CAPITULO 20

Él está parado en el centro de la habitación, su espalda aún es un retazó de agonía pura por parte de los azotes sufridos días atrás, mientras Tony está sentado confortablemente en una silla, engreído y presuntuoso. Esta vez el látigo de la sesión anterior ha sido remplazado por una fusta que sostiene en una mano, golpeando la punta lenta y deliberadamente contra la palma abierta mientras observa a Loki satisfecho.

Algo –quizás es la postura del hombre o la mirada en sus ojos o el aura que muestra– sugiera que su intención mayor esta vez no es infligir dolor primeramente, sino humillación.

La fusta cesa su golpeteo, y Loki retiene su aliento.

Desnúdate —es la orden tan predecible.

No tiene opción, por supuesto, así que deja que su ropa caiga al piso. Viendo como la desnudez es algo natural en Asgard, no debería sentirse incómodo con eso, pero aun así se encuentra queriendo desesperadamente eludir la mirada de Tony regodeándose sobre su cuerpo desnudo.

Arrodíllate —es la siguiente palabra que sale de la boca de Tony, también esperada.

Una vez más, obedece. No hay nada que ganar negándose. Y arrodillarse ciertamente no es algo que no haya hecho muchas veces ya, así que ya no importa.

Aunque la tercera orden no es lo esperado.

Avanza lentamente hacia aquí —Tony arrastra mientras le indica a Loki que se acerque con un movimiento flojo de sus dedos—. Sobre tus manos y rodillas.

Debería pero sus miembros se niegan a obedecer. Algo lo está reteniendo, una pequeña sombra de algo que apenas puede recordar, pero que aún parpadea en el fondo de su mente.

Sí, así es, hubo un tiempo en el que solía tener orgullo. La repentina memoria le hace congelarse en su lugar, inmóvil y estático mientras los segundos pasan, agonizantemente lento.

Tony entrecierra los ojos con furia ante la pequeña muestra de rebeldía. Se para bruscamente, camina hacia Loki y, sin decir una palabra, deja caer la fusta sobre su espalda abusada, haciéndolo gritar a causa del dolor ardiendo tan de repente. Sin cesar, la fusta continua cayendo, hasta que pierde la cuenta de los golpes sobre él y de los cortes del azotamiento muy reciente se abren de nuevo, la sangre comenzando a caer por sus costados.

Y la única cosa en que puede pensar mientras yace ahí, consumido por el dolor que está creciendo cada vez más con cada golpe, es que no hay nadie que lo salve, nadie quien levante un dedo para ayudarle. Esta completamente solo; el mundo le ha dado la espalda, indiferente a su dolor y sufrimiento. Y de nuevo se pregunta si realmente se merece todo esto. ¿Alguien merece esto? Pero no es de importancia; Tony claramente piensa que lo merece, y aquí, la suya es la única opinión que cuenta.

Cuando la golpiza finalmente se detiene, está yaciendo de cara al suelo, jadeando por aire que parece haber escapado de sus pulmones, lamentándose amargamente su irreflexiva desobediencia. El dolor es tan intenso como la última vez, si no que peor, haciéndolo sentirse mareado y nauseabundo.

Los zapatos de Tony se mueven para ponerse en su rango de visión cuando el hombre se para frente a él. Chasquea los labios suavemente, y Loki está seguro de que está sacudiendo su cabeza a pesar de que no lo puede ver desde su posición en el piso.

Pensé que ya habías aprendido que el ser revoltoso no te recompensa. —Un pie le pica en el costado, como si él fuera una pieza de basura tirada que encontró yaciendo a la orilla del camino—. Entonces, ¿vas a obedecer mis órdenes desde ahora como un buen esclavo?

Sólo hay una posible respuesta para eso. —Sí —murmura, la palabra ronca saliendo de su lastimada garganta.

Sin advertencia, la fusta golpea fuerte contra su espalda otra vez y grita a causa del dolor repentino.

Olvidas algo —escucha la voz disgustada de Tony desde algún lugar por encima de él—. Es decir tu posición. Y por sobre todo, la mía.

Lo que Tony quiere de él es demasiado obvio. Y como siempre, no tienen otra opción más que ofrecerlo.

