CAPITULO 49

Él gira la playera sobre la tabla, aplastándola con su mano antes de presionar el hierro caliente contra la tela. Esta es la primera vez desde su fracaso abismal cuando logro hacerle un hoyo a una de las playeras de Tony que estaba planchando, pero ahora ya tiene el truco de esto. No es una tarea difícil, sólo necesita un poco de práctica.

Sus pensamientos se dirigen hacia la última vez que estuvo aquí con la plancha firme en su mano, tratando de sacar lo mejor de la situación en la que se encontraba, que terminó arruinando la primera pieza de ropa que llegó a sus manos. Hace una mueca ante la memoria dolorosa, pero al menos ya no tiene miedo de las terribles consecuencias si fuera a cometer el mismo error. El cual no va a cometer bajo ninguna circunstancia.

Sería una mentira descarada si dijera que disfruta la tarea, pero es un respiro de la monotonía de acomodar papeles, al menos, y está agradecido de tener algo más que hacer por un rato. Tratar de dormirse sin tener interminables líneas de texto negro sobre papel blanco bailando debajo de sus párpados cerrados, frente a su visión interna, debería de entrar como una mejora.

Y mientras está parado ahí, acomodando y reacomodando las piezas de ropa sobre la mesa de planchado, tiene que admitir que por extraño que parezca a sus oídos, está de muy buen ánimo. O al menos tan cerca de lo que se puede decir buen ánimo dadas las circunstancias.

Como sea, la razón no es el cambio de tareas, pero algo más completamente.

Es el hecho de que justo ayer, Tony en realidad le dejó salir.

Y por primera vez desde que llegó, él tiene algo por lo que esperar. Algo que ilumine su día, algo que le dé al menos una pequeña rebanada de felicidad. Nunca esperó que fuese a haber algo como esto esperándole aquí; a lo mucho, había pensado que quizás aprendería como sobrellevar la situación eventualmente, con la idea de que al menos sería preferible a la no improbable condición de estar muerto. Y la única cosa que le ayudaría a continuar sería el aferrarse desesperado a esa débil y fútil esperanza de que las cosas de alguna manera cambiarán para mejor en un futuro distante, sabiendo que dicho día probablemente se quedaría más que como un deseo desesperado.

Y se da cuenta que eso es lo que hace la diferencia. No que no pueda apreciar la falta de golpizas, latigazos y castigos similares desde que llegó, pero la ausencia de cosas malas no es lo mismo que la presencia de algo bueno.

Porque la ausencia de cosas malas puede ofrecer una sensación de alivio solamente, pero la presencia de algo bueno puede traer voluntad verdadera de vivir otro día, con el conocimiento de que en verdad hay algo que vale la pena esperándolo a la vuelta de la esquina. Un pequeño rayo de sol, un pequeño destello de luz. Quizás no es mucho, pero aún es suficiente para convertir su situación de sombría y triste a algo que contiene esa chispa muy necesitada de vida.

Incluso aunque su alojamiento y circunstancias actuales serían consideradas lujosas comparadas con lo que esclavos en Asgard normalmente tienen, y es algo que sólo el más mimado de los esclavos de cama podría soñar, es aún una prisión. Nada va a cambiar eso; una jaula dorada sigue siendo una jaula, pero incluso un pájaro con las alas cortadas puede apreciar el ser permitido dejar su confinamiento.

Antes de todo esto, el estar afuera había sido tomado por dado, pero ahora había sido convertida en un lujo muy codiciado que temió nunca tener de nuevo. Y el sólo estar parado ahí afuera, liberado temporalmente de su prisión, había sido tan estimulante, aunque no como el flujo de magia corriendo por su cuerpo otra vez. Por primera vez en mucho tiempo, había sido capaz de caminar libremente y sin restricciones; e incluso, a pesar del pequeño aparato rastreador que había estado en su muñeca y que el hombre mismo no se hubiera alejado mucho, casi había sido como ser libre de nuevo.

