CAPITULO 37

Cuando se despierta, es con un dolor de cabeza punzante y un enojado zumbido dentro de su cráneo. Con un esfuerzo heroico, se levanta hasta poderse sentar en la orilla de la cama, haciendo una mueca mientras talla su rostro con sus manos. La tarde de ayer está muy borrosa en su mente, pero recuerda los vasos de alcohol que bebió dado que Tony no se sentía como para beber solo.

Por un rato simplemente se queda sentado ahí, debatiendo consigo mismo si debería de regresar debajo de las cobijas de nuevo, pero se decide en contra de eso. Se siente demasiado inquieto para eso, y yacer completamente despierto mirando al techo, incapaz de evitar que sus ojos recorran las cuarteaduras casi invisibles allí arriba, a pesar de que el diseño está firmemente grabado en su mente y que podría dibujar una copia sin errores.

A pesar de su incomodidad y el dolor en su cabeza, decide dejar la cama, darse un baño y vestirse, siguiendo el mismo procedimiento repetitivo de cada mañana.

Tony había mencionado ayer durante la cena que estaría fuera de la casa todo el día hasta en la noche, teniendo que encargarse de ciertos negocios. Hasta entonces, Loki estaba totalmente solo.

De nuevo.

Optando por servirse algo de desayunar, sale por la puerta y recorre el pasillo, contando silenciosamente los pasos mas por habito, a pesar de ya saber exactamente cuántos hay desde su habitación hasta la cocina. Tony hace mucho le dejó en claro que Loki tiene permitido hacerse de comida cada vez que quiera, así que al menos no tendrá que quedarse hambriento hasta que el hombre regrese a casa.

La vista que le recibe al entrar a la cocina es la misma de siempre – mármol negro, madera oscura, y cromado brillante. Camina hacia una de las alacenas, preparándose para el acostumbrado rechinido que sabe que suena cada vez que abre la puerta. Hace mucho que dejo de asustarse al escucharlo después de multitudes de veces.

Al menos ya conoce como moverse en la cocina lo suficientemente bien como para encontrar todo lo que necesita. No es como si algo importante cambiará aquí de repente, o en cualquier otro lado en la torre.

Un minuto después, está sentado con su tazón usual y su cuchara y un cartón de leche y la caja de Cheerios, todas las cosas que se han vuelto tan fuertemente familiares. El tazón con su pequeña despostillada, y que aún nota a pesar de todas las veces que ha estado en la mesa frente a él. La cuchara tiene un lugar más oscuro en la punta donde el metal se ha desgastado ligeramente, y a pesar de sus numerosos intentos de remover esa ofensa a sus sentidos, se niega a quitarse. Pero no puede evitar ese acto por reflejo, tan fútil como es eso, así que de nuevo su pulgar se frota contra la cuchara, su esfuerzo aún sigue sin causar algún efecto visible.

Luego se sienta en la mesa de la cocina, mirando al mismo punto en la pared, como siempre, llevando con apatía cucharada tras cucharada de la leche y los Cheerios a su boca, masticando de manera mecánica sin saborearlo en realidad; tragando sin tan siquiera disfrutarlo.

Una vez que el tazón está vacío, se queda en su silla por un rato, no muy seguro de que hacer consigo mismo. Sabe que hay más papeleo esperándole, pero no le va a llevar todo el día. Quizás pudiera leer un libro, como lo hace tan seguido.

Libros Midgardianos, apenas teniendo sentido para él con sus palabras tan poco familiares y acuerdos y gente y maneras de actuar.

Sin invitación, el recuerdo de sus libros allá en Asgard se aparece, esas cosas ya gastadas pero tan interesantes. El pergamino viejo cosido entre cubiertas elegantes de cuero, las largas noches perdidas leyendo bajo el suave brillo de las velas, la emoción de tener todo ese conocimiento en la punta de sus dedos – aún es muy vívida en su mente.

Pero claro, esos ya no son sus libros. Los esclavos no tiene propiedad, y cualquier cosa que solía ser suya en Asgard ya ha sido tirada o ahora está en la posesión de alguien más.

El pensamiento le corta como un cuchillo dentro de él, afilado y cruel. Ahora ya no posee nada, ni siquiera las ropas sobre su cuerpo son suyas, pertenecen a Tony.