Amo —logra decir, la palabra sintiéndose como cenizas en su boca.

Tony suelta un gruñido satisfecho. —Mejor. Quizás estás aprendiendo después de todo. —Se detiene, y cuando habla de nuevo, su voz es varias notas más dura—. Como sea, si piensas que esto es un comportamiento aceptable, quizás es hora de que te enseñe una lección real. Quizás hubieras aprendido tu lugar más rápido si te hubiera entregado a mis amigos Vengadores para que tuvieran su turno contigo también.

No, piensa, su estomago haciéndose nudo, pero sabe que no debe de decir esa palabra en alto.

Tony continúa, tan imperturbable como si estuviera hablando del clima. —Natasha estaría encantada con la oportunidad de divertirse un poco con sus cuchillos. No está muy feliz de que la hayas llamado perra llorona por no decir nada de lo que hiciste a su novio. Bruce Banner – o debo decir el Hulk – extraña terriblemente a su pequeño juguete. Y Por Steve Rogers – bueno, no dejes que su exterior tan amable te engañe. No quieres saber que está escondido debajo de esa fachada inocente. Al terminar con todo, probablemente, él es el peor de todos.

Una pausa pesada. Luego: —Y Barton, bueno, estoy seguro que ustedes dos tienen demasiado tiempo perdido para recuperar. De hecho, todos me han estado pidiendo que les deje pasar un tiempo a solas contigo. Barton, por ejemplo, ha sido particularmente firme en sus demandas, y he estado muy tentado a satisfacerlas.

Loki tiembla. Claro, todos los Vengadores están cargando rencor contra él. Y ni siquiera puede soportar lo que Tony le está haciendo.

El sonido de pasos le dicen que el hombre se está alejando de él en dirección a la silla. Es un pequeño alivio, pero es todo lo que va a obtener.

Así que si no aprecias la virtud de la obediencia, puede que decida ver si uno de mis amigos será mejor en enseñarte que yo.

Traga, aunque su boca está seca y no hay nada más que tragar que miedo y temor.

Luego Tony habla de nuevo, su voz agresiva. —Ahora. Arrástrate.

Sí, solía tener orgullo, tan difícil como sea de creer. Pero ya no hay nada ahora, ni siquiera un rastro, así que con un esfuerzo que hace que su mente gire por el cansancio, se empuja para levantarse del piso y gatea sobre sus manos y rodillas, lentamente, hasta donde Tony está sentado, mirándole con contenta satisfacción. —Detente ahí —demanda cuando Loki ha llegado a la mitad del camino. El dios se detiene, sentándose sobre sus piernas, no my seguro de si esta aliviado de que aun este fuera de alcance. El hombre sonríe mientras le observa, su mirada examinando de manera critica el cuerpo desnudo frente a él.

Tócate —ordena—. Y no hagas que me tenga que repetir.

No, el orgullo que solía tener ya no existe, el último pedazo se ha ido. Arrancado de su ser y hecho trizas por el mismo hombre que le está mirando con odio y resentimiento grabados en cada línea de sus facciones.

Con el rostro ardiendo de vergüenza, agarra su miembro flácido con dedos temblorosos, frotando su mano a lo largo. Pero sus atenciones no tienen efecto, no producen alguna reacción. Es sólo su palma acariciando piel y tejidos insensibles, y no puede recordar el estar en una situación tan poco erótica como esta.

Tony se ríe ante su actuación lamentable. —¿Eso es lo mejor que puedes hacer? Que patético. Esperaba mejor de ti, Cuernitos —se burla asombrado—. Ponle algo de esfuerzo a eso o en serio reconsideraré las peticiones de Barton.

Otra ola de vergüenza le arrastra, pero se acaricia más fuerte, tratando de concentrarse. Es completamente inútil y ni siquiera logra ponerse medio duro. Así que cierra los ojos tratando de apagar el mundo y recordar los placeres compartidos con amantes del pasado, pero las memorias se le escapan y todo lo que llena su mente es humillación y miedo y total desesperación.

