Capítulo 138
Con flojera ojea la revista en sus manos, sus ojos pasando rápidamente sobre las imágenes brillantes y relucientes de los modelos de carros más nuevos y ostentosos del mercado. Quizás un nuevo Jaguar sería bueno, o un Porsche, o…
Nah, quizás no.
Bosteza, deslizando hacia abajo en el sillón en una posición que tendrá a la mayoría de los fisioterapeutas llorando lágrimas de sangre si lo vieran. Con un giro de su muñeca, avienta la revista a la mesa, donde se desliza sobre la superficial y se detiene justo antes de caer por el filo hacia el suelo. Quizás debería de hacer algo de trabajo en lugar de estar perdiendo el tiempo por ahí.
Aunque antes de que pueda levantarse, suena el timbre.
¿Visitantes? Bueno, si tiene suerte será la nueva tecnología que encargó para el laboratorio, aunque esta entrega tan rápida parece poco probable.
—¿Quién es, Jarvis? —pregunta, esperando que no sea alguien a quien no puede soportar.
—Es una mujer, pero el escaneo de su rostro no ofrece resultados, señor —es la respuesta.
Bueno, muy bien.
Se dirige hacia el monitor más cercano y lo enciende, conectando un video en vivo de la cámara en la entrada principal. La imagen que aparece es de una mujer de cuarenta y algo que no reconoce, y en verdad espera que no sea una reportera entrometida o una cita de una noche que está aquí para decirle que le debe quince años de pensión alimenticia.
—Servicio de portero de Tony Stark —dice por el parlante— ¿cómo puedo ayudar, señora? —será mejor preguntar antes de permitirle la entrada, ya tiene suficientes raros tocando a su puerta como para correr riesgos.
La mujer parpadea un par de veces ante el sonido de su voz, mirando a su alrededor con el ceño fruncido como si no estuviera segura de donde poner sus ojos antes de hablar.
—Mi nombre es Frigga y vengo de Asgard —ella responde con voz educada pero decisiva—. ¿Puedo entrar?
¿Asgard? Sus ojos se abren en sorpresa. De acuerdo a lo que sabe, no hay periódicos o club nocturnos sombríos que tengan ese nombre, así que es bastante seguro decir que tiene a otro visitante extraterrestre justo afuera de su puerta.
Se remueve incómodo, mordiéndose los labios. Seguro, la mujer viene sola y no parece peligrosa, pero ha aprendido todo sobre apariencias y engaño de la manera más difícil. Sin embargo, si ella quisiera entrar a su torre, lo podría haber hecho de cualquier manera, gracias sus poderes mágicos o todo eso. A menos, él asume que ella los tiene, o probablemente no habría viajado sola hacia otro reino sin una guardia armada detrás para protegerla de la posibilidad de nativos hostiles.
¿Odín la envió? ¿O vino por su propia voluntad? ¿Está aquí para verlo a él o a Loki? ¿Y qué es lo que quiere aquí en primer lugar? Hay un millón de preguntas bailando en su cabeza, pero tener una sesión de preguntas y respuestas con un alienígena parado afuera no parece una idea inteligente.
Apaga los parlantes por unos momentos. —Jarvis ¿dónde está Loki?
—Está leyendo en la biblioteca, señor —el IA le informa diligentemente.
Muy bien. Decide no informarle a Loki del visitante antes de que descubra que es lo que ella quiere y asegurarse del nivel de amenaza que representa. No es que él crea que ella es peligrosa o parecido, pero nunca está de más ser cuidadoso, en caso de que la mujer no sea una de las fans de Loki.
Vuelve a encender el parlante. —Sea bienvenida… uh, mi lady.
Ni siquiera un minuto después, está parado cara a cara con el visitante en su sala, mientras se evalúan uno al otro calladamente por un par de segundos. El nombre de Frigga en verdad le suena de algún lado, pero no puede ubicarlo, así que estudia su apariencia física, buscando pistas sobre su identidad.
La mujer frente a él se nota que no es una guerrera, como los visitantes-diagonal-invasores Asgardianos anteriores, pero luce regia en su postura, orgullosa y refinada. No está portando armas – no es que pueda verlas – y usa un vestido con faldas amplias y largas. No es que el clame que es un experto en la moda Asgardiana y sus costumbres en ropas, pero parece elegante y cara, sin duda algo que solo una mujer en lo alto de la pirámide social vestiría, con finos hilos de oro entretejidos en la tela. No es exactamente lo que se dice joven, pero aún así es atractiva.
