— Chicas, creo que es hora de irnos de aquí — murmuró Percy, señalando la congregación de monstruos que había en la playa, Clarisse y Reyna encendieron el barco, esté poco a poco se empezó a mover alejándose de la isla.
— ¿Pasa algo? — preguntó Hylla, Percy se había mantenido en la cubierta observando el mar.
— !¡Detengan el barco! — gritó Percy sin apartar la vista del mar, aunque no lograba ver nada su instinto le decía que estaban en peligro. — Alguien cuide del Vellocino.
— ¿Qué pasa Percy? — preguntó Clarisse, Annabeth había ido por el Vellocino, mientras Hylla y Reyna sacaban sus armas, preparadas para el ataque. — ¿Es Enio?
La hija de Ares observó los aires esperando encontrar con alguna de las Keres, pero todo estaba tranquilo. — Hay algo en el mar, se está acercando a nosotros, espero que cuando nos detengamos lo tome como que no somos una amenaza — explicó Percy, sin apartar su vista del mar.
Hylla se mantuvo en silencio, sentía un escalofrío recorrer su cuerpo, solo había un monstruo que podía hacer eso. — Necesitamos encontrar algo que podamos incendiar — dijo la chica observando a su hermana. — La Hidra de Lerna es la que viene por nosotros.
Reyna de inmediato se adentro en el barco intentando encontrar algo que les ayudará, — Enciende el barco a toda potencia — pidió Percy, sabía que la Hidra se acercaría a ellos, había deseado que se tratará de alguna otra criatura. Hylla se internó en el barco, poco a poco la embarcación se empezó a mover.
— ¿Alguna idea de como derrotarla? — preguntó Clarisse, observando a su alrededor intentando encontrar a la criatura.
Percy permaneció en silencio, había intentado usar sus poderes para ayudar a la embarcación para alejarse, aunque su tranquilidad solo duró un instante, el barco recibió una fuerte sacudida provocando que todos perdieran el equilibrio. Una cabeza tipo serpiente emergió del agua, su boca estaba llena de filosos dientes, después de esa emergieron dos más. Las tres observaron la cubierta del barco, para después fijar su atención en los semidioses. Percy arrojó una ráfaga de agua en dirección a Clarisse, alejando a una de las cabezas de la hija de Ares. — No le cortes la cabeza — gritó Percy al ver lo que planeaba Clarisse. — Intenten ver si aquello aún funciona — dijo señalando el cañón, tan pronto la chica desapareció las tres cabezas de la Hidra se fijaron en Percy.
El chico dio un par de pasos hacia atrás temeroso, ya había visto a la criatura durante su entrenamiento pero verla en vivo era más aterrador. La Hidra permaneció unos instantes inmóvil, antes de que una de las cabezas se abalanzó sobre el chico. Percy rodó a su izquierda evitando el ataque mientras disparaba varias flechas que se incrustaron sobre el cuello. — Cuidado.
Percy volteó a su izquierda, el chico logro levantar las manos creando una barrera de agua, que lo protegió de una mordedura. Mientras el chico se protegía escuchó una explosión, la barrera de agua se desvaneció. Percy pensó que tal vez tendrían una oportunidad de escapar, aunque sus esperanzas se esfumaron mientras otras dos explosiones resonaban. Un escalofrío recorrió el cuerpo del chico, mientras veía que la Hidra había sido decapitada. — ¿Por qué lo han hecho? — escucho gritar a Reyna. Percy corrió a donde estaba Hylla, la chica estaba igual que él, podía ver el miedo en su mirada, — ¿Qué otro monstruo había en la isla? — preguntó Percy.
— Hay varios Cíclopes, Empusas y también una Quimera — explicó Hylla, el hijo de Poseidón se adentro en el barco tenía que encontrar el frasco que le había dado Circe, sabía que la Hidra se sentía atraída por su aroma.
— Aquí estás — murmuró el chico guardando el frasco en su bolsillo y tomando la gorra de Annabeth, para después dirigirse a donde estaba Hylla.
