CHICAS AQUÍ LES DEJO UN NUEO CAPITULO DE ESTA ADAPTACION ESPERO LES GUSTEN..
**Los personajes son de Stephenie Meyer al final les dicho el nombre del autor.
Capítulo Veinticinco
Rose Whitlock se despertó con un grito ahogado y las lágrimas empapando sus mejillas por el horror de un sueño que parecía haber sucedido en tiempo real, como si hubiera estado de verdad presente, a solo unos metros de la desgracia que estaba teniendo lugar.
Unos brazos familiares la rodearon y se descubrió a sí misma contra el pecho de Riley mientras este le acariciaba el pelo para tranquilizarla. Parpadeó confundida mientras las lágrimas continuaban brotando de sus ojos.
Riley la apartó con cuidado mientras alargaba la mano hacia la lámpara de la mesilla. La luz iluminó al instante las líneas implacables de su rostro y, por un momento, Rose pensó que estaba enfadado con ella. Pero después su mirada se suavizó y sus ojos se llenaron de preocupación. ¿Por ella?
Habían tenido discusiones fuertes en el pasado, pero Riley estaba a su lado cuando había soñado con James con todo el cuerpo cubierto de sangre y estaba convencida de haber visto su muerte, y también la había consolado entonces.
Parecía tener sentimientos encontrados hacia ella aunque, durante la mayor parte del tiempo, la trataba con indiferencia y guardando las distancias. Por eso la había sorprendido tanto que hubiera asumido su protección en un momento en el que todas las mujeres debían de estar a resguardo a causa de una posible amenaza contra toda la organización.
Su confusión debió de reflejarse en su expresión porque Riley le secó las lágrimas y le dijo en tono tranquilizador, como si estuviera intentando calmar a un animal salvaje:
—Has gritado mientras dormías.
Ante aquel recordatorio del sueño que todavía continuaba vivo en su recuerdo, el rostro de Rose se transformó en una máscara de tristeza.
—¿Era una pesadilla? —le preguntó él con voz queda.
«Pesadilla» era el nombre que utilizaban para hablar del persistente horror que había sufrido durante el tiempo que había estado en manos de un hombre que la había torturado y vejado y que podría haberla matado si Victoria no hubiera sido capaz de proporcionar a James información sobre el lugar en el que había estado retenida.
Gracias a ello habían podido rescatarla, pero no antes de que un monstruo le hubiera destrozado el alma.
Rose bajó la cabeza, la sacudió y cerró los ojos con fuerza.
—He visto un asesinato a sangre fría.
—¿De quién? —preguntó Riley con urgencia.
—No era de ninguno de nosotros —susurro ella—. No sé quién era.
Golpeó el colchón con la mano, el enfado combinado con la impotencia aumentaba su furia y su frustración.
—¡No he visto a esa mujer en mi vida! ¿Por qué tengo que soñar con una pobre mujer que pronto morirá si no puedo hacer nada para impedirlo? —se preguntó con voz aguda—. Lo odio, Riley. Odio esta estúpida capacidad. ¡No sirve para ayudar a nadie y a mí me tortura porque sé lo que va a pasar y no puedo hacer nada para evitarlo!
Riley volvió a atraerla de nuevo hacia sus brazos y le frotó la espalda mientras ella le golpeaba el hombro con el puño con frustración y tristeza.
—Lo sé, Rose, lo sé. Y no sabes cuánto lamento que tengas que soportar esto además de todo lo demás —le susurró al oído—. Me gustaría poder hacer algo para evitarlo. Pero quiero que sepas una cosa, aunque no entiendas nada más: lo que te pasó no volverá a pasarte nunca. Yo… nosotros te protegeremos. Siempre.
Rose suspiró.
—Lo sé, Riley. Te creo. Sé que mis hermanos se culpan a sí mismos y me duele verles cargar con esa culpa. No fue culpa suya, nunca les he hecho responsables de lo que pasó. Me gustaría que pudieran darse cuenta. Continúan mirándome con culpa y sufrimiento en la mirada. Se han vuelto extremadamente protectores y están encima de mí en todo momento. Me siento fatal, como si fuera una persona sin corazón, una desagradecida por querer preguntarles cómo creen que voy a olvidar todo lo que pasó cuando ellos no son capaces de hacerlo.
—Entonces deberías decirles exactamente eso —dijo Riley contra su pelo.
— Esto no es cosa de ellos. Tienes que decir y hacer lo que te haga sentirte bien, lo que te ayude a sanar. No eres responsable de su sensación de culpa. Ellos te quieren y se preocupan por ti. Todos lo hacemos. Pero deberías ser sincera con tus hermanos. Todos estáis sufriendo, pero nadie habla de ello y yo creo que evitar el tema no es la respuesta.
Rose volvió a suspirar.
—¿Por qué eres tan sabio, Riley?
Riley se puso rígido por la sorpresa, pero soltó después una carcajada, aunque no había diversión alguna en su voz.
—Estoy muy lejos de ser un sabio, pequeña. De hecho, he hecho muchas estupideces a lo largo de mi vida.
Ella sabía que era mejor no preguntar. Riley era una de las personas más reservadas que había conocido nunca y, de hecho, le sorprendía que estuviera abriéndose tanto. No iba a decir nada que le empujara a distanciarse. Ni admitiría tampoco nunca sus verdaderos sentimientos hacia él. Humillarse no entraba dentro de su lista de prioridades y pensaba que Riley la veía como a una niña rica, mimada y desagradecida. Probablemente le daría una palmadita en la cabeza,divertido por lo que consideraría un enamoramiento infantil.
—Voy a buscar una de tus pastillas para ayudarte a dormir —dijo Riley, alejándose de ella.
— Es solo la una de la madrugada y necesitas descansar, Rose.
Estás tirando hacia delante casi sin fuerzas y, si no comienzas a cuidarte mejor, terminarás derrumbándote.
Rose abrió la boca para decirle que no, que no quería ni una pastilla más, pero él alzó la mano y la silenció con una mirada. Después, agarró el frasco que había en la mesilla de noche, se puso una pastilla en la mano y se la ofreció junto a un vaso de agua.
Rose resopló frustrada, pero no protestó. ¿De qué iba a servirle? Riley no lo comprendía. Nunca lo comprendería. Odiaba dormir porque cuando dormía se sentía terriblemente vulnerable. Era entonces cuando la perseguían las pesadillas sobre hechos muy reales del pasado o sobre acontecimientos que todavía no habían sucedido, pero que no podía hacer nada para evitar.
Para su sorpresa, fue como si hubiera expresado sus pensamientos en voz alta porque Riley la agarró por la barbilla mientras ella tragaba la pastilla y la miró a los ojos.
—Si tomaras la medicación como se supone que tienes que tomarla, los sueños no serían tan frecuentes y no estarías siempre tan cansada.
Antes de que Riley se volviera para marcharse, Rose creyó distinguir en su mirada más preocupación de la habitual, pero tanto como la preocupación como él desaparecieron antes de que tuviera oportunidad de descifrar lo que había visto en sus ojos.
Una vez en el marco de la puerta, Riley se detuvo y dijo con voz ronca sin mirar atrás:
—Volveré de vez en cuando para ver cómo estás. No quiero que te preocupes, Rose. Mientras estés a mi cuidado no te pasará nada. No lo permitiré.
GRACIAS POR SUS REVIEWS
