Capítulo 72: Mi ángel
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Los primeros rayos del sol se filtraron por entre las cortinas de las ventanas. Sonrió cuando vio que él palpaba el costado de la cama, buscándola entre sueños. Se acercó más, y tomó su mano para ponerlo sobre su cintura.
—Aquí estoy —le susurró muy bajo.
Él murmuró algo y la atrajo para abrazarla y estrecharla contra su pecho.
—Te amo… Te amo… —balbuceaba entre dientes con los ojos cerrados—. Sí…Soy tu Yukihito…No te enojes…
Kyoko reprimió una risa y lo abrazó. Enterró el rostro en su pecho y disfrutó de su aroma y del calor que irradiaba su cuerpo a través de la camiseta. Lo necesitaba como un cargador portátil para llenarse de energía; no había conciliado el sueño después de que un pensamiento revelador la hiciese preocuparse las horas que restaban de la madrugada.
Se alejó de su pecho y, entre sus brazos, sus ojos titilaron al ver cada detalle de su rostro. Sus labios temblaron en una sonrisa tonta reprimida. El palpitar de su corazón fue acelerando y sus cachetes enrojeciendo cuando con sus dedos fue trazando la línea de su ceja, su nariz y luego sus labios.
—Tan guapo… —susurró, recordando esa vez, cuando borracha le acariciaba y se perdía en la visión de su rostro dormido—. Jodidamente hermoso —repitió sintiendo arder las mejillas ante el recuerdo.
—¿Jodidamente hermoso? —El súbito sonido de su voz y la percepción del rubor en las mejillas de él, hizo que se alejase, soltando un grito ahogado por la sorpresa y el bochorno.
Lo vio abrir sus parpados, mientras que sus manos la detuvieron de alejarse fuera de su alcance.
—Buenos días —le dijo él, con una sonrisa formándose en sus labios—.Quiero que sigamos abrazados un rato más… ¿podemos?
Kyoko lo miró avergonzada a los ojos, y con un movimiento rápido, se acercó a él, y escondió su rostro sonrojado en su pecho. Oyó y sintió su risa, más su mano acariciando su cabello podría hacerla ronronear como un felino.
—Tenerte así al despertar…es un sueño hecho realidad —le dijo él al oído.
Kyoko creyó que su corazón saldría de su pecho. Soltó un pequeño chillido y se acurrucó más a él. Fue también un sueño hecho realidad para ella, literalmente lo había soñado muchas veces en su cama, incluso lo había fantaseado. Sus sueños no siempre inocentes, adquiría en ocasiones cierto toque de calor y pasión.
Ella arrastró la mano hacia su cintura y entonces se escabulló bajo su camiseta. Lo sintió tensarse, y se apegó un poco más a él para seguir inhalando su aroma.
—Preciosa…¿Qué haces? —Notó en su tono grave algo de inquietud.
Quédate conmigo esta noche…Esa frase pudo ser motivo de un paro cardíaco. Su piel fue lienzo de todas las tonalidades de rojo esa noche. Después de unos segundos de trance, sus labios apenas se separaban para darle una afirmativa, solo para que después sus brazos se distanciasen, y unas palabras de: Juro que no haré nada indebido, la despertasen de la indecorosa ficción que se había creado en la cabeza.
—Nada —murmuró ella, inflando los cachetes rojizos y retirando la mano de su torso.
Se separó de él, y bajó los pies al suelo.
—¿Preciosa?
—Vamos a desayunar, Yuki —dijo, ocultando a tiempo el tono de molestia que la delataría.
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Aunque lo desease, no es que estuviese desesperada porque fuera ya, en realidad, sabía que la vergüenza la podría inhibir y se sentiría un poco nerviosa cuando llegase el momento. En sus sueños podría ser una desvergonzada libidinosa, pero la realidad estaba lejos de ser así. Lo amaba demasiado, y sabía que sin importar cuando y donde fuera, aquello sería especial; admitía que cuando aceptó quedarse a dormir con él estuvo inquieta, y que no hubiese sucedido nada tal vez fue lo correcto, pero…
¿Acaso no sentía ni un poco de deseo por ella?
—Kyoko…
—¿Mmm?
Yukihito se rascó con un dedo la mejilla.
