-Este fic es una precuela de mi historia "El Sentir de Un Uchiha" centrada en Sasuke, Sakura y Sarada. Ni los personajes ni la historia me pertenecen en lo absoluto sino que son de la completa autoria de Masashi Kishimoto más la narración,historia y pasados de los personajes (Fugaku, Mikoto, Itachi y Sasuke) son de mi absoluta responsabilidad para la dramatización, sentido y cronologización de la historia :3
Las risas y conversaciones rodeaban el ambiente, el sol brillaba en lo alto del cielo; aquella era la habitual rutina que se podía, ver, oír y sentir en la academia ninja donde los jóvenes aspirantes, todos estaban allí con el fin de graduarse y convertirse en Shinobis exitosos, algunos lo hacían por curiosidad y ambición propia, otros eran los primeros de su familia en elegir la opción del inclemente campo de batalla, y otros tantos únicamente cumplían con aquello que sus padres y abuelos hablan hecho antes que ellos. El receso había comenzado hacía tan solo un par de minutos y con absoluta calma es que Kushina Uzumaki y Hana Hyuga recorrían los pasillos. No tenían mucho que hacer a decir verdad, la monotonía parecía cundir sobre ambas; Kushina que pasaba gran parte de sus días y noches sola debido a las misiones de importancia que realizaban sus padres y Hana que como toda Hyuga tenía la palabra disciplina escrita por sobre su nombre y apellido, no era precisamente cercana a la familia que dirigía el clan, de hecho le gustaba calificarse como una más del montón, de ser posible, pero la exigencia a la que sus padres la sometían esperando todo de ella como su única hija…Kami, era tan estresante ser hija única, esperaba que algún día ninguna de sus hijas—si las tenía—tuviera que pasar por eso. Ambas eran amigas desde hace varias semanas, teniendo todo en común, ¿Quién las había unido? Un solo nombre; Mikoto Uchiha. La mayoría de los Uchiha eran algo distantes era como si su apellido los estableciera en un pedestal de supremacía solo comparable al de los Hyuga, en cierto contexto, pero Mikoto iba en contra de todo eso, de hecho tenía amigos dentro de cada circulo, cada clan. Ella era absolutamente maravillosa, todos pensaban lo mismo.
-¿Qué harás hoy?- cuestiono Kushina, curiosa como de costumbre.
-Casi nada- suspiro Hana, algo desanimada porque el panorama de este día se veía más aburrido de lo usual, -mi papá no volverá en un par de días por una misión y mamá seguramente tiene pensado quedarse la tarde entera junto a una vieja amiga que vino de visita- sus padres eran muy atentos, los amaba y ellos a ella, solo…como todos los Hyuga, insistían en hacerla entrenar de forma rutinaria sin importar que solo tuviera diez años y que deseara jugar y corretear por ahí en lugar de comportarse con seriedad.
-¿Y si te quedas conmigo?- ofreció Kushina repentinamente.
-¿A tus padres no les importara?- dudo Hana, no deseando ser en lo absoluto un problema. -Soy casi una extraña- eran amigas, claro, pero hasta al fecha Hana no había visitado su casa y viceversa.
-Hoy no están, de misión como tu papá- comparo Kushina encogiéndose de hombros distraídamente.
Ciertamente ya estaba acostumbrada y de sobra; su padre la amaba, su madre la amaba, tenía amigos y amigas, Mikoto la había ayudado a integrarse desde que había llegado a la aldea, más pese a todo eso seguía sintiendo un vacío cada vez que recordaba las palabras de lady Mito, la fallecida esposa del primer Hokage; el amor era lo único que le daba sentido a la vida de un Jinchūriki, pero ella ¿Lo encontraría? Era tan difícil ver el futuro con positividad sin saber qué es lo que pasaría o como terminaría todo. Miyuki Yamanaka, Yoshino Nara, Mebuki Haruno y ahora Hana Hyuga, poco a poco conseguía sentir que tenía un lugar en la aldea, que podía sentirse a salvo, pero de igual modo seguía sintiendo que había un vacío, ni siquiera sabía porque existía pero ahí estaba, permitiéndole el corazón cuanto más meditara en ello. Sus padres eran Shinobis destacados, de hecho su padre había sido brevemente parte de un escuadrón AMBU pero se había negado a permanecer en dicha promoción por demasiado tiempo ya que había sentido que lo apartaba en exceso de su familia, así que ahora tanto él como su madre era Jonin, quizás no se encontrasen demasiado separados el uno del otro, pero ella al menos estaba acostumbrada a estar sola, pero eso tenía sus ventajas. Si Mikoto se consideraba una persona hogareña, Kushina a poco estaba de alcanzarla ya que la pasar tanto tiempo sola inevitablemente había aprendido a hacer todas las labores del hogar y no es que le disgustase pero se imaginaba a si misma—algún día y cuando tuviera la edad de su madre—persiguiendo la carrera de Shinobi y Hokage que tanto anhelaba, otros lo veían como algo imposible pero no ella. Además, Mikoto le había dicho una vez que vencer una imposibilidad era el primer paso para alcanzar un sueño.
