AQUI LES TRAIGO MI NUEVA ADAPTACIÓN ESPERO LES GUSTE
Los personajes le pertenecen a Stephenie Meyer al final les digo el nombre del autor
Capítulo Cuatro
Edward aparcó en el garaje en el que WSS tenía las oficinas centrales, en el centro de Seattle, y salió rápidamente del coche. Necesitaba acabar cuanto antes con aquello y enfrentarse después a las consecuencias. Le importaba muy poco que Riley y Jasper dieran o no su aprobación. Ni siquiera era negociable. Si no estaban de acuerdo, sencillamente, renunciaría a su trabajo.
Alzó la cabeza sorprendido ante aquel pensamiento mientras salía del ascensor al piso en el que se encontraban las oficinas. ¿Renunciar? ¿Marcharse?
¿Dejar un trabajo que era toda su vida? ¿Un trabajo que le había consumido hasta excluir de su vida todo lo demás? Jamás habría imaginado un escenario en el que eligiera otra cosa por delante de su trabajo, de sus compañeros de equipo, de su familia. Pero ni siquiera tuvo que pensárselo dos veces.
Ella le necesitaba y él le debía mucho más de lo que nunca podría pagarle. También era obvio que aquella joven tenía problemas serios y, si él no la protegía,¿quién iba a hacerlo?
Al entrar en las oficinas estuvo a punto de tropezar con Tanya. La abrazó con fuerza y ella ni siquiera le amenazó con dejarle castrado. En cambio, le devolvió el abrazo con idéntica intensidad.
Cuando se separó de ella, Edward la recorrió con la mirada, sin pasar nada por alto.
Tanya parecía feliz, relajada. Había una luz en sus ojos que no había visto antes.
Edward suponía que era el efecto que el amor y la redención tenían en una persona.
Se dio cuenta también de algo más y frunció el ceño.
—¿Qué demonios estás haciendo aquí, Tany? Se suponía que no debías volver al trabajo hasta dentro de…
Tanya frunció el ceño.
—Tres semanas, sí, lo sé. No sé quién es más idiota, si mi marido por organizarme tres meses de baja o a Riley por estar de acuerdo con él. Todo ello sin que yo supiera nada y sin que nadie me preguntara cuánto tiempo quería estar fuera.
—Te dispararon y estuviste a punto de morir —gruñó Edward—. Date un respiro. Y dánoslo a nosotros, ¿de acuerdo? Sobre todo a ese pobre canalla con el que te has casado. Estuviste a punto de morir en sus brazos. Diablos, llegaste a estar clínicamente muerta.
Tanya suavizó su mirada un instante, pero volvió a fruncir el ceño.
—Sí, lo entiendo, ¿pero tres meses? Ya tuve mucho tiempo libre antes de la boda.
—Eh, hazme un favor, Tany. No presiones todavía para volver, ¿de acuerdo? Espera por lo menos hasta que haya hablado contigo.
La mirada de Tanya se tornó penetrante, la preocupación se apoderó de sus facciones mientras retrocedía un paso.
—¿Qué pasa, Edward?
Edward se pasó la mano por el pelo. El hecho de que Tanya no estuviera trabajando podría serle muy útil. Podría contar con su ayuda para afrontar su problema. Con la suya y con la de su marido, Demetri Volturi. Este tenía contactos de los que Edward carecía.
—Mira, ahora mismo no tengo tiempo, Tany, de verdad. Tengo treinta segundos para pillar a Jasper y a Riley mientras estén aquí, pero hablaré más tarde contigo, ¿de acuerdo? Es posible que necesite tu ayuda. La tuya y la de Volturi.
Tanya profundizó su ceño todavía más. Su preocupación se acentuó al comprender lo que le estaba diciendo.
—¿Necesitas que me quede hasta que termines de hablar con ellos? Edward suspiró y sacudió la cabeza.
—Si te parece bien, me pondré en contacto con Volturi y contigo más tarde.
Después de hablar con Jasper y con Riley tengo que ocuparme de algo.
—¿Por qué no nos pasamos Demetri y yo por tu casa? ¿A las siete te parece bien? Llevaré la cena —se ofreció.
