Capítulo 10: Preparativos


Mickey se presentó en la oficina de Scrooge McDuck un miércoles por la mañana. El día anterior había visitado el edificio del que Minnie le había hablado y quedó fascinado. Necesitaba ser remodelado, era cierto, pero su estado era mucho mejor que el de Villa Rosa antes de que Donald comenzara a trabajar en ella por lo que creía que solo necesitaría de unas cuantas semanas para ponerlo a funcionar.

—¿Qué te trae por aquí? —le preguntó Scrooge McDuck —, si buscas a Donald...

—No, no es eso, vengo a hacerle una propuesta que no podrás rechazar.

—Ya le dije a Donald que no pienso hacerle ningún descuento en el alquiler del salón y que no pienso hacerle ningún préstamo.

—No es sobre eso de lo que quería hablarle —respondió Mickey algo confundido. Sabía que Donald y Daisy iban a casarse, Donald lo nombró como a uno de sus padrinos y Minnie había hablado de ello con tanta frecuencia que había llegado a sospechar que se trataba de una indirecta —, es sobre negocios y no es sobre la boda de Donald y Daisy.

—Te escucho.

Mickey comenzó a hablarle sobre su proyecto y de lo que él y Minnie habían investigado. Le habló de las ganancias que se obtendría y de la competencia en el mercado. Sabía que Scrooge era un pato de negocios por lo que no podía apelar a lo emocional, menos después de escucharlo negarle un favor a su sobrino.

—Es un negocio bastante arriesgado.

—No mucho ¿recuerda cuando Donald, Goofy y yo teníamos un restaurante? Las ventas eran buenas.

—¿Por qué cerraron? —preguntó Scrooge y podía notarse la sospecha en su voz.

—El edificio era alquilado y el dueño preferió darle el local a la familia de su esposa.

Mickey prefirió omitir que gran parte de esa decisión se había basado en acciones del cuñado del arrendador. Este al ver que el negocio de los tres amigos prosperaba, decidió que él podría hacerlo mejor por lo que convenció al dueño de que Donald, Mickey y Goofy hablaban de él acción sus espaldas y que no eran de confiar. Al final ninguno tuvo éxito, los clientes comenzaron a escasear y los tres amigos no pudieron conseguir un local.

—Entiendo. Puedo venderles el edificio, pero necesitaré una garantía. Necesitaré un adelanto del 40%, después de eso podrán pagar en mensualidades. Además quiero el 20% de las ganancias por tiempo indefinido.

Mickey intentó convencer a Scrooge de que cambiará sus condiciones, pero no logró demasiado. Pese a que hablaron durante horas solo pudo hacer que disminuyera el pago inicial y el porcentaje de ganancias en un 10%.

El pago inicial era lo que más le preocupaba. Scrooge McDuck se había negado a hacerle un préstamo y sabía que no podría conseguir el dinero por su propia cuenta. Todo eso le resultaba frustrante y especialmente doloroso. Sus amigos y novia se habían mostrado tan deseosos de participar en ese proyecto.

Pensar en cómo se lo diría era lo que más le dolía. Poco le faltó para faltar al encuentro de esa tarde.

—¿Cómo te fue con tío Scrooge? —le preguntó Donald, se notaba emocionado.

—Acepto, pero me puso muchas condiciones.

—Típico de Scrooge.

Mickey comenzó a contarle sobre su encuentro con Scrooge y trató de no omitir ningún detalle. También habló de las alternativas en las que había pensado y cómo esperaba cubrir ese no tan pequeño contratiempo.

—El problema es que la renta es cara así que rápidamente perdería el dinero por la venta de la casa.

—Podrías mudarte a Villa Rosa.

—¿Seguro? —Mickey no se había esperado la propuesta de Donald.

—Villa Rosa es grande, podrían mudarse todos y seguiría sin haber problemas de espacio. No te preocupes por la renta, es lo menos que puedo hacer después de lo mucho que me has ayudado.

—Además será divertido —agregó Daisy —, Minnie y yo vivimos juntas así que no habría mucha diferencia.

—No creo que sea suficiente con la venta de mi casa.

—Yo también podría vender mi casa y con eso podríamos ajustar el pago inicial —sugirió Goofy —. Max y yo no ocupamos mucho espacio.

Mickey estaba conmovido. Sabía que podía contar con sus amigos en todo momento, pero no esperó una ayuda tan desinteresada.

—No tienen que hacerlo...

—Tonterías —lo interrumpió Donald —, tío Scrooge se ofreció a ayudar y no podemos dejar que logre escaparse. Además hablé con Panchito y José y ya están de camino.

—No estás solo en esto —le dijo Minnie —, House of Mouse es un proyecto de todos.

Mickey supo que nada de lo que dijera bastaría para convencer a sus amigos de lo contrario. Tampoco lo intentó. El mesero llegó por lo que todos ordenaron algo para comer. Después se dedicaron a conversar sobre trivialidades.

—Minnie y yo nos vamos, tenemos que comprar mi vestido de bodas. Donald, espero que no te olvides de mi anillo de bodas.

Cuando Mickey se había ofrecido a ayudar a Donald con su anillo no había esperado que este se dirigiera a su casa. Goofy se veía igual de confundido.

—Acompañar a tío Scrooge tiene sus ventajas —Donald le mostró un pequeño cofre en el que guardaba varias joyas —, ¿cuál creen que le guste más a Daisy?

Mickey señaló una piedra de color rosa. No sabía qué tipo de gema era, pero confiaba en que a Daisy le gustara. Sabía que a su amiga le gustaba el color rosa y estaba seguro de que ese era su color favorito.

—Solo tengo que ir a una joyería para que lo pongan en un anillo. Luego ir a la librería para recoger las invitaciones. Es una suerte que Daisy quisiera estar a cargo de la organización porque no creo que hubiera podido hacerlo solo.