-¿Pijamada?- sonrió Hana, sabía que pedía algo infantil, pero quizás fuera la mejor oportunidad para que ella y Kushina se conocieran mejor y pasaran tiempo juntas.
-Pijamada- acepto Kushina, sabía que Mikoto tenía razón al insistirle en que se comportara como una niña y quizás hacerlo con Hana fuera el primer gran paso. Sintió que alguien la observaba, haciendo que detuviera su andar. Al alzar la vista se topó con la mirada de Minato Namikaze que levanto la mirada del libro que había estado leyendo. -¿Qué miras?- cuestiono tan agresiva como de costumbre.
La frustraba enormemente cuando pasaba aquello, siempre que sentía que alguien la observaba; ahí estaba ese insistente rubio, no la veía como la mayoría de las personas hacían con ella, no había curiosidad en su mirada, no había desconcierto, tampoco displicencia. Había afecto, incluso fascinación y eso lo reconocía porque ella solía mirar muchas cosas el mismo modo, pero el punto en cuestión era que no le gustaba para nada sentirse observada de aquella forma, la hacía sentir tremendamente incomoda, despertaba en ella un sentir que no podía explicar. Tan sobresaltado como de costumbre, Minato bajo la mirada, nuevamente concentrándose en la lectura…o por lo menos hasta verla partir junto a Hana Hyuga. Quizás fuera tonto de su parte verla, a ella precisamente, pero llamaba su atención con solo aparecer. No lo iba a negar, muchas de sus compañeras se le habían acercado en más de una oportunidad, pero él hacia lo posible por evitarlas, cuando alguien mencionaba la palabra chica, lo primero que se le venía a la mente era Kushina, que siendo tan agresiva y arisca, tan alegre y terca al mismo tiempo, triplicaba la fortaleza de cualquier persona que hubiera conocido o pudiera conocer. Sonriendo para sí, Minato cambio la página de su libro, sin dejarse inmutar por el giro de sus pensamientos, quizás algún día pudieran ser amigos y dirigirse la palabra como debía ser, pero por ahora, él al menos si la consideraba su amiga. Caminando junto a Kushina, Hana observo por el rabillo del ojo al siempre adorable y galante Minato, que no daba problemas, que tenía una sonrisa para todo y a quien extramente Kushina no soportaba. Emitiendo un vago suspiro, la Hyuga centro la mirada en su amiga, continuando el distraído trayecto.
-Eres muy dura con él- riño Hana, aunque su suave y melodiosa voz parecía dar a entender lo contrario.
-No me interesa ese flacucho medio afeminado- contesto Kushina, bufando por lo bajo, sin más.
Entornando disimuladamente los ojos, Hana se guardó su opinión par si, a ella en lugar de ver dos personas incapaces de estar la una frente a la otra, veía a dos personas que parecían atraerse como si fuesen imanes y esto último era obvio para todos. Guardando silencio, Kushina se preguntó porque trataba a Minato así, si porque la frustraba no entender el sentir que despertaba su mirada sobre ella o bien porque no podía lidiar con el hecho de que ella quería hacercarsele pero no sabía cómo.
Era otro día más en casa, en solitario mientras su madre se encontraba trabajando. Según tenía entendido, dentro de poco se le asignaría participar en una misión a Kirigakure, otra labor diplomática desde luego, pero por ahora tenía totalmente determinado no estresarse y disfrutar el poco tiempo que tuviera, para sí misma. Sentad ante su escritorio de trabajo, en su habitación, estaba poco menos que rodeada de telas de todos los colores y materiales que parecían no tener fin. Le gustaba trabajar, incluso cuidar niños, comportarse como una madre, pese a su edad; nacía de ella, así que algo tan simple como diseñar y hacer ropa para algunas de sus contemporáneas y amigas era algo que disfrutaba en demasía, bueno, por eso y porque le aportaba una pequeña fortuna que ahorraba y gastaba bajo su propio criterio y por ahora su objetivo eran unos bellísimos pendientes que había visto en el escaparate de una tienda. Si, era vanidosa, pero…¿Cuántas de las chicas de su edad no lo eran? Por momentos usaba su belleza en pro de su propio beneficio, aunque no de manera negativa, con su mirada dulce fácilmente pasaba como ignorante o inocente en muchas cosas, más sabia más que la mayoría de personas que tenían su edad; ante su fragilidad podía ser fácil de subestimar, pero lo cierto es que hasta la fecha no había encontrado a nadie que pudiera ganarle en una batalla, ya fuera hombre o mujer, pero lo cierto es que evitaba cualquier posible batalla, si algo odiaba era luchar y lastimar a otros, aunque fuera su obligación como Kunoichi. Sin sobresaltarse, frunció el ceño al sentir que llamaba a la puerta, no esperaba visitaba alguna ese día, menos en ese horaria ya que todas estaba en la academia, más dejando su trabajo sobre el escritorio, se dirigió tan pronto como pudo hacia la puerta principal que abrió sin dudarlo, encontrándose con el rostro de Ren, haciéndola sonreír de inmediato.
