¡Hola! Lo acepto, soy culpable. Cambié de empleo y he estado muy ocupada, así que, cuando llegan el fin de semana, me siento tan agotada que hace que me bloquee. Sin embargo, aquí estoy, no he dejado abandonado el fic, solo tuve un breve momento de bloqueo creativo y mucho trabajo encima.
No saben lo feliz que estoy con todos sus comentarios. Mi historia anterior no tiene ni la mitad y ya está terminada. De nuevo muchas gracias a todas por darme una oportunidad.
Bienvenidas a todas las lectoras nuevas. Es un placer leerlas. Siempre respondo comentarios, pero me temo que esta vez no podré hacerlo. Sigan dejándome sus lindos comentarios y perdonen a esta desagradecida autora.
Espero que les guste el capítulo.
CAPITULO 23. De nuevo esa mirada.
Francia, 1819
Le encantaba el lago. Era extenso y de un brillante color aguamarina. Le gustaba aún más cuando la puesta del sol se reflejaba sobre sus aguas y, allí estaba, esperando a que aquello sucediera.
Aquel paseo, al centro de parís mágico lo hacía a hurtadillas. Una vez a la semana fingía cualquier malestar y se retiraba por lo que restaba de la tarde a su habitación, al menos eso era lo que solían pensar sus padres.
Inhaló hondamente el aire que traía consigo un leve olor a lluvia y sonrió. Ese era su momento favorito de la semana, tan simple como ver la puesta del sol, frente al lago, oculta entre los árboles.
-Veo que no está con una chaperona – la voz arrastrada la hizo tensarse.
-Alteza – dijo girándose mientras hacía una pequeña reverencia – yo… Verá… - trató de hilar una idea, pero le fue imposible ¿Cómo pedirle que no la delatara?
-Es una mujer muy peculiar, primero una pregunta tan directa el día del baile y luego un paseo solitario – señaló con un brillo de diversión en sus ojos - ¿Tiene un amante secreto, Lady Lily? – un rubor se adueñó de sus mejillas y la dejó momentáneamente sin habla.
-Créame Alteza, me he sentido avergonzada por mi desliz el día del baile, sin mencionar el hecho de que he enfurecido a mi madre – soltó con naturalidad – en cuanto a mi amante, no, Alteza, me temo que no tengo ningún pretendiente, nuevamente para desgracia de mi madre.
-¿Su madre? –
-Alteza, soy mujer, en edad casadera, la principal preocupación de mi madre es casarme y hacerlo bien – respondió como si aquello fuera obvio.
-¿Qué sería un buen matrimonio? – indagó con genuina curiosidad.
-Alteza, creo que indirectamente respondí su pregunta al decirle lo afligida que está mi madre después de arruinar mi oportunidad de casarme con un príncipe – soltó con una risa ahogada.
-¿Incluso con un bastardo? – preguntó interesado el hombre.
-Príncipe es príncipe – respondió jocosa.
-Bueno, cuando conozca a James, ya no hará esa pregunta. Ya sabe que él es el legítimo – dijo para después reírse.
-En efecto, madre se aferra a esa oportunidad – los ojos verdes de la pelirroja se clavaron en el horizonte, allí donde el sol empezaba a reflejarse sobre el agua.
-¿Qué hace sola en este lugar? Si alguien la encuentra sin una chaperona, sus posibilidades de casarse bien se irán como agua entre sus dedos – comentó el pelinegro clavando su mirada en el mismo punto.
-Es mi único momento de libertad. A esta edad solo se vive para encontrar un marido. Lecciones de piano, modales, baile, postura. Todos los días la misma rutina. Me siento sofocada - la voz de la mujer sonó apagada, llena de tristeza de repente – Quizá nacer varón habría sido más fácil.
-No se equivoque, Lady Lily, los varones tenemos nuestras propias responsabilidades, igual de agobiantes… Hemos venido a este lugar por la misma razón –
-Bueno, entonces, seamos libres, Severus – dijo clavando sus ojos en los negros de él.