— Acelerá lo más que puedas — dijo el chico, saliendo nuevamente a la cubierta, sólo lograron avanzar algunos metros antes de volverse a detener. Una cabeza nuevamente sobresalió del mar, aunque en esta ocasión acompañada de otras cinco.
— No disparen — gritó Percy, no quería volver a decapitar alguna cabeza. La criatura rugió furiosa. — Cuando no esté la Hidra acelera, no te detengas para nada.
El chico disparó un par de flechas llamando la atención del monstruo antes de saltar del barco, La Hidra de inmediato se sumergió en el mar en busca del hijo de Poseidón. Las chicas se asomaron desde la cubierta del barco pero no vieron ninguna señal de Percy o la Hidra.
— Él estará bien — dijo Hylla, el chico era un hijo de Poseidón estaría a salvo mientras se mantuviera en el mar.
Percy nado lo más rápido que pudo alejándose de la playa, aunque para frustración del chico la Hidra se mantenía bastante cerca, le tomó varios minutos pero logró llegar a la playa, donde aún se mantenían varios monstruos. Un Cíclope se adelantó e intentó sujetar al chico pero su brazo fue detenido, una de las cabezas de la Hidra se habían incrustado en el brazo, otra más mordía el cuello de este, ya una vez fuera del mar se pudo percatar de la altura de la criatura, medía aproximadamente unos 25 metros. El resto de Cíclopes no se vieron intimidados por la Hidra e intentaron acercarse al chico. Percy tuvo que agradecer que era hijo de Poseidón, todos los monstruos se sentían atraídos por él y ninguno parecía que lo quería compartir, lo que ayudaba a que entre ellos se eliminaran. — Por Hades — murmuró sin poder ocultar su temor, uno de los Cíclopes había logrado decapitar una de las cabezas de la Hidra, lo que solo provocó que otras dos cabezas emergieran.
El chico esquivo nuevamente otro ataque de un Cíclope, pero no se percató del ataque de otra criatura, el cual derribó al chico. — Me ha parecido ver un lindo gatito — murmuró Percy mientras intentaba alejarse del monstruo que lo había atacado. La Quimera rugió furiosa mientras con la cabeza de león intentaba morder a Percy, aunque esta se alejó ante el rugido de la Hidra.
La Quimera rugió antes de abalanzarse sobre la Hidra, Percy se colocó la gorra de Annabeth y se arrastró por el suelo tratando de evitar algún ataque, para fortuna del chico, ambos monstruos estaban entretenidos peleando entre sí, ninguno se había percatado de la desaparición de Percy. Antes de regresar al mar, el chico tomó la poción que le dio Circe, no se detuvo para ver si los monstruos se habían percatado, quería regresar lo más pronto posible al barco. Cinco minutos aterrizó en la cubierta ante la mirada de todas las chicas. — ¿Qué Hades estabas pensando? — preguntó Clarisse mientras ayudaba a Percy a ponerse de pie.
Percy esbozó una sonrisa nerviosa, al ver las miradas furiosas de las chicas, — Creo esto es tuyo — dijo mientras le entregaba su gorra a la hija de Atenea. — Hylla había dicho que todos los monstruos se sentían atraídos por mí, así que la única manera que se me ocurrió para entretener a Hidra era que esta fuera detenida por demás monstruos.
Annabeth lo observó fijamente, — Eso fue ingenioso — murmuró la hija de Atenea, sin dejar de verlo.
— ¿Por qué siempre tienes que ponerte en peligro? — preguntó Reyna golpeando al chico en el hombro.
— Quería ver si ellas pelearían por mi — respondió el chico con una sonrisa, logrando romper la tensión.
— De verdad eres un cerebro de algas — murmuró Annabeth.
Salto de Línea.
Habían pasado unas horas desde que habían capturado el Vellocino de Oro y hasta ahora tenían un viaje tranquilo, después de aquel ataque de la Hidra, ningún monstruo los había atacado, pero lejos de tranquilizar a los chicos, eso los ponía más nerviosos, sentían que en cualquier momento llegaría el ataque, sabían que Enio no los dejaría llegar al campamento sin antes atacarlos. Percy se mantuvo todo ese tiempo en la cubierta del barco observando los cielos esperando algún ataque.