-Hola, Mikoto, tengo una sorpresa para ti- soltó Ren velozmente, sin darle tiempo a corresponder debidamente al saludo.
-¿Otra?- sonrió Mikoto, olvidándose por completo de saludarlo. -Cada día me das un regalo nuevo- obvio, enternecida, apoyándose en el umbral y sin apartar sus ojos de él.
-Y te daré más cada vez, son mis muestras de amor hacia ti por lo perfecta que eres- estaba tan enamorado de ella, que ofrecerle toda la belleza del mundo era poco cuando ella era lo más hermoso que hubiera visto en su vida.
No siendo capaz en lo absoluto de dejar de sonreír por aquellas palabras cargadas de adulación y sinceridad, Mikoto se apartó del umbral, permitiéndole pasar y errando la puerta tras él. Conocía la casa de Mikoto de arriba abajo, salvo por una sola habitación donde lady Eshima les tenia explícitamente prohibido pasar tiempo juntos sin importa que ella estuviera o no presente; la habitación de Mikoto, y él no planeaba romper con los límites infranqueables, además no había porque ante la calma con la que él y Mikoto se tomaban la relación que tenían, ni siquiera pasaban tanto tiempo juntos debido a las misiones o labores que cumplían diariamente, pro indudablemente hacían que el tiempo pasado juntos fuera irremplazable. ¿Qué era la perfección? Aquello no existía, no realmente, pero para Mikoto poder sonreír cada día y mantenerse totalmente alejada de las preocupaciones era un signo irrevocable de que tal vez estar junto a Ren era la razón de su vida, después de todo la felicidad irreal era aquello que tanto se luchaba por alcanzar. Manteniendo aquella deslumbrante sonrisa en su rostro, Mikoto le indico a Ren que se sentasen sobre uno de los sofás dispuestos en la sala, prefería encontrarse sentada si tenía una nueva sorpresa para ella, porque tal vez la sorpresa en si la enviase de sentón al suelo. Entrelazando distraídamente sus manos con las de Mikoto, Ren la observo con una sonrisa de contenida emoción, minimalista en comparación con la que adornaba los labios de Mikoto.
-Cierra los ojos- pidió Ren sin dejar de verla. Parpadeando ligeramente confundida, Mikoto cerró los ojos, intentando escuchar cualquier sondo, por más imperceptible que fuera, pero era tal su emoción que solo podía pensar y apenas con coherencia. -Ya puedes abrirlos.
La voz de Ren llego como un bálsamo, un suave arroyo en medio de su alegría y ansiedad, llevándola a abrir lentamente los ojos, casi como si la luz misma le resultase incomoda, en medio de una marcha lenta; ahí en una pequeña caja color negro forrada en tela, estaba los mismos pendientes que llevaba viendo por semanas en el escaparate de la tienda camino a casa, cunas plateadas en forma de lagrima y cristales rojos en el centro.
-Oh, por Kami…- obnubilada, la Uchiha se cubrió los labios intentando contener inútilmente el jadeo que salió de sus labios.
-Si no te gustan…- Ren no supo comprender si esta reacción era de alegría o bien decepción, era hombre después de todo y no tenía el tacto de ella y no sabía si el obsequio que le hacia eran los mismos pendientes que le había visto mirar por semanas.
-¿Gustarme?- inquirió Mikoto, descubriéndose los labios, observándolo con incredulidad. -Me encantan- aseguro sosteniendo la pequeña caja entre sus manos, una cosa había sido desear tenerlos, pero recibirlos de su parte…era como si le hubiera leído al mente, siempre parecía poder hacerlo. -Si tuviera el Sharingan combinarían a la perfección- añadió solo para obviar que esté presente de su parte era…la perfección misma.
-El precio para obtenerlo es demasiado elevado- recordó Ren, al fin y al cabo no cualquier Uchiha obtenía el Sharingan y tenerlo...en ocasiones era la prueba del dolor que se debía vivir para alcanzarlo, -te prefiero tal y como estas- le acaricio cadenciosamente la mejilla, viéndola sonreír aun más.
-Se vale soñar- la Uchiha se encogió de hombros distraídamente, volviendo a bajar la mirada hacia el obsequio que sostenía entre sus manos.