MILF, su mente le informa, y rápidamente se deshace de esa idea. No hay manera de saber si esta mujer está equipada con poderes para leer la mente, y preferiría no ofender a poderosos extraterrestres con agendas desconocidas.
Esta bastante consciente de como la mujer le está mirando también, sus ojos no abandonando su rostro por un segundo, revisándolo como si su mirada fuera capaz de decirle más verdades acerca de él que el preguntarlo directamente haría.
Luego, cuando el silencio está a punto de volverse incomodo, la mujer finalmente habla.
—Me disculpo por aparecerme en su casa de esta manera sin notificación previa —dice, con cortesía—, pero tenía que venir. Espero que no tenga alguna objeción a mi visita —hace una pausa, obviamente esperando que él diga algo.
—Muy bien, no es que quiera ser descortés —responde, levantando sus palmas, esperando no parecer un idiota— pero parece que usted ya sabe quién soy, pero yo no estoy seguro… de quién es usted. Quiero decir, aparte de Frigga de Asgard.
La mujer inclina su cabeza como disculpa. —Disculpe mi falta de introducción. Olvidé que a diferencia de los otros ochos reinos, Midgard no está familiarizado con los nombres de la familia real de Asgard. Pero para responder a su pregunta, soy la esposa de Odín y… la madre de Loki.
Los ojos de Tony se agrandan en sorpresa. Oh, esa Frigga. Eso responde su pregunta completamente de por qué reconoce el nombre de algún lado pero no hacía la conexión, porque a pesar de que Loki mencionó su nombre en algún punto, cuando fuera que él hablara de ella siempre la llamaba 'Madre', no 'Frigga'. Así que simplemente pensaba en ella como 'la madre de Loki'. Y se asegura de borrar el término MILF que de repente se aparece en una parte muy, muy, lejana de su cerebro.
—Oh, bueno por supuesto que sé quién es usted, es solo que como que… lo olvidé —logra decir, sintiéndose un completo idiota. La mamá de Loki está parada aquí, frente a él, y ni siquiera se dio cuenta de eso hasta ese momento—. En verdad no esperaba que usted fuera tan… —sus manos hacen un gesto vago pero las deja caer de nueva cuando las palabras mueren en su boca. Cállate, Tony.
Frigga no parece ofenderse con sus palabras a pesar de ser toda una Magnifica Reina del Reino de los Dioses Todopoderosos, pero hay algo que luce sospechosamente como una sonrisa ligera en su rostro. Aunque desaparece tan rápido como apareció.
—No me puedo quedar mucho tiempo —dice, su mano yendo a su cuello, sus dedos sujetando un collar que cuelga ahí—. Nadie en Asgard tiene permitido visitar este reino, excepto por Thor, así que para ocultarme de la vista de Heimdall, estoy usando un amuleto encantado. Su protección solo durara por muy poco tiempo en este reino —su barbilla se levanta un poco, como desafiándolo—, pero deseo ver a mi hijo, si usted le permitiera un visitante.
—Por supuesto —dice, sintiéndose vagamente incomodo ante la petición de que complazca una petición que debería de ser lo normal, y sobre todo de una diosa—. Solo sígame, su… uh, Majestad.
Él la guía por el pasillo hacia la biblioteca, preguntándose que hubiera hecho ella si él hubiera denegado su petición – si ella hubiera seguido igual de cortés y serena, o hubiera blandido ese acero afilado que siente está aguardando debajo de esa superficie amable. Algo le dice que esta mujer no es alguien a quien deba hacer enojar, sin importar su apariencia placentera.
—Muy bien —dice, deteniéndose y apuntando hacia el final del pasillo—. Lo encontrará en la biblioteca, primera puerta hacia la derecha.
Una parte de él en verdad le gustaría quedarse y escuchar la conversación que se avecina, pero no quiere entrometerse en un momento privado como ese, así que en lugar de eso se gira y se va, dejando que madre e hijo tengan su pequeño momento protegidos de oídos indeseados. Puede ser un bastardo metiche en otra ocasión.
Él está acurrucado en una de las sillas de cuero, uno de los libros que Bruce le prestó esta yaciendo abierto sobre su regazo. Junto a él, en la mesita, hay una pequeña pila de ellos, libros elegidos por el doctor mismo.
