Capítulo 19 – Contraataque
El draconequus lo supo en ese preciso instante. Desde el momento en que vio a la princesa de melena estrellada partir con aire decidido por la puerta de la biblioteca, supo que no podría pegar el ojo por un mísero instante durante el resto de la noche, no al menos hasta que encontraran aquella condenada llave, y lograran atrapar a la extraña poni que tantos problemas había causado.
¿Y qué relación tenía él con todo ese asunto? Si bien Celestia le había dejado en claro que se trataba de un problema que podría comprometer al mundo entero, el dios del caos no podía dejar de preguntarse sobre la clase de desastre que podría desatar un poni con la información protegida y con la Rosa Eterna, y muy a su pesar, dada su naturaleza, se sentía tentado a descubrirlo.
Pero entonces volvía a su mente la imagen de su tierna Fluttershy y se preguntaba… ¿Qué tal si el desastre desatado la afectara directamente? O incluso si no era así, su querida pegaso se hundiría en la tristeza si uno solo de sus amigos resultara afectado, y Discord tenía claro que no sería capaz de resistir una sola de sus lágrimas de cristal.
Considerando aquella verdad innegable, decidió que no tenía más opción que ayudar a las princesas a deshacerse de aquel fastidio que constituía su tímida enemiga, así como de las llaves y del diamante. Después de todo, luego de todas las fechorías que había cometido mil años atrás, por fin había ponis que lo querían, por fin tenía un lugar al cual llamar hogar. Y definitivamente no iba a perder todo aquello por culpa de tres tristes llaves.
No necesitaron alistarse demasiado antes de partir al vuelo del castillo de Canterlot, dispuestos a llegar lo antes posible a Neighagra Falls. La princesa de la noche, cuya melena ondulaba majestuosa al apenas distinguirse del cielo nocturno, extendía sus alas mientras se dirigía hacia el horizonte, con la mirada fija y decidida.
Discord la seguía de cerca, realmente no deseando llegar hasta aquel lugar pues sabía que había grandes posibilidades de encontrarse con aquella enmascarada de la que tanto había oído, y enfrentarla en combate estaba arriba de todo en la lista de cosas que no tenía deseos de hacer, justo antes de ensuciar los platos de su hogar. El solo recordarlos, tan limpios y brillantes desde hacía ya varios días, le asqueaba, pero tampoco pensaba hacer algo al respecto.
No tardaron mucho en salir de la ciudad para bajar por la montaña y continuar su camino con destino a las cataratas, siempre volando bastante cerca del suelo, de forma que cualquiera que dirigiera su mirada al cielo nocturno pudiera encontrarse con la silueta de la alicornio y el draconequus, que ahora atravesaban los límites de la metrópolis de una forma extremadamente sospechosa, que invitaba a seguirles el rastro.
Su juego sería bastante obvio para el enemigo, si acaso les tenía vigilados, pero el mismo no dudaría en seguirles si se hacía a la idea de que Celestia hubiera compartido con ellos todo cuanto había sucedido durante aquella mañana días atrás, lo cual era más que seguro. Tan solo debían esperar, mantener su velocidad, arribar a destino y obtener la llave. Si tenían suerte con la pesca, la unicornio aparecería y podrían capturarla fácilmente, y si no, al menos tendrían en su poder dos de las tres llaves necesarias, y el enemigo no tendría oportunidad de abrir la compuerta. No sin ellas.
Pero un asomo de preocupación se presentó en la mente de Discord cuando consideró que también se requería de la Rosa Eterna para efectuar el hechizo del que Nina hacía mención, y la misma ahora se encontraba bajo el cuidado de Rarity, una de sus queridas amigas y uno de los elementos de la armonía. Pensándolo de esta forma, el draconequus no pudo evitar hacerle aquella pregunta a la princesa de la noche.
—Ahora que lo pienso, ¿no es peligroso que Rarity tenga el diamante en su propia casa? —preguntó Discord con un tono inocente—. Ya sabes… con todo eso de que guarda el "mayor mal que el mundo haya conocido", quiero decir.
