Los personajes de PJ NO ME PERTENECEN
— Poseidón tiene un hijo.
Zeus sujeto con fuerza su rayo maestro dejando sus dedos marcados sobre de este, ¿Por qué su hermano había roto la promesa? Él también ya lo había hecho, pero era para mantener la seguridad del Olimpo, ¿Qué razón tenía su hermano? ¿Acaso buscaba derrocarlo?
— Su aroma aún es débil, por lo que logré averiguar, aún es un bebé.
— ¿Qué harás? — pidió Hera viendo con cierto interés la reacción de su marido, hasta el momento había estado bastante tranquilo, algo raro en él. Zeus guardo silencio antes de empezar a caminar por la sala, quería ser quien matará a esa sabandija, pero no se podía arriesgar a un ataque de Poseidón, no quería iniciar una guerra, al menos sin tener algunos aliados antes.
— Si usted me lo permite, puedo ser quien asesine al niño, Poseidón debe de aprender a no volver a engañarme y él nunca sabrá que fue su plan — rugió furiosa Anfitrite, estaba harta de las y infidelidades de su marido. Hera abrazo con cariño a la Reina de los Mares, sabía lo doloroso que era ver a tu marido ser infiel sin ningún arrepentimiento.
— No — respondió Zeus antes de desaparecer del Olimpo.
El Rey de los Dioses apareció en las playas de Florida, observando con cierto interés las olas golpeando la playa, era bueno que fuera de noche para que ningún mortal los pudiera interrumpir. — No debería estar aquí a estas horas señor, es peligroso.
Zeus se dio la vuelta encontrándose con un hombre anciano, que se ayudaba de un bastón para poder estar de pie, — El mar es muy peligroso, cuando menos se lo espera, el lo ataca — comentó el anciano con una ligera sonrisa.
— No se preocupe, estaré bien — respondió volviendo su vista al mar.
— Debería de tener cuidado Zeus — dijo el anciano, Zeus se giro intentando ver al anciano pero este solo había desaparecido.
— ¿A qué debo el honor de tu visita hermano?
Zeus se dio la vuelta encontrándose con un hombre de unos 30 años, — ¿Por qué Poseidón? — espetó Zeus.
— ¿De qué hablas hermano? — contestó el hombre.
— Después de todo este tiempo, aún buscas mi trono — añadió con brusquedad, ganándose una carcajada del Rey de los Mares.
— Estás paranoico hermano, ahora me quieres explicar que fue lo que hice esta vez — dijo Poseidón, Zeus lo vio una última vez antes de desaparecer. En esta ocasión apareció en un pequeño vestíbulo lleno de personas.
— Se... Señor Zeus — dijo Caronte haciendo una reverencia al Dios.
— Ve por mi hermano, dile que quiero hablar con él — dijo Zeus caminando impaciente por la habitación.
— ¿Qué quieres Zeus? — dijo Hades apareciendo en el vestíbulo, — ¿Uno de tus juguetes ha caído en mi reino otra vez?
— No, es sobre Poseidón — dijo Zeus, — Él tiene un hijo.
— ¿Y qué quieres de mí? — añadió molesto Hades, — ¿Acaso crees que también rompí mi juramento como ustedes? A diferencia de ustedes, yo si cumplo con mi palabra.
— ¿De qué estás hablando? — pidió Zeus, pensó que había sido cuidadoso.
— Se lo de tu hija y del bebé que está esperando su madre, aún no eres bueno para guardar secretos — añadió Hades con una sonrisa maliciosa, — Pero estoy sorprendido, no sabía que Poseidón también rompiera el juramento.
— Quiero que mates al niño — dijo de pronto, ganándose una carcajada de Hades.
— ¿Por qué lo haría? ¿Acaso el grandioso Zeus tiene miedo? — comento divertido.
— Está bien, yo pensé que querías venganza después de lo que le pasó a tus hijos — dijo Zeus.
— ¿De qué hablas? — pidió Hades.