El amor era algo extraño, se fantaseaba tanto con él que se volvía algo irreal, todos siempre lo buscaban, el fin por el que se vivía era conocer el amor pero nadie luchaba tanto por ello como lo hacían los Uchiha, para ellos no había motivo más justo por el que morir que el amor o el odio que se podía sentir por saberse perdido. El amor que sentían los Uchiha y su firme creencia en que esto estaba por encima de cualquier otra cosa había hecho que lady Eshima aceptase que su adorada hija estaba enamorada, tal vez de forma infantil como cualquier adolescente de trece años, pero no había amor más puro que ese; el primero, el que pasaría a la historia como un mantra en su corazón. Tal vez su madre no lo aprobase al 110% precisamente, no, la intención de Mikoto no era esa en lo absoluto, pero Ren poco a poco se iba ganando su debido lugar en casa. La visitaba todos los días, siempre le obsequiaba flores, cada semana. A ese paso Miyuki Yamanaka tendría una fotografía suya en su puerta, calificándolo como el mejor cliente, sin lugar a dudas. Quizás pocas chicas de su edad tuvieran la suerte de tener por novio a un chico tan lindo y atento, tan caballeroso. De vez en vez se había encontrado con Fugaku últimamente, pero cada vez que se encontraban, apartaban la mirada, no sabía porque pero no podían verse y si se saludaban o dirigían la palabra era muy escasamente, no sabía porque pero la relación entre ambos había cambiado y mucho, quizás en el fondo aun fueran amigos, pero era demasiado difícil de saberlo cuando él parecía expresar lo contrario.
Alejando estos pensamientos de su mente, Mikoto le sonrió alegremente a Ren; era mejor no pensar en eso.
-¿Y tú investigación?- Teyaki cerró la puerta tras de sí mientras ingresaba en la oficina de su hermano menor.
-Infructuosa- Fugaku se masajeo las sienes, no sabiendo que era lo que le provocaba esa jaqueca, si sus intentos por invalidar su compromiso con Mikoto o los documentos que estaba revisando.
-No se puede luchar contra la corriente, hermanito- recordó nuevamente el mayor de los Uchiha, intentando no sonar tan sarcástico como parecía sino más con un te lo dije, entre líneas.
Muchos hermanos eran sobreprotectores, eso dependía del tipo de persona que fuera su hermano en sí, o bien las personas con quienes se relacionara, pero en contrapunto co otros hermanos, Teyaki nunca había tenido necesidad alguna de ser aprensivo y tal vez la mayor razón era que su hermano menor había madurado aún más que él, nunca había parecido depender absolutamente de nadie y esto en parte era bueno porque estaba tan alto en los estándares del clan que todos lo admiraban tanto como si ya fuera el líder y no su padre. Eran tan unidos, desde que tenía memoria, que el mayor deseo de ambos como hermanos era vivir para ver al otro obteniendo la felicidad que tanto idolatraban como Uchihas, aunque por ahora Teyaki era el único que estaba cerca de alcanzarla, Fugaku por otro lado estaba dividido entre lo que le decía su mente y aquello a lo que lo instaba su corazón. Hacer o correcto para el clan era aquello que siempre le había sido inculcado, su padre se lo había hecho saber con atroz insistencia, por momentos indudablemente lo había usado para su propio beneficio más estos días felices en su pasado eran un sueño, una época muy lejana donde su padre había sido mucho más comprensivo de lo que lo era hoy. Estaba frustrado y no solo por no poder deshacer el compromiso acordado ente Mikoto y él, sino porque no alcanzaba a comprender porque le molestaba saber que ella estaba con Ren, era como si tuviera una opresión en el pecho que le impedía respirar, nunca había sentido odio por nadie pero por primera vez en su vida si lo sentía hacia Ren, justificado o no, pero lo sentía.
-No se trata de ir o no ir contra la corriente- puntualizo Fugaku, alzando la mirada hacia su hermano mayor, decidido a olvidarse momentáneamente del deber aunque fuera por un instante, -reemplazar la sangre de Mikoto no es posible, literalmente es la única mujer del Clan que debe ser la esposa del líder del clan, su árbol genealógico así lo dice- soltó con evidente frustración, preguntándose quien había escrito que tales procedimientos fueran necesarios. -Es demasiado complicado, ni siquiera yo acabo de entenderlo- apoyo el mentón en la palma de su mano pareciendo casi tan pensativo como lo estaba en realidad.
-Fugaku, es muy sencillo- contrario Teyaki como siempre, caminando en círculos frente al escritorio de su hermano como si fuera un animal enjaulado, -tú te enamoras de ella, ella se enamora de ti, y…- unió las palmas de sus manos en signo de la común relevancia del matrimonio y ante la que él mismo se encontraba tan próximo, -antes de que te des cuenta estarán casados- garantizo, sonriendo con positividad.
-Ojala pudiera ser tan optimista como tú- murmuro Fugaku, observándolo con aparente neutralidad, pero divertido en el fondo porque intentase ser su consejero amoroso.
-No, no, no, yo soy un pesimista de primera- corrigió Teyaki, algo divertido porque ya no lo era tanto, -pero digamos que Uruchi está consiguiendo cambiarme, pero no se lo digas, aun no lo sabe- añadió con divertida complicidad.
-Realmente estás enamorado- admiro el menor de los Uchiha, feliz en lo más profundo porque su hermano obtuviera la mayor dicha que se podía anhelar; el amor sincero.