Fue tal el alivio de Edward que hasta se mareó un poco. Le habría costado mucho dejar a la mujer que tenía a su cargo para hablar con Tanya y con su marido.
Pero, si estos iban a su casa, no solo podrían ver por sí mismos a lo que se estaba enfrentando, sino que no tendría que dejarla.
—Me parece perfecto. Y muchas gracias.
—Puedes contar con nosotros cuando quieras, Edward. Lo sabes —dijo con suavidad—. Ahora vete. Iré a casa y, después de contarle a mi marido lo que pasa, le informaré de que hemos cambiado los planes para esta noche.
Edward sonrió de oreja a oreja.
—¿Estás segura de que solo quieres contarle lo que pasa? Seguro que quieres hacer algo más con él.
Tanya frunció el ceño y le enseñó el dedo corazón mientras salía de las oficinas.
Edward soltó una carcajada y continuó sonriendo hasta que ella se fue. Después, tomó aire y corrió hacia el despacho de Riley, donde sabía que estaría también Jasper.
Llamó una vez y asomó la cabeza.
—¿Tienen un momento?
Riley pareció sorprendido al verle, pero Jasper frunció el ceño.
—¿Dónde demonios está mi todoterreno? —preguntó—. ¿Y por qué demonios no está localizable?
Edward elevó los ojos al cielo mientras se sentaba enfrente de él.
—Está bien y de una pieza, más a menos. Solo ha sufrido algunos problemas técnicos.
Riley arqueó la ceja.
—¿Esos problemas tienen algo que ver con el hecho de que quieras hablar con nosotros?
—Sí —contestó Edward tras una breve vacilación.
El ceño de Jasper se transformó en una mirada interrogante y de preocupación.
—¿Va todo bien, Edward?
Edward se frotó la nuca sin estar muy seguro de cómo explicar lo que había pasado aquella mañana. No quería que pensaran que había terminado perdiendo la cabeza. Así que se limitaría a ir al grano. No sabía hacerlo de ninguna otra forma.
—Esta mañana, cuando he parado para ir a comprar un café y unos bagels, alguien ha intentado robarme el todoterreno. Después, me han disparado en el pecho y he estado a punto de desangrarme en ese maldito aparcamiento.
Ambos hombres arquearon las cejas.
—¿Qué demonios ha pasado? —preguntó Riley en voz baja y amedrentadora. Pero después parpadeó.
— Espera. Has dicho que te han disparado. ¿Entonces cómo demonios estás aquí sentado, contándome tranquilamente que te han disparado, en vez de en un maldito hospital? Y además,¿quién es el canalla que ha intentado matarte? ¿Y por qué demonios nos estás contando ahora todo esto?
Su furia reverberaba en todo el despacho. Riley siempre había sido muy protector con todos los hombres y mujeres que trabajaban para él.
—No ha intentado matarme —respondió Edward con tranquilidad.
—Me ha matado.
Me estaba muriendo. Sabía que me estaba muriendo. Sentía que me estaba yendo, que aquel era el fin, que mis días en la tierra habían terminado. Jamás en mi vida había estado más asustado. Pero, de pronto, ha llegado la calma. La aceptación, supongo. La verdad es que nunca he pensado mucho ni en la muerte ni en la posibilidad de morir, lo cual es una estupidez, lo sé, teniendo en cuenta cuál es nuestro trabajo y lo cerca que la hemos tenido. Y después de lo de Tanya… —se interrumpió al ver que Riley palidecía y parecía encogerse.
Riley todavía estaba intentando superar el hecho de haber estado a punto de perder a Tany, que había estado al borde de la muerte, al igual que Edward, que estaba allí sentado, contándoles tan tranquilo que había estado a punto de irse al otro mundo.
Jasper y Riley intercambiaron sendas miradas de perplejidad y alarma.
Después, sacudieron la cabeza como si estuvieran intentando entender qué demonios les estaba contando.
—¿Pero qué estás diciendo? —preguntó Jasper en voz baja—. Edward, ¿estás seguro de que estás bien?
Edward suspiró y se frotó los ojos.
