Los últimos rayos del sol iluminaban el campamento Mestizo, algunos semidioses se encontraban afilando sus espadas preparándose para el momento que les tocaría su guardia, en los últimos días un par de Cíclopes lograron llegar hasta la frontera del campamento aunque los campistas con ayuda de las cazadoras lograron detenerlos antes de estos lograrán entrar al campamento. Aunque los campistas se encontraban bastante nerviosos y más cuando ya llevaban varios días sin saber nada de Clarisse, Annabeth y Percy, sabían que entre más tiempo pasará sin la barrera mágica más monstruos se acercarán atraídos al campamento. Ajeno a todos, una niña paseaba por el campamento ignorando las miradas de miedo que le lanzaban los campistas, que se alejaban rápidamente.
Artemisa se detuvo de pronto observando a las cazadoras que regresaban de cuidar la frontera del campamento, estaba bastante preocupada por la situación en la que estaba su hijo, las cosas solo parecían complicarse día con día. Para sorpresa de la Diosa, Hermes apareció frente a ella. — ¿Pasó algo? — preguntó extrañada, aunque su preocupación aumentó al ver la mirada nerviosa de Hermes.
— Mi padre ha pedido verte — comento nervioso. — Ya he avisado a los demás para que estén alertas, a cualquier señal actuaremos.
— Gracias Hermes, si algo pasa cuida a las cazadoras — respondió Artemisa antes de ir a la sala del trono donde Zeus, Hera y para su tranquilidad Atenea la esparaban.
— ¿Quería verme padre? — pidió Artemisa mientras se inclinaba ante el Rey de los Dioses, pero pudo notar la mirada de odio que le lanzaba Hera, y para su sorpresa también Zeus la observaba con furia.
— Levántate Artemisa — rugió Zeus viendo fijamente a la Diosa de la Caza, — Quiero que envíes a tus cazadoras hacia el Hotel Loto, al parecer hay dos semidioses muy fuertes escondidos en aquel lugar.
Artemisa asintió con nerviosismo, sabía muy bien de qué semidioses estaba hablando. — Eso no es todo Artemisa — rugió Zeus cuando vio que la Diosa está apunto de irse. — Quiero que vayas hacia el Monte Tamalpais, nuestros vigilantes nos han informado que hay mucha actividad de monstruos por aquel lugar y me temo que tiene que ver con algún Titan.
— Sí padre, las cazadoras saldrán hoy hacia el hotel Loto y me encargaré de revisar el Monte Tamalpais — dijo Artemisa con severidad mientras le hacía una última reverencia al Rey de los Dioses. La Diosa camino por el campamento Mestizo ignorando a todos los semidioses que se encontró hasta que llegó a donde las cazadoras practicaban tiro al blanco.
— Zoe por favor acompáñame — dijo Artemisa observando fijamente a su teniente.
— ¿Percy está bien? — preguntó Zoe en voz baja tratando de no preocupar al resto de las cazadoras pero la Diosa se quedó en silencio mientras le hacía un gesto a la chica para que la siguiera hasta su cabaña.
— Tranquila Percy está bien — dijo Artemisa pero lejos de tranquilizar la cazadora más nerviosa estaba la chica al ver la mirada de nerviosismo de la Diosa. — Mi padre me ha pedido que las envié al hotel Loto para que capturen a dos semidioses.
— Se trata de los hijos de Hades, ¿no es así? — preguntó Zoe recordando que alguna vez su amiga le había contado algo.
— Así es Zoe, tu lleva a las cazadoras hasta allá pero trata de irte por el camino más largo y cuando los tengas, traelos al Campamento Mestizo, no se te ocurra llevarlos al Olimpo hasta que regrese — ordenó la Diosa mientras trataba de idear algún plan para no llevar los niños ante su padre.
— ¿Y usted qué va a hacer señora? — cuestionó Zoe.
— Mi padre quiere que vaya al Monte Tamalpais, según los últimos informes ha habido gran cantidad de actividad de monstruos en la zona y mi padre quiere que me asegure que no se trate de algún Titán — respondió Artemisa, Zoe frunció el ceño solo esperaba que no se tratará de su padre.
— ¿Hay algo más que deba saber señora? —cuestionó Zoe, la Diosa negó con la cabeza como respuesta. — Iré a preparar a las cazadoras para partir en la noche.
Artemisa se quedó en silencio pensando en cómo podía alertar a Hades de que su padre se había enterado de la existencia de sus dos hijos, ya que sabía que Zeus la iba a tener vigilada esperando a que esta se equivocara, solo esperaba que Percy regresará del mar de los monstruos para poderlo llevar al Inframundo. La Diosa suspiró pesadamente antes de irse al Monte Tamalpais, tan pronto llegó al lugar sacó su arco por si alguien la atacaba. Pero el lugar se encontraba tan tranquilo que tal vez pensó que su padre se había equivocado, ya que no encontró alguna señal para creer en la teoría de su padre, no había ningún rastro de algún monstruo.