-Si…- la voz del mayor de los hermanos solo sonó como un suspiro, como si estuviera en una tierra de fantasía y deleite de la que no quería salir; eso era el amor, la felicidad irreal, -aunque aún no encuentro el valor para pedirle que se case conmigo- reconoció volviendo a la realidad, apoyando sus manos en el escritorio de su hermano menor que tenía su entera atención depositada en él, -¿y si hago algo mal y la decepciono?- ese era su mayor miedo, no ser lo bastante bueno como para merecer la oportunidad de ser feliz y no sabiendo si podría hacer feliz a Uruchi en el proceso.
-Créeme, estaría loca si se niega- contesto Fugaku sin dudarlo, sabiendo que su hermano era el mejor hermano mayor en el mundo y el tenia mil y un razones para probarlo.
-¿Ves? Tienes tu lado sentimental aunque no lo demuestres- Teyaki codeo a su hermano menor que únicamente le contesto con una sonrisa ladina. -Todo se va a solucionar, hermanito, ten algo de fe- pidió ya que sabía que hacer más seria algo imposible, en cualquier caso.
Diariamente se sentía culpable en lo más profundo de su corazón, culpable porque de haber asumido las responsabilidades del clan como primogénito, tal y como todos esperaban que hubiera hecho, se había negado, había declinado las responsabilidades y en su lugar su hermano menor había lidiado con todo eso. ¿Qué diferentes hubieran sido las cosas de no haber sido así? Quizás Fugaku no parecería tan serio e intransigente, tan infranqueable y frio, más aunque lo parecía, Teyaki sabía que todo eso eran meros artificios, meras apariencias con tal de complacer la volubilidad de su padre que desde siempre había esperado lo mejor de ambos, solo que—y siguiendo lo que su difunta madre le había enseñado—él era el único que se resistía y oponía, Fugaku por otro lado era más dócil y accedía a todo cuanto le fuera estipulado como una orden, más a esas alturas de sus vidas volver el tiempo atrás ya no era una opción. El pasar del tiempo lo hacía perder las esperanzas, había intentado busca cualquier salida—por más nimia que fuera—para desembarazarse del compromiso con Mikoto, no solo porque el jamás de los jamases vería casarse con ella como una opción, sino porque sabía que ella ya estaba enamorada de alguien más y aunque extrañamente le molestaba saber esto, lo ocultaba, en lugar de pensar en sí mismo, elegía centrarse en lo que era mejor—como futuro líder—para el Clan….pero el problema es que Mikoto nuevamente se encontraba relacionada con tan solo pensar en ello. Estaba tan carente de ideas que por primera vez en mucho tiempo, hubo accedido a los consejos de su hermano; debía volver a tener esperanza, fe, aunque fuera un poco.
-Está bien- acepto Fugaku, no era algo precisamente idealista, pero quizás serlo fuera la única salida con que contaba…por ahora.
Era sumamente fácil ver los días pasar en una inmutable sucesión de hechos, algunos más relevantes que otros que pasaban desapercibidos por ser considerados nimios, no insignificantes pero si menormente relevantes en consideración a otros. Como de costumbre habían elegido el claro existente en el campo de entrenamiento que el equipo de Ren utilizaba y que por primera vez en semanas volvía a estar vacante, razón de más por la que Mikoto había aprovechado la ocasión y orquestado un—ligeramente más elaborado que de costumbre—picnic luego de que Ren le hubiera pedido que se reunieran ese día. Más sencilla que de costumbre, Mikoto vestía unos sencillos pantalones gris claro perfectamente ceñidos a sus piernas, sandalias ninja azul oscuro y su suerte de cuello redondo y mangas ceñidas hasta las muñecas, de color azul oscuro con el emblema de los Uchiha tenla espalda y en el frente una seguidilla de detalles en bordado de hilo celeste claro en forma de copos de nieve, co su largo cabello azabache azulado enmarcando su rostro y cayendo tras su espalda. En esta oportunidad se había esmerado y mucho; los sándwiches, sashimi, onigiri, umeboshi, dangos y demás…todo lo había hecho ella personalmente. No había una razón en específico ni nada por el estilo, Ren solo le había dicho que almorzasen juntos, pero incluso él parecía impresionado por sus atenciones, más no quería sonar egoísta pero no solo había hecho todo eso por él sino también por si misma; esa mañana había tenido muchas labores que hacer en casa y no había tenido tiempo de probar bocado alguno, lo mínimo a hacer ahora era a darse un breve placer culpable y disfrutar de lo que ella misma había hecho, ¿no?
-Tienes las manos de un ángel- adulo Ren, completamente fascinado con ella.
-¿Y no la belleza?- inquirió Mikoto con su usual coquetería.
