Capítulo 5: Fin
Abel y Josephine no los acompañaron a comer alitas pese a que Donald los había invitado. Ambos aseguraron tener planes para esa noche. Josephine le dijo que deseaba visitar un bar inspirado en la época de su juventud y darles un espacio para que se divirtieran.
—Podemos ir juntos al concierto de José mañana, pero hoy es momento de que los jóvenes se diviertan.
—Les aseguró que mi concierto será inolvidable —había comentado José orgulloso de sí mismo.
Donald decidió tomar medidas para proteger a Panchito y a José pese a que creía que fuera poco probable una nueva invasión al departamento en el que ambos vivían. Habló con la Agencia y logró que Gizmo le enviara unas cámaras de vigilancia que avisarían a la policía de inmediato si alguien quería forzar la entrada.
Preparar su equipaje lo hizo retrasarse. No tenía mucho que empacar, pero terminó dentro de una de sus maletas y tuvo varios problemas para salir. Panchito y José tuvieron que ayudarlo y ciertamente ninguno de los tres lograba entender cómo había terminado en una situación así por cuarta vez.
—Estábamos por ir a buscarlos —les dijo Lola a modo de saludo.
—Tuvimos un contratiempo, pero lo importante es que ya estamos aquí —respondió José con su usual tono coqueto.
—Espero que no les moleste que ordenaramos por ustedes —el tono burlón de Lola le quitaba credibilidad a sus palabras —. Las alitas llegaran en cualquier momento y ya tenemos las bebidas.
Arianna los saludó desde la mesa. Ella, al igual que el resto de la banda, tenía una duckcola. Por la expresión de su rostro era fácil deducir que se estaba divirtiendo. Donald se alegró por eso. Si bien era cierto que había trabajado con Kay K por varios años también lo era que conocía poco de sus amistades y que, con excepción de su familia, no tenía buenos recuerdos de estas. Axel Alpha era el ejemplo más evidente, el espía había resultado ser un traidor e integrante de la organización por lo que habían tenido varios enfrentamientos.
—¡Qué bien! —se alegró Panchito —. ¡El último en llegar a la mesa es un huevo podrido!
Donald fue el primero en llegar, pero no pudo sentarse. Donald tropezó, sus amigos también lo hicieron y terminaron formando una pila al lado de la mesa. Aquella situación provocó la risa de varios de los clientes.
Los tres se pusieron de pie de inmediato. No estaban avergonzados, solo tenían prisa por tomar asiento y tomar una de las duckcolas que estaban sobre la mesa. En esa ocasión José fue el primero en lograrlo gracias a la ayuda de René.
—Miguel nos contó lo que hicieron por nosotros —René se mostró un tanto avergonzado y Donald se preguntó si recordaba lo que había pasado entre los dos. Esperaba que no fuera así —, queríamos agradecerle por lo que hicieron, en especial por Lola, no me extrañaría que más de uno quisiera aprovecharse de su estado.
Donald sabía que René no exageraba. Había notado como unos patos ajenos a la banda habían intentado acercarse, aunque también tenía la sospecha de que podrían tratarse de espías que intentaban robar el sobre que Donald entregó poco después. Tampoco era la primera vez que lidiaba con algo así, solía cuidar de Della cuando eran jóvenes y ella no era buena manejando el licor.
—Normalmente tengo más resistencia al alcohol —comentó Lola —, supongo que algo me cayó mal.
—O tal vez fueron las cervezas, mi hermana tomó prestada mi hielera sin avisarme antes —Renato parecía un tanto avergonzado.
—No creo que ese fuera el problema —comentó Arianna de manera casual.
—Supongo que nunca sabremos lo que pasó —agregó René con un tono de voz que pretendía ser misterioso, pero que solo logró hacer reír a sus amigos.
—¿Recuerdan que el año pasado me tocó cuidarlos? —preguntó Lola.
—Yo no estaba, pero recuerdo que le llevaron serenata a Nestor.
—Lo dudo mucho —Arianna le dijo a Donald en un susurro mientras que, discretamente, señalaba a un muy sonrojado René.
—Nestor es un amigo y era su vecino —le respondió Donald usando el mismo volumen de voz.
Ambos se rieron, tratando de no ser demasiado indiscretos.
—Renato estuvo a punto de encontrar el amor ¿recuerdan a ese guapo turista que lo invitó a su departamento?
—Guapo y encantador —comentó Renato con tono pícaro.
—Debiste aceptar su invitación, probablemente era el amor de tu vida.
—No podía dejar solo a Rigo —no había ningún tipo de reclamo o remordimiento en la voz de Renato, solo añoranza.
Donald decidió ir por más bebidas. Panchito, José y Arianna se aprovecharon de ello para pedirle que les llevara una Duckcola también. No era algo que le molestara, incluso cuando debía hacer malabares para que no se le cayera ninguna botella.
