Capítulo 10: El ascenso de una estrella


Cuando Donna llegó al estudio solo estaba Alistair. El director se encontraba revisando unas escenas de la película, tarea que dejó en cuanto supo de su llegada. Para Donna eso no era extraño, en muchas ocasiones había tenido que trabajar únicamente con Alistair, Chris y Tom, el camarografo que solía filmar la mayoría de sus escenas.
—Grabaremos algunas escenas para el trailer —le dijo Alistair —. Ponte el vestuario de bailarina y comenzamos a filmar.
Donna asintió y se dirigió al vestidor. Sabía que no se notaría que era un pato a menos que se encontrara exitado, pero le molestaba, no demasiado, usar un traje tan revelador y ajustado. Entre su corsé y el vestido tenía varios problemas para moverse y que le hacían cansarse con rapidez.
La danza de tubo no le desagradaba, por el contrario, muchas veces llegó a desear haberlo intentado antes. Era agotador, no lo podía negar, también demandante, muchos de sus músculos debían trabajar para obtener el resultado deseado y en varias ocasiones debía apoyar todo el peso en sus brazos y piernas, sin contar la velocidad de sus movimientos que debían estar acompañados por un toque sensual. Pero también era relajante, Donna amaba la sensación de subirse a un tubo y moverse al ritmo de la música. Cuando lo hacía, sus problemas se volvían insignificantes.
Ese día solo filmó una escena, fue en compañía de Drake Mallard. Su vestuario era incómodo y bastante revelador, lo que era una novedad. Alistair había dicho que era una forma sutil de mostrar la manera en que Arleen pagaba sus estudios de psiquiatría, Donna pensaba todo lo contrario, aunque no le sorprendió. Tampoco le sorprendió que esa fuera también la forma en que su personaje había aprobado la mayoría de los cursos de siquiatra carrera.
—Necesito tu ayuda —le dijo Arleen mientras ocultaba su rostro en un intento por hacer que lloraba.
A Donald le gustaba interpretar a personajes que mentían, que actuaban mal o pretendían ser alguien más. Admitía que era difícil, pero le gustaba el desafío. Esa escena se volvió una de us favoritas por todo lo que implicaba. Era un ex-marine y actor retirado interpretando a una actriz extrovertida que interpretaba a una prostituta y villana tratando de engañar a un superhéroe.
—Tengo tanto miedo —continuó —. Si el Ducker se entera que estoy aquí, va a matarme, pero no me importa —Arleen volvió a llorar —, estoy cansada de vivir con miedo, él me obligó a ayudarlo a escapar del hospital en el que hacía la práctica, me lanzó a uno pozo de ácido y él... él me...
Donna cubrió su rostro con sus manos y pretendió estar avergonzada y dolida. Alistair le había dicho que, aunque Arlequín era una gran mentirosa, no debía olvidarse de que mentía y debía dar una señal pequeña, pero lo suficiente para sembrar la duda, de que estaba mintiendo.
—Puedo imaginarlo —le dijo Darkwing Duck, quien colocó una mano sobre su hombro.
Arleen lo abrazó con fuerza y apretó su mano contra su cuerpo. Donna pudo notar su incomodidad pese a que tenía su rostro oculto en el pecho del superhéroe.
—¡Corte! —interrumpió Alistair —. Grabemos la escena de nuevo, pero esta vez, Drake, trata de mostrarte más cómodo con Arleen. Ella es una de las villana más sensuales y Darkwing es un playboy, que cayó en la trampa de Arlequín porque no pudo resistirse a sus encantos.
—No recuerdo eso de la serie —comentó Drake un tanto confundido.
—En este universo cinematográfico lo es. Muchos de los más grandes héroes son playboys, como Batduck, Ironduck, Drake, conocido por el fandom como el maestro Dick por todas las chicas con las que ha salido. Darkwing debe ser un playboy, eso resaltará la oscuridad en su alma.
Drake no insistió. Seguía inconforme, pero Donna sabía que él confiaba en Alistair. La película de Darwing Duck y la del Sirepato habían sido un éxito en la taquilla e hicieron que Darwing Duck fuera más conocido, siendo esto lo que más le importaba a Drake Mallard.
