Los personajes de PJ NO ME PERTENECEN

Tres años después

El sol iluminaba con todo su poder, el calor que se sentía por todo el lugar, era en verdad sofocante, algo que para cualquier humano normal sería un suplicio, pero para las cazadoras eso era normal, eso no evitaría que continuarán con su viaje, ya estaban cerca de alcanzar Equidna, quien había causado varios incidentes por toda la costa este. Fue esa la razón por la que Zeus le encargó a Artemisa, aquella misión.

Aunque había algo que no encajaba, en toda esta escena, era un ser un poco mas grande que un cachorro de lobo. Un pequeño niño de no mas de tres años viajaba dormido tranquilamente resguardado en los cálidos brazos de la peligrosa teniente de la caza. Todas en la Caza se llevaban bien con el pequeño niño Mestizo, algunas lo empezaron a llamar hermano. Bueno, casi todas, Kinzie era la única de las cazadoras que no le parecía agradar su presencia, aunque se podía apreciar que el sentimiento era mutuo. Al pequeño tampoco parecía agradarle mucho.

La chica era alta y delgada igual que una bailarina. Sus ojos eran de un café claro muy similar a la arena recién mojada pero lo mas llamativo era su cabello rojizo que siempre lo llevaba suelto y tapaba gran parte de sus orejas puntiagudas. Según su madre. Kinzie nació con esas orejas puntiagudas al ser hija de una ninfa de la cual no recuerda bien el nombre pero no era como si un niño de tres años prestara total atención a todo lo que su madre le decía.

— Ella está cerca, hay que establecer el campamento aquí — ordenó Zoe, tomando un sorbo de su botella de agua, el resto de las chicas empezó a trabajar lentamente. Después de treinta minutos el campamento provisional de las cazadoras estaba listo, — Atalanta, Kinzie ustedes se quedarán con Percy, el resto venga conmigo.

— ¿Por qué tengo que quedarme con el mocoso? — espetó Kinzie furiosa, ella era una de las mejores cazadoras, no una simple niñera. Zoe soltó un bufido, estaba frustrada de ver que Kinzie no aceptará a Percy, había tenido la esperanza que al pasar del tiempo terminaría haciéndolo, pero fue todo lo contrario, con cada día que pasaba, Kinzie lo despreciaba más.

— Sólo cumple con la orden, a menos que quieres que le diga a nuestra Señora Artemisa que desafías mi autoridad — dijo Zoe con firmeza. Kinzie se quedó unos segundos en silencio antes de caminar a su tienda.

— Por favor cuida de Percy, regresaremos pronto — dijo la teniente de la Caza mientras le daba a Atalanta a un dormido Percy.

— Vallan tranquilas, voy a vigilar a Percy — respondió Atalanta.

Había pasado ya una hora desde que las cazadoras se fueron del campamento, todo permanecía tranquilo a excepción del pequeño niño de tres años, que corría libremente por todo el lugar, jugando con los lobos.

— Sígueme niño — ordenó la pelirroja tomando al niño bruscamente por el brazo, haciendo presión y asustando al niño mientras lo jalaba con dirección hacia el oscuro bosque.

— ¡No quiero ir! ¡Suéltame! ¡Phoebe! ¡Atalanta! ¡Zoe! — grito Percy desesperado tratando de liberarse de su agarre esperando que en cualquier momento llegaran sus hermanas.

— ¿Qué está pasando? ¿Qué le haces a Percy? — rugió Atalanta, la cazadora estaba furiosa y lista para atacar.

— Nada Ata, sólo quería jugar a las escondidas con el niño — respondió soltando el brazo del niño, quien de inmediato corrió asustado a los brazos de Atalanta.

— No me quieras engañar Kinzie, es mejor que dejes de molestarlo o le diré a nuestra señora Artemisa — rugió Atalanta.

— ¿Por qué te importa tanto Ata? Es un niño, al final será igual a los de su clase — rugió Kinzie, no podía entender como es que todas las cazadoras aceptaban a aquel niño, ¿Qué acaso no podían ver la verdad? Al final el chico se convertiría en otro hombre igual a todos.

— Por si no lo recuerdas es el hijo de nuestra señora — respondió Atalanta tratando de no gritar, no quería asustar aún más a Percy y sobre todo no quería alertar a las demás, no quería que su amiga se metiera en problemas.

— Al final mi señora terminará dándose cuenta de la verdad y te correrá de la Caza, ella no te va a querer nunca — dijo furiosa Kinzie antes de alejarse del lugar, Atalanta estaba dispuesta a seguirla pero el llanto de Percy la distrajo.

— ¿Mi mamá me va a dejar de querer? — murmuró el niño entre lágrimas.

— Claro que no Percy, ella te ama y nada va a cambiar eso — dijo Atalanta intentando animar al niño.

— ¿Tu también me vas a querer siempre? ¿Nunca me vas a abandonar? — pidió el niño.

