Capítulo 15 – El misterio de la máscara

Aún podía sentir en su cuello el frío transmitido por el metal de aquellas sierras. Luego de tantos años de paz, la alicornio nunca hubiera imaginado que alguna vez volvería a temer por su vida como lo hizo en aquel momento, pero para suerte de las deidades, su enemiga había cometido el terrible error de confiarse, de dar aquella pelea por ganada sin saber a lo que se enfrentaba, o a quienes se enfrentaba.

Por un breve momento, el sonido de la lluvia contra aquel descuidado techo de madera fue lo único que las ponis en el interior de la cabaña pudieron oír, cuando un nuevo relámpago iluminó la estancia, seguido por un potente trueno. Aquel destello iluminó la máscara con terminación en pico de la poni aprisionada, la unicornio de manto blanco cuyos ojos azules permanecieron clavados en sus captoras en todo momento, sin mostrar sentimiento alguno.

De pronto, el cuerpo de la unicornio blanca fuera de la jaula resplandeció al tiempo que su tamaño aumentaba. Cuando dejó de brillar, su marca había pasado de ser una margarita a un sol, y su larga melena, ahora de tres colores, ondulaba majestuosa en aquella estancia, haciendo más visibles las partículas de polvo que flotaban en el aire. Quien ahora reconocía como una de las gobernantes de Equestria le dedicaba una fría mirada, mientras que la compañera de aquella se desprendía de su gabardina y su peluca, extendiendo sus acalambradas alas, siendo esta nada más y nada menos que la princesa de la armonía.

—Yo empezaré —intervino Twilight, dando un paso al frente—. ¿Por qué atacaste al dragón y a la unicornio en la mansión? —cuestionó, intentando contener la ira que bullía en su interior, pero la prisionera no se inmutó.

—Te recomiendo que empieces a responder a nuestras preguntas, si no quieres que las cosas se tornen aún más difíciles para ti —sugirió Celestia, al tiempo que el aura mágica que cubría la jaula hacía crujir la madera, comprimiéndola, y reduciendo el tamaño de la celda. Twilight se sorprendió, pues no esperaba un actuar así por parte de su antigua mentora.

—Esas son palabras mayores, Celestia. No te atreverías a lastimar a uno de los ponis que habitan tu reino ni aunque tu vida dependiera de ello —dijo finalmente, pero la deidad respondió sin cambiar su tono.

—Puede que tengas razón… pero no estamos hablando de mi vida aquí, sino de la de mis súbditos, a quienes tú has puesto en peligro. Y si no empiezas a cooperar con nosotras, me veré obligada a tomar medidas drásticas —declaró mientras el espacio de la jaula se reducía aún más.

La enmascarada supo entonces que la deidad no estaba jugando con ella; Celestia estaba dispuesta a comprimir su cuerpo hasta el final si no le daba lo que quería.

—Ahora contesta a la pregunta que te hicieron —continuó, y la cautiva asintió.

—No fue nada personal, sino la decisión lógica a la que llegué por dos motivos —comenzó—. Por un lado, se estaban acercando mucho a información peligrosa que no les incumbía, y me vi obligada a tomar la única opción posible para que esa información no escapara de aquella mansión. Y por el otro, el dragón no tardaría mucho en convertirse en un peligro para todas las especies a su alrededor, dada la magia oscura en su interior. Es tan simple como eso —reveló con frialdad, y por un instante la alicornio lavanda no dio crédito de aquellas palabras.

—¿De qué…? —Twilight intentaba hablar, pero las palabras se atascaron en su garganta, a causa de su incredulidad frente a lo que estaba oyendo, hasta que salieron como una erupción—. ¡¿Qué clase de excusa es esa?! ¡¿Lastimaste a Spike por su magia oscura?! ¡¿Es una broma?! ¡Spike no tiene magia! ¡Y aún si la tuviera, él nunca ha sido un peligro para nadie! —gritó ella, su corazón bulliendo en furia y confusión.

—Entonces no te lo han dicho… —musitó, y la sangre de la alicornio lavanda se heló de golpe, momento en que la alicornio blanca dió un paso adelante, quedando junto a ella.

—Y decidiste que la mejor solución para ambas cosas era derrumbar una montaña entera sobre ambos. ¿Por qué intentar resolver las cosas de una manera semejante? —cuestionó la alicornio blanca con seriedad.

—Porque hay secretos y peligros que los ponis ordinarios no deberían conocer. Tú lo sabes mejor que nadie, Celestia —respondió como si de algo obvio se tratase, y Twilight se adelantó una vez más.

—¿Acaso tú eres Moonlight Sonata? —preguntó Twilight, y la enmascarada ni siquiera abrió los ojos al responder.

—Jamás he escuchado ese nombre en mi vida —negó sin cambiar su tono.

—Moonlight Sonata, la poni a la que pertenecía este lugar. No es casualidad que la buscáramos a ella para llegar a ti, y tú te hayas presentado antes.

—El mundo está lleno de casualidades, Twilight Sparkle, y yo solo estaba viviendo aquí temporalmente. Que me hayan encontrado en este lugar es una mera coincidencia.

—Eso es una mentira —renegó ella—. Hemos visto la habitación de arriba, y nadie la ha usado en años. No hay forma de que... —de pronto, una revelación tomó lugar en la mente de Twilight, y todo tuvo sentido—. A menos que supieras que vendríamos —dijo ella, ganándose la atención de Celestia.

Recordó las palabras de Rosewood Broke, quien les había proporcionado la localización exacta de la cabaña abandonada. Solo ella y su nieta sabían que las alicornios estarían allí en el transcurso de aquella mañana.

