no tenía del todo claro era el por qué. Decidió simplemente asentir y cuando se hubo satisfecho el ojígris abandonó la habitación. Tendría que enseñarle modales.
Cuando se giró se encontró de frente con una pelirroja, él la detalló con desdén, la rabia inusitada bullía en él.
-¿Crees que te permití ser su doncella para que callaras sus indiscreciones? – La chica hizo una reverencia rápida y apretó los labios ¿Qué se supone que debía responder? – ¿Acaso no has escuchado? –
-Si majestad, estaré más al pendiente – susurró con su mirada clavada en el piso. Sin decir una palabra más se alejó del lugar. La pelirroja pensó en lo déspota que el hombre era, en muchos aspectos de su vida.
-Siento mucho el problema que te he causado, Ginny – le dijo la castaña cuando ella traspasó el umbral de la habitación.
-No te preocupes, Hermione – ella se acercó a los dos sentándose frente a su señora como lo hacía cuando estaban solos en la biblioteca – Tiene mi absoluta lealtad – Nadie dijo nada más, la declaración había sido suficiente para que un pacto tácito de confianza naciera entre los tres.
Mas tarde aquella noche, el rubio se encargó de recordarle su lugar a la castaña. Le recordó que sería una incubadora y que debía ser respetuosa de su esposo, también le recordó quien ocuparía su cama. Él aún no había decidido nada, tenía un ejército, podría enfrentar a James, pero, por alguna razón, no se había decidido a pesar de los constantes reclamos de la rubia. Reclamos velados que él había empezado a reconocer con ansiedad.
La promesa hecha en la noche de año nuevo se había esfumado en el aire, no, no era eso, no se había esfumado, él había prometido que podía tener un amigo no que podía pasearse por el palacio abrazada de otro hombre. Los amigos tienen límites, los amigos no se abrazan, los amigos son solo eso. Nada de afecto físico.
Hermione se sintió desolada. Se mantuvo en silencio observando el batir de las pestañas de la rubia y la sonrisa tonta de su futuro esposo. Parecía tan enamorado. Se preguntó si ella luciría de aquella forma cuando estaba con Theo, aquel último pensamiento se le antojó desconcertante, ella no podía pensar en eso jamás. Durante toda la velada se repitió mentalmente una y otra vez.
La felicidad es relativa.
INGLATERRA, 1943
Ese día el sol estaba en lo alto y la brisa sacudía las ramas de los árboles, cuando se despertó encontró un bello ramo de flores sobre la mesilla que daba contra el jardín. Tomó la tarjeta y leyó "feliz cumpleaños Mione, Theo" una sonrisa se dibujó en su rostro de inmediato, él representaba para ella la luz en aquel lúgubre lugar.
-Buenos días, Hermione – saludó una pelirroja - ¡Feliz cumpleaños! - la mujer llegó al pie de su cama y le extendió una cesta con magdalenas – mi madre las ha preparado para usted, me ha sido imposible hacerla entrar en razón – murmuró con las mejillas teñidas de rojo.
-¡Muchas gracias, Ginny! Las magdalenas de Molly son deliciosas – dijo mientras se ponía de pie y tomaba la cesta para luego tomar uno de los pastelitos y darle un mordisco - ¡Qué deliciosos, tu madre cocina muy bien! - ella siguió devorando el pastelillo mientras caminaba al baño – por favor agradécele, extrañaba tanto su comida – se detuvo a mitad de camino para luego girarse a su amiga – No, le haré una nota, sería inapropiado no hacerlo después de tan amable gesto – la oji azul sonrió, aquel año junto a la pequeña princesa había descubierto que tenía un corazón de oro.
Una vez se arregló, se dirigió a la habitación donde solía tomar el desayuno con el castaño, cuando entró muchos globos dorados y rojos flotaba por la habitación y su amigo le sonreía ampliamente mientras sostenía la silla para que se sentara, cuando lo hizo, deposito un pequeño beso en su mejilla y le susurro un bajito "feliz cumpleaños", sus mejillas se pusieron rojas y sintió caliente su cara, había notado, hacía unos meses, que solía sonrojarse seguido, cuando su amigo se acercaba a ella y su corazón palpitaba más rápido que de costumbre.
Con una sonrisa empezaron a tomar el desayuno mientras charlaban animadamente, después decidieron salir a caminar por el jardín. Corría mientras Theo intentaba atraparla. Cuando se cansaron él la dirigió hasta el roble, bajo el que siempre solían sentarse a leer, cuando decidían que había sido suficiente de la biblioteca.
Ese día él había preparado un lindo picnic, con fruta, quesos y diferentes tipos de comida. Ella lo miraba con cariño y sin darse cuenta empezaba a verlo con anhelo, su corazón empezaba a albergar un cariño que parecía diferente al que venía sintiendo.
-Mione ¿En qué piensas? – ella sonrió dejando las uvas que había está comiendo.