—Mis guardias están vigilando ese lugar a toda hora, de la misma forma que también vigilan por Spike y Sweetie Belle, así como de sus respectivas familias. ¿O acaso crees que mi hermana y yo no hemos tomado las precauciones necesarias desde que todo esto se supo? No podemos subestimar a un enemigo como este —respondió con suma confianza.
—No era mi intención dudar de Su Alteza —rió él, para luego tomar uno de sus ojos de su cavidad ocular para lanzarlo al cielo nocturno, el mismo rodando varias veces en todas direcciones y cayendo nuevamente en su pata, siendo acomodado en su correspondiente lugar justo después.
—¿Y bien? ¿Crees que nos esté siguiendo? Llegaremos a las cascadas en unos minutos —dijo Luna, algo impaciente.
—Hay una gran posibilidad de que así sea —dijo mientras pulía el globo ocular con un pañuelo blanco—. Aunque solo podré detectarla cuando salga a la vista.
—¿No puedes verla con tu ojo de la discordia?
—El hechizo que utilizó en sí misma y en sus otras dos cómplices me impide encontrarlas con mi ojo especial, estén donde estén.
—Pero tendrá que dejarse ver al momento de atacar, que de seguro será el momento en que logremos encontrar la llave —razonó ella—. Y si no es ahora, nos atacará tarde o temprano, porque abrir la compuerta es su objetivo, y no podrá hacerlo sin las tres llaves.
—¿Has pensado en el acertijo de la tercera llave? —preguntó de repente.
—No, no hay pistas de nada parecido a lo que dice. "El verdadero protector del legado de Ameria", lo único que esas palabras traen a mi mente es la imagen del padre de Nina, pero para entonces él ya estaba muerto, y el objetivo de Ameria era revivirlo con el hechizo.
—¿Y qué tal Iron Shield? El tipo del que hace mención en el memento.
—Sólo lo nombra en ese instante, y no hay registro alguno de ese poni en los libros de historia. Aquella pista es un callejón sin salida.
—¿Qué tal si se escondió luego de recibir la llave?
—Si así lo hizo, ruego a los cielos que su llave siga igual de escondida, tantos años después.
—¿Y qué tal si no es así? —inquirió de nueva cuenta, impacientando a la princesa.
—¿Y qué tal si dejas de hacer preguntas y nos centramos en la labor que tenemos enfrente? —sugirió ella, pero el draconequus no pareció escucharla.
—¿Y qué tal... si le dejamos las otras dos llaves a la poni, y esperamos a que ella consiga la última, si no la posee aún?
—¿Estás demente? —inquirió sin cambiar su tono.
—Creo que no nos hemos presentado. Discord, señor del caos. ¡Mucho gusto! —arrancó su pata derecha con la izquierda, saludando a la princesa.
—No vamos a tenderle con amabilidad las llaves para traer el Apocalipsis.
—¡Sólo lo haríamos por poco tiempo! Además de que mantendríamos vigilado el sótano de la biblioteca. Después de todo, la única entrada está allí mismo. ¿No?
—No voy a arriesgar el futuro del mundo entero con un plan tan estúpido como ese.
—¿Y por qué no destruir las llaves de una buena vez? —inquirió con curiosidad. Las suaves corrientes del viento nocturno fueron lo único que oyó en respuesta por un breve momento—. ¿Por qué hacer todo este alboroto, cuando podríamos poner fin a todo si destruimos las llaves? Mascarita nunca podría abrir la compuerta de esa forma.
—Pero así también, nunca la capturaríamos para hacer que nos diga todo lo que sabe de la Rosa, y pague por sus crímenes —respondió calmada. Las Neighagra Falls ya estaban a la vista, y arribarían en pocos minutos.
—¿Estás segura de que no tienes otro interés al querer capturarla? —empujó de nueva cuenta, sabiendo que aquella no era toda la historia—. Vamos, tú fuiste quien dijo que debíamos confiar el uno en el otro.