— ¿No dormirás?
Percy se dio la vuelta encontrando a Reyna que caminaba a donde estaba, — No tengo mucho sueño, además siento que alguien nos va atacar en cualquier momento.
— Nunca tuve oportunidad de agradecerte por salvarme del basilisco — dijo Reyna mientras tomaba asiento aún lado de Percy, quien se mantenía observando los cielos por un momento el chico la observó antes de sonreír.
— Bueno creo que te lo debía — respondió esbozando una sonrisa, — Ustedes se vieron arrastradas en esta misión, fue nuestra culpa que estuvieran en peligro.
— Aún así ya me has salvado en dos ocasiones — añadió Reyna viendo al chico.
— Las Keres te atacaron porque van tras de mí, y el ir a matar al Basilisco no era tu misión — dijo Percy tranquilamente, — Además Circe y ustedes no me entregaron a Enio.
— Se los dije antes, tu hermana y tu no tienen por que seguir en esta misión, ustedes no tienen por qué arriesgarse — añadió Percy, aunque en esta ocasión fue Reyna la que sonrió.
— Alguien tiene que cuidar de ti, y más cuando parece que te metes en problemas a cada paso que das — dijo Reyna con una sonrisa.
— Creo que tienes razón — añadió entre risas Percy, — Aunque en mi defensa, los problemas me persiguen a mi.
— ¿Aún falta mucho? — preguntó Clarisse uniéndose a los chicos, estaba ansiosa de regresar al campamento, quería comprobar que en realidad Chris la había traicionado, aún quedaba la posibilidad de que todo fuera un error.
— Ya estamos cerca, si no me equivoco creo que estamos por Carolina del Norte. Si seguimos a esta velocidad, llegaremos en un par de horas al campamento — respondió Percy tranquilamente.
— Es bueno viajar con tu brújula especial, eso hace el viaje más fácil — dijo Annabeth mientras le daba un golpe en el hombro, él solo respondió sacando la lengua, — Que maduro Percy, que maduro.
Percy permaneció en silencio antes de arrojar una ráfaga de agua a la hija de Atenea, — ¿Perdona qué has dicho? — dijo con una sonrisa.
— Dejen de estar jugando parecen dos niños pequeños — dijo Clarisse evitando que Annabeth golpeara al chico.
— ¿Cómo es que eres tan bueno para saber dónde estamos? — cuestionó Hylla.
— Eso es gracias a mi padre, no sé cómo explicarlo, pero siempre que estoy en el mar me puedo orientar sin ningún problema — respondió él mientras se encogía de hombros, antes de correr a la cubierta del barco. Percy se quedó unos segundos viendo el cielo antes de sacar su arco, disparando varias flechas. Fue ahí cuando las chicas se percataron que varias Keres sobrevolaban el barco.
— ¿Por qué no atacan? ¿Qué es lo que esperan? — preguntó Reyna sin apartar la vista de aquellos seres, esperando que en cualquier momento estas atacarán.
— Enio debe estar cerca, no bajen la guardia — dijo Percy mientras apuntaba su arco hacia el cielo esperando que en cualquier momento empezará el ataque.
Percy arrojó un par de flechas contra aquellos seres, aunque logró acertar ninguna de aquellas criaturas hizo algo para defenderse. — ¿Qué están esperando? — murmuró Percy nervioso, caminó al otro extremo del barco intentando encontrar algo que explicara la actitud extraña de aquellos seres. En eso, todas las Keres se movieron siguiendo a Percy.
— ¿Por qué no atacan? — murmuró Clarisse, estaba algo nerviosa al igual que el resto de las chicas.
— Creo que Enio no quiere atacarte, mientras estés en el mar, estás en el reino de tu padre, sería un suicidio para ella enfrentarte en este lugar — añadió Annabeth, aunque estaba segura de que la Diosa no los iba a dejar llegar hasta el campamento sin atacar.