— Te juro que nunca te voy a dejar, estaremos juntos por siempre — dijo la cazadora logrando que el niño sonriera.

— Zoe, tenemos que hablar — dijo Atalanta entrando de pronto en la tienda de Zoe.

— ¿Es sobre Kinzie? — preguntó Zoe, — ¿Ahora que hizo?

Atalanta se quedó en silencio, aunque Kinzie era su mejor amiga, pero no se podía permitir que ella le hiciera algo a Percy, — Está tarde, Kinzie llevó a Percy al bosque, cuando los alcance. Ellos ya estaban algo lejos del campamento — explicó Atalanta. — Aunque me duele decirlo, creo que debes de informarle a nuestra señora.

Zoe se quedó en silencio pensando en las opciones que tenía, aunque Kinzie era una de las mejores cazadoras, eso no evitaría que Artemisa la echara de la Caza, — Tal vez Kinzie pueda cambiar — añadió Zoe, sabía muy bien que Artemisa no le gustaría nada e incluso se sentiría mal por eso.

— Creo que eso no va a pasar Zoe, Kinzie es mi mejor amiga pero si sigue en la Caza, me temo que le podría hacer daño a Percy — dijo Atalanta.

— Iré a hablar con nuestra señora — dijo Zoe saliendo lentamente de su tienda, no quería ser quien le informará a Artemisa, pero si Atalanta tenía razón era lo mejor, por el bienestar de Percy. Pero ambas cazadoras se detuvieron tan pronto como salieron de la tienda.

— ¿Por qué hay tanto silencio? — pregunto Atalanta intentando encontrar a los lobos que custodiaban el campamento. — ¿Hay alguien cuidando las fronteras?

Pero ambas se quedaron en silencio al ver la criatura que se acercaba a la tienda donde el pequeño Percy dormía, Atalanta intentó ir al encuentro con el monstruo pero fue detenida por Zoe. — Ve a despertar a las demás — murmuró la teniente, esperando que la criatura no la hubiera escuchado.

Atalanta asintió pesadamente antes de ir a la tienda más cercana, sabía que necesitaba la ayuda del resto de sus hermanas para matar al monstruo, — ¡Hey! ¡Por aquí! — grito Zoe, el monstruo detuvo su andar antes de girarse, la Teniente de la Caza no pudo evitar estremecerse al ver a Quimera, a pesar de que ya la habían enfrentado en varias ocasiones, aún así, no dejaba de darle miedo. Quimera media aproximadamente 3 metros, su cuerpo se parecía al de un elefante, pero a pesar de su gran tamaño era bastante ágil. La primer cara que sobresalía era la de León un poco arriba donde terminaba el pelaje del león, se encontraba la cabeza de cabra donde sobresalían dos enormes cuernos, ya en la parte de atrás donde debería estar la cola del animal se encontraba la tercera y última cabeza de Quimera. El monstruo rugió furioso arrojando una llamarada de fuego antes de continuar su avance hacia la tienda donde Percy dormía. La teniente se quedó en su lugar sorprendida por la actitud del monstruo, era como si Percy fuera más apetitoso para el monstruo. Zoe sacó su arco disparando rápidamente un par de flechas pero ninguna de ellas pareció inmutar a la bestia. Pero se quedó helada al ver que Percy salía de su tienda para el encuentro con Quimera.

Salto de Línea

Percy se despertó sobresaltado, había sido otro día con la misma pesadilla de siempre, a pesar de su mamá y sus hermanas le decían que solo era un sueño, no podía evitar pensar que todo lo que vio era verdad. Era esa la razón por la cual iba a salir de su tienda para ver que Atalanta estuviera bien. Tan pronto como salió se detuvo al ver a la criatura que tenía frente a él. Quimera rugió victoriosa pensando en comerse al niño, pero para sorpresa de todos Atalanta empujó a Percy evitando la mordedura del monstruo.

— ¡Ataquen! — rugió Zoe, Quimera iba a sufrir por haber intentado tocar a su hermano. Atalanta reviso que Percy estuviera en perfecto estado antes de llevarlo de vuelta a su tienda.

— No salgas de la tienda — dijo la cazadora antes de abandonar la tienda para unirse a sus hermanas. Percy corrió a su cama cubriéndose con la manta, esperando que eso le ayudara a ocultarse del monstruo.

— Ven conmigo — dijo Kinzie tomando por el brazo a Percy.

— ¿Pero el monstruo está allá afuera? — respondió el niño con miedo, después de todo no quería volver a ver aquel monstruo.

— Es por eso que saldremos por atrás — espeto la cazadora furiosa, — A menos que quieras ser comido por Quimera.

Percy se levanto de inmediato, siguiendo a la pelirroja, quería alejarse lo más posible de aquel monstruo. En el transcurso se mantuvo viendo hacia atrás, temiendo que en cualquier momento vería otra vez aquel ser.