—Y eso hago. Ya te he dicho la verdad de todo lo que de verdad importa.
—Pero tus motivos de verdad me importan.
—Lo único que tienes que saber es que todo lo que ahora estamos haciendo, es por el bien de nuestro reino. Todas y cada una de nuestras decisiones se basan en ello.
—Incluyendo el tener las herramientas del fin del mundo en su poder, ¿no es así? —preguntó él, y el silencio cayó entre los dos otra vez—. Creo que me doy una idea, de tus motivos y los de tu hermana. Tal vez… las portadoras de la armonía no estarán aquí para siempre. Tal vez pasarían cientos de años antes de que los elementos encuentren a otro grupo de ponis con el cual sincronizarse de la forma en que hicieron con ellas. Y tal vez, solo tal vez, no sería mala idea tener un método para defender a Equestria el día que ellas ya no estén —concluyó él, aún mirando la espalda de la princesa—. ¿Me equivoco?
—Todo eso ha salido de tu hocico, no del mío —cortó ella, dando un largo suspiro—. Hay mucho que no sabemos del poder que busca el enemigo, pero sí tenemos la oportunidad de usar los hechizos de Ameria para el bien de Equestria, entonces no vamos a desperdiciarla —dijo, y Discord notó como su cabeza apenas volteaba un poco hacia la derecha—. Tú también lo notaste, ¿no es así?
—Por supuesto. Parece que nuestra amiga piensa unirse a la fiesta cuando lo considere propicio. No sabe que la estamos esperando —respondió, notando un extraño movimiento en las hojas de un árbol justo debajo de ellos.
Tal vez fuera rápida, pero no podría ocultar por completo su presencia si sus enemigos estaban atentos y expectantes de ella. Ambas deidades atravesaron el umbral de la cascada para aterrizar en un espacio hueco, Luna habiéndose protegido mediante un campo de fuerza que le permitió mantenerse seca en todo momento, y Discord tomando la forma de un perro empapado, que comenzó a sacudir su mojado pelaje en el momento en que la alicornio desvaneció el hechizo. Y así, una empapada princesa Luna se aguantó la furia que la carcomía al momento en que un jadeante Discord se acercó a ella alegremente, dando un gran lengüetazo a su mejilla.
—Te odio —admitió la deidad, fastidiada.
—No es una novedad —dijo al regresar a su forma normal, mientras que Luna empleaba un hechizo para secarse.
—¿Qué tan profundo es? —preguntó ella, admirando las penumbras y alumbrando el espacio con su cuerno.
—Son al menos doscientos metros hasta llegar a la puerta. Pasando ese punto, el camino se bifurca en todas direcciones hacia abajo. ¡Pero no te preocupes! Ya conozco el camino —informó él, encendiendo su dedo como un mechero, mientras ambos se encaminaban hacia su destino.
—Aún así, este lugar se encuentra bastante a la vista. Cualquiera podría entrar aquí —dijo al levitar un envoltorio de patatas fritas, dirigiendo su vista al frente y enfocando con su cuerno varios envoltorios más de comida chatarra—. Y creo que los jóvenes vienen aquí bastante seguido también. ¿De verdad nadie ha encontrado el laberinto?
—No, porque está bloqueado con esta puerta —respondió cuando llegaron al final del túnel. Usando la luz de su cuerno, Luna exploró con rapidez las inscripciones que cubrían el portal en toda su extensión.
—Runas del milenio pasado... esta puerta fue puesta aquí durante o después de la guerra contra los grifos. Pero... ¿por qué?
—Lo que hay al otro lado no es un laberinto per sé. Son varias cavernas entrelazadas que dan la sensación de un laberinto —adelantó Discord.
—Probablemente lo habrían preparado como un refugio de guerra en ese entonces. Y un lugar en el que es fácil perderse... resulta el escondite ideal para una de las llaves —razonó ella—. Además de que nadie podría llegar a abrir nunca esta puerta, no por medios convencionales.