-Seamos libres, Lily – respondió con una sonrisa.
Inglaterra, 1844.
-¿Crees que podríamos ir con Theo? – preguntó Hermione a la pelirroja.
-Creo que no debería ir ninguno – respondió tratando de convencer a su señora.
-Oh vamos Gin… Necesito aire fresco – pidió
-Alteza, creo que los jardines le pueden proporcionar una cantidad considerable de aire fresco –
-No el tipo de aire fresco que quiero – contestó con tristeza – quiero ver a Molly – agregó – ¿Crees que reconozcan a Theo? – Ginny lo pensó. Theodore era hijo del duque de las tierras colindantes, pero, no era el directo arrendatario de sus padres. Estaba segura de que su madre reconocería al padre del castaño, sin embargo, dudaba que reconociera al hijo, resignada respondió:
-Está bien, creo que Theo podría pasar desapercibido –
-¡Magnifico! - cantó feliz la castaña – mañana iremos con Theo, le encantará Molly –
-Espero que su majestad no se entere – murmuró resignada
-Ya te dije, su Majestad no tiene tiempo para preocuparse de esos asuntos.
Hermione no sabía lo equivocada que estaba.
Al siguiente día, cuando el sol despuntó, Hermione saltó de su cama y abrió las ventanas, ese día el aire se sentía más puro. Cuando Ginny entró, llevaba en sus manos una túnica como la que ella llevaba a diario.
Al entrar en su comedor, Theo ya estaba allí, sentado con el profeta en sus manos, el cual apartó cuando escuchó el sonido de la puerta.
-Mione, buenos días – dijo mientras una enorme sonrisa se adueñaba de sus labios - ¿Por qué estás vestida así? – preguntó examinando su túnica confundido.
-Verás, Theo, hoy haremos una pequeña excursión – respondió tomando un paquete de las manos de la pelirroja – así que tendrás que ponerte esto – explicó tendiéndole la ropa.
-¿Por qué debo ponerme esto? – preguntó de nuevo extendiendo la túnica, una que solía llevar el personal del palacio.
-Iremos a visitar a Molly – contestó simplemente mientras tomaba asiendo en la mesa siendo seguida por Ginny.
-¿Quién es Molly? –
-Mi madre – dijo la oji azul suspirando rendida mientras tomaba una taza y servía su té.
-Ah, Ahora lo entiendo. Esto será muy emocionante – el rostro del castaño de volvió a iluminar siendo acompañado por una enorme sonrisa.
-Y yo que pensé que tú la disuadirías – de nuevo un suspiro de resignación.
-Imposible, siento decepcionarte Gyn, pero, estoy muerto de la curiosidad, Hermione dice que tu madre cocina fenomenal – comentó levantándose. Con un movimiento de varita hizo a aparecer un biombo y rápidamente cambió su túnica – ¿Qué tal? Creo que combina con mis ojos – añadió jocoso.
-Ahora entiendo porque se llevan tan bien, están igual de locos – murmuró la pelirroja.
-Tu nos amas – volvió a intervenir el oji verde.
El resto del desayuno pasó entre risas y comentarios. Theo comentó que el profeta hizo una breve mención acerca del matrimonio de la reina Muggle y que el resto era igual o menos importante que eso.
Una vez terminaron de desayunar, la elfina de la castaña los apareció en un callejón de la aldea desde donde emprendieron camino a la casa de la pelirroja.
-Mamá – llamó la chica Weasley.
-Ginevra, por Merlín, no grites así – regañó la mujer saliendo de la cocina con el ceño fruncido, el cual desapareció cuando vio a la castaña – pero que hermosa sorpresa, Jane. Hacía tiempo no nos visitabas, querida – saludó mientras la abrazaba.
-También te extrañé, Molly – contestó honesta – Este es Theodore, un mozo del palacio. Es nuestro amigo – lo presentó para luego explicarle.
