Hazel corrió lo más rápido que pudo para alejarse del campamento, no podía arriesgarse a que Frank o Jason la descubrieran, solo esperaba poder lograr terminar con la misión a tiempo. Ahora solo se tenía que dar prisa, esa era la única manera de ayudar a los Griegos, era hacer lo que Febo le pidió y tratar de encontrar al chico misterioso lo antes posible para que este pudiera detener todo lo que estaba pasando, solo esperaba que llegará a tiempo.

— Tiene que ser éste — murmuró Hazel con nerviosismo al ver en la fachada del edificio la misma marca que le había mostrado su amigo antes, se dirigió hasta el sótano donde pensó que se encontraba aquella misteriosa entrada al Laberinto subterráneo. — Ahora por donde tengo que ir — murmuró al ver los dos pasillos que estaban frente a ella, — Debe ser por ahí — se quedó por unos segundos inmóvil antes de correr rápidamente por el pasillo que estaba a su izquierda después de avanzar unos 500 metros empezó a escuchar voces lo que hizo que se detuviera antes de llegar a la esquina del pasillo.

— Pensé que tenía que entrar al Campamento para ir por ustedes pero me alegro que ustedes me evitaron hacerlo — escucho la voz de un hombre seguido de varios golpes esta se acerco un poco para ver al Titán peleando contra tres chicos.

Trato de idear otra forma de llegar hasta San Francisco, pero la única manera de ir más rápido era por donde se encontraban los chicos peleando contra el Titán, tal vez podía ir en su ayuda pero no sabía cómo iban a reaccionar estos al encontrar una semidiós romana, así que esa no era una opción, otra podría ser irse y tratar de encontrar otro camino pero por lo que pudo ver estos chicos no iban a poder contra el Titán. Uno de los chicos había logrado arrojar a este lo suficientemente lejos lo cual ella aprovechó para utilizar sus poderes y derrumbar una parte del pasillo lo cual hizo que el Titán ya no pudiera acercarse más a los chicos, pero para su frustración había clausurado su ruta más rápida.

Atlas se puso de pie con dificultad mientras observaba con frustración el lugar donde hasta hace un momento habían estado los chicos, después de intentar unos minutos pasar a través de todos los escombros se alejo de este al ver que tenía que encontrar otra forma para encontrar a los chicos y era mejor que se diera prisa por que si no estos se podían alejar demasiado, — Fue muy estúpido haber hecho eso, ahora tu serás la que tendrá que morir por haberlos salvado — dijo este mientras corría en dirección a donde estaba Hazel, la cual no pudo reaccionar ante la velocidad del Titán. — ¿Quién eres? — Este la vio detenidamente antes de azotarla con furia contra la pared.

Pero ella logró apuñalar al Titán haciendo que la soltará, —Estúpida niña, solo eres una maldita molestia — dijo Atlas antes de correr en dirección a donde estaba la hija de Plutón, pero esta se abalanzó a su izquierda para evitar el golpe, para después apuñalar al Titán en el estómago, este trato de sujetarla pero se movió rápidamente.

— Creo que eres un poco lento — se burló Hazel de la mirada de frustración que tenía el Titán al no haber podido golpearla.

— Te vas arrepentir de todo esto niña — murmuró Atlas con enfado antes de lanzar un puñetazo en dirección a la chica, ella llevo sus manos hacia enfrente para protegerse, él arrojó un nuevo ataque pero ella logró detener su puño para después utilizar todas sus fuerzas para levantar el cuerpo del Titán y lanzarlo duro contra el piso. Los ojos de Atlas ardían en furia mientras intentaba ponerse de pie pero Hazel respondió golpeando las piernas de esta haciendo que cayera nuevamente al piso.

— Creo que eres solo un hablador — dijo Hazel con una sonrisa al ver la cara de frustración del Titán pero antes de que este se pudiera poner de pie ella se abalanzó sobre de este golpeando al Titán en la cara. Atlas intentó ponerse de pie pero ella utilizó sus poderes derribando el techo del pasillo dejando al Titán aplastado entre muchos escombros.