—¿No es suficiente poseer la habilidad mágica necesaria para resolver el rompecabezas de las runas?
—Claro, pero los ponis se han divertido tallando sus nombres e iniciales aquí. Sin saberlo, han modificado las runas, y ahora es imposible resolver el rompecabezas. Y como es también una puerta anti magia, los unicornios no pueden teletransportarse al otro lado para averiguar qué es lo que hay allí dentro.
—Podría abrir un portal dimensional para que crucemos al otro lado. No sería problema.
—Podrías... o podrías también destrozar esta puerta con tu poder —sugirió al dirigirle la mirada—. Mi magia, por más poderosa que sea, no la afectará. Pero tú poder es diferente al mío, podrás hacerlo sin problemas. Después de todo... no queremos que nuestra amiga nos pierda la pista.
—Como la princesa ordene —sonrió él, aumentando el tamaño de su pata derecha para ser del mismo tamaño que el del portal, para luego descargar un potente puñetazo justo en el centro.
Los escombros volaron en todas direcciones pero Luna no tuvo la necesidad de esquivarlos, dado que de alguna forma, ninguno había salido disparado en su dirección. Y así, con un paso elegante, la princesa se internó en la cueva recién abierta, mientras el dios del caos regresaba su puño a la normalidad, para luego seguirle el paso.
—Creo recordar a la pequeña Nina decir que el hechizo que su madre pensaba usar "terminaría por deteriorar su alma". Y puedo estar equivocado, pero un hechizo así… ¿en verdad crees que podrían usarlo para el bien de Equestria?
—No lo sabremos hasta que conozcamos el proceso tras el hechizo. De por si, el método usado para romper el umbral que separa este mundo del otro es todo un misterio incluso para Celestia y para mi, pero una vez Twilight se ocupe de analizar el hechizo, tendremos nuestra respuesta —respondió con seriedad mientras avanzaban en la oscuridad, notando al resplandor de su magia restos de tiendas de campaña, invadidos por la humedad que llenaba la cueva—. Ha pasado más de un milenio...
—Muchos ponis usaron estas cuevas como refugio en ese entonces —comentó él, notando entonces que la princesa se había detenido, contemplando lo que una vez había sido un oso de peluche, que ahora era parte del suelo—. ¿Ocurre algo?
—Había algo que quería preguntarte —dijo al levitar los restos del oso, contemplandolos con detenimiento, antes de colocarlos en el suelo de nueva cuenta para girarse hacia el draconequus una vez más—. ¿Por qué… hiciste lo que hiciste, en ese entonces? —preguntó, tomando a su compañero por sorpresa. Discord sopesó sus palabras un momento, antes de responder con un tono más serio, algo no usual en la deidad.
—Tal vez no lo parezca ahora, pero… soy el dios del caos, princesa. El caos era todo lo que conocía, y todo lo que me importaba. Crearlo, manipularlo, apreciarlo, lo era todo para mi, incluso si ello causaba el sufrimiento de los demás —dijo él. Luna permaneció un momento en silencio, desviando la mirada, antes de preguntar una vez más.
—¿Te arrepientes de lo ocurrido?
—¿De verdad vas a creerme si te respondo? —respondió con escepticismo.
—Pruébame.
—No quieres que lo haga —le dio la espalda con una sonrisa forzada, antes de seguir adelante, pero la princesa no le siguió.
—Sabes a lo que me refiero —dijo ella, y el draconequus detuvo su paso, pero no respondió—. ¿Y bien?
—Será mejor que terminemos con esto. De esa forma, podremos volver a evitarnos como siempre hemos hecho. ¿No es eso lo que quieres?
—Lo único que quiero es saber si de verdad cambiaste, al menos un poco, desde que saliste de tu prisión —pidió ella, pero el draconequus no dio señales de escucharla—. Quiero una respuesta. ¿Acaso lo hiciste?
