Aqui esta mi nueva adaptación espero les guste.
**Los personajes son de Stephenie Meyer al final les dicho el nombre del autor.
Capítulo Veinte
Edward se obligó a abandonar la cama tras haber esperado a que Bella sucumbiera a los efectos del tranquilizante. Se inclinó después para darle un beso en la frente.
Cerró los ojos con el corazón dolorido al pensar en lo que tenía por delante. Bella había soportado toda una vida de sufrimiento y tristeza y le frustraba no poder alejarla de todo aquello de manera instantánea. Antes de que todo aquello acabara, le tocaría sufrir más reveses emocionales, pero él estaba dispuesto a dar la vida para evitar que tuviera que soportar más sufrimiento físico. Rezó con fervor para que la violencia no volviera a tocarla, aunque sabía que era algo que no podía garantizar.
La única promesa que podía hacer era que la protegería con la misma fiereza con la que siempre había protegido a todo el mundo, y sabía que sus hombres harían lo mismo. Su determinación no era menor que la suya, lo había visto en sus ojos y en su actitud.
Se dirigió sigiloso hacia la puerta, la cerró tras él con mucho cuidado y fue a grandes zancadas hacia el cuarto de estar, pensando ya en el siguiente obstáculo que debía eliminar para mantener a Bella a su lado durante el resto de sus vidas.
—Que es lo que ha pasado —dijo Edward.
No quería perder ni un segundo en llegar al corazón del asunto.
Riley se volvió hacia él con expresión seria, la mandíbula en tensión y los ojos resplandecientes de furia y preocupación.
Aquello inquietó mucho más a Edward, porque no era fácil que algo inquietara a Riley. Solo perdía su habitual e inquebrantable calma cuando surgía algo relacionado con las personas más cercanas a él o con los hombres que trabajaban bajo sus órdenes.
Le había resultado casi doloroso mirarle cuando habían perdido el contacto con Tany y se habían enterado de que se había marchado decidida a impartir justicia para salvar las vidas de las únicas personas que de verdad le importaban: Riley, los hombres que trabajaban con ella en WSS y las mujeres vinculadas al grupo, Rose, Victoria, Alice y Bree.
Y la primera vez que le había visto en aquel estado emocional, batallando contra las lágrimas y la tristeza había sido cuando se había arrodillado al lado de Tanya mientras Volturi la sostenía casi sin vida entre sus brazos, con una herida espantosa en el pecho sangrando como un río; los médicos que habían llegado habían anunciado que estaba rozando la muerte.
Estar a punto de perder a Tanya le había cambiado a un nivel fundamental. Aunque continuaba siendo un hombre frío y rara vez le temblaba el pulso en ninguna situación, se mostraba más protector con todas las personas que tenía bajo su mando, y doblemente con aquellas mujeres que tenían unos vínculos tan estrechos con los hombres que trabajaban para WSS.
Así, si bien antes daba mucha más libertad y adoptaba una actitud discreta en las misiones que no lideraba, desde entonces no perdía detalle de una sola de las misiones de WSS. Acudía a todas las reuniones, aunque no estuviera trabajando en aquella misión en particular, y comprobaba regularmente cómo iba la misión con quienquiera que la estuviera dirigiendo, asegurándose siempre de que sus hombres contaran con todos los medios disponibles.
Y, en el caso de que considerara que cualquiera de sus equipos pudiera estar en peligro, no vacilaba a la hora de incorporarse a él y trabajar codo con codo con sus agentes, sin intentar quedar al mando o asumir el liderazgo. Riley, sencillamente, no tenía un gran ego y aquella era una de las cosas que Edward más apreciaba a la hora de trabajar con él.
Su única prioridad era conseguir que el trabajo se hiciera de forma rápida y eficaz y que ningún agente de WSS muriera o resultara herido.
—Antes he llamado a James, a Jasper y a Diego —dijo Riley secamente.