Hazel aprovechó esa oportunidad para alejarse lo más rápido posible del Titán antes de que este se liberará de todos los escombros pero para su mala suerte el corredor que había derrumbado para que este dejara a los chicos era el camino más rápido para llegar a San Francisco ahora tenía que encontrar otro camino y más aún solo esperaba que no se encontrará con nada peligroso en su camino algo en su interior le decía que ese maldito Laberinto iba a ver muchos monstruos los cuales ella prefería no tener que cruzarse con ellos. Después de correr por varios minutos y ver que se había alejado lo suficiente de donde estaba el Titán se detuvo un momento mientras trataba de guiarse a través del Laberinto. — Soy una estúpida — murmuró ella con frustración cuando se percató de una escultura con cuerpo de León y con una cara de mujer que la veía fijamente, la chical trató de regresar pero tan pronto como se dio la vuelta vio que no había ninguna salida y logró escuchar como unas alas se extendían.

— Ya no hay salida niña, si quieres escapar tienes que ser inteligente o de lo contrario te quedarás aquí por mucho tiempo — escucho Hazel una voz de mujer a sus espaldas mientras la chica se regañaba mentalmente al no haber prestado atención y por su descuido había caído en esa situación.

— ¿Qué tengo que hacer? — preguntó Hazel mientras se daba la vuelta observando como la escultura estaba solo a escasos centímetros de ella. La Esfinge sonrió maliciosamente sin apartar la vista de la nerviosa hija de Plutón.

— Es algo muy sencillo niña, solo tendrás que contestar un simple acertijo — dijo la Esfinge con una sonrisa maliciosa sin apartar la mirada de Hazel.

— ¿Y si contesto mal? — preguntó Hazel esperanzada de que la Esfinge no le fuera hacer daño, pero al ver la sonrisa que tenía esta sabia lo que le iba a pasar si se equivocaba.

— Me temo que es mejor que pongas atención niña o morirás — dijo la Esfinge antes de alejarse de Hazel, haciendo que esta se tranquilizara un poco. — ¿Lista?

— Cuando iba para la ciudad volvían 7 mujeres con 7 hijos cada una, cada hijo con siete bolsas y cada bolsa con 7 gatas y cada gata con 7 gatitos ¿cuántos iban para la ciudad? — dijo la Esfinge con una sonrisa maliciosa sin retirar la vista de Hazel.

"Eran 7 mujeres, y los 7 niños son 14... No espera eso no es, piensa maldita sea Hazel." se regañó la chica mentalmente mientras veía como la Esfinge se acercaba cada vez más a ella haciendo que el nerviosismo de la chica aumentará más.

— Solo iba una — gritó la chica cuando vio a la Esfinge a escasos centímetros de ella, está la observó fijamente antes de suspirar y alejarse de la chica.

— Has acertado niña — dijo la Esfinge, aunque no se veía alegre por que eso pasará. — Te recomiendo que te dirijas hasta el centro, ahí no encontrarás tantos monstruos y tal vez el hijo de Atenea te pueda ayudar para llegar a tu destino.

Dicho eso la Esfinge se hizo un lado para que la chica pudiera seguir con su camino, Hazel de inmediato se alejó del sitio, aún estaba bastante sorprendida de haber contestado bien, la chica siguió la recomendación que le habían dado y se encaminó al centro del laberinto, aunque eso haría que se alejará más de su destino. Aunque después de enfrentarse a Atlas y lograr escapar de la Esfinge no quería encontrarse con algún otro monstruo, sabía que aquel sitio debía estar plagado de demasiadas criaturas y lo menos que quería era enfrentarse a alguna de ellas. Estaba tan distraída que ni siquiera se dio cuenta que un hombre se acercaba a donde ella estaba.

— Yo que tú, no tomaba ese camino a menos que quieras enfrentarte a Anteo — escucho Hazel la voz de un hombre, la chica se maldijo al ver que otra se vez la habían tomado distraída, se dio la vuelta de inmediato para encarar a quien le habría hablado y esperando que este no la atacara.

— ¿Quién eres? — cuestionó Hazel aunque aquel hombre no parecía ser alguien peligroso pero había aprendido a nunca confiarse.

— Tranquila, no pienso hacerte daño — le dijo el hombre tranquilamente pero ella seguía sin creer en la palabra de este, — Mi nombre es Dédalo, el creador de este laberinto.

Hazel se tranquilizó por un momento al ver que era él de quien le había hablado la Esfinge pero aún seguía alerta por si algo más pasaba no se podía permitir distraerse en ese lugar, — ¿Qué es lo que quieres? — cuestionó Hazel con dureza. — ¿Tú sabes cómo puedo llegar hasta San Francisco?

