El tiempo es algo que puede acabar con algo de las personas, en mi caso fue la dedicación en esto, o parecer preciso, el fanfic, solo pensaba en ideas. Ideas que no se aran, ideas malas y que carecen de sentido y motivación.
Se que el texto de arriba no tiene que ver con lo que se lera acá bajo, pero es algo que tenia que sacarme del pecho, pase de escritor a un lector que, rara vez se pone enfrente de la computadora para escribir, el único momento en el que me pongo frente una, únicamente es para el trabajo… pero, en fin, se que este texto no les interesa. No les quito el tiempo y espero que lo disfruten.
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6: Nunca separados.
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Tal vez, pensándolo bien, besar a Izuku de esa manera, Mina pensó que había sido una mala idea.
No había esperado la reacción que había obtenido de él. Por otra parte, dado el tipo de persona que era, no estaba segura de qué tipo de reacción había esperado en primer lugar. ¿Un rubor? ¿Un beso de vuelta? ¿Que se quedara boquiabierto por ella? Bueno, ella estaba bastante segura de haber conseguido una de esas cosas, a juzgar por cómo actuaba él de martes a viernes.
Una de las dos cosas sucedía cada mañana de esa semana. O bien Izuku entraba después de la llegada de Mina y, tras un saludo cortés y una sonrisa vacilante, durante la cual las palmas de sus manos parecían tan rojas como sus mejillas, se dirigía a su asiento e intentaba desesperadamente evitar el contacto visual con ella, o incluso estar a menos de dos metros de distancia si podía salirse con la suya, recorriendo a veces rutas muy enrevesadas para hacerlo. En un momento dado, acabó dando una vuelta entera alrededor del asiento de Todoroki, dejando al chico medio caliente medio frío mirando a Izuku como si el cerebro del chico acabara de freírse.
La otra cosa que sucedía era las veces que Mina llegaba más tarde que Izuku, y esas veces, ni siquiera recibía el saludo. Comprobaba quién había entrado y entablaba conversación con quienquiera que estuviera cerca de él en ese momento como si eso hiciera que su corazón volviera a funcionar. Uraraka e Iida eran destinatarios habituales de esto, pero también Mineta y Todoroki, e incluso gente con la que no hablaba tan a menudo, como Kaminari y Kyouka. Este plan suyo fracasó el jueves, cuando la única persona que estaba lo suficientemente cerca como para que esto funcionara fue Bakugou, que simplemente desató una explosión en sus palmas como advertencia de lo que iba a suceder si seguía intentando hablar con él.
Lo singular de sus interacciones fuera de la escuela era lo repetitivas y apenas existentes que eran. Izuku rara vez iniciaba una conversación entre los dos, pero siempre que acababa enviando mensajes a ella, le enviaba siempre el mismo mensaje, todo en mayúsculas. 'SÁBADO A LA 1 DE LA TARDE FUERA DE YUUEI'. A Mina no le cabía duda de que lo hacía para convencerse de que no todo había sido un sueño de algún tipo, que si ella se daba la vuelta y le preguntaba de qué demonios estaba hablando, él olvidaría al instante que había sucedido. Como si estuviera comprobando con ella si seguía ocurriendo. No es que ella dijera que iba a suspenderlo. Ella estaba esperando su inevitablemente incómoda cita.
Nada de esto significa que no hablaran durante toda la semana. Lo hacían, pero sus conversaciones no eran para nada como antes. Hablaban a ratos, antes de que uno de los dos pusiera alguna excusa, nervioso, para hacer otra cosa, para no molestar al otro o para terminar alguna tarea que le habían encargado una hora antes. Esta serie de excusas hizo que Mina tuviera la semana más productiva en mucho tiempo, manteniéndola al día con las evaluaciones y la teoría. Nunca se había interesado tanto por las matemáticas y la ética en toda su vida.
Decir que tenían una mala relación a causa del beso sería inexacto. En realidad, ninguno de los dos se había sentido tan cerca de otra persona en toda su vida. Mina prácticamente le había confesado sus sentimientos a Izuku con ese paquete en la mejilla, mientras que Izuku había estado luchando contra sus emociones durante la última semana, y todavía estaba tratando de concluir lo que sentía. Su problema era la falta de conocimiento, de comprensión de lo que debían hacer en este tipo de situación en la que se encontraban, en la que eran más que amigos, pero menos que amantes.
No pasó desapercibido para sus compañeros. En absoluto. Cualquiera con un cerebro que funcionara era capaz de identificar que algo estaba pasando, aunque no estuvieran totalmente seguros. Acabó convirtiéndose rápidamente en uno de los temas que los grupos aburridos sacaban a relucir para añadir una chispa a sus menguadas conversaciones.
-Están enamorados. – Tsuyu fue la primera en sugerirlo a los compañeros que la rodeaban al final de la pausa del almuerzo del viernes, con su característico modo dolorosamente contundente y directo. La forma en que lo dijo indicaba que estaba segura sin ninguna duda de ello, y que no estaba lanzando ideas al azar.
Hasta ese momento, las teorías se limitaban a la idea de que había ocurrido algo incómodo entre los dos y que estaban haciendo todo lo posible por olvidar que había ocurrido. Algunas personas rumoreaban un enamoramiento de una u otra parte, pero Tsuyu fue la primera persona que sugirió un amor real.
Si era posible que una chica invisible se sonrojara, Hagakure lo consiguió ante la simple sugerencia, antes de soltar un chillido y su falda empezó a balancearse de un lado a otro, indicando que se retorcía en el acto. Las mangas de su uniforme, ahora dobladas, indicaban que se estaba agarrando las mejillas. - ¡Kyaaa! ¡amor joven! –
Kirishima se limitó a reír, mostrando los afilados machacadores de calcio que tenía alineados en sus mandíbulas. -Ja, ja, no quiero ofender a Midoriya, pero no creo que sea el tipo de hombre que muchas chicas adoran. No me malinterpretes, es varonil y todo en una pelea, y es un tipo genial, pero es un poco cobarde en lo demás. –
-Creo que tienes una idea muy limitada sobre las chicas, Kirishima. – Tsuyu respondió rotundamente, una vez más con el ingenio que la caracterizaba. Su cabeza volvía a estar apoyada en sus brazos sobre el escritorio, pero la apoyaba de lado para poder mirar a su grupo, esta vez algo más involucrada en la conversación por ser la instigadora de la misma.
-Estoy con Kirishima en esto. – Sero apareció esta vez, ofreciendo sus dos centavos en la discusión. -El tipo parece demasiado torpe para que alguien se interese por él. Quiero decir, seguro que no me gustaría meterme en una pelea con él, me destrozaría, pero como... Mira al maldito tipo. – Señaló detrás de él con el pulgar hacia el escritorio de Izuku.
Desde la perspectiva del grupo, parecía que Izuku había estado tomando apuntes sobre lo que acababan de aprender en clase, cuando levantó la vista y vio al grupo, con lo que se puso rojo, sonrió torpemente y saludó tímidamente, casi robóticamente, sin ninguna fluidez en sus movimientos, como un robot que funciona mal. Parecía que el mayor de los ñoños acababa de ver a su enamorado entrar por la puerta en una de esas horribles telenovelas de instituto de Estados Unidos con mala traducción al japonés que se emiten a la una de la madrugada.
-Tal vez Ashido tiene un gusto por los socialmente torpes. – Tsuyu sugirió sólo como una media broma. La otra mitad de la chica de la rana estaba luchando con la posibilidad de que el usuario de Quirk Ácido realmente se sintiera atraído por ese rasgo en particular.
- ¿Qué es esto de mí ahora? –
La voz de Mina se coló de repente en la conversación, introduciéndose de forma casi natural en la discusión del grupo sin necesidad de saludarlos. Dejó caer su bolsa en su asiento y se sentó en su pupitre, justo en la forma en que se suponía que debían colocarse esas cosas, y se abrochó a regañadientes los dos primeros botones de su camisa blanca y su corbata antes de que comenzara la siguiente lección. Más matemáticas. Alegría.
Su repentina aparición le había valido que cuatro pares de ojos se centraran en ella, ninguno de ellos especialmente sorprendido por su aparición aleatoria en el grupo y su forma informal de unirse a su charla. Ya estaban acostumbrados.
-Hola Ashido. – Kirishima saludó a la chica rosa con un gesto de la mano. -Estamos hablando de que tú y Midoriya habéis estado bailando toda la semana. –
Debería haberlo esperado, pero, aun así, escuchar que sus interacciones habían sido notadas por sus diversos compañeros de clase seguía avergonzando a Mina, cuyas mejillas comenzaron a encenderse de ese color lila al sonrojarse. Todavía era demasiado pronto para lidiar con esto. No ayudaba que esta mañana hubiera tenido que renunciar a su café matutino por haberse quedado dormida, así que había tenido que utilizar parte de su paga de la semana para comprar alguna de las porquerías baratas que vendían en la cafetería y metérsela por el cuello antes de llegar a clase. Estaba cansada y no se encontraba en el mejor estado. Eso tenía que cambiar para mañana. Necesitaba un montón de cafeína para afrontar el día de mañana.
