CAPITULO 39
Su humor ligeramente bueno de hace unos días se ha esfumado definitivamente, ahora la frustración se lo carcome lentamente. Y es inquietante en verdad, a que grado su patética situación casi ha alcanzado una sensación de normalidad.
Mira por la ventana, y luego a las hojas de papel entre sus manos de nuevo. Le hubiera encantado arrugarlas entre sus dedos y aventar la caja de papeles por la ventana. El peso del bloqueo mágico en sus muñecas de repente se siente muy tangible, a pesar de pensar que ya debería de haberse acostumbrado a él.
Cadenas, como las que un animal usaría. Animales, y esclavos.
Se pregunta qué cosas Tony tendrá preparadas para él una vez que esta tarea sea terminada, sabiendo que las cajas no durarán para siempre. Pero el hombre probablemente encontrara otro tipo de trabajo que sería lo suficientemente simple para alguien como él, risiblemente poco familiar con las maneras y formas de este reino mortal que ha cambiado tanto desde la última vez que caminó junto a los humanos.
Quizás debería de sentirse aliviado de que Tony le encuentre una tarea que sea capaz de hacer toda para que al menos pueda ser útil de alguna manera, lo cual debería de servir para colocarlo en una mejor posición y mejorar la disposición de Tony hacia él, pero justo ahora no puede ni siquiera sentir algo. Y tampoco puede decidir que es peor –el estar tan cerca de la ventana con su vista llena de esa libertad atrayente de afuera que nunca será suya de nuevo, o la humillación de estar sentado aquí realizando simples tareas para un mortal.
Por un momento, se imagina volteando la caja de papeles de cabeza, tirando todos sus contenidos por el suelo y abandonando la habitación, dejando que Tony se encargue de arreglar el desastre. Pero su fantasía es sin sentido, por supuesto. Cualquier satisfacción corta que le deje esa rebeldía no valdría la pena las consecuencias que le seguirían. Incluso si Tony no va a lastimarlo físicamente, aún hay abundantes maneras de que el hombre cumpla la ley – negar comida, negarle el acceso a los libros en la torre, asignarle algunas tareas poco placenteras y degradantes, o encontrar formas más creativas de forzar la obediencia.
Con apatía remueve los papeles, hojeándolos con su dedo pulgar. Documentos insignificantes que nada significan para él. Incapaz de detenerse, mira por la ventana de nuevo sin estar seguro de que le molesta mas – el cielo azul y limpio, recordándole lo que no tiene, o los papeles en sus manos, recordándole en lo que se ha convertido su vida. Estar al servicio de alguien más, sin tener derecho a decir algo al respecto.
Él decide que es menos inquietante mirar los papeles, al menos por el momento, y regresa su vista a las hojas de letra finamente impresa.
Sus pensamientos viajan de nuevo a Asgard, a su juicio, su intento de conquistar Midgrd, a todo lo que ha pasado y que no ha pasado desde que llegara a aquí. Está todo revuelto en su mente, imágenes distorsionadas de fracaso, desgracia y humillación, entretejiendo un tapiz nada agradable en su cabeza, pintando un diseño al que particularmente no quiere mirar.
Sólo de manera inconsciente, sus manos aprietan los papeles que sostienen.
—¿Cuernitos? —de repente escucha decir al hombre yaciendo sobre el sillón. Sorprendido, sale de su pequeña contemplación y gira su vista hacia Tony, quien le está mirando intensamente.
Y de repente, está extremadamente consciente de que aún sostiene el mismo paquete de papeles que sus manos han tenido probablemente por los últimos cinco minutos. No está completamente seguro de cómo interpretar la mirada escrutadora con que Tony le observa, pero no es difícil saber que el hombre ha notado que su esclavo ha flojeado y no está complacido con ello.
—¿Sí? —responde con sencillez, relajando el agarre mortal que tiene en los papeles.
Ton hace una seña para que se acerque con su mano. —Ven aquí —dice, luego apuntando hacia el otro extremo del sillón—. Siéntate.
Al menos no suena enojado, pero Loki aún así se prepara para el balde de disgusto que está por ser vaciado sobre su cabeza. El hombre quizás pudo haber dejado pasar su pequeño descanso no autorizado de antes sin comentar, pero duda que vaya a ser tolerante ante más muestras de flojera por parte de su esclavo.
Mira vacíamente mientras Tony deja el dispositivo técnico que lo ha tenido ocupado en un lado, posicionándose de manera relajada sobre el brazo del sillón.
—¿Hay algún problema?
La pregunta le toma por sorpresa; no es lo que había esperado escuchar de Tony, así que se queda callado por un momento mientras piensa su respuesta. ¿Hay algún problema? Seguro, podría hacer una lista – una muy larga – de todas las cosas que están mal en su vida; el estar como un esclavo, tener que hacer tareas tontas, el estar a la orden y disposición de un mortal, el estar encerrado aquí, y otra gran cantidad de cosas también. Ninguna de las cuales le va a decir a Tony, por supuesto.
—No hay ningún problema —dice sin mirar al hombre frente a él.
