Capítulo 6: Reencuentro
La ausencia de Donna pasó desapercibida, aún más que la de Donald. Su ausencia ni siquiera se notó en las escenas que requerían de extras, aunque el director, Alistair, pensó en ella en algunas ocasiones, muy pocas. La apariencia que mostró en el casting lo había inspirado a escribir un nuevo guión, uno que consideraba bastante ambicioso y en el que tenía altas expectativas.
Cuando Donna regresó fue fácil pretender que nada había pasado. Ella participó en varias escenas y fue espectadora de otras. No recibía un salario, pero de lo único de lo que se lamentaba era de que la filmación terminara tan pronto.
Donald se reencontró con Minnie poco después de grabar lo que sería su última escena. Ella se encontraba allí para grabar un comercial cuando se encontraron en uno de los pasillos del estudio de filmación. Consideró ignorarla, estando vestido como Donna Moo Goo no creyó que hubiera un problema si la ignoraba, pero fue por ese mismo motivo que quiso acercarse. Podría hablar con ella sin tener que preocuparse del pasado.
La saludó con un gesto de mano, preguntándose cómo iniciar una conversación. No quería asustarla o hacerle creer que se estaba acercando a ella solo por la fama, pero tampoco deseaba que se marchara sin hablar o escuchar de sus labios qué había sido de su vida después de tantos años.
—Busco el estudio A-2 ¿Sabe dónde está?
—Claro, solo tiene que girar a la derecha y luego —Donna hizo una pausa, era malo dando direcciones, pero ese no era el motivo de su repentino silencio —. Mejor sígueme y te lo muestro.
—No quisiera hacerla perder el tiempo.
—Para nada —Donna le restó importacia con un gesto de manos —. No tengo nada más que hacer y conozco el lugar.
Como Donna no debería saber dónde se encontraba ese estudio, sus escenas fueron grabadas en otros sitios, muchas fuera del estudio de filmación, pero cómo Donald había estado allí en muchas ocasiones grabando los videos de seguridad y principal razón de ser del estudio de filmación.
La caminata no fue silenciosa. Minnie estuvo hablando durante todo el camino, preguntándole sobre silencio a carrera como actriz o sobre Duckburg, lugar que visitaba por primera vez en muchos años y que le resultaba casi desconocido. Donald se reprochó por las dudas que tuvo antes de hablar con Minnie. Ella seguía siendo la misma de siempre, dulce y gentil.
—Eso me gusta de ti —Donald inmediatamente se arrepintió de sus palabras, en especial al notar la mirada confundida de Minnie —, he sido tu fan desde que te vi en "Sueño de una noche de verano". Tu actuación fue buena, pero lo que más me gusta es cuando hablas en las entrevistas, se nota lo dulce y amable que eres.
—Gracias, es muy amable de tu parte.
—Solo soy sincera, esa es una de mis películas favoritas.
En realidad era mentira. Aunque obtuvo un papel importante, también fue su última película. Hubieron problemas con la filmación, él y Minnie discutieron. Luego de eso terminaron y él decidió dejar la actuación. Su hermana desapareció y él hizo a un lado a todos sus seres queridos. Con Minnie fue más difícil, ella era una estrella en ascenso y sus noticias estaban por doquier. Aún así logró evitarlo y la última noticia que tuvo de ella era relativamente antigua.
—Es una película que me trae recuerdos —la sonrisa desapareció del rostro de Minnie y una expresión meditabunda apareció en su lugar
Donald sintió curiosidad. En esa ocasión estaba tan enojado que no se detuvo a escuchar su versión de la historia. Pasaron años antes de que el enojo se esfumara y fue en ese momento que su orgullo le impidió actuar. Siendo Donna no tenía mucho de qué preocuparse, aparte de ofender a la actriz.
—Por tu cara no creo que buenos.
—Fue la última vez que vi a a alguien especial para mí.
Minnie volvió a callar. Donald no supo que decir. El tono de voz de la actriz no delataba enojo o rencor, solo tristeza.
—Me gustaría poder ayudarte.
—Lo dudo mucho, no te lo tomes a mal, pero no creo que puedas ayudarme.
—¿Quién sabe? Podría ser la respuesta que buscas.