Tony. Uno de los hombres más ricos e influyentes que este reino tiene para ofrecer, eso es lo que entiende. Y uno de sus mejores héroes también. No está muy familiarizado con títulos Midgardianos y honores, pero supone que si Tony hubiera sido Aesir, habría sido considero lord. Si no hubiera nacido siendo uno, lo hubieran hecho uno, el título siendo concedido a él en una grandiosa y aburrida ceremonia. Y de acuerdo con su posición, tendría un ejército completo de sirvientes y trabajadores y esclavos para hacer funcionar su casa y que esperaran por él. Y a pesar de eso, sólo Loki está aquí.

Bueno, él y los sirvientes robot. Pero ellos realmente no cuentan.

Observa como uno de ellos limpia el piso de la cocina, haciendo sonidos casi imperceptibles mientras rueda por ahí, dejando un camino húmedo a su paso. Por lo que parece, incluso estos sirvientes artificiales pueden hacer cualquiera de las tareas que Loki es capaz de hacer, y eso lo hace sentirse más inútil. Supone que debería de estar agradecido de que Tony sea tan rico, lo que significa que alimentar y solventar a un esclavo, quien sólo puede contribuir marginalmente a las tareas de la casa, no tendrá un efecto económico notable al menos.

De hecho, pareciera que su utilidad es tan poca que una de las mejores cosas que Tony puede encontrarle es servir como compañía durante la bebida.

Masajea sus sienes, esperando que pueda aliviar las punzadas en su cabeza, pero sus esfuerzos no sirven. Así que su lugar, limpia lentamente su lugar, y luego continúa hacia la sala.

Sentándose en su lugar usual en el suelo, abre una de las cajas de cartón esperándole, empujando las solapas hacia los lados. No le toma mucho tiempo el estar rodeado de las pilas familiares de papel. Sin entusiasmo, continua hacia el fondo de la caja, sacando montón tras montón de documentos que todos comienzan a lucir como el mismo para él. Todo es una larga repetición de los días anteriores, como si estuviera atrapado en una paradoja donde todo está siendo repetido infinitamente de nuevo.

Ya va a la mitad cuando su estomago suelta un gruñido de queja. El sonido le toma por sorpresa, pero dado que el tiempo se pasó en una neblina debido al trabajo monótono, cualquier estimación de cuántas horas han pasado desde el desayuno es imposible.

Aunque quizás deba de tomarse un descanso, así que arrastra los pies de regreso a la cocina, dirigiéndose al refrigerador; Tony siempre deja ahí un par de esas pequeñas cajas con comida en ellas cuando anda fuera. Así que saca una, mirando desinteresadamente el interior del refrigerador antes de cerrarlo. Está casi vacío, no que esperaba que luciera diferente de su estado usual. Como siempre, hay algunas botellas alineadas en los estantes – algunas casi llenas, otras con ciertos niveles en el fondo, suficientes como para un trago o dos pero nada más. De nuevo, nada que haya cambiado desde la última vez.

Cerrando la puerta del refrigerador, se sienta en su lugar usual en la mesa. Tony una vez le enseñó cómo usar el horno de microondas, como el aparato se llama, para calentar comida. Pero no se molesta con eso a penas y hace alguna diferencia. En lugar de ello, sólo se come la comida fría directo de la caja, y a penas nota el nombre sobre la tapa. Bartelli's Kitchen de nuevo; aunque los nombres varían, éste es probablemente el más común. La letra extravagante luce fuera de lugar, incluso vagamente ridícula, adornando lo que contiene algo tan simple como comida.

No tiene mucho apetito, no pasa mucho tiempo antes de que el tenedor en su mano pase de "cucharear" comida hacia su boca, a jugar con los pedazos restantes, pasándolos de un lado a otro de la caja, uno de sus codos sobre la mesa, su mejilla descansando en una mano. Cuando finalmente decide terminar con la comida, más de la mitad de los alimentos se que quedan dentro de la caja.

Y así regresa a acomodar el resto de los papeles, preguntándose fugazmente cuántas de estas cajas quedan. No tiene idea de cuánto papeleo es generado por una industria tan grande como la que Tony está dirigiendo, pero no está seguro de querer saber.

Una vez que la tarea está completa, se queda sentado en el piso con sus piernas cruzadas, sus manos en su regazo, mirando a las carpetas acomodadas por falta de cosas mejores que hacer. Azul en negro, una combinación que ya se ha acostumbrado a ver ahora. Una parte de él desea que al menos las carpetas vinieran en diferentes colores para que tuviera una pequeña variedad en esta monotonía inamovible.