—Hmmm —es la respuesta—. Lucías un poco… distraído por un momento. Un momento bastante largo, diría yo. ¿Hay algo en tu mente de lo que debería saber?
Quizás Tony haya sentido su péqueña fantasía de rebeldía, o su desagrado general por su situación. Quizás piense que su esclavo está planeando algo excesivo que necesite ser arrancado de raíz. Cualquiera que sea el caso, no le va a beneficiar el admitir cualquier sentimiento de resentimiento, está claro. Ningún esclavo anunciaría el desagrado respecto a su estatus social o su situación a su amo, nunca. Ante cualquier persona, de hecho. El quejarse o el mostrar insatisfacción nunca llevó hacía algo bueno a alguien en su posición. Aunque el hombre ha sido sorprendentemente tolerante, a un punto que nunca había sido escuchado en Asgard, pero no duda que incluso Tony tenga sus límites.
—No, no hay problemas —repite, sacudiendo su cabeza para enfatizarlo.
—Uh-huh. Entonces ¿cómo es que ese último bonche de papeles que estabas acomodando – o que no hacías me atrevería a decir – ha sido convertido en un montos de papales arrugados? —Tony dice con ligereza.
El hombre es observador, Loki tiene que reconocérselo. Francamente hubiera preferido que no lo fuera.
—Estoy acostumbrado a manejar el papel Asgardiano. Es mucho más grueso que el papel de Midgard —dice, la mentira sonando para nada convincente y medio elaborada a sus propios oídos.
Tony se remueve en su posición sobre el sillón, una pierna levantándose para descansar sobre uno de los cojines. —Si tú lo dices. Como sea, si existe algo que sea un problema, o que me concierna, anda y dímelo. Sé que lo he dicho antes, pero no dejes que se fermente si algo te esta carcomiendo por dentro. Preferiría no tener que lidiar después con las consecuencias de un problema que pudo haber sido resuelto antes.
Y Loki piensa que puede escuchar una advertencia ahí, lo cual tiene mucho sentido; por supuesto que Tony no quiere más problemas de los que ya ha tenido que soportar por culpa de su esclavo. Pero esta no es una discusión que pueda tener con Tony, en verdad, es ridículo que tan siguiera esté preguntando. Seguramente el hombre no espera que diga con honestidad lo que hay en su mente sobre su situación.
—No hay nada de eso —dice tan neutral como puede lograrlo, esperando que Tony este satisfecho con eso para que así pueda regresar a seguir acomodando papeles.
Tony suspira, suena como si esa no fuera la respuesta que esperaba—. Sabes, está situación también es nueva para mi, así que cualquier cosa que me puedas decir para ayudarme en esto sería muy bien apreciado. En serio, no sé ni siquiera que se supone que los esclavos en Asgard hagan todo el día.
—Ellos hacen lo que sus amos les dicen que hagan —dice mecánicamente, una parte de él pensando que ya le ha dicho estás palabas a Tony antes.
Tony confirma sus sospechas un momento después. —Sí, ya lo has mencionado. Aunque eso no es para nada útil.
No responde a eso y mientras Tony ya no dice nada más, se desliza de nuevo hacia el piso, regresando a sus papeles.
Dejó a Loki solo con su caja de papeles hace algunas horas, el dios trabajando de alguna manera más rápido que antes y pareciera que no estaba muy inclinado a hablar.
Y Tony está de nuevo en su taller, haciendo los ajustes finales a su transformador beta electrónico que está a unos pasos de ser terminado.
Peo en lugar de sentir ese sentimiento de logro ante su creación casi terminada, sus pensamientos siguen regresando al dios viviendo bajo su techo. Por supuesto, sería tonto esperar que Loki estuviera feliz con su situación, pero pareciera que hay algo más fuera de lugar de lo normal, como si la situación le agraviara más que antes.
Aunque para alguien destinado a pasar el resto de su vida – lo larga que sea esta – en esclavitud, Loki lo ha llevado de buena manera. Al menos lo aparenta.
Y no puede evitar sentí un poco de simpatía. ¿Qué se sentiría saber que vas a ser un esclavo hasta el día que mueras, sin esperanza de cambiar tu situación? A pesar de todos los crímenes que Loki ha cometido, Tony está bastante seguro que no amerita este tipo de castigo. El que todos tus derechos como humano se te arrebaten y ser convertido en lo que técnicamente es una propiedad.
Suspira, esperando que ambos –por su propia sanidad– aprendan a lidiar con los términos de la situación, tan desagradable como es. Porque el cielo sabe que él no lo ha entendido aún.
Y una parte de él no puede evitar preguntarse por cuánto tiempo Loki permanecerá tan bien portado sin la amenaza imaginaria de abuso físico colgando sobre su cabeza. Pero supone que no tiene otra opción más que esperar y ver qué sucede. Es una cosa buena que tenga a Jarvis para vigilarlo por él, al menos.
Sus pensamientos son interrumpidos por el cortante zumbido del timbre de a puerta, el sonido inesperado haciendo que se asuste lo suficiente como para partir el artilugio en dos.
Un gemido se escapa de sus labios y mira la cosa rota consternado.
Demonios. No de nuevo.
Maiden