Donna se despidió de Minnie cuando se encontró con el director. Este lucía agitado, cómo si acabara de correr un maratón. Al verlas a ambas su expresión se relajó.
—Las estaba buscando. Quiero comenzar una película con ustedes dos de inmediato.
Donald recordó el contrato que había firmado tiempo atrás y supo que no tenía sentido negarse. No era algo que deseara. Si bien todo había empezado cómo un juego debía admitir que se sentía bien actuar de nuevo, más si era al lado de Minnie. Había pasado tanto desde la última vez que habían actuado juntos.
—Será un placer —Minnie fue la primera en hablar —, he podido hablar con ella durante el camino y creo que podemos llevarnos bien.
—Es una pena —comentó el director a modo de broma —, porque sus personajes serán enemigos.
Donald río al escuchar esas palabras. No porque encontrara graciosa la broma del director, sino por los recuerdos que le traían. Años atrás Minnie había tomado el rol de protagonista mientras que él era el villano que quería obligarla a ser su esposa. Si bien el narrador le mintió al decir que el Rey Ratón ganaba no se equivocó del todo al decir que se quedaba con la chica. María y el cascanueces fueron la pareja oficial de esa película, pero después de la filmación, durante el estreno, ellos comenzaron a salir formalmente como pareja.
Ella le había pedido que hablaran a solas, diciendo que todo el ruido del estreno la había abrumado. Si bien estaba molesto por la mentira del narrador no pudo negarse. Él también necesitaba alejarse por un rato y estar en un sitio dónde no lo vieran como al villano. Pero ese no era su principal motivo, Minnie se veía tan afligida y él la quería tanto que verla sufrir, también le afectaba. Recordó lo adorable que le pareció cuando le dijo que era sexy y los besos que intercambiaron después de eso.
Escuchó a Minnie reír y se preguntó si ella estaría pensando en lo mismo. Tenía tantos deseos de decirle que era Donald y pedirle perdón por la forma en que terminaron las cosas entre ellos, pero prefirió callar. El hecho de haber sido visto cómo Donna junto a Scrooge McDuck en una cita no era lo único que le detenía.
—Estos son sus libretos —el director les extendió un folleto de considerable tamaño —, la filmación inicia en tres días por lo que les recomiendo que lo hayan leído en su totalidad para entonces. Y recuerden, no pueden mostrárselo a nadie, no quisiera despedir a dos bellas señoritas por spoilers no autorizados.
A pesar de que debía trabajar en la bóveda, Donald tuvo tiempo para leer el guion. En cuanto comenzó a leerlo le costaba terminar y en más de una ocasión Scrooge o Gyro le reclamaron por su descuido. Le era inevitable ni perder la noción del tiempo pues, aunque la trama en ocasiones le parecía innecesariamente oscura, se trataba de una versión libre de su superhéroe favorito, Batduck, y de su villano favorito, el Ducker.
Casi le parecía gracioso el hecho de que Darkwing Duck apareciera en la trama. No porque le desagradara el superhéroe, al contrario, lo admiraba incluso más desde que ayudó en la invasión lunar. Lo que le causaba risa era el hecho de que Scrooge había afirmado no filmar ningún película sobre ese pato enmascarado. No era algo que le pareciera extraño, había notado el interés del director por hacer una película sobre dicho personaje y el que un pato adquiriera su identidad lo había hecho relativamente importante.
Cuando se despidió de Minnie pudo ver que Mickey había pasado por ella. Quiso hablarle, decirle que no le guardaba rencor por haber conquistado el corazón de Minnie y disculparse con ambos por haberlos expulsado de su vida. Nuevamente se quedó sin hacer nada y dejó que ambos se marcharan.
Cuando leyó sobre su personaje, la Arlequín, se preguntó qué tanto había influenciado su audición en la creación de ese personaje. Sabía que no pertenecía al mundo de los cómics porque era la primera vez que leía de ella y muchas de sus acciones le recordaban a su papel en Kung Fu Love.
—Si quieres leer puedes usar tu tiempo libre, ahora debes terminar de pulir mis monedas.
—Ya terminé de hacerlo —respondió Donald, su mano le dolía, pero estaba seguro de que el esfuerzo valdría la pena si podía seguir leyendo.