-Mucho gusto, señora Weasley, Jane me ha hablado mucho de usted – saludó cortésmente.
-Oh querido, dime Molly – pidió acercándose a él tomando dulcemente su brazo – los amigos de Ginny siempre serán bien recibidos aquí – luego se separó y lo observó. Era alto, de buena constitución, cabello castaño y unos hermosos ojos verdes. Eran de un verde muy peculiar, uno que le pareció haber visto en otro lugar – Cariño, ¿conozco a tus padres? Tus ojos me parecen familiares – preguntó sin quitarle la vista de encima. Ante el gesto Ginny se tensó.
-No lo creo, Molly. Mi madre murió cuando estaba muy joven y mi padre vive en las costas – contestó con una verdad a medias.
-Quizá es solo mi impresión, es un color verde muy peculiar – explicó la mujer restándole importancia al tema.
-Ginny, Jane – escucharon
-Hola, Ron – saludó la castaña componiendo una sonrisa.
-Ha pasado un tiempo desde la última vez que viniste – habló el pelirrojo acercándose a ella. Él la miró detenidamente, traía una túnica gris como la que su hermana solía usar. Definitivamente jamás habría descubierto que tenía a la futura reina junto frente a él – mamá te echaba en falta
-También los extrañé – respondió sin quitar su sonrisa, pero, sintiéndose de repente confundida. El chico jamás había sido particularmente efusivo, de hecho, siempre le dedicaba miradas airadas.
-¿Qué tal las trata la chica francesa? – preguntó tomando asiendo en la mesa mientras tomaba una naranja
-La PRINCESA HERMIONE nos trata bien – dijo Theo acentuando sus palabras. Podía percibir el tono ligeramente despectivo.
-Es una extranjera, no debería estar aquí – susurró
-Parece una buena chica. Basta de habladurías, cariño – dijo la mujer poniendo un cesto de papas frente al castaño – pela estas papas – pidió con cariño la mujer.
Theodor clavó la mirada en el recipiente puesto frente a él ¿Cómo se suponía que debía hacerlo? Jamás había hecho alguna labor manual. Desvió su mirada a Ginny con disimulo clamando por auxilio. Ante la señal, la chica se acercó sentándose junto a él sacando su varita.
-Siempre abusas de mis amigos, mamá – con disimulo enseñó el movimiento de varita al chico quien la imitó. Ron los observaba detenidamente, él tampoco era un sirviente y si no lo era ¿De quién diablos se trataba?
-Deja de quejarte Ginevra, no veo que tus amigos lo hagan – desestimó la mujer. La pelirroja solo rodó sus ojos. Su madre jamás cambiaría. Vio con disimulo al ojiverde, tenía que admitir que pese a sentirse mal por él, resultaba gracioso verlo confundido mientras trataba de lidiar con la patata.
- Y dinos, ¿qué haces exactamente en el palacio? – indagó el menor de los Weasley.
-Yo… - balbució el castaño tratando de inventar una historia coherente –
-Se encarga de servir las comidas – respondió rápidamente por él Ginny, ante aquello, Theodore respiró.
-Vaya, pensé que se lo había preguntado a él – intervino de nuevo Ron. Sí, definitivamente no era un mozo del palacio.
-Ronald Weasley, ¿Acaso no te he enseñado modales? – reprendió la mujer dirigiéndose a su hijo – Theo, cariño, no le prestes atención, tiene el tacto de una taza de té – ante aquello el oji verde solo sonrió. Ahora entendía perfectamente porque a Mione le gustaba ir.
-Lo siento, Mamá – se rindió dejando el tema de lado y registrando las facciones del chico detenidamente, probablemente Lady Astoria si supiera quién era – la otra semana será el festival del pueblo, ¿Te gustaría ir, Jane? – preguntó sorprendiendo a todos los presentes – creo que te gustará mucho.
