Un mes después.

En esta ocasión Percy se levantó más temprano, aunque se quedo en su habitación, el tiempo lo ocupo para continuar leyendo el libro que le había dado Atenea. La bendición que le dio la Diosa había resultado bastante útil, sus problemas de dislexia y TDAH disminuyeron, lo que ayudó para que pudiera concentrarse mejor en la lectura, encontrando al libro bastante interesante, incluso tenía que admitir que si le sería útil en un futuro. El chico abandono su habitación encontrando a Perséfone apuntó de entrar como todos los días a su habitación.

— Veo que ya te has acostumbrado al Inframundo — dijo Perséfone, recordando las primeras semanas del chico y el aspecto que este tenía.

— Si, ya no me parece tan aterrador — respondió esbozando una sonrisa, Percy se despidió de la Diosa antes de entrar en la habitación, ansioso de saber a que otra cosa se podría enfrentar. Al igual que la última vez solo estaba Atenea en la sala.

— ¿Ahora no vamos a leer? — pregunto Percy al ver que la habitual mesa no estaba en la habitación.

— No, esta vez tendremos otro tipo de entrenamiento — dijo Atenea, — He platicado con Ares, acerca de tu avance y creemos que estas listo para la siguiente fase del entrenamiento.

Percy observo con entusiasmo a la Diosa a pesar de que le gustaba leer, estaba más que curioso de saber cual sería su siguiente entrenamiento. Atenea lo observó fijamente antes de pasarle una mascada, — ¿Qué haré con ella? — pregunto el chico.

— Cúbrete los ojos — dijo Atenea, pero el chico se mantuvo observando a la Diosa.

— ¿Por qué? — murmuró el chico.

— Debes de aprender a utilizar tus otros sentidos, no puedes depender de tu vista recuerda que hay varios monstruos que te pueden afectar con la mirada, la vista es el sentido más fácil de manipular — dijo Atenea, Percy asintió, en algo tenía razón, el primer monstruo que pensó fue en Medusa, aunque había algunas otras criaturas que lo podían matar con la mirada. Percy esbozo una sonrisa antes de colocarse la mascada en sus ojos.

— Ahora dime, ¿Dónde estamos? — añadió Atenea.

— En el Inframundo — respondió esbozando una ligera sonrisa, aunque se ganó una palmada de la Diosa de la Sabiduría.

— Déjate de tus bromas, ahora concéntrate — dijo Atenea esbozando una sonrisa para su fortuna el semidiós no logró verla, en las últimas semanas había empezado a caerle bien el semidiós, aunque estaba claro que nunca lo admitiría ante nadie. El chico se quedó en silencio tratando de concentrarse para averiguar en que sitio estaban, había un aroma que le resultaba familiar, aunque aún no lograba reconocer.

— Es un bosque — murmuró Percy reconociendo el aroma, — También hay un río cerca, no es muy grande, pero puedo sentirlo.

— Bien Percy, buen trabajo, ahora quiero que notes lo demás. Dime, ¿acaso estamos solos? — dijo Atenea. Percy escuchaba varias pisadas, aunque estas eran demasiado débil para ser de una persona, tenía que ser de un animal pequeño.

— Creo que hay un par de conejos, también un ciervo, aunque está un poco más lejos — añadió Percy intentando concentrarse en encontrar algo más.

— ¿Qué pasa?

Percy se quedó en silencio levantando por instinto la cabeza aunque no lograba ver sentía que así podía reconocer más aquel ruido. — Hay algo arriba, no creo que sea un animal, es más grande que cualquier ave — respondió antes de ser arrojado al piso, — ¿Qué ha sido eso? — preguntó intentando quitarse la venda, pero la Diosa se lo impidió antes de darle una palmada en la cabeza.

— Si ese ataque hubiera sido de Medusa, habrías terminado como una escultura más de su jardín — dijo Atenea, Percy asintió pesadamente mientras intentaba concentrarse para detectar el movimiento del monstruo, pero sólo escuchaba el aleteo. — Concéntrate en el ruido que provoca, en su aroma, intenta descubrir que es, si logras saber a que te enfrentas es más fácil vencerlo, confía en tus demás sentidos.

Percy se quedó en silencio, escuchando el ruido que hacía aquel extraño ser, estaba seguro que se trataba de un monstruo alado, eso reducía la lista, y su aroma también era interesante. Su olor era a azufre, algo raro, incluso para un monstruo, aunque había una que encajaba perfectamente con esas descripciones y lo había visto en varias ocasiones en los últimas semanas. — Es una Furia — dijo, ese aroma estaba demasiado presente en el Inframundo.

— Así es, ahora que sabes a que te enfrentas, prepárate e intenta atacarla — dijo Atenea. Percy sacó su arco disparando un par de flechas a donde creía que estaba el monstruo. — Vamos Percy concéntrate, a menos que quieras otro golpe.