—¡Por supuesto que lo hice! ¡Llevo todo este tiempo tratando de cambiar para mejor! —gritó al voltearse—. ¿Quieres que te diga si lamento lo que hice? ¡Si, lo lamento muchísimo! ¿Pero de qué sirven esas palabras? No traeran devuelta a todas las vidas que se perdieron cuando ejercí mi poder hace mil años. ¡No borraran el sufrimiento que les causé a tu hermana y a tí por mil años! —continuó, apretando sus dientes frente a la calmada mirada de la princesa de la noche, luego de lo cual se volteó una vez más para suspirar con cansancio—. ¿Te digo algo? Eres la única poni que ha logrado sacarme de mis casillas en lo que va de mi existencia.
—Discord —dijo al avanzar para quedar a su lado, su cuerno aún iluminando el interior de la cueva—. Gracias por tu honestidad —dijo con sinceridad.
Al cabo de un instante, el draconequus asintió, y ambos continuaron su camino a un paso lento pero decidido.
—Nuestra relación nunca va a mejorar, ¿no es así? —aventuró él.
—No, no creo que lo haga.
—¿Al menos crees que podamos trabajar juntos para terminar con esto? —dijo al voltear hacia ella, sin detenerse.
—Creo que ahora puedo aceptarlo.
—Eres muy diferente de tu hermana, ¿sabes? —dijo con fastidio.
—Por supuesto que lo sé —respondió con un asomo de sonrisa, satisfecha.
Los minutos pasaron mientras ambos recorrían aquellos túneles olvidados, sorteando obstáculos, esquivando derrumbes, y despejando el camino, asegurando que su objetivo no corriera con problemas para alcanzarles. No era raro descubrir que la integridad de un laberinto de cuevas debajo de una cascada se hubiera visto comprometida luego de más de un milenio, pero el ojo de Discord les permitía tomar el camino más directo a su destino, evitando terminar en un callejón sin salida. Y así, poco tiempo después, habían llegado al final del recorrido.
Frente a ellos se abría una cámara de una forma casi esférica de veinticinco metros de diámetro y al fondo, al resplandor del cuerno de Luna, pudieron notar el reflejo de un objeto metálico brillante, colocado en el pecho de una estatua con forma de unicornio. Era lo que Discord había previsto.
—Así que… aquí está —dijo con una sonrisa, mientras avanzaban al resplandor de su cuerno y garra.
—Finalmente la encontramos —convino Luna, cuando los lentos pasos de un tercero se hicieron oír justo detrás de ellos, provocando que se voltearan. El pez había mordido el anzuelo.
—Y me alegra que lo hayan hecho —dijo la unicornio que ambos esperaban. Una máscara terminada en un pico cubría su rostro, y la mayor parte de su cuerpo aparecía tapada por una vieja capa de tela desgastada, aunque aún así era fácil notar su manto blanco, y sus profundos ojos azules, clavados en ellos— Sabía que si estaba al tanto de sus movimientos, alguno de ustedes me llevaría hasta la última llave, y no me equivoqué.
—La última llave, ¿dices? —preguntó Luna, sin molestarse en fingir sorpresa por su presencia—. Eso implicaría que sabes dónde está la llave que falta, o que incluso la tienes en tu poder.
—Oh... así que tú eres esa poni de la que tanto hablan. La poni que retó a Celestia a un combate, la poni que se oculta de mi ojo —dijo Discord, acariciando su barbilla y exponiendo una amplia sonrisa.
—No sé de qué hablan, ninguno de los dos. Sólo he venido en busca de lo que necesito —cortó secamente al dar un paso al frente, momento en que el draconequus extendió sus brazos con alegría.
—¡Qué coincidencia! También nosotros —sonrió Discord, y la princesa iluminó su cuerno incluso más, empleando su magia para elevar un muro de roca que bloqueó la entrada a la sala de la estatua.
—Solo que no vinimos únicamente por la llave —reveló Luna, mientras que su compañero elevaba sus brazos, maleando el suelo de roca en dos tentáculos vivos que giraron alrededor de la enmascarada, aferrando su cuerpo con una fuerza temible, pero la misma no pareció verse afectada por ello.