—Esa anciana... fue quien le advirtió —concluyó, dirigiéndose a la deidad.

—Esas dos eran las únicas que lo sabían —convino Celestia por lo bajo, y Twilight se dirigió a la enmascarada de nuevo.

—¡Contesta! ¿Qué relación tienes con Rosewood Broke y Green Spring?

—No sé de quienes están hablando.

—Sí, lo sabes. ¿De qué otra forma sabrías que estaríamos aquí el día de hoy? Alguna de ellas debió advertirte, no hay duda de eso —retrucó con seriedad.

—¿Quién eres? —preguntó Celestia, perdiendo la paciencia.

—¿Que quién soy? —devolvió la pregunta, soltando una pequeña risa. Fue casi imperceptible, pero Twilight notó que su voz se distorsionó por un breve momento, como si otra poni aparte de ella dijera las mismas palabras por lo bajo—. Solo soy una guardiana, alguien a quien le encargaron una importante misión, una por la cual llevará su vida al límite de ser necesario.

—¿Y cuál es esa misión?

—Proteger.

—¿"Proteger" qué? —inquirió la deidad, impaciente, pero no hubo respuesta. La jaula se comprimió un poco más, pero la yegua no se inmutó—. ¡Habla!

—A este reino —dijo finalmente—. Mi existencia está destinada a ello, y será mejor que ustedes princesas dejen de interponerse en mi camino, que dejen de intentar buscar respuestas en la rosa, y que dejen de buscar a Moonlight Sonata. Lo único que están logrando es empeorar las cosas.

—Nosotras seremos quienes decidan eso. ¡Ahora quítate esa máscara! —ordenó Twilight, exasperada por sus palabras.

—La identidad que guarda esta máscara debería ser la última de tus preocupaciones, Twilight Sparkle. Hay cosas mucho más serias sucediendo a tu alrededor, empezando por el dragón que te espera en casa —dijo, y la alicornio se quedó sin habla—. Si, sé que tanto él como la unicornio siguen con vida, pero considerando que la información de la mansión llegó hasta ustedes, ya no tengo motivos para librarme de Sweetie Belle, pero no es la misma situación con Spike. Pude sentirlo en ese momento… la magia oscura que guardaba en su interior hizo que mi pelaje se erizara. Está creciendo, cambiando, mutando, y no puede controlarse. Si eres tan inteligente como dicen, te desharás de él antes de que se vuelva un problema mayor, tanto para ti como para todo el reino de Equestria —dijo ella, y Celestia estuvo a punto de replicar, pero Twilight se adelantó.

—¡Cállate! —gritó con furia, incapaz de controlarse—. ¡Nadie habla así de mi Spike! ¡Nadie! —de pronto fue también la magia de la alicornio lavanda la que envolvió la jaula, comprimiendo el espacio aún más. En poco tiempo, la estructura entera colapsaría sobre el cuerpo de la cautiva—. ¡Quítate esa máscara! ¡O te la quitaré con mis propios cascos!

—Mucho me temo que eso no va a ser posible —dijo ella, abriendo los ojos de golpe.

Por un breve instante, Twilight notó que el color de ojos de la unicornio había cambiado, dando paso a un verde fuerte, justo antes de que el aura mágica que cubría la cruz junto a ella se tornara del mismo color. La cuchilla combinada partió a la mitad la celda de madera mágica en un rápido corte, y apenas después la enmascarada creó un campo de energía expansivo, arrasando con la jaula que la mantenía cautiva, mientras el color de sus ojos y aura regresaba a la normalidad.

La repulsión dañó la estructura de la cabaña y envió a las princesas contra la pared, pero estas se apartaron al instante cuando el arma combinada de su enemiga se clavó entre medio de ellas, y mientras que la enmascarada recuperaba su cruz mediante su magia, Twilight levitó las tres cuchillas restantes del suelo para lanzar una de ellas a su compañera. Ahora sabía que las necesitarían si lo que pretendían era bloquear y contrarrestar los ataques de su adversaria. Fue gracias a ello que Celestia logró bloquear la cruz de la unicornio justo después, debiendo emplear una fuerza mayor a la esperada para resistir el empuje de su enemiga.

—La hora de la plática terminó —declaró la unicornio cuando hizo retroceder a la deidad con un nuevo golpe, separando su cruz en cuatro cuchillas y empleando dos de ellas para detener el ataque de Twilight a su derecha, que estaba haciendo uso del par que había conservado—. Cuidado con esas armas, Twilight Sparkle. Podrías lastimarte —le advirtió con tono ácido, apartando a la alicornio de un solo golpe sin dificultad alguna.

La alicornio lavanda alcanzó a bloquear el estoque dirigido contra su pecho protegiéndose con ambas cuchillas, pero la fuerza de este impacto la envió contra la pared, impactando con fuerza contra la misma. ¿Cómo era posible? ¿Cómo una unicornio común y corriente podía poseer semejante poder para lograr algo así?

En ese instante, Celestia debió ser veloz para contrarrestar los rápidos ataques de las cuatro cuchillas enemigas al mismo tiempo, empleando para ello solo una. Era de esperarse que fuera incapaz de bloquear todos y cada uno, y por causa de ello varias cortadas fueron generándose a lo largo de su cuerpo, pero a la deidad no le importaba. Su carne se regeneraría de una forma u otra en cuestión de minutos, pero quedaría fuera de combate durante valiosos segundos si recibía una herida demasiado grave, y dado que debía proteger a su compañera, aquel era un riesgo que no estaba dispuesta a correr.