Porque había llamado a Bruce, después de un par de días de indecisión, durante el cual Tony había rodado los ojos y le había dicho que dejara sus nervios ridículos. Aún así, había estado ansioso, porque ¿y si resultaba que el doctor no tenía tiempo – o particularmente no quería – reunirse con él? Pero, para su alivio, Bruce había sido amistoso y comunicativo una vez que Loki finalmente se había rendido y le había hablado, asegurándole que estaba feliz de verle y ayudarle con sus estudios.
Y cuando Bruce había llegado a la torre de Tony de nuevo, había sido con su carro para llevarse a Loki a su propio departamento, diciendo que probablemente le haría algo de bien a Loki un cambio de escenario. Había sido una tarde muy buena, también, con Bruce explicándole pacientemente los fundamente de la medicina midgardiana con una serenidad particular en su sala de estar, mientras Loki miraba curiosamente los pequeños recuerdos y decoraciones en exhibición. Aparentemente, había un lugar midgardiano llamado India, donde Bruce había pasado una considerable parte de su tiempo ayudando a los pobres y desolados.
Había disfrutado escuchar las historias de Bruce sobre su estadía en India, especialmente aquellas relacionadas con cómo había usado sus habilidades de curación con quienes lo necesitaban. Le hacía sentirse mucho más inspirado en sobresalir en sus propios estudios, para que un día pudiera hacer lo mismo.
Después de haber pasado tanto tiempo en la torre de Tony, había tenido la certeza de que sabía todo lo que había que saber sobre la comida midgardiana. Pero resultó que no. Tofu, Bruce lo había llamado. Era… un platillo extraño, algo que dudaba a Tony le gustara, pero de cualquier manera era interesante, y le hizo darse cuenta de cuánto tenía por aprender aún respecto a Midgard. Pero estaba emocionado de hacerlo.
Mientras Bruce lo traía de vuelta, le dijo a Loki que le llamara cuando terminara con el primer grupo de libros y necesitara más. O si tan solo quisiera hablar con alguien que no fuera Tony. O por cualquier razón. No, de hecho Loki ni siquiera necesitaba una razón. Podía solo llamar.
Ese pensamiento le hace sonreír.
En ese momento fue sacado de sus recuerdos placenteros por el sonido de pisadas suaves acercándose. Al principio asume que era Tony, pero son demasiado ligeros para pertenecerle. Sorprendido, estaba a punto de girar su cabeza para ver quién era el visitante inesperado, pero una voz familiar le llega a sus oídos primero.
—¿Loki?
Su cuerpo se congela en sorpresa, porque no puede ser… No aquí, no en Midgard ¿cómo podría ser?
Pero lo es, puede ver en el momento en que finalmente logra hacer que su cabeza se mueva para encarar al visitante quien está parado unos cuantos pasos dentro de la habitación, como una aparición dorada, un milagro hermoso pero imposible.
—¿Madre? —dice, pero suena como algo más mientras se levanta, el libro cayendo al suelo sin que tan siquiera él se dé cuenta. Por un segundo, teme, teme que su rostro se desdibuje, que ella no lo recibira más como a su hijo. Y eso hubiera sido irónico, cuando ella era la única con la que nunca él había negado sus lazos familiares, como lo había hecho con Odín y Thor, en su mente ella siempre había sido su 'Madre'.
Pero no había tenido la oportunidad de hablar con ella desde su caída del Bifrost, o descubrir que era lo que ella pensaba de él ahora que sabía todo lo había hecho. Él recuerdo cómo había llorado durante su juicio mientras su sentencia era leída, pero ¿quizás esas eran las lágrimas de una madre sufriendo por la pérdida de un hijo al que ya no podía llamar suyo, quien ya no era digno de ser llamado su hijo?
Siente como un pedazo de hielo se hunde en su estomago ante eso, pero se disuelve cuando Frigga elimina con prontitud los pocos pasos que les separan, más rápido de lo que corresponde a una reina, y sus brazos se cierran alrededor de su cuerpo. Él levanta sus brazos para regresar el abrazo, dudando al principio y luego más insistente, acercándola.
—Mi hijo —ella dice, su voz como una caricia en sus oídos—. Estoy tan aliviada de verte vivo y bien.
Y hay tantas cosas que pudo haberle dicho, que quiere decirle, pero todo se solidifica en dos pequeñas palabras.