Tuvieron que repetir la escena en varias ocasiones. Drake se sonrojó en varias ocasiones y Donna no hizo nada para ayudarlo. Al contrario, sus movimientos se hacían cada vez más sugerentes y sus caricias más provocativas. Sabía que no era profesional, pero le divertía la timidez del actor y no podía evitarlo.
—Donna —la llamó el director y Donna creyó que le regañaría —, me gusta tu sensualidad, sigue así, Drake, aprovéchate, tienes a una bella mujer que te desea, o al menos eso quiere que creas, se supone que ella te atrae y mucho.
—No tengo mucha experiencia —reconoció Drake, el sonrojo en su rostro evidenciaba lo avergonzado que estaba.
—Deja que te muestre lo que tienes que hacer.
Donna coqueteó con Alistair del mismo modo en que lo había hecho con Drake, lo que no esperó fue que el director la sujetara de la cintura y la estrechara contra su cuerpo. Apoyo su cabeza contra su hombro, creyendo firmemente que eso era lo que haría su personaje para mantener la mentira y llevó sus manos hasta su cola, acariciandola levemente.
Alistair se separó de Donna y, antes de regresar a su silla, se dirigió a Drake.
—Ahora es tu turno.
Necesitaron de dos tomas para que la escena cumpliera con las exigencias de Alistair. Ambos estaban tan agotados que decidieron tomar un descanso. La máquina expendedora fue la primera opción, Donna tenía hambre, pero sus deseos por beber algo eran mayores a los de comer.
—¿Algo para tomar? —Drake le mostró una segunda botella —, al parecer es mi día de suerte y la máquina me dio dos bebidas por el precio de una.
Donna aceptó la bebida. Le pareció amable el gesto y tenía mucha sed. Drake Mallard era uno de los patos más amables que conocía y desde que lo conoció vio en él varias cualidades que lo hacían digno de interpretar el papel de Darkwing Duck. En aquel entonces ignoraba que Drake no solo había decidido llevar al personaje al cine sino que también lo había hecho un héroe real.
Durante el resto del día se dedicaron a grabar escenas de combate. Donna aparecía en pocas y Minnie en ninguna. El representante de la actriz dijo que no deseaba que recibiera ni un solo golpe y que pelear podría arruinar su imagen de niña buena. No obstante le permitió quedarse, pues ninguna escena era de carácter sexual.
—Si te llegas a sentir incómoda, no dudes en avisarme —le dijo Drake.
—Hablando de ese modo pareciera como si estuviéramos por follar —al ver la incomodidad de Drake se apresuró en agregar —. No es la primera vez que actuó en una película de acción.
Donna no consideró necesario decir que ella era el interés amoroso del protagonista y que su único rol, dicho por el personal de producción, era el de lucir bonita. Confiaba en las lecciones de artes marciales que había tomado y en su experiencia cómo aventurero, pero temía que su calzado, unos zapatos con bastante tacón, le hicieran pasar un mal momento.
Lo que ocurrió durante la escena en que Darkwing Duck la capturaba. Un paso en falso la hizo tropezar y caer directamente en los brazos del pato enmascarado. Eso le hizo recordar a Donald el cliché del animé en el que el protagonista chocaba contra una de las chicas de su harem y terminaban en una situación comprometedora, tal y como era su caso.
—Lamento eso —le dijo Drake.
Aunque pensó en disculparse, decidió actuar como Arlequín lo haría. El director no había dado la señal de corte así que, asumió, seguían grabando. Colocó sus brazos uno a cada lado de la cabeza del pato enmascarado y le sonrió de forma coqueta. Descendió unos centímetros, notando que Drake lucía confundido y le dio un falso cabezazo. Su compañero entendió sus intenciones por lo que a partir de se momento la escena de lucha continuó con normalidad.
—¡Corte! —gritó el director después de que Darkwing lograra capturar a Arlequín —, gran trabajo improvisando.