—No me quejo, pero sería mejor que esperes sentada…esto es…
—No, aquí me siento cómoda —refunfuñó, interrumpiéndolo.
Él suspiró, y fue hacia la heladera con pasos que resultaron arduos y cortos por el peso que llevaba tras él. Abrió la puerta, y miró las verduras que se hallaban abajo.
—Me agacharé y lo primero que sentirás será mi trasero, no podré agacharme contigo así.
—No me importaría sentir tu trasero —le dijo Kyoko entre risas, aferrándose con más fuerza a su espalda.
Yukihito se contuvo de reír. Agarró sus manos y las separó de su cintura. Dio media vuelta e ignoró la fingida expresión de tristeza que tenía su novia.
—Te extrañaré —se quejó ella haciendo después un mohín.
—Te daré una recompensa si esperas sentada
—¿Qué? —interrogó con los ojos brillantes.
—Un buen desayuno japonés—se rió entre dientes cuando la vio chasquear con la lengua. La levantó en sus brazos, y vio sorpresa en sus ojos dorados, más un rubor que cubrió sus mejillas cuando sus rostros se quedaron muy cerca. La sentó en la encimera, y cuando estuvo por girar, ella agarró su mano.
—¿No… —Kyoko agachó el rostro, abochornada, apretó su mano y alzó la mirada a sus ojos— ¿No te olvidas de…algo hoy?
—¿De…qué? —dijo él pausadamente, de repente serio.
—Del…buenos días —susurró Kyoko, sintiendo su acelerado corazón bombear con fuerza en su pecho.
—Pero si te lo he dicho, preciosa —Ella estiró de su brazo, antes de que se dé vuelta.
—S-Siempre lo hacías…el beso…del buenos días —murmuró ruborizada—, ¿por qué hoy no…?
Kyoko apretó el borde de la mesa cuando él tomó su barbilla y se acercó. Sus labios sin embargo le regalaron un beso corto y casto que no le complació.
—Buenos días —le dijo él, acariciando su cabello, y dándose vuelta enseguida para quitar las verduras de la heladera abierta.
Kyoko se quedó inmóvil, e hinchó las mejillas cuando lo vio comenzar a cortar las verduras. Repiqueteó con los dedos sobre la mesa, molesta del cariño distante que le ofrecía. Desde que le propuso quedarse a dormir, no hubo ningún beso, y en la cama apenas se limitó a darle un abrazo menos afectuoso que el de esa mañana.
—Déjame que haga el desayuno —le sugirió una vez más, abstraída, viendo como su cabello había crecido más aquellos días.
—Quiero mimarte —le murmuró él, concentrado—, y además quedamos en que sería tu recompensa.
—Mmmm —Kyoko siguió mirando sus hombros, su espalda y sus nalgas. Volvió la mirada al perfil de su rostro, y le gusto como algunos mechones de su cabello desordenado se resistían a ir por completo hacia atrás y caían sobre su frente. Se mordió el labio inferior, y fue levantando lentamente su pierna. Tocó con la punta de su pie su pierna y él dio un pequeño respingo.
—¿Qué haces? —dijo con un carraspeo.
—Nada… —susurró subiendo la punta de su pie, hasta dar con su muslo.
Bajó la pierna enseguida, cuando notó que giraba hacia ella bruscamente. Alzó el rostro y sus labios se separaron en busca de aire al encontrarse con su mirada.
—Yuk... —Contuvo un gemido cuando lo sintió separar sus piernas para colocarse entre sus muslos. Se agarró a su antebrazo y jadeó.
—Ha sido mi derrota…—se inclinó y pegó sus labios a su oreja—, ya no sé cómo resistirme —susurró bajando a su cuello y besándolo. Le mordisqueó, y ella gimió, llevando la otra mano a su espalda.
—Yuki, espera…
—¿Tengo que esperar para besarte? —le preguntó él acariciando su mejilla, y uniendo su frente a la de ella.
—No… —consintió en tono muy bajo.
Sus bocas se unieron y él se entretuvo con sus labios antes de profundizar el beso, y deslizar su lengua dentro. Tomó su cintura y luego fue bajando a su cadera y su muslo. Kyoko enredó sus dedos en su cabello y, cuando lo sintió mordisquear su labio inferior, gimió sin poder evitarlo. Esos mordiscos que daba la dejaban acalorada y ese beso interminable, hacía que corrientes eléctricas recorriesen su cuerpo entero.