—De acuerdo, ¡terminamos! Y justo a tiempo para la cena —celebró al dirigirse a la princesa.
—Un buen intento... pero inútil —dijo la unicornio al girar dentro de su prisión, envolviendo su cuerpo en la capa y haciendo uso de su magia para expandir el espacio bajo la misma, retorciendo los brazos que la apresaban y escapando a su abrazo, extendiendo sus seis cuchillas a su alrededor, elevadas en el aire por su aura mágica de color azul—. Sabiendo que algo así podía llegar a ocurrir, tomé prestado el hechizo anticaos que la princesa Twilight Sparkle guardaba en su biblioteca, y lo estudié en caso de llegar el día en que lo necesitara. Pero nunca pensé que podía llegar a ser tan efectivo —decía ella, pero ni Discord y Luna se mostraron sorprendidos. Sabían que un enemigo que les había dado problemas tanto a Celestia como a Twilight de seguro tenía un truco o dos bajo la manga.
—Vaya, vaya, vaya... parece que esto será más divertido de lo que esperaba —decía el draconequus, tronando sus dedos y, al ritmo de sus tronidos, extendiendo diversas columnas de roca alrededor de la cámara—. Pero no estás contando con todas las variables que el caos conlleva. ¡Ni siquiera yo lo hago! —rió cuando las mismas columnas se transformaron en serpientes quienes, ansiosas por atrapar a la unicornio, se lanzaron en su busca.
—Iré por la llave. ¡Tú ocúpate de ella! —exclamó Luna, volteandose y dirigiéndose a la estatua.
—Como la princesa ordene —asintió Discord al enviar a sus serpientes a por su objetivo, momento en que la enmascarada dio un potente salto en dirección al techo, parándose en él como si del propio suelo se tratase.
"Cambio de gravedad", pensó Discord con una gran sonrisa.
—¡Me estás subestimando, princesa! —gritó con furia, lanzando una de sus cuchillas en dirección a la alicornio con todo el poder de su magia.
—¡Y tú me estás subestimando a mi! —devolvió Discord, reflejando el ataque con la elevación de una columna de roca, reflejándolo en dirección a la unicornio, quien debió arrojarse a un lado para no quedar empalada por su propia arma—. ¡Demasiado lenta! —exclamó con gracia al descender varias columnas de roca a su alrededor desde el techo, cuyos se unieron en la parte baja, creando una jaula cuyo interior quedó completamente sellado, algo logrado en espacio de un instante—. Esa jaula es a prueba de magia, así que por más que puedas evadir mi caos no podrás escapar de ella teletransportándote, ni usando esa capa tuya como hiciste con la otra —dijo con alegría, volteandose para caminar hacia la princesa, quien intentaba extraer mediante su magia el objeto encastrado—. Bueno, la tenemos.
—Y también tenemos la llave —dijo Luna, levitándola frente a ella, y volteandose para ver la jaula de roca colgando del techo—. ¿Estás seguro de que está ahí mismo? —preguntó con duda.
—Al cien por cien. Solo nos queda llevarla tal y como está hasta el castillo, y podremos considerar nuestra misión cumplida con la máxima puntuación —dijo alegre al aproximarse.
—Solo me alegra que podamos terminar con esto de una vez —respondió al relajarse, levitando la llave hacia su pechera con objeto de guardarla junto a la otra, y fue en ese instante cuando, del techo, cayeron dos cuchillas del suelo a toda velocidad, dando de lleno en ambas alas del draconequus y clavándole al suelo, la deidad del caos soltando un quejido ante el poderoso ataque.
—¡Princesa, cuidado! —gritó él, y Luna retrocedió al vuelo, al tiempo que intentaba terminar de guardar la llave a medio camino de la luz en su pecho, cuando dos cuchillas más salieron disparadas hacia ella, atacando sus propias alas y clavándola en la pared contraria.
—¡Maldición, no! —exclamó con frustración, estando a punto de meter la llave hasta el fondo de su pecho cuando la unicornio atravesó el piso para quedar frente a la princesa, levitando las dos cuchillas restantes contra su cuello.