Dédalo le sonrió tranquilamente mientras le hacía una señal para que lo siguiera. — Ven niña, el Minotauro está demasiado cerca y no quiero tener interrupciones, es mejor ir a un lugar donde podamos hablar sin que nos veamos molestados — dijo Dédalo esperando que eso terminará de convencer a la chica la cual no se veía demasiado animada pero aun así no quería enfrentarse a otro monstruo tan pronto.

— ¿Hacia dónde nos dirigimos? — preguntó Hazel con escepticismo después de todo lo que le había pasado aún le costaba trabajo confiar en aquel hombre a pesar de lo que le había dicho la Esfinge.

— Te estoy llevando a mi casa dentro del laberinto, creo que necesitas curar tus heridas para seguir con tu viaje — le explico Dédalo tranquilamente, Hazel suspiro con cansancio después de todo él tenía razón su pelea contra Atlas la había provocado muchos cortes pero aun así no quería perder el tiempo.

Sabía que por más segundos que se tardará ahí adentro se vería reflejado en el número de muertes dentro del campamento.

— ¿Usted me podría ayudar para llegar hasta San Francisco? — pidió Hazel esperanzada de que este le diera su ayuda pero Dédalo solo la ignoró, su pregunta quedó flotando en el aire al igual que sus esperanzas. El creador del laberinto permaneció en silencio dándole espacio a la chica para tratar de reconsiderar su posición, ese ser milenario que le daba la entrada a su hogar y la observaba entrar en esa pequeña habitación. ¿Era Su Aliado o Enemigo?

— Toma asiento niña, no te preocupes no te voy a dañar — dijo Dédalo mientras traía una pequeña caja polvorienta, de ella sacó un trozo de ambrosía para después entregárselo a la hija de Plutón. — En verdad me sorprendes niña, muy pocos pueden hacer cambios en mi laberinto como tú lo has hecho hoy.

— ¿Cómo lo sabes? — preguntó Hazel con recelo, ese hombre realmente conseguía ponerla nerviosa. Ojos tan antiguos como esos jamás eran un buen presagio para semidioses, demasiado conocimiento nunca ha sido algo bueno y mucho menos si una hija de los tres grandes estaba relacionada.

— Este es mi laberinto niña, todo lo que pasa aquí yo lo sé — explicó Dédalo como si fuera la cosa más obvia y sencilla que puede haber, el creer conocer todo al parecer es algo que todo hijo de Atenea consigue como regalo de su madre. — Fue muy valiente lo que hiciste por esos tres griegos, gracias a tu demostración de poder todos los monstruos que están encerrados en mi laberinto fueron tras de ti.

— ¿Cuántos monstruos hay aparte de Esfinge? — preguntó Hazel aún demasiado nerviosa por cuantos monstruos se tenían que enfrentar, este día realmente iba de mal en peor y ni siquiera tenía noticias de lo que estaba sucediendo afuera. — Es que acaso solo hay monstruos en este lugar

Dédalo sonrió tranquilamente mientras buscaba algo en la mesa más cercana. — Muchos de los monstruos que están en este lugar entraron aquí por descuido y no son tan listos para salir de aquí — explico Dédalo con una sonrisa fantasmal y un tono irónico en su voz — Aunque no solo monstruos hay aquí, también puedes encontrar un taller de Hefesto, al parecer a él le gusta venir a este lugar, aunque creo que lo hace para mantener vigilado a Tifón, lo divertido es que si tomas la salida incorrecta puedes llegar al Inframundo o ir directamente al Monte Tamalpais o simplemente puedes aparecer en cualquier parte del país, realmente impresionante no lo crees niña

Hazel se quedó en silencio frustrada al ver que las cosas se estaban complicando cada vez más y el inventor no parecía siquiera interesado en ayudarla, qué tal si ella tomaba una mala salida terminaba en un lugar más lejano y con monstruos siguiéndole el rastro. Se quedaría ahí hasta morir o la matarán, de cualquier forma si esto continuaba su futuro no era muy prometedor.

— ¿Y cómo voy a saber si estoy siguiendo el camino correcto? ¿Qué tal si el camino que yo creía que era el correcto me lleva a otro lugar? — preguntó Hazel demasiado nerviosa por todo lo que le podía ocurrir, sus opciones no eran buenas pero no quería deshonrar el sacrificio y castigo al que se estaba exponiendo Octavio. Dédalo le sonrió orgulloso mientras le entregaba un pequeño trozo de pergamino.