—Mira, ya sé que parece una locura y que os estás preguntando si deberías meterme en un psiquiátrico. Cuando termine de explicaros todo, si todavía tienes alguna duda, pueden llamar a Liam, a Mike y a Sombra, que también han estado allí. Presioné el botón de alarma y en cuestión de minutos estaban conmigo.
—¿Y dónde demonios están ahora? —preguntó Riley con los ojos entrecerrados.
Edward alzó la mirada.
—Ahora llegaremos a eso. Dejame terminar.
—Uno de nosotros ha perdido la cabeza —musitó Jasper—. Y creo que podría ser yo.
Al final me ha tocado a mí. Necesito unas malditas vacaciones con mi esposa. Si pudiera estar seguro de que va a mantenerse al margen de problemas durante más de un día, me las tomaría ahora mismo.
—Volvamos al momento en el que alguien estaba intentando robarme el coche.
—¿No es la misma persona que te disparó? —preguntó Riley. Edward negó con la cabeza.
—Iba andando hacia el todoterreno cuando vi que la puerta del conductor estaba abierta y he soltado un juramento porque me había dejado las llaves puestas.
He dejado todo lo que llevaba en la mano, he desenfundado la pistola y me he acercado a la mujer que me estaba robando. Era obvio que no era una profesional y también que no tenía la menor idea de lo que estaba haciendo.
—¿Era una mujer? —preguntaron Riley en cuanto le oyeron. Edward asintió antes de continuar.
—Ni siquiera ha mirado hacia atrás una sola vez. Cuanto estaba a punto de meterse en el todoterreno, me he colocado tras ella, he apuntado con la pistola y le he dicho que no se moviera. No he sabido que era una mujer, y no un adolescente, hasta que se ha dado la vuelta. Y entonces… Dios mío… parecía un ángel. Esa mujer tiene los ojos más azules que he visto en mi vida, una piel de porcelana y un pelo castaño y ondulado. Iba descalza. Ni siquiera iba adecuadamente vestida para este tiempo y estaba intentando robarme el coche porque alguien le había dado una paliza.
Riley y Jasper oscurecieron su expresión. De la garganta de Riley escapó un gemido mientras se aferraba al borde de la mesa.
—Tenía la cara, el cuello y todas las partes del cuerpo que tenía expuestas ensangrentadas y amoratadas. Quién sabe cómo tenía otras partes que no he podido ver.
Me ha mirado aterrorizada y me ha suplicado que no le hiciera daño.
Por el amor de Dios, si hasta me ha pedido perdón por estar robándome el coche.
Me ha dicho que no sabía qué hacer, que tenía que escapar. Estaba intentando tranquilizarla cuando alguien ha abierto fuego sobre nosotros. Era un disparo de rifle y a bastante distancia. Yo estaba intentando tirarla al suelo y sacar la pistola cuando he recibido un disparo en el corazón y los pulmones. ¡Puf! No he sentido nada parecido en mi vida, y espero no volver a sentir nada tan espantoso otra vez.
Riley y Jasper clavaron estupefactos la mirada en su pecho, cubierto por una sencilla camiseta, en el que no se veía herida alguna.
—Y aquí es donde viene lo más raro. Pero, en fin, nosotros estan acostumbrados a los misterios y a las cosas inexplicables, así que no deberíais ni pestañear al oír esto.
Riley frunció la frente mientras Jasper se limitaba a mirarle con atención. Su concentración en lo que Edward estaba contando era absoluta.
—Me he dado cuenta de que estaba muriéndome y de que nada podía evitarlo. Ya había activado la llamada para pedir ayuda y sabía que venía alguien en camino.
Le he dicho a la mujer que se llevara el todoterreno y saliera huyendo antes de que quienquiera que estuviera disparando se acercara lo suficiente como para matarla o llevársela. Ahora sé que no querían matarla, pero, desde luego, pretendían llevársela.
—¿Qué ha pasado entonces? —preguntó Riley con calma, sintiendo que se acercaba algo importante.