—Les advertí que no me subestimaran —dijo con un tono casi mecánico al mirarla a los ojos, tomando con su casco la llave en el pecho de la princesa y empujándola hasta el fondo. Al extraerlo, ambas llaves estaban en el casco de la enemiga, frente a la enfurecida mirada de la princesa—. Traer la otra contigo fue una pésima idea.
—No tanto como el hecho de que te acercaste tanto a ella —dejó escapar Discord con gracia, expectante de lo que sabía ocurriría a continuación.
Y con las llaves en su poder, la unicornio estuvo a punto de alejarse, cuando el resplandor en el pecho de la princesa se desvaneció por completo, dando paso a una oscuridad absoluta. La misma oscuridad salió disparada de su pecho en forma de una llamarada negra para cubrir la capa de la enmascarada, quien cayó al suelo y debió desprenderse de la tela que la protegía, la cual se consumió al poco tiempo en el suelo.
La unicornio blanca permanecía de pie, observando con frustración como su mejor defensa se desvanecía en el aire con el paso de los segundos. Ahora, lo único que cubría su cuerpo eran las muchas vendas que protegían sus piernas, flancos y lomo, mientras que su rostro permanecía protegido por la máscara de pico en punta, y su lacio cabello azul índigo caía a los lados, pues la tela que mantenía su crin en su lugar había desaparecido.
—Y ahora no hay capa que pueda protegerte, ni de él… ni de mi —sentenció Luna, clavando sus rasgados y fríos ojos azules en su enemiga, al tiempo que las cuchillas salían disparadas y clavadas a ambos lados de la cámara.
De la misma forma, la unicornio fue lanzada por el poder de su magia, las dos llaves cayendo con un tintineo, y su lomo chocó contra la pared de roca antes de caer al suelo con un sonoro golpe. Y al liberarse, la princesa levitó las llaves hacia su pechera, y se acercó a Discord para extraer ambas cuchillas de sus alas sin esfuerzo alguno, permitiendo que el draconequus se incorporara sin señal de resentirse por aquella herida, herida que se desvaneció casi al instante. Ahora, ambas deidades se encontraban frente a su enemiga, quien comenzaba a incorporarse con dificultad. Estaba atrapada.
—Esto no ha terminado —soltó la unicornio blanca, apretando los dientes—. Tal vez me hayan desprovisto de mi defensa, pero no van a capturarme —dijo al extraer su máscara, dejándola caer al suelo, y observandolos con frialdad, con unos ojos carentes de cualquier sentimiento, y ni Luna ni Discord daban crédito a lo que veían. Era imposible—. Y nunca lo harán —declaró ella, reuniendo las seis cuchillas alrededor de su cuerpo mediante el aura azul de su magia, la magia que representaba a uno de los elementos de la armonía.
—No puede ser… esto no puede estar pasando —musitó la princesa, sus ojos volviendo a la normalidad, y exponiendo una mirada llena de terror—. ¿Rarity? ¿Eres tú? —preguntó, casi en un susurro.
—Es claramente un engaño… ¡ella no podría hacer nada de esto! —exclamó Discord, volteandose a la unicornio una vez más con cierta duda—. ¿O si?
—No me importa qué es lo que crean o no. La única verdad aquí… es que esas dos llaves serán mías —dijo ella, impulsándose hacia adelante y dirigiendo un corte tijera con dos de sus armas contra la princesa, al tiempo que dirigía las otras cuatro contra la deidad del caos, ambos esquivando con habilidad el ataque.
Tanto Luna como Discord comprendían lo que el enemigo pretendía: mostrarles una cara familiar que les dificultara su actuar, pero el saberlo no cambiaba el hecho de que las reglas ya no eran las mismas. No podían luchar usando todo su poder contra una amiga, y quien la manipulaba lo sabía muy bien.