Entonces escucha este sonido crujiente y cuando levanta la mira, Tony no está. En su lugar hay una vil criatura agachada sobre el asiento de la silla, una bestia nacida del fuego y azufre, ojos ámbar brillando y baba escurriendo de sus fauces abiertas revelando líneas perfectas de dientes afilados. Dientes que quieren rasgar y destruir, mutilar y destrozar hasta que ya no quede nada.

Salta sobre él, pareciendo flotar en el aire, increíblemente grácil para tan horrible y brutal creatura, cayendo con sus patas frontales sobre su pecho. No hay nada grácil en el impacto, el cual se siente como si un meteorito cayera sobre él, y lo aplasta contra el piso con furiosas fauces a pulgadas de su cuello. Muy apenas logra sacar un brazo de debajo de él para defenderse, tratando de agarrar el hocico que está a punto de partir su arteria yugular en dos.

Y es ahí cuando el rostro de la bestia cambia, como si el aire mismo hirviera y se moviera alrededor de él, y cuando la extraña imagen desaparece, lo que queda es una creatura portando un rostro demasiado familiar para su consuelo.

El rostro de Tony.

La sonrisa es de Tony también, pero los colmillos detrás de los labios aún son los de la bestia, afilados y puntiagudos. Trata de alejar su cuerpo, de levantar una pierna y ganar suficiente fuerza para quitarse el pesado cuerpo de encima y hacia un lado, pero sus esfuerzos son inútiles; la bestia pesa demasiado y no se mueve.

Una garra tipo mano golpea con fuerza un lado de cabeza, haciendo que su visión gire por el fuerte impacto, cegándolo momentáneamente. Cuando se recupera, patas con garras están desgarrando su cuerpo, dejando profundas heridas sangrantes, haciéndolo jirones.

Y grita, una y otra vez, mientras la bestia lo destroza hasta que ya no hay más que seguir desgarrando.

Cuando se despierta, es con el sudor deslizándose de cada poro de su cuerpo, con sabanas arrugadas enredadas en sus piernas, y con la garganta destrozada de gritar.


Los sueños de la noche anterior no lo dejan en paz. Se quedan tercamente en lo profundo de su mente, como apariciones encargadas de seguirle, negándose a dejarlo un sólo momento en paz.

Y la memoria de a lo que ha sido reducido por Tony en esos sueños aún está clara y vivida. ¿Sería posible que el hombre hiciera eso; podría hacer que Loki callera tan bajo, en verdad? O una pregunta aun más insólita - ¿quizás ya no está tan lejos de estar ahí?

De nuevo se encuentra caminando por la torre, sin saber a dónde o qué hacer consigo mismo, pero sintiéndose como si la bestia aun estuviera rondando en la sombras, siguiéndolo sólo pasos atrás. Y no hay lugar seguro del monstruo, no lugar para esconderse ni a donde escapar. Está atrapado, como si aún estuviera sentado en el calabozo allá en Asgard.

La espera es insoportable. ¿Por qué Tony no le ha llamado aun? ¿Qué está esperando? ¿Es esto una parte retorcida y enferma del juego, hacer que Loki se cocine en su propia miseria mientras espera lo inevitable?

No tiene respuestas para esas preguntas.

Así que en lugar de ello, vaga intranquilo, entrando y saliendo de habitaciones, a través de los pasillos y de regreso, dando círculos interminables, de aquí para allá. Quizás es un intento de dejar sus pensamientos angustiantes en algún lugar del camino, pero sus esfuerzos se muestran inútiles; se niegan a quedarse atrás, desgarrando su consciencia con afiladas garras y dientes.

Y de repente se encuentra en la cocina, un lugar en el que ha estado muchas veces antes, pero sólo una o dos veces sin la presencia de Tony. Por alguna razón, se siente fuera de lugar estando aquí solo, así que se para por un momento, deteniendo sus pasos brevemente. El área está ilumina y es espaciosa, y si fuera bajo circunstancias diferentes la consideraría agradable, incluso relajante. Observa el cromo brillante, el mármol negro, los azulejos grises, sus ojos lo miran todo.

Entonces se encuentran con algo más ahí, y ahí se quedan.

La colección de cuchillos de cocina sobre la barra.