-En que la felicidad es relativa Theo – luego su sonrisa se apagó - Cuándo tengas que irte ¿A dónde irá mi felicidad? – ella estaba expresando sutilmente los latidos de su corazón y las mariposas que revoloteaban en su barriga cada vez que él se acercaba.
-Yo no me iré de tu lado, Mione – él le dirigió una mirada profunda mientras tomaba su mano sutilmente y la acercaba a sus labios, sin abrazarla pero con el deseo ferviente de hacerlo, ella deseaba sentir sus brazos enrollarse en ella y confortarse con ellos, pero, no podía, sabía que lo metería en algún problema.
Después de aquel momento decidieron hablar sobre el libro Muggle que habían encontrado en la biblioteca, trataba de un hombre y una mujer que se enamoraban pero no podían estar juntos por el odio que existía entre sus familias y luego, del trágico final, Hermione se había preguntado si tal cosa podría pasar en la vida real y Theo, incapaz de responder, pensó en los sentimientos que recientemente había descubierto que albergaba por su amiga o bueno, no tan recientemente.
Más bien, los había aceptado abiertamente. Sabía que con los años habían empezado a mutar.
De aquella forma transcurrió la tarde, en un momento se quedaron dormidos, ella recostado en el costado de él y él con su espalda contra el tronco del gran árbol.
Desde el ventanal de su estudio privado, un rubio veía la imagen, su futura esposa dormida junto al revoltoso. Su mandíbula se apretó con ira, seguía sin entender a que se debía su posesividad con ella, quizá devenía en el hecho de haberse visto obligado a desposarla.
Pensó en el ejército que seguía entrenando y en la rubia que compartía su lecho. Algo en su interior lo detenía de iniciar aquella guerra. Quizá eran las miradas de desdén de Severus o la voz se madre en el fondo de su cabeza, recordándole que él debía vivir para su pueblo y no su pueblo para sus caprichos.
Pensó también que, solo quería reclamar lo que le había sido impuesto como suyo, era lo menos que merecía después de aquella intrusión en su vida privada, incluso si iniciaba la maldita guerra, pensaba que sería justo no devolver a la castaña. Ordenó a un elfo recordarle a Hermione su cena de cumpleaños. Como todos los años, desde que había llegado al castillo, preparaba siempre una velada para celebrarla, extrañamente él esperaba aquel día con ilusión y lo preparaba meticulosamente.
Incluso cuando aquello desencadenaba múltiples discusiones con Astoria. Cuando eso pasaba su convencimiento acerca del amor que la rubia le profesaba se tambaleaba. Quizá eso también lo retenía de desplegar su ejército.
Aun recordando que Hermione había decidido ignorar el suyo y sentía rabia, sin embargo, había sido incapaz de no pensar en el de la castaña y querer celebrarlo. Ella le inspiraba ternura, pero, también, le inspiraba respeto.
Un respeto ganado después de descubrir que pese a su, desastrosa y carente de amor, educación, podía albergar sentimientos tan puros, más aún por el muchacho que ahora estaba junto a ella a la sombra del árbol.
Vio al elfo apareciendo a su lado y como ella adormilada levantaba su vista.
-Alteza, su majestad me ordenó que le recordara su cena de cumpleaños – la aparición del elfo los había despertado de repente y la mención de la velada la hizo sentirse miserable. El intento de celebración del cumpleaños del rubio el año anterior aún no salía de su mente.
había sido un día tan especial junto a Theo que le parecía injusto derribar esos recuerdos cenando con el rubio, sin embargo, no tenía opción.
Recordó cuanto había disfrutado sus cumpleaños anteriores con él, pero, todo había ido de mal en peor desde el día en que él había decidido compartir la cena que ella le había preparado con la mujerzuela.
Le indicó al elfo que se retirara y su semblante de repente se volvió triste, el castaño, al notar aquello, tomó su mano suavemente obligándola a mirarlo.
-Solo es una cena, Mione – se obligó a sonreírle mientras él le extendía una pequeña cajita – Este es mi regalo para ti – tomó su otra mano y la depositó en ella suavemente. Su cariñoso tacto la hizo sentir tranquila y la pequeña cajita en sus manos la hizo de nuevo feliz. Cuando la abrió, encontró un pequeño espejo tallado con el escudo familiar de los Nott – Es un espejo comunicador, siempre podrás hablar conmigo cuando mires en él, estaré cerca de ti aun cuando esté lejos – ella quería lanzarse y abrazarlo pero, se recordó que, aquello le estaba vedado.
Con una última sonrisa se despidió de él y se dirigió a sus aposentos a prepararse para la cena, al entrar encontró un vestido sobre su cama como todos los años anteriores, esta vez, era de un color vino tinto que resaltaba con su piel. Dejó que Ginny la vistiera mientras su mirada de nuevo de oscurecía.
-Cambia esa cara Hermione – le dijo con cariño – A él no le gustará.
-No me importa –
-Vivirás toda tu vida con él, no con Theo – su tono era triste.
