CAPITULO 19

Sus muñecas están en carne viva de jalar desesperadamente de los grilletes sujetándolas, cadenas tensas suspendiendo sus brazos por encima de su cabeza. La posición forzada está estirando su caja torácica y hace que se le dificulte el respirar; y aunque sus pies pueden tocar el suelo y ofrecerle algo de soporte, sus adoloridos hombros aún tienen que cargar con mucho del peso de su cuerpo. Su respiración es irregular, y por cada bocanada de aire, puede jurar que escucha a sus articulaciones quejarse.

Aun así todo palidece a una tontería en comparación con la agonía ardiente que es su espalda destrozada. No tiene ni idea de por cuánto tiempo ha estado así, es como si su memoria se hubiera apagado ya que sólo recuerda una larga eternidad de estar colgado aquí en este lugar de tormento. Como si hubiera estado aquí por siempre, pagando de primera mano todos los pecados que ha cometido en los nueves reinos.

Como sea, sabe que no puede haber estado aquí más de, ¿qué? ¿Una hora? ¿Media hora? Tiempo y lugar parecen haber perdido su significado; solo hay un aquí y ahora, el pasado está demasiado distante para importar y el futuro se dedujo a un océano furioso de dolor interminable y agonía.

Su cabeza esta colgando, el simple esfuerzo de mantenerla derecha parece una imposible proeza de fuerza. Fuerza que no es suya para reclamar, fuerza que está sangrando de él en gotas fluyendo como caudales sobre su cuerpo desnudo, manchando el suelo de un horrible rojo.

Trata de tragar, pero ni su garganta ni su lengua le obedece. Desesperadamente, desea beber algo de agua, tan sólo para tragar, algo para calmar su garganta que está irritada y ronca de gritar. Pero sabe que no se le ofrecerá nada, ni una simple gota, nada para calmar su sufrimiento. Está siendo castigado y no recibirá tales comodidades, nada para aliviar su angustia.

La látigo azota su espalda de nuevo –por quién sabe qué vez consecutiva, hace ya mucho que perdió la cuenta. ¿Pero no ha sido por siempre?– y grita cuando el cuero corta otra línea sobre su ya abusada piel.

Por un momento el dolor es todo lo que hay, bloqueando los demás pensamientos e impresiones. Sus sentidos se bloquean, y en ese instante no hay ni vista ni sonido, solo agonía cruda y sin diluir.

Le toma un rato antes de que logre respirar de nuevo, antes de que el mundo regrese lentamente a él. Antes de que una vez más haya vista y sonido y no solo terrible dolor. Ha estado esperando que eventualmente desmayarse, esa inconsciencia bendita que vendrá a reclamarlo, pero se ha mantenido dolorosamente despierto y consciente hasta ahorita. Aparentemente, ni siquiera esta pequeña compasión no le será concedida por el destino.

Puede sentir las gotas de sangre moviéndose de forma lenta por su piel desde los cortes en forma de cruz en su espalda, trasero y muslos, cayendo sobre el suelo. Desea poder colapsar ahí también, pero está colgado por esas cadenas inclementes, manteniéndolo dolorosamente derecho, sin darle un solo momento de descanso de su tormento.

Y duele tan horrible. Y el látigo continúa golpeándole una y otra vez. Cada latigazo llevándose un pedazo de su sanidad, reduciéndolo a una creatura sin palabra o pensamiento o mente, sólo controlada por el miedo y el pavor. Y sólo le queda un deseo – que todo termine.

Pero quizás no se detendrá, no ahora ni nunca. Quizás estará colgado aquí por el resto de una eternidad pintada de rojo, hasta que su mente le haya abandonado completamente, dejando sólo un caparazón roto y sangrante aún colgado de esas cadenas como una bestia enloquecida y encadenada.

Y sabe que no sanará en ningún momento próximo, el dolor no se detendrá, incluso si todo esto se detuviera. Ya no tiene los poderes que una vez tuvo, los que se encargarían de que su piel despellejada comenzara a sanarse sola, lenta pero constantemente removiendo cada resto de agonía que ha sufrido.

Pero tal alivio no vendrá. Él ha sido reducido a habitar el cuerpo de un mortal, y ha sido puesto a sufrir como uno.