Percy esbozo una sonrisa, le recordaba a sus prácticas que había tenido con Atalanta era bastante complicado cuando no podía ver al monstruo y para su mala suerte la Furia era silenciosa y tampoco le ayudaba para saber en que parte estaba. Aunque en esta ocasión la Furia se le abalanzó, el chico se arrojó al piso sintiendo como las garras del monstruo pasaban por su cabeza, — No te quites la mascada — dijo Atenea, Percy suspiro pesadamente, era difícil defenderse de algo que no podía ver. — Aprende a usar tus demás sentidos.

Percy se concentró escuchando los aleteos de la criatura disparando nuevamente a donde creía que estaba la Furia pero al igual que la última ocasión lo volvió a fallar, el monstruo volvió a atacar pero en esta ocasión Percy no logró esquivar el ataque y la Furia dejó un corte por todo el brazo. — Vamos Percy, concéntrate o terminaras en la enfermería — dijo Atenea.

Percy se puso de pie guardando su arco, el estar disparando flechas no estaba siendo tan efectivo como creía. — ¿Qué haces? No vas a atacar, ¿quieres terminar en la enfermería acaso? — pregunto la Diosa, pero el chico se mantuvo en silencio, sabía que atacar con su arco era casi imposible que acertará y sólo tenía una oportunidad para atacar. Solo fueron unos segundos los que tuvo que esperar, de pronto escucho el aleteo de la furia más cerca, Percy se arrojó hacia su izquierda manteniendo su espada en alto. Logro esquivar otro ataque, pero en esta ocasión le hizo un corte al monstruo.

— Estúpido niño — rugió Alecto, Percy dejó caer su espada sacando de prisa su arco, disparando un par de flechas en dirección a donde creía que provenía la voz de la furia.

Atenea volvió a chasquear los dedos, desapareciendo la mascada, en ese instante Percy se percató de Alecto y las tres flechas que tenía en el pecho. — Has progresado — dijo Atenea, esbozando una fugaz sonrisa. — Te falta entrenamiento, pero vas en buen camino.

Salto de Línea

Percy se alistó antes de salir de su habitación, ya después de un par de meses de vivir en el Inframundo, se había acostumbrado al ambiente sombrío del lugar, — Has dormido mejor, ¿verdad? — pregunto Perséfone al ver al chico, Percy esbozo una enorme sonrisa. — Bueno creo que hoy vas a disfrutar de tu entrenamiento.

Percy observo a la Diosa antes de entrar en la habitación, para la sorpresa del chico, la sala se había convertido en una playa, el chico observo el lugar intentando encontrar Ares o Atenea, pero ninguno de los Dioses estaba en la habitación, incluso no había nadie, estaba solo. — ¿Hay alguien? — pregunto el chico caminando por la playa, estaba sorprendido de lo grande que era aquella habitación ¿acaso no tenía fondo? pero de pronto se vio atacado por un puño de agua que lo arrojó al piso. Percy de inmediato se puso de pie sacando su arco intentando encontrar a quien lo había atacado, aunque no tuvo mucho tiempo ya que el puño de agua lo volvió atacar, solo que en esta ocasión Percy coloco sus manos al frente frenando un poco la velocidad del puño, pero aún así este logro golpearlo y arrojarlo nuevamente al piso.

— Hola hijo.

Percy se levanto de pronto viendo sorprendido al Rey de los Mares, — ¿Papá? ¿Qué haces aquí? — pidió el chico mientras se sacudía la arena de la ropa.

— Ya es tiempo de que te entrene, necesitas aprender a controlar tus poderes sobre el agua — dijo Poseidón tranquilamente.

— Pero pensé que no podía usarlos — dijo Percy confundido.

— Se que es peligroso usarlos ahora, pero debes de aprender a controlarlos, llegará el momento en el que los vas a tener que utilizar, además te van a ser de mucha ayuda en la batalla — respondió Poseidón, haciendo un gesto al chico para que entrará en el mar, tan pronto como entró al mar se sintió más tranquilo, — Cierra los ojos.

Percy de inmediato cerró los ojos, estaba más que ansioso de empezar con su entrenamiento, — Escucha las olas golpeando la playa, siente el agua golpear tus piernas, relajate, no pienses en otra cosa — Percy permaneció inmóvil, aunque el mar siempre lo mantenía tranquilo, no sentía nada fuera de lo normal.

— Ahora quiero que te concentres, intenta detener la corriente, intenta detener el movimiento del agua — Percy permaneció con los ojos cerrados, pensó en detener la corriente aunque lo único que sentía, era un cosquilleo pero fuera de eso no sentía que estuviera pasando algo diferente — Ahora abre los ojos.

Tan pronto como los abrió se sorprendió de ver que las olas se habían detenido, — ¿Ese fui yo? — pregunto, volteando a ver a su padre, pensando que él había sido quien detenía el mar.

— Fuiste tu, el mar siempre va a seguir tus órdenes, solo debes de tener paciencia hijo — añadió Poseidón con una sonrisa.

— ¿Qué más voy a aprender? — pregunto impaciente.

— Aprenderás a utilizar el agua a tu favor — dijo Poseidón clavando su tridente en la arena. — Intenta lanzar una ráfaga de agua.