Mientras se incorporaba, Twilight admiró brevemente la batalla que se libraba frente a ella, incapaz de creer que su enemiga fuese capaz de mantener un combate semejante con una deidad, tanto que Celestia apenas alcanzaba a seguir el movimiento de sus armas. Y así, por un instante, todo tuvo sentido. Aquel poder, sus ojos, la razón de su máscara, todo.

No había duda alguna; aquella poni era nada más y nada menos que Moonlight Sonata, la escritora que tiempo atrás había plasmado en papel la historia de la Rosa Eterna. Aquella poni que ahora debería de tener la edad de la abuela Smith, pero que se movía con la destreza y gracia de una yegua joven, ahora combatía con habilidad contra la deidad del sol.

Era obvio que, en el tiempo que había desaparecido, la autora había logrado su objetivo: había conseguido la inmortalidad, y aparte de ello, un increíble poder, un poder que le permitía ponerse a la altura de una deidad como lo era la princesa Celestia. También era obvio que Rosewood Broke les había mentido: nunca había dejado de estar en contacto con aquella "vieja malhumorada", pues de otra forma ella nunca se hubiera enterado de que dos "reporteras" llegarían a esa cabaña esa misma mañana, en busca de la autora.

—Las dos sabemos que esto es una pérdida de tiempo, Celestia —comenzó a decir, sin cesar en sus ataques—. Cualquier herida que te llegue a inflingirte, sanará en poco tiempo. Y por mi parte, tengo asuntos más importantes que atender, mucho más importantes que esta pelea sin sentido —intentó realizar un corte vertical al creer haber hallado una apertura, pero la alicornio desvió el ataque sin dificultad.

—Tal y cómo dijiste, esta pelea no tiene sentido, pues mis heridas sanarán. ¡Es por eso que no tienes oportunidad de ganar!

Twilight cargó contra la unicornio enmascarada a toda velocidad, y en el instante en que su ataque fue bloqueado por dos de las cuchillas de la enmascarada, Celestia desvió las armas restantes con dos impactos seguidos de la suya, rompiendo así la defensa de su adversaria y dirigiendo su arma en un estoque limpio contra ella. De no haber sido porque la unicornio alcanzó a alejarse lo suficiente en aquel preciso instante, la cuchilla la habría atravesado.

Apenas se había apartado de las princesas cuando expuso el lanzagarfios de su casco, trepando a una de las vigas del techo en un intento por escapar a su alcance. No tuvo tiempo de actuar en consecuencia cuando sus dos enemigas dispararon sus cuernos contra ella, los dos hechizos combinándose y resultando en un aura roja que la inmovilizó por completo en la viga sobre la cual se encontraba.

—Será mejor que dejes de resistirte, ya que no tienes oportunidad contra nosotras. Te llevaremos a Canterlot te guste o no, y nos dirás todo lo que sabes con respecto a la Rosa Eterna —dijo Celestia, levitando varias tablas sueltas de la cabaña con su magia, disponiéndose a crear una nueva jaula alrededor de su objetivo, pero la cautiva no dejó de resistirse en ningún momento. No permitiría que la capturaran con tanta facilidad.

—Deja de retorcerte, ningún poni puede escapar de un hechizo de inmovilización combinado como... —decía Twilight, al momento en que el color de aura y ojos de su enemiga cambió una vez más. El aura verde se expandió desde su cuerno al resto de su cuerpo bajo el hechizo de las princesas, deshaciéndose en un estallido de energía.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Twilight ante aquella escena, mientras que Celestia dirigía las tablas contra ella con velocidad, dispuesta a aprisionarla de una forma u otra. Pero la enmascarada se escabulló fácilmente haciendo uso del lanzagarfios para pasar de una columna a otra al tiempo que Celestia se lanzaba en picada contra ella, y el ataque de su cuchilla fue bloqueado en el último momento por su enemiga.

—Lo siento Celestia, pero como ya dije... tengo cosas más importantes que hacer ahora mismo —rechazó su ataque justo después, apuntando el lanzagarfios en dirección a la ventana. Atravesó el cristal, se sujetó de uno de los árboles en el exterior y salió disparada en el instante en que Twilight se lanzó en vuelo contra ella, con Celestia a sus espaldas.

Las princesas no perdieron tiempo en seguirle el paso a través del bosque en uno de los vuelos más veloces que habían logrado en sus vidas, mientras seguían la dirección que la unicornio había tomado en medio de la tormenta. Los truenos y relámpagos, aparte del fuerte diluvio, dificultaban en sobremanera la persecución y rastreo de su enemiga, pero ni Twilight ni Celestia podían dejarla escapar. No después de todo lo que había hecho, ni de lo que Twilight sabía, podía llegar a hacer.

Volaron a través de aquella tormenta y el bosque llegó a su fin, saliendo a un campo abierto y sin la más mínima pista de su enemiga. Con la idea de que la enmascarada se había ocultado en el frondoso bosque, se internaron allí durante horas de búsqueda, sin éxito. Moonlight Sonata había logrado escapar.

—¡Maldición! —gritó Twilight cuando regresaron a la cabaña, empapadas, y sin pista de su mortal enemiga—. ¡¿Cómo es que pude dejarla ir?! Ella... ¡Ella lastimó a Spike! ¿Cómo pude...? —decía la alicornio al dejarse caer, exhausta tanto física como emocionalmente, pero Celestia no encontró palabras para consolarla. Ella también había fallado.