-Yo… Pues, tendría que pedir permiso a su Alteza – murmuró sin saber que más decir. De alguna forma, la repentina amabilidad de Ron la hacía desconfiar.
-Estaré esperando tu lechuza, me ha costado preguntártelo – dijo tratando de sonar apenado.
-¡Oh!, en ese caso, haré todo lo posible – respondió dirigiéndole una sonrisa, quizá solo era esquivo como mecanismo de defensa, tal como lo era Draco.
El resto del día fue tranquilo. Theodore le daba miradas aireadas al pelirrojo después de que este le ganara innumerables veces en ajedrez mágico. También, muy a su pesar, sentía celos.
Cuando volvieron al palacio, el castaño se despidió y Hermione se retiró a sus aposentos negándose a ser acompañada por su amiga. Ella también debía descansar.
-Mi Lady –
-¿Algo para decir? – comentó la rubia sin responder el saludo.
-Ayer la princesa fue a visitar a mi madre – esta vez Astoria levantó la mirada con disgusto.
-¿Qué hay de nuevo en eso? No me hagas perder mi tiempo – aquel día se había despertado particularmente enojada, hacía unos días Draco no le permitía quedarse con él, más exactamente desde el día de la boda de la asquerosa muggle. Aquello no le gustaba, era más que obvio que algo debía haber pasado con la mocosa.
-Fue acompañada de un chico – aquello sí llamo la atención de la mujer.
-¿Un chico? ¿Quizá castellano, de ojos verdes? –
-En efecto, a mi madre le parecía conocido – murmuró pensando en las palabras de Molly el día anterior.
-Tu familia es una ignorante – comentó mientras se formaba una sonrisa en sus labios y se ponía de pie - ¿Cuántas personas pueden tener ese peculiar color de ojos verdes? Es un rasgo distintivo de los Nott – ¿Los Nott? ¿Era el heredero del ducado? Parecía que su casa se había vuelto el punto de encuentro de los nobles de más alta cuna.
El pelirrojo apretó sus manos en puños. Sabía que no era un buen hijo, era problemático y perezoso, sin embargo, no podía evitar la rabia bullendo en él ¿Quién se creía para hablar así de su madre?
-¿Por qué sigues parado ahí? – murmuró la rubia levantándose y ordenando a su dama de compañía traer su capa –
-Hay algo más – respondió entre dientes.
-¿Y bien? Te dije que no me hicieras perder mi tiempo – contestó dedicándole una mirada de fastidio – Habla de una vez –
-La he invitado a ir conmigo al festival del pueblo –
-¿Ha aceptado? –
-Dijo que iba a intentarlo – después de su primer encuentro, había decidido que había dos formas de ganarse a la castaña: La primera, convirtiéndose en su mejor amigo o, la segunda, intentando enamorarla. La segunda lo convenció más, siendo sinceros, la niña era bonita, no representaría mayor sacrificio jugar un rato con ella.
-¿Estás diciéndome que la invitaste a una cita? –
-Supongo que sí – Astoria sonrió. No era una mala idea, sin embargo, su posibilidad de éxito era muy baja. Theodore le llevaba ventaja.
-Será interesante ver si lo logras – contestó pasando por su lado para luego desaparecer con su elfina.
Ron pensó lo exasperante que era aquella mujer. Era hermosa, sin lugar a duda, sin embargo, ¿Era eso suficiente para vivir una vida con ella? Pensó que una buena revolcada sería suficiente, quizá el rey pensara lo mismo.
Astoria había descubierto que a Draco no le importaba que la mocosa hiciera visitas furtivas a los campesinos, sin embargo, debido a su comportamiento, estaba segura de que sí le molestaría ver a la castaña en una cita con el pelirrojo.
Solo necesitaba convencerlo de ir con ella al dichoso festival y mantener lejos a Theodore. Era una excelente idea, estaba segura de que ganaría terreno de aquella forma.