— ¿A dónde vamos? — pregunto, siendo ignorado por la ninfa. La luna estaba saliendo lentamente iluminando por breves momentos el campamento que dejaban atrás a su paso mientras ingresaban entre lo profundo del bosque.

La cazadora sonrió disimuladamente al ver la laguna aparecer en medio de los árboles. Todo iba de acuerdo a lo planeado y la aparición de Quimera le había ayudado bastante. Cuando la luna este en lo alto del cielo el pequeño Perseo a su lado ya no existirá y su señora y el resto de la Caza, no la volverían a ignorar por estar muy ocupadas con ese molesto muchacho.

— No me gusta, quiero regresar — murmuró Percy intentando regresar por donde había venido, pero la chica fue más rápida y lo tomó por el cabello para después meter toda su cabeza dentro de aquel río, fueron segundos en los que Percy intento salir antes de que se quedará inmóvil.

Salto de Línea

Tan pronto como Atalanta abandono la tienda de Percy se abalanzó sobre la cabeza de serpiente de Quimera, evitando que está atacará a Zoe.

— ¿Dónde está Percy? — pregunto Zoe, preocupada por su hermano, después de todo Quimera había resultado tener alguna atracción hacia él.

— Está en su tienda, hay que mantenerla lo más lejos — dijo Atalanta disparando un par de flechas que se clavaron justo en los ojos de la cabra, Quimera respondió arrojando una llamarada provocando que las cazadoras tuvieran que alejarse unos metros.

— Phoebe, Chloe, Lily, Sophie. Ustedes distraigan la cabeza de serpiente — grito Zoe, disparando un par de flechas para distraer por unos instantes a Quimera. — El resto ayúdeme a eliminar la cabeza de cabra.

Las cuatro cazadoras de inmediato se dirigieron a la parte trasera del monstruo evitando las llamaradas que lanzaba Quimera. Zoe aprovecho la distracción para montarse en el lomo del monstruo, incrustó sus cuchillos en el lomo tratando de que eso le ayudará a mantener el equilibrio. La cabeza de serpiente se percató de su presencia y arrojó un par de mordeduras en su dirección, para fortuna de la cazadora las cuatro chicas habían logrado sujetar la cabeza de serpiente dejando a esta a unos escasos centímetros de Zoe.

— ¡Hazlo ahora! — grito Zoe intentando mantener el equilibrio, pero Quimera había empezado a moverse de un lado a otro haciendo bastante complicado la tarea. Atalanta con la ayuda de dos cazadoras brinco por encima de Quimera, apuñalando el cuello de la cabeza de serpiente. Phoebe, Lily, Chloe y Sophie jalaron con fuerza tirando la cabeza de serpiente al suelo donde aprovecharon las cazadoras para para apuñalar cada una de ellas la cabeza de serpiente antes de arrancarla del resto del cuerpo.

Quimera soltó un fuerte alarido, seguido de otra ráfaga de fuego, alejando nuevamente a las Cazadoras. — ¿Algún plan para eliminar la cabeza de cabra? — pregunto Lily intentando apagar las pequeñas llamas de su falda.

— Phoebe, Atalanta tomen la cabeza de serpiente, las demás intenten distraer a Quimera — ordenó Zoe, — Cuando vean la oportunidad, utilicen la serpiente para matar a la cabeza de cabra.

Las dos cazadoras se acercaron a la cabeza de serpiente cuidando que ninguna tocara los colmillos, el veneno de Quimera era demasiado letal, mientras tanto las cazadoras se mantuvieron disparando flechas contra el monstruo evitando en varias ocasiones los ataques que lanzaba Quimera. Phoebe y Atalanta aprovecharon la distracción para montar nuevamente el lomo del monstruo. Quimera estaba tan concentrada en intentar matar a alguna de las cazadoras que no se percató de las dos chicas que estaban arriba de ella, intentando llegar hasta la cabeza de cabra, después de unos segundos lograron incrustar los colmillos de la serpiente sobre la frente de la cabra. Quimera se arrojó contra un árbol lanzando a ambas cazadoras al suelo, para fortuna de las chicas, el monstruo estaba bastante herida para intentar hacer algo. Fueron unos segundos los cuales Quimera se mantuvo inmóvil sin dar alguna señal de vida. — ¿Esta muerta? — pregunto Atalanta sin dejar de observar al monstruo. Después de un minuto Quimera se puso de pie rugiendo furiosa, mostrando todos los dientes que tenía la cabeza de león. Todas las cazadoras retrocedieron, solo bastaba una pequeña mordedura para ser destrozadas.

— Chicas, lancen cuerdas por todo el cuerpo de Quimera — ordenó Zoe, guardando su arco para después sacar sus cuchillos de caza. Quimera los observo fijamente antes de arrojarse sobre Zoe, la cual apenas y pudo esquivar el ataque pero aún así no evito que el monstruo le hiciera un corte en la altura del estómago.