— Fue Poseidón quien asesino a tus hijos — dijo Zeus con una sonrisa, era tan fácil manipular a sus hermanos, así la batalla sería entre ellos y él no se tendría que preocupar por nada.
— ¿Dónde está? — murmuró Hades.
—Vive en Nueva York — respondió Zeus, esbozando una sonrisa.
—Enviaré a Alecto, te avisaré cuando el niño esté muerto.
Salto de Línea
—¿Cómo sigue su hijo? — preguntó el anciano mientras acomodaba las cosas dentro de una pequeña bolsa.
—Ya está mejor, afortunadamente le ha bajado la temperatura — respondió esbozando una ligera sonrisa. — ¿Cuánto le
Pero se quedó callada al ver a aterrizar aquel ser alado, media aproximadamente dos metros, su piel era negra, pero lo que más le aterraba eran sus ojos completamente rojos. Sintió como su sangre se helaba, ¿Qué era lo que hacía una furia en Nueva York? ¿Acaso habían averiguado de su hijo? Había sido cuidadosa, incluso se caso con Gabe para así poder ocultar el aroma de su hijo, ¿en qué había fallado? La Furia observo a su alrededor antes de fijar su mirada en una asustada Sally. De inmediato se echo a correr sin siquiera preocuparse por las bolsas que había dejado, tenía que llegar lo más rápido posible a su hogar, solo tenía unos escasos minutos antes de que la Furia logrará encontrar a su hijo. Fueron un par de cuadras las que tuvo que recorrer para llegar a su edificio, una vez ahí echo un vistazo a su alrededor intentado ver donde estaba la Furia, ¿acaso se la había imaginado?
—¿Se encuentra bien señora?
Sally dio un pequeño brinco al ver al anciano, ¿En qué momento había llegado? — No me gustaría ser tan molesto, pero usted se ve algo nerviosa. ¿Le pasa algo Sally? — Sally se mantuvo en silencio, aunque el anciano no parecía alguien peligroso había aprendido en no confiar en nadie.
—No ha pasado nada, solo recordé que dejé a mi hijo a solas — murmuró golpeando en repetidas ocasiones el botón del ascensor.
—Debería de tener cuidado con su hijo, esta ciudad es muy peligrosa, incluso me pareció ver algún monstruo alado sobrevolando el edificio.
Al abrirse las puertas del ascensor, Sally se volteo tratando de encontrar al anciano, pero este ya no estaba por ninguna parte, lo que solo provocó que sus nervios aumentarán.
Tan pronto como entró en su departamento fue directamente hasta la cuna donde dormía tranquilamente su hijo, quería asegurarse de que estuviera a salvo.
— ¿Qué ha pasado? ¿Dónde has dejado las compras? — exclamó el hombre dejando la botella de cerveza en el mueble antes de levantarse para ir al cuarto donde se encontraba Sally y su hijo, — Hazme caso cuando te hable Sally — Este hizo un intento de golpear a la mujer pero se vio interrumpido por varios golpes en la puerta.
—¡Ya voy! — grito molesto, Sally tomó a su hijo entre sus brazos caminando lo más lejos de la puerta, tenía un ligero presentimiento de que algo malo iba a pasar. El hombre abrió la puerta molesto por la interrupción, aunque su molestia aumento al ver que no había nadie en el pasillo.
Sally se dirigió a las escaleras de emergencia esperando que la Furia no la hubiera visto, — Esos malditos niños me las pagaran — murmuró molesto, Sally echo un último vistazo a la entrada del departamento viendo como la Furia clavaba sus colmillos en el cuello de Gabe.
— Es mejor que entregues a tu hijo, tu aún podrás vivir, mi Señor solo quiere la vida de tu hijo.
Sally tomo con más fuerzas a su hijo, no iba a permitir que nadie le hiciera daño. Solo tendría que recorrer unas cuantas calles para llegar al mar, donde su hijo estaría a salvo.
