Capítulo 24: Noche de chicas
Webby fue la primera en liberarse de su cautiverio. Para ella deshacerse de unos cuerdas no representaba ningún desafío. Pero no fue la primera en atacar. Webby se aprovechó de que las miradas estaban posadas sobre Madame Glamour, Mark Beaks y Falcon Graves, para desatar a sus amigos.
Daisy fue la primera en atacar. Esa fiesta era muy importante para ella. Había pasado meses trabajando en su diseño y en la organización del evento, tarea que solo pospuso para cuidar de sus sobrinas o descubrir que era lo que pasaba con Donald. Saber que había sido engañada por Falcon Graves y que su oportunidad de ser diseñadora peligraba era algo que no podía soportar.
Falcón Graves no tuvo oportunidad siquiera de defenderse. El guardaespaldas ni siquiera vio el momento en que Daisy se acercó a él y solo supo de su presencia cuando recibió el primer puñetazo. No pudo devolverle ningún golpe y no lo hacía por cortesía. Era un mercenario, un hombre que carecía de escrúpulos. Simplemente no tuvo la oportunidad.
Daisy lo golpeó en repetidas ocasiones y finalizó con rompiéndole uno de los jarrones en la cabeza.
Los socios de Falcon Graves no tardaron en ser capturados por los amigos de Daisy. Panchito, José, April, May, June, Huey, Dewey, Louie, Webby y Manny, quien apareció sin previo aviso, se habían hecho cargo de la situación. El no tener armas no fue ningún impedimento ni un factor determinante en aquella pelea.
Panchito utilizó su guitarra para golpear a los criminales y bloquear varios de sus ataques. Fue un escudo bastante eficiente pues una daga llegó a clavarse entre las cuerdas y un arma aún más peligrosa, dejó inconsciente a más de uno.
José utilizó el microfóno. Era un gran bailarín por lo que no tuvo ningún problema en esquivar los golpes. No dejó inconsciente a nadie, pero sí se aseguró de proteger a todos los invitados, especialmente a los infantes.
April, May, June y Louie utilizaron su tamaño para esquivar a los intrusos. Evitaron todos sus ataques y los hicieron tropezar un par de veces. Dewey estuvo a cargo de la distracción. Era pésimo con el yo-yo, pero aún así nadie podía dejar de verlo. Su actuación recibió comentarios e insultos en igual manera.
—Es lo más horrible que he visto en mi vida y sin embargo —comentó Madame Glamour —, y sin embargo no puedo dejar de verlo. Sin duda tiene eso.
Mark Beaks se mostró molesto al escuchar eso. Durante años había intentado que su madre lo considerara digno de estar en su lista, pero eso no era lo que más le hacía enojar. Dewey había sido responsable de que perdiera mucho dinero y peor aún, le había ridiculazado en internet. La popularidad de Mark Beaks se vio severamente afectada y necesitó de mucho dinero, publicidad engañosa y tiempo para recuperarse.
Manny y Webby no tenían ningún problema en la batalla, ellos no solo evitaban los golpes, sino que los devolvían con igual fuerza, mostrando que ambos no solo contaban con experiencia en el combate, sino que también poseían fuerza y agilidad. Ambos eran guerreros entrenados y no debían ser tomados a la ligera.
La policía llegó antes de que pudieran escapar y la fiesta continuó sin ningún tipo de incidentes. O al menos eso fue lo que pensaron la mayoría de los presentes. Panchito y José se dedicaron a tocar una de sus canciones y eso bastó para que la mayoría olvidara lo que acababa de pasar. Madame Glamour, para la mala fortuna de Daisy, no formaba parte del grupo que estaba dispuesto a pretender que nada había pasado.
—Es tu culpa —le reprochó Madame Glamour y se notaba molesta. Daisy la conocía lo suficiente para saber que nada bueno resultaba del enojo de Madame Glamour —, contrataste a ese… ese hombre y mi fiesta casi se arruina.
Daisy bajó la cabeza avergonzada. No sabía qué responder y es que ella también se sentía responsable por lo ocurrido. Todo su enojo había mutado en vergüenza y en impotencia. Había trabajado tan duro para llegar a ese lugar y le dolía saber que todos sus esfuerzos se habían arruinado por una mala elección a la hora de contratar al personal.
Ella estaba dispuesta a hacerse responsable de las consecuencias. Lo había hecho cuando pidió que cambiaran las flores de la recepción y tiempo atrás cuando una de sus compañeras había confundido el cargamento de faldas con el de minifaldas. Aquello había sido desastroso, pero, Daisy creía, no se comparaba con lo que estaba por suceder. Esa fiesta no era cualquier fiesta, era la fiesta, el evento más esperado del año y el más importante para Madame Glamour.
—Tal vez tía Daisy se equivocó al contratar a Falcon Graves, pero fue ella quien la salvó —la defendió April
—Y gracias a ella recuperó su teléfono celular —agregó Louie.
—¡Daisy salvó la fiesta!
—¡Usted debería estar agradecida!
