CAPITULO 17
Era apenas la mañana siguiente y ya tenía la desgracia de toparse con Tony.
Y es tan mala coincidencia, porque tenía la intención de pasar el día en su habitación, aventurarse fuera de ella tan poco como fuera posible para evitar el riesgo de encontrarse con el otro habitante de la Torre Stark. Pero claro, sabe que el hombre puede llamarle en cualquier momento que quiera, pero al menos le da esa frágil seguridad de no estar en su inmediata presencia. Para tenerlo fuera de vista. Para estar lejos de su vista.
Pero después de un rato de estar encerrado en los confines de su habitación, las paredes se sienten como si se estuvieran cerrando sobre de él. Quizás si fuera capaz de abrir una ventana para dejar que algo de aire fresco entrara podría soportarlo, pero la ventana está tan firmemente cerrada como el primer día que llegó. Así que se decidió a salir por un ratito antes de ahogarse por culpa de la combinación de aire viejo y sus pensamientos nerviosos.
Se suponía que sólo sería una caminata rápida por los corredores, pero se congela sobre sus pasos cuando la puerta a su derecha se abre inesperadamente y Tony se materializa enfrente de él como un monstruo de pesadilla. Se acaba de despertar, parece, juzgando por el estado revuelto de su cabello.
Hace una mueca interna de dolor ante la repentina cercanía, esperando que Tony sigua caminando a donde sea que se dirigiera. Pero, bueno, no lo hace.
—Bueno, ¿no es lindo verte levantado y andando? —-ony comenta con una ceja levantada mientras mira a Loki—. Ya recuperado después de los ejercicios extenuantes ¿eh?
Loki no está seguro si espera que responda, así que se queda callado.
El hombre le mira largamente y luego se encoge de hombros. —Bien si tienes tanta energía extra, porqué no mueves tu trasero para allá y tiendes mi cama —señala con su pulgar sobre su hombro, indicando la habitación que acaba de abandonar.
Y aunque los adentros de Loki se agitan con eso, pelea con la parte de él que tontamente le grita que corra, que se aleje de ahí – a pesar de no haber a donde huir – callando forzosamente la urgencia. Con pies de plomo a causa del nervioso miedo, pasa el umbral de la puerta y camina dentro de la habitación de Tony.
Nunca la había visto desde adentro, y ha estado – inútilmente – esperando por que siguiera así. La habitación ante él es grande y espaciosa, con grandes paneles por ventanas que dejan la luz del sol filtrarse. Y por mucho que le importe, es el lugar más seco que se pudo haber imaginado. Incluso su celda en los calabozos era menos deprimente.
Y sinceramente desea que todo lo que el hombre quiere de él sea lo que dijo hace unos momentos. Seguramente eso terminara siendo un deseo vacio, pero se aferra a él de todos modos a falta de algo más.
Hay algo de ropa tirada en el piso y en encima de los muebles, como también una colección personal de artefactos e inútiles cachivaches. Aunque el objeto más notable sin duda es la enorme cama que está situada a la mitad de la habitación, suficientemente amplia para albergar a cuatro personas cómodamente.
Tragando la bilis que intenta salir por su garganta, se acerca a la más opulenta pieza de todos los muebles que es un revoltijo de sabanas y lino arrugado. Parece más como que una manada de leones estuvo peleando ahí en lugar de un solo hombre durmiendo la noche. Quizás Tony no tiene por hábito arreglar su propia cama, y es por eso que está tomando la oportunidad de que Loki lo haga por él. Al menos él desea que esa sea la única razón del por qué él está tan cerca de la cama de Tony esta mañana.
Así que empieza a llevar a cabo la orden, sus manos sujetan torpemente la tela mientras trata de poner orden entre las cobijas y cobertores. Las cosas esas son grandes y pesadas, y a pesar de sus esfuerzos, se niegan a alinearse propiamente. Y su mente no es que este ayudando exactamente, alimentándole con imágenes bastante inquietantes de él yaciendo desnudo encima de esas mismas sabanas que está acomodando, el peso igualmente desnudo de Tony presionándolo contra la cama.
Y puede sentir los ojos del hombre sobre de él mientras trabaja, siguiendo cada uno de sus movimientos. Esa mirada fija está haciendo que su piel arda, como si un colonia entera de hormigas rojas estuvieran dando su caminata matutina por toda su espalda, pero resiste la urgencia de sobarse esa molestia poco placentera.
