CAPITULO 48
El cielo de hoy era aún más azul que el de ayer, aunque estaba adornado con pocas pero grandes nubes esta vez. En la distancia, cinco motas obscuras, pájaros de algún tipo, se movían en perfecta sincronía contra el azul enorme, libres y sin restricciones.
Y él se sienta aquí, donde no puede hacer nada más que envidiar esas pequeñas motas, no importa cuando pequeñas e insignificantes puedan ser, mientras se deslizan hacia el horizonte.
De repente, se escucha el sonido de pisadas acercándose, y Loki no necesita girar su cabeza para saber a quién pertenecen. Aunque de todos modos lo hace, sus ojos siguiendo al hombre mientras se detiene en algún punto a la izquierda de Loki. Y fervientemente desea que Tony se vaya, porque la sola imagen de él sirve como otro recordatorio del predicamento nada deseado e inmutable en el que se encuentra.
—Ey ¿qué haces, Bambi? —Tony pregunta casualmente, aunque es bastante obvio que Loki no está haciendo algo. Sin inmutarse, el hombre da un paso más, recargando un brazo contra la pared mientras pretende inspeccionar con curiosidad la vista que la ventana ofrece, como si fuera algo nuevo y emocionante que está viendo por primera vez.
—Es una bonita vista de la ciudad ¿verdad? —es el comentario superfluo que hace, y Loki puede sentir una pizca de irritación que rápidamente aplasta. Es una de las últimas cosas que le gustaría escuchar en este punto, siendo evidentemente incapaz de salir, estando atorado aquí porque no hay manera de que Tony tome el riesgo de dejarle poner un solo pie en la ciudad que una vez intentó conquistar. Especialmente después de su pequeña aventura no autorizada en el techo.
—Lo es —responde con la menor emoción posible, como si estuvieran discutiendo el clima meramente, o una pintura sosa o algo de igual importancia.
—Uh-huh —Tony ofrece medio ausente, pareciendo ocupado mirando a algo indescifrable en la distancia que requiere su completa atención. Luego el hombre se endereza y deja que su vista regrese a Loki, estudiando su rostro intensamente.
—¿Qué tanto te gustaría la oportunidad de verlo desde afuera?
La pregunta es tan inesperada como sorprendente, y mira a Loki confundido, tratando con fuerza de aplastar esa desesperada e imposible flama de esperanza que de repente se enciende en su pecho. Porque seguramente no hay manera de que Tony lo deje salir, no después de todo lo que ha pasado. No, no puede ser…
Como si pudiera leer la expresión desconcertada en el rostro de Loki, Tony se encoge de hombros indistintamente. —Pensé que un cambio de escenario te haría bien. Parece como que lo necesitas —dice como si fuera la cosa más natural en el mundo.
Inmediatamente su radar de detección del peligro se enciende, alertándole de que algo debe de estar fuera de lugar, hay algo que falta que Tony no le ha dicho aún.
—¿Y qué es… lo que se espera de mi a cambio de este favor? —la pregunta cautelosa se escapa de su boca a pesar de saber que no es su lugar el preguntar algo como eso. Pero es sólo que él tiene que encontrar esa pieza perdida del rompecabezas, porque seguramente no puede ser así de simple, no tiene sentido…
—Sólo una cosa: comportarte ahí afuera. O te vas a encontrar a ti mismo castigado permanentemente por el resto de los días. —Sin esperar la respuesta de Loki, Tony mete su mano en su bolsillo y saca un tipo de artefacto metálico, aventándose a Loki, quien lo atrapa por reflejo más que otra cosa.
Luce como un brazalete, hecho de acero pulido, con un clip al final para asegurarlo. Lo gira en su mano, el suave metal casi como seda contra su mano, y luego mira a Tony, sus cejas fruncidas con confusión.
—Acabo de terminar de ensamblarlo —Tony dice mientras le quita el brazalete de las manos a Loki, sosteniéndolo contra la luz como si fuera un tesoro precioso y no una simple banda de acero—. Esta cosa tiene un rastreador en ella, la cual monitoreará tu posición y me dirá exactamente dónde está situado tu Asgardiano trasero en cualquier momento.