-Conoces la respuesta, nadie es más bella que tú- le acaricio amorosamente la mejilla, contemplando el fabuloso contraste que creaban sus profundos ojos ónix que brillaban con inocencia contra la luz. -El tiempo juntos comienza a ser escaso- murmuro con algo de pesar, inclinándose para besarle la mejilla, dando todo de sí para disfrutar al máximo cada momento. -Hoy me dieron una respuesta, participare en la misión diplomática a Amegakure- rebelo con una pisca de nerviosismo, había recibido la noticia el día anterior pero no había podido decírselo a Mikoto, tenía miedo de que el tiempo juntos no fuera suficiente.
-Ren, es maravilloso- contesto la Uchiha de inmediato, abrazándolo con todas su fuerzas. Según tenía entendido, seria promovido a Jonin cuando regresara e la misión, su novio seria uno de los primeros miembros de su generación en ascender, era motivo más que suficiente por el que ser feliz, -te extrañare mucho- admitió con emoción, rompiendo el abrazo, manteniendo sus manos asidas a los hombros de él, cara a cara.
-Aun no me voy- rió Ren, divertido por su prevención para despedirlo.
-Ya te extraño- reitero Mikoto, mordiéndose el labio inferior, divertida por su propio impulso. -Tengo una misión dentro de dos días, atravesar una aldea que no aparece en los mapas hasta llegar a Kirigakure, supongo que ya era hora decírtelo- también ella se había callado este hecho, al fin y al cabo su misión iniciaría un día después de que Ren se fuera, pero quería que lo supiera.
No era la primera misión que hacía en su vida, además de que dentro de un par de semanas cumpliría catorce años y a su vez como el tiempo comenzaba pasar para ella, también comenzarían a aumentar los niveles de las misiones que le asignaban y está en particular era diferente porque la llevaría a un lugar al que nunca había ido antes; Kirigakure. Las misiones compartidas con su equipo habían sido lejanas, conocía lugares que nunca antes hubiera imaginado "visitar", pero esta vez se trataba de una misión diplomática, nada d servir de escolta o realizar misiones de rango superior, aunque esto último le estaba sumando muchos puntos, según lord Fujitama le habla dicho era uno de los miembros más jóvenes del Clan Uchiha que estaba siendo considerados para ascender a Jonin y debía hacer mérito para lograrlo. Quería que—aunque no lo recordase—su padre, Itachi, estuviera orgulloso de ella, que desde el cielo viera como su única hija grababa su nombre y reputación a fuego en la historia de Konoha, solo cuando lo hubiera conseguido se resignaría y aceptaría volverse un ama de casa, quería cumplir sus sueños. No estaba molesto en lo absoluto, Mikoto le guardaba su propios secretos como él también guardaba los propios, más eran completamente sinceros con lo fundamental de su relación; ellos mismos, nunca harían nada que los dañara o afectara, nunca guardarían secretos que pudieran herirlos, y estar ahí, juntos, declarando que tendrían que dejar la aldea por unos cuantos días o semanas era la prueba indisoluble de ello.
-Prométeme algo, Mikoto- pidió Ren con notoria seriedad, pareciendo un adulto por un breve instante.
-Lo que sea- asintió la Uchiha como lo más natural del mundo.
-Que, no importa si me sucede algo, serás feliz- su voz sono melancólica, casi como si se despidiera, en parte lo hacía porque la misión iniciaría mañana mismo antes el amanecer y esta tarde era su ultimo día juntos.
-No digas eso Ren, me harás llorar, sabes cómo soy- objeto Mikoto, sintiendo como sus palabras le tocaban el corazón, era solo una misión, volverían a verse, ¿Por qué el parecía pensar lo contrario?
-Sé que es muy precipitado y quizás paranoico, pero te amo, Mikoto- declaro con idéntico tono, sin disculparse, se disculparía si le mintiera de alguna forma, pero no podía hacerlo si lo que estaba diciendo era la verdad; su verdad, -y deseo que seas feliz más que nada en el mundo, ya sea conmigo…o sin mí- le costaba decirlo pero era lo que más deseaba, ella se merecía más que nadie la oportunidad de ser feliz y esperaba que lo fuera.
-Yo también te amo- contesto Mikoto sin dudarlo, aunque extrañamente le resulto algo vacío, sin saber muy bien porque.