—Les he explicado lo que ha pasado y que hay un noventa y nueve por ciento de probabilidades de que haya sido un ataque planificado antes incluso de la fuga de Bella. Es muy posible que, tras el preacuerdo al que llegaron, el canalla que la compró ordenara que todas y cada una de las personas que sabían de su existencia fueran exterminadas. Tiene sentido.
Bella ha vivido durante casi toda su vida en esa secta y nadie ajeno a ese culto tendría manera de saber nada de ella, de modo que así no quedaría nadie que pudiera cuestionar su desaparición. El narcotraficante tendría lo que tan desesperadamente quería poseer sin miedo a que nadie pudiera provocar ningún escándalo por su desaparición. Sencillamente, no existiría, de la misma manera que no ha existido durante estas dos últimas décadas.
—Pero nuestra intervención lo fastidió todo, les arruinó su maldito plan — gruñó Caballero.
— Sobre todo cuando nos llevamos a Bella, robándosela delante de sus narices. Ahora tiene que enfrentarse a nosotros y sabe que, incluso en el caso de que consiguiera recuperar a Bella, iríamos sin tregua a por él. Y no puede permitirse el lujo de añadir otro enemigo a la larga lista de personas a las que les gustaría hacerle pedacitos y convertirle en alimento para peces.
—Exacto —contestó Riley—. Y eso significa que vendrá a por nosotros empleando todos sus recursos, y que se moverá rápido, porque no puede correr el riesgo de que nadie, más allá de nuestra organización, sepa de la existencia de Bella.
—¡Mierda! —exclamó Edward. La rabia corría en remolinos por sus venas.
— Maldita sea, ¡Bella a ya ha sufrido bastante!
¿Cuánto más va a tener que soportar?
¿Cuánto tiempo tendrá que seguir viviendo con un miedo constante? En cuantosepa que somos el próximo objetivo de ese maldito camello querrá marcharse. Tendré que convencerla de que, a estas alturas, no serviría de nada. Tanto si se va como si no, intentarán acabar con cada uno de nosotros por todo lo que sabemos.
—James, Jasper y Bree tendrán controladas a las mujeres y se dispersarán para que no representen un solo objetivo. Rose se quedará con James y Victoria. Yo voy a pedir algunos favores porque no quiero dejarles solos, pero necesitamos que hasta el último agente de WSS esté pendiente de Bella, así que voy a buscar protección para ellos.
—¿Y Tany? —preguntó Edward preocupado.
—Le he dado a Volturi un informe detallado de la situación y, aunque a Tany no le va a hacer ninguna gracia tener que estar encerrada, van a trasladarse a un lugar secreto.
Volturi cuenta con suficientes hombres como para conseguir una protección adecuada.
Edward suspiró aliviado. Sabía que Tany se enfadaría porque era una buena agente. En cualquier otra circunstancia, Edward se habría alegrado de poder contar con su apoyo, pero todavía no estaba recuperada en un cien por cien de su encuentro con la muerte. Tanya había tenido que superar su propio infierno y lo último que necesitaba era volver tan pronto a la primera línea de fuego. En cualquier caso, tampoco Volturi se lo permitiría. El marido de Tany era uno de los pocos hombres que no reculaban ante ella y no tenía ningún problema en plantarse en todo lo relativo a su seguridad. Si había algún riesgo de por medio, Tany no iba a ganar nunca una discusión con Volturi. Aquel hombre era tan intransigente, tan cabezota y tan inflexible como su esposa, sobre todo si había alguna posibilidad de que Tany sufriera cualquier tipo de daño.
Volturi era capaz de atarla a su muñeca, o a una silla, o a la cama, algo que ya había hecho en alguna ocasión sin mostrar el menor signo de arrepentimiento.
—¿Y qué vamos a hacer hasta entonces? —preguntó Edward.
Era consciente de que todos y cada uno de sus compañeros estaban concentrados y pendientes de Riley. Era obvio que tenían tanto interés como él en disponer de toda la información. Y que odiaban estar allí sentados sin hacer nada, esperando a que el enemigo fuera a por ellos.