—Quisiera que seas mía…—susurró él tan despacio contra su boca, que casi no lo entiende.
—Soy tuya —le respondió entre besos, mientras le acariciaba la mejilla.
Yukihito se distanció un poco de sus labios, y la miró atónito durante unos segundos, viéndola ruborizarse fuertemente.
—Lo siento, no me di cuenta que... —Sus mejillas se tiñeron de un sutil sonrojo—, lo dije en voz alta.
—No lo sientas —le dijo ella en un murmullo, abochornada. Le atrajo hacia su boca, y lo besó suavemente.
Se besaron con más lentitud, y Kyoko entreabrió los ojos cuando siento que una mano fue dentro de la camiseta y acarició su piel; los volvió a cerrar y se agarró a él con más fuerza, soltando un suave gemido. Las manos de él se deslizaron de nuevo abajo, yendo hacia sus piernas desnudas hasta alcanzar sus rodillas. Su boca se separó de la suya, y fue besando desde la comisura de su labio hasta ir despacio hacia su oreja, mordisquearlo, y hundir su rostro en el hueco de su cuello. Ella desplazó la mano de su espalda hacia su cabello, mientras intentaba estabilizar los fuertes latidos de su corazón y la respiración que se le había entrecortado.
—Espérame en la sala —le dijo él, irguiéndose y besándole la frente—, o ve y busca unos pantalones que no se te caigan y regresa.
Kyoko entreabrió los labios y volvió a cerrarlos.
—¿De esa manera ya no verás mis piernas? —recordó en voz alta lo que una vez le dijo estando ebria.
—Sí, estás muy descubierta —sonrió y besó su nariz—, cúbrete esas hermosas piernas, que soy tu novio y en cualquier momento podría devorarte.
Lo vio darse la vuelta y seguir con el desayuno. Su rostro se convirtió en un tomate rojizo, pero una gran sonrisa se formó en sus labios.
—Dilo de nuevo —le pidió emocionada, bajando de la encimera y poniéndose a su lado.
—Estás muy descubierta —dijo mientras cortaba una zanahoria.
—No eso, lo otro.
—¿Cúbrete esas hermosas piernas? —preguntó ladeando la cabeza a ella, sonriente.
—Lo siguiente —pidió cogiendo su brazo, y mirándolo con los ojos brillantes.
—Soy tu novio y…
Kyoko tomó su rostro entre sus manos y lo besó en los labios.
—Me gusta cómo suena eso en tu boca. Es la primera vez que me lo dices —susurró con una gran sonrisa y se marchó de la cocina, en busca de unos pantalones.
Yukihito soltó el cuchillo y posando las manos sobre la mesada, bajó el rostro e intentó reprimir una risa tonta.
—Ella es tan linda…pero también inocentemente sexy —sacudió su cabeza, pero miró hacia atrás, tentado, dando un vistazo por última vez a sus piernas, demasiado expuestas. Sus manos se habían deslizado por el suave camino de esas torneadas piernas, y su boca había probado y mordisqueado su piel, exhibiendo lo hambriento que estaba por ella. Había sobrepasado los límites que se impuso. Y lo único en lo que podía pensar era en los dulces gemidos que se escapaban de su boca cuando le tocaba—. Deja de pensar en eso, Yukihito —se reprendió—. Deja de pensar en eso, idiota.
Pero Kyoko había regresado muy rápido, llevando sus pantalones y su camiseta.
Sintió que se le secaba la garganta.
Se volvió hacia la mesada y buscó concentrarse en lo que estaba haciendo. ¿Qué es lo que estaba haciendo? De repente ya se había olvidado.
Oyó sus pasos, parecía que se había subido de nuevo a la encimera. Podía sentir como le clavaba la mirada. Se puso tenso. Arrepintiéndose de darle la segunda opción. Con o sin pantalones ella era increíblemente irresistible. Y, en vez de aminorar su apetito, esta vez solo se detuvo a imaginar en lo fácil que sería deshacerse de esa ropa. Si desataba el cordón, los pantalones caerían a sus pies, y con esa camiseta que le quedaba grande, bastaría un segundo para pasárselo por arriba de su cabeza.
