Capítulo 18: Super Goof


A Goofy le gustaban los superhéroes. Los había admirado desde su infancia, cuando él, Donald y Mickey solían pasar horas leyendo cómics, no obstante nunca imaginó que pudiera convertirse en uno y menos que podría ser tan poderoso.

En esa ocasión Goofy se encontraba cosechando cacahuates de su jardín. Estos habían sido afectados por la radiación de un meteorito, pero él no lo supo hasta que probó uno. Sus ropas cambiaron y él podía hacer cosas que no podía hacer antes. Goofy podía volar, levantar toneladas sin hacer ningún esfuerzo, ver a través de las paredes y muchos más. Goofy se dijo que sus poderes debían ser usados por el bien y que él se convertiría en el mejor superhéroe de todos.

Su primera hazaña no fue especialmente grande. Él voló cerca de un árbol y encontró un pequeño gato atorado en una de las ramas. La niña a la que pertenecía esa mascota le dio las gracias.

—¡Muchas gracias! —comentó la niña con emoción —. ¿Cómo se llama?

—Soy Super Goof… Super Goof nada más.

—¡Cool!

Super Goof se enfrentó a varios villanos. Evitó que Emil Eagle robara el laboratorio de Scrooge McDuck, que Contaminador destruyera la campaña de los Jóvenes Castores para reverdecer Calisota, pero falló en ayudar a Rockerduck. Irónicamente lo que descubrió después hizo que no se sintiera tan desanimado por su fracaso.

Emil Eagle no representó un desafío. Él fue lo suficientemente inteligente para entrar al laboratorio de Scrooge McDuck, pero Super Goof podía ver a través de las paredes y todo lo que tuvo que hacer fue sostenerlo de la camisa y llevarlo volando hasta la cárcel.

—¡Pagaras por esto, bufón con pijama! —le gritó el científico.

—No soy un bufón, soy un superhéroe —respondió Goofy un tanto confundido.

Emil Eagle solo intentó escapar durante el principio, probablemente porque era consciente de lo que pasaría si caía.

La prensa solo lo había visto volar con el criminal, pero eso bastó para darle una reputación que se haría más grande con cada rescate que hacía o cada vez que enviaba a un criminal a prisión.

En el caso de Contaminador tuvo más problemas. El villano, a diferencia de Emil Eagle, sí sabía de su existencia, por lo que se preparó.

—Tú debes ser Super Goof —comentó el villano de forma burlona —. Te estaba esperando.

—¿Es por eso que no quieres que se siembren árboles en Duckburg?

—No, es por eso que te preparé un regalo de bienvenida.

Contaminator lo atacó con bolsas de basura en cuanto lo vio. Super Goof se defendió soplando y le devolvió su ataque. Luego lo llevó a la cárcel. Super Goof era tan rápido que limpió el área en cuestión de minutos.

En el caso de Rockerduck las cosas fueron diferentes. El billonario había utilizado su canal de televisión para localizarlo. Asegurando que se trataba de un caso de vital importancia para el futuro de Duckburg.

—Años ordené construir un castillo. Quería un lugar donde pudieran hacerse actividades para el bien social y que los niños pudieran celebrar la navidad, especialmente aquellos de menos recursos, pero mis socios tenían otras intenciones. Afortunadamente pude colocar una cláusula para proteger esa propiedad. Para venderla, el comprador tendría que pasar veinticuatro horas en el castillo, si no era vendida en veinte años, yo podría recuperar mi posesión si cumplía la condición de venta. Ellos me hicieron criogenizar, pero mi fiel Jeeves me hizo volver y evitó la venta. Ahora él no está en posición de hacer algo y temo que los nietos inescrupulosos de mis antiguos socios quieran hacer algo en mi contra y en contra de los niños de Duckburg. Si fallo, el castillo será demolido.

Super Goof se encontró a un pato enmascarado en el interior del castillo. Localizarlo no fue difícil, su visión de rayos-x le permitió verlo colocando las trampas que habían dado inicio a todos los rumores sobre dicho lugar. Él, al igual que Contaminator no tenía poderes, pero sí varios gadgets y mucha inteligencia.

Super Goof intentó llevarlo volando hasta la cárcel, pero el pato lo mordió y lo hizo caer. El superhéroe sopló y sopló, pero el pato se aferró al suelo. No se movió ni un centímetro.

Super Goof se sintió frustrado al ver que el pato estuvo jugando con él todo el tiempo y que en realidad lo que buscaba era expulsar a Rockerduck del castillo antes de que cumpliera una estadía de veinticuatro horas, requisito para poder comprar esa propiedad. El superhéroe se sintió feliz al ver que esa propiedad terminó en manos de los Jóvenes Castores.

El pato enmascarado le hizo creer que planeaba explotar el castillo y aprovechó que estaba distraído para hablar con Rockerduck. Unas cuantas palabras bastaron para que el billonario se alejara corriendo, notablemente aterrorizado. Convencerlo de volver sería inútil, la condición no se había cumplido.

—¿Quién eres? —le preguntó al pato enmascarado.

Super Goof estaba enojado y no era solo por haber fallado. Pensar en la cancelación de un proyecto tan generoso era lo que más le molestaba.

—Solo llámenme venganza —comentó este de forma burlona antes de desaparecer.

Al día siguiente dos periódicos hablaban del tema, ambos pertenecientes a un McDuck. Gideon y Scrooge publicaron sobre cómo el castillo había pasado a manos de los Jóvenes Cástores y de la intervención de un pato enmascarado, Duck Avenger.

A Goofy le alegraba que el castillo no fuera demolido y sabía que estaría bien en las manos de los Jóvenes Castores, pero eso no evitaba que estuviera furioso. Él consideraba que Duck Avenger era peligroso y que debía ser detenido.