—Se ha puesto histérica, ha empezado a gritar que no una y otra vez, y después ha dicho que no me dejaría morir. Que no podía. Y entonces… Dios… Ni siquiera sé como contar esto, pero me ha puesto las manos encima. Se ha tensado todo su cuerpo, y también su expresión, hasta el punto de parecer angustiada. Parecía que era ella la que había recibido el disparo y estaba soportando un terrible dolor. Y me ha curado. He sentido un calor que salía desde dentro hacia fuera e iba extendiéndose por todo mi cuerpo. Ha sido como… un milagro. Esa mujer es milagrosa. Después, ha sido como si nada hubiera pasado. Ella estaba desolada, con los brazos alrededor de las rodillas, meciéndose hacia delante y hacia atrás y completamente desesperada. He comprendido entonces que ella había renunciado a la posibilidad de escapar para salvarme a mí. Yo todavía estaba débil, probablemente por la impresión más que por ninguna otra cosa, y sabía que pronto iban a llegar refuerzos, pero era posible que ella no tuviera mucho tiempo, así que he vuelto a decirle que se llevara el todoterreno y se fuera. Al final ha aceptado, y me he arrepentido de haberle dicho que lo hiciera al ver que ni siquiera sabía conducir.
Riley volvió a arrugar la frente.
—¿Cuántos años tiene esa mujer, Edward?
Edward se encogió de hombros.
—No tengo ni idea. Supongo que poco más de veinte, ¿pero cómo demonios voy a saberlo? Cualquiera podría confundirla con una niña o con una adolescente, pero sus ojos… Dios, al mirarla a los ojos tienes la sensación de estar viendo a alguien mucho mayor.
—¿La has perdido? ¿Ha desaparecido? —preguntó Jasper con incredulidad. Edward frunció el ceño.
—¡Claro que no! He esperado a que llegaran Liam, Mike y Sombra. Se lo he explicado todo porque, cuando han visto la sangre, querían llevarme directo al hospital.
Con el rastreador de mi vehículo, la hemos seguido hasta el lugar en el que estaba parada, en un área boscosa situada a unos cuantos kilómetros de aquí.
Estaba en el asiento de atrás, inconsciente y llorando en sueños.
—Dios mío —susurró Jasper.
—A mí me lo vas a decir.
—¿Y de qué quieres hablar exactamente con nosotros? —preguntó Riley desconcertado.
Edward tomó aire mientras fijaba la mirada en aquellos dos hombres a los que consideraba no solo amigos, sino también familia.
—Esa mujer no es cliente de WSS, pero no pienso darle la espalda bajo ningún concepto. La he dejado con los otros para poder venir a hablar con ustedes, pero pienso volver a mi casa, hacer lo que sea necesario para ganarme su confianza y después protegerla e intentar averiguar la manera de librarla de cualquier amenaza.
Se interrumpió de nuevo para dejar que asimilaran lo que acababa de decir.
—Y necesito pedir un permiso para hacerlo —añadió con voz queda.
Jasper frunció el ceño y Riley alzó la cabeza y entrecerró los ojos con expresión de enfado.
—¿Qué demonios? —preguntó Riley—. ¿Quieres una excedencia? ¿A qué demonios viene eso, Edward?
—No puedo dedicarle a WSS todo mi tiempo y concentración y, al mismo tiempo, hacer todo lo que necesito hacer por ella —dijo Edward bajando la voz—. No sería justo ni para ella ni para nosotros. Si les supone algún problema, renunciaré y podran buscar a alguien que me sustituya.
—Lo que tienes que hacer es cerrar el pico y dejar de hablar antes de que pierda la poca paciencia que me queda —le espetó Riley.
Jasper no parecía más contento que él.
—¿De dónde has sacado la idea de que yo, o Jasper, o cualquier miembro de WSS va a darle la espalda a alguien que no solo corre un serio peligro, sino que ha salvado la vida a una persona muy querida para todos nosotros porque no haya contratado nuestros servicios? —preguntó Riley con los dientes apretados—. Dios mío, Edward. Hemos estado a punto de perderte, la mujer a la que te has jurado proteger es la única razón por la que todavía estás vivo y ahora mismo no estamos organizando tu entierro. Te encargarás de protegerla, sí, pero también lo haremos el resto de nosotros. A partir de ahora se convertirá en una prioridad para mí y para WSS.
—Eso significa mucho para mí —dijo Edward con un nudo en la garganta.
