Capítulo 5: El bosque de las fotografías


Donald estaba preparando la cena cuando escuchó el sonido que se producía cada vez que recibía un correo electrónico. El sonido provenía de la guarida de Paperinik por lo que sabía lo que significaba. Sus sobrinos estaban jugando videojuegos por lo que notaron nada y Disraeli estaba durmiendo por lo que dudaba que lo hubiera notado, aunque dudaba que realmente le importara.

Donald terminó de preparar la pasta y se dirigió a su guarida. Saber que debía presentarse a la reunión de detectives, pero no estaba preocupado pese a que sabía que debía presentarse como Maui Mallard, y que este era un compromiso al que no podía faltar. Maui no solía aparecer en público, de hecho eran muy pocos los que habían visto su rostro, y contaba con un buen sistema para ocultar su IP.

Al regresar a la cocina se sintió horrorizado al ver la olla en la que había preparado la pasta. Estaba vacía y Disraeli estaba a un lado de esta, con el pico rojo por la salsa.

—Disraeli —le dijo con severidad —. ¿Tienes una explicación para todo esto?

Donald no esperó que Disraeli comenzara a llorar ni a murmurar palabras de disculpas. Al principio sintió pena ajena y luego culpa, diciéndose que, una vez más, su mal temperamento lo había hecho actuar de manera incorrecta.

—Losiento,losiento,losiento, tenía tanta hambre y olía tan bien. Te ayudaré a preparar la cena.

Donald no tardaría en descubrir que esa era una mala idea. Disraeli no dejaba de hacerle preguntas o de tirar las cosas. También se disculpaba cada vez que cometía un accidente y eso hacía que Donald, aunque estuviera molesto, sintiera que era su culpa.

Al final Donald preparó unos sándwiches para la cena. No le quedaban muchos ingredientes en la alacena y los niños tenían hambre por lo que, se dijo, no tenía muchas opciones.

Los trillizos no se quejaron, durante la comida, al contrario, se veían felices de tener sándwiches con Duck-Cola para la cena. Las cosas cambiaron cuando Donald les pidió que se encargaran de arreglar la cocina.

—Lo sentimos, tío Donald, tenemos tarea.

Si Donald hubiera decidido dar un vistazo a sus sobrinos habría notado que estaban jugando videojuegos. Si hubiera ido a la sala, habría encontrado a Disraeli sentado frente al televisor y si hubiera revisado los dispositivos vinculados a su proveedor de Duckflix, habría notado que Fethry y Gladstone tenían acceso a su cuenta. Maui Mallard era el mejor detective del mundo, pero Donald Duck muchas veces pecaba de ingenuo y manipulable, algo que su familia sabía bien.

Donald estaba preocupado. Sabía que podría seguir poniendo comida en la mesa por unos días. Estaba trabajando con Scrooge McDuck y todavía le quedaban algunos ahorros, pero no creía que pudiera hacerlo por mucho más tiempo, en especial porque los niños y él necesitaban camisas nuevas y ropa interior.

Pasó la noche en vela buscando un segundo trabajo y enviando currículos. No era la primera vez que debía hacer algo así para cubrir sus deudas, en una ocasión, recordaba, tuvo que tomar cuatro trabajos, y no durmió más de una hora al día durante un mes.

Donald le había pedido ayuda a Uno antes de ir a la reunión de detectives. Tenía algunas sospechas y le pidió que revisara unos cuantos correos electrónicos. Su buen amigo accedió de inmediato y tuvo listos los resultados con increíble velocidad, tal y como era usual en él.

—Eres el mejor —le dijo Donald.

Uno sonrió con orgullo.

—Lo sé, pero no te olvides que tienes que contarme todo acerca del asunto Maui Mallard, soy tu compañero.

Donald asintió. Confiaba ciegamente en Uno por lo que le parecía razonable hablarle de sus alter-egos. Todos los momentos que habían pasado juntos le dan mil y una razones para hacerlo.

—Te lo diré en cuanto termine este caso y en cuanto consiga un nuevo trabajo.

—Descuida, ya me encargué de eso.

Donald le dedicó a su compañero una mirada incrédula.

—Te quejas mucho ¿sabías?