Unos cuantos más jalones a la sabana, y la cama esta tan lista como posiblemente puede dejarla. Con la tarea terminada se endereza y se gira hacia Tony, temiendo lo que viene después.
Tony esta recargado sobre el marco de la puerta con un brazo contra la pared, efectivamente bloqueando la salida de Loki. Sus ojos aún están fijos en él, mirándolo intensamente.
Esa vista hace que una mano helada se aferre a su garganta con dedos gélidos, haciéndolo terriblemente consciente de que no hay lugar hacia donde correr; esta efectivamente atrapado aquí. Instintivamente, da un paso hacia atrás, esperando poner algo de distancia entre él y Tony. Pero cuando su pierna golpea contra la pieza del mobiliario tras de él, se da cuenta de que todos sus esfuerzos resultaron en llevarlo más cerca de la cama.
Y Tony sólo sigue mirando, sus ojos fijos.
Una de las cosas de las que Tony se da cuando se trata del dios que ahora vive en su torre es que siempre ha tenido una complexión pálida. Y quizás es sólo su imaginación, pero puede jurar que justo ahora el tono luce más pálido y cenizo de lo que usualmente luce. Casi enfermizo. Algo de lo que el Conde Drácula habría estado orgulloso.
Realmente no recuerda que Loki fuera tan pálido. De acuerdo, No es muy probable que haya tenido mucha exposición a la luz del sol desde su ataque en Nueva York y consiguiente encarcelamiento en SHIELD y luego en Asgard, seguido por su estancia aquí, pero aun así.
Así que mientras el dios está ocupado tendiendo al cama, lo observa en silencio, tratando de descubrir si hay algo mal con en él. ¿Quizás se está enfermando? Eso explicaría la palidez al menos.
En ese caso realmente espera que no sea nada serio y que necesite atención médica. Lo cual podría ser… problemático. Pero entonces, ¿son los Asgardianos susceptibles a enfermedades humanas? ¿Quizás los dioses sin sus refinados súper-poderes-que-probablemente-incluyan-inmunidad-a-todas-las-enfermedades lo serían? ¿Podrían contraer la gripa o una fiebre? ¿O ellos contraían sus propios tipos de bichos desagradables y extraños contagios?
Hmm…
Bueno, quizás le haría bien a Loki comer algo. Quizás eso mejore las cosas. Mira la cama, haciendo una mueca ante la vista poco satisfactoria. Tender camas claramente no es uno de los talentos ocultos de Loki, por mucho que Tony hubiera deseado que a si fuera.
Oh bueno.
—Muy bien —dice, mirando al dios pálido frente a él una vez más—. Hora del desayuno. Parece como si necesitaras un poco de comida.
—¿Quieres algo de mantequilla de maní con eso? Lo juro, esa cosa sabe mejor de lo que se ve —le ofrece el tarro como algo exótico, el cuchillo para la mantequilla enterrado en él, pero Loki solamente sacude la cabeza.
—Como quieras, princesa —encogiéndose de hombros, Tony remueve el cuchillo, el cual hace un suave sonido de succión mientras sale, y lame la sustancia dulce aún embarrada a los costados del utensilio.
Silbando para si mismo, entierra el mismo utensilio de cocina en el enorme jarrón de mermelada de fresa a su derecha, sacando una enorme masa de esa cosa gelatinosa y aventándola sobre la mantequilla de maní embarrada sobre su rebana de pan. Loki le mira de reojo rápidamente, claro en la opinión de que los modales de Tony en la mesa dejan mucho que desear.
Claro, como si los dioses en Asgard no se comieran a mordidas sus costillas de puerco usando sus dedos y aventando sus jarras vacías de licor contra el piso.
Él comienza a extender la cosa de fresa de forma más regular sobre su sándwich, aunque tiene la sensación de que hay más gelatina, conservadores y aromas químicos en esa cosa que frutos reales, a pesar de lo que la imagen en el frasco te hagan creer.
—Entones… —dice, su boca llena de su sándwich y gelatina roja, artificialmente endulzada—. ¿Tienes algún plan en particular para hoy? ¿Enfurruñarte en una esquina? ¿Lloriquear en tu habitación? ¿Esconderte bajo la cama?