— Mi Señor no va a dejar que ese niño viva, es mejor que me lo entregues — rugió la Furia apareciendo a unos escasos metros de donde estaba. Ella en su desesperación volteó a su alrededor tratando de encontrar una vía de escape, antes de correr en dirección a un taxi que estaba cerca, aprovechando que el conductor estaba distraído, para entrar en el vehículo, acomodo a su hijo en el asiento del copiloto antes de encender el automóvil.
Para su fortuna a esas horas no había tanto tráfico lo que ayudó para ir lo más rápido que pudo.
—¡Vamos! ¡Son solo unas calles más! — murmuró intentando calmar sus nervios, podía observar como la Furia estaba a unas cuantos metros de alcanzarla.
De pronto la llanta trasera explotó provocando que Sally perdiera el control del auto, provocando que este se estrellara contra un árbol. La Furia apareció justo atrás del carro sonriendo al ver que este empezaba a arder antes de desaparecer del lugar.
Sally logro abrir la puerta pero se encontraba muy herida para poder salir del auto, le había fallado a su hijo, se prometió que nada le iba a pasar pero al final le había fallado.
El carro estaba a punto de explotar pero una lluvia repentina sofoco el incendio, las pocas personas que se habían acercado de pronto se alejaron, como si aquel accidente nunca hubiera ocurrido, unos segundos después, una brisa de mar materializó a un hombre que observaba con tristeza el auto.
— Sally — dijo mientras ayudaba a salir del carro a la mujer.
— P... Por.. Favor cuida de mi hijo... dile a Percy que lo amo — dijo Sally, el hombre solo se quedó en silencio observando los ojos llorosos de la mujer que amaba hasta que esta murió en sus brazos.
El hombre se quedó en silencio, aún no entendía como es que había pasado eso, todo tendría que haber salido de acuerdo al plan. Aunque su concentración fue interrumpida al escuchar el llanto de un bebé, fue ahí cuando se percató, que el niño seguía vivo y para fortuna solo había recibido algunos rasguños. Tomó con cuidado el cuerpo del niño, el cual dejó de llorar tan pronto como lo cargo.
— Espero que puedas perdonarme algún día hijo — murmuró.
Un trueno retumbó en el lugar haciendo que el hombre viera al cielo, vio por última vez a la mujer que amaba antes de regresar a su palacio junto con su pequeño hijo. La sala del trono está casi vacía a excepción de la mujer y el hombre que estaban sentados en unos de los tronos.
— ¿Cómo te atreves a traer a ese bastardo aquí? — rugió Anfritrite, sus ojos denotaban la furia que sentía, incluso se veía más que dispuesta a atacar a su marido. ¿Acaso no podía tenerle un mínimo de respeto?
— Perdón Anfritrite, pero no podía dejar que mi hijo muriera, solo deja que se quede por hoy — pidió Poseidón tratando de convencer a su esposa, ella solo se quedo en silencio antes de salir enojada de la habitación.
— ¿Tritón puedes cuidar de mi hijo por favor?
El Dios menor se quedó en silencio antes de asentir, aunque no le gustaba lo que le había echo a su madre, pero sabía bien que el niño no tenía la culpa de las acciones de su padre, — Está bien, no tienes que preocuparte, cuidare bien de él — dijo, mientras cargaba al bebé, Poseidón sonrió antes de desaparecer del lugar.
Tan pronto como apareció en la sala, todos guardaron silencio, observando fijamente al Dios, esperando que en cualquier momento empezará la discusión.
— Hasta que por fin llegas hermano — rugió furioso Zeus sin dejar de sujetar su rayo maestro.
— Lo siento, pero tuve que atender unos asuntos antes de venir — explicó el Dios del Mar mientras caminaba a su trono, ignorando las miradas del resto de la sala.
— Espero que no hubieras intentado salvar a la mortal o a tu hijo, hermano — dijo con desprecio Hades, Poseidón se levantó de su trono caminando en dirección al Dios de los Muertos dispuesto para atacarlo.
— ¡Basta! — grito Zeus golpeando su rayo maestro al suelo evocando la caída de unos cuantos rayos cerca de Hades y Poseidón provocando que ambos tuvieran que alejarse. — Sabías muy bien que no podías tener hijos, espero que hallas entendido la lección.