- ¿Qué es lo que baila por ahí? – Preguntó, fingiendo ignorancia de forma bastante convincente.
-Vosotros dos manteniendo conversaciones cortas, Midoriya tratando de mantenerse a cierta distancia de vosotros, las sonrisas incómodas y los rubores de ambos. El contacto visual, y esas miradas al otro lado de la habitación que os lanzabais cuando uno no miraba. – sugirió Hagakure. Cuando recibió un montón de miradas de sorpresa por haber entrado en ese nivel de detalle, se encogió de hombros y se levantó de puntillas, dando un ligero salto, y respondiendo con alegría. -Invisible, ¿recuerdas? No sabes dónde ni cuándo estoy mirando~ – Como nadie tenía ni idea de cómo sería si no fuera invisible, nadie podía imaginársela con una sonrisa de satisfacción en la cara, pero todos sabían que debía tener una en ese momento.
- ¿Cómo exactamente fue Asui la primera en darse cuenta de esto otra vez? – preguntó Kirishima con una ceja alzada. Si Hagakure se había dado cuenta de todo esto, ¿por qué demonios no lo había mencionado antes? Tal vez no conectó los puntos. O tal vez le gustaba guardárselo para sí misma y dejar que los demás lo adivinaran. Tal vez sólo se estaba divirtiendo.
-Ustedes dos se gustan, ¿no? – Tsuyu, por tercera vez en esta conversación, fue lo más directo posible. Miró a Mina con el rostro completamente erguido, mostrando la seriedad con la que hacía esa pregunta.
Mina se sonrojó. ¿Era realmente tan evidente? Sabía que Tsuyu era una chica perspicaz, pero a la chica de los cuernos le gustaba pensar que ocultaba algo bien sus sentimientos a sus compañeros. Lo revelador es que no lo negaba en absoluto, no porque no se le ocurriera ninguna excusa, pues tenía montones de ellas, sino, extrañamente, porque no quería ocultar sus sentimientos por Izuku. Incluso si no estaban...
Oficialmente saliendo, ella todavía quería ser honesta con el sentimiento que tenía por él.
Quería hablar con él, estar cerca de él, tomar su mano, abrazarlo y...
Y... Volvió a sonrojarse, recordando su atrevimiento en la estación de metro el lunes. Esta vez más fuerte, el lila esta vez mucho, mucho más evidente en sus mejillas, imperceptible para cualquiera que no tuviera una deficiencia de daltonismo. Había optado por no decir nada sobre su enamoramiento de Izuku porque imaginaba que a él no le gustaría que corriera ningún rumor por el lugar, pero, en cambio, la habían descubierto. No podía decidir si eso era más embarazoso que el hecho de que ella fuera aparentemente tan sutil como un tren de mercancías o no.
Después de unos momentos de silencio aplastante en su grupo, durante los cuales la sala se volvió notablemente más silenciosa, el parloteo de otros compañeros se hizo mucho más fácil de escuchar, el grupo se dio cuenta de que Tsuyu había dado en el clavo. O cuerno, en este caso.
-Espera un segundo, ¡¿Asui tiene razón?! – Sero fue quien rompió el silencio entre el grupo, prácticamente mirando a Mina con sorpresa. Al decirlo, los codos en forma de bote desde los que se activaba su Quirk se resbalaron, haciendo que casi se golpeara la cabeza contra su escritorio, obligándole rápidamente a reajustarse.
-Te lo dije. – Tsuyu graznó con una sonrisa.
Demasiado tarde para negarlo, para disimularlo y poner una excusa, Mina se resignó a las burlas y bromas que estaba destinada a recibir a manos de su grupo social. -Maldita sea. – Sus labios inferiores sintieron de repente una presión áspera y aguda, y no fue hasta que pasaron unos segundos que se dio cuenta de que eran sus propios dientes. -Yo... no sé cómo se siente Midori, pero... –
Y ahora dejó escapar su apodo para él.
- ¡Incluso tiene un bonito apodo para él! – Los pies de Hagakure parecían alternar entre uno que estaba en el suelo y otro que estaba medio levantado, con el talón. La energía linda e ilimitada llegó en la forma de una chica que nadie pudo ver realmente, sólo rivalizada por el entusiasmo habitual de Mina.
-Maldita sea, parece que me he equivocado. – Comentó Kirishima, pareciendo que estaba conteniendo una sonrisa. -Midoriya tiene los ojos puestos en él. –
Mina tuvo que apartar la vista de su grupo, demasiado nerviosa como para mirar a ninguno de ellos a los ojos en ese momento. La tentación de fundir un agujero en el suelo y caer a través de él era fuerte. Claro, desde esta planta, acabaría cayendo en los simulacros de examen de tercer año, y casi seguro que acabaría castigada, por no hablar de una factura en casa por los daños que su padre le pegaría en la cabeza, pero tenía que ser mejor que esto. Que ella pudiera lidiar con eso.
- ¿Por qué tan avergonzada? – preguntó Tsuyu, ladeando la cabeza. La preocupación que su Quirk hacía difícil de expresar se filtró con sus palabras, siendo la única que realmente mostró algo por Mina. -Estamos en esa edad. Nadie puede elegir a quién le gusta. –
- ¿Le has echado el ojo a alguien? – le preguntó Hagakure a la chica de la rana. Estaba claro que ella estaba disfrutando de la conversación actual, incluso si su cara no era visible, y nunca lo sería. Para ayudar a transmitir las emociones que sentía, dependía increíblemente de la ropa, el tono y el lenguaje corporal. De alguna manera, la chica que nunca tenía una expresión era la más expresiva de toda la clase 1-A.
-No particularmente. – Tsuyu respondió escuetamente.
Mina suspiró. -Eso no me tranquiliza mucho. – Agradece a los diversos dioses que ninguno de estos chicos supiera que le había besado la mejilla, o directamente se moriría. Sus mejillas lilas eran una visión inusual para todos los que la rodeaban. Hacía falta mucho para que se sonrojara. A pesar de lo lindo que era ver a la chica rosada nerviosa por una vez, el grupo parecía entender su estado emocional en este momento.
-Aunque sé que hay muchos tipos peores de los que enamorarse aparte de Midoriya. – La chica verde oscuro añadió a su declaración, sentándose en su escritorio. -En la USJ, él fue la única razón por la que Mineta y yo salimos de esa emboscada. Corrió a ayudar a All Might a pesar de que yo le decía constantemente que no lo hiciera. Luego todos vimos lo que hizo con Todoroki. –
Sonriendo ante los recuerdos que inspiraron sus sentimientos por Izuku, Mina sintió que sus niveles de estrés se reducían. Su rubor seguía siendo claro, pero se diezmaba muy levemente, volviendo su piel a sus pigmentos normales lentamente con el tiempo.
- ¡Eh, no estoy diciendo que tenga un problema con ello! – aseguró Kirishima a su colega de aspecto inhumano con una sonrisa bromista.
-Yo tampoco. Es sólo... sorprendente. – Sero asintió con un movimiento de cabeza. -Perdona por, ya sabes, acosarte así. –
El grupo comenzó a emitir una lista de disculpas repentinas sus diversas reacciones y entrometimiento en la vida romántica de Mina. Ella los perdonó a todos antes de que todos emitieran sus peticiones individuales de perdón, ya que Mina sabía que esto era, con toda honestidad, un agujero que ella misma había creado, y nadie más tenía la culpa de ello. Ella había tomado la decisión de besar a Izuku, de dar a conocer sus sentimientos por él, y por extensión, había causado todo este lío. No podía culpar a Tsuyu, ni a Kirishima, ni a nadie más por darse cuenta de ello.
Le desearon suerte, y ella se lo agradeció. Después de todo, iba a necesitar toda la suerte que pudiera conseguir.
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-Yo, Pinky. –
El ojo de Mina se movió inconscientemente cuando escuchó a su hermano mayor llamarla por ese maldito apodo. Desde que reveló a su familia que su nombre de héroe era Pinky, después de que su idea inicial fuera rechazada, Micha parecía haber olvidado que alguna vez tuvo un nombre de pila, y se limitaba a llamar a su hermana "Pinky". Era una fuente ilimitada de entretenimiento para él. Era demasiado fácil de complacer.
- ¿Sí? –
- ¿Te importa si entro? –
-Claro. –
Su hermano abrió la puerta, muy decorada, y entró en el desorden que era la habitación de Ashido Mina. La limpieza no se le escapaba... Iba de una cosa a otra con demasiada rapidez como para pensar en guardar algo. Sabía que su habitación era un desastre, pero no le importaba. Al intentar abrir la puerta, Micha acabó chocando con un montón de ropa cerca de la entrada. Tuvo que colarse por el hueco que había creado para poder entrar en la habitación.
-¿Alguna vez has pensado en limpiar aquí? – preguntó Micha, mirando a su alrededor, pisando con cuidado entre los pequeños huecos del suelo que pudo encontrar. Él mismo no era exactamente un fanático de la limpieza, pero su habitación al menos tenía espacio para caminar. La cantidad de trastos que había en el lugar era tan enloquecedora, que se preguntaba cómo Mina iba del punto A al B sin romper algo, o a sí misma.