Sí, incluso si estaba atorado en un reino alienígena, en un mundo muy diferente del suyo, inhabitado por una gente extraña y rara, aún era una sensación de gloriosa libertad, no importaba cuan pequeña.

Y ahora, es como si el sol de afuera brillara más que antes, a pesar del montón de nubes acomodadas a su alrededor. Como si su cuerpo ya no fuera retenido por anclas pesadas e invisibles que habían estado atadas a sus hombros por tanto tiempo.

Aún era confuso el por qué Tony le había dejado salir después de desobedecer completamente sus ordenes, contrario a tomar los pasos necesarios para asegurar de que su esclavo estuviera encerrado bajo seguridad para prevenir incidentes futuros, quizás incluso ponerle cadenas para asegurarse de que no se repitiera. Analizándolo, puede admitir que fue un capricho idiota y mal pensado el salir a escondidas al techo así simplemente porque la oportunidad se había presentado. Pero la tentación había sido demasiado grande, porque por lo que él sabía, esa pudiera ser la única oportunidad que llegaría a tener. Y si la hubiera dejado pasar, sin duda hubiera terminado arrepintiéndose.

Sin embargo es otra de las cosas que no tienen sentido sobre Tony, sin importar como retuerza los últimos sucesos en su mente. Los esclavos no son recompensados por desobedecer, ellos son castigados.

Pero de nuevo, supone que tendrá muchos años más para tratar de entender la lógica que guía las acciones de Tony. Dada la inteligencia obvia del hombre, con certeza no hay nada malo en ese aspecto al menos. Debe de haber otras cosas en juego, aunque sean difícil de percibir desde donde él está parado.

Bueno, tendrá tiempo para entenderlo. Tiempo que ciertamente no será insoportable e intolerable como había sido.

Levanta la playera ahora libre de arrugas de la tabla, doblándola tan cuidadosamente como puede, luego se estira por una más del montón.

Y cuando se gira de nuevo, mira de reojo la ventana detrás de él, la vista es extrañamente reconfortante, un recordatorio tranquilizador de que no todo es tan triste y desolador; en realidad hay algo ahora por lo que puede esperar. Ver el cielo de afuera ya no es deprimente o lo llena de desolación, sino que le ofrece un trocito de esperanza.

Una esperanza que quizás si se comporta de acuerdo a lo que se espera de él y no causa algún problema, Tony le permita salir de nuevo pronto.


El sonido de tenedores y cuchillos contra los platos de la cena se ve ocasionalmente interrumpido por el suave gorgoteo de la maquina preparando el café de Tony, el líquido café tan universal que el hombre bebe con casi toda comida, como si su cuerpo dependiera de esa cosa para funcionar propiamente. Incluso había hecho que Loki lo probara una vez, pero el sabor era asqueroso y amargo, y no puede entender por qué alguien bebería voluntariamente tal brebaje.

Aunque el olor es bastante bueno.

—¿Cómo va lo del planchado? —Tony pregunta desde el otro lado de la mesa mientras sigue comiendo con poca elegancia.

Loki levanta la mirada. —Esta… casi terminado —dice, esperando que Tony no piense que está trabajando demasiado despacio.

—Uh-huh. ¿No has quemado alguna playera aún? —el hombre lo dice con poca seriedad entre bocados, claramente no encontrando esa probabilidad muy importante del todo, tan extraño como sea eso.

—No —dice, aún se siente estúpido por el incidente pasado, y no tienen ni idea de por qué Tony nunca le dijo algo cuando era obvio que sabía que había arruinado esa playera. Aunque está agradecido de eso, e incluso ahora no se siente cómo que debería de explicar ese asunto.

—Siento como que nunca planchaste mucho en Asgard ¿verdad? —es la siguiente pregunta. A Tony le gusta hacer preguntas, casi tanto como le gusta hablar, y tan extraño como fuera el habito al principio, Loki casi se ha acostumbrado ahora.

Sacude su cabeza. —No. Había sirvientes para eso. —Y esclavos también, por supuesto.