—No podemos detenernos ahora, Twilight. Lo escuchaste, esa poni ya sabía que Spike y Sweetie Belle seguían con vida —la alicornio lavanda levantó la vista ante aquellas palabras, con las lágrimas a punto de escapar de sus ojos. Refregó los mismos al tiempo que la llama de la ira en su interior resultaba avivada una vez más.

—No va a arriesgarse a nada si sabe que pueden capturarla, de eso estoy segura. Por eso nos atacó aquí; pensó que éramos dos pobres periodistas desprotegidas, y no dudó en atacarnos. Maldita cobarde... —decía con furia, cuando recordó sus palabras—. Celestia, ¿usted sabe a qué se refería?

—¿De qué hablas? —preguntó la deidad.

—Lo de la magia oscura que mencionó esa unicornio, ¿qué significa? —replicó con seriedad, y Celestia pareció congelarse en el lugar por un instante, algo que tomó por sorpresa a la alicornio menor—. ¿Acaso sabe de lo que estaba hablando? —preguntó otra vez al ver su reacción, mientras la princesa se debatía si debía responder o no.

—Lo que esa unicornio dijo… no es del todo incorrecto —aceptó finalmente, enfrentándose a la mirada incrédula de su antigua alumna—. Luego te lo explicaré con más detenimiento, pero lo más importante… es que el corazón de Spike sigue latiendo gracias a la magia que recibió cuando era solo un huevo, pero esa magia era y es inestable, y también es muy sensible a sus emociones negativas, por lo que se ha "oscurecido" con el paso del tiempo —reveló ella, y pasaron unos segundos antes de que Twilight pudiera articular palabra alguna.

—¿Hace cuanto que sabe esto?

—Desde el principio.

—¿Cuándo…? —intentaba preguntar, encontrándose con un nudo en su garganta—. ¿Cuándo planeaba decírmelo? ¿Estaba en sus planes decirmelo, siquiera? —preguntó con ojos humedecidos, claramente herida.

—No, porque no era mi decisión para tomar —respondió ella—. Spike se negó a compartir esa información porque no quería que lo vieran como un futuro monstruo, como un desastre que podría ocurrir en cualquier momento. Desde entonces, tanto Luna como yo hemos dedicado nuestros esfuerzos para ayudarle a llevar una vida normal entre nosotros, junto a tí, y junto a los demás.

Twilight quería estar furiosa, quería gritar por causa de la traición que sentía haber sufrido por su mentora, así como por la falta de confianza de Spike al no contarle lo que de verdad estaba pasando en su vida. Aún así, no podría hacerlo. Le era imposible dedicar su ira a la alicornio que la había convertido en la poni que era hoy, y tampoco podía culpar a Spike por ocultarlo, por no querer aparecer como un monstruo frente a sus amigos.

Al caer en la cuenta de ello, la alicornio dio tres pausadas respiraciones profundas, en un intento por calmarse. Ella tenía muy claro que las emociones pueden nublar el juicio en el momento, y llevarla a decir cosas en el calor del momento que luego podría lamentar, por lo que se mordió la lengua, y decidió que luego meditaría con calma la información que había recibido. Spike había guardado aquel secreto por los últimos siete años por temor a lo que los demás podrían pensar de él, por lo que tal vez sería preferible que siguiera pensando que era un secreto. Después de todo, era su trabajo como hermana mayor el proteger a su hermano menor, el dragón con el que se crió, y con quien vivió la mayor parte de su vida.

—Será mejor que guardemos esta conversación para más tarde. Después de todo, aún tenemos un asunto importante del qué ocuparnos —dijo con calma, mientras Celestia reparaba en el suelo a la luz de un nuevo relámpago.

—Mira esto —señaló la deidad a su compañera. Twilight encontró, iluminado por el resplandor del cuerno de la princesa del sol, un irregular rastro de sangre que se dirigía a la ventana—. Tal parece que no salió ilesa de nuestro combate.

—¿Cree que haya dejado un rastro en el exterior? —preguntó con seriedad.

—No, de seguro alcanzó a tratar su herida mientras la perseguíamos. Es una unicornio lo suficientemente habilidosa para ello. Y aunque no fuera así, la lluvia de seguro ya ha borrado cualquier rastro que hubiera dejado. Pero esto nos da una pista bastante importante con respecto a nuestra adversaria.

—¿Cuál?

—Que no es inmortal —dijo al llevar un casco a su pecho, en el punto exacto en donde había resultado herida momentos antes—. Los seres inmortales... no sangran nunca.

—Eso significa que Moonlight Sonata no consiguió su objetivo —ante la mención de aquel nombre, Celestia se volteó hacia ella con una mirada inquisitiva—. Estoy segura de que se trata de ella. Quizá no haya conseguido la inmortalidad, pero de alguna forma obtuvo un gran poder.

—Pero Moonlight Sonata debería ya ser una anciana para este momento. Esa era una yegua joven, o al menos aparentaba serlo —respondió la deidad con duda.

—No sé bien qué es lo que habrá hecho, pero sé que no hará nada bueno si la dejamos libre. Tenemos que idear un plan para capturarla —dijo mientras miraba a su alrededor—. Es obvio que no volverá a este lugar.

—Tenemos que regresar con Rosewood Broke y Green Spring ahora. Son la única pista que tenemos.

—Si Moonlight Sonata de verdad está relacionada con ellas, es obvio que les advertirá de alguna forma que no acabó con nosotras aquí. Si fuera ella, ir con ellas sería mi primera prioridad —advirtió Twilight.

—Entonces será mejor que nos pongamos en marcha —dijo la deidad al voltearse hacia la puerta, disponiéndose a partir—. No hay tiempo para esperar el tren, iremos volando hasta Manehattan ahora mismo —concluyó, y su compañera asintió sin dudar.