El Dios del Mar vio con furia a sus dos hermanos mientras alzaba su tridente en dirección al Rey de los Dioses. El resto se quedaron en silencio temiendo que en cualquier momento empezará la pelea entre los Tres Grandes. — Te prometo por el Río Estigia que te vas a arrepentir de haber matado a mi hijo.
Zeus se le quedó viendo fijamente antes de sonreír, — Espero que hallas aprendido la lección Poseidón, reunión terminada — rugió antes de desaparecer de la sala del trono junto con los demás Dioses, dejando solo a Hades junto con Poseidón.
— Lo siento por lo que le paso, no entiendo que fue lo que salió mal — dijo Hades en voz baja, — Espero que cumplas con tu palabra hermano y nadie sabrá que esta vivo.
Poseidón observo a su alrededor percatándose de la presencia de una pequeña niña en la chimenea, — Tranquilo, no diré nada — murmuró la niña apartar la vista de la chimenea.
—Gracias — murmuró antes de regresar a la Atlántida, tenía que pensar en algo, por más que quisiera, su hijo no se podía quedar en su reino, ya que Zeus con el tiempo se daría cuenta. La única cosa que se le ocurría era pedirle a uno de los Olímpicos que lo ayudarán a encontrar a algunos mortales para que cuidarán de su hijo, pero no sabía en quien podía confiar.
— ¿Todo bien padre? — pregunto Tritón mientras le entregaba al bebé a su padre.
— Si, Zeus aún no sabe que esta vivo, pero no se puede quedar mucho tiempo aquí — dijo Poseidón con una sonrisa triste mientras se teletransportaba.
Salto de Línea.
Apolo de pronto apareció en el acantilado, ahora entendía por que a su hermana le gustaba tanto ese lugar. La vista de la luna era hermosa, lejos de la contaminación de las ciudades y el sonido de las olas golpeando las rocas hacían del lugar un buen sitio para relajarse, le recordaba tanto a Delos, tal vez era por eso que su hermana siempre venía a ese sitio. Aunque sabía que ella sólo iba a ese lugar cuando estaba triste o enojada.
— ¿Qué es lo que haces aquí Apolo? Creo que te lo explique bien la última vez, no me gusta que vengas aquí — espeto con furia la niña sentada en el borde del acantilado.
— Sabes muy bien que no te presto atención cuando me regañas — añadió Apolo sentándose tranquilamente aún lado de su hermana a pesar de la mirada furiosa que le daba la pequeña niña, — ¿Qué pasó? Te note rara durante toda la reunión.
Artemisa lo vio fijamente, aunque para otros inmortales eso hubiera bastado para irse, pero Apolo estaba tranquilo, sin dejar de sonreír. — ¿No te irás? — murmuró Artemisa desviando la vista, Apolo sonrió aliviado, por lo menos en esta ocasión no recibiría una lluvia de flechas antes de que decidiera hablar, eso solo significaba que en verdad su hermana estaba mal.
— Me quedaré hasta que me digas que es lo que te pasa — respondió Apolo, Artemisa soltó un bufido antes de fijar su vista nuevamente en su hermano.
— Es por Aura — respondió Artemisa después de permanecer varios segundos en silencio.
— No es bueno que te sigas torturando por lo que paso — respondió, ganándose una mirada furiosa de su hermana.
— Lo merezco Apolo, no se por que me deje llevar por mi enojo, nunca me voy a perdonar por lo que le hice — exclamó Artemisa arrojando algunas piedras.
— Lo que hiciste estuvo mal y ambos lo sabemos, pero debes de aprender a perdonarte. Aún siendo Dioses, no podemos cambiar el pasado — añadió Apolo, — Ahora dime, ¿Por qué actúas tan raro hoy? Se que no todo tiene que ver con Aura.