-No hay tiempo. ¿Qué quieres, hermano? – Mina estaba de pie sobre su cama, mirando los trajes seleccionados que había decidido que quería llevar cuando se reuniera con Izuku en unas horas. Teniendo en cuenta todo, sabía que iba a ser un día de todo o nada. Sólo pensar en ello la ponía nerviosa.
Micha se encogió de hombros. -No es mucho. Mamá quería saber qué te apetece cenar. Ella está probando otra de esas malditas variantes de nuevo, así que, si eliges Natto de nuevo, voy a derretir todo aquí. –
-Te disolveré si lo intentas siquiera. – Mina sonrió en respuesta. Sabía que su hermano no hablaba en serio, pero tenían este tipo de riñas, sobre todo como forma de demostrar su afecto. Compartían un Quirk similar, lo que los había llevado a tener un vínculo bastante estrecho. El Quirk de Micha se llamaba Meltdown, y le permitía hacer que cualquier objeto que tocara se derritiera, siempre que lo deseara. Con su tipo de Quirk, era de extrañar que no hubiera sido aceptado en Yuuei. Aun así, se mostró orgulloso de su hermana por haber conseguido hacerlo, aunque estuviera un poco celoso de ella.
-Bueno, ¿vas a responder o qué? – Preguntó con los brazos cruzados. Sólo una vez que hizo esta pregunta se dio cuenta de que Mina estaba inspeccionando diferentes ropas en su cama. Todas ellas eran relativamente escasas y reveladoras, pero cumplían bien su función. No estaba desacostumbrado a ver a su hermana ir con falta de modestia. Era su estilo, pero no sabía que tuviera planes. Con una sonrisa bromista, le preguntó. -¿A qué se debe ese atuendo? ¿Tienes una cita caliente? –
Mina se sonrojó. No había forma de que Micha supiera que había quedado con Izuku. Ella había guardado su teléfono con su maldita vida desde que habían intercambiado esos mensajes. Nadie sabía de la autoproclamada cita que Mina iba a tener con Izuku. Su hermano sólo estaba bromeando. Pero, aun así, el hecho de que estuviera tan acertado la hizo estallar de vergüenza.
-Mierda, realmente tienes una cita caliente planeada. – Repitió Micha con una mirada de sorpresa. Sus labios se curvaron de repente en una sonrisa de satisfacción. -Mi hermanita está creciendo. –
Por primera vez desde que había entrado en la habitación, Mina miró a su hermano con expresión de pánico. Sus manos se juntaron, como si estuviera a punto de entrar en oración, e inclinó la cabeza para que sus cuernos apuntaran directamente a él. -Por favor Micha, por el amor de Dios, no se lo digas a nadie. –
-Tranquila, no lo haré, no lo haré, no te preocupes. – Sonrió, teniendo que contener una carcajada ante la inevitable cantidad de chistes que debía estar creando dentro de su cabeza. Sus labios se fruncieron como si hubiera mordido un limón agrio, todo en un esfuerzo por evitar estallar en carcajadas ante la repentina vergüenza de su hermana. -Entonces, ¿quién es el afortunado? ¿O la afortunada? ¿O intermediario? –
-Chico. – Mina suspiró. Sabía que su hermano no la dejaría marchar hasta que soltara la verdad, así que decidió acabar de una vez. -Se llama Midoriya Izuku... –
-Suena muy aburrido. – Micha descartó prácticamente de inmediato, acción que enojó ligeramente a Mina. - ¿Cuándo acordaron? –
-A la una... –
-Supongo que eso explica la ropa, entonces ¿Con qué vas a ir? –
Recogiendo dos de los trajes, uno en cada mano, Mina le mostró los dos entre los que se debatía. Uno de ellos era una variante muy parecida a la ropa que había llevado cuando salió por primera vez con Izuku, salvo que la camiseta negra ya no tenía la palabra 'Acid' esparcida por todo el cuerpo. En su lugar, era completamente negra. Aparte de eso, era básicamente la misma combinación de ropa que había llevado.
El siguiente conjunto era mucho menos revelador, pero daba el mismo tipo de sensación que el anterior. Consistía en una chaqueta de color rojo oscuro con líneas blancas que bajaban por los brazos y hasta las muñecas, cubriendo una camisa blanca lisa. Junto a ella, había una falda azul oscuro que se cortaba justo por encima de las rodillas de Mina, cubriendo sus tonificados muslos. Acompañando al conjunto había un par de calcetines blancos hasta la rodilla que cubrían sus pantorrillas y espinillas.
-No sé... Me gusta esto. – Mina levantó el primer conjunto, más escaso, un poco más alto que la otra segunda opción. -Pero ya lo conocí con algo así, – Micha la miró con extrañeza. -No preguntes. De todos modos, me gusta, pero quiero mostrar que me estoy esforzando para mezclar un poco. Y este. – Bajó el primer traje y levantó el segundo. -Me gusta... Pero no sé. Creo que el rojo no es el que mejor me sienta. No con mi complexión... ¿Qué te parece? –
-Yo diría que te quedes con el segundo. – Micha respondió sin dudar. -Puedes llevar la chaqueta en la cintura si no te apetece, y te vendrá bien si hace frío fuera. Mejor tenerla y no necesitarla. –
La lógica estaba ahí, así que Mina asintió. Su hermano no la había guiado mal antes, así que confió en su criterio y se decidió por la combinación de chaqueta roja, a pesar de sus anteriores recelos al respecto. Le dedicó una cálida sonrisa. -Siempre me das buenos consejos. –
-Bueno, tú siempre me ayudas cuando salgo con Kiro-chan. –
-Eso es porque eres un inútil eligiendo tu propia ropa, hermano mayor. – se burló Mina, recordando cómo su hermano pensó una vez que era aceptable salir a una cita a un restaurante con la ropa desordenada de su trabajo a tiempo parcial. Sintió la necesidad de confesarle a su hermano la verdadera naturaleza de su encuentro con Izuku, aunque sólo fuera para que tuviera el contexto necesario. -Y eh... Esto no es realmente una cita... Es... Bueno, dije que era una cita, pero creo que Midori no me creyó del todo... –
- ¿Así que todavía no es tu novio? –
Mina negó solemnemente con la cabeza. -No-oh... Quiero decir... Hemos salido, y somos cercanos y todo... Me deja llamarle por su nombre de pila... Pero sólo nos conocemos realmente desde hace unas semanas... –
- ¿Lo amas? –
Otra ola de vergüenza se abrió paso a través de Mina. Era tan vergonzoso admitirlo, pero ella sentía que lo hacía. Sentía que realmente se había enamorado de Izuku. Incluso si comenzó como una simple admiración y respeto, rápidamente se había convertido en algo mucho más profundo que eso. Algo mucho más cercano a su corazón.
Pero responder a la pregunta sin rodeos era casi imposible para la joven. En su lugar, intentó responder sin contestar. -Yo... puede que le haya besado en la mejilla... –
-Trabajas rápido. – Micha sonrió. Podía percibir claramente la dudosa estabilidad del estado mental de Mina en este momento, lleno de dudas y de confianza que se anulaban mutuamente, hasta que ella seguía siendo un lío inseguro. Estaba dudando de sí misma, por el beso que acababa de confesar que le había dado a su enamorado. Un movimiento impulsivo que hizo en el calor del momento y del que ahora no sabía qué pensar. Se compadeció de ella, recordando cuando él había hecho algo parecido con su actual novia. Apoyando su mano en el hombro rosado de ella, la tranquilizó mediante el contacto físico. - ¿Te importa si te hago una sugerencia, hermanita? –
-Adelante. – Mina asintió.
-Si amas al tipo, házselo saber. Si es lo suficientemente cercano como para permitirte usar su nombre de pila, debes gustarle también. – A Mina se le habrían aguado los ojos en ese momento si no supiera que su hermano era tan tonto. Pero su genuino consejo la hizo sonreír. De repente, metió la mano en el bolsillo y sacó varios fajos de billetes, que le entregó. -Mi hermana tiene buen gusto para los chicos, estoy seguro, así que sal, diviértete, vuelve esta noche y cuéntame todo sobre el nuevo novio, ¿vale, Pinky? –
Golpeando ligeramente el pecho de su hermano como castigo por el apodo que le puso, y luego chocando los puños con él, Mina sonrió. Realmente, su hermano podía ser un perverso adicto a los juegos que la ponía contra las cuerdas a veces, pero no lo cambiaría por nada del mundo. -¡Vaya! –
-Entonces, ¿quieres que le diga a mamá que vas a salir a comerte a un chico o algo así? –
Si la cara de Mina no había sido lila antes, lo era ahora, más que nunca. Todo su cuerpo comenzó a estallar en el color oscuro ante la implicación. Verdaderamente, ¡la línea de sangre Ashido era la más contundente que había en todo Japón! - ¡Micha! –
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Izuku estaba prácticamente temblando en sus zapatos mientras esperaba la llegada de Mina. Había estado seriamente tentado de inventar algún tipo de excusa para no venir, para evitar esta cita de cualquier forma que se le ocurriera. Esta cita le había estado dando vueltas en la cabeza toda la semana, haciéndolo demasiado nervioso para pensar con claridad. Esta cita era lo único en lo que podía pensar, y sólo podía temerla y anticiparla simultáneamente. ¡Esta cita, esta cita!