— No deben tardar más de dos horas en llegar al Campamento, intentaré mantener ocupada a Enio — dijo mientras caminaba hacia la cubierta del barco.
— No lo puedes hacer Percy, enfrentarte tu sólo a Enio sería un suicidio — dijo Annabeth esperando que su amigo se quedará con ellas.
— Ella solo me quiere a mí, es por eso por lo que las Keres aún no atacan — dijo mientras tomaba sus armas, — Además recuerden que el campamento está desprotegido, entre más tiempo pase, ellos corren aún más riesgo.
— Pero no tienes por qué ir solo, mi hermana y yo te podemos acompañar — añadió Hylla, pero Percy volvió a negarse.
— Lo mejor es que se queden en el barco, llevar el Vellocino al campamento es la prioridad — dijo Percy tratando de convencer a las chicas.
— ¿Qué hacen? — preguntó Clarisse, entre las Keres había hecho una especie de cadena que llegaba hasta la playa.
— Annabeth tiene razón, Enio me quiere alejar del mar, es por eso por lo que aún no ataca — respondió Percy, estaba más que nervioso al no saber cómo iba a vencer a la Diosa Menor. — No se preocupen, las veré pronto. No se van a deshacer de mi tan rápido.
Percy les sonrió una última vez a sus compañeras antes de saltar del barco, las Keres lo siguieron de cerca, pero ninguna atacó al semidiós.
Percy se tardó unos minutos hasta que llegó a la playa donde ya lo esperaba Enio, — Por un momento pensé que no vendrías — dijo Enio. Percy se mantuvo cerca del mar esperando algún ataque de la Diosa Menor. — Es una pena que me prohibieran matarte, aunque nadie dijo nada de herirte un poco.
— ¿Qué esperas? ¿Acaso quieres una invitación? — preguntó Percy intentando idear algún plan para vencer a Enio, las Keres se mantuvieron en el cielo formando un círculo. La Diosa sonrió maliciosamente antes de abalanzarse sobre Percy, golpeándolo en un par de ocasiones.
— Vamos Percy, no me digas que te vas a rendir tan pronto.
El chico se puso de pie con dificultad antes de ser arrojado nuevamente al piso, Enio lo tomó por la camisa antes de arrojarlo contra un autobús.
— Por Hades — murmuró Percy.
— ¿Hijo estás bien? — preguntó una señora que había visto como Percy irrumpió en el autobús.
— No se preocupe Señora, es mi hobbie saltar a camiones en movimiento — respondió mientras se ponía de pie preparándose para otro ataque.
— Siempre tan bromista — rugió mientras aparecía a la espalda del chico. En esta ocasión Percy logró esquivar el ataque para después usar sus cuchillos de caza para hacerle un par de cortes a la Diosa Menor.
— Tal parece que no te será tan fácil como esperabas — dijo Percy sin poder dejar de sonreír al ver la mirada furiosa de Enio.
— Te prometo que sufrirás — rugió Enio golpeando a Percy en el estómago para después arrojarlo afuera del autobús.
— Maldita sea — murmuró Percy, las cosas no estaban saliendo como las había planeado y era mejor pensar en algo pronto antes de que Enio lo matará.
— Tan pronto te vas a rendir, pensé que ibas a durar un poco más — dijo Enio caminando tranquilamente hasta donde se encontraba Percy, pero para sorpresa de la Diosa Menor fue apuñalada en la espalda para después ser arrojada por los aires.
— Te quedarás tirado todo el día.
Percy de inmediato se puso de pie observando con incredulidad, a la persona que le había ayudado. — ¿Ares? —preguntó.
El Dios de la Guerra sonrió tranquilamente mientras sacaba su lanza, — Deberías recordar tu entrenamiento, Atenea ya te habría regañado — comentó con una sonrisa.
— Ares — dijo Enio viendo con odio al Dios de la Guerra. — Creo que tu papi va a estar muy decepcionado.