—¿Qué hay de la recepción?
—Brillante cómo espejo.
—¿Mi oficina?
—Estabas en ella y dijiste que no querías interrupciones.
—Excusas para no trabajar, pero supongo que es mi culpa por esperar algo bueno de ti —Scrooge hizo una pequeña pausa —. ¿Sigues teniendo contacto con la marina?
—No como miembro activo, pero sí. Debo presentarme todos los años para un entrenamiento obligatorio o cuando se considere necesaria mi participación ¿por?
—Necesito hablar con el presidente de ciertos negocios.
—Tienes suerte de que sea sargento, de lo contrario no podría conseguirte ese dato.
Donald buscó en su teléfono celular la información que Scrooge necesitaba. Normalmente no debería brindar ese tipo de información, pero tratándose de Scrooge estaba más que seguro de que podía hacer una excepción y que, negarse era lo que le causaría problemas.
—¿Algún consejo sobre cómo tratar con él?
—Nada de movimientos bruscos, no lleves armas de ningún tipo, te recomendaría no llevar el bastón, estamos hablando de un veterano de guerra y puede ser... un tanto paranoico. No menciones la guerra, ni siquiera para elogiarlo, muchos de sus compañeros y amigos murieron y por último, nunca des el primer paso, espera a que él hable o te indique que puedes sentarte.
—¿Qué hay de ti? También eres un veterano.
—Con tres niños tuve que aprender a tolerar los ruidos fuertes y controlar mi temperamento. La terapia ayuda más de lo que te imaginas. Además él estuvo en más de una guerra y sigue activo, yo no.
Donald se acercó a su jefe y lo besó. Se dirigió a la oficina de Scrooge y comenzó con la limpieza. Robarle besos era algo que disfrutaba. La relación de ambos había empezado de ese modo y disfrutaba de la expresión que aparecía en su rostro cada vez que lo tomaba por sorpresa.
Estaba por marcharse cuando Scrooge lo tomó de la mano. Se volteó sorprendido y su confusión aumentó en el momento en que sus miradas se encontraron. No había enojo o impaciencia en la mirada de sus tíos, lo que había era algo más, algo que le era conocido y que lo hizo estremecer.
—Creí que querías que limpiará tu oficina —le dijo con tono burlón, no quería que se notara la impaciencia en su voz.
—Eso puede esperar —fue la respuesta de Scrooge McDuck. El pato mayor no le dio oportunidad de responder, un beso bastó para que su mente quedara en blanco.
Las manos de Scrooge se apoyaron bajo el trasero de Donald. Lo elevó de tal forma que el pato más joven tuvo que rodear sus piernas alrededor de la cintura de su amante para evitar caerse.
Scrooge lo llevó hasta su escritorio, sin romper el beso, y una vez allí lo depositó con cuidado sobre la fría superficie de madera, casi como si temiera romperlo. Ese fue el único gesto gentil que tuvo.
Scrooge volvió a ser demandante, apasionado y posesivo, principalmente esto último. Lo penetró sin más preámbulos y sus estocadas eran veloces. Mordió su cuello con fuerza, la suficiente para dejar una marca, pero no para hacerlo sangrar.
Tal actitud tomó por sorpresa a Donald, quien rápidamente trató de adaptarse al ritmo de su amante. Por unos instantes Donald sintió que podría desmayarse e incluso llegó a ver negro. Enterró sus uñas en la espalda de su amante como si esa fuera la única forma de mantener su consciencia a flote.
Scrooge se marchó poco antes de que pudiera experimentar un orgasmo. En esa ocasión tuvo la sensación de que le ocultaba algo. Decidió no pensar en ello. Scrooge McDuck era un pato de negocios y él también tenía mucho por hacer por lo que lo mejor era, se dijo, regresar al trabajo.
Cuando llegó el primer día de grabación Donna estaba más que preparada para interpretar sus escenas. Todo se sentía tan familiar, tan nostálgico. Si Donald tuvo sus dudas, estas desaparecieron completamente con la primer escena que filmó y con las palabras de Minnie. Amaba a Scrooge, sabía que no tenía sentido negarlo, pero Minnie había sido alguien importante en su vida y deseaba recuperar su amistad, incluso si era como Donna.
