Capítulo 12: House of Mouse
A Donald no le sorprendió que House of Mouse estuviera lleno el día de su inauguración y francamente no le sorprendería que permaneciera de ese modo durante mucho tiempo más. Había conocido a Mickey durante muchos años y siempre había sido de ese modo. El ratón siempre tenía éxito en todo lo que intentaba y eso había hecho que Donald se sintiera celoso.
Tampoco le sorprendió que estuvieran presentes varias celebridades y figuras influyentes. Era Mickey Mouse y Donald estaba seguro de que eso bastó para que todos se enteraran de su nuevo proyecto, incluso si Scrooge no quiso invertir en ningún tipo de publicidad.
Ver a Daisy tomarse una fotografía con Anna y Elsa de Arandelle, lo hizo sonreír. No era solo porque estaba seguro de que el perfil de Daisy conseguiría más popularidad que el de Gladstone, algo por lo que habían estado compitiendo durante mucho tiempo, sino por la sonrisa de su esposa. Ella se veía feliz y su alegría era contagiosa.
Donald no salió de la cocina en toda la noche. Entre el trabajo y vigilar a sus patitos, no tuvo tiempo para descansar. Linda Paper se había ofrecido a cuidar de los pequeños esa noche y Donald confiaba en ella, era su amiga, no tan cercana como Panchito, José, Mickey o Goofy, pero era su amiga después de todo y no le habría encargado el cuidado de los pequeños si no creyera que era capaz de hacerlo. Era que simplemente no podía evitarlo y necesitaba verificar los monitores para saber que todo estaba bien.
Ver a Gladstone no le pareció extraño. Su primo solía colarse muchas veces en su casa, a veces para buscar comida y otras para presumirle su suerte. Ver un paquete entre sus manos confirmó sus sospechas.
A Daisy le gustaba su trabajo en House of Mouse. Tenía sus cosas malas como el hecho de que debía sermuy cuidados cuando asignaba los asientos, no todos se llevaban bien y algunos se llevaban muy mal.
Su parte favorita fue tomarse fotografías con los invitados y actualizar su perfil. Pensar en que podría ser más popular que Gladstone era algo que la ilusionaba. Se tomó fotografías con Elsa, Anna, Moana, Aladín, Jazmín, Simba, Nala, la princesa Elena, Elena de Avalor, Star Butterfly, Marco Diaz, Tom Lucitor, Malefica, Aurora, Felipe... eran tantos nombres que podría pasar horas solo enumerandolos.
—¿Quiénes son esos patitos? —preguntó Ariel con curiosidad.
Daisy señaló a los trillizos que dormían.
—Ellos son los sobrinos de mi esposo y este pequeñín es mi hijo. Son una ternura.
—Felicidades, son muy adorables —Ariel acarició su vientre ligeramente abultado —, en unos meses tendré a mi bebé y no puedo esperar para convertirme en madre.
Daisy se río al escuchar esas palabras y comenzó a contarle sobre su experiencia cuidando de los niños. Le dio varios consejos y se divirtió escuchando las anécdotas de la hija menor de Tritón. Ambas hubieran continuado hablando por más tiempo de no ser por algunos clientes impacientes.
No fue una velada tranquila, pero tampoco hubieron muchos incidentes. Goofy tropezó varias veces y en una ocasión terminó provocando que Milo Murphy terminara cubierto de comida, Marco tropezó y resbaló hasta chocar contra la pared y destruir uno de los parlantes. Afortunadamente Minnie pudo conseguir un reemplazo rápido y Horace no se demoró en instalarlo.
—¡Reunión del personal de House of Mouse! —anunció Mike el micrófono poco después de que el Club cerrara.
Donald le dio un último vistazo a sus patitos antes de acudir al llamado. Ver a Scrooge McDuck tampoco lo sorprendió. Lo conocía demasiado bien para saber que no estaba allí únicamente para supervisar el negocio.
—Tráeme el plato once del menú —le dijo Scrooge, confirmando sus sospechas.
—¿Qué hay de la reunión?
—Mi comida es más importante ¿tengo que recordarte que soy el dueño del edificio?
Mickey acabó con esa discusión empujando a Donald de vuelta a la cocina.
—¡Donald, tráeme lo mismo a mí también! —gritó Daisy.
—Descuida, te esperaremos y te ayudaré con este pedido.
La reunión comenzó poco después, cuando Donald regresó con lo que le habían pedido. Daisy era la única que parecía molesta, a Goofy le faltaba poco para quedarse dormido.
—House of Mouse ha sido todo un éxito —comentó Mickey feliz —, no me extrañaría si se convirtiera en uno de los clubes más famosos si seguimos trabajando así.
—Eso espero —comentó Scrooge con severidad.
—Quiero felicitarlos por el gran trabajo que hicieron. Oswald, maravillosa forma de recibir a los clientes, Daisy, gracias a ti todos tuvieron un lugar donde sentarse, Goofy, lo hiciste muy bien, nadie se quedó con hambre...
—Yo sí —interrumpió Scrooge —, Donald, tráeme otro plato.
Donald se quejó, pero terminó haciendo lo que su tío le había ordenado. Mickey decidió que no lo esperaría en esa ocasión y siguió hablando.
—Horace, eres el mejor técnico del mundo, no hubo ningún solo error, Clarabella, tengo mucha fe en tu sección, sé que muchos la disfrutaron, yo lo hice. Mike, tus presentaciones fueron ingeniosas, y memorables. Donald... no está así que hablaré después con él. Oswald, bien hecho, hermano, tus modales fueron impecables y estoy seguro de wue nadie se fue con quejas. Minnie, mi hermosa Minnie, nada de esto habría sido posible sin ti. Supiste controlar todos los incidentes de manera magistral, organizar todo para que resultara perfecto y tener todo listo a tiempo. No sé qué haría sin ti.
—Descuida, no te daré la oportunidad de averiguarlo.
Fue en ese momento que llegó Donald. El pato había aprovechado para prepararse algo de comer y no tardó en descubrir que fue un error cuando su sándwich terminó en las manos de Daisy.
—¿Cómo supiste que quería un sándwich? —le dijo Daisy antes de darle un beso.
Donald prefirió no decir nada al respecto y decidió que lo mejor era cambiar de tema.
—¿Me perdí de algo?
—De tus felicitaciones, Donald, estoy muy orgulloso de tu comida —le dijo Mickey —. Y por último, pero no menos importante, quiero agradecer a Scrooge, nada de esto hubiera sido posible de no ser por su ayuda.
—Ahórrate tus palabras. Yo me conformo con recibir el dinero que me corresponde y ser atendido gratis en House of Mouse.
—Igual quisiera agradacerle por creer en nuestro proyecto.