Por un largo rato sólo se queda parado ahí, congelado. Algo está rugiendo dentro de él, y ese algo se está volviendo ruidoso y más insistente conforme sigue mirando los utensilios filosos. Como si le estuviera diciendo que actuara, realmente hacer algo en lugar de resignarse a su miserable futuro.

Como si algo estuviera controlando sus movimientos, una mano temblante de repente se alza, sus dedos errándose alrededor de uno de los mangos, lentamente sacando el cuchillo de su lugar.

Es pesado en su mano, nada como sus dagas a las que está acostumbrado. La hoja brilla cuando la luz le ilumina. Filosa. Impía. Metálica. Le da vueltas en su mano, pesándolo, el mango suave en su alma.

Sí, siempre hay esa opción.

Después de todo lo que ha pasado, después de todo por lo que pasado y ha soportado, debería de ser un fracasado para recurrir a esto. A terminar por su propia mano. Sería lamentable y vergonzoso… pero ciertamente no peor que lo que tiene que enfrentar como el esclavo de Tony.

Sería rápido, al menos, e incluiría poco dolor. Quizás debió de haber elegido esa opción en su juicio. Hubiera sido mucho más fácil, en lugar de sufrir en este proceso degradante sin final en el horizonte, sin esperanza de que mejore, sólo una interminable cadena de humillación y dolor e incluso terribles cosas por venir.

Lentamente levanta el cuchillo, colocándolo sobre su propia muñeca. El metal se siente frio contra su piel, pero extrañamente reconfortante aún así. Le podría ofrecer una salida de todo esto. La única salida.

Lo helado de la hoja casi le quema, y se pregunta si alguna vez será capaz de hacer algo así. ¿Podría? ¿Tan siquiera quiere hacerlo?

Se imagina siendo el esclavo de cama de Tony, soportando año tras año de largo sufrimiento, siendo usado de todas las maneras posibles. ¿Por cuánto tiempo será capaz de soportar algo así? ¿Eventualmente se volvería insensible y no le importaría más? ¿O cada vez seguiría siendo tan horrible como la primera vez?

Quizás sería mejor actuar ahora, antes de que Tony decida reclamarlo finalmente, pero hay algo que se lo evita. Porque realmente no quiere morir, aún quiere vivir…. Sólo que no así.

Mira el cuchillo en su mano, la filosa y seductora hoja. Un solo giro de su muñeca y todo acabaría. Tan fácil. Tan fácil.

Pero…

No, decide, no hoy.

Pero no retira el cuchillo aún. Su presencia es tan perversamente reconfortante, asegurándole que esa opción aún está ahí. Así que lo deja contra su piel, tratando de adsorber algún tipo de seguridad y fuerza de su toque helado.


La pantalla está sonando apagadamente, informándole que el final de la ronda de pruebas para el prototipo de su nuevo traje está terminado.

Ya era hora.

Se instala delante del monitor, recorriendo las últimas líneas del texto. No hay problemas hasta ahora. Bien. Entonces puede pasar a –

—¿Sr. Stark? —la voz de Jarvis de repente interrumpe el silencio—. Pienso que debería reportarle que el Sr. Laufeyson está en la cocina y acaba de sacar uno sus cuchillos.

La mano de Tony se congela en el aire cuando trataba de presionar el botón de regresar en su teclado.

Y de repente, hay un millón de pensamientos pasando por su cabeza. La mayoría de ellos conteniendo la palabra joder. Y no del buen tipo.

Así que finalmente Loki ha perdido la cabeza y está a punto de comenzar a asesinar indiscriminadamente. ¿Y por qué demonios no le puso el collar eléctrico la última vez cuándo tuvo oportunidad? Debió de pensarlo mejor, por supuesto que el lunático iba a explotar de nuevo. Debería de ponerse el traje, y-

—¿Qué está haciendo, Jarvis? ¿Dónde está ahora? —pregunta en un estado de pánico medio.

Y se pudo imaginar un sin número de respuestas para eso, pero ninguna como la que Jarvis le da.

—Él aún está en la cocina, Sr. Diría que por como se ve, parece que está contemplando cortarse las venas.

Y Tony se detiene a medio camino de agarrar sus brazaletes, congelándose como un venado en la carretera.

¿Qué demonios?


Maiden