-Lo sé y siento que me consumo cuando lo pienso – ella se giró cuando estuvo lista y la miró con tristeza - ¿Por qué siento eso? – le había dado vueltas innumerables veces a lo que significaba aquello, las mariposas, el calor en su pecho cuando lo tenía cerca.
-Es solo miedo a perder a un amigo – sabía que era más que eso, ella lo había entendido desde hacía meses, la joven princesa se había enamorado del castaño. Había decidido no decir nada, sabía que no dejaría de sentir lo que sentía, pero, también estaba segura de que la palabra, enamorada, sería muy apabullante. La haría más infeliz.
Es solo una cena, se repitió.
Casi arrastraba los pies en su camino al salón. Cuando entró, un rubio le sonrió y la invitó a sentar, así lo hizo.
Aquel año también preparó su plato favorito, ella tan solo pudo mirarlo sin ganas recordando su picnic aquella tarde.
-¿Hay algo mal con tu plato, Hermione? – ella se obligó a dibujar una sonrisa en su cara.
-No, majestad todo está perfecto – y lo estaba, olía de maravilla, se veía perfecto, pero no quería su compañía.
-¿Entonces, qué te sucede? – ella no podía decirle que simplemente detestaba la idea de haber terminado su hermoso día cenando con él ¿Qué le decía entonces?
-Solo estoy un poco cansada – el rostro del rubio se tornó serio y el entendimiento vino a él como un golpe repentino, ella no deseaba cenar con él.
Se sintió insultado. Él que había decidido seguir su pequeña tradición pese al evidente desinterés de ella por celebrar su nacimiento.
Se levanto de su silla furioso y se dirigió a ella tomándola del brazo para levantarla de la silla.
-¿Acaso es porque no soy el estúpido Nott? – ella tan solo lo mirada triste, como resignada - ¿Tendré que prohibir su entrada al palacio? – sus ojos se humedecieron negando fuertemente para luego estallar, cómo un volcán que había despertado
-¿Acaso debo ser infeliz para que estés contento? – lo había gritado y la rabia de él aumentó apretando más su agarre -¿Tú puedes pasar tu cumpleaños con tu amante y yo no puedo siquiera tenerlo como amigo?
-¡Tú! ¡Tú eres una maldita desagradecida! – el rubio la soltó violentamente mientras tiraba al suelo todo el contenido de la mesa - ¡Seré tu futuro esposo! – dijo hirviendo de rabia mientras rechinaba sus dientes - ¿Qué puedes recriminar? Ni siquiera te importa si me muero, te haría un favor – a pesar de lo tristes que sonaban sus palabras, ella se sentía enceguecida por la ira y la indignación.
-Eres y serás mi carcelero – la mujer lo miró con despreció para luego salir de la habitación, él salió tras su pasó, alterado, convencido de detenerla y recordarla quien mandaba allí –
-¿A dónde crees que vas Hermione? – ella se giró y le dedicó una mirada llena de odio
-A mis aposentos ¿No ves que no puedo ir a ningún otro lugar? – luego se giró y lo dejó allí de pie.
El rubio tomó la cajita que guardaba en su bolsillo y la lanzó contra la pared, esta se abrió y dejó ver un relicario redondo con un zafiro rodeado de diamantes. Pagaría aquel desprecio.
Se sentía estúpido ¿Cómo se le había ocurrido celebrar aquello después de lo que había pasado en su cumpleaños? Ella le había dejado más que claro todo.
Se giró sobre sus talones y marchó. Curiosamente había un elemento en común entre ese día y el de su cumpleaños. El mismo guardia recogía en ese momento el relicario. El hombre pensó que todo aquello resultaba bizarro ¿Qué clase de comunicación era aquella?
Con cada paso, Draco se convencía de que se las pagaría, claro que lo pagaría. Al abrir la puerta de su habitación, encontró a Astoria sentada frente a la chimenea. Aquella imagen le recordó ese día el año inmediatamente anterior y por alguna razón, sintió aún más ira.
-lárgate, Astoria – le gritó.
-¿Qué rayos te pasa? – se atrevió a preguntar.
-No lo volveré a pedir – la rubia había aprendido algo en esos años. No debía enfrentar a un Rey iracundo. Con esa resolución, sin siquiera verlo, salió de la habitación con la indignación bullendo en sus venas.
Por su parte, el rubio se sentó frente a la chimenea con una botella de wiskey de fuego. La bebió en tragos largos, disfrutando el ardor bajar por su garganta.
¿Qué demonios le pasaba? ¿Por qué le afectaba tanto? Era solo una cría con la que tendría que casar en unos años, incluso, quizá ni siquiera la desposara. No podía creer que una pequeña niña que lo tuviera encandilado. Sentía que era su propiedad.
Eso no se quedaría así.
…..
¿Qué tal? ¿Les gustó?
Pues, qué les digo, acabo de terminar de escribirlo, es una mezcla de fragmentos que ya había escrito y otros que agregué. Espero que haya resultado bien.