— Aunque el hilo de Ariadna es la mejor forma para viajar por mi laberinto, este te va a servir mejor. Si lo sabes usar vas a poder llegar hasta la salida que tú quieres — explicó el creador de dicha prisión, Hazel se quedó en silencio admirando el pequeño pergamino que tenía pero veía varios nombres por todo este. — También puedes ver donde se encuentran todos los monstruos, aunque no siempre es tan efectiva así que trata de esquivar a todos ellos.

Ella simplemente se quedó bastante sorprendida por lo que Dédalo le había entregado, después de todo ese pergamino le iba a ayudar demasiado para poder terminar con su misión lo antes posible — ¿Por qué me ayudas? — cuestionó Hazel un poco desconfiada de que todo esto fuera una trampa. Todas las cosas que estaban sucediendo dentro y fuera del laberinto le decía que ese hombre era su perdición pero algo en su forma de actuar la hacía creer lo contrario, sus antiguos ojos se mostraban cansados. Ellos no mentían y la obligaban a cuestionarse. ¿Era amigo o enemigo?

— He pasado tantos años encerrado en mi laberinto, he visto como mueren varios semidioses, generaciones de ellos y sé que los campamentos se han encontrado nuevamente, no me gustaría ver más muertes de semidioses — explicó Dédalo sin dudar en ningún momento para después entregarle una bolsa llena de ambrosía. — Esto también lo vas a necesitar, y cuando llegues al Monte Tamalpais es mejor que tengas cuidado a menos que quieras ser devorada por Ladón.

Hazel solo se maldijo su suerte, ¿porque cada vez las cosas se ponían peor?, tomó una bocanada de aire para después expulsarla. Tenía que darse prisa y salir de ahí cuanto antes.

— Gracias por la ayuda — dijo ella en el momento en que se levantaba para continuar con su viaje, mientras caminaba rogaba a todo lo alto esperando que no se fuera a encontrar con nada malo esta vez. Aunque parece que en esta oportunidad había ganado un Aliado

Salto de Línea

— ¿Estás bien? — preguntó Bianca provocando que la hija de Zeus soltará un grito.

— Oh dioses me han espantado — dijo Thalia un poco más tranquila al ver a los dos hijos de Hades a salvo y habían podido escapar del dragón, — Tranquilos chicos estoy bien, es sólo que me da miedo las alturas — término aún sin saber cómo había logrado reunir el valor para poder volar y enfrentarse al dragón al mismo tiempo sin que antes le hubiera dado un infarto.

— Pues dejame decirte que fue una batalla increíble, parecías muy segura estando en el aire — dijo Bianca tratando de animar a su amiga.

— ¿Enserio te dan miedo las alturas? — cuestionó Nico con incredulidad, — Pero si eres una hija de Zeus, es como si a un hijo de Poseidon le diera miedo el mar.

— Creeme me dio más miedo estar a 100 metros del piso que enfrentarme a Ladón, pensé que en cualquier momento me iba a dar un infarto — dijo Thalia con una sonrisa haciendo que los dos chicos se rieran.

— ¿Creen que deberíamos de ir a ver que hay en ese palacio? — preguntó Bianca señalando la construcción que había a unos 500 metros de donde estaban.

— No creo que sea buena idea, cuando Ladón me arrojó hacia allá logré ver una escultura del planeta, creo que si no me equivoco es ahí donde los Dioses mandaron a Atlas para que cargará el cielo — dijo Thalia pero había alcanzado a ver a una pequeña niña cargando a este, pero de inmediato negó con la cabeza tal vez no había visto bien y solo era una ilusión, después de todo no podía ser que una niña estuviera cargando eso.

— Creo que Thalia tiene razón, además esto nos ha quitado demasiado tiempo. Tenemos que darnos prisa y llegar lo más rápido posible al inframundo — dijo Nico aunque tenía curiosidad de lo que podían encontrar en aquel palacio sabía que se tenía que dar prisa si quería detener la guerra entre los campamentos, Thalia y Bianca asistieron con la cabeza antes de dirigirse de nuevo al Laberinto de Dédalo.

— ¿No me digan que otra vez nos vamos a meter a ese maldito Laberinto? — dijo Thalia con frustración, después de todo ella no le agradaba mucho la idea de hacerlo. — Por esta vez no podemos viajar por la superficie y no por ahí.