En ese momento, Sweetie Belle se encontraba ya en la cafetería de la academia, almorzando un sándwich de margaritas en compañía de Aquamarine. Si bien en el último tiempo solía reunirse con Rumble en Canterlot Song para esas horas, esta vez no se sentía con ánimos de ello, dado todo lo que había pasado el día anterior, y todo lo que aún pasaba en su cabeza.

Lo que había sucedido en el tren le había traído una felicidad cuya existencia nunca hubiese imaginado, una felicidad abrasadora que la llenaba y la hacía sentir completa, pero que en una menor medida también la preocupaba. Más allá de que no se arrepentía ni por un segundo de aquel beso, el mismo había traído aparejadas muchas dudas con respecto a su relación con el dragón.

Ella nunca había estado enamorada, pero desde pequeña estaba convencida de que se daría cuenta cuando eso sucediera. No fue así; los sentimientos que guardaba por Spike no habían surgido de la noche a la mañana, pues sabía que habían estado allí durante mucho tiempo, y le costaba deducir por cuanto.

Lo que había sucedido la noche anterior no había sido más que una confirmación de lo que ella sentía, sentimientos que nunca antes había sabido definir. Spike había estado a su lado desde que era una potranca, ayudándole siempre que podía, soportando sus repentinos cambios de humor, y salvándola de las pésimas ideas que se le ocurrían para conseguir su marca en compañía de sus amigas. Lo viera por donde lo viera, el dragón siempre había estado ahí, apoyándola. Pero una pregunta no dejaba de rondar su cabeza...

¿Acaso Spike se sentía de la misma forma con ella?

Dudaba que así fuera. No quería creerlo, pero en un momento había llegado a considerar que el dragón solo la había besado porque le recordaba a su hermana mayor, por quién él probablemente aún tenía sentimientos. Aquel pensamiento la hería más de lo que ella hubiera querido admitir, y se esforzaba por alejarlo, pero por más que lo intentara, en algún rincón de su mente, allí estaba. O en el mejor de los casos, que solo la hubiera besado porque le atraía físicamente.

Lo que ella sentía por el dragón iba más allá de lo físico, y le dolía pensar que aquel sentimiento solo fuera en una sola dirección. La noche anterior habían llegado hasta su casa sin siquiera hablar del tema, como si todo lo que había sucedido en el tren hubiera sido de lo más natural, aún cuando ambos sabían que no lo era. Sus pensamientos habían dado vueltas a aquello durante toda la noche y toda la mañana de ese mismo día, y simplemente ya no sabía cómo encarar la situación. Quería hablar con Spike, necesitaba saber qué era lo que él pensaba, que era lo que él sentía por ella, y su mente no iba a estar tranquila hasta que obtuviera una respuesta.

Aquel día evitó ir a Canterlot Song a razón de que tanto Rumble como Scarlet habrían notado de inmediato que algo andaba mal con ella, y no tenía deseos de dar explicaciones al respecto. Esto era diferente con Aquamarine, ya que ella no era una poni tan "perceptiva", por lo que nunca notaría que hasta entonces Sweetie no había escuchado una sola palabra sobre la historia de su paseo con Strike por Vanhoover el fin de semana.

—¡Y las montañas, Sweetie! Santo cielo, lo peor fue que olvidé llevar la cámara. Me hubiera gustado que vieras... ¿Sweetie? ¿Ocurre algo? —o tal vez no era tan poco perceptiva como ella creía.

—¿Eh? —preguntó, saliendo de aquel trance—. Lo siento, estaba distraída. ¿Qué era lo que decías?

—Que Vanhoover tiene hermosos paisajes, y que me hubiera gustado que tú también los vieras —completó, luego manteniéndole la mirada mientras intentaba descifrar qué era lo que pasaba por la cabeza de su querida amiga—. ¿En qué pensabas?

—Cosas —respondió con media sonrisa.

—¿Qué clase de cosas? —intentó profundizar, pero Sweetie bajó la mirada por unos instantes. Aquello extrañó a la poni terrestre, que estuvo a punto de preguntar de nuevo cuando la unicornio frente a ella habló de repente.

—Aqua... ¿Cómo fue tu primer beso con Strike? —preguntó con cierta duda.

—¿A qué viene esa pregunta? —devolvió ella, sonriendo divertida. Sweetie se encogió de hombros, dando a entender que era una duda que le había surgido en el momento, aunque su amiga bien sabía que no era así—. Bueno... fue hace unos meses, al salir de la academia. Fuimos a pasear por el parque, y cuando estábamos jugando... me mordió.

—¿Te mordió? —preguntó, extrañada.

—En el hombro. Luego... yo también lo mordí, cerca del cuello. El me mordió en el cuello, yo en su mejilla, y al final, él me mordió el labio. Cuando me di cuenta, estábamos besándonos. Fue... algo muy lindo —apenas cayó en la cuenta de que estaba sonrojándose cuando notó la expresión de Sweetie, entre la diversión y la ternura—. Lo siento, me fui por un segundo. ¿Por qué lo preguntabas?

—Solo tenía curiosidad —intentó disimular—. ¿Y ustedes... seguían siendo amigos en ese momento? —intentó nuevamente. Aquamarine comenzó a entender a dónde se dirigía aquel carruaje, y le sonrió divertida.

—¿Sucedió algo con Rumble de lo que no estoy enterada? —inquirió al arquear una ceja, pero lejos de recibir la respuesta nerviosa que esperaba por parte de su interlocutora, Sweetie apenas pareció notarlo.