—¡Rarity, reacciona! ¡Esta no eres tú! —suplicó Luna sin obtener respuesta, desviando el ataque de ambas cuchillas y rechazandola con la expansión de un campo de energía, que la obligó a retroceder—. ¡Discord, detenla!
—¡Por supuesto! —exclamó con determinación, aumentando el tamaño de sus garras y capturando a la unicornio, a pesar de los piquetes que estaba sufriendo en ambas palmas—. Lo siento Rarity, pero si dejo que cometas otra fechoría, ¡Fluttershy nunca me lo perdonaría! —exclamaba cuando la unicornio logró crear una apertura en la unión de ambas garras, saltando hacia arriba y lanzando cuatro de sus cuchillas contra Luna, quien las esquivó al instante, levitando con rapidez la última para bloquear el ataque de su enemiga, quien se había lanzado en su búsqueda.
—¡¿Por qué estás haciendo esto?! —inquirió con furia la princesa, al tiempo que Discord se lanzaba hacia ella con objeto de capturarla en sus garras una vez más, pero esta logró saltar hacia el techo otra vez, lanzando ambas cuchillas contra el dios del caos, quien las tomó con ambas garras en el aire.
—Porque no puedo permitir que lleguen más lejos. ¡No voy a permitirlo! —gritó con furia, al tiempo que el aura mágica que la cubría comenzaba a brillar con una mayor intensidad, haciendo temblar el interior de la cueva—. ¡Y llevaré mi vida al límite si es necesario para evitarlo! —gritó cuando el resplandor de su cuerno tomó un tono verde claro, abarcando todo su cuerpo, provocando que sus músculos tensaran visiblemente frente a las deidades.
—¿Un hechizo de aumento físico? —musitó Luna con terror, sabiendo que un poder así podría reducir drásticamente la vida de su usuario—. ¡Tenemos que detenerla ahora! —gritó ella, lanzando un rayo de hielo en un intento desesperado por atraparla, intento que resultó infructuoso cuando la unicornio blanca descendió a toda velocidad, lanzándose contra la princesa.
—¡Cruza los cascos para que esto funcione! —exclamó Discord al apuntar con su garra, centrándose por un instante y disparando una pequeña esfera brillante contra la unicornio, acertándole cuando estuvo a punto de alcanzar a la princesa de la noche. Y desde ese instante, la unicornio blanca ya no pudo mover sus patas, al tiempo que el aura mágica que cubría su cuerpo se desvanecía, y sus extremidades poco a poco se convertían en roca sólida—. Es un truco que seguro recuerdas muy bien —dijo, intentando recuperar el aliento, mientras se acercaba a la unicornio. Luna desvió la mirada con tristeza.
—Lo siento Rarity, pero hasta que sepamos qué es lo que te está ocurriendo, esta es nuestra única opción —dijo con pesar, cuando la mecánica voz de la unicornio resonó en la cámara.
—¿Y creen que voy a permitirlo? —cuestionó con seriedad—. Tal vez hayan ganado esta batalla, pero no permitiré que logren abrir la escotilla. No voy a permitir que ese poder caiga en los cascos de las princesas. ¡Jamás! —gritó ella.
—¿Quién eres? ¿Qué es lo que buscas? —preguntó Discord, hablándole al poni al otro lado.
—¿Por qué utilizarla a ella? ¡¿Cuál es la razón de todo esto?! —exclamó Luna, con desesperación.
—Mi único objetivo es proteger a este reino, reino que sus propias gobernantes están poniendo en el peor de los peligros —acusó, mientras su vientre y sus costados se convertían también en piedra—. No me rendiré, no descansaré, hasta que mi objetivo haya sido cumplido. Por eso, sepan que esta prisión no me detendrá para siempre. Las sombras no pueden ser contenidas para siempre —declaró ella cuando el hechizo alcanzó su rostro, congelando su expresión en ese preciso instante, dejando a ambas deidades sumergidas en un silencio que ninguno de los dos supo cómo romper. La situación era desesperada, y uno de los peores escenarios posibles se había vuelto realidad.