— Creo que él ya está acostumbrado, después de todo siempre fracasas — respondió Ares con una sonrisa.
— Fue un error venir aquí hermanito — dijo Enio molesta.
Ares de inmediato intento golpear a la Diosa, pero ella lo esquivó con facilidad aunque fue golpeada por una ráfaga de agua, — ¿Está todo bien? — preguntó Percy, no entendía por qué Ares se veía bastante agitado.
— Ya te está afectando, ¿no es así? — preguntó Enio con una sonrisa, Ares otra vez intentó atacar a la Diosa pero fue derribado fácilmente. — Pronto Deimos y Fobos lograran que Zeus ataque y acabe con la era de los Dioses.
— No importa lo que hagan esos dos, no lograrán hacerle daño a Percy — respondió Ares golpeando a la Diosa para después ponerse de pie. — Somos más los que protegemos al chico.
Percy la sorprendió con un par de ráfagas de agua que detuvieron el avance de la Diosa Menor, para después usar su arco para mantenerla alejada de Ares. Aunque eso solo duró por unos segundos, ya que cuando Enio se pudo recuperar avanzó de inmediato intentando golpear al hijo de Poseidón, quien arrojó una ráfaga de agua al piso provocando que se elevará unos metros evitando los ataques.
Enio arremetió nuevamente hacia él, pero esta vez Ares la sujetó lo que Percy aprovechó para apuñalar a la Diosa en el estómago.
Enio desesperada arrojó una bola de energía golpeando el pecho de Percy, arrojando a este duro contra el piso para después golpear a Ares y quitarse el cuchillo de caza y enterrarlo en el hombro del Dios. — Creo que te gustará el Tártaro — dijo Enio mientras apuñalaba en repetidas ocasiones al Dios de la Guerra.
— ¿Sabes qué es lo que más me gusta de las casas cercanas a la playa? — preguntó Percy logrando distraer a Enio, la cual fue golpeada por un puño de agua. — La mayoría tiene alberca.
Enio intentó levantarse, pero fue nuevamente golpeada. — ¿Ya no eres tan fuerte verdad? — cuestionó Percy con una sonrisa maliciosa.
Enio se retiro el cabello de la frente sin dejar de observar al chico, — Eres más idiota de lo que pensaba — dijo mientras apuntaba con su espada al chico. Para molestia de Percy una docena de Keres arremetió contra él. Percy se echó a correr tratando de esquivar el ataque de las criaturas.
Enio por su parte se mantuvo en su lugar sonriendo tranquilamente, — De verdad creí que iba a ser más difícil vencerte.
Ares se quedó en silencio mientras intentaba ponerse de pie pero fue golpeado por Enio, — Es difícil con los dos campamentos tan juntos, ¿no? — añadió mientras apuñalaba nuevamente al Dios de la Guerra.
— ¿Por qué no te ves afectada? — preguntó Ares, Enio se mantenía en su forma griega pero a pesar de eso la Diosa se mantenía tranquila.
— Digamos que cuento con la bendición de alguien más poderoso que nuestro padre — añadió ella mientras golpeaba nuevamente a Ares.
Salto de Línea
Percy suspiró con frustración mientras se ponía de pie esquivando las garras de una de las Keres, para después usar su arco para mantener alejadas a las criaturas, pero lejos de afectarles parecía que más las enfurecía. Una de ellas logró acercarse lo suficiente para clavar sus garras en el brazo del chico. — Maldita — murmuró mientras lanzaba golpes intentando alejar a la criatura pero esta lo sujeto aún con más fuerza. Para alivio del chico la criatura de pronto lo soltó, una vez que se alejó del monstruo se percató de que Reyna estaba sobre la espalda de la criatura clavando sus cuchillos. Hylla corrió en dirección a su hermana clavando su espada en la garganta.
— ¿Qué están haciendo aquí? — cuestionó Percy con incredulidad al ver tanto a Reyna como Hylla, pero las Keres nuevamente fueron contra ellos.
— Las explicaciones son para después — dijo Reyna mientras Percy le prestaba su arco, mientras Hylla y Percy se ocupaban de pelear en contra de las Keres.