Su vista se posa en el cielo de afuera, visible tras la ventana a unos cuantos pasos de él. El paseo de ayer por el parque aun es una memoria placentera que no se ha ido de su mente. Incluso ahora puede recordar vívidamente el aire fresco en sus pulmones y el viento en su rostro y el sol calentando su piel, cosas por las cuales ha añorado por tanto tiempo.

—Una pena que no sean tecnológicamente más avanzado allá en la tierra alienígena Vikinga, o no tendrían la necesidad de esclavos —Tony comenta mientras gesticula con su tenedor.

Ya sea que fuera intencionado o no, puede claramente escuchar la implicación ahí. Para alguien como Tony con una casa llena de robots y tecnología un esclavo es seguro que no sea muy útil. Y no le gusta la inevitable conclusión que puede sacar de eso, porque dicha frase no está haciendo nada para mejorar su posición aquí, ni tampoco por las oportunidades para estar afuera en algún momento en el futuro cercano.

Mientras Tony continua hablando, los ojos de Loki seguían puestos en la ventana. No es que en verdad disfrute haciendo simples tareas del hogar o sirviendo a un mortal – o a quien sea, por cierto – pero hay una cosa que le llama menos la atención justo ahora, y es la falta de oportunidades para ganar la suficiente aprobación de Tony para que le deje salir de la torre de nuevo. Desafortunadamente, hay muy pocas cosas disponibles para que él que le ayudarán en adquirir el favor del hombre, así que es mejor que use cualquier oportunidad que tenga.

La maquina coladora en la barra de la concina resuena, señalando que el café está listo. Antes de que Tony pueda hacer algo, Loki se levanta y camina hacia la barra, llenado una taza y colocando dos terrones de azúcar en ella del tazón cercano, como ha visto al hombre hacer tantas veces antes. Luego regresa a la mesa y pone la taza frente a Tony antes de sentarse.

El hombre levanta una ceja inquisitiva.

—Entonces servicio de primera clase hoy, ya veo. Sólo falta la azafata rubia y pechugona para que la imagen este completa —dice, su voz aguda en una manera que se escucha bastante rara, mientas observa a Loki con una mirada vagamente peculiar y persistente. Luego lentamente deja que su mano rodee el asa de la taza y después de un momento de silencio toma un sorbo.

Y Loki no está muy seguro de cómo interpretar esa voz y esa mirada, no puede decir si lo aprueba o no pero al final, se decide por la primera. Claro, tiene que ser la primera, otra cosa no tendría sentido.

Por supuesto, se le está dificultando el leer y entender a Tony, pero no hay razón posible de por qué el hombre no deba de aprobar el que su esclavo le sirva una bebida. En Asgard, tal cosa viene con el territorio, y muchos de la nobleza alta mantienen esclavos parados detrás de sus sillas durante la hora de comer simplemente por la conveniencia de tener a alguien que llene sus copas vacías por ellos.

Y mientras Tony continua sorbiendo de su café con su mirada ilegible, la idea una vez más se le cruza por la cabeza de que le serviría muy bien el comportarse más conforme a lo que Tony razonablemente esperaría de él, para asegurarse de que esté contento.

Después de todo, el hombre tiene la llave hacia el exterior.


Al parecer siempre si salí de la enfermedad, pero a no sé que hurancan, ciclón, temporal, depresión tropical o lo que sea que sea que está atacando la costa del pácifico de México, se le ocurrió que noviembre era el perfecto mes para aparecer y aquí donde vivo está haciendo un frio de los mil judas (dijo mi abuelita) y lloviendo sin tregua, así que mi tos de moribunda regresó xD y el dolor de la columna también ¡gracias lluvia!

En otros asuntos... ¡celebren! Qué en lugar de estar estudiando para mi examen de francés, terminé con este capítulo :D ¡Yeei!

Espero disfruten el capítulo, y un montón de disculpas por no contestar comentarios en los últimos capítulos pero sepan que los adoro y los leo y los releo desde mi celular para alegrarme los días. Miles de gracias por todas sus lindas palabras. ¡Y por Merlin! Gracias por estos 200 comentarios, acabo de ver el contador :D Infinitas graciaaas.

Maiden