Donald se sintió un tanto molesto al escuchar esas palabras. No podía negar las palabras de su amigo. Solía quejarse de su tío Scrooge, de todo el trabajo que solía hacer y de lo poco que le pagaban, especialmente cuando trabajaba para Scrooge, de como era subestimado y de todas las deudas que tenía, siendo este uno de los temas del que se quejaba con mayor frecuencia.

—¿De qué es ese trabajo? —preguntó, no quería seguir hablando más del tema, no tenía ni las fuerzas ni los deseos de hacerlo.

—Como ayudante en el elenco de Angustias.

—Es decir que seré niñera de un montón de celebridades mimadas.

—Y volvemos con las quejas —le dijo Uno de forma burlona —, y yo que pensé que estarías feliz después de que te conseguí un trabajo bien remunerado.

Esas palabras bastaron para llamar la atención de Donald y ver la cantidad de dinero que ganaría lo llenó de felicidad. No era suficiente para cubrir todas sus deudas, pero alcanzaba para pagar las más urgentes y guardar un poco para el cumpleaños de los trillizos.

—No llegues tarde, van a filmar el final de temporada y todo debe estar preparado.

Donald sonrió al escuchar esas palabras, convencido de conocer las intenciones de su amigo. Lo conocía lo suficiente para saber que, aunque se preocupaba por sus acciones, ese no era el único motivo por el que había actuado de la forma en que lo hizo.

—Descuida, no te haré ningún spoiler.

—¿Qué? ¿Por qué? —Uno cambió de expresión en el momento en que fue consiente de las palabras que había dicho.

—No quiero arruinarte la experiencia —Donald no abandonó su sonrisa burlona —, de hecho me tomaré una car-can para disfrutar de la novela en igualdad de condiciones.

Uno hizo un puchero y se sonrojó levemente, pero no dijo nada. Conocía lo suficiente a Donald para saber que utilizaría esa información para hacerle bromas. No lo culpaba, él también haría lo mismo de estar en su lugar.

Donald se colocó su traje de Paperinik y se marchó, no sin antes despedirse de su amigo. Se reunió con los Ultrahéroes. Paperinika fue la primera en llegar, demostrando lo competente que era, le reclamó por su retraso, evidenciando lo arrogante que era. Ambos discutieron, como era costumbre.

Paperinik no odiaba a Paperinika, al contrario, la reconocía como a una igual, algo que solo hacía con SuperGoof. Quería a Fethry, era su primo favorito, algo que nunca diría en voz alta, pero sabía que le faltaba mucho por aprender. Paperinik confiaba en que Red Bat se convertiría en un gran super héroe, después de todo había sido Donald quien lo impulsó a no colgar la capa.

Iron Gus le agradaba. Ocasionalmente charlaban amenamente, pero era difícil verlo como un superhéroe cuando solo pensaba en comer y dormir. Su actitud le recordaba mucho a su primo Gus, aunque Paperinik dudaba que fueran la misma persona.

De CloverLeaf no sabía que pensar. Lo hacía enojar tanto como Paperinika y Gladstone, no podía ni le molestaba negarlo, era afortunado y muy atractivo. Paperinik odiaba admitirlo, pero CloverLeaf tenía sus momentos, ocasiones en que no lo veía solo como un bastardo deseoso de atención y en ue parecía realmente competente. A Paperinik le asustaba pensar que CloverLeaf pudiera atraerle y el problema era que cada vez le era más difícil negar que le gustaba, que encontraba adorable la forma en que se veía su rostro cada vez que se enojaba o cuando no entendía algo, lo que ocurría con bastante frecuencia, después de todo, CloverLeaf no era el superhéroe más listo de todos.

Maui Mallard decidió enfocarse en su trabajo. Se ubicó a su posición y estuvo atento la mayor parte del tiempo. CloverLeaf tuvo suerte de no ser notado por el pato enmascarado y de descubrir uno de sus secretos más grandes.

El encargado de la reunión comenzó a hablarles sobre el motivo por el que se encontraban allí, información que Maui ya conocía, y también hizo un reporte de la información descubierta y no pudo evitar fruncir el ceño. Mucha de la información que manejaban eyora errónea o poco precisa.