—¿Estás bien? — pregunto Phoebe intentando llegar a donde estaba su amiga, pero Zoe le hizo una señal para que se detuviera. El resto de las cazadoras continuaron lanzando varias cuerdas hasta que tuvieron a Quimera sujetada.

Quimera continuó intentando atacar a Zoe, la cual aprovecho para sujetar un par de cuerdas a los cuernos de la cabeza de cabra, — Vamos estúpida, lánzame una ráfaga de fuego — grito Zoe manteniéndose cerca de Quimera.

El monstruo lanzó un par de miradas furiosa de no poder alcanzar a la teniente, justo cuando Quimera se preparaba para lanzar una llamarada, Zoe junto con la ayuda de Phoebe y Atalanta jalaron con fuerza las cuerdas colocando la cabeza de león en el suelo, provocando que la llamarada quemara el cuerpo de Quimera.

Zoe cayó al suelo bastante agitada, — Sophie, Chloe lleven a las heridas a la enfermería — ordenó mientras intentaba recuperar el aliento.

— ¿Por qué se veía atraído por Percy? — pregunto Phoebe, a pesar de que era el hijo adoptivo de Artemisa no era una razón suficiente para haber atraído a Quimera.

Ella rara vez atacaba algún semidiós, por lo regular la mayoría de las veces solo atacaba a los hijos de los Tres Grandes, a menos que alguien hubiera atraído al monstruo.

— ¿Alguien vio a Kinzie? — pregunto Atalanta, su amiga era la única que no había ayudado a detener a Quimera incluso no la ha vuelto a ver desde el incidente que tuvo esa tarde, la chica se dirigió a la tienda de Percy esperando que su hermano estuviera ahí y que todo solo había sido un mal entendido. Pero la tienda estaba vacía, sin algún rastro de Percy.

— ¿No habías dejado a Percy aquí? — pregunto Zoe, pero Atalanta se fue sin ni siquiera responder. La cazadora corrió con todas sus energías con la esperanza de que pudiera llegar a tiempo, no se iba a perdonar si algo le pasaba a Percy, no podía perder otro hermano. Corrió alrededor de unos cinco minutos hasta que vio la figura de su amiga, aunque su atención estaba centrada en el cuerpo de Percy, él cual flotaba en el pequeño río. — ¿Percy? — grito aterrada Atalanta, había llegado tarde. — ¿Qué fue lo que hiciste?

Kinzie solo se quedó en silencio observando fijamente la reacción de su amiga, la cual parecía que en cualquier momento iba a llorar, pero el semblante de esta cambió de pronto antes de arrojarse sobre Kinzie. — Te vas a arrepentir — murmuró Atalanta furiosa logrando hacerle un corte a la altura de la mejilla.

— ¿Qué Hades te pasa? — grito Kinzie intentando alejarse pero Atalanta no dejaba de golpearla, parecía un animal salvaje.

— ¡Ustedes dos dejen de pelear! — rugió Zoe pero Atalanta siguió golpeando a su compañera. — Phoebe sujeta a Atalanta.

— ¡Suéltame Phoebe! — grito furiosa Atalanta intentando soltarse de la hija de Ares, incluso tuvieron que sujetarla una dos cazadoras más para evitar que esta atacará a Kinzie.

— ¿Qué Hades les pasa a ustedes? — preguntó Zoe intentando entender por qué Atalanta se había puesto tan agresiva, ella era de las chicas más pacíficas de la Caza y sobre todo, se supone que Kinzie era su mejor amiga.

— Lo ha matado — dijo Atalanta, por primera vez desde que habían llegado las cazadoras se percataron del cuerpo de Percy flotando en el río, todas las chicas se quedaron inmóviles, aún sin creer que una de ellas había asesinado a su hermano. Un destello plateado obligó a todas las cazadoras a cerrar los ojos, unos segundos después la Diosa de la Caza apareció frente a todas ellas.

— ¿QUÉ HICISTE KINZIE? — rugió Artemisa furiosa, la cazadora intentó alejarse del lugar pero fue detenida por un par de cadenas de hielo, segundos después para sorpresa de las cazadoras el Rey de los Mares apareció .

— No me importa si no estas de acuerdo sobrina, pero ella va a pagar por lo que ha hecho — rugió Poseidón golpeando su tridente al piso, algo que sorprendió a todas las cazadoras, pues no entendían por que el Dios estaba tan molesto.

— No me voy a oponer a esto tío — murmuró Artemisa viendo con furia a su cazadora.

— Yo..yo no le hice nada — murmuró Kinzie intentando moverse, pero las cadenas la sujetaron más fuerte. Poseidón levantó su tridente apuntando a la cazadora.

— ¡Mira puedo hablar con los peces! — grito Percy emocionado, todos los presentes voltearon a ver a Percy, aún sin entender cómo es que el niño seguía vivo.

— ¡Papá! — grito Percy al percatarse de la presencia del Rey de los Mares, — ¿Tú también puedes hablar con ellos?