—Y es por eso que siempre llevo una colita para el cabello como brazalete —terminó de hablar Lola.
—Espero que no te moleste que me robe esa idea.
—José nos contó cuando encontraron las minas de Ophir ¿en serio cabalgaron sobre una anaconda?
Donald asintió con un movimiento de cabeza.
—Panchito es el rey del rodeo —agregó Donald orgulloso.
Escuchar a Arianna reírse no lo hizo sentirse ofendido. Sabía que ella podía tener sus dudas, pues él solía quejarse mucho cada vez que lo arrastraba a sus prácticas se deportes extremos.
—No sabía que te gustaran esas cosas.
—No es como si hubiera tenido otra opción, era la única forma en que podíamos salir de ese sitio.
—Donal' fue nuestro guía —continuó hablando Panchito —, no sé si José les contó cuando le hizo creer a los cazadores que lo habían atrapado para que lo llevaran hasta su guarida.
Donald se río nervioso al escuchar esas palabras. La historia que él recordaba era un poco diferente. Él había caído en una trampa y, solamente el ex-jefe de la tribu entendió las groserías que había estado gritando durante el camino.
—José nos dio todos los detalles. Definitivamente los tres son unos grandes héroes. Sería divertido si pudieran unirse a la banda.
Donald sospechó que Panchito y José deseaban hacerlo cuando los vio intercambiar una mirada cómplice. A él también le gustaría hacerlo, pese a que llevaba poco tiempo de conocerlos había disfrutado de su compañía y sentido feliz al ser tratado como un igual, algo que pocas veces ocurría cuando estaba con su familia.
Un sentimiento de amargura se instaló en su pecho. Amaba a su familia ys sabía que ellos también lo querían, pero no podía dejar de pensar que ellos no lo extrañaron mientras que estuvo en la luna y que nadie notó que el crucero había terminado mucho antes de que lo encontraran perdido en esa isla.
El concierto de José fue una gran experiencia. Su amigo había cantado y bailado, su especialidad, unas pocas canciones antes de arrastrarlo a él y a Panchito hasta el escenario. De lo único que el espía podría quejarse fue que no le dejaron cantar, pero fue divertido tocar el acordeón y bailar junto a sus mejores amigos.
Cuando bajó del escenario supo que tenía una llamada perdida de B-Black. Se apresuró en devolverle la llamada, pues temía que la misión se hubiera complicado o que sus amigos estuvieran en peligro.
—DD al habla ¿algo que reportar?
—El sistema de seguridad que instalaste en la casa de tu amigo ya no es necesario, el sobre llegó a su destino y los espías han sido capturados.
Saber que habían atrapado al espía que lo perseguía lo había hecho sentir mucho mejor. B-Black le había dicho que este había actuado imprudentemente, probablemente frustrado por haber perdido tanto tiempo siguiendo a dos espías de vacaciones. No estaba seguro, el agente no había dado muchos detalles y le aseguró que no eran necesarios.
—Puedes regresar a Duckburg en cualquier momento —continuó hablando B-Black —, la misión ha terminado exitosamente.
Donald se apresuró en colgar en cuanto vio a Della. La mirada que tenía era la misma que solía usar cuando lo atrapaba en medio de una travesura. No estaba sorprendido de verla allí,se había reencontrado con su familia en la mañana y ellos estuvieron de acuerdo con ir al concierto de José por lo que se quedaron con ellos hasta la hora del evento.
—Lo sabía —le dijo Della.
—¿Qué sabías? —preguntó notablemente confundido.
—Qué estabas en una misión secreta.
—No sé de qué hablas —Donald quería saber de los motivos que habían llevado a su hermana a sospechar, estaba seguro de no haber dicho nada que lo pudiera delatar.
—Ese no es tu celular y sé que no tienes trabajo, pero le dijiste a Louie que era un viaje de negocios. Además ese no es tu celular.
Donald se reprochó por no haberlo ocultado antes. Era el teléfono que la Agencia le había dado y una medida obligatoria que debía tomar para evitar que supuso llamadas fueran intervenidas. Casi se río por la ironía.
—También encontré esto —Della le mostró su pistola de bichos, la que había dejado en casa de José. No creyó que la necesitara y la dejó en modo juguete para evitar problemas.
—Al principio creí que era para mí, pero luego descubrí que era un arma. Además no tienes por qué ocultarlo, estoy de vuelta en la acción —Della hizo una reverencia bastante exagerada —. Estás frente a la agente 45.
—Deberías ser más discreta —le regañó Donald —, no sabes si alguien podría estar escuchándonos.
Della se río al escuchar esas palabras.
—Así que admites ser un agente.
Donald suspiró al escuchar esas palabras. Si era sincero no creía que tuviera sentido seguir negandolo, conocía a Della y sabía que todo intento por convencerla de lo contrario sería inútil.