—No. No, para nada. Yo solo... —fue interrumpida por su compañera.

—Está bien, está bien, no tienes que explicarte —respondió comprensiva—. Bueno, creo que podría decirse que éramos como amigos. Nos gustábamos, pero ninguno se había atrevido a dar el siguiente paso hasta ese momento. Solo... sucedió.

—Y... —La siguiente pregunta era crucial, una de las cuales había dado vueltas en su cabeza la mayor parte de la noche—. ¿Cuándo te diste cuenta de que lo querías de... de otra forma?

—¿De qué lo amaba? —preguntó sin dudar, pero aquella palabra se antojaba muy grande para Sweetie en aquel momento. Algo concreto, algo definitivo, algo que cerraba el círculo. No se atrevería a usar una palabra como aquella sin antes despejar las dudas en su cabeza—. Bueno... creo que de alguna forma ya lo sabía. Lo sentía, mejor dicho. El sentir que puedes ser tú mismo con alguien más que te acepta tal y como eres, sentir que puedes compartir cualquier cosa, estar juntos... es algo mágico. Sentía todo eso desde mucho antes de que nos besáramos, si es lo que estás preguntando —continuó divertida—. Pero ese beso... de alguna forma nos confirmó algo que nosotros ya sabíamos hace mucho.

—Ya veo...

—¿Vas a contarme? —cuestionó, ya impaciente—. Sé guardar un secreto, ¿sabes?

—No es nada, solo... tenía curiosidad —fingió al sonreír.

—De acuerdo, si tú lo dices... —se encogió de hombros, bebiendo de su refresco mientras que la unicornio mordía sin ánimos el sándwich frente a ella—. Por cierto, este sábado es la gran noche. ¿No es así? —preguntó su compañera, con un nuevo asomo de entusiasmo.

"Rayos...", pensó la unicornio, que lo había olvidado por completo.

—Así es... uh, no puedo esperar —intentó decir con alegría, pero la velocidad de su dicción daba un mensaje muy distinto.

—¿En verdad? No te ves tan animada.

—¿Eh? ¡No! No, claro que estoy animada. Es solo que...

No entendía cómo las cosas habían cambiado de la noche a la mañana, literalmente. Hasta el día anterior se encontraba impaciente, pues el sábado en la noche iría a la discoteca Electric Unicorn en compañía de Rumble, pero ahora la idea ya no le resultaba tan atractiva. Estaba confundida, y una sola noche en vela no había sido suficiente para ordenar sus ideas. ¿Qué haría? ¿Saldría con Rumble de igual manera el sábado en la noche? ¿Qué pensaría Spike?

"¿Qué pensaría? Después de todo somos... nosotros solo somos..."

La palabra "amigos" ya ni siquiera llegaba a formarse en su mente, siendo ésta reemplazada por un vacío que le provocaba una terrible confusión. Luego de todo lo que habían pasado juntos, luego de la noche anterior, ¿acaso podían decir que seguían siendo amigos? ¿Qué eran ahora entonces, sino? ¿Pareja? No, para empezar no se sentía como si lo fueran. Frente a sus ojos, su relación se encontraba en un extraño limbo, uno en el cual nunca hubiera imaginado verla. Tan perdida estaba en sus pensamientos que apenas notó la mirada de Aquamarine posada sobre ella. Había dejado su respuesta por la mitad.

—...no lo sé, Aqua. Han sido días... muy extraños, y la verdad no sé muy bien en donde estoy parada. Mi cabeza sigue dando vueltas.

—Si necesitas consejo, estoy disponible.

—Lo sé, gracias —le sonrió agradecida.

—No hay problema. Entonces, ¿qué tal te fue en el examen de psicología social? —intentó desviar el tema, sabiendo que era lo que su amiga en verdad necesitaba—. Cielos, ¿para qué pregunto? Es obvio que...

—Pésimo.

—¿Eh? —creyó haber escuchado mal, pero la expresión de Sweetie le confirmaba que no había sido así—. ¿En verdad?

—No estaba muy concentrada que digamos, no creo que haya aprobado.

—Bueno, no te preocupes. Es un examen con recuperatorio, así que tendrás otra oportunidad. ¡Tranquila! —intentó calmarla, cuando alguien se detuvo junto a su mesa. La última poni con la que Sweetie hubiera querido tratar aquel día.

—¿Acaso te fue mal en el examen? Oh, qué pena —comentó con soberbia Silver Spoon. Sweetie Belle bajó la mirada a su plato, no deseando responder. Sabía que si lo hacía, diría algo de lo que se arrepentiría después.

—No es un buen momento, Silver Spoon —advirtió Aqua por lo bajo, al notar la mirada de su amiga unicornio.

—Está bien, no todos nacen con una buena capacidad para aprender. Sabes... siempre habrá un espacio para ti debajo de algún puente, estoy segura. ¡O incluso con los analfabetos de tus amigos granjeros! —dijo al sentarse junto a ella, rodeándola por el lomo con su pata en un gesto que a simple vista parecía amistoso pero, obviamente, no lo era.

—Te doy cinco segundos para que me quites los cascos de encima —cortó gélidamente, sorprendiendo a las presentes. Aqua nunca la había visto así, pero Silver no se dejó intimidar por aquella advertencia.

—¿O qué? ¿Vas a ponerte a llorar? Oh, pobre Stinky Belle. ¿Sabes? Ser malo no es para tanto.

—Lo estoy diciendo en serio —dijo sin levantar la mirada.

—Silver Spoon, en verdad no es un buen momento.