El hombre saca otro aparato de su bolsillo, esta vez uno que Loki reconoce como uno de esos teléfonos celulares que es tan constante entre los humanos. El hombre golpetea la parte de enfrente con un dedo. —Sólo necesito mirar en esta pantalla para saber exactamente dónde estás —agita una mano en dirección a las cadenas alrededor de las muñecas de Loki—. Funciona casi igual como esas joyas elegantes rastreadoras que ya estás usando, sólo con la diferencia de que esta está firmemente basada en tecnología en lugar de magia sofisticada.
Con eso, Tony le da el brazalete de nuevo y Loki lo acepta entre sus manos una vez más, dejando que sus dedos acaricien la superficial mientras estudia la cosa intensamente, tratando de descubrir si hay algo más aparte de lo que Tony le está dejando ver. Puede sentir la magia resonando en sus cadenas cuando se esfuerza, pero el artilugio de Tony se siente tan muerto e insensible como cualquier otra pieza de metal sin trabajar lo haría. No debería de tener ninguna consecuencia adversa si se lo pone, piensa.
—No te voy a dejar salir de la casa sin esto, compañero —Tony dice, habiendo notado, obviamente, el examen aprensivo de Loki del brazalete—, así que te sugiero que te lo pongas.
Sin otra palabra, Loki cierra el brazalete alrededor de su muñeca. El pequeño broche resuena al caer en su lugar, dejando una banda lisa circundando su muñeca, el cierre invisible. Realmente espera que Tony tenga una manera de desabrochar el artilugio, porque el broche no va a ceder mientras trata de abrirlo con sus dedos, probando su fuerza. Tener otra restricción como esta puesta sobre él le hace recordar los grilletes colocados a un animal para evitar que huya, pero ¿Qué es otra cadena cuando ya está usando dos alrededor de sus muñecas?
Y al menos puede apreciar el hecho de que es un brazalete y no un collar.
—No lo vas a poder abrir —Tony dice, interrumpiendo el pequeño ensueño de Loki—. Necesita herramientas especiales para hacerlo, y no te las voy a prestar, sólo para que lo sepas.
Dándose cuenta de que aún está intentando abrir la cosa, Loki detiene abruptamente lo que está haciendo, poniendo sus manos sobre su regazo, tratando de acostumbrarse a la sensación del peso extra ajustado en su muñeca.
Tony le hace una señal para que se levante. —Entonces venga, Bambi, vámonos. —Él sale de la habitación sin girarse para ver si Loki le esta siguiendo, y Loki le sigue rápidamente, su corazón bailando en su pecho y su cuerpo sintiéndose inusualmente ligero, como si flotara.
Viajan en el elevador sin decir una palabra, aunque cualquier intento de conversación hubiera sido seriamente opacado por la fuerte música resonando de las bocinas.
Tony se detiene frente al closet junto a la puerta, tomando una cachucha negra de una percha y luego busca en uno de los cajones junta a ella. Habiendo encontrado lo que buscaba, cierra el cajón con una rodilla mientras se para con un par de lentes oscuros en su mano, poniéndolos ambas cosas sin ceremonias en las manos de Loki.
—Ponte estos —le ordena mientras busca un atuendo similar para él, colocando un par de lentes de color sobre el puente de su nariz y poniendo una cachucha con letras y números que no significan algo para Loki sobre su cabeza—. No podemos dejar que alguien te reconozca ahí afuera. Aunque estoy seguro estaban más ocupados mirando tus cuernos que tu cara durante tu última visita, y nadie esperaría verte vagando por Nueva York de nuevo después de haber sido llevado a Asgard encadenado, pero no quiero arriesgarme. —Toca el vidrio escondiendo sus ojos de la vista popular—, te sorprenderías de cuan efectivos resultan ser estos para repeler atención. En verdad se vuelven útiles cuando eres un millonario súper héroe esperando dar una caminata de incognito por la cuadra.
Aunque él hubiera preferido no tener que ver el mundo a través de una barrera de vidrio oscuro, ahora que sorprendentemente le es permito salir, no está por buscarle colmillos a un caballo regalado, así que no dice algo, simplemente se pone los lentes. El mundo toma un color opaco pero no es tan malo como esperaba.
—Muy bien, Cuernitos, revisión final de instrucciones – te quedas cerca en cualquier momento, no te vayas de mi vista, y no hagas nada estúpido, obsceno o lascivo. ¿Capiche, Comprenez-vous, vertanden?
Loki le mira con las cejas fruncidas.
—¿Entendido? —Tony le aclara.
Loki asiente. —Cumpliré con sus restricciones —dice, tratando de no sonar tan ridículamente ansioso como se siente, pero está bien consciente de que falló cuando escucha su propia voz.