—Debo admitir que me tomaste por sorpresa.
—Esa era la idea —respondió Donna con un tono de voz coqueto. No pudo alejarse con mucha elegancia pues nuevamente tropezó.
—¿Puedo acompañarla al camerino? —se ofreció Minnie —, puedo ayudarla si no es algo grave.
Minnie le ofreció su hombro y Donna lo aceptó encantada. Lo último que escuchó fue el comentario que Launchpad hizo sobre esa escena.
—Creí que era parte de la película. Darkwing Duck es tan noble que incluso ayudaría a una villana.
Minnie y Donna rieron al escuchar esas palabras. No se estaban burlando, al contrario, ambas estaban de acuerdo con las palabras del piloto y el motivo de su risa eran los recuerdos que les traían la serie de Darkwing Duck. Ambas se dirigieron al camerino de Minnie y una vez allí la dueña del espacio revisó a su compañera.
—Me dices si te duele.
Minnie comenzó a presionar el tobillo de Donna. Si escuchó a su compañera quejarse, pero no encontró nada de lo que debiera preocuparse. Lo vendó por precaución y cuando la vio ponerse en pie supo que ya no necesitaba de su ayuda.
—Te invito a un helado —le dijo Donna —, conozco buen lugar dónde venden un buen helado.
—Déjame revisar mi agenda —Minnie hizo el amago de sacar su agenda —, es broma, tengo la tarde libre y será divertido. Llamaré a Mickey para decirle que saldré con una amiga.
—Espero que no le moleste que te robe por unos momentos.
—Él no es celoso, además no teníamos planes para esta tarde.
—Lo olvidaba, tu novio es perfecto —comentó Donna sin poder disimular del todo la amargura que sentía. Si bien era cierto que consideraba a Mickey como a un bien amigo, a veces se sentía celoso, especialmente cuando pensaban en los sueños que ambos tenían y que solo uno cumplió.
—Es divertido, con él nunca me aburro.
Donna llevó a Minnie a su heladería favorita. Al ver su reacción dudó de haber hecho lo correcto al elegir ese sitio. Donald y Minnie tenían muchos recuerdos en ese lugar y la última vez que habían visitado esa heladería lo habían hecho cómo pareja.
—¿Recuerda lo que le dije de "Sueño de una noche de verano? La última vez que vine aquí fue en compañía de esa persona.
—Si quieres podemos ir a otro sitio.
—No, este lugar está bien para mí. Amo a Mickey, pero antes de él hubo alguien más, solíamos venir a este sitio... discutimos y nunca pude resolver las cosas.
—Lo siento.
—No tienes porque hacerlo, no fue tu culpa.
Donald pensaba que sí lo era, que fue él quien se negó a escucharla por más que ella intentó hablarle. Se enfocó únicamente en su enojo, algo que cambio con la llegada de sus sobrinos, quería protegerlos de todo y de todos, viendo peligros donde no había.
—¿Puedo tomar su pedido? —los interrumpió el mesero.
—Ensalada de frutas para mí —pidió Minnie.
—Una copa de fresas para mí.
Donald se sentía un tanto confundido. Recordaba que Minnie solía pedir una copa de fresas cada vez que salían, alegando que era su postre favorito. No podía decir que no le gustara ese postre, contaba con una memoria excepcional que le permitía recordar las ocasiones en que ella solía comer de la ensalada de frutas que acostumbraba pedir.
Pasaron varios minutos antes de que uno de los dos decidiera seguir hablando. El helado había sido servido y fue Minnie la que rompió el silencio.
—En aquel entonces Daisy, Mickey, Goofy, Donald y yo éramos un grupo inseparable. Solíamos ir a todos los casting juntos y muchas veces actuamos juntos. Estábamos grabando "Sueño de una noche de verano" cuando noté a Donald algo distante. En aquel entonces éramos novios, quise preguntarle qué era lo que le molestaba, pero me acusó de traicionarlo.
—¿Lo odias? —preguntó Donald temeroso de su respuesta. Él lo haría si estuviera en el lugar de Minnie.