Ambos eran tan jóvenes, tan inocentes. No había prisas, no había presiones, solo eran ellos dos disfrutando de la aparente paz de la que todo el mundo Ninja al parecer gozaba sin disimulo alguno, ¿Podía haber mayor deleite? Para Mikoto no lo había
Un día, eso era lo primero en que Mikoto pensaba al recordar que Ren había partido la mañana del día anterior, un día separado, la primera vez en mucho tiempo que se separaba, solo llevaban un par de meses como novios y no es que fuera algo tan serio pero emocionalmente si, tal vez fuera le hecho de que eran jóvenes enamorados de la idea del amor o bien que fuera el primer amor que compartían y que era merecidamente correspondido, era casi como si no se le pudiera encontrar explicación. Con su habitual temple sereno recorría el camino en esta sumamente rustica y pequeña aldea que contrastaba tanto con Konoha, la colosales estructuras y hogares dignos había sido reemplazados por viviendas pequeñas y una que otro construcción ligeramente más notoria, pero nada que se comparase con la llamada "civilización" que acostumbraba a ver. Sus compañeros aguardaban en la entrada de la aldea, se había ofrecido como voluntaria para abrir las "relaciones diplomáticas" para transitar pacíficamente. Veía la mirada que le dirigían aquellos que transitaban por las calles, la veían con suspicacia, casi como si pudiera ser un peligro, no la hacía sentir mal, pero si confundida, ¿Por qué eran tan hostiles? Era algo que no había visto antes. Velozmente, casi corriendo, dos pequeños niños pasaron a su derecha izquierda, uno se detuvo frente a ella, casi abrazándola abruptamente haciéndola reír…solo hasta que sintió que el segundo niño la abrazaba por la espalda buscando en su bolsillos. Esos pequeños ladrones…
-Oigan, ¡No!- tan pronto como pudo sujeto las muñecas de ambos niños, llevada por su instinto, pero lo que vio hizo que le temblase el corazón. Eran un niño y una niña, parecían hermanos, apenas de cinco años, con ropas raídas y rostros manchados de polvo, de ojos inocentes y que parecían pedir clemencia a gritos. -Está bien, tengan- accedió con una triste sonrisa, rebuscando en uno de los bolsillos de su morral y entregándoles lo que traía consigo, viéndolos sonreír.
No era ninguna tonta, insensible o inconsciente, sabía que había sufrimiento en el mundo y que mientas ella podía dormir en una cama mullida y cálida por las noches…había quienes ni siquiera tenían un techo en que guarecerse del frió, había oído muchas cosas y visto otras en las misiones que había hecho, pero esto lo superaba todo. Ella había tenido la fortuna de crecer rodeada de amor y sin echar nada en falta. Despidiendo a esos pequeños niños con la mirada, sintió como si se le estrujase el corazón. Kami…quería cambiar eso quería hacer algo por ellos, ayudarlos, ¿Pero cómo? Viéndolos partir y alejarse hasta perderlos de vista, tal vez lo mejor que podría haber hecho fue darles la comida y el escaso dinero que llevaba consigo tal y como acababa de hacer, al fin y al cabo ellos lo necesitan mucho más. Secándose sutilmente las lágrimas que a nada estuvieron de resbalar por sus mejillas, la Uchiha se sereno tanto como pudo, recordando que tenía una misión importante que cumplir y para cuya finalidad sus compañeros habían depositado su fe en ella para liderar el camino. Ser un shinobi implicaba dejar los sentimientos atrás muchas veces, era fingir tener una personalidad dual en que una predominaba en su vida personal y cotidiana, mientras que la otra tomaba partido e imperaba todo lo conocido cuanto debía concentrarse en una misión, era algo necesario a hacer. Dejo que sus pasos la guiaran, buscando con la mirada le lugar más llamativo del lugar, que por experiencia le permitiría encontrar alguien que dejara que su equipo atravesase aquella pequeña aldea, sin problemas. Viendo la entrada de lo que parecía ser un pub o bar, ingreso sin miramientos
-Hola...- su voz resonó de forma melodiosa mientras evaluaba con la mirada a los presentes y ellos a ella. La verdad no le importaba ser el centro de atención. -Este lugar es un asco- juzgo la Uchiha infantilmente, arrugando la nariz.
-Siento que no tengamos mayordomo, princesita- contesto un desconocido hombre y que era cuando menos cinco años mayor que ella, sentado frente a una mesa. -No queremos a los de Konoha apestando aquí- espeto sin importarle sonar descortés o no, ya Mikoto tampoco pareció importarle.
-¿Y a una Uchiha?- inquirió curiosa, sin rebelarse como tal, aun.
-¿Tienes el Sharingan? Solo entonces lo creeré- contrarresto él sin dejarse inmutar.
-Esto basta- sujetándose el cabello para que cayera sobre sus hombros, la Uchiha se giró dejando expuesto el emblema del abanico en su espalda lo cual desde luego evoco más de algún murmullo y jadeo debido a la sorpresa. -Mi equipo yo queremos pasar pacíficamente- inicio finalmente, volviéndose a enfrentar a este sujeto, el único que había tenido el coraje de plantarle cara. -¿Con quién tengo que hablar para conseguir la aprobación?- curioseo con la máxime seriedad posible.
-Conmigo- sonrió el hombre ladinamente, admirado por su valor, -¿Adónde se dirigen?- inquirió si demasiado interés.
-Kirigakure- respondió Mikoto con simplicidad.
-Un Uchiha no pierde jamás- menciono el hombre únicamente, pero Mikoto no pareció sorprendida, confundida ni nada semejante ante aquella respuesta, -vénceme y dejare que tu grupo pase y regrese a libre albedrío- accedió concienzudo.
-No lucho con civiles- objeto Mikoto por mera inercia, al fin y al cabo no estaba allí por eso.
-¿Quién dijo que pelearíamos?, ¿A las tres?- el hombre apoyo su codo sobre la mesa ante la cual estaba, ofreciéndole su mano.