Artemisa se mantuvo en silencio sin dejar de observar a su hermano, — Esa mirada no va a funcionar conmigo, se que algo te pasa y créeme que no me iré hasta que me digas — dijo Apolo acostándose sobre el pasto.
— Es por lo que le paso al hijo de mi tío — Apolo se levantó observando a su hermana con curiosidad, pensando por un momento que se lo había imaginado. — ¿Por qué ellos tratan a sus hijos como si fuera un simple ganado? ¿Acaso esa es la única razón por la que tienen hijos? ¿Para sacrificarlos cuando lo necesiten?
Apolo se mantuvo en silencio notaba la amargura de su hermana, pero sobre todo sabía por qué actuaba así. — Se que mi padre es así, pero nunca me imagine que Poseidón se comportará así. Ni siquiera le importo que su hijo muriera, estaba tan tranquilo.
Apolo pudo sentir la amargura de su hermana y no encontraba una forma para poder ayudarla, — Es mejor que regrese a la Caza. Gracias por la charla — murmuró Artemisa, antes de desaparecer del lugar, el Dios del Sol permaneció unos minutos inmóvil, tratando de pensar en algo para alegrar a su hermana, aunque su concentración fue interrumpida de pronto.
— ¿Tío P? — murmuro Apolo cuando vio que el Dios del Mar había aparecido.
— Necesito tu ayuda Apolo — respondió el Dios, manteniéndose entre las sombras, — Pero antes necesito un juramento de que no dirás nada.
El Dios del Sol se quedó por varios segundos en silencio antes de asentir, — Juro por el río Estigia que no voy a revelar nada de lo que me diga, hasta que usted me de permiso — dijo Apolo, estaba curioso por saber que era lo que necesitaba el Rey de los Mares, tendría que ser algo demasiado importante para que este viniera a solicitarle ayuda.
— Gracias Apolo — dijo Poseidón dando un par de pasos, logrando que Apolo pudiera ver al pequeño bebé que llevaba.
— ¿E..ese e...era el niño del que hablaba mi padre? — cuestionó Apolo, observando el cielo, temiendo que en cualquier momento llegará su padre.
— Así es, necesito tu ayuda para encontrar una familia mortal que lo pueda cuidar — pidió Poseidón, por un momento dudo en que Apolo no quisiera ayudarlo, y no lo podía culpar. Si su hermano se enteraba, podía causar otra guerra entre los Dioses, aunque no podía dejar a su hijo sin protección, después de todo era su culpa que el estuviera en peligro.
— Esto es complicado Tío, cuando Hades confirme que el niño no está muerto. Mi padre enviará a muchos Dioses a buscarlo, por más que lo intente alguno al final lo encontrará — Poseidón asintió frustrado, si quería la ayuda de Apolo necesitaba contarle toda la verdad.
— Hades no dirá nada, mi hermano y yo tenemos un acuerdo — añadió Poseidón.
— ¿Eso quiere decir que Hades también tiene hijos? — pregunto Apolo, — ¡Por Caos! Es cuestión de tiempo antes de que la Profecía se cumpla.
— Lo sé Apolo, se que fui un completo irresponsable y que es mi culpa, pero no es justo que mi hijo deba pagar por mis errores — dijo Poseidón, se sentía bastante mal, no podía entender como es que le había hecho eso a su hijo.
— Aunque esté con una familia mortal mi padre lo encontrará con el tiempo, él está paranoico, ha enviado a varios Dioses por todo el país intentando ver si existen más hijos suyos o de Hades — dijo Apolo con una sonrisa nerviosa, — El aroma de su hijo es muy fuerte y con el paso del tiempo aumentará aún más, necesitaría estar rodeado de otros semidioses para que su olor se mezcle y sea más difícil de rastrear.
— Eso tampoco es opción Apolo, llevarlo al campamento Mestizo sería un suicidio, lo mismo sería llevarlo a Nueva Roma. ¿Tal vez Hécate me puede ayudar? — pregunto Poseidón, si alguien podía ocultar el aroma de su hijo, esa era la Diosa de la Magia.