— Es lo más rápido Thalia, además ya estamos muy cerca de los Ángeles, no nos va a tomar mucho tiempo si vamos por el Laberinto — se disculpó Bianca tratando de animar a la hija de Zeus, solo esperaban que esta vez no se encontrarán a nadie y llegar lo más rápido posible a su destino.

— ¿En verdad ustedes son de 1945? — preguntó Thalia recordando lo que los chicos le habían contado, pero tanto Bianca como Nico soltaron una pequeña carcajada al ver la cara que tenía la hija de Zeus. —¿Cómo es que ustedes no han envejecido?

— Creo que eso se debe a que todo este tiempo estuvimos encerrados en el hotel Lotus — explicó Bianca tranquilamente aun divertida de las caras que hacía su compañera de viaje. — Mi padre nos envió ahí después de que nuestra mamá fuera asesinada.

Thalia quiso preguntar algo pero la reacción de Nico supo que era mejor quedarse en silencio, — Yo tenía un hermano — dijo Thalia rompiendo el silencio. — La vida en casa nunca fue buena, pero al menos Jason lograba alegrarme mis días.

— ¿Qué le pasó? — pidió Bianca temiendo la respuesta.

— No lo sé, solo espero que esté bien — respondió la chica intentando esbozar una sonrisa.

— Hemos llegado — informó Nico mientras le mostraba la salida más cercana a donde estaban, — Ahora solo tenemos que encontrar la entrada al Inframundo.

— ¿Y como vamos a saber cual es la entrada? — preguntó Thalia sin saber por donde se tenían que dirigir. El Inframundo era una de las cosas que juró evitar a toda costa y aquí estaba. Era hija de Zeus y ciertamente su destino no era el reino de Hades, años atrás estuvo apunto de entrar a él por las malas y ahora entraría por su propia cuenta. La Ironía de la vida.

— La entrada está en los estudios DOA, ahora solo tenemos que encontrar este lugar — explicó Bianca pero aun sin saber por donde tenían que dirigirse. Caminaban a ciegas como en toda misión y con un límite de tiempo.

— ¿Y chicos como se supone que vamos a entrar al Reino de su padre? — cuestionó Thalia sin entender cómo iban a poder entrar en el inframundo libremente, más aún si era una prueba del juramento roto de su padre, no creía que Hades apreciara mucho la gracia de ver a un engendro del cielo en su reino. — ¿Vamos a tocar el timbre hasta que su padre nos deje entrar? O por ser hijos del Dios del Inframundo tenemos preferencia y nos darán un tour especial.

— No te preocupes Thalia nosotros tenemos un plan, ¿verdad hermana?— dijo Nico para tratar de tranquilizar a la muy nerviosa hija de Zeus pero sabía que aún así no lo había logrado. Si las leves chispas que aparecían por su cuerpo decían algo.

— Creo que es ese lugar — informó Bianca señalando el estudio que estaba cerca de ellos, — ¿Listos para ir al inframundo? — cuestionó con una sonrisa nerviosa a pesar de que estaban a punto de entrar en el reino de su Padre eso no evitaba que estuviera nerviosa, no sabía cuál podría ser la reacción del Dios de los Muertos, antes de caminar hacia la entrada de los estudios junto con sus dos compañeros. Thalia siguió nerviosamente a los hijos de Hades mientras veía con incredulidad la habitación donde se encontraban, parecía una enorme recepción lo que le causó escalofríos al imaginarse esperando allí como esta guerra no se resuelva muchos campistas la seguirían, en el centro se encontraba una pequeña barra donde estaba un hombre revisando su libreta que tenía en la mano, también se pudo percatar de 10 personas más estaban con ellos en la habitación y daba la impresión de que varios de estos llevaban muchos años atorados en este lugar.

— !Valla¡ que sorpresa, más personas — dijo el hombre con desgana cuando se percató de la presencia de los tres chicos pero sin levantar la vista en ningún momento, parece que ver tres niños entrar en ese lugar como si fueran dueños no le causaba mucha impresión. O era alguien sumamente despistado como para percatarse de la situación. — ¿Cuáles son sus nombres? — preguntó levantando la vista para ver a los tres mestizos lo que hizo que el nerviosismo de Thalia aumentará al ver su rostro esquelético mirarlos con molestia, ¿Cómo podía mirarlos si ni siquiera tenía ojos? Y aun así le daba la peor sensación que había experimentado, comparado con este momento saltar desde lo alto de Olimpo le resultaba realmente tentador — Ustedes no tienen que estar aquí, aún no han muerto así que por favor lárguense antes de que los mande al Inframundo — ordenó este antes de volver a leer su libreta.

