Capítulo 17: Reconstruyendo una familia
Donald había viajado a la granja poco después de que se recuperara de su desmayo. Flint Steel había dicho que quería descansar un poco y Daisy quiso acompañarlo. Tuvieron algunos problemas para viajar todos en el carro por lo que Donald se dijo que debía conseguirse un vehículo más espacioso.
La familia estaba creciendo.
Elvira y Coot los recibieron con grandes sonrisas, las cuales se apagaron al enterarse de lo que había pasado con Donna. Enterarse de esa trágica noticia era doloroso.
—Pero Donna se recuperará. Ella es fuerte y despertará antes de que nos demos cuenta.
Donald no mencionó el motivo de su visita antes de la comida. Su abuela y primo querían jugar con los más pequeños y él consideraba que no tenían ningún motivo por el que apresurarse.
Elvira se tomó un descanso para ir a la granja. Donald tuvo que cargar con los cestos de comida y con las cosas de los bebés por lo que raramente podía ver lo que estaba frente a él. Poco le faltó para caerse, pero eso no evitó que perdiera parte de la comida, ya fuera porque se le caía o porque Gus la robaba.
Daisy se dedicó a alimentar a Dylan en lo que Elvira, Gus y Donald jugaban con los otros bebés. April, May y June eran las mayores, pero todavía no sabían nadar por lo que también había que vigilarlas.
Donald y Daisy se habían asegurado de que todos tuvieran sus flotadores y chalecos salvavidas además de que permanecieran en la orilla del estanque. Donald las sostenía para que pudieran aprender a nadar.
—Pareces una sirena —le dijo a May mientras la sostenía. Ella era la que había demostrado una mayor habilidad para nadar.
Dewey fue el que mostró más problemas. Donald terminó empapado mientras que lo cargaba, pero no se enojó. Si bien era cierto que su temperamento era muy malo, también lo era que amaba todo lo que hacían esos bebés. Para él, todo era adorable.
—Más despacio, Dewey —le dijo la abuela con voz calma, ella también estaba empapada.
Dewey se rió, pero no obedeció. De los tres, era el más inquieto.
Louie había sido el primero en dormirse.
—Se parece mucho a ti —comentó la abuela —. Recuerdo que solías dormir cuando no estabas haciendo travesuras.
Donald se mostró avergonzado al escuchar esas palabras. Amaba a su abuela, pero debía admitir que encontraba molesto el que casi siempre tuviera una historia con la que avergonzarlo.
—Y eso no ha cambiado nada —agregó Daisy con el mismo tono burlón.
—¡Eso no es cierto! —se quejó Donald.
Elvira, Gus y Daisy se rieron a carcajadas al escuchar esa respuesta. Para Donald fue aún más vergonzoso cuando April, May, June, Huey, Dewey, Louie y Dylan comenzaron a reírse.
—No puedo creerlo —Donald respondió de forma muy exagerada —. ¡Traicionado por mis propios patitos! ¡Eso amerita un castigo!
Donald comenzó a hacerles cosquillas a los más pequeños. Amaba a esos pequeños y verlos reír había hecho que disminuyera su mal humor.
Los juegos en el estanque se extendieron por un largo rato. Los pequeños comenzaron a quejarse por lo que Elvira decidió que era el momento para comer.
Fue difícil alimentarlos y es que ninguno quería esperar. Todos lloraban y pataleaban exigiendo comida.
—Lo aprendieron de su tío.
Dylan y Louie fueron los primeros en quedarse dormido, May fue la última. Donald también lo habría hecho de no ser porque tenía que hablar con su abuela.
—House of Mouse está creciendo y me gustaría preguntarles si podrías ayudarnos con la cocina.
—No puedo dejar la granja, hay mucho trabajo.
—Yo puedo ayudar —se ofreció Gus.
—Pero necesito ayuda en la granja y no tengo dinero para contratar ayudantes.
Donald se sintió desanimado al escuchar esa palabra. Elvira había sido su única opción.
—Se me ocurre una idea —comentó Daisy —. He escuchado de granjas que son centros turísticos. Los turistas pagan por la experiencia de la granja, eso incluye hospedaje, comida y… trabajo.
A Donald le pareció extraño el que alguien pudiera pagar por trabajar, pero no dijo nada.
—Podríamos intentarlo —comentó Elvira pensativa —. Podría hacer unas remodelaciones en el jardín y construir ese patio de juegos para mis bisnietos.
Donald estaba agotado, pero él y Daisy quisieron visitar a Donna ese día. Necesitaban saber cómo estaba y esperaban que su estado hubiera cambiado.
No fue así.
Era doloroso saber que las probabilidades de que Donna despertara seguían siendo mínimas y que no había nada que pudieran hacer.
Faltaba poco para que empezara el horario laboral y Donald se encontraba cantando la canción de cuna que Della había escrito para sus hijos. Él conocía más canciones, pero consideraba que esa era especial. Lo hacía sentir más cercano a su hermana y consideraba que era lo mínimo que podía hacer por sus sobrinos. Además era la favorita de los pequeños.
—¿Necesitas ayuda? —le preguntó Daisy en un susurro.
Donald negó. Acababa de acostar a May sobre su cuna. El resto de sus parientes permanecían acostados y profundamente dormidos. Había sido idea de Daisy el que todos los bebés durmieran juntos, no por problemas de espacio, sino porque así era más fácil cuidar de ellos.
—Minnie nos dijo que podíamos tomarnos el día libre —Donald no apartó la mirada de sus sobrinas. Ellas eran muy pequeñas para entender lo que pasaba, pero parecía que lo hacían y es que habían estado muy inquietos.
—¿Le dijiste que no?
Donald asintió.
—Estoy preocupada por Donna, pero tampoco creo que sea buena idea dejar el trabajo.
Ambos permanecieron observando a sus sobrinos e hijo durante varios minutos. Para ambos era muy satisfactorio verlos dormir tan tranquilamente.
—¿Qué hay de Flint Steel? —preguntó Donald —. No lo he visto desde que…
—¿Te desmayaste? —preguntó Daisy burlona —. Dijo que saldría a pasear. Lo invité esta noche a House of Mouse?
Donald y Daisy dejaron la habitación. Ambos se dirigieron a la cocina y se sirvieron algo de comer. Daisy estaba tranquila porque sabía que no tenía ningún pendiente, Donald también, ir a visitar a su abuela era algo que lo alegraba.