Aquello no era propio de su manera de ser, ni de lo que eran. No era su forma de operar. Jamás. Ellos se enfrentaban abiertamente a sus oponentes. Eran ellos los que definían el curso de la acción. Los que decidían cuándo, cómo y dónde.
Ellos siempre optaban por el elemento sorpresa. Y, desde luego, les había sido muy útil en el pasado.
—Mantendremos a Bella a salvo. Nos guardaremos las espaldas en todo momento. No quiero a nadie solo en ninguna parte. No quiero blancos fáciles. Si nos quieren, tendrán que venir a por todos —dijo Riley.
—Así que vamos a seguir aquí sentados, jugando a las casitas, fingiendo que no hay nadie que viene a por nosotros y que esos canallas no van a intentar ponerle a Bella las manos encima —se lamentó Edward con amargura.
Los demás no parecían más contentos que él con las órdenes de Riley. Este se llevó la mano a la nuca y se la frotó con evidente irritación.
—Si crees que esto me gusta más que a ustedes, estan completamente equivocados —les recriminó—. Nuestro primer objetivo es apartar a una mujer inocente de las manos de un maldito monstruo, de un hombre que ha ordenado masacrar a decenas de personas, incluyendo niños, bebés incluso. En este momento, lo mejor que podemos hacer es permanecer aquí hasta que tengamos más información sobre ellos de la que ellos tienen sobre nosotros. Si nos mostráramos en público, revelaríamos la presencia de Bella, cuando hemos jurado hacer todo lo que esté en nuestras manos para asegurarnos de que nunca vuelva a ser sujeto de tanta brutalidad. ¿Que apesta? Pues sí. Me revuelve el estómago tener que estar escondido como un cobarde y hacerles pensar que les tenemos miedo.
Riley estaba cada vez más furioso; su semblante iba enrojeciendo por la rabia.
—No tenemos miedo de unos ineptos que disfrutan haciendo sufrir a una mujer inocente. Lo que estamos haciendo es lo más inteligente. Mientras ellos se pasean a plena luz del día y aparecen en público, nosotros mantenemos un perfil bajo. Estaremos esperando a que cometan algún error y será entonces cuando podamos ponerlos contra la pared. ¿Y sabéis qué? Dejaremos que piensen que les tenemos miedo. De esa manera conseguiremos que se confíen y se muestren más atrevidos.
Y, como son estúpidos, terminarán fastidiándola. Lo único que tenemos que hacer es ser pacientes y no ser nosotros los primeros en cometer algún fallo.
—Entendido, jefe, Una lógica muy retorcida, pero acertada.
Liam asintió y, uno por uno, los demás fueron haciendo lo mismo. Solo Sombra e Edward permanecían en silencio.
—Tienes razón, apesta —replicó Edward—. Pero no voy a arriesgar a Bella por nada del mundo y, si eso significa que tengo que quedarme aquí encerrado hasta que ellos metan la pata, eso es lo que haré.
Sombra apenas asintió. Permanecía en silencio, aunque sus ojos ardían de enfado y de frustración.
—¿Quién va a proteger a las mujeres? —preguntó Tayler, interviniendo por primera vez.
— Ya han soportado suficiente miedo y dolor. Esto no tendría por qué afectarlas.
Le brillaban los ojos al recordar a todas aquellas mujeres que tanto habían llegado a significar para todos los miembros de WSS, no solo para sus maridos. Unas mujeres que habían logrado sobrevivir al sufrimiento. Estaba enfadado, pero, aun así, la preocupación se reflejaba nítidamente en su expresión.
—Son mujeres fuertes, sin lugar a dudas —continuó—, pero incluso la persona más fuerte puede quebrarse al revivir un trauma. No me gusta que James tenga que ocuparse solo de Victoria y de Rose. No puede dividir su atención y ninguna de esas mujeres merece ser descuidada.
Rose no… —tomó aire con fuerza.