Ni siquiera sabe porque está tratando de hacer conversación con Loki. No es que el dios este mostrando apreciación de sus esfuerzos valientes, a pesar de no tener a alguien más con quien hablar, aparte de Tony, en un buen de tiempo. Jarvis realmente no cuenta.
Loki pellizca su sándwich cubierto de mantequilla de maní con sus dedos largos, pareciera que no tiene mucho apetito. Y a pesar de que Tony siempre se ha imaginado a los dioses Nórdicos con la capacidad de tragarse un cerdo entero y beberse una bañera llena de cerveza en una sola sentada. Loki está ahora sentado al filo de la silla, jugando con su comida como una doncella remilgosa cuyo té y bocadillos han sido servidos cinco minutos tarde y ahora tiene que asegurarse de que el mundo no sea ignorante del disgusto de su alteza.
—¿Bien? —le anima cuando una respuesta no parece llegar.
—No, no los tengo —ofrece el dios mecánicamente, sus ojos no dejando de mirar el sándwich.
Si Tony no supiera mejor, llamaría a esa mirada: apática. Y para mejorar la impresión de desdicha miserable, Loki parece que a penas y a dormido.
Hmm.
Intenta con otros comentarios, pero no le ofrecen una respuesta apropiada.
—Así que nos vamos con el tratamiento silencioso ¿eh? Y aquí yo que pensaba que tu boca era siempre tu mejor ventaja —chasquea los labios—. Estoy decepcionado, Rodolfo, esperaba mejor de ti.
Loki le mira como si él fuera una mosca, volando por ahí y fastidiando gente.
Tony muerde una vez más su sándwich decidiendo descartar sus sospechas anteriores, sólo por si a caso.
—Te ves un poco pálido esta mañana, Bambi. ¿No te están enfermando o parecido, verdad? —pregunta entre mordías—. Odio pensar en qué tipo de enfermedades los dioses alienígenas contraen.
—No.
Está bien entonces…
Se levanta de su silla y se dirige a la barra de la cocina, sirviéndose una taza muy caliente de expreso, inhalando profundamente el aroma. Ah, el olor de la cafeína por la mañana. Nada vence eso. Suspirando complacido, le da un trago a la taza aún humeante siseando de dolor cuando se escalda la lengua con el líquido caliente. Sí, quizás la paciencia es una virtud después de todo.
Mira a Loki de manera furtiva de nuevo, notando la manera impaciente e intranquila con que sus dedos aún están jugueteando con el sándwich. Puede que el dios sólo este sufriendo de absoluto aburrimiento. Quizás es por eso que explotó ayer, como un adolescente hambriento de atención, tratando de crear algo de drama a falta de otras maneras de entretenerse.
Bien. Tiene una reunión con el consejo y luego otro tonto evento de caridad que atender, pero si ese es el problema, se imagina que pueden sentarse y mirar algún tipo de película cuando regrese. Al menos es entretenimiento, algún tipo de distracción. Y ver películas ciertamente sirve para ponerlo a él de mejor humor.
Su mirada se posa sobre su reloj de pulsera, el cual es tan buen compañero de plática como el dios enfadado. Y demonios, ya debería de estar de camino, a menos de que quiera llegar tarde a su propia junta. De nuevo.
—Aburrido, ¿eh? —pregunta, deseando saber si ha dado con la raíz del problema.
Loki le ofrece una mirada vacía que luce mucho como un "Sí".
—Bueno, no te preocupes, princesa —dice, terminado lo que le queda de café en su taza—. Tengo algunas cosas de las que necesito encargarme hoy, pero cuando regrese esta tarde vamos a pasar un tiempo de calidad y entretenimiento juntos, sólo tú y yo —le muestra al dios su sonrisa más deslumbrante—. ¿Qué tal eso?
Loki se queda sentado en la mesa aún mucho después de que Tony se haya ido. Su cuerpo se siente entumecido y no está seguro de si sus extremidades lo obedecerían si tratara de moverlos.
Así que esta noche entonces.
Tony ya no va a esperar más. Lo que ha estado temiendo finalmente esta por suceder, y no hay una sola cosa que pueda hacer para detenerlo.
El sándwich en su mano hace un sonido asqueroso mientras lo aplasta entre sus temblorosos dedos, mientras lo reduce a un inútil y patético pedazo de mierda como su propia existencia.
No está seguro de si sus nervios o su sanidad puedan lidiar con otra extenuante espera.