Leer un libro no tiene nada de atractivo para él en este momento, y en realidad no sabe que más hacer. Así que al final, se sube al sillón, a pesar de ni siquiera estar oscuro afuera, optando por dormir.

No está muy seguro de por qué prefiere el sillón a su propia cama, pero quizás es porque está menos asociado con memorias de retorcimiento lleno de miedo y dar vueltas con ansiedad sobre los planes que Tony tiene para él; o quizás la sala, siendo más grande, se siente menos sofocante, menos como un recordatorio de que esta atorado en este confinamiento. Así que se recuesta ahí, mirando a su alrededor tan familiar por un rato, peguntándose cuantos años estará atrapado aquí antes de que finalmente lo lleven a otro lado.

Pero claro, no hay razón para pensar en eso ahora. No hay nada que pueda hacer sobre eso; todo en su vida, su existencia completa, está a la discreción de alguien más, y continuará siendo así hasta el final de sus días.

Así que en lugar de pensar, cierra sus ojos, tratando de apagar ese recordatorio amargo de su situación sin escape. Aunque su mente no es muy cooperativa y continua revolviéndose interminablemente hasta que mucho, mucho después él finalmente se queda dormido.


Se despierta de repente, tratando de quitar el sueño de sus ojos antes de entender en donde está una vez más – el sillón de Tony.

Lentamente retira la frazada yaciendo encima de él que ni siquiera recuerda haberse cubierto con ella antes de dormir, y se sienta con pereza.

—Buenas tardes, solecito; levántate y brilla —una voz dice a su derecha y levanta su mirada para ver a Tony sentado en una silla a una distancia corta, tecleando en su portátil.

Observa la escena por un pequeño rato, mientras trata de encontrarle sentido a esta situación ilógica. Parecería que Tony ha recurrido a sentarse en una de las sillas menos confortables en la sala, contrario a su usual lugar en el sillón.

Y no tiene sentido, por qué Tony no simplemente le despertó a sacudidas y le dijo que se quitará de ahí.

Junto con la confusión, no puede evitar sentirse un poco estúpido también; los esclavos no se suponen que se queden dormidos de esa manera en la presencia de sus amos, incluso si no tienen ninguna orden importante que cumplir. Seguro, Tony pudo no haber tomado ofensa con su última dormida en el sillón, pero aún así se preocupa por dentro al saber que ha sido cachado en ello de nuevo. Pareciendo un flojo e indisciplinado ante Tony con dificultad le ayudará a mejorar su situación.

De nuevo, es golpeado por la frustración de que nada tiene sentido aquí. Él simplemente está perdido y no sabe qué hacer con todo – no entiende a Tony, él no entiende este reino, y no entiende su lugar aquí. No que hubiera preferido el trato que pudiera esperar en Asgard – no, nunca – pero al menos hubiera sido algo con lo que pudiera relacionarse, en medio de todas las incertidumbres que vienen con ser aventado a un mundo alienígena, a los pies de uno de los mortales que tiene la mayoría de razones para odiarlo.

Ahora se siente como si estuviera a la deriva, sin tan siquiera una pequeña semblanza de control que un entendimiento claro de la situación le hubiera dado – porque esclavos, enemigos y criminales no son tratados de esta manera. Y ya está tan lejos de cualquier ápice de control que incluso una pista de algún suelo estable debajo de sus pies sería algo reconfortante.

Pero en lugar de ello, está aquí atrapado en esta confusión abrumadora, atrapado en esta torre, en esta posición… simplemente atrapado.

Mira por la ventana, pero ya está oscuro afuera y quizás eso está igual de bien. Viendo el mundo exterior – extraño y alienígena como lo es para él – sería sólo un recordatorio de la realidad de su situación.

Él casi se asusta cuando Tony cierra su computadora. —Okey, es hora de cenar —el hombre anuncia, y Loki no tiene otra opción más que seguir la ya bien conocida figura de Tony dirigiéndose hacia la cocina, a pesar de no estar hambriento en lo más mínimo.


Bien, cometí un error con el capítulo cuando lo subi ateriormente. Traduje el capítulo 35 de nuevo, lo cual me causa una pena infinita con ustedes. Así que llegue directamente a traducir este :S lamento que llegue tan tarde. Y muchas gracias a esas personitas que se tomaron el tiempo de hacerme notar el error.

Maiden