—No lo comprendes, ¿verdad? —musitó Jasper—. Arriesgaste la vida por la persona más importante de mi vida. Y de la vida de Diego. Y, por supuesto, de la de Demeti Volturi. Y has arriesgado la vida por nosotros una y otra vez. Riley y yo hemos tenido que estar aquí sentados mientras nos explicabas que has estado a punto de morir y que si has vivido para contarlo es solo porque esa mujer te ha salvado. ¿No crees que eso significa algo para nosotros? ¿Que, sea quien sea esa mujer, haya hecho lo que haya hecho o sea cual sea la carga que arrastra, también es importante para nosotros? ¿No entiendes que todos queremos participar de forma activa a la hora de protegerla y liberarla de cualquier posible amenaza?
El nudo que Edward tenía en la garganta se hizo más grande todavía.
—Es una mujer condenadamente especial —musitó Riley—. Y soy consciente de lo que estoy diciendo. Cuando pienso en lo que Victoria, Alice, Bree y Rose son capaces de hacer ya me resulta abrumador, pero esta mujer te ha rescatado de la muerte.
Ha conseguido hacer un maldito milagro. Me sorprendería más que no estuviera en peligro o que no tuviera a unos miserables intentando atraparla para aprovechare de sus poderes. Porque, Edward, esa mujer siempre estará en peligro.
Aunque eliminemos a aquellos que la están amenazando ahora, con un poder como ese nunca estará a salvo.
—Lo sé —respondió Edward con voz queda—. Pero siempre tendrá a alguien que la proteja.
La habitación se quedó en silencio mientras Riley y Jasper digerían la respuesta de Edward. Ninguno de ellos hizo ningún comentario.
—¿Dónde está ahora? —preguntó Riley.
—Por lo que yo sé, en mi casa con Liam, Sombra y Mike cuidando de ella.
Tengo que volver cuanto antes. No pienso dejarla allí, es demasiado arriesgado.
—¿Tienes algún plan? —preguntó Jasper.
—Sí, o por lo menos una idea. Pero necesito trabajar en ella en cuanto vuelva a mi casa y, con un poco de suerte, consiga que ella me proporcione alguna información.
—Si necesitas cualquier cosa, cualquiera, Edward, háznoslo saber —le pidió Riley.
—Y, si no te importa, preferiría no tener que organizar el entierro de uno de mis hombres.
Edward esbozó una leve sonrisa.
—Siempre has sido una mamá gallina.
—Creo que has hablado demasiado con Tanya —musitó Riley.
—No, pero la he visto cuando se estaba yendo y no parecía muy contenta contigo —contestó Edward con una sonrisa.
—Está enfadada porque ya no solo trabaja para un imbécil sobreprotector y controlador, sino que está casada con otro, así que no tiene manera de escapar.
Jasper y Edward soltaron una carcajada, pero los dos sabían que era cierto. Edward se levantó.
—Odio tener que interrumpir esto tan rápido, pero tengo que irme. Todavía estaba inconsciente cuando la he dejado, así que tengo que volver para poder averiguar qué demonios está pasando.
—¿Nos mantendrás informados? —preguntó Riley.
—Los llamaré, pero no sé qué información voy a poder ofrecerles.
—Con eso basta. Y ten cuidado, Edward. No quiero que vuelvan a dispararte.
—Ni yo —musitó Edward mientras salía del despacho de Riley.
Se detuvo en el marco de la puerta y se volvió hacia aquellos dos hombres para los que trabajaba y que se habían convertido en su única familia.
—Necesito que tengas paciencia. No quiero meter a WSS en este asunto todavía.
Por lo menos hasta que no sepa a qué nos estamos enfrentando. Es demasiado peligroso. Si establecen alguna relación entre WSS, esa mujer y yo, estaran todos en peligro. Y también sus esposas. Es evidente que es una mujer muy buscada y no se detendrán ante nada para ponerle las manos encima. Y sabiendo lo que es capaz de hacer entiendo el porqué. Esto es mucho más serio que cualquier otra cosa con la que nos hayamos encontrado y no quiero que ningún miembro de esta organización se convierta en un daño colateral, como ha estado a punto de ocurrirme a mí. Sé que esto va contra el monstruo del control que llevás los dos dentro, pero necesito que mantengas un perfil bajo y esperen a que yo haga el siguiente movimiento. No pienso hacer ninguna estupidez. Los llamaré en cuanto los necesite, pero de momento tengo que mantener los riesgos al mínimo y a ella fuera de la circulación. Los tendré informados. No voy a dejarlos al margen. Y, en cuanto tenga la sensación de que estamos en peligro, serán los primeros en saberlo.