Otro latigazo cae, y grita en agonía una vez más. Logró mantenerse silencioso al principio, pero se vuelve demasiado de manera rápida, y se da cuenta igual de rápido que los gritos le dan cierta cantidad de alivio, llevándose una parte del dolor con ellos, adormeciendo el fuego quemando su piel. Como sea, esos indultos ya no existen, tan pequeños e insignificantes como era. Ahora, esos gritos no hacen algo para aliviar el dolor, sólo lo hacen peor, pero es incapaz de detenerlo más. Los diminutos restos de orgullo que le evitaban tercamente que gritara al principio rápidamente fueron rasgados en pedazos uniformes junto con su espalda, y ahora no hay nada de eso ya.

El látigo cae de nuevo, haciendo que otro grito resuene entre las paredes. Nunca pensó que el dolor se pudiera sentir así, como una cruel entidad anidándose en el centro mismo de su ser, completamente incontrolable, como si se hubiera vuelto parte de él. Su espalda ha sido reducida a un campo de fuero y sangre y dolor, y es que todo duele demasiado…

¿Sus crímenes han sido tan graves para merecer todo esto? Pero es inútil preguntar, porque no está en posición de juzgar; no, sólo hay un hombre que sí. Él, quien está parado detrás de él, sujetando el mango del látigo, golpeándolo una y otra vez. Y se pregunta cuándo tendrá que pagar antes de que le hombre haya decidido que ha sufrido lo suficiente y el precio ha sido cubierto.

Con anticipación temerosa, espera por el siguiente latigazo que sabe que está por venir, que le enviara de nuevo la espiral de agonía ardiente a un nuevo nivel. Pero el látigo no cae como esperaba; en lugar de eso su atormentador avanza lánguidamente hacia delante y se detiene ante a él, admirando la vista con una sonrisa en sus labios y un brillo de algo nada placentero en sus ojos. Algo que hace que su cuerpo tiemble y luego se tense.

Sabes —Tony finalmente dice—, "sumiso" es una buena apariencia en ti —su vista viaja por todo el cuerpo desnudo colgado frente a él, examinándolo de manera crítica. Luego le mira malicioso—. También lo es "azotado sangrientamente".

Loki trata de concentrarse en su respiración; una tarea que debería de ser simple, pero que de alguna manera se vuelve mucha más difícil una vez que el hombre entra en su rango de visión. Su garganta se de repente ante la cercanía, y su pecho se agita un par de veces, como si fuera a enfermarse.

Los ojos de Tony son fríos y calculadores, ni un rastro de pena en ellos. —Bien, entonces. ¿Estás listo para disculparte? —hay una pausa pesada, mientras la boca de Tony se curva ligeramente—. ¿O será que prefieras que continuemos? —mueve el látigo en su mano, luciendo casi como si esperara lo último.

No… —Loki apenas logra sacar de su garganta escaldada, escuchando muy bien cuan patético y lastimero está sonando, pero ya está muy lejos del punto de que le importe—. No, por favor… —la palabra se siente extraña y alienígena en su boca, sin embargo parece satisfacer a Tony.

Levantando su mano, el hombre lentamente traza el látigo sobre su pecho con líneas perezosas, dejando caminos rojos sobre su piel. Loki tiembla, aunque no está muy seguro de porqué. Quizás es la mirada complacida y contenta en el rostro de Tony mientras ve a su enemigo quebrado, golpeado hasta sangrar por su propia mano, lo que causa que su cuerpo tiemble, o quizás es el cansancio, el dolor, o algo más completamente.

Luego la mano de Tony baja y sus ojos se endurecen.

No sonaste muy sincero la última vez que te disculpaste por aventarme a través de la ventana —dice con voz dura que promete más dolor y daño si Loki no llegaba a los estándares esperados—. Así que vamos a intentarlo una vez más, ¿deberíamos?

Loki traga, por un momento aterrado de que sea capaz de sacar alguna palabra de su abusada garganta, pero su voz le obedece, aunque reluctante. —Lo siento —susurra con una voz que apenas reconoce como suya. Y realmente lo quiere decir, aunque quizás no es por la razón que Tony quiere.

Tony deja salir una mezcla distorsionada de burla y risa. —Tengo que decirlo, suenas un poco sincero esta vez, Cuernitos —se burla, alegría maliciosa pintando sus palabras. Da un paso hacia atrás, observando a Loki donde esta colgando de las cadenas—. Como sea, si realmente quieres mi perdón. Tienes que ganártelo.

Con eso, las cadenas son aflojadas y Loki caer sobre sus rodillas sin contemplaciones sobre el piso duro, siseando de dolor cuando sus brazos son liberados de repente de su carga.

Su posición encorvada jala terriblemente de los cortes por el látigo, y por un momento, el mundo se pone borroso en sus ojos, antes de regresar una vez más a la normalidad. Tan normal como puede ser el mundo es su estado actual.

