Capítulo 8: Villa Rosa

—¿Y bien? —le dijo Daisy —. Espero una respuesta.

Donald sabía que no tenía una respuesta, al menos no una que Daisy aceptaría. Ese día el camión había tenido un retraso por lo que había tenido que trabajar tiempo extra, luego se había dirigido a la casa para cuidar de sus sobrinos. Louie le había hecho pasar más de un susto. Donald sabía que los patitos tenían un horario, pero Louie dormía demasiado y era difícil despertarlo.

Luego había ido a trabajar en las reparaciones de Villa Rosa. Varias veces tuvo que detenerse para verificar que los niños estuvieran bien o para corregir los desastres que su mala suerte provocaba. Había estado tan ocupado que se olvidó de su cita con Daisy, pero eso era algo que no podía decirle.

—Daisy...

—No quiero escuchar tus excusas. No te preocupes, Gladstone pasó por mi casa y me invitó a la ópera así que puedes seguir con lo que sea que estés haciendo. Gladstone, a diferencia de otros, es un caballero que me trata como la dama que soy y me considera una prioridad.

Daisy colgó antes de que Donald pudiera decir algo. Estaba enojada, Donald lo sabía y lo entendía, era la tercera cita a la que la dejaba plantada. Él también estaba furioso, Gladstone nuevamente se había aprovechado de que tenía una discusión con Daisy y la invitaba a salir.

La idea de arruinar esa cita pasó por su mente. Se dijo que podría ir a la mansión y tomar prestadas algunas ropas de Della, pretender que Gladstone era su novio y hacerlo quedar como un infiel ante Daisy, o acudir a Paperinik y ponerlos en una situación de peligro, hacer ver a Gladstone como un cobarde, pero cambió de opinión cuando parte del techo comenzó a caerse. Tenía mucho trabajo por hacer y no tenía a nadie que cuidara de sus trillizos.

Los patitos comenzaron a llorar por lo que Donald supo que tenía que seguir con las reparaciones. Revisó sus pañales, estaban limpios, intentó alimentarlos, ninguno tenía hambre, revisó la temperatura, todo estaba en orden. Poco le faltó para ponerse a llorar junto a los niños y llevarlos al hospital. No sabía qué hacer.

Cargó a los tres y los llantos se detuvieron. Era difícil cargar a tres patitos, pero eso los había calmado por lo que Donald decidió que lo haría un poco más. Comenzó a caminar por la casa y contarles de sus planes.

—Sé que ahora está en ruinas, pero cuando termine, podré alquilar varios departamentos y seré un pato muy rico, más rico que su tío Scrooge. También haré un jardín hermoso, con muchos juegos para que ustedes nunca se aburran, pero ahora necesito trabajar ¿Podrían ser unos buenos patitos?

Los trillizos se rieron. Donald tenía la sospecha de que a ellos les gustaba el sonido de su voz. Varias veces se habían reído cuando les contaba una historia y en ocasiones no podían dormir si no les cantaba.

Comenzó a cantar la canción que Della había compuesto para los niños. Della nunca le había cantado esa canción, pero Donald la escuchó muchas veces, cuando ka escribía y cuando le cantaba a los huevos. Recordar era doloroso, pero sentía que al cantar su canción, Della seguía entre ellos.

Donald se alegró cuando vio a Mickey y a Goofy. Ambos se habían acudido de inmediato en cuanto se enteraron de su situación.

—¿Goofy, podrías cuidar de los trillizos?

Donald no le pedía ese favor únicamente por lo propenso que era Goofy a los accidentes, sino porque confiaba en él. Él tenía un hijo, Max, por lo que contaba con más experiencia a la hora de cuidar a los pequeños.

—¡Claro, Donald!

—¿Qué hay de Max?

—Está con su madre —Goofy se mostró un tanto apenado al decir esas palabras y Donald supo que seguía afectado por el divorcio.

Donald y Mickey no sabían qué decir. Ambos conocían a la ex esposa de Goofy y nunca se hubieran imaginado que esta le hubiera sido infiel en tantas ocasiones.

—Pienso construir un lugar de juegos, apuesto a que los niños lo amarán y sería divertido si trajeras a Max.

Los problemas no tardaron en aparecer. Donald y Mickey estaban pintando las paredes cuando ambos se encontraron y notaron algo inusual en los muros, ambos tenían un color diferente. No era la primera vez que les pasaba. Donald recordó que, cuando trabajaban pintando casas, él y Mickey habían tomado pintura de diferentes colores mientras que Goofy había pintado un mural en el garaje. Tuvieron que pintar tres veces, una para corregir las paredes de diferentes colores y la segunda porque se habían confundido de casa.

—Mickey ¿por qué usaste la pintura rosa?

—Es bonita ¿qué tiene de malo?

—Es de agua, la pintura blanca es para los exteriores y la blanca para los interiores.