— ¡Alto!
Las Keres se detuvieron de pronto observando con enojo a los chicos, — ¿Te rendirás Percy? — preguntó ella con una sonrisa mientras un par de Keres sujetaban a Ares. — No tienen por qué morir ellos por tu terquedad.
Percy observó primero a Ares que lucía bastante herido mientras Hylla y Reyna habían sido sujetadas por un par de Keres.
— Vamos Percy a menos que quieras que ellas sean comida para mis Keres — dijo Enio sin dejar de sonreír, Percy solo se quedó en silencio antes de intentar atacar a la Diosa pero fue sujetado por un par de Keres las cuales clavaron sus garras sobre los brazos del chico. Percy dio un grito de dolor mientras las Keres rugían victoriosas.
Para sorpresa de todos Enio rugió de dolor mientras las keres se alejaban de los chicos intentando encontrar a quien había lastimado a la Diosa, lo cual aprovecharon para atacar a las criaturas. Ares por su parte apuñaló en un par de ocasiones antes de que Enio lo arrojará al piso. — Has sido una verdadera molestia — rugió Enio mientras estiraba su brazo como intentando sujetar a alguien, después de unos segundos Annabeth reapareció mientras su gorra caía al suelo.
Enio aflojo su agarre cuando se dio cuenta, aunque no se percató que Percy se colocó detrás de ella para apuñalarla en la espalda, hiriendo gravemente a la Diosa Menor, las Keres rugieron furiosas e intentaron ir en la ayuda de su ama, pero Enio levantó la mano deteniendo a las criaturas.
— Creo que has perdido — dijo Percy clavando su cuchillo de caza nuevamente en la espalda de la Diosa, quien para sorpresa de todos se soltó a reír.
— ¿De verdad piensas que has ganado? — preguntó Enio sin dejar de sonreír, — Los temores de todos los Dioses por fin se cumplirán, la gran Profecía pronto se cumplirá.
— Pero tú no vas a ver eso — respondió Percy.
— Pronto verás como tu querida madre muere — respondió ella sin dejar de sonreír.
Percy se quedó en silencio alejándose un par de pasos, — ¿Dónde está mi mamá? ¿Qué le hicieron? — grito furioso, pero ella solo lo vio detenidamente.
— Eso te toca averiguarlo a ti — dijo Enio con una sonrisa antes de clavarse el cuchillo de Percy en el corazón. Él se quedó inmóvil con frustración sin saber dónde podía encontrar a su mamá, solo espero que todo esto fuera una mentira que le dijo la Diosa. Antes de correr con todas sus energías hacia la playa para lanzar un mensaje Iris.
— Espera Percy — dijo Annabeth deteniendo al hijo de Poseidón.
— ¿Por qué estás aquí? ¿Por qué dejaste a Clarisse? — pidió Percy, ahora ya con Enio muerta no entendía por qué la hija de Atenea había abandonado a su amiga.
— Sólo quería ayudarte — respondió la chica con una sonrisa. Percy se quedó en silencio, Reyna y Hylla habían sido las primeras en llegar, supuso que lo hicieron usando el bote salvavidas, ¿pero entonces cómo había llegado la hija de Atenea? Tal vez lo pudo hacer nadando pero la chica no se veía agotada, tampoco tenía la ropa mojada, observó con detenimiento a la rubia, ella llevaba su clásica daga, aunque lo extraño era el símbolo que tenía grabado y estaba más que seguro que no era el símbolo de la Diosa de la Sabiduría, tenía un parecido al que había visto en sus pesadillas, en aquel hombre extraño.
— Has sido tú todo este tiempo, ¿verdad? — Reyna y Hylla se quedaron en silencio sin entender por qué Percy apuntaba su arco en dirección a Annabeth, la cual no parecía afectada, incluso hasta parecía que le divertía aquello.
— Percy debes calmarte, no podemos pelear entre nosotros — dijo Reyna, sin entender la actitud de su compañero.