Su cuerpo se puso a cien cuando recordó esa palabra. Cita. Era una cita. Su primera cita. Y era con Mina. ¡Mina!
Su ropa, una vez más, era de tipo casual. Esta vez, en lugar de lucir el color verde, estaba vestido con el color azul, su chaqueta coincidía con el esquema que iba, de color azul marino oscuro. Debajo de la cremallera de dicha chaqueta estaba su camisa favorita, una blanca que tenía el kanji de "Héroe" en su pecho bien formado. Sus vaqueros eran de un tono azul marino más claro que su chaqueta, inclinándose más hacia el azul neutro que hacia cualquier tono más oscuro.
De repente, se encontró preguntándose y entrando en una histeria paranoica. ¿Estaba mal vestido? ¿Iba demasiado vestido? ¿Interferiría su elección de ropa con lo que Mina había planeado? ¿O se suponía que era él quien ideaba el plan? ¿Llevaba suficiente dinero encima? De hecho, tacha eso, ¿tenía siquiera dinero encima? Se palpó los bolsillos de los vaqueros para recordar que sí, que había traído dinero. ¿Cuánto dinero? Unos 5500 yenes. ¿Sería suficiente?
La perspectiva de tener una cita con Mina superaba con creces cualquier inseguridad que pudiera tener cuando estaba frente a estas mismas puertas hace unas semanas en relación con su puesto en Yuuei. Eso era lo último en lo que estaba pensando ahora mismo. Lo segundo era qué diablos iba a hacer si metía la pata en esta cita y los hacía quedar a él y a Mina como unos completos idiotas.
La primera fue en ese beso que Mina le había dado.
Había pensado mucho en ello. Mucho. Ni siquiera se había acercado a considerar la posibilidad de que ella hubiera hecho algo así durante toda su interacción juntos...
Pero mentiría si dijera que no le gustaba. De hecho, todo lo contrario.
A lo largo de su viaje ese día, los dos habían estado más cerca que nunca. No sólo físicamente, sino también emocionalmente. Ella le había dicho lo contenta que estaba de haberlo conocido... Y él también se alegró de haberla conocido. Su corazón nunca había latido tan fuerte en toda su vida, y no había parado hasta el día siguiente. Cuando ella se apoyó en su hombro y él la rodeó con su brazo para estrecharla, pudo sentir el maravilloso calor de su cuerpo y el hermoso aroma de su cabello. Le fue imposible no sonreír. Estar cerca de Mina le hacía sentirse bien. Feliz. Mejor que nunca.
¿Se había enamorado de ella sin darse cuenta?
Cuando se enfrentó a esa posibilidad... No podía decir que le desagradaba. Después de todo, Mina era amable, era divertida. Era divertido estar con ella, y era linda. Su piel era extraña, sí, pero no era suficiente para molestarlo. Eso, sus ojos y sus cuernos eran accesorios de su singularidad. Pero por encima de todo eso estaba la personalidad enérgica y compasiva que hacía de Mina ella misma.
Y Mina era una persona increíble...
Y ella lo había besado... Y a él le... Le había gustado eso. Le había gustado ser besado por Mina. Y a pesar de que nunca, nunca pudo pedir tal cosa, quería que sucediera de nuevo. Quería que Mina lo besara de nuevo... O, Dios no lo quiera, que lo dejara besarla.
¿Significaba eso que ella le gustaba?... Supuso que sí.
Le gustaba Mina.
La idea le hizo sonrojarse. Le gustaba Mina. ¡Y hoy iba a tener una cita con ella! ¡Iba a tener una cita con la chica que le gustaba! ¿Podría ser más afortunado? Tal perspectiva le hacía estar más excitado que cuando adquirió el One For All, ¿y no era un pensamiento extraño? Unas pocas horas con esa chica le entusiasmaban más que la posibilidad de adquirir su propio Quirk, de seguir su sueño de la infancia. Aunque nunca habría podido hacer ninguna de esas cosas sin Uno Para Todos. Todo había cerrado el círculo, gracias a su Quirk heredado. Envió otra nota mental de agradecimiento a Todopoderoso, el número quinientos cincuenta y dos.
-Midori. –
Una vez más, había estado demasiado absorto en sus pensamientos como para darse cuenta de que alguien se le acercaba. Reconoció la voz al instante y su repentina aparición le hizo levantarse de golpe para mirarla.
-M-Mina-san. –
La chica acido le sonrió, esa linda sonrisa que Izuku había identificado hizo que su corazón se acelerara, así como el hecho de que entre ellos había quizás un metro de espacio. Mina realmente tenía poco o ningún concepto de espacio personal, ¿no es así?
Izuku se quedó congelado en su sitio durante unos segundos, con una mirada que no podía decidir si era una sonrisa o un grito de ayuda, en lugar de conseguir ninguna de las dos cosas, y haciendo que pareciera que se tambaleaba con su sonrisa medio ladeada hacia arriba, y medio ladeada hacia abajo. No podría haber parecido más idiota si alguien le pagara por intentarlo.
Ambos estudiantes de Yuuei mantuvieron sus respectivas expresiones y se miraron fijamente durante unos segundos, haciendo que pareciera la versión más tonta de un concurso de miradas jamás ideada para cualquier transeúnte. Al cabo de unos segundos, Mina no pudo contenerse más y estalló en un ataque de histeria, agarrándose los costados, incapaz de reprimir su diversión ante la cara que estaba poniendo Izuku en ese momento. A su vez, su risa contagió a Izuku, haciendo que éste siguiera su ejemplo, riéndose de la incómoda situación en la que ambos se encontraban. Apenas había pasado un minuto desde que ella llegó y Izuku ya no podía evitar sonreír y reírse.
-¡Yo, lo siento! – gritó Mina, haciendo todo lo posible por no reírse. -Pero, ¿qué fue eso? Pffft! – Se lanzó a otra ronda de carcajadas. ¡Esa cara! ¡No pudo evitarlo!
-¡No tengo ni idea! – En cualquier otra circunstancia, Izuku estaría escondiendo su cara de pura humillación, pero con Mina, no podía evitar reírse junto a ella. Su risa era realmente como un virus. Ponla en las condiciones adecuadas, y se extendería como un incendio.
Después de un minuto de risa terapéutica, ambos sintieron que la ansiedad y el nerviosismo que tenían se desvanecían en la basura. El hielo había sido completamente borrado, dejando a ambos enfrentarse al otro sin una sensación de temor o miedo.
-Oh-ho... Ja, ja, está bien, está bien. – La chica rosa respiró, encontrándose apoyada en el hombro de Izuku, quien a su vez se apoyaba en ella, sin que existiera el nerviosismo por su cercanía. Respiró profundamente unas cuantas veces, a través de las cuales se le escaparon unas cuantas risitas, pero logró serenarse. -B-bueno, eso fue lo más estúpido. –
El chico de pelo verde sonrió. Había sido una estupidez. Una cosa muy tonta por la que reírse así, pero eso le importaba un bledo. Estaba feliz. Hace unos dos minutos, si le hubieran preguntado cómo se sentía con respecto al día, habría respondido con absoluto terror, estrés y una mezcla anormal de excitación. Ahora sólo estaba emocionado, entusiasmado y con ganas de que llegaran las próximas horas. -Me alegro de verte, Mina. –
-Ah, qué dulce. – Respondió con una burla, apartándose de él para poder ver su sonrisa y mostrarle la suya. La joven se levantó de puntillas hasta quedar a la altura de él, y le mostró sus hileras de dientes blancos mientras le dedicaba la tradicional sonrisa de Ashido. -Yo también me alegro de verte, Izuku. –
Sin formalidades, ambos comenzaron a dirigirse hacia la ciudad, y su día comenzó en serio. Entablaron una conversación como la de cualquier otro día, si la incomodidad no hubiera estado sobre ellos durante la última semana. Era agradable volver a la forma habitual de hablar. Izuku incluso consiguió deshacerse de la mayor parte de su tartamudeo, así de bien se sentía hoy.
-Entonces... ¿Cuál es el... plan? – Preguntó Izuku finalmente, rompiendo una pequeña pausa en la conversación. Todavía les quedaba un rato para llegar a Tokio, al lugar al que Mina había sugerido que se dirigieran primero, y lo que iban a hacer durante todo el día no se había establecido realmente.