Caminó por los pasillos directo a su despacho, pero, no lo encontró. Se preguntó dónde podría estar y su duda fue resuelta cuando por el enorme ventanal lo vio en el jardín mirando a un punto, concentrado. Cuando siguió la dirección, se topó con una castaña sentada en el pasto, leyendo.
Se sintió enojada. Decidió ir a buscarlo, definitivamente necesitaba ganar el terreno perdido y necesitaba hacerlo rápido. La niña pronto dejaría de serlo y el juego se volvería muy difícil.
Cuando llegó a su lado él no la notó. Aquello la molestó, pero, decidió que debía irse con cuidado. Debía tener tacto pese a su notable malestar. Compuso una sonrisa para luego tocar suavemente el brazo de él.
-Draco – dijo con la voz más dulce que pudo fingir – te he estado buscando – el chico pareció despertar de su letargo poniéndose rígido y sin girarse a verla.
-Astoria, ¿Qué haces aquí? –
-Te extraño, hace días no me dejas verte – contestó haciendo un puchero – me es difícil dormir sin ti – el rubio esbozó una media sonrisa. Su corazón latió un poco emocionado, pero no de la manera que lo hubiera hecho antes.
-Supongo que me he alejado – respondió tomando su mano y llevándola a sus labios decidiendo que era la mujer frente a él la que podría hacerlo feliz, aunque siguiera dudando de si debía desposarla. Sí, una pequeña niña no podría hacer feliz a un hombre.
-He estado tan triste – dijo abrazándolo sin pedir permiso sintiendo como él le devolvía el gesto con cariño. Aquello la confundía, pero, no le importaba, lo utilizaría a su favor – creo que deberías pagarme por haberlo hecho –
-¿Debería? – Astoria era más pequeña y menuda. Cabía en sus brazos perfectamente - ¿Qué debería hacer por ti? –
-He pensado mucho en lo que dijiste hace unos días – ella se separó un poco de su pecho para clavar sus ojos en los grises de él – he de mezclarme con los campesinos, me he equivocado tanto. Estar lejos de ti hizo que me diera cuenta de mi error –
-Eso me toma por sorpresa – lo decía con honestidad. La última vez que había hablado del tema ella había sido algo… Orgullosa-
-He pensado cómo repara mi error, dentro de poco será el festival de pueblo, quizá podríamos ir y disfrutarlo juntos – ofreció con su mejor actuación.
Draco lo pensó, ¿Sería correcto? No es que pensara que no debía mezclarse con su gente, más bien creía que podría incordiar y volver su celebración acartonada.
-No lo sé, Astoria. La gente se cohibiría –
-Pues yo he pensado en todo – le dijo feliz – cambiaremos un poco nuestras apariencias. Nadie nos reconocerá –
-Bueno, creo que es una buena idea – respondió feliz.
Cuando ella llegó junto a él y lo obligó a salir de su transe, se sintió aliviado. Llevaba días observando a la castaña y recordando el incidente del día de la boda de Victoria, de repente la compañía de Astoria alivió la presión que ejercía su cabeza sobre él, además, su disposición a enmendar su error le gustó. Quizá la rubia solo era como la habían educado, podía tener un gran corazón que solo debía sacar a flote.
"Mentira" volvió a decirle la vocecilla molesta en su cabeza. Quiso gritarle, pero no lo hizo. En vez de eso, tomó la mano de la rubia y la hizo seguirlo.
-Creo que se me antoja un té – y ella solo se dejó hacer.
Hermione lo había visto todo. La llegada de la mujer y luego el abrazo ¿Quizá la dejaría ir? Sintió una pequeña opresión ¿Se olvidaría de lo que había prometido en la boda? Aquello la asustó. Le aterraba la posibilidad de caerse sola en aquel palacio, donde solo era una extranjera. Decidió no pensar en eso. Lo haría cuando el momento llegara.
Hermione se vio al espejo. Había decidido que ese día usaría una túnica de diferente color al habitual gris.