Desde su posición arrodillada, esta dolorosamente consiente del bulto en los pantalones de Tony. El hombre ya estaba erecto cuando Loki fue desnudado y colgado de los grilletes y cadenas, pero sin duda, se ha endurecido aún más desde entonces.

Su estomago se remueve de manera desagradable, y cierra los ojos, tratando de bloquear esa vista inquietante, para pretender que no está ahí, enfrente de él. Pero ni siquiera ese pequeño respiro será suyo, porque meros segundos después, una fuerte bofetada le está ardiendo en la mejilla, haciendo que sus ojos se abran con el movimiento. —Ya basta —Tony gruñe por encima de él, sin duda no está contento con lo que considera un obvio acto de rebelión por parte de Loki.

El mando del látigo se posa sobre su barbilla, inclinando su cabeza hacia arriba para que sus ojos vean los de Tony.

Casi se echa hacia atrás al mirar dentro de ellos y ser recibido con una retorcida mezcla de odio, alegría maliciosa y excitación, tan intensa que casi puede sentirla irradiando de ellos. —Será mejor que hagas buen uso de esa lengua de plata tuya o te encadeno de nuevo y continuamos donde nos quedamos —sisea, como si Loki no estuviera consciente de lo que le espera, de lo que Tony le está demandando.

Y luego, Tony se desabrocha los pantalones dejándolos caer al suelo sin más. Y contra su mejor juicio, Loki es vencido por el deseo de girar su cabeza hacia otro lado, pero hay un par de fuertes manos en su cabello, manteniendo su cabeza en su lugar con firmeza. Está demasiado débil para pelear, si fuera lo suficientemente estúpido para intentarlo, así que en lugar de ello sólo lo acepta.

Las manos están jalando de su cabello de manera dolorosa, como si estuvieran a punto de arrancar los mechones de raíz. Como sea, no pelea. Sabe mejor que eso. No tiene opción.

No hay opción.

Tony gime su placer mientras Loki se encarga de él, y a pesar de que está a punto de vomitar, procede como le ordenaron. El insoportable dolor de su espalda le obliga, callando el deseo ferviente de parar lo que está haciendo, recordándole cuales serán las consecuencias si se niega. La vil humillación es la peor que ha sufrido antes, peor que ser devuelto a Asgard en cadenas, pero es sólo que ya no puede soportar otra azotada, así que continua.

Mientras Tony embiste forzadamente en su boca, él trata inútilmente de alejarse de las manos que tienen su cabeza sujeta con firmeza, pero Tony no va a permitir nada de eso, jalando viciosamente en respuesta. —¿Ya estamos teniendo problemas para adaptarnos, princesa? Recuerda, eso es sólo por aventarme de esa ventana —el hombre gruñe, su voz velada por la lujuria y la victoria—. Por lo que hiciste en Nueva York, el perdón vendrá a un precio más alto.

Las palabras aún están resonando en sus oídos cuando se despierta asustado y gritando, su respiración irregular atorada en su garganta y su corazón latiendo tan fuerte contra su pecho que se sorprende de que aún no haya hecho su camino fuera de su cuerpo. Por un largo rato, sólo se queda tirado ahí, jadeando, mientras su sangre sigue retumbando en sus oídos, las imágenes terribles de su sueño dando vueltas como una tormenta furiosa en su mente.

Gradualmente, el miedo da paso a un alivio abrumador al darse cuenta que solo fue un sueño – aunque uno terrible, horrible, una pesadilla demasiado real, mucho peor que cualquiera que pueda recordar de sus noche febriles y siestas intranquilas.

Aún así las memorias están claras y muy vividas en su mente, y llenan su consciencia, negándose a desaparecer por el momento.

Tragando, se pregunta si su sueño es algo similar a lo que Tony tiene planeado para él. ¿O quizás será aún peor? Una vez más el terror del sueño levanta su fea cabeza con fuerza cuando las perspectivas espantosas de lo que es su futuro se hacen sentir otra vez.

Si tan sólo supiera, sería un poco más fácil lidiar con las cosas.

Pero no sabe. No tienen ni idea de lo que Tony va a hacer con él.

Y al final, sólo puede esperar por lo mejor mientras teme por lo peor.

Se lleva un buen rato antes de que el sueño se apodere de él de nuevo, y cuando lo hace, es intermitente y está lleno de imágenes espantosas, haciendo que gire y se retuerza entre las sábanas.


Maiden