-Bueno, primero he pensado que podríamos ir a una pequeña tienda muy increible llamada 'Snake' y comprar unos batidos de allí. – Por la ceja levantada que Izuku le dedicó, Mina supuso que nunca había oído hablar de la tienda. Eso la hizo sonreír. Ella sería la encargada de presentarle sus maravillas. -Te gustará, créeme. Después de eso... yo... No se… – Mina parpadeó rápidamente, dándose cuenta de que no tenía ni idea de lo que había que hacer. -Yo... nunca he tenido una cita antes. –
Esa palabra de nuevo... -E-Entonces... ¿Esto es realmente una c-cita? – Preguntó Izuku, sudando ligeramente por la frente, mientras desviaba la mirada hacia un lado, para no tener que mirar directamente a Mina.
-Bueno... Sí. Quiero decir... A menos que no quieras que lo sea. – La enérgica chica respondió con una reserva poco característica, sus manos cayendo a los lados rígidamente, para que no se balancearan en absoluto de sus muslos.
-Eso... ¡No es eso! Yo sólo estaba -
-¡Genial! – Mina prácticamente dio un pequeño salto en el aire, sin esperar a que Izuku terminara su frase. Sin esperar a considerar realmente el posible contragolpe, Mina extendió la mano de Izuku y entrelazó sus dedos con los de él, aferrándose a su cálida palma y uniéndola firmemente con la suya, el celo se apoderó de su pensamiento. -¡Bueno, supongo que ya veremos lo que haremos por el camino! Será divertido. –
Izuku se sonrojó, viendo cómo las manos rosadas y pálidas se tocaban y se aferraban la una a la otra. Estuvo tentado de apartarse avergonzado, si no fuera por dos hechos clave.
El primer hecho era que era su mano. Era la mano de Mina la que estaba sosteniendo ahora, y eso no le importaba en absoluto. Sólo el hecho de que fuera su mano, sus dedos, y que fuera sólo ella la que estuviera sosteniendo, significaba que le gustaba. El segundo hecho era que, por primera vez, estaba experimentando un contacto real y genuino con la piel de Mina. Ni siquiera el viaje en tren del lunes se había acercado a esto. Todo eso había sido a través de la ropa, pero en este momento, se le estaba dando la simple alegría de sentir la piel de Mina en sus manos.
Y su piel era cálida y suave.
:::
Izuku nunca había estado en un lugar como Snake. Era una pequeña tienda tipo cafetería, con un aire rústico, regentada por estudiantes universitarios. Daba más el aire de un dormitorio de collage que de una tienda, con sus folletos, carteles y la disposición desordenada de los asientos por toda la tienda, por no hablar de su pequeño tamaño. Mina parecía estar en primera persona con el personal, en parte, según ella, debido a sus constantes visitas aquí. Le dijo a Izuku que éste era probablemente su lugar favorito para tomar un refresco en pleno verano. Al oír esto, el personal le sonrió con orgullo desde detrás del mostrador.
Al parecer, este lugar era muy conocido por sus batidos, que permitían a sus clientes seleccionar una gran variedad de dulces para convertirlos en una bebida fresca de verano. Mina pidió uno que estaba hecho de una barra de chocolate llamada Bueno, que dijo que era su favorito absoluto. Como no tenía ninguna referencia de qué elegir, Izuku pidió uno igual. La creación de dichos batidos consistía en coger cuatro de las tabletas de chocolate elegidas, romperlas y echarlas en una batidora, junto con un cartón de leche y dos cucharadas de helado. El siguiente paso era batirlo todo y servirlo, lo suficientemente frío como para congelar el cerebro.
Alrededor de la quinta etapa de este proceso creativo, Izuku empezó a arrepentirse de sus elecciones a la hora de pedir. Francamente, cualquier cosa que implicara helado, leche y una barra de caramelo que tuviera algún tipo de relleno de crema espesa mezclado en uno, no había manera de que esto no fuera a alterar su estómago. Si así era como se hacían los batidos tradicionales, se alegró de no haberlo visto antes, pero aquí se podía ver a los vendedores preparándolo todo muy claramente.
Mina pudo zamparse el suyo sin la más mínima preocupación en el mundo, habiéndose zampado ya un cuarto del mismo antes de que llegara el de Izuku. Cuando le entregaron el suyo, se detuvo para mirarlo bien. Era una especie de sustancia viscosa espesa, mayoritariamente blanca pero ligeramente gris, con mil puntos diminutos, todos de color marrón oscuro, esparcidos por la masa. Parecía una especie de desierto infectado.
Por eso le sorprendió a Izuku que el brebaje fuera en realidad inmensamente sabroso. Nunca había probado algo remotamente parecido, pero le hizo cosquillas en la garganta, rebosante de sabor a pesar de la frialdad que tenía. Tuvo que detenerse un segundo para comprender cómo algo que parecía pintura vomitada era realmente tan delicioso. -Esto es... En realidad, es muy agradable. –
-Te lo dije. – Mina sorbió alegremente su propia bebida. -¡Este lugar es el mejor! Debo venir aquí una vez a la semana por lo menos. –
-Ya veo por qué. – Izuku sonrió. Mina tenía buen gusto. De alguna manera, ese conocimiento le hizo sentirse mucho más tranquilo respecto a la cita. Sintió que su corazón se aceleraba, sin ninguna razón en particular, aparte de estar aquí con esta chica.
Con un pequeño suspiro, Mina dejó de engullir su batido por un segundo, se quitó la pajita de la boca y dejó el vaso de plástico transparente sobre la mesa. Luego juntó las puntas de los dedos y sonrió. -¡Entonces! ¡Aquí hay un juego divertido! ¿Qué crees que es lo más raro de mí? –
-E-Espera, ¿qué? –
-He pasado mucho tiempo repasando por qué eres raro. – Mina sonrió. -Ahora que sé lo de tu Quirk y todo eso, tienes mucho sentido para mí. Eres demasiado educado para sacar el tema, pero sabes que no parezco precisamente la persona más típica de los alrededores, así que debes haber notado algo en mí que te parece raro. No me parece muy justo que tenga que recordarte una y otra vez lo raro que eres y tú estés tan callado sobre mí. Así que, adelante, dispara. –
En su mayor parte, Izuku nunca la consideró inhumana. Única, sí, pero no inhumana. Las rarezas afectaban a cada persona de forma diferente, así que nunca tuvo en cuenta las alteraciones físicas, sobre todo desde que estaba en la clase 1-A, donde las únicas personas de aspecto típico eran él mismo, Bakugou y Yaoyorozu. Todos los demás tenían algún tipo de dolencia física que les hacía parecer únicos en comparación con los demás, desde las mechas negras naturales de Kaminari, las almohadillas de los dedos de Uraraka, los dientes afilados de Kirishima, etc.
Aparte de ser descortés, Izuku nunca había pensado en preguntar. Había cosas que deseaba saber, cosas en las que indagaba cuando su curiosidad se apoderaba de su cerebro, pero nunca pensó realmente en el aspecto exterior de Mina como algo de lo que quisiera saber más. Sin embargo, al inspeccionar más a Mina, tenía una pregunta que quería hacer sobre su apariencia. -¿Segura que está bien preguntar? –
-Adelante, Midori. –
-Los eh... Tus cuernos. – Dijo. -Yo eh, entiendo que el color de la piel sea rosa, y tus ojos negros. Eso es por tu Quirk. Todo eso tiene sentido para mí... ¿Pero por qué los cuernos? ¿Cómo... cómo los conseguiste? – Teniendo un Quirk como Acid, no debería haber ninguna razón para que tuviera cuernos como parte de su anatomía, y sin embargo aquí estaba con ellos, sin ninguna razón explicada. Si Izuku quería saber una cosa, era por qué los tenía.
-¿Estos? – Mina agarró su cuerno izquierdo con la mano correspondiente y tiró de él. -Oh, son sólo del Quirk de mi padre. Puede hacer crecer cuernos de la parte superior de su cabeza y luego retraerlos. Pero son mucho más afilados que los míos. Supongo que los heredé, sólo que más romos. Y no puedo deshacerme de ellos. Hacen que el acondicionamiento de mi cabello sea un dolor. – Sonrió. -¿Quieres tocarlos? –
Izuku se sonrojó. -¡¿Qué?! –
-He preguntado si quieres tocarlos. – Repitió Mina, inclinándose un poco sobre la mesa e inclinando la cabeza para que sus extremidades apuntaran hacia él. -Adelante. Mientras no los arranques, está bien. –
El chico de pelo verde sintió de repente que le estaban pidiendo algo muy, muy raro, pero no podía negar la curiosidad que sentía. Y Mina se estaba ofreciendo, ¿no? Sería de mala educación rechazarla, ¿no? ¿Verdad? Eso tenía sentido, ¿no?
Vacilante, extendió la mano derecha hacia la cabeza de la chica, tocando ligeramente el cuerno derecho de su cabeza. La adición amarilla a su cráneo se sintió suave al tacto, y Mina no hizo ningún tipo de resistencia a sus acciones, él pasó suavemente sus dedos a lo largo, y a lo largo de la curva en la parte superior. Al inspeccionarla más de cerca, fue capaz de sentir cientos de pequeñas hendiduras, anillos más exactamente, que corrían a lo largo de sus cuernos. Eran pequeñas hendiduras, pero no lo suficiente como para notarlas si no las buscaba, y seguían siendo suaves.