Percy levanto las manos lanzando una ráfaga de agua, aunque era fuerte para derribar a alguien no era tan potente como la de su padre, — Concéntrate, puedes hacerlo más fuerte — añadió el Dios, Percy sintió un ligero tirón antes de ver como una ráfaga de agua más grande y con más fuerza salía disparada hacia el cielo.

— ¿Siempre será tan cansado? — pregunto Percy, se sentía demasiado agotado, no entendía como es que antes eso no era tan agotado y como iba a poder utilizar sus poderes si es que lo dejaban bastante agotado, después de todo eso lo iba a cansar más en una batalla.

— Será así, mientras te acostumbras, entre más los practiques más vas a avanzar y te cansaras menos. — dijo Poseidón mientras ayudaba a su hijo a mantenerse de pie. — Además esto te va ayudar bastante en una pelea.

Poseidón levantó su tridente provocando que el mar se detuviera de pronto, — Puedes crear bastantes formar de protegerte — añadió el Dios evocando un par de puños de agua, posteriormente creó una barrera de agua o incluso una armadura de hielo.

— ¿Podré hacer todo eso? — preguntó Percy, estaba más que emocionado, por hacer todo eso.

— Así es Percy, pero hay que seguir entrenando — dijo Poseidón con una sonrisa. El Dios de los Mares uso su tridente para lanzar varias ráfagas de agua y crear varias lanzas de hielo que se incrustaron sobre la arena. — Ahora viene el verdadero entrenamiento, Hefesto me ha prestado uno de sus autómatas, la ventaja de que tengas una batalla en el agua, es que esta te ayudará a sanar tus heridas más rápido, recuerda tu entrenamiento con Ares y Atenea utiliza tus fortalezas para vencerlo.

Un robot de casi dos metros cayó sobre la playa, Percy uso su arco disparando varias flechas pero ninguna de estas le hizo daño al autómata, éste siguió su camino hasta que se coloco frente al chico golpeando a este en el pecho, aunque cayó en el mar no se sintió tan afectado por el ataque. — Vamos hijo, tu puedes — exclamó Poseidón, el autómata intento volver a atacar al chico, pero para sorpresa de ambos el semidiós se alejo velozmente.

Percy sonrió, su padre tenía razón apesar del golpe y las energías que había ocupado antes para lanzar ráfagas, estando en el mar se sentía revitalizado incluso más fuerte que antes. El autómata aprovecho que el chico estaba distraído para intentar atacarlo. Percy solo levantó las manos intentando disminuir la dureza del golpe. El chico cerró los ojos esperando el golpe, pero este nunca llegó. Cuando abrió los ojos se sorprendió al ver una barrera de agua deteniendo los ataques del autómata. — Te lo dije hijo, el mar siempre te va a responder — explicó Poseidón, al ver la mirada incrédula del chico, — Estás en ventaja, úsalo a tu favor.

Tan pronto como el chico bajo las manos, la barrera desapareció, el autómata de inmediato intentó atacarlo pero Percy logró moverse rápidamente esquivando los ataques que lanzaba aquel ser. El chico se sorprendió de que su velocidad había aumentado y lograba esquivar todos los ataques del autómata.

— Usa tu arco, pero concéntrate en tus poderes — dijo Poseidón, su hijo de inmediato lo hizo, sintió un ligero tirón mientras arrojaba las flechas, para sorpresa de Percy estás no eran normales como antes. Las flechas eran de hielo habían logrado perforar el pecho del autómata. Después de varias flechas el robot se desplomó en el piso. Tan pronto como eso pasó el chico se dejó caer en el mar, estaba más que agotado y eso que apenas había ocupado muy poco sus poderes, no quería ni imaginarse lo que sería practicar fuera del agua.

— Debes ir a descansar hijo — dijo Poseidón ayudando al chico a ponerse de pie, — Hay que descansar Percy, no sirve de nada que te agotes más, mañana seguiremos con tu entrenamiento.

El chico solo asintió antes de caminar de regreso a su habitación, estaba más que agotado pero quería seguir aprendiendo. — ¡Percy! — el chico dio un salto sorprendido de ver a la Diosa del amor en su habitación, había estado tan distraído qué nunca se percató de la presencia de la Diosa, solo esperaba que eso no fuera una prueba.

— Señora Afrodita — murmuró el chico haciendo una pequeña reverencia.

— Necesito tu ayuda — dijo Afrodita, — Mi hija está en peligro.

— ¿Qué tengo que hacer? — pregunto Percy. La Diosa le sonrió antes de tomarlo por el hombro y desaparecer del Inframundo.

— ¡Por Hades! ¿Por qué nunca avisan? — murmuró Percy intentando aguantarse las ganas de vomitar.

— Lo siento Percy, pero nos teníamos que dar prisa, mi hija no tiene mucho tiempo — dijo Afrodita, Percy asintió mientras sacaba su arco, estaban en un edificio, y por su aspecto parecía que llevaba varios años deshabitado.