-¿Es mucho? – preguntó viendo a la pelirroja a través del espejo.
-No claro que no, es una túnica sencilla con un leve cambio de color – sonrió, ni siquiera había gastado sus energías tratando de convencerla de no ir, además, siendo sincera, ella también quería ir al festival.
-Es una pena que Theo no pueda ir, creo que le gustaría mucho –
-Le traeremos algo – respondió emocionada. Hermione solo asintió.
Luego del breve momento de nostalgia, su elfa las apareció en el mismo callejón de siempre, esta vez no fueron en dirección a la casa de la pelirroja, si no directo a la plaza principal. Justo frente a la fuente las esperaba Ron, pero, no estaba solo, a su lado había un chico de su misma estatura, pero de cabello castaño casi rubio.
-¡Hola! – dijo desde donde estaba moviendo sus manos al aire. Quizá había juzgado mal al hermano de su amiga. Ella le devolvió la sonrisa caminando más rápido hacía ellos.
-Jane, ¡que gusto verte! – la saludó el hombre efusivo. Eso la hizo sentir un poco extraña.
-También es lindo verte Ron – contestó de forma amable para luego girarse al otro hombre – y tú…
-Lo siento, él es Cormac – ella asintió dedicándole una sonrisa.
-Un gusto, Jane –
-Cormac – devolvió también sonriendo. De repente se percató que Ginny no había hablado, al girarse a verla, encontró sus mejillas rojas y su vista clavada en el piso – Gin, me alegra mucho verte – dijo el castaño sonriendo ampliamente.
-También me gusta verte – le contestó la pelirroja con voz temblorosa levantando levemente su mirada. Hermione se sintió confundida de repente, sin embargo, decidió no preguntar. Al menos, no en ese momento.
-¿Y qué haremos? – preguntó la castaña viendo el cúmulo de gente sonreír caminando de un lado a otro.
-¿Qué te gustaría? – le respondió el pelirrojo. Ella no supo qué decir, jamás había ido a un festival. Le era totalmente extraño, no sabía que debía hacer.
-Estará bien lo que decidan – sonrió tratando de ocultar su completo desconocimiento.
-Bien, ¿Qué les parece si vamos a los juegos? – ella solo asintió y se dejó hacer. Se sintió emocionada de poder ver aquello y vivirlo. El pensamiento de que su boda estaba más próxima le recordó que debía asegurarse de grabar esos momentos en su memoria.
De otro lado estaba un rubio, recientemente convertido en pelinegro y, caminado de su brazo iba una recién convertida en castaña. Él siempre sintió curiosidad de las festividades, pero, jamás había ido a ninguna. Debía admitir que estaba algo emocionado.
La rubia, sin embargo, se sentía asfixiada. Quería salir huyendo de allí. Demasiados niños andrajosos y mujeres regordetas con el sudor corriendo por sus frentes mientras atendían diferentes puestos, ¿Cómo podría a alguien gustarle aquello?, prefería la comodidad de un buen baile. Se obligó a sonreír y a parecer emocionada. Draco parecía a gusto y curioso por todo lo que tenía ante él.
-¿Qué deberíamos hacer? – Preguntó a la rubia. Todo parecía tan pintoresco. Ella ante la pregunta evalúo su entorno.
-Me han hablado de los juegos ¿Vamos? – el día anterior había hablado con el Weasley y él le había dicho que iría allí en cuanto iniciara el festival. Ella quería salir cuanto antes de ahí y algo le decía que en cuanto Draco viera a la chiquilla, se acabaría su calvario.
-¡Claro! –
-¿Crees que será una buena idea? - Preguntó de nuevo la castaña mirando el vaso que le extendía el oji azul.
-Solo es una cerveza de mantequilla – respondió con una sonrisa. Tenía que admitirlo, la compañía de la princesa resultaba cómoda y fácil. Aquello le alegraba, haría más fácil su trabajo.