Riley asintió lentamente.
—No hagas lo que hizo Tanya, Edward. Me enfadaría mucho. No emprendas en solitario esta misión para proteger a todos los demás. Somos adultos capaces de decidir por nosotros mismos. Tú formas parte de la familia y puedes pedirnos lo que quieras. De momento, aceptaré tu estrategia, pero no voy a quedarme sentado y de brazos cruzados durante mucho tiempo. Así que averigua todo lo que tengas que saber, y rápido, para que podamos analizar la situación y trazar un plan para seguir avanzando. Si esa mujer es capaz de hacer lo que nos has contado, la gente que va tras ella no renunciará ni se retirará ante el primer obstáculo. Se limitarán a buscarla con más ahínco sin importarles los estragos que puedan ocasionar en el proceso. Así que, Edward…
Edward alzó los ojos hacia el jefe del equipo y los desvió después hacia Jasper, que tenía su intensa mirada clavada en él.
—¿Sí?
—Necesito que comprendas en lo que te estás metiendo. Esta no es una misión temporal en la que nos deshacemos de una amenaza y nuestro cliente puede marcharse y retomar su vida. Una mujer con un don como ese siempre tendrá a alguien tras ella. Siempre habrá alguien que quiera utilizarla y controlarla, eso no acabará nunca. Antes de decidir si te quieres involucrar en esto, tienes que pensártelo bien. La primera vez que te has topado con ellos has estado a punto de morir.
Si quieres retirarte y dejar que sea otro el que se ocupe de protegerla no será ninguna vergüenza. Bastará con que nos lo digas para que así sea.
La rabia bullía en las venas de Edward. A duras penas fue capaz de controlar su genio.
Solo el hecho de saber que aquellos hombres y aquella organización harían cualquier cosa por él, al igual que él la haría por ellos, evitó que le diera a Riley un puñetazo en pleno rostro.
—Me ocuparé yo, Riley, nadie más. Ya te he dicho que en cuanto necesite ayuda la pediré. Hasta entonces, es mejor que no los asocien con ella ni los vean cerca de ella.
Esa mujer lo ha arriesgado todo para salvarme sin saber si yo era mejor que los tipos que andan tras ella. En ese momento ha sellado su destino, porque no pienso apartarme de su lado. Necesito tiempo para que me cuente su versión sobre lo ocurrido y tengo la sensación de que no me va a dar ninguna información sobre sí misma de forma voluntaria, así que voy a necesitar tiempo para ganarme su confianza y demostrarle que puede confiar en mí. Te agradezco el ofrecimiento mucho más de lo que puedes imaginar. Pero no estamos hablando de un cliente de WSS, esta no es una misión para la organización. Esa mujer es responsabilidad mía y la protegeré aunque me cueste la vida.
Riley suspiró, pero asintió y alzó después la mano para interrumpir a Edward antes de que se fuera.
—Si no consigues que te dé ninguna información, llama a Collin y ponle a trabajar en ello. El cielo sabe que se pasa veinticuatro horas al día con esos ordenadores.
No estaría mal darle un verdadero trabajo y permitir que nos deje boquiabiertos con sus destrezas informáticas. Todavía no ha acabado de asimilar el hecho de que Tany sepa más que él sobre piratería, aunque finja ser más torpe para ahorrarle la vergüenza.
Riley soltó un bufido burlón al imaginar a Tany fingiéndose torpe, pero la verdad era que tenía debilidad por el hermano pequeño de los Whitlock y no le sorprendería que ocultara sus habilidades para hacerle quedar bien.
—Buena idea —dijo, y se volvió dispuesto a marcharse a toda velocidad—.
Le llamaré si consigo cualquier cosa que pueda permitirle ponerse a trabajar en ello.
GRACIAS POR SUS REVIEWS