— ¿Dónde está ella? — pregunto Percy, intentando encontrar alguna señal de algún monstruo, pero la Diosa no tuvo que contestar ya qué un grito en el tercer piso lo alertó. — Iré a ayudarla — dijo antes de correr a las escaleras subiendo a toda velocidad.

— ¡Ayuda!

Percy se detuvo antes de llegar al tercer piso, quería asegurarse a que se iba a enfrentar no tenía que ser tan imprudente. Se acerco con cuidado hasta el último escalón donde podía observar mejor el pasillo, justo en la tercera puerta vio a un hombre.

— Tu cuida que no venga nadie, yo mientras me encargo de la niña.

Escuho la voz de un hombre, el que estaba en la puerta se dio la vuelta para vigilar mejor el pasillo. — Por favor no me hagan daño — Percy apretó su arco con furia, no le gustaba nada de lo que aquellos hombres le podían hacer a la hija de Afrodita. Sin pensarlo dos veces, Percy disparo un par de flechas a las piernas del hombre que cuidaba la entrada, provocando qué este cayera al suelo.

Percy se echo a correr aprovechando que el hombre aun estaba en suelo para darle una patada dejando inconsciente, — ¿Quién mierda eres tu? — pregunto el otro hombre tomando el cuchillo que tenía en su pantalón, Percy observó a su alrededor encontrando a la hija de Afrodita en una de las esquinas de la habitación, aunque su distracción la aprovecho el hombre para darle un puñetazo y tirarlo al suelo.

— Primero te voy a matar niño y después lo haré con ella — dijo el hombre antes de intentar apuñalar a Percy, pero este se levantó de inmediato esquivando el ataque, antes de disparar un par de flechas a los pies del hombre, antes de darle un golpe en el rostro dejando inconsciente al desconocido.

— ¿Estás bien? — pregunto Percy pero la hija de Afrodita se oculto, viendo con temor al chico. — Tranquila no pasará nada.

— ¿Tú no me harás daño? — pidió la chica, Percy se dio cuenta que ella estaba usando el embrujahabla, le costó un poco pero logro resistirse al encanto.

— Espera aquí, iré por alguien — murmuró antes de salir de la habitación, para ser abordado por una preocupada Afrodita.

— ¿Ella está bien? — pregunto Afrodita.

— Si, aunque esta nerviosa, pensé que tal vez usted podía hablar con ella — dijo Percy, Afrodita solo asintió antes de entrar en la habitación. Percy tomo por los pies al hombre que estaba en la salida para llevarlo a otra habitación, se quería asegurar que cuando despertara este no les causará problemas, una vez que lo dejo bien amarrado fue por el otro hombre, aunque se sorprendió de que ni Afrodita ni la chica estuvieran en la habitación.

— ¿Quién eres tu? — Percy se sobresalto sin entender por qué no había escuchado a alguien, si esto hubiera sido un entrenamiento, Atenea y Ares ya lo hubieran regañado. — ¿Acaso eres sordo? — pregunto nuevamente la chica.

— Soy Percy Jackson — respondió mientras se daba la vuelta para ver a la chica, era un poco más grande que él, su piel era morena, su cabello se imaginó qué había sido cortado por ella, ya que estaba muy desigual, aunque lo más interesante eran sus ojos qué cambiaban de color.

— Piper McLean — respondió, Percy sonrió nervioso sin saber que responder, para su fortuna el encuentro fue interrumpido por una apresurada Diosa del Amor.

— Tenemos problemas — dijo Afrodita.

— Te digo que debe estar aquí y no me equivoco hay un engendro de Poseidón aquí — Percy se estremeció al escuchar aquella voz sonaba fría y dura, pero lo que más le aterraba era qué lo habían descubierto.

— ¿No me puedes llevar al Inframundo? — murmuró Percy.

— No puedo — añadió Afrodita, — Si desaparecemos ahora, ellos se darán cuenta e irán a decirle a Zeus.

— ¿Qué haremos entonces? — murmuró nervioso, no se quería ni imaginar lo que le podía pasar si Zeus se enteraba de su existencia.

— Los voy a distraer, pero ustedes tendrán que irse, los veré cuando me deshaga de ellos — dijo Afrodita, — Por cierto, disculpa por lo que voy a hacer.

Antes de que Percy pudiera hablar se vio rodeado por un humo rosa, — ¿Qué Hades paso? — pidió Percy revisando su nueva ropa, llevaba un pantalón negro entallado junto con una playera rosa. Incluso Piper se mordía los labios para no reírse.

— Lo siento Percy, cuídense — dijo Afrodita saliendo de la habitación.

— ¿Ahora qué haremos? — pregunto Piper, Percy se mantuvo de pie, los pantalones que llevaba eran bastante incómodos, no creía que pudiera correr mucho con ellos.

— No se, no conozco la ciudad — respondió Percy, al parecer Afrodita había logrado alejar a los desconocidos, pero no sabia si iban a estar a salvo en aquel lugar.