—No te preocupes, luego estaré contigo —respondió la poni gris, sin perder su divertida sonrisa.

Al ver en los ojos de Sweetie, Aqua notó que la paciencia de la unicornio estaba alcanzando un límite, y negó con la cabeza con vehemencia cuando leyó en su mirada lo que estaba a punto de hacer. Eso no acabaría bien, pero la importancia de la unicornio con respecto a ello decrecía a cada momento. Incluso varios de los ponis en las mesas alrededor se habían volteado hacia ellas, notando la tensión creciente.

"Un campo expansivo haría el trabajo, no volvería a molestar. Pero también...", pensaba ella.

Si decidía hacer lo que estaba considerando, había una gran probabilidad de que la expulsaran, y Silver Spoon de seguro no tendría mayores problemas. No podía permitir eso, debería ser más discreta para evitar aquel desenlace.

Tan distraída estaba la poni terrestre que no notó el momento en que el cuerno de Sweetie se iluminó, activando su magia para girar dos de los tornillos inferiores de la silla de Silver Spoon. El resultado fue el esperado: una de las patas de la silla se salió de lugar y la poni cayó en el camino, momento en que un semental tropezó con ella, y el contenido de su bandeja se derramó sobre la abusadora, quien no daba fe de lo que había ocurrido.

Lo mismo ocurría con Sweetie, quien no daba fe de lo que ella misma había provocado. Un asomo de arrepentimiento amenazó con invadir su consciencia, pero el recordar que aquella poni la había molestado durante prácticamente toda su vida ayudó a eliminar aquella culpa de su sistema.

—Ten más cuidado al sentarte, algunos bancos están defectuosos —dijo con gélida voz, devolviendo su atención a su plato, mientras que Aqua admiraba boquiabierta la escena frente a ella.

—Ugh, ¡lo hiciste a propósito! —Se incorporó furiosa, con los restos de ensalada poblando su melena.

—Yo no hice nada, todos aquí lo vieron —respondió con seriedad, y la furia de la poni terrestre alcanzó el límite.

—¡Maldita perdedora! —gritó al lanzarse sobre ella, tirándola de la silla y tomándola por los hombros—. ¡Me las pagaras! —gritó al impactarla contra el suelo con fuerza.

—¡Silver Spoon! ¡Suéltala! —exclamó Aqua, intentando alejar a la poni de su amiga.

—¡Chicas, deténganse! —el semental dueño de la bandeja se apresuró a intentar separarlas, recibiendo un golpe en el hocico por parte de Silver que le hizo retroceder, mientras que Sweetie intentaba alejarla con sus cascos.

—¡Paren con esto! —suplicó Aqua mientras más ponis se acercaban a la escena, sin otras intenciones más que disfrutar del espectáculo. Y en ese momento, Sweetie Belle se teletransportó a la espalda de Silver Spoon, derribándola e inmovilizándola.

—¡No... vas a... volver... a molestarme! —exclamó la unicornio mientras mantenía el brazo de su enemiga contra su espalda.

—¡Oblígame! —devolvió furiosa la poni gris, cuando la puerta de la cafetería se abrió de golpe, y un semental de manto naranja y melena marrón corta entró acompañado de dos yeguas jóvenes.

—¡Señorita Belle! —vociferó el semental al contemplar la escena.

Al levantar la vista, la unicornio blanca descubrió que quien le había gritado no era nadie más que su profesor de canto. Sólo entonces cayó en la cuenta de lo que había hecho.


El despacho del rector había sido territorio desconocido hasta aquel día. La habitación exponía una bella decoración en tonos marrones, varios cuadros en las paredes, y dos lámparas de pie que actualmente no estaban encendidas, dado que la estancia era iluminada por la luz del sol que se colaba a través de las viejas cortinas que cubrían el ventanal que daba al patio.

Sweetie Belle mantenía la mirada baja mientras el señor Sand Arrow, un poni de cristal de manto marrón y melena gris, revisaba el papeleo en su escritorio con seriedad, y solo levantó la vista para ver el reloj. Ya eran más de las dos de la tarde. Y de repente, la puerta se abrió, y una unicornio de manto blanco y melena índigo que vestía un elegante traje azul de diseñador con sombrero incluido se hizo presente, captando la atención de la alumna y el rector.

—¡Vine apenas me enteré! —dijo ella, y su mirada y la de Sweetie se cruzaron antes de que la menor mirara al frente de nueva cuenta. Había esperado ver enojo en los ojos de su hermana, pero en cambio solo se veía preocupada.

—Por favor tome asiento, señorita Rarity —dijo el semental con seriedad al señalar la silla junto a Sweetie, y la unicornio mayor obedeció—. En primer lugar quiero dejarle en claro que esta institución se precia de ser una de las más respetables no sólo de Canterlot, sino de toda Equestria. Muchos jóvenes vienen aquí desde distintos puntos del reino, de lunes a viernes, llegando a hacer viajes de incluso tres horas, solo para estudiar aquí. Little Nightingale siempre ha tenido el honor de educar a muchos de los mejores artistas de cuyos talentos goza tanto nuestro reino, como el resto del mundo. Le digo esto porque, si comprende el peso que tiene esta academia en el ámbito artístico, probablemente se dé una idea del peso que un incidente como el de hoy tiene en un lugar como este. ¿No es así?

—¿Qué fue lo que pasó exactamente? —preguntó Rarity, aún confusa.

—Su hermana atacó a una compañera de la academia. La inmovilizó y lastimó su pata delantera.

—¡Ella me atacó primero! —intentó defenderse.