A pesar de cualquier reserva que pudiera tener al participar en este tipo de acción, Izuku no negaría que encontraba extrañamente fascinante el efecto que los Quirks tenían en la anatomía humana. Ser totalmente humano sin rasgos visuales obvios se estaba convirtiendo en una minoría con el paso del tiempo, y al haber nacido sin Quirks, él mismo no tenía ninguno. Esto hizo que este tipo de cosas...
-C-Cuidado, I-Izuku... Esos son sensibles... –
Izuku se detuvo, sus ojos se abrieron de par en par, y retiró su mano de la cabeza de Mina como si acabara de sacar el seguro de una granada y tuviera unos tres segundos para correr por su vida. ¿Qué acababa de hacer? Mierda, ¡su cara estaba ardiendo, abrasadoramente caliente! -L-Lo s-s-s-siento, M-M-Mina, yo-yo-yo no... –
De repente, Mina volvió a estar completamente histérica, apenas haciendo algún tipo de esfuerzo por ocultar su sonora risa a pesar de estar en público. Los empleados también se reían entre sí, mientras que Mina sólo se agarraba los costados de la risa. -¡Izuku, idiota! –
-¿Qué? –
-¡Mis cuernos son de hueso, tonto! – Mina volvió a reírse, dando un golpecito al cuerno que Izuku había estado recorriendo con sus manos, y con la suficiente fuerza como para que Izuku oyera un eco hueco procedente de ellos. -No puedo sentir nada parecido a tus manos tocándolos. Creía que eras inteligente. – Ella estalló en otro ataque de risa.
Una parte de Izuku casi quería sentirse ofendido, mientras daba un avergonzado sorbo a su batido para refrescarse. Había sido un poco inapropiado, ¿no? ¿Había realmente necesidad de engañarle así? Pero no pudo evitar reírse de la situación. Probablemente Mina había estado planeando esto desde el momento en que le pidió que nombrara una rareza de ella, de las cuales tenía muchas.
Los dos salieron de la tienda más tarde, Mina disculpándose por su pequeña travesura, incapaz de reprimir la sonrisa en sus labios mientras lo hacía. Izuku se lo tomó de buen humor y le dijo que no se preocupara, que no pasaba nada. Aún se sentía un poco avergonzado por ello, pero la broma no había hecho daño a nadie, ¿verdad? No era para tanto.
A modo de disculpa, Mina volvió a deslizar su mano entre las de Izuku y comenzó a arrastrarlo por las calles de nuevo, teniendo en mente otro lugar que quería enseñarle.
Al parecer, Mina carecía de paciencia. Siempre que quería ir a algún sitio o enseñarle algo a Izuku, lo llevaba a toda velocidad y casi acababa tirando de él por el suelo. No quería perder el tiempo, ya que su intervalo se limitaba al día de hoy para divertirse con él todo lo físicamente posible antes de acabar soltando la bomba de que le gustaba. Por supuesto, si él no sabía que le gustaba, tendría que ser un idiota.
Por eso esta vez tenía en mente algo un poco diferente. No muy diferente, pero podría marcar la diferencia.
Desafortunadamente, el camino, el principal, que tomaría la menor cantidad de tiempo para llegar a donde quería ir, estaba bloqueado debido a otro ataque de villanos. Más adelante, pudo ver a tres, quizá cuatro figuras luchando, pero en el lugar en el que se encontraba, había una enorme multitud de personas intentando obtener información de la policía y de la brigada de custodia de villanos sobre cuándo se abrirían las carreteras, qué alternativas podían tomar y declaraciones de los agentes que podían entregar a sus jefes. Había gente por todas partes con sus dispositivos móviles, enviando mensajes de texto o manteniendo conversaciones telefónicas reales con sus seres queridos o compañeros de trabajo, explicándoles por qué iban a llegar tarde una vez más.
Mina gimió y se tiró del pelo. -Vamos. ¿Cuántos villanos viven en esta maldita ciudad? –
A diferencia de ella, Izuku estaba disfrutando de la escena que se desarrollaba frente a él. Con su buena vista, fue capaz de distinguir las identidades de los Héroes que luchaban contra los Villanos un poco más adelante. Longitude, el Héroe de la Distancia, y Exorcist, el Héroe Exorcista. Había tomado notas sobre ellos en sus cuadernos de "Preparación para mi futuro", números cinco y once respectivamente, pero verlos en acción real era sin duda un paso adelante respecto a verlos en Internet.
-¡Esto es increíble! – Casi se le caía la baba. Ese fanboy que aún residía en él cada vez que veía a un Héroe que sólo había visto antes detrás de una pantalla salió a la superficie, evidenciado cuando sus ojos comenzaron a brillar y sus manos se convirtieron en apretados puños bajo su barbilla. Sin embargo, mientras hacía todo esto, aún intentaba recuperar el aliento perdido en la carrera a la que había sido arrastrado por Mina, quien parecía estar totalmente bien. Esa energía que ella tenía ciertamente parecía ser útil.
-Gaaah, aunque esto no es lo que tenía en mente... – La chica rosa suspiró con frustración, pateando ligeramente el asfalto debajo de ella, de modo que un solo guijarro se lanzó a lo largo del camino sellado. -¿Por qué hay villanos cada vez que intentamos hacer algo? –
-Bueno... Técnicamente esta es sólo la segunda vez que salimos... – Izuku murmuró para sí mismo, admitiendo mentalmente que sí, que en realidad eso constituía una tasa de Villanos del cien por cien, antes de mirar a Mina, a la que podía notar bastante molesta por este suceso. -Hey, Mina. ¿Qué te pasa? – Le apretó suavemente el hombro con la mano izquierda, mientras la derecha seguía agarrada a la izquierda de Mina, haciéndole saber que seguía allí.
-Nada... Olvidé que te gustaban este tipo de cosas. – Intentó sonar alegre, pero no engañaba a Izuku. Él ya había entrado en su modo de "meterse en los asuntos de los demás para ayudarles a sentirse mejor".
-¿Tú no? –
-Yo sí... Es que... – Mina suspiró, imaginando que Izuku no dejaría pasar esto hasta que ella se lo contara. Respetaba eso de él, por supuesto... Pero no quería que se diera una situación en la que él tuviera que hacer eso hoy. Especialmente no por ella. -Sólo tenemos un tiempo hoy, ¿sabes? Y... Quería que fuera diversión sin parar... Y ya se ha reducido gracias a esos imbéciles de ahí abajo. – Señaló vagamente calle abajo, sin estar segura de sí apuntaba a la policía, al servicio de custodia de villanos, a los héroes o a los villanos.
Había algo en el genuino remordimiento de su voz que hizo sonreír a Izuku sin querer. Tenía una... Bastante buena idea de cómo se sentía Mina, incluso si el concepto era simplemente demasiado alucinante para su mente como para aceptarlo, reconocerlo o incluso considerar la posibilidad de que fuera cierto. Como si no fuera físicamente capaz de considerarlo una explicación viable... Pero si fuera cierto...
-Mina... – Dijo en voz baja, agarrando su mano con más fuerza. -Haces que suene como si me molestara que este tipo de cosas pasen cuando estoy contigo. –
-Me molesta... –
-Pero no debería. – Apoyó la cabeza en el hombro de la chica más baja. Una acción atrevida, dada su personalidad. También pareció pillar desprevenida a Mina, que giró la cabeza hacia él como si se hubiera liberado de sus cadenas. -Es sólo gracias a ti que estamos saliendo así... Y... Y sólo estar cerca de ti me hace feliz, Mina... –
Ligeramente sonrojada, Mina no pudo evitar que se formara la sonrisa que se había empeñado en mantener como un ceño fruncido. Izuku podía ser un ñoño torpe que tenía el Quirk más raro conocido en la historia de la raza humana, pero nadie había hecho sonreír tanto a Mina en toda su vida.
-¿Así que tú también eres un encanto? – Bromeó, apoyando ligeramente la cabeza sobre la de él, con los papeles invertidos desde que estaban juntos en el tren. Ninguno de los dos tenía intención de moverse pronto, así que se puso cómoda. Su pelo era sorprendentemente suave y esponjoso, rivalizando con el suyo.
-No hace falta que sigas corriendo como lo haces. y... Yo también quiero disfrutar hoy... Pero si es sólo un gran borrón... Entonces no tiene sentido, ¿verdad? Quiero recordar el día de hoy... Y no es como... No volveremos a hacer esto... – De repente, Izuku se puso rojo. ¿Acababa de confesar que no quería ser la única cita que tuvieran? Su corazón se detuvo mientras esperaba la respuesta de Mina, rezando por no haber metido la pata.
Ella no se movió ni dijo nada durante unos instantes, hasta que pareció hundir más la cabeza en su largo y rizado cabello. Cuando habló, su voz parecía mucho más tranquila, mucho más feliz. Si Izuku hubiera podido verle la cara en ese momento, habría visto la sonrisa más bonita que había visto en toda su vida. -...Supongo que tienes razón. –
:::
-Joder, Midori, sí que eres un experto en juegos arcade, ¿verdad? – Mina se río, ayudándole a salir del luminoso edificio soportando su peso, con el brazo alrededor del cuello y la mano en el pecho para evitar que se cayera de bruces.