Tragó en seco, y trató de concentrarse en lo que tenía en frente. ¿Qué era? Desorientado miró las verduras picadas en la tabla, hasta que de repente la sintió acariciando su brazo.
Soltó un gritito, dejando caer el cuchillo que asía en la mano.
—¿K-Kyoko? —tartamudeó sintiendo su corazón agitarse ante su belleza. Ella estaba riéndose a su lado, su largo cabello color azabache, suelto, y sus ojos dorados brillando mientras lo miraba.
—¿Kyoko? ¿Estás enojado conmigo, precioso? —le imitó sonriente.
Embobado se le quedó mirando en silencio. Era demasiado linda. Tenía que tener algo de autocontrol. No entendía que es lo que estaba haciendo, dejando que su lujuria se interpusiese en ese bello momento que estaban teniendo después de reconciliarse.
Esbozó una sonrisa.
—Precioso suena extraño, preciosa.
—¿Entonces cómo te gustaría que te llamará? —preguntó con los ojos mirando intensos a los suyos.
—Aunque sea repetitivo, me gustaría que por una vez me dijeses amor —sugirió y vio que sus ojos se abrían grandes. Sabía que no le gustaba ese apelativo, cuando aún no eran novios, años atrás le había comentado lo mucho que odiaba escuchar a las parejas llamarse de esa manera. Era cursi, asquerosamente empalagoso, una completa farsa, fueron algunas de las palabras que recordaba le decía con gesto de aborrecimiento.
Ella calló y se alejó lentamente de él.
Yukihito curvó sus labios cuando la tuvo a un pequeño pero mejorable espacio de seguridad.
—Eso no es justo —refunfuñó ella yendo a sentarse de nuevo en la encimera.
—Solo expresaba mi deseo —repuso con una risilla.
Pasaron unos minutos en silencio. Aún sentía la mirada de Kyoko en su espalda. La pequeña tensión que percibió le dijo que ella estaba pensando en algo serio.
—Yuki…
—Sí, preciosa —respondió mientras atendía a que no se quemase la carne.
—Lo sé todo…sobre lo de ayer —pausó dudosa, pero continuó— ¿Tsuruga-san sabe que Hirakawa-san está esperando un hijo suyo?
La espátula que sostenía en su mano cayó al suelo.
Yukihito se volvió a ella con ojos amplios y con la boca casi cayéndosele por el suelo.
—¿Eh?...¡¿EH?!...Kyoko, tú…¿C-C-cómo?…¿C-Cómo lo supiste? —exclamó perplejo.
—Bueno…—miró la espátula que había caído y bajó de la encimera para tomarlo—. Tenía mis sospechas desde un principio, pero…—lavó la espátula y la secó con un trapo—. Es solo que…me pareció demasiado egoísta —le miró a los ojos apretando los labios—. No quería creer que Hirakawa-san escondiera algo tan importante a Tsuruga-san.
—Kyoko…—sostuvo su mirada—. ¿cómo es que supiste…que ellos…
—Largos meses atrás supe que tenían relaciones —confesó indiferente.
—¿Qué…? —soltó apenas, atónito.
—Por eso ella no quería que supiese que estaba embarazada, sabía que yo podría sospechar del padre. Con lo que me dijiste ayer sobre tu amigo, deduje que mi sospecha era verdadera.
Yukihito se quedó paralizado, desconcertado por todo lo que oía. Siempre había sabido que Hitomi gustaba de Ren, pero nunca imaginó que ellos estuvieran en ese tipo de relación.
—¿Por qué no me lo dijiste? —le preguntó, entonces enojado por lo que Ren le hizo pasar a Kyoko. Se estaba enfadando con cada segundo, percatando el día en que ella posiblemente lo supo. Esos días ella parecía un cascaron vacío, había aceptado una gran cantidad de trabajo y llevaba una máscara sonriente, pegado a su rostro. La había obligado a tomar un descanso, demasiado preocupado, aún más al ver la fatiga impregnado en su rostro. Nunca lo pudo olvidar, esa noche en el que las lágrimas cedieron. La había descubierto tratando de llorar en secreto. Su corazón se rompió al verla así.