—Estamos barajando la posibilidad de que se trate de un acto de bandalismo, después de todo las fotografías encontradas eran carteles de "Se busca".

—Estudiamos todos los casos, solo tienen algo en común, que son mujeres y que fueran asesinadas, aparte de ello no hay nada que indique que sea algo más que una casualidad.

—No creo que esas fotografías sean casualidad —fueron las primeras palabras de Maui —, hice mi tarea, todas esas mujeres desaparecieron en misteriosas circunstancias, ninguna ha sido hallada y sus casos siguen abiertos. El más reciente es del mes pasado, caso en el que admito que he estado trabajando.

Maui calló por unos instantes. Clover Leaf no podía escuchar con quién hablaba, pero sabía que estaba conversando con alguien. Decidió acercarse, era la primera vez que sentía curiosidad desde que había tomado esa misión.

—Parecen trofeos en un lugar que solo fue encontrado por una casualidad, todavía no sé si sea feliz o no.

—También encontré sospechoso que los principales sospechosos tengan una coartada tan perfecta, es como si todo estuviera planeado —comentó Mickey.

Maui había trabajado un par de veces con Mickey y todas esas ocasiones el caso había terminado con la captura del culpable. Maui Mallard reconocía a Mickey Mouse como a un valioso aliado y estaba feliz de poder trabajar con él.

—Revisé el correo electrónico de los principales sospechosos, todos ellos mantuvieron conversaciones con alguien en especifico y con mucha frecuencia, pero todas esas conversaciones se detuvieron una semana antes de la desaparición de la víctima, aparentemente sin ningún motivo. Nunca se trata del mismo usuario, pero siempre son conversaciones entre dos de los allegados a las mujeres que aparecen en esas fotografías.

—Creo que deberíamos investigar esas conversaciones —habló nuevamente Mickey —, indagar en qué tipo de relación tenían y si hay un motivo para que esas fotografías estén en medio del bosque.

—Creo que Maui Mallard está actuando como un conspiranoico.

—Maui Mallard es el mejor patotective del mundo, su opinión no debería ser tomada a la ligera.

—Yo creo que tiene motivos para sospechar —Mickey siguió hablando —, nadie iría a un lugar apartado a dejar tantas fotografías sin un motivo. Estudié las fotografías y algunas fueron colocadas de manera más reciente. Estimo que fueron más de cinco viajes, demasiados para pensar que no hay un motivo detrás de ello.

—Hace años tomé un caso con características similares, dos asesinatos donde las principales interesadas tenían coartadas perfectas. Las víctimas no tenían nada en común y las asesinas tampoco, o al menos eso era lo que parecía a simple vista. Ambas se conocieron en una marcha y decidieron ayudarse mutuamente.

—¿Cree que ese sea el caso?

—No del todo, creo que es algo a mayor escala.

Maui comenzó a explicar con detalle el asunto de los correos electrónicos y cómo todos los sospechosos habían acudido al mismo sitio y evitado ser condenados por la muerte de una mujer cercana a ellos. Habló de casos anteriores y de la importancia de no abandonar ninguna pista, incluso las que parecían insignificantes.

—Recuerdo cierto caso que tuvo hace cierto tiempo, un club de suicidas para personas que no tenían el valor para acabar con sus vidas y aceptaban asesinar a otros a cambio de que hicieran lo mismo por ellos.

—Recuerdo ese caso —comentó Mickey —, fue la primera vez que trabajamos juntos y ya fue desmantelado. No le extrañaría que estemos ante una imitación.

Para Maui no fue una sorpresa escuchar varios comentarios negativos y que estos fueran opacados por un grupo mayoritario. Maui y Mickey eran detectives con una gran reputación y cuya palabra era ley para muchos, en especial para los detectives más impresionables y aquellos que habían tenido la oportunidad de apoyarlos en un caso.

—¿Deberíamos llamar a los Ultrahéroes?

Maui y Mickey negaron.

—Llamarían demasiado la atención. Debemos arrastrarlos uno a uno, levantando sospechas, pero sin confirmar nada.

—Entre más asustados estén, más sencillo será conseguir un testimonio.