— Me alegro de que por fin llegarás Artemisa — dijo una voz a la espalda de la Diosa.
Salto de Línea
— Quirón necesitamos hablar.
El viejo centauro no pudo evitar soltar un bufido desesperado, desde que los tres semidioses habían partido en búsqueda del Vellocino, el hijo de Hermes acudía día con día a advertirle cosas acerca de Percy, — Por favor Luke, ya tuvimos esta conversación — murmuro esperando evitar aquella conversación, no podía entender cómo es que Luke odiaba tanto al hijo de Apolo.
— Creo que es él y Clarisse quienes corren peligro — dijo Luke en voz baja, observando a su alrededor. — Nos veremos en el puño de Zeus, te prometo que ahí te explicaré todo.
Quirón se quedó en silencio al observar al chico entrar en el bosque, antes de ir al punto de encuentro, — Bueno Luke, ¿De qué se trata ahora? — preguntó Quirón cuando se acercó al muchacho.
— La encontré hace un momento — murmuró el chico señalando al arbusto que estaba frente a ellos.
— Esto no es cierto — murmuró Quirón, esa era la única explicación, no podía ser cierto que Annabeth, una de sus mejores alumnas estuviera muerta.
— También lo pensé Quirón, pero en realidad es ella — dijo Luke mostrando la cicatriz que tenía la chica en una de las piernas, — Por su ropa creo que ella murió después de que recibió la Profecía.
Quirón se arrodilló notando la herida que tenía en la garganta, ¿Cómo es qué no se dio cuenta? Había sido como una hija para él, sin embargo nunca se dio cuenta del cambio. — ¿Pero cómo pasó esto? — murmuró Quirón, tenía que haber una explicación.
— No lo se, pero me temo que Percy y Clarisse están en peligro — añadió Luke, estaba más que preocupado y sobre todo porque no sabía si los chicos iban a poder regresar con él Vellocino para recuperar las defensas del campamento, — ¿Has tenido contacto con ellos?
— No, los mensajes Iris no funcionan — añadió Quirón, — Quédate aquí, iré a ver al Señor D, tenemos que ver qué hacer.
El viejo centauro camino lentamente por el campamento, observando a los semidioses que se preparaban para ir a comer, ¿acaso alguno de ellos había asesinado a Annabeth? ¿Cómo podía averiguar quién había sido? Estaba tan distraído el viejo centauro que no se percató que ya había llegado a la casa grande. — ¿Qué pasó Quirón? ¿Ha pasado algo con los chicos de la misión? — pidió Dionisio nervioso, si algo le pasaba a Percy, no se quería ni imaginar lo que le haría Artemisa.
— Me temo que sí — respondió Quirón poniendo aún más nervioso al Olímpico. Ambos hombres llegaron hasta donde estaba el cuerpo de la hija de Atenea.
— ¿Cómo es que ella está aquí? — preguntó Dionisio.
— La asesinaron después de recibir la profecía, alguien tomó su lugar para ir a la misión con Percy y Clarisse — respondió Quirón, Dionisio sintió como se le helaba la sangre, solo los Dioses podían suplantar la identidad de alguien. El Olímpico chasqueó los dedos desapareciendo el cuerpo de la hija de Atenea.
— La chica estará en la casa grande, Quirón evita que alguien más sepa de lo que pasó, no queremos alertar a quien la mató — dijo Dionisio desapareciendo del campamento, una vez que llegó al Olimpo no sabía con quién acudir, lo pensó por unos segundos antes de caminar en dirección al palacio de la Diosa de la Sabiduría.
— ¿Qué ha pasado Dionisio? — preguntó Atenea, extrañada de ver al Olímpico en su palacio.
— Es sobre nuestro sobrino, hemos encontrado el cuerpo de tu hija en el campamento — respondió Dionisio, estaba más que nervioso, no quería que su padre los descubriera.
— ¿Annabeth? ¿Ella está muerta? — murmuró Atenea, apartando la mirada de su libro, sus ojos se llenaron de furia. — ¿Quién la asesinó?
— No lo sé, pero alguien se está haciendo pasar por ella y está en estos momentos con él, en el mar de los monstruos.
— No les podemos avisar ahora, es muy peligroso hacerlo, mi padre ha puesto en vigilancia a todo el mundo — dijo Atenea frustrada, Percy tenía que saber que estaba en peligro.
— ¿Tienes alguna idea de quién puede hacer eso? ¿Puede ser Enio? — preguntó Dionisio, era claro que todo aquello tenía que ver con Percy.
— No lo sé, Enio ha estado aquí en el Olimpo después de que la misión empezará — añadió Atenea, Enio le había avisado a su padre, entonces ella tendría que saber quién le había asesinado a su hija. — Regresa al campamento, trata de averiguar si hay algún semidiós involucrado, iré a ver a Hermes, espero que él pueda hacerle llegar nuestro mensaje a Percy.