— No creo que pudiera sobrevivir a otra situación traumática —dijo con voz queda.
El rostro de Riley era una máscara de fría furia. Tenía el cuerpo en tensión y la mandíbula abultada por la fuerza con la que apretaba los dientes.
—Yo me encargaré de proteger a Rose. No tengo esposa, si sucede lo peor, yo estaré a su lado. Edward llevará las riendas aquí. Los demás le respaldaras y, sobre todo, se encargaran de proteger a Bella. Cuando he dicho que Rose estaba con James y Victoria era cierto, pero es algo temporal, hasta que consiga toda la protección posible para Victoria, Alice y Bree. Después, Rose se quedará conmigo y Volturi tiene hombres de sobra como para sumarlos a la protección que quiero proporcionarle. Nadie sabe a dónde la voy a llevar. Es uno de las pocas cosas que mantengo en secreto a James y a Jasper, y no vamos a ir a ninguna de las casa de seguridad que hemos utilizado hasta ahora. Teniendo en cuenta que nadie, ni un solo miembro de WSS, conoce la localización, es una elección obvia. Los hombres de Volturi se adelantarán para que el lugar esté más protegido y después tomarán posiciones para rodear toda la propiedad de tal manera que nadie pueda traspasar sus posiciones. En el interior tengo una habitación impenetrable en la que guardo un arsenal meticulosamente preparado a mi disposición. Mientras esté conmigo, nadie podrá alcanzar a Rose.
Edward frunció el ceño.
—Si tan difícil es acceder a ese lugar y está tan protegido, ¿por qué no te llevas allí a Bella?
Sombra habló antes que Riley.
—Porque para eso habría que mover a Bella y Jaysus o alguno de los miembros de su ejército podrían reconocerla.
Además, eso es justo lo que esperan que hagamos.
Llevarla a alguna maldita casa de seguridad y que todos la acompañemos. Eso es exactamente lo que quieren porque así tendrán la oportunidad de cargarse a la mayor parte de los miembros de WSS y de agarrar a Bella al mismo tiempo. Lo último que necesitamos ahora mismo es ser predecibles.
Tenemos que ser capaces de imaginar lo que esperan y hacer lo contrario.
A Edward le fastidiaba no ser capaz de pensar con claridad por culpa de su estado emocional, y también que Sombra tuviera que explicarle algo que él sabía de sobra.
No era ningún novato inexperto intentando agarrarse a un clavo ardiendo, pero aquella no era una misión como otra cualquiera.
No estaba protegiendo a alguien porque le hubieran contratado para ello, lo que facilitaba el ser capaz de distanciarse y analizar con objetividad cualquier peligro potencial.
Estaba aterrorizado ante la posibilidad de perder a Bella. O de que un narcotraficante sádico le pusiera las manos encima y la sometiera a torturas que ni siquiera era capaz de imaginar sin perder el escaso control que tenía sobre su cordura.
Riley asintió.
—Ese es precisamente nuestro objetivo. Aquí tenemos comida y suministros para seis meses. Si esto se prolonga durante demasiado tiempo, Bella terminará poniéndose nerviosa y reclamando su libertad. Después de haber pasado toda una vida encerrada, no la culparía por ello, pero vas a tener que arreglarsela como sea para mantenerla ocupada y distraída porque no podemos permitirnos el lujo de cometer ni un solo error. No tenemos que perderla de vista en ningún momento, no vaya a ser que se le vuelva a ocurrir sacrificarse por todos nosotros —gruñó, con obvio disgusto por lo que había hecho Bella la vez anterior.
—¿Cómo vas a salir de aquí sin revelar nuestra localización? —le preguntó Caballero a Riley.
Riley curvó los labios en una leve sonrisa.
—Jamás utilizo una casa de seguridad que no tenga más de una salida. No me verán y estoy condenadamente seguro de que no me pillarán saliendo del edificio.
Ustedes ocupense de su trabajo y dejen que yo me ocupe de la protección de Rose.