Artemisa dio un par de pasos cargando a su hijo entre sus brazos, — ¿Estás bien Percy? — pregunto Artemisa, revisando al niño por si tenía alguna herida.

—Si, la ninfa del río me pidió que no me moviera y así estaría a salvo — respondió el niño señalando a la chica que salía del pequeño río.

—Gracias por mantener a mi hijo a salvo — murmuró Poseidón, la joven ninfa hizo una pequeña reverencia a los Dioses antes de regresar al río.

— Atalanta, puedes llevar a Percy a mi tienda — la cazadora tomo al pequeño Percy entre sus brazos, — Todas regresen al campamento, les explicaré todo cuando regrese.

— Tu te quedas Kinzie — ordenó Artemisa, Kinzie quien se había liberado de las cadenas de hielo, intento irse con el resto de las cazadoras, la chica se detuvo viendo con miedo a ambos Olímpicos.

— Dejaré que tu castigues a la chica, pero espero que ya no continúe en la Caza — dijo Poseidón, viendo con furia a la cazadora. — Tengo asuntos que atender, después vendré a ver a Percy.

El Dios desapareció dejando una brisa de mar, — Lo siento señora...nunca fue mi intención hacerle daño — murmuró la chica, evitando la mirada furiosa de la Diosa.

— Te tienes que ir de la Caza — dijo la Diosa con tristeza, Kinzie levantó la mirada, no se podía creer lo que Artemisa había dicho, ¿Por qué elegiría al niño sobre ella?

— Señora, usted no me puede hacer esto. La Caza es lo único que tengo, es mi familia — murmuró Kinzie, había pasado varios siglos en la Caza. Todas ellas eran su familia, no se podía ni imaginar una vida fuera de ella.

— Créeme que lo intenté, ignore varios de tus desplantes hacia mi hijo, pensé que con el pasar de los días aceptarías a mi hijo, pero veo que me equivoque — Kinzie se quedo viendo fijamente a la Diosa, esperando que dijera que todo eso era una broma.

— ¿Por qué elije al niño? Acaso no ve que él será como los demás — exclamó Kinzie furiosa, mientras se limpiaba las primeras lágrimas que salían de sus ojos.

— Percy es mi hijo Kinzie y no dejaré que le hagas daño — respondió la Diosa, dando un par de pasos para acercarse a la chica.

Kinzie se vio rodeada de un aura plateada, antes de que su traje de cazadora y sus armas le fueran quitadas, — Lo siento — murmuró Artemisa, caminando de regreso al campamento dejando a su ahora ex cazadora en el suelo.

Al llegar al campamento se encontró a todas las cazadoras esperando en el comedor, solo esperaba que lo que paso con Kinzie no fuera afectar las cosas en la Caza, — Como escucharon Percy es hijo de Poseidón, no les dije antes quien era el padre de Percy, por que es peligroso, si mi padre se entera lo podría matar — comento Artemisa, esperando algún reclamo por parte de las chicas.

— Eso no nos importa, Percy es y seguirá siendo nuestro hermano — espeto Zoe con firmeza.

— Gracias chicas — añadió Artemisa caminando hasta su tienda pensando si había echo bien.

— ¿Tú puedes hablar con los peces Ata? — pregunto Percy, Atalanta no pudo evitar sonreír, Percy siempre tenía ese efecto en ella.

— No Percy, no puedo hacerlo — respondió la chica.

— ¿Por qué no? — pregunto el niño intrigado.

— Es por que sólo los hijos del mar pueden hacerlo.

Percy se quedo en silencio, — Pero yo no soy hijo del mar, soy hijo de mis papás — respondió como si fuera lo más obvio.

— Eso ya lo sé Percy — dijo Atalanta entre risas, — Es sólo que tu papá es Poseidón, el Dios de los Mares.

Percy solo asintió, antes de hacer una mueca, — ¿Oye a mi no saldrán escamas verdad? — pregunto bastante preocupado, lo que solo logro que la cazadora soltará una sonora carcajada.

— No Percy, aunque tal vez cuando estés más grande ya no tengas pies si no una cola de pez — respondió Atalanta, mordiéndose la lengua para no soltarse a reír.

— ¿Enserio? — pidió, sin dejar de observar sus pies, temiendo que en cualquier momento estos desaparecieran.

— Claro que no bobo — respondió sin dejar de sonreír, Percy suspiro tranquilamente feliz de que no se convertiría en un pez.

— ¿Y dime Percy por qué saliste de tu tienda? ¿Tuviste otra pesadilla? — pregunto Atalanta, la sonrisa de Percy se esfumó antes se asentir pesadamente. — ¿Me quieres contar?

— Es que soñé, que tu estabas muerta, alguien te había atravesado con una espada — respondió Percy entre lágrimas.

— Tranquilo Percy, aquí estoy. Recuerda que nunca te dejaré — Percy la vio por unos momentos antes de sonreír.