— Mi casa no queda lejos — dijo Piper.

— Vamos allá — añadió Percy antes de abandonar la habitación seguido de la hija de Afrodita.

— ¿Es en verdad todo esto? — pregunto Piper de pronto, Afrodita le había contado todo acerca de los Dioses Griegos, pero aún así no lo podía creer.

— ¿Lo de los Dioses? — pregunto, la chica solo asintió, — Si es cierto, se que es muy raro pero todo es verdad.

— ¿Y por qué te buscaban? ¿Hiciste algo malo? — pregunto Piper.

Percy observó a su alrededor, estaba nervioso de estar solo y con el riesgo de ser atrapado, — Soy hijo de Poseidón y hay una Profecía que pone en riesgo al Olimpo, es por eso que Zeus me quiere matar.

Piper se quedó en silencio observando fijamente al chico, aunque era muy extraño lo que había dicho sabía que le decía la verdad. — ¿Es por eso qué te ocultas en el Inframundo? — pregunto la chica.

— No me oculto, ahí me están entrenando — respondio nervioso, — Yo vivo en la Caza.

— Ahí es — dijo Piper señalando una gran casa que estaba a unos cuantos metros.

— ¿Y cómo fue qué terminaste en ese lugar? — pregunto Percy.

Piper miró avergonzada al piso, — Tuve una pelea con mi padre y sólo salí a caminar, quería pensar las cosas — respondió ella aun sin levantar la mirada del piso, — Nunca me imaginé que iba a a terminar en aquel sitio.

— Nada de lo que pasó fue tu culpa, ¿Lo sabes verdad? — dijo Percy viendo fijamente a la chica, la cual sólo asintió con nerviosismo, aunque el momento fue interrumpido por Afrodita sorprendiendo a los chicos.

— Tenemos que irnos Percy, se han dado cuenta de tu desaparición y ya han empezado a buscarte — dijo Afrodita con nerviosismo, mientras se acercaba al chico. — Nos vemos hija.

Y sin que Percy pudiera despedirse de la chica Afrodita los teletransporto de regreso al inframundo, Percy se sentía tan mareado que no se percató que no estaban solos en la habitación. — ¿Dónde estabas? — cuestionó Atenea al ver aparecer a Afrodita y Percy. — ¿Por qué saliste del Inframundo?

Percy miró con cierto nerviosismo a la Diosa, nunca la había visto tan enojada, incluso también Afrodita estaba asustada por la actitud de Atenea. — Atenea yo puedo explicarlo — murmuró Afrodita aunque se quedó callada al recibir la mirada furiosa de la Diosa de la Sabiduría. Para fortuna de ambos Hades irrumpió en la habitación.

— Por fin apareció el chico — dijo Hades al ver a Percy en la habitación. — Iré a traer de vuelta a las Furias.

— ¿Le dijeron a Artemisa? — murmuró Afrodita, temiendo lo que le podría hacer la Diosa de laCaza.

— Para tu fortuna solo me informaron a mi de su desaparición — añadio Atenea, aunque aun seguía enojada. — ¿Por qué saliste del inframundo?

— Mi hija estaba en peligro y no sabia que hacer y por eso le pedí su ayuda a Percy — dijo Afrodita, Percy por sun parte se mantuvo en silencio ignorando la mirada furiosa que tenía la Diosa Olímpica.

— Perseo debe de descansar, continuaremos con esta charla en mi palacio — dijo Atenea desapareciendo de la habitación, Afrodita sólo suspiro antes de desaparecer dejando aun Percy bastante agotado, ni se quería imaginar lo que hubiera pasado si su madre se hubiera enterado de lo que pasó, aunque estaba tan cansado que se quedo dormido tan pronto se acostó.

Salto de Línea

Habia terminado otro entrenamiento con su padre y al igual que en días anteriores se sentía tan cansado, aun no se había podido acostumbrar a usar sus poderes sin cansarse tan rápido, aunque había algo en lo que non podía dejar de pensar y lo había estado molestando por bastante tiempo.

— Le puedo hacer una pregunta — pidió Percy antes de entrar en su habitación, — ¿Es cierto que el Señor Hades tiene dos hijos?

— ¿Cómo lo supiste? — preguntó Persefone con nerviosismo, observando a su alrededor tratando de ver si Hades estaba cerca.

— Es que escuche hablar al Señor Hades que ellos estaban encerrados en el hotel Lotus, ¿es cierto? — dijo Percy, la Diosa suspiro pesadamente antes de entrar en la habitación seguido del semidiós.

— Lo que te voy a decir es un secreto, no le tienes que contar a nadie. ¿Me entiendes? — pidió la Diosa con seriedad, algo que tomó por sorpresa al semidiós. — Hades los encerró, después de escuchar la Profecía y planea tenerlos ahí hasta que se cumpla la misma.