-Mis... Mis piernas... Siento... Como si estuvieran ardiendo, Mina. – Izuku jadeaba, con la garganta más seca que la arena, cada músculo que usaba para caminar parecía haberse hinchado hasta niveles insanos. Por supuesto, no lo estaban. Sólo estaban locamente agotados, pero maldita sea si estaba pensando con lógica en ese momento.
Mientras los dos esperaban a que los Héroes terminaran de enfrentarse a los Villanos en el bloqueo, la policía informó al creciente grupo de viajeros de que una ruta alrededor de la pelea había sido declarada zona segura, y que podían dirigirse allí inmediatamente. A diferencia de todos los que les rodeaban, y de ellos mismos hace apenas media hora, Izuku y Mina caminaban a paso regular, tomándose su tiempo para llegar a su destino. No había prisa. No había necesidad de apresurarse. Las palabras de Izuku le recordaron a Mina que no había necesidad de apresurarse.
Cuando llegaron de nuevo a un salón recreativo, Izuku tuvo que preguntarse si Mina no estaría buscando venganza por la última vez que le ganó a un juego, hasta que se dio cuenta de que se trataba de una tienda diferente, y no tenía el juego al que habían jugado la última vez.
En lugar de eso, Mina lo había arrastrado hasta el Dance Dance Revolution, lo había empujado a una de las gradas y fue entonces cuando Izuku se dio cuenta de lo que esperaba que hiciera. Como cabía esperar de él, no había tocado este juego en toda su vida, ni siquiera había visto jugar a otra persona, y no tenía ni la más remota idea de qué demonios se suponía que tenía que hacer. Consiguió averiguar que el juego lanzaba flechas para que él les diera dirección, y en el suelo a su alrededor había flechas del mismo tipo. Supuso que, cuando apareciera la orden en la pantalla, tenía que golpear la flecha correspondiente con los pies, "bailando" al ritmo de la música.
Mina se había colocado en el otro soporte, y parecían haber reunido un poco de gente a su alrededor mientras la chica sonriente introducía algunas monedas, deseándole a Izuku la mejor de las suertes con un guiño coqueto y un pulgar hacia arriba. Juraría que la única razón por la que a aquella chica le gustaban los salones recreativos era porque eran el lugar perfecto para hacerle quedar como un idiota.
Había tardado en cogerle el truco, y tuvo que hacer varias puntuaciones malas antes de memorizar dónde estaban todas las flechas del suelo, antes de que, para sorpresa de Mina, estuviera destrozando el suelo. De hecho, iba por delante de Mina, que debía de haber jugado más de cien horas a este juego en toda su vida. O aprendía rápido, o era un bailarín talentoso, o tenía una vena competitiva cuando se trataba de juegos o con Mina. En cualquier caso, la adrenalina estaba a flor de piel, la música sonaba e Izuku estaba cada vez más metido en el juego cuanto más jugaba. Para ser tan reservado, movía los brazos al compás del ritmo junto a Mina, y ambos parecían bailarines sincronizados mientras copiaban la silueta de la bailarina en la pantalla negra. Era agotador y estimulante a la vez. Izuku no pudo evitar reírse mientras él y su pareja destrozaban la pista de baile entre los vítores del público y el ritmo de la pista.
Sin embargo, a diferencia de Mina, sus muslos no estaban tan bien formados, por lo que se sentía como si hubiera rociado su parte inferior con gasolina. Para cuando terminó el baile, e Izuku había reclamado la victoria de Mina en otro de sus juegos favoritos de máquinas recreativas, no es que Mina estuviera amargada, claro que no, se desplomó en el acto, cubierto de sudor y sin apenas poder moverse ya. Mina lo había ayudado a levantarse con una sonrisa divertida, y le había rodeado el cuello con el brazo para mantenerlo erguido.
Era la segunda vez que Izuku le ganaba en juegos arcade en los que ella creía ser bastante buena. Estaba empezando a desarrollar un complejo de inferioridad, bromeó dentro de su cabeza.
-Vamos, tú. – Sonrió, llevándole fuera. -Vamos a conseguirte algo de beber antes de que te desmayes. – No estaba diseñado para ese tipo de cosas, pero parecía haberlo disfrutado. Aunque no se le ocurría una situación en la que creyera haber visto a alguien con más necesidad de beber en toda su vida.
-Eres muy guapa, Mina... – El chico de pelo verde dijo de repente, casi arrastrando las palabras. Aún estaba claramente consciente, y no estaba a punto de perder el conocimiento, pero no pensaba con tanta claridad como normalmente lo haría, dada la adrenalina que acababa de correr por sus venas.
-¿Acabas de delirar, Midori? –
-Un poco, creo... – Bromeó. A Mina no le sorprendió. Le había pasado unas cuantas veces cuando lo probó por primera vez. Unos cuantos bailes delante de aquella máquina y te sentías como si pudieras enfrentarte a todo el maldito mundo con un brazo atado a la espalda y una bola y unas cadenas sujetas a la garganta.
Pero le gustaba la idea de que Izuku pensara que era guapa. La idea de que alguien la encontrara guapa, a pesar de todas sus imperfecciones físicas, era reconfortante. Nunca le había dado demasiada importancia a su aspecto, ya que era un manojo de energía que iba de una actividad a otra y rara vez tenía tiempo o sentía la necesidad de arreglarse. Le hizo sonreír y soltar una ligera risita su estado medio lúcido.
Al final, Mina encontró un banco libre, sentó a Izuku y, con el dinero que le había dado su hermano, compró un par de latas de refresco. Una para ella y otra para el chico, claramente desesperado. Le abrió la lata y se la pasó a Izuku, que la tomó y se la bebió casi de un trago. Con la cafeína y el refresco ya en su organismo, parecía mucho más animado que antes. Sus ojos parecían abrirse de par en par cuando casi se terminó la lata de un trago, como si acabara de volver a la vida. Respiró hondo varias veces y miró a Mina, que bebía tranquilamente su propia bebida, divertida por el estado en que se encontraba. -Gracias... Lo necesitaba. –
-No hay problema, rey del baile. –
Entre jadeos, Izuku consiguió sonreír un poco. -Yo... yo no... Ni siquiera sé cómo lo hice. Nunca había jugado... ese tipo de cosas antes. –
-Tal vez tienes un bailarín oculto en ti. – Mina sugirió, sentándose a su lado.
-Yo... supongo… –
Dado que Izuku estaba más que harto de cualquier tipo de actividad física en ese momento, Mina le preguntó si quería tratar de encontrar algo menos exigente físicamente para hacer, en su beneficio, a lo que él accedió de buena gana. Terminó sugiriendo una librería o algo un poco más calmante. Mina aceptó la idea. Estaba agradecida, porque, sinceramente, no había esperado que Izuku se lanzara a toda velocidad con su intento del juego de baile clásico y acabara con las piernas a un paso de convertirse en lava. Se le habían ocurrido algunas ideas más durante el viaje, pero se habían esfumado ahora que Izuku no parecía dispuesto a ninguna actividad agotadora. Aunque ahora le bastaba con caminar, no iba a ser capaz de ponerse a esprintar pronto.
Él se disculpaba una y otra vez, pero Mina le aseguraba que no se preocupara, y en realidad le divertía que fuera tan bueno como para superarla. Quizás tenía una vena competitiva oculta, especialmente cuando se trataba de ella. Se prometió que algún día encontraría algo en lo que pudiera ganarle.
Finalmente encontraron una gran librería no muy lejos de la sala de juegos a la que acababan de ir. Y era grande de verdad, con dos plantas enteras, y estanterías y estanterías llenas de libros de todo tipo, desde novelas a libros de texto, autobiografías, manga, novelas ligeras y cómics. Literalmente, miles y miles de libros habitaban esta tienda de todo tipo. Cualquiera que supiera leer encontraría algo que le atrajera en este establecimiento.
Mina no se sorprendió lo más mínimo cuando Izuku se encontró en la sección de cómics. De algún modo, había adivinado que, además de estar obsesionado con todo lo relacionado con los Héroes, sería un gran aficionado a los cómics. Se las había arreglado para sacarle esa impresión sin que él tuviera que decir ni una palabra al respecto.
Lo que sí sorprendió a Izuku fue enterarse de que Mina sentía especial predilección por las novelas ligeras y el manga. Dado que ambas secciones estaban básicamente una al lado de la otra, ninguno de los dos podía intentar ocultar su interés por su literatura preferida, por muy laxa que fuera esa definición para algunos.
-Huh... No sabía que te gustaran este tipo de cosas, Mina. – Izuku reflexionó en voz alta, inclinándose ligeramente sobre su hombro para ver mejor la portada y las páginas. Por lo que pudo deducir, parecía ser una historia ambientada en un mundo en el que la gente usaba magia en lugar de Quirks, y cómo pequeños grupos de magos formaban gremios para hacer trabajos a cambio de dinero, algo así como Héroes de alquiler.