— ¡Mamá! — grito Percy emocionado.

— Gracias por cuidarlo, ya puedes ir a dormir Atalanta — dijo Artemisa dando un beso en la mejilla a Percy.

— Descansa mocoso, hasta mañana señora.

3 años después.

—No puedo, esto es inútil — dijo el chico arrojando el arco al suelo, Percy había estado practicando con el arco por tres semanas pero lejos de progresar, cada día era peor.

—¿Te vas a rendir tan rápido? — pidió Atalanta recogiendo el arco del suelo.

—Si, soy un asco en esto, no sirve de nada que lo siga intentando — respondió Percy frustrado, no se quería ni imaginar lo que pasaría cuando todas se enterarán que no sabia usar el arco. — Mi mamá va a estar avergonzada cuando sepa que no se usar el arco.

—Sabes que eso no es cierto — replico la cazadora, — Todas hemos fallado Percy, incluso a mi me costó un año para poder ser buena con el arco.

—¿Enserio? — preguntó, después de todo ella era una de las mejores arqueras que había visto.

—Si, tuve que entrenar todo un año hasta que por fin logre ser excelente. — respondió, — Y si yo pude hacerlo, tu también podrás.

—¿Y qué pasa si vuelvo a fallar? — murmuró el chico, después de todo era el hijo de la Diosa de la Caza sería una completa humillación que no pudiera ser bueno con el arco.

—Fallar no es el peor de los fracasos, el no intentarlo es el verdadero fracaso. — dijo mientras le entregaba nuevamente su arco, — Vamos, inténtalo otra vez.

Percy suspiro tranquilamente antes de disparar, — Bueno Percy vamos progresando — dijo la cazadora, aunque la flecha de Percy no había dado en el blanco, en esta ocasión se había incrustado en un árbol.

—¿Pero qué dices? He vuelto a fallar — respondió frustrado.

—Así es Percy, pero por lo menos has logrado dispararle a algo — dijo la cazadora con una sonrisa, — Vamos Percy, sigue intentando, no nos iremos hasta que logres acertar.

— Oye, ¿Te puedo preguntar algo? — pidió el chico con nerviosismo, — ¿Por qué odian a los hombres?

Atalanta se quedó un momento en silencio, sin saber muy bien como responder, — ¿Por qué lo dices? — pregunto, fue lo primero que se le vino a la mente, esperaba que eso le diera un poco tiempo para pensar en la respuesta correcta.

— Es que la última noche vi lo que le hicieron al señor — murmuró Percy, desviando la mirada al suelo. Sólo esperaba que eso no lo metiera en problemas, se supone que no tenía que haber visto eso.

Atalanta esbozo una ligera sonrisa, — Bueno, no odiamos a todos. Aunque a la mayoría si, pero es que no se como explicarlo — respondió, sin dejar de sonreír, — Es que hay algunos que son muy malos.

— ¿A mi también me van a odiar? — pregunto Percy, había temido eso desde la vez que escucho a Kinzie.

— Por supuesto que no — dijo de pronto, — Además has sido muy bien educado.

Percy suspiro tranquilamente antes de tomar nuevamente su arco para continuar con su práctica.

Salto de Línea

El ciervo caminaba tranquilamente por aquel bosque ignorando el peligro que le acechaba, este se acerco lentamente al lago pero se vio sorprendido por un par de flechas que se le incrustaron justo en la frente matando de inmediato al animal.

—¡Sí! — exclamó un niño saliendo de entre los matorrales, estaba seguro que todas en la Caza estarían orgullosas de él, había logrado cazar a su primera presa, pero al acercarse al cuerpo sin vida del ciervo, se percató de un gran problema. ¿Cómo llevaría el siervo hasta el campamento? Intento tomar por los cuernos al animal para arrastrarlo, pero solo logro moverlo un par metros.

—¡PERSEO! — El niño dio un salto asustado, su corazón latía con rapidez, lentamente se dio la vuelta viendo a una furiosa Artemisa.

—Hola mamá — murmuró Percy desviando la mirada al piso, tratando de evitar la mirada furiosa de la Diosa.

—¿Eso es todo lo que dirás niño? — exclamó la Diosa, cuando había regresado al campamento lo primero que hizo fue ir a su tienda esperando ver a Percy, pero se llevó una enorme sorpresa al ver que esta estaba vacía y que ninguna de las cazadoras sabía donde estaba.

—Es que estaba aburrido, y pensé que podía llevarles una sorpresa — respondió Percy, Artemisa soltó un bufido antes de percatarse de la presencia del ciervo.

—¿Es mi arco? — pregunto, aunque en esta ocasión no estaba molesta, incluso estaba sorprendida de ver que su hijo había cazado a un ciervo.

—Lo he estado usando para practicar, pensé que estarían todos orgullos al ver que también podía cazar — respondió Percy, limpiándose las primeras lágrimas que asomaban en sus ojos.