Percy se quedo en silencio, estaba tan concentrado pensando en lo que habia averiguado que no se percató que la Diosa habia abandonado la habitación. Tenia que hablar con alguien o esto seria aunmanteniendo peor, de inmediato se dirigio al baño esperando que su hermana no estuviera ocupada. — Atalanta, campamento de la caza — dijo mientras lanzaba su dracma

Para fortuna del chico la cazadora se encontraba en su tienda limpiando su arco, cuando se vio sorprendida por la llamada Iris, — ¿Percy? ¿Qué pasa todo ésta bien? — preguntó Atalanta dejando su arco sobre su cama.

Percy se quedo callado no sabia como decirlo, — Si todo ésta bien —dijon Percy intentando sonreír para calmar la cazadora, pero ella observó fijamente al chico.

— No es cierto, dime que fue lo que pasó — añadió Atalanta con severidad.

— Es que me enterado que Hades tiene dos hijos — murmuró Percy, evitando ver a su hermana a los ojos. — Es solo que he pensado que con ellos, tal vez no sea yo el de la profecía y me salve.

Atalanta se quedo en silencio, a pesar de que tal vez si era una buena noticia pero la cara de su hermano sabia lo que este estaba pensando, — Tener esos pensamientos no te hace mala persona Percy — dijo Atalanta logrando que Percy la viera a los ojos. — No tienes por que pensar en eso, el destino es algo que no puedes alterar, solo tienes que preocuparte en continuar con tu entrenamiento y ser mejor cada día, ¿me prometes que vas a dejar de pensar en eso? —

— Si — murmuró Percy aunque no estaba tan convencido, el chico estaba tan distraído que no se percató que su hermana había terminado con el mensaje Iris. El estar en aquel lugar sólo provocaba que más pensar a en eso.

Tenia que salir, si se quedaba mas tiempo ahi se volveria loco, después de varios minutos El chico se acercó a la puerta echó un vistazo a su alrededor tratando de averiguar si había alguien cerca, para después salir de la habitación para ir al jardín de Persefone aquel lugar era lo que más le recordaba a estar en casa, tal vez así podía aclarar su mente.

— ¿Qué haces aquí? Creo que fui claro, solo puedes salir de tu habitación cuando estés en tu entrenamiento — Percy se levanto de pronto ante la mirada de Hades.

— Lo siento, solo vine aquí para pensar algunas cosas. Este sitio me recuerda mucho a estar en casa — dijo Percy mirando con nerviosismo al Dios.

— Perséfone me ha dicho que preguntaste por mis hijos — Percy se detuvo volteando a ver al Dios de los Muertos, — ¿Por qué? ¿Por qué lo hiciste?

Percy se mantuvo con la mirada en suelo, cuando se había enterado de la existencia de los hermanos Di'Angelo se sintió tranquilo, pensando que tal vez no sería quien tendría que asumir la Profecía, pero después de hablar con ellos se sentía bastante mal de haber pensado en eso.

— ¿Por qué los tiene encerrados ahí? ¿Acaso los quiere usar para la Profecía? — pregunto Percy, aunque no noto que había echo enojar al Dios.

— Claro que no, no soy como el idiota de Zeus, no quiero que mis hijos estén en peligro por una tonta Profecía — respondió Hades bastante enojado, — Ahora dime, ¿Por qué preguntaste por ellos? Acaso quieres manipular a mis hijos para salvar tu pellejo.

En esta ocasión Percy levanto la mirada observando con odio puro al Dios, — No lo haría, si soy el de la Profecía no voy a dejar que nadie muera por mi culpa — añadió Percy sin verse intimidado por la mirada del Rey del Inframundo.

— Eres igual de tonto que tu padre, ¿acaso quieres morir? — pregunto Hades, ignorando las miradas que le lanzaba el chico.

— ¿Y a usted que le importa? A ustedes solo les interesa que salve sus tronos — espeto Percy furioso, lo que provocó que Hades soltará una carcajada.

— Creo que eres más testarudo de lo que pensé — dijo Hades.

— ¿Le puedo preguntar que fue lo qué pasó con mi verdadera madre? — pregunto Percy, en esta ocasión Hades se veía algo incómodo con la pregunta.

— ¿Por qué preguntas eso? — pidió el Dios algo nervioso.

— Escuche Alecto hablar de mi madre, pero nadie me ha explicado que fue lo que pasó — explicó Percy. El Dios de la Muerte observo con nerviosismo al semidiós.

— Es algo difícil de explicar — fue lo único que respondió Hades pero el chico no dejaba de verlo fijamente. — Creo que no debería ser yo quien te explique eso.

— Por favor, ¿es cierto que usted mando asesinar a mi madre? — pregunto Percy, pero para sorpresa del Dios de la Muerte, el chico no estaba molesto.

— Es algo difícil de explicar, Zeus se había enterado de ti, el plan era que Alecto solo iba a perseguir a tu madre pero sin hacerle daño, hasta que ella llegara al mar donde estaría a salvo. Tu padre sabía eso, pero no sabemos qué pasó, Alecto nunca los atacó pero el auto perdió el control y se estrellaron — Percy se quedó en silencio observando fijamente a Hades, tratando de descifrar si le estaba mintiendo.