Edward se plantó delante de Riley y se le quedó mirando a los ojos sin intentar siquiera ocultar la inquietud que, estaba seguro, reflejaba su mirada.
—Es mi vida, Riley. Jamás podré agradecerte esto lo suficiente. Bella hizo mucho más que sanar la herida de mi pecho. Me cambió. Me devolvió a la luz cuando estaba ahogándome en la oscuridad, la desolación y la culpa por errores que cometí hace, lo que ahora me parece, una vida.
—Entonces soy yo el que tiene que dar las gracias —dijo Riley con gravedad—. No tienes nada que agradecerme. Soy yo el que tiene que agradecerle que te haya devuelto a la luz.
—¿Rose sabe lo que está pasando? —preguntó Quil con voz queda.
Los últimos cuatro miembros de WSS miraban a los miembros más veteranos con evidente intriga y confusión en la mirada. Cuando Rose había sido secuestrada y torturada ellos todavía no trabajaban para WSS. Ninguno de ellos. De hecho, la empresa se había creado a raíz de aquel secuestro.
Había sido fruto de la promesa de James de no volver a dejar a su familia sin protección nunca más. Pero aquellos que habían sido contratados desde el principio, o justo después de que James estuviera a punto de perder a Victoria y se prometiera ampliar la plantilla solo con los mejores, estaban al corriente de la dura experiencia que Rose había soportado.
También sabían lo que James había obligado a soportar a Victoria cuando no le había dado otra posibilidad que la de utilizar sus habilidades psíquicas para encontrar a Rose antes de que fuera demasiado tarde. A raíz de aquello, todos ellos compartían un fiero sentimiento de protección hacia la más pequeña y la única hermana de los hermanos Whitlock.
Edward dirigió una rápida mirada a los cuatro hombres a los que había contratado justo antes de que Tany pidiera una excedencia con la que les indicó que ya se lo explicaría más adelante. Tenían que estar al corriente de lo que le había pasado a Rose porque tenían que cuidarla con extremo cuidado y no hacer nada que pudiera provocarle un ataque de pánico.
Riley endureció su expresión.
—Rose solo sabrá lo que necesita saber. No hay ninguna razón para provocarle un trauma mayor. Las pesadillas la devoran noche tras noche y ahora mismo está viviendo casi sin fuerzas, tirando de pura fuerza de voluntad. Pienso lograr que descanse aunque para ello tenga que sedarla. James la mima demasiado y la cree cuando ella le dice que está bien porque es lo que él quiere creer. Pero yo sé que está casi sin energía, al borde del colapso, y no pienso permitir que vaya muriendo lentamente.
Hablaba con enfado, pero en su voz se percibía un ligero temblor que Edward solo recordaba haber oído en otra ocasión.
Había sido cuando Tany había irrumpido en las oficinas de WSS con una carta de Tany. Se suponía que esta última estaba de vacaciones, pero la misiva era una carta de despedida en la que admitía que había emprendido ella sola una misión suicida.
El impacto que había sufrido Riley había sido tal que, después de leerla, no había sido capaz de mantenerse en pie y se había derrumbado en la silla. También en aquel momento parecía conmovido, pero su expresión era de lúgubre determinación.
—Quiero volver con Bella —dijo Edward—. No quiero que se despierte sola. Estaba muy afectada por la noticia y en algún momento tendré que contarle por qué vamos a quedarnos aquí y por qué todo el mundo se ha dispersado.
Se pasó la mano por el pelo, agotado de pronto por el peso de la preocupación y el miedo que estaba pasando por su ángel.
—Vamos a preparar algo para cenar —propuso Liam en tono sereno.
— Haremos todo lo posible para animarla y para que disfrute. A lo mejor conseguimos distraerla un rato de todo lo que le está cayendo encima.
—Te lo agradezco —dijo Edward con sinceridad.
— Volveré después, en cuanto esté seguro de que Bella está preparada para enfrentarse a una habitación llena de gente.