—Okey entonces. Es mejor que no me hagas arrepentirme de esto, o tú también lo harás —Tony dice sin juegos antes de abrir finalmente la puerta hacia el glorioso mundo exterior, el hombre comienza a caminar con Loki cerca de sus talones.
Y es como si sus sentido de repente se hubieran amplificado mágicamente, haciendolo muy consciente de cada pequeña cosa a su alrededor. Como si hubiera estado viviendo en una caja hasta ahora, con los colores opacos y los sonidos sordos, para finalmente ser dejado salir al mundo real con su perspectiva genuina e impecable.
La gravilla resuena suavemente bajo sus pies e inhala profundamente cuando una ráfaga de aire fresco le acaricia el rosto, tan maravilloso como agua fría para un hombre muriendo de sed. La sinfonía de sonidos a su alrededor es casi abrumadora – el trafico ruidoso, la gente bulliciosa, el ladrido de un perro – pero son un cambio tan bienvenido después del silencio permanente que ha constituido su estancia tanto en los calabozos como en la Torre de Tony la mayoría del tiempo.
Es sorprendente cuan revitalizante es el simple hecho de estar al aire libre de nuevo, sin restricciones de paredes presionando contra él. Como si en verdad viviera en lugar de simplemente existir. Y aunque su libertad momentánea sea sólo una ilusión, es tan buena como es, y el tomará lo que le sea ofrecido.
Hay un extraño sentimiento que no identifica despertando en él mientras sigue a Tony por la calle, observando, respirando, su alrededor. Pero no está seguro de poder identificarlo claramente, así que lo ignora por el momento.
El parque es modesto para los estándares de Asgard, claro, pero no importa. Es igual de hermoso y relajante. Allá en casa, usualmente buscaba la privacidad y soledad en la naturaleza, donde podía practicar su magia sin ser molestado, lejos de las usuales miradas desaprobatorias y críticas. Aunque las cosas aun están muy lejos de ser como solían ser, su ánimo está mucho mejor de lo que ha sido desde aquel infortunado día en que fue aplastado contra el suelo por la bestia verde y todo lo que transpiró después.
La única cosa empañando el momento es el interminable palabrerío del hombre que camina junto a él, hablando como si su vida dependiera de la ausencia del silencio. Pero tiene tan poca importancia, mientras pueda disfrutar de esos preciosos momentos de libertad de su confinamiento de siempre, Tony puede hablar tanto como quiera, en lo que a Loki concierne.
Las palabras apenas se registran, su mente está ocupada en otro lado. En el cielo, el viento, los arboles, el suelo bajo sus pies. Todas las cosas que una vez dio por sentadas, sin darse cuenta nunca de cuanto terminaría atesorándolas. El sentimiento raro de antes esta oscilando aun en algún lugar profundo dentro de él; y no está muy seguro de qué pensar de ello. No es algo que reconozca inmediatamente o que pueda relacionar.
Aunque Tony ni se inmuta por el silencio respondiendo sus largos monólogos. Él sigue hablando, sobre sus proyectos y largas juntas de consejo aburridas, sobre las chicas con las que ha salido y la comida que aparentemente puedes comprar en un lugar llamado "Burn and Burguers". Habla sobre ir a un concierto de algo que va con el nombre de "Whitesnake" y aquella vez que encontró a una pareja haciendo cosas sucias justo en ese punto a su izquierda. Loki no cree haber conocido nunca a alguien que ame tanto el sonido de su voz como Tony. Incluso Thor es más modesto en ese aspecto y al menos ocasionalmente sabe cómo y cuándo quedarse callado.
No es hasta que el sol está comenzado a ocultarse, pintando el horizonte con una muestra hermosa de rojo, naranja y rosa, que Tony dice que es hora de regresar a casa.
Y no es hasta ese momento que Loki se da cuenta de lo que es ese raro sentimiento que ha estado creciendo en él durante el transcurso de la caminata. Pero quizás no es tan extraño que le haya llevado tanto tiempo el reconocerlo, porque no ha sentido real gratitud por nada en mucho, mucho tiempo.
Aún estoy enferma, y me duele el estómago... y tengo mucho sueño... y el jugo de fresa que se me antojó tomar resulta que sabe terriblemente a azúcar y ¡argh! Esto no me sienta nada bien xD En fin, disfruten :D