— Nosotros hemos venido a ver a mi padre — dijo Nico con nerviosismo, este volvió a levantar la mirada antes de soltar una carcajada y volver a leer su libreta como si fuera lo más importante aunque de vez en cuando soltando una risilla por lo bajo.

— Tu podrás ser un hijo del Señor del Inframundo pero no tengo que seguir tus órdenes niño, así que mejor salgan de mi vestíbulo antes de que los lleve al Inframundo en calidad de muertos — amenazó el hombre sin levantar en ningún momento la mirada. Este tipo realmente es molesto fue el pensamiento que cruzó por la mente de los jóvenes semidioses.

— ¿Enserio chicos? ¿Este era su plan? — cuestionó Thalia al ver que les habían prohibido la entrada al Inframundo y aunque no tenía muchas ganas de ir no había viajado tan lejos para nada. — Es mejor que nos dejes pasar — dijo Thalia apuntando con su arco al hombre pero este solo sonrió maliciosamente mientras se acercaba a la hija de Zeus.

— Espera un momento Caronte — se escuchó una voz fría por todo el vestíbulo, Thalia vio tanto Caronte como el resto de las personas que estaban en la habitación se habían puesto demasiado nerviosas por lo que supuso que esto no era nada bueno, siendo semidiosa ¿de que se sorprendía? — Eres identica a tu padre, acaso crees que solo por ser la hija de Zeus puedes venir a mi Reino y querer entrar sin ninguna invitación — dijo la misma voz apareciendo enfrente de Thalía, un hombre vestido de negro hizo su aparición desde la sombra que antes ocupo su lugar. Ella de inmediato se inclinó en una reverencia al Dios que no dejaba de verla, esperaba que esto calmará la furia de Hades.

— Le pido que me disculpe Señor Hades no quería faltarle el respeto — dijo Thalia esperando a que el Dios de los Muertos no la asesinará, realmente le agradecería que pudiera seguir con vida. Este solo respondió con un bufido mientras se acercaba a sus dos hijos.

— ¿Qué es lo que hacen ustedes con alguien como ella? — cuestionó Hades a sus hijos los cuales estaban demasiado sorprendidos de ver a su padre como para mostrarse enojados ante esa pregunta.

— Ella es nuestra amiga padre, además nos ha salvado a mi hermano y a mi de morir a manos de Ladón — respondió Bianca mientras le hacía una reverencia al Dios, esté vio fijamente a los tres chicos antes de acercarse nuevamente a Thalia.

— ¿Cómo sé que ella no es una espía de su padre? — cuestionó con dureza Hades sin apartar la mirada de Thalía, está solo lo miro con incredulidad — Después de todo los hijos de mi hermano siempre están causando problemas cuando vienen a mi Reino.

Normalmente las palabras de este Dios hacen sentirte el ser más miserable y débil de la existencia pero en vez de intimidar a la chica esté solo la hizo enfurecer.

— Él solo es mi padre biológico, no le debo nada a Zeus y no pienso hacer nada para ayudarlo — respondió Thalia con furia sin importarle lo que el Dios le podría hacer pero para su sorpresa este sonrió maliciosamente al escuchar el discurso de la chica. Incluso le pareció escuchar una risa morir entre sus labios. Seguramente fue producto de su subida de adrenalina para enfrentarse a un Dios.

—Creo que Artemisa tenía razón sobre ti niña, eres la única que no es feliz con ser un hijo del Rey de los Dioses — dijo Hades con una sonrisa que hizo sentir a la mayoría incómodos — Vamos niños vengan por aquí, hay que darse prisa — dijo este mientras les mostraba el camino a los todavía sorprendidos chicos, los llevo directamente hasta el barco donde los estaba esperando Caronte.

— ¿Padre como sabias que estábamos aquí? — preguntó Nico con nerviosismo pues ¿cómo se debe hablar con un dios?. Si había algo que aprendió bien es que la paciencia de los inmortales es demasiada limitada al igual que se ofenden con bastante facilidad.