—No. Las mujeres somos tontas y no sabemos cómo odiar, especialmente cuando se trata del primer amor.
—No solo las mujeres —Donald pensó en lo que sentía por Scrooge y lo que sintió por Minnie. Incluso cuando creyó que ella lo había traicionado, se sintió dolido y enojado, pero muy en el fondo sabía que seguía amandola.
—¿Por qué lo dices? —preguntó Minnie y Donna temió que su identidad secreta peligrara.
—Por mí... por el pato al que amo. Volvió a ver a su ex y se fue a su lado, sin importar que la última vez que la vio se marchó y le robó algo que los dos buscaban. No quiero aferrarme a alguien que se aferra a alguien más, pero lo amo tanto que duele.
—Yo... no lo sabía... en verdad lo siento.
—No tienes por qué hacerlo, no es tu culpa. Además no éramos pareja, yo fui quien se hizo ilusiones —pensar en la forma en que todo había empezado hacía que esa idea cobrara más fuerza, Donald deseó poder regresar a esos días donde no habían sentimientos de por medio, cuando todo era más sencillo. Una parte de él le dijo que lo había amado por más tiempo del que creía y que la estadía en Brasil hizo que fuera consciente de ello. Sacudió su cabeza en un intento por alejar esos pensamientos, incluso se dijo que no estaba enamorado, sino confundido por todo lo sucedido, se dijo que su vulnerabilidad lo había hecho ver cosas donde no había nada —. Pero no hablemos de mí. Dime, si volvieras a ver a tu ex ¿qué harías?
—Me gustaría hablar con él, decirle que nunca quise lastimarlo y que quisiera volver a ser parte de su vida. Daisy me contó que se hizo cargo de sus sobrinos desde la desaparición de su hermana y yo no estuve allí para apoyarlo cuando tanto lo necesitaba.
Donald colocó sus manos sobre las mejillas de Minnie. Era un gesto que solía tener con ella cada vez que la notaba triste. Sabía lo sensible que podía ser, incluso cuando se trataba de algo que no podía cambiar. Ver la expresión en su rostro hizo que se arrepintiera. No lucía molesta o triste, sino sorprendida.
—Lamento eso, te veías triste y...
—No es nada, es solo que ese gesto me trajo recuerdos ¿sabes? Él solía hacerlo para animarme. Creerás que es una locura, pero por unos instantes creí que eras él.
—Pero es absurdo, yo soy Donna Moo Goo —Donna comenzó a reír de manera nerviosa, sabía que eso no ayudaba a verse menos sospechoso, pero no podía evitarlo.
—Lo sé. Es solo que a veces lo extraño. Cuando vine a Duckburg tenía la esperanza de volver a verlo, pero tengo miedo. No sabría qué hacer si me odiara.
—Él no te odia.
—¿Por qué estás tan segura? ¿Has hablado con él?
Donna negó con un movimiento de cabeza y mentalmente se regañó por haber hablado de más. Minnie había dicho que le recordaba a Donald y seguía dándole pistas para que descubriera su verdadera identidad. Era solo que no le gustaba verla tan afligida, siempre había sido de ese modo, incluso antes de que se enamorara de ella.
—Pero te conozco y sé que nadie que lo haga podría hacerlo.
—Gracias, Donna, eres una buena amiga.
Donna continuó comiendo de su helado. Por unos instantes consideró en decirle que estaba en lo correcto. Ella había dicho no odiarlo y podría justificar su presencia en el estudio con añoranza. Siendo sobrino del dueño podría decir que no quería un trato preferencial y que mantuvo la mentira para poder recuperar su amistad, algo que no era del todo mentira. Pero luego recordó cuando estuvo con Scrooge McDuck en esa misma heladería y lo que le dijo. Minnie no era tonta y temía que atara los cabos sueltos.
—Gracias por ser mi amiga. Es agradable poder charlar con alguien sincero.
Donna sonrió a modo de respuesta. No sabía que más decir. Conocía a Minnie desde que eran niños y sabía lo noble que era. Escucharla decir esas palabras y saber que no era del todo sincero resultaba doloroso.