El gesto duro de Artemisa se suavizó, Percy tenía la habilidad de hacerla enojar pero tampoco podía estar mucho tiempo enojada con él. — La próxima vez que quiera salir, busca a una cazadora para que te acompañe, es peligroso que tu estés solo — dijo Artemisa mientras cargaba a Percy, — Hay que regresar al campamento, todas están preocupadas por ti.

—¡Percy! — grito Atalanta, estaba aliviada de ver a su hermano a salvo. — ¿Dónde estuviste?

—Sólo estaba en el bosque — murmuró Percy, tal vez no fue tan buena idea haber ido al bosque sólo.

—¿Y el ciervo? — pregunto Phoebe señalando al animal.

—Lo cazó Percy, fue por eso que decidió ir al bosque — exclamó Artemisa con orgullo, el resto de las cazadoras observo con admiración a Percy.

—¿Cómo sabes disparar? — pregunto Zoe, nunca antes había visto a Percy utilizar un arco.

—Atalanta me ha estado entrenando, quería ser igual de bueno que todas ustedes — murmuró Percy, — ¿Mamá, estoy en problemas?

—En esta ocasión no, pero no lo vuelvas a hacer. ¿Está bien? — pregunto la Diosa, su hijo asintió tranquilamente con la cabeza, feliz de saber que no iba a ser castigado. — Ahora quiero que me muestres lo bueno que eres con el arco.

Percy tomó con nerviosismo el arco, no era lo mismo hacerlo solo en el bosque que ahora que lo veían todas las cazadoras, respiro profundamente disparando un par de flechas pero estas ni siquiera se acercaron al objetivo, Percy se mantuvo con los ojos cerrados esperando las burlas de sus hermanas, — Concéntrate Percy, no dejes de ver tu objetivo. — exclamó Atalanta.

Percy asintió antes de volver su mirada a su objetivo, se quedó unos segundos inmóviles antes de disparar su arco acertando en el objetivo.

—¡Si! — grito Percy, pero no pudo seguir festejando ya que se vio abrazado por todas las cazadoras.

— Bueno chicas, vallan preparando la cena — ordenó Artemisa, mientras llevaba a su hijo a su tienda.

— ¿Mamá te puedo preguntar algo? — pidió el chico con timidez.

— Ya lo hiciste, ¿no? — dijo Artemisa con una sonrisa, pero Percy siguió nervioso, — ¿Qué pasa? ¿Alguien te hizo algo?

— No, no es eso — añadió Percy, — Es que no entiendo por que soy un semidiós.

Artemisa esbozo una sonrisa nerviosa antes de tomar asiento en la cama, había temido durante años tener esa conversación, — Es que tu no eres mi hijo, yo te adopte cuando eras apenas un bebé — dijo, viendo con interés la reacción de su hijo.

— ¿Entonces no eres mi mamá? — pidió Percy con miedo, tal vez Kinzie tenía razón y no pertenecía a la Caza.

— Claro que soy tu mamá, que te halla adoptado no significa que no lo sea — dijo de inmediato.

— ¿Entonces tengo dos mamás? — pidió Percy, nunca había conocido a alguien que tuviera dos mamás, aunque claro tampoco conocía mucha gente.

— Si, aunque ella murió cuando tu aún eras un bebé — dijo Artemisa, la sonrisa que había tenido Percy hace unos momentos se esfumó.

— ¿Cómo se llamaba? — pregunto, aunque ya no se veía tan animado como antes. Artemisa se puso de pie buscando por la tienda la foto que le había dado Poseidón.

— Se llamaba Sally Jackson, es ella — dijo Artemisa mientras le daba la foto a su hijo. Percy se quedó unos segundos en silencio, por un momento Artemisa temió que su hijo se podría enojar, pero de pronto este se levantó de su cama para abrazar con cariño.

— Gracias por contarme — dijo Percy, — Te quiero mamá.

Percy se despertó desde temprano, tan pronto como había salido el sol, el pequeño abandono su tienda esperando ansioso el regreso de sus hermanas y mamá aunque sabía que encontraban en una misión esperaba que no se perdieran su cumpleaños, casi no había dormido por la emoción de volver a su familia.

—Hola Percy — la sonrisa de felicidad del niño se esfumó al ver a Hestia sentada tranquilamente en el comedor, no era que no le agradaba la presencia de la Diosa, solo que eso significaba que su mamá y hermanas no regresarían ese día.

—¿No van a regresar? — murmuró el pequeño sin poder ocultar su tristeza. Hestia le dio una sonrisa antes de hacerle un gesto para que se acercara.

—Ellas lo intentaron, pero la Misión se complico — añadió Hestia, — Tu padre esta arreglando unos asuntos de su reino y Apolo esta ocupado en otra misión.

La pequeña esperanza del niño se esfumó, había esperado tanto. — Iré a entrenar — murmuró el niño caminando lentamente a donde se encontraban los maniquís que utilizaban para entrenar.