—Tsuruga-san no era nada mío —le dijo sacándole de su ensimismamiento—.Te enfadarías, y…por alguna razón te creí capaz de esterilizarlo…—posó la palma de su mano sobre su brazo—. Yuki, es pasado. Le aprecio como persona y como mi senpai. Ahora yo…—se ruborizó—.Yo soy…tu novia
—Supongo que tienes razón, le extirparía sus…—murmuró, callando lo último y sonriéndole.
—¿Es normal decir eso con una sonrisa? —interrogó enarcando las cejas.
—No es eso, es solo que…eso hizo a mi corazón emocionarse
—¿Eh…? ¿Te convertiste en un psicópata? —dijo riéndose entre dientes.
—No —negó con la cabeza, ampliando su sonrisa—. Escucharte decir por primera vez que eres mi novia me ha vuelto un tonto… ¿Es así como te sentiste?...Ahora solo quiero comerte, preciosa.
La agarró de la cintura, y la besó muchas veces ambas mejillas.
—¡Yuki! —se rió ella y ladeó la cabeza. Él besó su boca y su risa se calló en sus labios.
—Eres deliciosa —Imitó el sonido de los mordiscos mientras mordía el aire cerca de su mejilla.
—Idiota —le dijo riéndose tratando de descansar de las cosquillas que le hacía —Mi desayuno se va a quemar.
—Ups, es cierto
La soltó, y ella atendió rápidamente la comida.
Yukihito la abrazó desde atrás, posando la barbilla sobre su hombro.
—¿Cómo te enteraste de que ellos…?
—Ya no tiene importancia —exhaló un largo suspiro—. Hirakawa-san se encargó de hacérmelo saber, estoy segura que fue ella la que me envió un texto desde el celular de Tsuruga-san, me pidió que vaya a su departamento… Fue ella la que salió —calló durante unos segundos—. Sabes que esa mujer me odia.
—Si lo hubiese sabido…
—Shhh, te dije que está en el pasado —le pidió que la soltase, y cuando lo hizo, giró a él y tomó su rostro entre sus manos—. Nada de resentimiento, ¿entiendes?
—Mi novia es un ángel
Kyoko trató de reprimir una sonrisa al oírlo decir que era su novia, sabía que lo dijo a propósito, pero le besó en los labios y lo abrazó, escondiendo su rostro ruborizado.
—¿Qué haré contigo? —murmuró contra su pecho.
—Besarme una segunda vez ya que soy tu novio —respondió abrazándola.
Kyoko le hizo cosquillas.
—Zorro astuto
Él la soltó entre risas.
—Lo estuve pensando mucho —le dijo de repente ella con seriedad—. Quiero ayudarlos. Tsuruga-san tiene derecho a saber que tendrá un hijo…o una hija.
—¿Sí?
—Claro que sí —le dijo convencida—. Aunque al principio se enoje por haberlo escondido, estoy segura que Tsuruga-san lo acogerá. Ellos deben resolver sus conflictos por el bien del bebé, él es inocente, y necesitará de sus padres —parpadeó al no verlo reaccionar—. ¿Yuki…?
—Dios, siii —sonrió y la abrazó con fuerza—. Es lo que necesitaba escuchar. Eres mi ángel, preciosa.
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N/A: ¡Hola chicas/os!
Hace muchísimo tiempo que no escribo en fanfiction y realmente lamento mucho por mis seguidores (Se disculpa con dogeza)
A decir verdad la razón es que me he desalentado bastante con la falta de lectores y más por falta de comentarios, tal vez no tanto con esta fanfic, y más con otras que también he escrito. Me prometí seguir escribiendo pese a falta de lectores y comentarios pero me ha sido difícil, debo admitirlo. Tal vez incluso con tanto tiempo pasado ya no haya lectores, pero entre mi deseo de querer seguir escribiendo y la empatía con los seguidores ante una fanfic sin terminar, estoy aprovechando de la mini vacaciones que estoy teniendo. La vida me mantiene ocupada y la universidad me satura de tarea y exámenes sin parar TnT
A parte de todo lo dicho, realmente deseo que quienes lean esto hayan disfrutado del azucarado capítulo! XD Como lo sabemos ha pasado mucho, y mi inspiración no se compara a la intensidad de la que tenía antes.
Sin más, les envío besos, abrazos y buena salud. ¡Cuídense chicas/os! (≧ω≦)