— ¿Qué le hiciste a Clarisse? — preguntó Percy, listo para disparar una flecha a la rubia.
— Tranquilo, ella está bien. Mi objetivo siempre fuiste tú — respondió Annabeth. En esta ocasión tanto Hylla como Reyna sacaron sus armas listas para atacar a la hija de Atenea, también Ares se acercó sacando su arma.
— Fuiste tú quien destruyó el árbol de Thalía, ¿no es así? ¿Todo esto fue tu plan, para dejar que Clarisse valla con el Vellocino? — pidió Percy, no podía entender la traición de Annabeth.
— Annabeth siempre fue una chica muy fuerte, segura de sí misma y sobre todo leal al campamento y sus amigos, una buena cualidad pero muy mala para lo que yo planeaba — dijo Annabeth sin dejar de sonreír.
— ¿Quién Hades eres? ¿Qué le hiciste a Annabeth? — preguntó Percy disparando una flecha, aunque esta se quedó detenida a unos escasos centímetros de la chica.
— Creo que te has ganado saber la verdad — respondió Annabeth, dejando caer su daga al piso, de pronto esta se convirtió en un báculo dorado, con la forma de un reloj de arena, incluso este era más grande que la propia Annabeth. Unos segundos después apareció un hombre anciano vestido con una túnica verde.
— ¿Cronos? — dijo Percy dando un par de pasos hacia atrás. A pesar de su apariencia de anciano, no parecía nada débil.
— No te dejare que le hagas nada — rugió Ares furioso mientras se colocaba enfrente de Percy para protegerlo.
— No seas ridículo Ares, apenas y logras mantenerte de pie — dijo Cronos tranquilamente. — Vamos Percy, no estés tan sorprendido. Después de todo, ya me habías conocido antes.
Percy de inmediato lo reconoció, aunque vestía de manera diferente era el mismo hombre con quien había conversado el día que conoció a Thalía — ¿Por qué?
— Te he estado observando desde que eras un bebé, eres alguien muy interesante — dijo Cronos tranquilamente, — Únete a mi Percy y seguirás con vida, incluso te prometo que a tus hermanas y tu madre no le pasara nada.
Tanto Hylla como Reyna voltearon a ver a Percy, pensando que aceptaría la oferta del Primordial.
— No —respondió, — Nunca lo haría.
— Ya me esperaba esa respuesta — añadió Cronos sin dejar de sonreír, — Lamento decirte que ahora empezarán las verdaderas pruebas Percy — El Primordial golpeó su báculo al piso evocando dos pequeños círculos, en uno de ellos Percy reconoció las calles de Nueva York, pero lo que más le preocupaba era que se encontraba la Legión Romana, en el otro círculo había una enorme habitación, pero a pesar de lo grande que era solo estaba una escultura del mundo, aunque su atención se centró en la pequeña niña que se encontraba bajo aquella escultura.
— ¿Qué le hiciste a mi madre? — exclamó Percy intentando atacar al Primordial, pero este solo golpeó su bastón dejando inmóvil a los semidioses.
— No tenemos tiempo para pelear, eso será para otro momento — dijo Cronos, — Las decisiones difíciles forjan el carácter de un hombre. O bueno eso es lo que dicen los mortales.
— Dime Percy a quien vas a salvar, has visto el número de Romanos que hay. La caída del campamento Mestizo es inevitable y para tu mala fortuna tus hermanas se encuentran ahí, aunque por otro lado el llevar la maldición de Atlas es bastante agotador, mata al portador lenta y dolorosamente, incluso para un Olímpico — Cronos volvió a golpear su báculo dejando que los chicos pudieran moverse, pero Percy se quedó en su lugar viendo ambos círculos.
— Con tu ayuda, las cazadoras y los campistas lograrían vencer a los Romanos, aunque mientras pase eso tu querida madre moriría bajo el cielo. Y si decides rescatar a tu madre, serían las cazadoras, junto con los campistas los que morirían. Piensa bien en tu decisión, ¿Qué vida es la que merece ser salvada?