— Puede ser, aunque también lo puede traicionar. Desde la última guerra ha intentando que mi padre la perdone y que mejor que entregarle a su hijo — añadió Apolo, aumentando aún más la frustración del Rey de los Mares.
— Entonces la única salvación de mi hijo es que lo cuide un Dios — murmuró Poseidón, viendo al pequeño niño que llevaba entre los brazos. ¿Por qué tuvo que haber sido tan irresponsable?
— ¡Eso es! Como no lo pensé antes, es tan obvio — grito Apolo, logrando que el bebé empezará a llorar.
— Puedes bajar la voz — murmuró Poseidón intentando calmar al niño.
— Mi padre nunca buscaría a su hijo, el aroma de él nunca sería problema. Y créame, ella estaría más que encantada de hacerlo — murmuró Apolo emocionado, Poseidón simplemente se quedó en silencio sin entender lo que planeaba su sobrino.
— Creo que eso tampoco es opción, dudo mucho que Hestia o Atenea quieran cuidar a mi hijo — dijo Poseidón, pero Apolo siguió sonriendo.
— Tal vez ellas no, pero conozco a alguien quien probablemente lo haría. Además estaría rodeado de semidiosas lo que ayudaría a que ningún Dios o monstruo pudiera rastrear su olor y mi padre nunca esperaría eso — dijo Apolo sin dejar de sonreír.
— ¿Artemisa? ¿Acaso estás loco? Se supone que debemos de evitar que mi hijo muera —cuestionó Poseidón con incredulidad, de todos los Dioses que llego a pensar que lo podrían ayudar, Artemisa era la última de la lista, incluso creía que era más probable que le ayudará Atenea a la Diosa de la Caza.
— Así es, mi padre nunca buscaría a su hijo dentro de la Caza. Es la mejor opción — explico Apolo con una sonrisa, pero Poseidón aun seguía sin comprender.
— Tal vez tienes razón en eso, pero Artemisa nunca va a aceptar a mi hijo. El es un hombre — dijo Poseidón, no entendía como es que Apolo había llegado a pensar eso.
— Ahora creo que es momento de que usted jure no revelar nada de lo que le diré — dijo Apolo, y para sorpresa de Poseidón, el Dios estaba serio, incluso lucía bastante preocupado, algo raro en él.
— Juro por el río Estigia no decir nada de esta conversación — dijo Poseidón intrigado, un trueno retumbó aprobando el juramento que había echo.
— Mi hermana a querido por siglos un hijo, pero nunca a querido tener una relación con un hombre — explico Apolo con seriedad.
— ¿Entonces quieres que deje que Artemisa adopte a mi hijo? — pregunto Poseidón, Apolo sonrió antes de asentir con la cabeza.
— Es la mejor forma Tío, no creo que pueda haber alguien mejor que mi hermana para cuidar de él, además estará seguro, no solo tendrá a mi hermana, si no que el resto de la Caza lo cuidará — explico Apolo como si fuera lo más normal, Poseidón se quedo en silencio, aunque tal vez era lo más seguro aún no estaba muy seguro de que Artemisa quisiera cuidar a su hijo.
— ¿ Sabes Dónde puedo encontrar a Artemisa? — cuestionó Poseidón después de pensarlo un tiempo, tenía que agotar todas las posibilidades aunque no le gustara mucho la idea.
— Usted espere aquí, hablaré primero con mi hermana — fue lo último que dijo antes de desaparecer dejando a un Poseidón muy confundido.
— Señor Apolo — exclamó Zoe haciendo una reverencia al Dios, — Mi señora se encuentra en su tienda, pero me temo que me ha pedido que no se le moleste.
— Lo siento Zoe, pero es importante lo que le tengo que decir a mi hermana — añadió Apolo caminando rápidamente a la tienda de su hermana antes de que Zoe lo pudiera detener.
— ¿Apolo? ¿Ahora qué es lo que quieres? — dijo Artemisa sin poder ocultar su molestia de ver nuevamente a su hermano.