—Baje la voz en mi presencia, señorita Belle —advirtió el rector con una voz gruesa y amenazante, tanto que Sweetie debió bajar la mirada—. Varios de los presentes dicen que fue usted quien inició el conflicto.

—¿Eso es cierto? —preguntó la yegua junto a ella. Si se lo hubiera dicho con enojo, de seguro habría sido más fácil, pero la decepción en los ojos de su hermana mayor no tardó en volverse insoportable.

—Ella estaba provocándome... y usé mi magia para desatornillar la pata de su silla —admitió.

—Es consciente de que su compañera podría haberse lastimado gravemente a causa de ello, ¿no es así? —intentó razonar con la potra, quien guardó silencio en respuesta—. Por suerte para todos eso no sucedió, pero como puede ver, señorita Rarity, esto no es una simple pelea de niños. Ya he hablado con los padres de Silver Spoon, a quien se le aplicará la sanción correspondiente. Misma sanción que se le aplicará a su hermana menor.

—¿Qué clase de sanción?

—Será suspendida de clases por tiempo indefinido, hasta nuevo aviso —aquellas palabras golpearon a Sweetie con una fuerza abrumadora. Aquello no podía estar pasando realmente.

—¿Suspendida? —se escandalizó la unicornio, apresurándose a objetar—. Señor Arrow, conozco bien a mi hermana, y sé que ella nunca haría algo así en una situación normal. También estoy segura de que Silver Spoon le ha dado otra versión, podría apostarlo, pero mi hermana no es una potra violenta. Silver solía molestarla cuando eran niñas, y le digo que eso no ha cambiado al día de hoy. Lo sé porque la vi hacerlo hace algunas semanas cuando pasé a visitar a Sweetie en la hora del almuerzo —La unicornio menor no sabía si su hermana la había visto, pero aunque no lo hubiera hecho, no estaría mintiendo.

—Entonces debería haber venido a mi cuando iniciaron los conflictos aquí. La violencia física no es una respuesta adecuada, ni aquí, ni en ningún otro lugar.

—No estoy justificando eso —aclaró—. Pero mi hermana menor ha estado bajo mucho estrés últimamente, y el tener a una potra molestándola de esa forma no ayuda en lo más mínimo. Puedo decir con seguridad que Sweetie no volverá a meterse en un problema así, así que por favor, le pido que le dé otra oportunidad —suplicó la modista, pero la expresión del rector daba a entender que no daría marcha atrás con sus palabras. La decisión ya estaba tomada.

—Lo siento señorita Rarity, entiendo su posición, pero no puedo hacerlo. Las reglas de esta institución son muy estrictas con respecto al comportamiento de sus estudiantes, y se debe aplicar la sanción necesaria cuando uno de ellos rompe las reglas. Sin excepción.

—¿No hay otra forma de que...?

—Temo que no. Le sugiero que hable con su hermana y el resto de su familia con respecto a este asunto, y a las consecuencias que conllevó el mismo. Y espero y recuerde esto el día en que regrese, señorita Belle —dijo con seriedad mirando a la menor, quien asintió sin decir palabra alguna.

—¿Eso es todo? —preguntó la modista con tristeza.

—Eso es todo... por ahora, pueden retirarse.


La puerta de la casa en 487 Hayway St. se abrió de repente, y las dos alicornios disfrazadas entraron en el recibimiento sin esperar una invitación. Una vez habían volado hasta Manehattan habían decidido recorrer las calles con la misma apariencia que habían utilizado en la mañana, dirigiéndose a la casa de la anciana que les había proporcionado las indicaciones que llevarían a su encuentro con la poni enmascarada. El escenario que encontraron allí no les sorprendió tanto como uno hubiera imaginado.

Las luces estaban apagadas, y el lugar estaba en completo silencio. Iluminando la estancia con su cuerno, descubrieron que no restaba allí nada más aparte del mobiliario. Las mesas y estantes que en la mañana hubieran estado decoradas con toda clase de objetos ahora se encontraban completamente despejadas. El lugar estaba desierto.

—Revisa el primer piso, yo comprobaré este —indicó Celestia. Twilight asintió y subió las escaleras sin mediar otra palabra.

Celestia se dirigió al living en el cual habían bebido té en la mañana, en compañía de Rosewood Broke. En la mesa frente a los sillones incluso habían quedado las marcas de las tazas, pero aquella era la única prueba de que el lugar había sido habitado unas horas atrás.

Los cuadros en las paredes, al igual que el decorado de los estantes, parecían haberse esfumado en el aire. En la cocina, la alacena se había vaciado, la vajilla había desaparecido, y todo había sido desconectado. Celestia no necesitó revisar los demás cuartos para saber que Rosewood Broke y Green Spring se habían fugado luego de ser advertidas por la poni enmascarada. Pues claro, ahora eran básicamente enemigas de la corona, al haber complotado con aquella unicornio para la destrucción de dos princesas de Equestria, aunque no supieran quienes eran en ese momento.

—No queda nada, las habitaciones están vacías —dijo Twilight al bajar.

—Nos llevan varias horas de ventaja. Ahora mismo, podrían estar en cualquier parte. No las encontraremos por nuestra cuenta.

—¿Por nuestra cuenta? —inquirió Twilight.

—Luna y yo perdimos la capacidad de observar el mundo con libertad cuando obtuvimos una forma física, pero sé de alguien que no tendría problemas para hacerlo. Por lo que sé, hoy tomaría el té con tu amiga Fluttershy. ¿No es así? —preguntó, y la alicornio lavanda asintió al comprender de quién estaba hablando la deidad—. Bien, creo que es un buen momento para ir a visitarlos.