—Lo siento —susurra. Y podría darle una lista larga de todas las cosas por las que se disculpa, pero cualquier explicación es detenida por la voz de Frigga.
—Está bien, no hablemos de eso ahora. Solo quería venir a verte, asegurarme de que estuvieras bien —una mano acaricia su cabello—. Desafortunadamente, no puedo quedarme por mucho tiempo. Freyja me dio un amuleto encantado para cubrirme de la vista de Heimdall, pero este hechizo no durará mucho tan lejos de la rama de Asgard sobre Yggdrasil. Si hubiera sabido que regresarías a casa bajo petición de Odín, no me hubiera ido a Vanaheim, y estaba dolida al escuchar de que ya estabas de nuevo en Midgard a mi regreso. Así que vine a aquí, dado que no pude verte en Asgard.
—Me alegro de que lo hicieras —murmura, el nudo que previamente yacía en su estomago se había movido hacia su garganta—. Te extrañé.
El abrazo a su alrededor se debilita cuando Frigga da un paso atrás para mirarle a los ojos, sus manos yendo a descansar sobre los hombros de su hijo. Su mirada es larga y en búsqueda de algo, como si estuviera mirando dentro de su alma, y no puede evitar removerse un poco ante el escrutinio tan directo. Luego ella parece relajarse y le da una sonrisa ligera.
—Me alegra verte de vuelta, mi hijo, después de tu caída del Brifrost. Odín dijo que habías regresado, pero quería verlo con mis propios ojos.
Y Loki sabe que ella no está hablando de su regreso en carne.
—Voy a reparar todo los daños —promete, y en verdad lo dice.
—Estoy segura que lo harás —Frigga responde, su sonrisa ampliándose un poco mientras lo despeina, justo como solía hacerlo cuando era un pequeño—. ¿Entiendo que el Hombre de Hierro te ha tratado con amabilidad durante tu estadía aquí?
Él solo asiente, no encontrando palabras para expresar todo lo que Tony ha hecho por él.
—Tu sentencia en verdad me aterró al principio, pero ahora me alegro de no verte desaparecer en una terrible celda en prisión —continua—. Y a pesar de lo segura que estaba al principio, me doy cuenta que este castigo es mucho más preferible a las alternativas.
Luego hay un pequeño destello del medallón sobre su cuello y ella suspira con nostalgia.
—El hechizo está desapareciendo, estando tan lejos de su fuente. Debo de irme, aunque preferiría quedarme más.
—Me alegra de que vinieras, Madre —dice mientras se abrazan uno al otro—. Gracias.
—Cuídate, Loki —ella le dice y luego, con una última sonrisa, se gira y camina por la puerta, dejándole con el nudo aún en la garganta.
Pero al menos es un nudo feliz, no uno triste.
Tony está esperando afuera, fuera de distancia sonora, cuando la puerta de la biblioteca se abre y Frigga sale. No quiere saber de que han estado hablando ahí adentro, pero al menos ella luce contenta y suficientemente feliz, así que se relaja un poco.
—¿Está todo bien? —pregunta, sintiendo que la menos debería de decir algo.
Él no recibe una respuesta pero Frigga se dirige hacia él, y le sorprender cuando ella coloca sus manos sobre sus hombros y se acerca para besarle las mejillas, primero la derecha y luego la izquierda.
—Gracias, Hombre de Hierro.
—Wow, ¿Por qué? —pregunta, sus ojos agrandándose en sorpresa mientras una de sus manos se va a su mejilla.
—Por traer a mi hijo de vuelta.
Antes de que pueda responder, la luz del amuleto alrededor del cuello de Frigga da un ligero parpadeo y su mano se cierra alrededor dl amuleto. —Debo de regresar a Asgard ahora —ella dice—. Me despido, y que las Norns te bendigan.
Y con eso, da un par de pasos hacia atrás y cierra sus ojos.
—Muy bien, bueno, siéntase libre de regresar y visitar en cualquier momento —dice justo cuando una luz azulada la envuelve de pies a cabeza, y un momento después ya no está, dejando solo un ligero centelleo. Y en todo lo que puede pensar es, demonios, ¿lo acaba de besar una diosa?
Entonces, dado que ha estado haciendo con cierto dios residiendo en su torre, quizás no es algo tan importante como para escribir a casa.
N/T: Penúltimo capítulo. Felices fiestas.