— Ven conmigo quiero que hables con alguien, creo que ella si podrá hacerte entender.

Después de unos segundos Percy siguió al Dios hasta la salida del palacio. Conociendo por primera vez el Inframundo, el chico se detuvo de pronto al ver al enorme perro que custodiaba aquel reino, aunque se encontraba bastante lejos, pudo sentir como el perro fijaba su vista en él. Media aproximadamente unos 12 metros, pero lo que más le sorprendía era las tres cabezas que tenía el perro. — Vamos niño, no tenemos todo el día — exclamó Hades, — Cerbero no te hará nada, ahora date prisa.

Percy camino sin apartar la vista del animal, atento por si esté se decidía por atacarlo, aunque no creía que tuviera alguna oportunidad de salvarse si este lo hacía, — ¿A dónde vamos? — preguntó. Hades sólo se quedó en silencio sin dejar de caminar, una vez, que se alejaron de Cerbero, Percy se relajo un poco aunque no mucho ya que el lugar estuviera lleno de muertos no le ayudaba mucho.

Aunque nunca se imaginó que el Inframundo fuera así, con varios fantasmas formados esperando su turno como si fuera alguna oficina o algo así, después de unos minutos Hades se detuvo, — ¿Qué es esto? — pregunto, aquel lugar estaba lleno de vida incluso pudo ver a varios niños jugar, todos se veían tan felices, algo muy diferente a lo que habia visto en todo el inframundo.

— Camina por el lugar, cuando te sientas listo vienes para que regresemos al castillo — dijo Hades antes de alejarse del lugar, Percy le echo un último vistazo al Dios antes de adentrarse, cuando más caminaba más le gustaba ese lugar.

— ¿Percy?

El chico se dio la vuelta sorprendido de que alguien lo conociera, ella era una mujer de mediana edad, cabello negro. — ¿En verdad eres tu? — pregunto, dando un par de pasos para acercarse al chico.

— ¿Quién es usted? — preguntó, había algo en aquella mujer que a Percy le daba confianza y no lo podía entender ya que nunca la habia visto antes.

— Soy Sally Jackson — respondió, sin poder evitar llorar. Percy se quedó viendo fijamente, no tenía que ser muy inteligente para saber de quien se trataba.

— ¿Mamá? — pidió Percy, observando detenidamente a la mujer, intentando guardar en su mente hasta el más mínimo detalle.

— Mi bebé — respondió, abrazando con fuerza al chico. — ¿Por qué estás aquí? No me digas que has muerto.

— No, vine aquí ha entrenar — dijo Percy, él gesto de Sally se suavizó, estaba feliz de su hijo aún siguiera vivo.

— ¿Y dime Percy que ha pasado? ¿Cómo has vivido? — pregunto, estaba interesada de saber cómo era la vida de su hijo.

— He vivido en la Caza, Artemisa me adoptó — respondió, esbozando una sonrisa. — Las cazadoras me han tratado como un hermano, y Artemisa la quiero mucho.

Percy desvío la mirada al piso temiendo que Sally se molestará, — No sabes lo contenta que estoy de que hallas encontrado una familia que te quiera. Me pase todos estos años con la angustia de no saber como estabas. — dijo con una sonrisa.

Después de un par de horas Percy abandono las islas con una enorme sonrisa, y lo primero que hizo fue darle un rápido abrazo a un sorprendido Dios de los Muertos. — Veo que si funcionó la visita — dijo Hades, aunque estaba un poco incómodo con el abrazo que le había dado el chico.

— Si, mañana voy a continuar con el entrenamiento — dijo Percy sin dejar de sonreír, Hades solo asintió antes de regresar al castillo sin detenerse a ver si Percy lo seguía. El camino de regreso fue más rápido y silencioso.

— ¿Sabe? — dijo Percy antes de que el Dios se alejara, — Cuando gane mi deseo será que tenga nuevamente su lugar en el Olimpo.

Hades esbozo una sonrisa fugaz antes de abandonar la habitación, dejando a un sonriente Percy.

Salto de Línea

— Este será tu último día de entrenamiento — dijo Ares, Percy se quedó en silencio, estaba más que emocionado de volver a la Caza, aunque iba a extrañar los entrenamientos.

— ¿Ya terminó? — pregunto Percy.

— No, volverás cada año para seguir tu entrenamiento, aunque también necesitas pasar tiempo con tus hermanas — dijo Atenea, logrando que el semidiós sonriera. — Ahora concéntrate, este será más difícil.

Percy asintió mientras sacaba sus cuchillos de caza, los Dioses le sonrieron por última vez antes de desaparecer de la habitación, unos segundos después el lugar se convirtió en un extenso bosque.

— Nos volvemos a encontrar Percy — dijo Alcander mientras jugaba con su hacha.

— Pero si es mi viejo amigo Alcander, ¿cómo has estado amigo? — pregunto Percy observando la reacción del hombre.