— Fui alertado cuando ustedes abandonaron el hotel Lotus, después de eso he enviado a Alecto a protegerlos por si mi hermano pensaba atacarlos, ella me informó lo que Thalia hizo por ustedes — respondió Hades sin ver en ningún momento a sus hijos, Thalia por su parte se sentía un poco celosa al ver lo que el Dios de los muertos había hecho para mantener a sus hijos a salvo mientras que su propio padre la había mandado asesinar. Puede que los inmortales sean difíciles de entender ¿pero que clase de padre manda a matar a su propia hija? Al menos Kronos se los comía pero seguían vivos pensó con amargura.

— ¿Usted podría detener la guerra entre los campamentos? — preguntó Thalia recordando lo que estaba pasando en el campamento Mestizo. El tema de su padre podía esperar, no era demasiado importante. Sonrió como un trueno se escuchó, aun en el inframundo no dejaba de molestarla pero al menos ella tuvo su pequeño momento de rebeldía.

— No, no puedo hacer nada, solo un Olímpico los puede detener y tu padre se encargó personalmente de sacarme del consejo Olímpico — respondió el Dios con brusquedad, el rencor se notaba y escapaba en cada palabra que hablaba aunque no iba dirigido hacia ninguno de los semidioses pero no evitó que sonriera cuando un trueno se volvió a escuchar. El Rey debe estar haciendo un berrinche divino. — En estos momentos nuestra única opción es Artemisa.

— ¿Y tú sabes dónde la podemos encontrar padre? — preguntó Bianca después de todo no quería que le pasara nada a las cazadoras.

— Me temo que ustedes estuvieron demasiado cerca de donde ella está prisionera — explicó Hades dejando muy confundidos a los chicos.

— ¿Eso quiere decir que la niña que yo vi mientras peleaba contra Ladón era ella? — cuestionó Thalia mientras recordaba lo que había visto pensando que se trataba de una alucinación. ¡¿Sus instintos están defectuosos o qué?!

— Así es niña y tuviste demasiada suerte al no haberte acercado más o habrías muerto tan rápido que ni siquiera te habrás dado cuenta — explicó Hades tranquilamente. Bueno ciertamente sus instintos estaban funcionando.

— Tenemos que regresar allá y así vamos a detener la batalla — dijo Nico con firmeza pero su padre negó con la cabeza haciendo que la esperanza se borre de sus rostros ante la posibilidad de terminar la batalla.

— Me temo que si ustedes van hasta ese lugar solo van a hacer que los maten — dijo Hades con una sonrisa lo cual solo puso demasiado nervioso a los semidioses, — Ladón no es el único monstruo que está en ese lugar, además es misión de mi sobrino rescatar a Artemisa, ustedes se tienen que preocupar por hacer lo suyo y no interferir en la misión de alguien más. Y aunque me cueste aceptarlo, él es mucho más poderoso que ustedes tres juntos creo es el único que podría rescatar a mi sobrina.

Los tres chicos se desanimaron de inmediato al escuchar todo eso, — ¿Sobrino? ¿Mi hermano está vivo? — preguntó Thalia, sin poder ocultar su alegría.

— Tu hermano sigue con vida, aunque no es él quien va a rescatar a Artemisa — respondió Hades, Thalia no pudo evitar esbozar una sonrisa muy a pesar del sitio donde se encontraba.

— Hemos llegado, Alecto se encargará de llevarlos hasta donde están las Moiras.— dijo Hades mientras bajaba del barco seguido de los tres chicos, — Hay algo que deben de saber acerca de las Moiras, sólo pregunten lo verdaderamente importante y no hagan mas preguntas — dijo este antes de desaparecer del lugar.

— Bueno eso fue raro — murmuró Thalia con nerviosismo nunca había pensado que el Dios del Inframundo se iba a comportar así, pero estaba un poco animada de que este desapareciera. Alecto apareció frente a los semidioses haciéndoles una señal para que estos lo siguieran.

— En aquella cueva está la morada de las Moiras, yo solo llego hasta aquí, a partir de aquí están solos — explicó Alecto antes de desaparecer y dejar bastante nerviosos a los chicos. El trío caminó demasiado lento hasta que se adentraron en la cueva.

