CAPITULO 25

Él toma el último trago de café, aliviado de poder ponerle fin a este miserable desayuno protagonizado por un dios Nórdico de las travesuras mirándolo como si acabara de admitir que pasa las tardes pateando gatitos por diversión. Poniendo su taza sobre la superficie de la mesa cubierta de migajas, hace su silla para atrás, alistándose para bajar a su taller para poder terminar algo de trabajo.

Claro, el par de ojos verdes acusadores y malhumorados le siguen desde el otro lado de la mesa, muy de cerca, y suspira internamente. Mas que todo, le gustaría sólo salirse de la habitación como un cachorro mojado con la cola entre las patas, pero algo le dice que sería una mala idea el dejar a Loki así para que siguiera alimentando su furia después de todo lo que pasó. No, será mejor darle al dios alguna tarea para hacer, algo que mantenga su mente ocupada y le evite inventar nuevos planes para la dominación mundial y vengarse a si mismo de la humanidad por ser imbéciles idiotas como Tony.

Aunque no está seguro para qué tipo de trabajo el dios Nórdico de las travesuras es bueno realmente.

Pero ahora que lo piensa, hay una cosa de la que se puede encargar; aun esta ese montón nuevo de ropa recién lavada que necesita plancharse. Seguro, tienen a Babas para que lo haga por él, pero aún con sus tecno-habilidades superiores, que le permiten construir un traje que puede volar y viene equipado con armas que exceden el total del poder de fuego de los ejercitos de muchas naciones pequeñas, aún no ha logrado crear un robot que pueda planchar tan bien como un humano promedio. Diablos, incluso él lo puede hacer mucho mejor que Babas, lo cual es decir mucho, aunque al final deja que el robot se encargue de eso. Vale unas pocas arrugas.

E incluso un príncipe malcriado quien sin duda paso la mayoría de su vida con alguien esperando al alcance de su mano, y de su pie, sería capaz de superar las habilidades de planchado desastrosas de Babas. Con suerte, no quemara demasiadas playeras en el proceso antes de lograr agarrarle el hilo al asunto.

—Muy bien, tengo otra tarea para ti —dice, haciendo una seña con la mano a Loki para que le siguiera, quien se ve enfurruñado como siempre.

Sí, definitivamente, una buena idea ocupar al dios con algo, piensa para si mismo al observar esa mirada. Esta muy agradecido de que Jarvis esté siempre en constante vigilancia, o probablemente va a encontrar su cama llena d chinchetas o sus zapatos llenos de súper pegamento, o lo que sea que ese dios indígnate de las bromas haga.


—Muy bien, pues —Tony dice, poniendo la pancha en la tabla frente a él y agita sus dedos sobre la parte suave y plana—. Este es el lado caliente. Y ahí estás las playeras —hace un movimiento con la cabeza en dirección al montón de ropa arrugada—. ¿Alguna otra instrucción que necesites?

Loki sacude la cabeza. Él reconoce el concepto; también lo hacen en Asgard. Un trozo de metal calentado encima de una parrilla puesta sobre brazas calientes, lo cual, cuando está suficientemente caliente, se presionan sobre la tela arrugada para suavizarlas. El procedimiento es hecho mayormente para los vestidos más finos de las damas de la corte, pero no es sorpresa que Tony quiera que su ropa lo sea también.

No debería ser difícil. No que alguna vez lo haya hecho, claro, pero ha visto a otros hacerlo varias veces antes, cuando de niño se escondía en el área de los sirvientes, parado sobre las puntas de sus pies y observando curioso por sobre la tabla de trabajo los procedimientos que se llevaban a cabo, mientras se escondía de las consecuencias de cualquier travesura que hubiera causado momentos antes.

Sí, debería de ser una tarea simple, una que puede realizar sin más instrucciones.