—Deberías de ir a cazar algo, tal vez eso te ayude a relajar — dijo Hestia entregándole un arco, el pequeño lo tomó y se alejo del campamento esperando encontrar algo. Aunque con su estado de ánimo no pudo cazar nada, después de un par de horas decidió regresar al campamento. Al regresar al campamento se sorprendió de no ver a Hestia por ninguna parte.

—¡Sorpresa!

Percy salto sorprendido de ver a las Cazadoras junto con su madre y padre en el comedor. — ¿La misión no se había alargado? — preguntó el niño observando a Hestia la cual no dejaba de sonreír.

—¿Creías que eso impediría festejar el cumpleaños de mi hijo favorito? — dijo Artemisa con una enorme sonrisa al ver el puchero que hizo su hijo.

—Pero yo soy tu único hijo — respondió sin poder evitar sonreír.

—Es por eso que eres mi favorito bebé — dijo Artemisa mientras dejaba a su hijo en el piso para recibir los abrazos de las cazadoras, Apolo y de Poseidon.

—Feliz cumpleaños hijo — dijo Poseidón mientras se arrodillaba frente a su hijo, entregándole una pequeña pluma. Percy se examinó detenidamente la pluma no entendía por que ese era su regalo. — Es una espada Percy, retira la tapa — dijo el Dios al ver la mirada de su hijo. Él solo asintió mientras hacia lo que su papa le había dicho, una hermosa espada apareció en la mano de Percy, la espada era increíblemente ligera y era la más hermosa que había visto, aunque se pudo percatar de la mirada de enojo que le dio Zoe cuando vio la espada.

—Ahora es mi turno Percy — dijo Apolo mientras se arrodillaba frente a Percy entregándole dos cuchillos iguales a los que la cazadoras ocupaban, solo que estos eran color dorados y con un pequeño grabado del símbolo de Apolo en ellos — Estos son mejores que los cuchillos de las cazadoras, están bañados del río Estigia y como te puedes dar cuenta son mucho más ligeros.

Percy estaba sorprendido por todos lo regalos que le habían dado, esto había sido mucho mejor de lo que se imaginó.

—Feliz cumpleaños mi niño — Dijo Artemisa con una enorme sonrisa mientras le entregaba un collar plateado al con una pequeño dije de Luna. — Sólo tienes que presionar aquí y aparecerá tu regalo.

Percy le dio un ligero toque haciendo que apareciera un arco plateado, lo primero que se percató fue en los símbolos de su papá y mamá grabados en el. — Ahora solo jala la cuerda — Percy lo hizo, una flecha apareció lista para que él disparará.

—Esto es genial — murmuró sin poder dejar de apreciar el arco.

—¿Por qué actúa raro Zoe? — pregunto Percy, desde que había acabado su fiesta de cumpleaños la teniente de la Caza se había encerrado en su tienda y no había ido a cenar.

—Es algo difícil de explicar — dijo Artemisa.

—¿Está enojada conmigo? — pidió, — ¿Es por el regalo de mi padre?

—¿Por qué lo dices?

—Vi que Zoe me miraba feo desde que me dio la pluma mi papá, ¿Por qué esta enojada conmigo? — pregunto, mientras se limpiaba las lágrimas.

—Zoe no está enojada contigo — dijo Artemisa, pero eso no logró que el pequeño dejara de llorar. — Antes de entrar en la Caza, Zoe vivía con sus hermanas cuidando el árbol de Hera. En uno de los trabajos de Hércules era robar una manzana, él se aprovecho de que Zoe era buena persona y se hizo su amigo para así poder robar la manzana, en ese tiempo Zoe le fabrico la espada que tienes. Después de que Hércules robo la manzana traicionó a Zoe y como castigo fue expulsada de su hogar.

Percy había dejado de llorar ahora en cambio veía su espada con asco, — No la quiero — murmuró el niño arrojando la espada al suelo.

—Es mejor que descanses y por favor nunca le digas a nada a Zoe.

Percy espero hasta que su mamá se fuera de su tienda para levantarse y recoger la pluma del suelo, salió sigilosamente de su tienda aprovechando que sus hermanas estaban distraídas. — ¿Percy? ¿Ha pasado algo? — pregunto Zoe, al ver al pequeño niño entrar en su tienda.

Percy sacó la pluma de su bolsillo antes de entregársela a Zoe, — Ten, no la quiero.

—¿Pero qué dices Percy? — pregunto Zoe negándose a tomar la pluma, — Es un regalo de tu papá, no puedes hacer eso.

— Pero no es mía, es tuya — respondió Percy. — No quiero que estés enojada.

Zoe sonrió antes de darle un fuerte abrazo a su hermano, — Te quiero mocoso.

Percy le dio un pequeño beso en la mejilla antes de alejarse, — Tengo que regresar a mi tienda, no quiero que mi mamá me regañe — dijo, haciendo que Zoe soltará una carcajada, — Descansa Zoe, te quiero.