Daisy se sintió conmovida al ver tal muestra de afecto por parte de los patitos. Si bien era cierto que su relación con Donald había fracasado también lo era que le guardaba un profundo aprecio, él era su mejor amigo y los niños, April, May, June, Huey, Dewey y Louie eran lo más preciado, los quería como si fueran algo propio.
—Debería estar agradecida con tía Daisy —dijeron los niños al unísono —, y ver el vestido que diseñó porque es hermoso.
Madame Glamour se mostró enojada, pero no dijo nada. Daisy creyó que la despidería, pero no tardaría en descubrir lo equivocada que estaba en cuanto la escuchó hablar.
—Puedo ver ese diseño del que hablan —su voz y rostro carecían de expresión por lo que era difícil saber qué era lo que pasaba por su mente.
Daisy se retiró su abrigo, mostrando su diseño más ambicioso y trabajo del que más orgullo sentía. No quería ilusionarse, sabía lo estricta que podía ser su jefa, años de experiencia se lo habían enseñado, pero también era consciente de lo molesta que estaba y temía que eso pudiera afectar su decisión.
—Es bueno, estás en la lista.
Madame Glamour no dijo nada más, ni siquiera le dedicó una segunda mirada a Daisy antes de retirarse. Ella cumpliría con su palabra. Daisy y Dewey no serían los únicos en entrar a la codiciosa lista.
Panchito y José no eran parte de la fiesta, pero debido a los incidentes, se habían quedado sin acompañamiento musical, por lo que decidieron subir a la tarima. Ambos lograron impresionar a la audiencia con su música y su baile e incluso lograron entrar a la Lista, pero no se sentían victoriosos. Donald no los había acompañado y Los Tres Caballeros sin Donald se sentía… mal.
Daisy, April, May y June se quedaron en la mansión McDuck. Las niñas eligieron dormir juntas en una sola habitación, oportunidad que aprovecharon para hacer una pijamada. Lena, Gosalyn y Violet fueron invitadas mientras que a Huey, Dewey y Louie se les prohibió la entrada.
—Solo se permiten chicas —les dijo Lena de forma burlona. Ella había sido la primera en sacarlos de la habitación.
—Pero…
Dewey no tuvo oportunidad de hablar. Lena cerró la puerta y poco le faltó para golpearlo.
—¿No crees que fuiste muy cruel? —le preguntó Webby —. Aquí hay espacio para todos.
Lena negó.
—Era necesario o no habrían dejado de molestarnos. Han pasado muchas cosas, demasiadas emociones y nos merecemos esto.
Lena no había dicho a qué se refería, pero no tenía que hacerlo para que sus amigas supieran de que hablaba. Desde que Bradford se había revelado como parte de F.O.W.L, las cosas se habían sentido un tanto tensas. Fueron momentos díficiles para todos y llenos de paranoia. La señora Beakley había sido quien peor se había tomado la noticia e incluso llegó a insinuar que Bradford no era el único espía. La aparición de Cold Shadow y el blog de Y. Lee parecía darle la razón. Donald estaba en una situación peligrosa, sus motivos y lealtades era algo de lo que nadie estaba seguro y de lo que nadie quería dudar.
—Además las pijamadas son solo para niñas —la apoyó Violet.
—¡Olvídate de eso, Webby! —le dijo May —. ¡Por ahora solo debemos preocuparnos por divertirnos!
Webby no volvió a quejarse. Ni siquiera volvió a pensar en ello. Toda su atención se posó en el maquillaje y en cómo hacer que April luciera como una de las brujas que había visto en una película poco antes en compañía de sus amigos. Recordar lo asustado que había estado Dewey seguía provocándole risas, pero pensar en Donald le provocaba tristeza. La última vez que lo había visto fue cuando fueron por la espada de Swantantine y se había presentado como el enemigo.
—¿En qué piensas? —le preguntó Lena, su rostro mostraba preocupación.
—En tío Donald. Todavía no puedo creer que se uniera a F.O.W.L.
Aquellas palabras provocaron un silencio incómodo. Las risas se detuvieron y por algunos instantes, ninguna sabía qué decir. Del grupo, Violet era quien menos había interactuado con Donald, ellos solo habían conversado un par de veces cuando visitababa la mansión.
—Tío Donald debe tener una buena razón —comentó June y parecía molesta.
Webby también quería pensar en eso, pero cada vez le era más difícil. Lo habían visto pelear en compañía de Red Primerose y robar la espada de Swantantine. Su abuela no le había dicho nada sobre esa organización, pero podía notarlo en su mirada, podía ver el temor en sus gestos cada vez que alguien mencionaba el nombre de F.O.W.L.
—Y nos lo dirá cuando lo encontremos.
—Esta vez seremos nosotras quien lo ayudemos.
Webby no tuvo oportunidad alguna de decir algo. Todas las palabras en las que llegó a pensar se ahogaron en su pico cuando fue golpeada por una almohada. Ella no se quedó de brazos cruzados y devolvió el golpe. Aquello dio inicio a una guerra de almohadas que se extendió por un largo rato y que solo terminó cuando se quedaron profundamente dormidas.