— Ahora no te van a servir tus juegos Jackson — exclamó Alcander lanzado su lanza contra el chico, Percy se arrojó a su izquierda esquivando fácilmente el ataque.

— Vamos Alcander, te has vuelto más lento — dijo Percy sin dejar de sonreír, Alcander se quedó en silencio antes de intentar golpear al chico. Percy respondió arrojando un par de flechas aunque ninguna logró darle al guerrero.

— Creo que has fallado Jackson — murmuró Alcander con una sonrisa, Percy de inmediato aprovecho para arrojar una ráfaga de agua tirando al hombre al suelo.

— Te he vuelto a ganar — dijo Percy apuntando su lanza a la garganta de Alcander. Este solo gruño furioso mientras desaparecía de la habitación.

Percy convirtió su lanza nuevamente en su cuchillos esperando la siguiente prueba, bastaron unos segundos antes de que la sala se viera iluminada, obligando al semidiós a cerrar los ojos. En esta ocasión, la habitación se transformó en una playa, Percy se mantuvo inmóvil antes de alzar las manos logrando detener un puño de agua que se dirigía a donde estaba.

Percy sacó nuevamente su lanza para utilizarla para frenar los ataques, después de unos minutos los ataques cesaron, — ¿Qué pasó hijo? Te has cansado? — dijo Poseidón con una sonrisa, Percy se mantuvo en silencio observando a su padre, esperando otro ataque. Poseidón sonrió antes de golpear su tridente al piso lanzando nuevamente ráfagas de agua, Percy nuevamente utilizo sus poderes para frenar los ataques. Durante varios minutos se mantuvo sólo deteniendo los ataques antes de arrojar dos flechas en dirección a su padre, lo que sirvió para distraerlo, lo que aprovecho el chico para arrojar un par de ráfagas tirando al Dios al piso.

— Creo que gane — murmuró Percy con una sonrisa. Poseidón se levantó de inmediato sin dejar de sonreír.

— Bien hecho hijo — dijo Poseidón antes de desaparecer, al mismo tiempo que la sala se volvía a iluminar. Antes de que pudiera abrirlos fue golpeado en el pecho siendo arrojado contra el piso.

— Tu — murmuró Percy viendo con odio puro al enorme Minotauro, de inmediato se puso de pie atacando al monstruo aunque fue arrojado al piso nuevamente. Lo que solo aumento más la furia del semidiós, se puso de pie de inmediato atacado con sus cuchillos de caza al enorme monstruo, aunque ninguno de sus ataques logró debilitarlo. El Minotauro regresó al ataque lanzando una patada al chico antes de sujetarlo.

— Eres débil e imprudente — rugió el monstruo sujetando con más fuerza al chico, Percy golpeó desesperado las garras del monstruo pero no logro hacer nada.

— ¡Ayuda! ¡Percy por favor! — Percy se levanto de inmediato viendo a Zoe y Atalanta cerca de donde estaba, siendo atacadas por varios Cíclopes.

— No, otra vez no — murmuró, lanzando varios golpes. El Minotauro sonrió maliciosamente antes de arrojar al chico.

— Primero voy a asesinar a esas niñas y después lo haré contigo — rugió el Minotauro, Percy intento seguirlo pero fue detenido por los Cíclopes que habían estado atacando a las cazadoras. En su desesperación, logró que uno de ellos le hiciera un corte en el brazo, impidiendo que pudiera moverlo, después de eso uno de los Ciclopes lo arrojó violamemte al piso. Percy se intentó poner de pie pero lejos de defenderse de los Ciclopes intentó ir nuevamente al rescate de sus hermanas lo que provocó que nuevamente fuera arrojado al piso.

"Debes mantener la calma, enojado nunca vas a ganar." escucho la voz de Ares en su mente, Percy se mantuvo aún de rodillas antes de golpear el piso con sus puños creando un ligero temblor aunque lo suficientemente fuerte para lograr que los dos Cíclopes perdieran el equilibrio, el chico utilizo ese momento para eliminar a los Cíclopes disparando una decena de flechas a los ojos de los monstruos. Una vez libre de los Cíclopes arrojó una ráfaga de agua contra el Minotauro, lo que logró que el monstruo centrará su atención en él.

— En esta ocasión no vas a matar a nadie — rugió Percy antes de echarse a correr en dirección al monstruo, justo cuando estaba apunto de chocar contra este, Percy arrojó una ráfaga de agua al piso elevándose unos metros en el aire, lo que aprovecho para disparar tres flechas al rostro del monstruo

El Minotauro rugió mientras se llevaba las manos al rostro intentando retirarse las flechas, Percy aprovecho la oportunidad para arrojar varias flechas con sogas a los árboles que tenía más cerca. Tan pronto como el Minotauro se recuperó, se echo a correr a donde estaba el chico, aunque no logró llegar muy lejos ya que cayó al suelo debido a las sogas. Percy de inmediato convocó un par de cadenas de hielo que sujetaron al Minotauro evitando que este se pudiera poner de pie. De inmediato se subió encima del monstruo incrustando su arma en el pecho al Minotauro.