— Por fin han llegado — dijo una voz entre las sombras, Thalia por instinto sacó el arco esperando que en cualquier momento los atacarán. — No necesitas tus armas aquí querida, nadie los va a atacar mientras permanezcan en esta cueva — dijo la misma voz apareciendo frente a la hija de Zeus, la cual se puso demasiado nerviosa al ver que esta no tenía ojos, pero se había acercado lo suficiente para quedar frente a la chica. Por mucho que quisiera negarlo alcanzó a retener el grito de terror en su garganta por la apariencia del ser.

— Vamos niños no sean tímidos, ustedes vinieron aquí por una razón no es así, ¿por qué están tan callados? — dijo otra mujer casi idéntica a la otra la única diferencia es que esta traía un ojo en su mano apuntando hacia donde se encontraban. Algo un tanto espeluznante para los hijos de Hades, — Ven Cloto nuestros invitados por fin han llegado.

— ¿Cómo es que sabían que íbamos a venir? — preguntó Nico nervioso pensando en que tal vez todo eso había sido una trampa y habían caído directamente en ella.

— Nosotros somos las Moiras niño, vemos el pasado, presente y futuro. No hay nada que se escape de nuestro ojo, nosotros sabemos el destino de todo mortal, semidiós o Dios — respondió Cloto con una sonrisa mientras le arrebataba el ojo a su hermana para poder ver al hijo de Hades al cual solo lo puso más nervioso, por lo que observo hacia la otra Moira que no había hablado la cual tenían en sus manos tres listones.

— Nosotros queremos saber acerca de la Gran Profecía — dijo Thalia la cual aún no había guardado su arco, aún no estaba demasiado tranquila de que alguna de ellas la fuera atacar. Lo único que quería era salir del inframundo y regresar lo más pronto posible al campamento Mestizo.

— ¿Estás segura que es lo único que quieres saber niña? — dijo Cloto acercándose a la hija de Zeus que la miro con un extraño anhelo — Nosotras te podemos mostrar más que eso te podemos mostrar tu futuro o tu pasado, ¿Porque motivo escogen algo que ustedes no saben si es para ustedes?

— Thalia recuerda lo que dijo mi padre — aviso Bianca al ver los ojos que tenía su amiga, en esta ocasión Cloto volteo para ver fijamente a ella lo que la puso alerta.

— Dime niña. ¿no te gustaría ver otra vez a tu mamá? — preguntó Cloto con una sonrisa al ver que la chica palideció, estaban tan lejos y no era bueno que comenzaran a dudar.

— Déjalos en paz Cloto — ordenó Átropos quien había permanecido callada. Antes de arrebatarle el ojo para tenerlo ella, causando un gemido lastimero de la mujer, — Y ustedes niños si quieren tener una mínima posibilidad en contra de mi madre y él, es mejor que sepan que no van a poder hacer nada para cambiar el pasado.

Thalia se quedó paralizada cuando escuchó lo que les dijo esta, debe estar bromeando. — ¿Madre? — preguntó Thalia temerosa por la respuesta que le podía dar las Moiras, aún más cuando una de estas sonrió.

— ¿Qué es lo que quieres decir con cambiar el pasado? ¿Podemos salvar a nuestra mamá? — preguntó Nico emocionado por ver que podía salvarla. Aunque sea una ilusión dentro de la mentira. A veces la pureza era cruel y por lo mismo algo difícil de mantener.

— ¿Y cuántas personas deben morir para que tu madre viva?— preguntó Cloto con una sonrisa maliciosa, — ¿Estarías dispuesto a que tu hermana muera para que tu mamá viva?

Nico solo guardó silencio sin saber qué responder. ¿Cómo escoger? — Él va a quererlos seducir con la posibilidad de cambiar el pasado, pero lo que deben de pensar es las consecuencias que esto va a traer — dijo Laquesis sin dejar de ver a los tres semidioses. — Él, es Cronos, Primordial del Tiempo mientras que mi madre es Ananké, la Primordial de lo Inevitable.

Los tres chicos se quedaron en silencio sorprendidos al ver que se tenían que enfrentar a dos Primordiales. — ¿Y por qué razón todo empezó tan pronto? Aún falta mucho para que cualquiera de nosotros llegue a la edad que marca la profecía — preguntó Thalia evitando que alguno de los hijos de Hades preguntará algo más.

— ¿Y por qué suponen que la Profecía habla de alguno de ustedes tres?

Las Moiras de inmediato hicieron una reverencia, mientras una mujer desconocida aparecía en la cueva.