-Eso sí me gusta- acato la Uchiha, sonriendo sin conseguir contenerse.
Manteniendo su sonrisa ladina, Mikoto lo imito sin lugar a dudas; apoyando su codo sobre la mesa y entrelazando fuertemente su mano con la del hombre delante de ella, tan solo bastaría que tuviera el Sharingan para hacer que la joven Uchiha luciera más intimidante, su belleza era tan solo un camuflaje para ocultar la fortaleza de espíritu que en el fondo poseía, la misma que tenía todos los Uchiha. Los presentes, sentados ante las mesas aledañas, hubieron centrado toda su atención en la escena, intentando prever que es lo que sucedería; a simple vista la joven adolescente de casi catorce años no sería capaz de resistir. Sabía cómo jugar a las vencidas, no solo se necesitaba fortaleza, Teyaki se lo había enseñado de niña, se trataba de resistir y mantener la mente concentrada. Entrecerrando al mirada, Mikoto continuo resistiendo, sin trastabillar en lo absoluto, sin molestarle la raposa sensación de la madera bajo la piel de su brazo. Desde el exterior, el punto que no eran ellos dos, resultaba muy difícil saber quién generaba más esfuerzo, apenas se movían, solo el parpadeo de sus ojos decía que no eran estatuas. Repentinamente pareció haber un esfuerzo real y con menos de un parpadeo, Mikoto estrello satisfactoriamente el brazo del hombre contra la mesa, sonriendo triunfalmente, no tan infantilmente como hacía de costumbre, pero si lo suficiente como para obviar que estaba feliz. Un coro de abucheos y protestas no tardo en elevarse ante la derrota del hombre que bajo la mirada, negando para sí ante su derrota. Reconocer a un Uchiha era muy fácil; jamás perdían.
-Señores, una promesa es una promesa- silencio él desviando la mirada hacia los presentes por unos momentos antes de volver a centrarse en Mikoto, -sobre todo con una Uchiha- celebro, aceptando la derrota.
Sonriendo ladinamente, casi pareciendo tan arrogante como cualquier otro de los miembros de su clan, Mikoto se levantó de la mesa, despidiéndose con un casi imperceptible guiño. La misión estaba resultando más divertida de lo que hubiera esperado que seria.
PD: Hola a todos, mis queridos amigos :3 Había prometido actualizar este fin de semana y lo cumplo. El próximo capitulo tendrá por titulo "El Precio del Sharingan", y quizás tenga una cronología que no esperaban, además y solo para aclarar, la ropa de Mikoto en el picnic esta inspirada en el primer atuendo de Sakura en "The Last", así como en su experiencia en el viaje a la aldea de las olas. Además si pueden; reitero que se pasen por mi historia "El Siglo Magnifico: La Sultana Sakura" y comenten si quieren que continué la secuela titulada "El Siglo Magnifico: El Sultan & La Sultana", que estará levemente inspirada en la serie "Medcezir" :3 durante la próxima semana actualizare los fic "El Emperador Sasuke":3 les recuerdo que finalice el guion completo-diálogos y detalles menores-de la futura adaptación de la película "Avatar", por lo que les pido a los interesados que comenten cuando quieren que inicie el fic u otro que tengan en mente, esperando contar con su aprobación, por supuesto :3 como siempre la actualización está dedicada a DULCECITO311(que siempre está cerca y a quien dedico y dedicare todas y cada una de mis historias:3)a Yi Jie-san(quien ha seguido fielmente la historia y a quien le dedicare cada capitulo :3) y a todos aquellos que sigan cualquier otro de mis fics :3 También les recuerdo que además de los fics ya iniciados tengo otros más en mente para iniciar más adelante en el futuro: "Avatar: Guerra de Bandos" (una adaptación de la película "Avatar" de James Cameron cuya secuela comenzó su rodaje, y cuyo guion-de la primera película-ya he terminado), "La Bella & La Bestia: Indra & Sanavber" (precuela de "La Bella & La Bestia", que prometo actualizar en cuanto tenga tiempo) "Sasuke: El Indomable" (una adaptación de la película "Spirit" como había prometido hacer) "El Siglo Magnifico; Indra & El Imperio Uchiha" (narrando la formación del Imperio a manos de Indra Otsutsuki en una adaptación de la serie "Diriliş Ertuğrul"), por no hablar de las películas del universo de "el Conjuro" ("El Conjuro-Naruto Style 2: Enfield", "Sasori: La Marioneta" y "Sasori: La Creación") que prometo iniciar durante y a lo largo de este año. También iniciare una nueva saga llamada "El Imperio de Cristal" y-por muy infantil que suene-basada en los personajes de la Princesa Cadence en Shining Armor, como adaptación, y en la recreación de la "Tragedia de Antuco" cuyos 13 años se conmemoraron el 18 de mayo de este año en mi país :3 cariños, besos, abrazos y hasta la próxima :3