-¿Gyn? – la chica no la escuchó, estaba a su espalda y parecía entretenida con el joven castaño. No quiso sacarla de su buen momento y decidió tomar el vaso. Cuando dio el primer sorbo, le gustó. Tenía un leve sabor dulce, tras el descubrimiento la bebió con ganas.
-¿Te ha gustado? – ella asintió dándole una gran sonrisa – Te lo dije – el chico buscó en todas direcciones, trataba de encontrar a Astoria. Al no encontrarla decidió simplemente pasar el rato con la castaña. Lo único que debía hacer era permanecer en la zona de juegos. En algún momento los encontraría.
Hermione se giró en todas las direcciones, después de un rato caminando entre los juegos y las personas, notó que su amiga ya no estaba a su lado. Se sintió incómoda, estaba segura de que estar sola con el pelirrojo no era una buena idea. Incluso si nadie sabía que ella era la princesa extranjera.
Con Theo siempre estaba en el palacio, rodeada de gente o en su defecto con Ginny, allí estaba completamente sola con un hombre con el que, hasta ese momento, no había tenido gran contacto.
-Creo que perdimos a Ginny, deberíamos buscarla – dijo deteniéndose para ver en todas las direcciones.
-¡Vamos, Jane! Ginny está con Cormac, quizá le gustaría un pequeño paseo a solas, no tienes de qué preocuparte, está conmigo – le dijo tomando su hombro delicadamente. La acción la hizo sentir incómoda – Tienes algo… - él se acercó a su rostro y puso su dedo cerca de su barbilla. Se tensó de inmediato ante la acción desviando su rostro hacía la izquierda.
Se quedó congelada. Frente a ella estaba el rubio, que en ese momento no lo era. Trago espeso dando un paso atrás del pelirrojo. Su futuro esposo le dedicaba una mirada penetrante, mientras sus labios se apretaban en una fina línea. Estaba enojado. Tembló levemente ante el pensamiento. Ciertamente no había estado en la mejor situación y, por la miraba que él le dedicaba, estaba segura de que la había visto.
Se dio cuenta que colgada de su brazo iba Astoria, quien le dedicaba una sonrisa complacida en los labios, sin embargo, rápidamente la borró.
-¿Ha pasado algo? ¿Te he hecho sentir incómoda? – preguntó Ron girando su vista sin encontrar a nadie conocido.
-Yo… Yo solo – murmuró temblando levemente. Era obvio lo que él le decía con la mirada. Lo vio soltarse del brazo de Astoria y dirigirse a ella pasando de largo por su lado. Era claro que le estaba ordenando seguirlo.
Ella sin meditarlo se giró y empezó a caminar a paso rápido.
-¿Jane? ¿A dónde vas? – preguntó tratando de seguirla, pero siendo detenido, al girarse encontró a una castaña tomando su brazo.
-No pensé que harías tan buen trabajo – murmuró sonriendo. El entendimiento vino a él como un valde de agua fría. Astoria venía con el Rey y si ella estaba allí y Hermione había salido disparada como si hubiera visto al mismísimo diablo todo empezaba a cobrar sentido. Quizá si era el diablo encarnado en una persona. Por un momento lamentó lo que había hecho.
No le respondió nada a la rubia, solo caminó por el lugar tratando de encontrar a su hermana.
La castaña camino acelerada entre la gente, sentía como sus manos le sudaban y su corazón latía desbocado. Sintió como era bruscamente tomada del brazo para luego ser jalada entre la gente. Ella solo lo siguió hasta que estuvieron en un callejón, solos.
La mirada de él era fuego puro. Después de años de observación, tembló. Era la misma mirada que le daba al principio, cuando tenía encuentros poco amables con Astoria.
-Majestad… Yo… - él solo apretó su brazo y luego sintió el vacío de la desaparición.
Estaba aterrada.
Espero que hayan disfrutado el capítulo, hice lo mejor que pude y creo que Este capítulo las dejará muy picadas.
