Capítulo 16: Un viejo conocido


Donald se había dirigido a House of Mouse. Comenzó a limpiar y a pretender que tenía cosas que hacer. Revisó la alacena y, para su molestia, comprobó que su presencia sí era requerida. La alacena necesitaba ser reabastecida.

Donald contactó con los proveedores usuales y compró todo lo que hacía falta. Estaba acomodando la despensa cuando notó la presencia de Minnie y de Horacio. Ambos se encontraban conversando sobre la función de esa noche.

Si bien era cierto que Donald y Mickey eran los dueños del club, Minnie era la encargada de tomar las decisiones más importantes. Ella estaba a cargo de administrar las ganancias, elaborar la agenda de la noche entre otras cosas.

—Esas luces necesitan ser reparadas —comentó Horace mientras señalaba el sector A —. Ayer noté que parpadeaban y podrían apagarse en cualquier momento.

—Estoy en ello —comentó Minnie mientras revisaba su teléfono celular. Fue en ese momento que notó la presencia de Donald ¿Qué haces aquí tan temprano? —le preguntó.
—. Donald señaló las verduras que estaba guardando en una de las neveras. No agrego nada más.

—Es un alivio que te ocuparas de ello —le dijo Minnie sonriente —. Estaba por buscarte. House of Mouse ha estado creciendo considerablemente y necesitamos a alguien que se encargue de saludar a nuestros clientes y...

—Puedo encargarme de eso —la interrumpió Donald —. No es por presumir, pero soy un gran anfitrión.

—Podría funcionar —comentó Minnie pensativa —, pero ¿quién se encargará de la cocina?

—Puedo llamar a mi abuela. Ella es una gran cocinera y estoy seguro de que querrá formar parte de House of Mouse.

—¿Sabes que puedes tomarte el día libre? —le preguntó Minnie —. Entiendo si necesitan tiempo… después de lo que pasó con Donna.

Donald negó.

—Daisy y yo hemos hablado de eso. House of Mouse nos necesita y nosotros queremos estar ocupados.

—Entiendo. Si necesitan algo, solo tienen que pedirlo.

Donald no quería hablar con Flint Steel, estaba temeroso por alguna posible represalia, pero sabía que debía visitar a su abuela y no quería ir sin los niños. El pato había esperado no encontrarlo, pero su suerte, nuevamente jugó en su contra.

—¿Donnie? —le preguntó Flint. No parecía enojado, pero Donald estaba demasiado asustado para notarlo —. Daisy está preparando el almuerzo y me ha pedido que cuide de los niños. Tienes una familia muy grande.

—Una bella familia —comentó Donald temeroso, algo que Flint no notó —. Lamento lo del campamento.

—¿Por qué? —preguntó Flint y realmente se veía confundido.

—Por todas las bromas que te hice.

—No deberías. Te debo todo lo que soy ahora —Flint Steel era sincero.

Aquello tomó por sorpresa a Donald. Tal fue su asombro que terminó por desmayarse.