A parte, los modales tensos de Tony le indican de manera clara que el hombre no tiene deseo de quedarse parado aquí y explicar una tarea, siempre de sirvientes, a un esclavo. O estar parado en su presencia. No, seguramente Tony espera que sea capaz de ejecutar la orden sin grandes instrucciones o demostraciones Y no hay caso en provocar más la ira del hombre comportándose como un tonto. Puede entender esto, previa experiencia o no.

—Bien —Tony dice en respuesta—. Usualmente dejo que Babas haga esto, pero estoy seguro de que lo harás mejor. —Con eso, se gira y se va, no gastando más tiempo o palabras en su esclavo.

Loki se queda parado en medio de la habitación, una mano sobre el filo de la tabla de planchado. Por una vez, pareciera que Tony le ha dado una tarea que tiene por propósito primario algo útil además de humillarlo. Esta vez, Tony espera que sea útil, contrario a sólo ser una fuente de diversión proveyéndolo con el placer de ver a su odiado enemigo caer tan bajo.

Aparte, realmente no es querido aquí, todo lo contrario a ser querido, y realmente le serviría mucho el ser útil en lugar de un completo inútil. Tal vez si lo es, quizás Tony dejará que los beneficios, hasta cierto punto, de tener un esclavo útil – aunque no requerido – tomen precedencia sobre la satisfacción de tomar venganza, para que así no pase más allá del punto donde su utilidad se deteriore mucho.

Y por mucho resentimiento que esta picándole con sólo ese pensamiento, y por mucho que esto haga que su garganta le escosa con la humillación, sabe que su mejor opción es asegurarse de que Tony permanezca tan contento como sea posible, si quiere conservar su nariz fuera del agua en lugar de ahogarse lastimosamente. Y tan inquietante como resulta ese pensamiento, lo más probable es que pase la vida entera de Tony en esta torre y aunque no sean muchos años, cuando se tomaba en cuenta su propia esperanza de vida, aún sería un largo tiempo tortuoso si tiene que vivir bajo el yugo de un nada contento y disgustado Tony, quien no vea otros usos para su esclavo que ser una salida siempre al alcance de las frustraciones del hombre.

No, el orgullo ya no le va a servir de nada; si es sincero, probablemente sea una de las razones por las que terminó en esta miserable situación en primer lugar, Realmente había caído, reducido a realizar tareas de sirvientes al mandato de un mero mortal, pero también está consciente de que aun es posible que caiga aún más. Y el orgullo sería la primera cosa que lo empujaría, enviándolo rápidamente sobre el filo del abismo abriéndose bajo sus pies. No hay necesidad de saltar voluntariamente si puede evitarlo.

Su orgullo y dignidad aún están en algún lado, y decide dejarlos quedarse donde están, escondidos y bajo llave. Quizás algún día, será capaz de sacarlo una vez más, tan vana como esa esperanza parece en este momento.

Pero como están las cosas, no tiene opción más que tragarse toda la degradación, tratando de no ahogarse con ella. Su futuro entero depende de la actitud de Tony hacia él, el hombre que controla su vida, cada aspecto de su existencia.

Y tan horrible y repugnante como parezca la idea de ser convertido en un esclavo de cama, aún le pudiera haber dado una ligera capa de protección (aunque demasiado difícil de ganar como para que lo valga) contra otras cosas, posiblemente asegurándole que no sería herido demasiado. Pero ahora, su futuro depende solamente de cuan útil pueda hacerse a si mismo, de cuan complacido esté Tony con él; esa es la única cosa que le va a ofrecer algún tipo de salvaguarda, sin importar cuán delgado y débil sea el escudo.

Mira la plancha, sobre la tabla, y luego observa el montón de ropa. Finalmente, su mirada se regresa a la plancha de nuevo. Al menos debería de ser una tarea fácil, algo que puede hacer adecuadamente, aunque no de manera estelar.

Agachándose sobre la pila de ropa de Tony acabada de lavar, saca una playera gris con la palabra "Aerosmith" puesta por todo el frente. Lo que sea que signifique. Estirando la playera sobre la tabla, la alisa con su mano, toma la plancha y la pone sobre la tela, aplastando con fuerza para asegurarse de que hay la presión adecuada para quitar las arrugas.