— ¿Aún quieres tener un hijo? — pregunto Apolo, tenía que darse prisa no podía darse el lujo de perder más tiempo. Artemisa lo vio sorprendida por un momento antes de sacar su arco, apuntando directamente contra su hermano.
— Espero que no se te halla ocurrido la gran idea de que tu me vas a ayudar a tenerlo — exclamó Artemisa.
— ¿Qué? Claro que no, no estoy tan loco para sugerir eso — añadió de pronto, Artemisa bajo su arco aunque aún no se veía muy alegre. — ¿Has pensando alguna vez en adoptar a un niño?
— ¿De qué estás hablando? — espeto Artemisa.
— Se lo que piensas de los hombres, pero él es aún un bebé — dijo Apolo caminando nervioso por la tienda, — No te pediría esto, pero va a necesitar una familia, es bastante peligroso y aquí en la Caza puede estar seguro.
— ¿Me quieres explicar? No entiendo nada — Apolo observo a su alrededor, asegurándose que nadie estuviera escuchando.
— Él hijo de mi tío sobrevivió — dijo analizando la reacción de su hermana.
— ¿Qué dices? Pero si fue el propio Hades quien confirmó su muerte — añadió Artemisa.
— Lo se, pero todo eso fue una mentira. Él niño está vivo y si nuestro padre se entera, hará lo que sea para asesinarlo.
— Estoy consciente de eso, ¿pero qué tiene que ver conmigo? — pregunto Artemisa.
— He convencido a mi tío de que te deje adoptar a su hijo, así él podrá estar seguro y lejos del radar de mi padre — dijo Apolo esperando algún ataque de su hermana, pero ella se mantuvo inmóvil.
— Pero es un niño — murmuró mecánicamente Artemisa.
— Aún es un bebé, y junto con todas las cazadoras pueden hacer del niño diferente — añadió Apolo esperando que su hermana aceptara. — Está es la oportunidad, siempre has deseado un hijo y a él le falta una familia.
— ¿Estás hablando enserio? No es otra de tus bromas — dijo Artemisa.
— Nunca haría una broma sobre eso, todo lo que dije es verdad — Artemisa se mantuvo en silencio esperando que Apolo sonriera diciendo que todo era solo una mala broma.
— ¿Dónde puedo encontrar a mi Tío? — pregunto Artemisa, haciendo que Apolo sonriera.
— Vamos él está en el acantilado — añadió Apolo desapareciendo junto con su hermana.
— ¿Dónde está? Si está es otra de tus bromas, te juro por el río estigia que te voy a torturar por el resto de tu existencia — rugió Artemisa, Apolo se removió nervioso al no ver por ningún lado a Poseidón, hasta que el llanto de un bebé los distrajo.
— Por un momento pensé, que no vendrían — murmuró Poseidón saliendo de entre las sombras.
— ¿Es verdad que me va a dejar adoptar a su hijo? — pregunto Artemisa viendo con timidez al pequeño bebé.
— Si — respondió, aunque no le agradaba mucho la idea, pero si esa era la forma de mantener a salvo a su hijo valía la pena intentarlo. Los ojos de la Diosa brillaron con emoción mientras se acercaba para tomar en brazos al bebé, Apolo por su parte sonreía feliz al ver que el sueño de su hermana por fin se había cumplido, ella coloco su mano sobre la cabeza de este haciendo que el niño se viera rodeado por una aura plateada.
— Gracias sobrina, me alegro al ver que mi hijo va a ser muy bien protegido, no me puedo quedar mucho tiempo no quiero que mi hermano sospeche — dijo Poseidón, antes de darle un beso a Percy y desaparecer del lugar.
Artemisa se quedo en silencio, no podía apartar la vista del pequeño, tanto milenios deseando tener un hijo y ahora que lo tenía entre sus brazos no podía creer que hubiera pasado, — Gracias Apolo — murmuró la Diosa.
— No tienes nada que agradecer hermanita, ya era tiempo de tener un sobrino, para poder enseñarle muchas cosas — respondió Apolo.