Como sea, no pasa mucho tiempo antes de que un olor intenso de algo quemado llegue a su nariz.

Demonios.

Rápidamente quita la plancha de encima para descubrir, para su completo horror, un hoyo enorme y quemado en la tela. Sus ojos se agrandan con temor. No esperaba que la plancha estuviera tan caliente como para quemar así.

El pánico se desata en él, se gira, medio esperando que un Tony enfado entrara por la puerta, demandando saber qué demonios estaba haciendo y porqué jodidos no puede hacer la más sencillas de las tareas.

El marco de la puerta está vacio afortunadamente, y sus miembros tensos se relajan un poco. Mordiéndose el labio, mira la pobre cosa sobre la tabla de planchado, viendo miserablemente las orillas quemadas de un agujero muy llamativo. La playera esta arruinada. Encaprichado, desea que su magia vuelva; sólo un pequeño pedacito, y podría arreglar este desastre fácilmente, sin dejar una sola pista de que algo estuviera fuera de lugar.

¿Y qué se supone que haga ahora? ¿Poner sigilosamente la prueba irrefutable en la basura, esperando que Tony no note que le falta una camisa? ¿Confesar con la esperanza de que eso le permita salir mejor librado?

Tony estará absolutamente furioso, de eso no hay duda. Mira la plancha caliente, y luego sus brazos desnudos saliendo por las mangas de la playera que está usando, tragando.

Quizás Tony decida darle una lección manual sobre los efectos que tiene una plancha caliente puesta sobre… material no resistente al calor por mucho tiempo. Su piel le arde con el dolor imaginario. Sin duda sería considerado un castigo adecuado en Asgard por tal descuido; seguramente Tony no sería de opiniones diferentes. Y cosas peores han caído sobre esclavos por ofensas menores que esta.

Y mientras está parado ahí, observando la playera arruinada, incapaz de hacer algo para arreglar el error, siente una enorme ola de frustración caer sobre él. No puede hacer nada bien aquí. Desconoce las costumbres Midgardianas y las expectativas y los electrodomésticos de la casa para ser un buen esclavo. Demonios, ni siquiera en Asgard hubiera sido un buen esclavo, habiendo pasado toda su vida dependiente de su magia para arreglar todo por él. Pero al menos en casa, hubiera sabido que se esperaría, que tipo de comportamiento sería requerido de él.

De nuevo, puede decir con plena seguridad de que ropa arruinada no es, con certeza, parte de eso, ni siquiera aquí en Midgard.

Los puños a sus costados están apretados. Inservibles. Impotentes. Inútiles. Tan buenas descripciones para su propia existencia y patéticos intentos aquí, donde no puede hacer nada bien, ni siquiera algo tan simple como esto. Y todo lo que hace parece terminar poniéndolo en un lugar aun más peor que en el que estaba cuando empezó.

Deja salir un gruñido de frustración, deseando desesperadamente romper algo pero pensándolo mejor, sabe que eso solo hará las cosas peores. Oh, el destino se debe de estar riendo de él y de sus intentos lamentables de lidiar con su imposible situación, siempre condenado al vil fracaso.

Pero al final, no importa cuántas veces sus pensamientos giren en torno al destino burlón, Asgard contra Midgard, la ira de Tony, y su propia situación, hay un hecho que no se va, su presencia mirándole sin piedad a la cara – aún tiene dos alternativas, y tiene que elegir una.

Tratar de esconderlo o confesar.

Al final, opta por la primera, silenciosamente deseando que Tony no note la playera faltante.

Es sólo muchas horas después, cuando está recostado sobre su cama tratando de quedarse dormido, que se da cuenta que Jarvis seguramente lo vio todo y le reporto a Tony sus fechorías.

Le toma mucho tiempo al sueño llegar a él esa noche, y cuando sucede, sus sueños están llenos de planchas calientes y el hedor enfermizo y repugnante de piel quemada.


Maiden