— Eso nunca va a pasar, él no va a ser como los demás hombres, será diferente. De eso me voy a encargar — respondió Artemisa con severidad, solo esperaba que las cazadoras estuvieran de acuerdo que su hijo se quedará en la Caza.
— Es momento de que me valla hermanita, muy pronto vendré a ver a mi sobrino — dijo Apolo con una enorme sonrisa antes de desaparecer del lugar. Artemisa permaneció unos minutos en el acantilado antes de regresar a la Caza.
— ¿Señora está todo bien? — preguntó Zoe preocupada, después de la aparición de Apolo, la Diosa había desaparecido de pronto. — ¿Quién es el bebé?
— Lo acabo de encontrar hace unos momentos en el bosque — respondió, Zoe se quedo en silencio al ver que la Diosa le había dicho una mentira, pero decidió no decirlo, supuso que después le contaría la verdad.
— ¿Y qué piensa hacer con él? — pregunto Zoe, aunque por la mirada de la Diosa sabía perfectamente cuál sería el destino del niño.
— Aún es un niño Zoe, nosotras lo podemos cuidar y asegurarnos que nunca va a ser como los demás.
Zoe se mantuvo en silencio aunque la idea de tener un niño dentro del campamento no le convencía mucho, sabía bien que su amiga había deseado esto desde hace mucho tiempo y no quería ser quien se lo impidiera. — Está bien Señora, pero ni crea que voy a cambiarle los pañales — dijo Zoe con una pequeña sonrisa. Ambas caminaron en silencio hasta que llegaron al campamento, donde fueron recibidas por varias cazadoras, que miraban con curiosidad al bebé.
— Niñas, les quiero dar una noticia — dijo Artemisa mientras caminaba hacia el comedor, — Hace unos minutos encontré a este bebé en el bosque, se que es un hombre pero aún es muy chico para ser como los demás. Entre todas nosotras lo podemos educar para que no sea como los demás.
Artemisa observo con nerviosismo a cada una de sus cazadoras, sentía como poco a poco la angustia se iba apoderando de ella, ¿qué pasaba si las cazadoras no lo aceptaban? ¿Qué es lo que haría? Mientras tanto todas las chicas se quedaron en silencio, solo fue Lily, una de las cazadoras más jóvenes quien se acerco a una silla para poder ver mejor al bebé.
— ¿Cuál es su nombre? — pregunto Lily, mientras el resto de las cazadoras se acercaba para poder observar al niño, a excepción de una, la cual se fue a su tienda sin decir alguna palabra.
— Su nombre es Percy — dijo, Lily acarició la mejilla del bebé haciendo que el abriera los ojos, el movió sus manos sujetando las manos de Lily.
— Hola mocoso — dijo Phoebe con una sonrisa, Percy se quedo mirando fijamente a la cazadora antes de que una ráfaga empapara a todas las cazadoras. Percy soltó una sonora carcajada al ver la cara de todas las cazadoras, incluso hasta Artemisa sonrió.
— Me estas empezando a caer bien Percy — dijo Zoe entre risas.
— Creo que ya es momento de que se vallan a dormir, mañana tenemos un día complicado — dijo Artemisa, cada una de las cazadoras se fue retirando a sus tiendas a excepción de Zoe que continuaba en su posición. — Zoe, por favor mantén vigilada a Kinzie. Creo que es la única que no le agrado la noticia.
Tenía la esperanza que Kinzie al final aceptará la presencia de Percy, no quería que ninguna de sus cazadoras se fueran, ni quería ser quien tuviera que elegir. — Ella al final lo va a aceptar, no se preocupe por ello — dijo Zoe, Artemisa esbozo una ligera sonrisa, su teniente si que la conocía bien.
— Descansa Zoe — dijo la Diosa caminando en silencio hasta su tienda.
— Se que hoy perdiste a alguien muy importante Percy, pero te prometo que haré todo lo posible para que nada te pase hijo — dijo besando la frente del bebé, el pequeño la observo por unos momentos antes de cerrar los ojos.