-Sí. – La chica rosa sonrió, hojeando unas cuantas páginas más del libro. -Mi hermano mayor compra muchas cosas de este tipo, así que a veces tomo prestada parte de su colección y leo lo que tiene. Ya tengo debilidad por ellos, ¿sabes? – Sonrió y señaló con la cabeza los cómics que Izuku tenía en las manos. -De algún modo, no me sorprende demasiado verte comprando cómics, Midori".
-Yo... solía leerlos mucho cuando era más joven... En realidad, no he tenido mucho tiempo para sentarme y leer algunos desde que empecé a asistir a Yuuei. – Admitió con una sonrisa tímida, como si le avergonzara admitirlo.
Al inclinar la cabeza para ver mejor, la chica ácida reconoció las tapas que Izuku sostenía. -Esas son las que se pusieron cuando el mundo empezaba a tener Quirks, ¿verdad? Aquellas en las que el público odiaba a la gente que tenía Quirks, y las primeras personas que se convirtieron en Héroes intentaron cambiar la opinión de la gente sobre ellos, ¿no? Mi hermano tiene algunos números de esa serie. –
A Izuku le sorprendieron sus sorprendentes conocimientos sobre el tipo de lecturas que le gustaban. Realmente no tenía mucho que decir, ya que ella había acertado completamente con sus deducciones. -S-Sí... Me sorprende que sepas de este tipo de cosas… –
-Estoy llena de sorpresas, Midori. – Mina guiñó un ojo. -Los dos somos un poco ñoños con este tipo de cosas, ¿eh? –
Izuku se ofreció a pagar los libros, ya que Mina había estado pagando básicamente todo hasta ese momento. Terminó comiéndose una gran cantidad de su dinero, pero realmente no le importaba. Con una bolsa llena de sus pertenencias recién compradas, ambos salieron de la tienda y volvieron a la calle. Esta vez, no tenían ningún lugar al que ir. Ningún lugar que realmente quisieran visitar. Ningún lugar al que se les ocurriera ir ni nada que se les ocurriera hacer. Así que se limitaron a vagar por la ciudad, haciendo cualquier cosa que les llamara la atención.
En un momento dado, acabaron en una tienda de videojuegos y probaron la demostración gratuita de uno de los nuevos juegos que el hermano de Mina había reservado. En esta ocasión, Mina dejó la puntuación de Izuku por los suelos y se alegró demasiado de su victoria. Unas cuantas miradas se centraron en ellos, lo que provocó cierta angustia en el chico de pelo verde, aunque a Mina no le importaban especialmente las miradas que recibían.
En otro momento, acabaron en una tienda de discos, y Mina insistió en que Izuku se acercara a escuchar una de sus canciones favoritas que había encontrado. Un viejo disco de pop-rock de un grupo coreano, y aunque no entendía nada de lo que decían, Izuku no podía evitar golpear con el pie el ritmo de la canción y la letra del idioma que no hablaba.
Acabaron comiendo pequeños bocados aquí y allá mientras exploraban y disfrutaban de la compañía del otro. En ningún momento del día dejaron de disfrutar. Finalmente, se encontraron en un parque a las afueras de la ciudad, viendo cómo se ponía el sol. El parque estaba vacío, no había nadie, los niños habían sido llamados a casa por sus padres y tutores, y la zona a su alrededor estaba casi desierta.
En su regazo, Izuku echaba un vistazo a algunos de los cómics que había comprado, preguntándose en qué clase de aventuras se meterían los héroes de estos números a lo largo de las siguientes páginas. Vio que Mina hacía lo mismo, releyendo por quinta vez los prospectos de los libros que le había comprado.
Parecía haber algún tipo de preocupación en la expresión de Mina, una débil curvatura en sus labios, y sólo la mitad de su atención parecía estar realmente en la lectura de las palabras de su libro. Izuku no veía que sus iris se movieran, sino que estaban inmóviles, como si se hubiera desconectado. Una inspección más detallada mostró que no sujetaba los libros con mucha firmeza, sino que los tenía sueltos en las manos.
¿Le molestaba algo?
-Hola, Mina. – dijo Izuku, tocándole ligeramente el hombro para llamar su atención. Ella apartó los ojos del lomo del libro para mirarle con una ceja levantada. -Gracias. Por hoy... Me lo he pasado muy bien contigo. Más de lo que nunca pensé que podría divertirme haciendo algo así. Así que gracias. –
Mina sonrió tímidamente y miró su propio regazo, con un leve rubor en la cara. -Me alegro... Sinceramente, todavía estoy algo sorprendida de que aceptaras hacer esto después de... Lo que hice. –
-O-oh… –
La conversación se interrumpió abruptamente entonces, cuando el beso volvió a sus recuerdos. Apenas se le había olvidado a Izuku cuando Mina volvió a mencionarlo. Pero no sabía por qué lo mencionaba ahora. Parecía... algo extraño. ¿Sería... culpa?
-¿Mina?... ¿Puedo preguntarte algo? – Preguntó, con una vacilación en la voz fácilmente detectable. No había estado demasiado nervioso en todo el día con ella, pero ahora que lo estaba, se hizo oh mucho más obvio que era doloroso.
Mina asintió suavemente, sin mirarlo. -Claro. Pregunta. –
-... ¿Por qué lo hiciste? – Sentía que ya podía predecir la respuesta, por egoísta que sonara... Pero no se le ocurría otra razón de por qué... Por qué ella haría eso... Pero... Quería estar seguro. Él sólo... Quería saber si esto era real.
El violeta se abrió paso en las mejillas de Mina. Su hermano le había dicho que lo mejor era salir a la luz, confesar y ya está, y ella le había dado la razón. Había planeado hacerlo desde el principio de la cita.
Todo lo que necesitaría era un empujón de ella. Un buen empujón final. Sólo unas pocas palabras para expresar sus sentimientos por Izuku, ahora mismo, y todo habría terminado. Quería que él lo supiera. Aunque sólo fuera para desahogarse.
Quería hacerlo. Era porque...
-...Porque… yo… –
Ella quería... ¿Pero por qué era tan difícil?
¿Por qué? ¿Cómo era posible? ¿Cómo era posible que pudiera acurrucarse con él en un tren, besarle la mejilla, pasar todo el día con él... y que ahora se arrepintiera? ¿Cómo era posible siquiera lograr eso?... Este día... Si había algo que había planeado desde el principio, era que iba a confesarle a Izuku que sentía algo así por él. Ese había sido el plan desde el principio. ¿Y por qué ahora?
...Miedo. De eso se trataba. Miedo al rechazo. Miedo a que Izuku no sintiera lo mismo por ella. Que le gustara otra persona. Uraraka tal vez. O simplemente... cualquier otra persona. Que sólo hubiera venido por obligación... Que... Que...
De repente, sintió calor en la mano. La mano de Izuku había rodeado la suya. Dejó escapar un jadeo involuntario. Normalmente, la mano de ella se encontraba en la de él, no al revés... Pero con el rosa tiñendo sus propias mejillas, él mismo lo había hecho.
La había visto. Había visto su preocupación. La ansiedad. El miedo a contarle algo ante lo que no sabía cómo reaccionaría. Algo a lo que ella nunca podría saber cómo reaccionaría él. Energía desbordante, actitud temeraria, personalidad despreocupada. Todo se evaporaba ante cierto tipo de incertidumbre. Y para Mina, era este tipo.
-Mina... – Dijo suavemente, queriendo calmar sus preocupaciones, pero no le salían las palabras. No sabía qué decir. Incluso ahora, no sabía lo que él mismo diría en esta situación, si sus papeles se invirtieran.
Respiró hondo. Si esto era lo que él pensaba, entonces esto iba a ser lo que ayudaría a Mina a encontrar su voz. Si no... Entonces iba a ser un error muy tonto.
-Es porque yo... – Mina lo intentó de nuevo, sintiendo que las palabras se atascaban en su garganta, cuando fue cortada.
La interrumpió Izuku plantándole un cálido y suave beso en la mejilla, como ella le había dado antes. Mina tuvo que tomarse un segundo para asimilar lo que estaba ocurriendo, antes de que su rostro estallara en un lila oscuro. Izuku la estaba besando.
No duró tanto como el que ella le había dado, y no fue ni de lejos tan impulsivo o enérgico como el suyo... Pero, de algún modo, se sintió más profundo. Como si hubiera tanto o más sentimiento que el que Mina había puesto en el suyo. Como si él hubiera estado esperando tanto tiempo como ella, y hubiera deseado hacerlo tanto como ella.
-Puedes hablar conmigo, Mina. – Le informó en voz baja, y aunque sus mejillas seguían siendo un infierno rojo furioso, su sonrisa era cálida, suave y lo suficientemente dulce como para que Mina pensara que su corazón se iba a derretir.
-Es... es porque... Lo hice porque... me gustas. – Las palabras salieron solas, a trompicones, antes de que Mina se diera cuenta de que habían logrado salir del nudo que tenía en la garganta. Cuando se dio cuenta de lo que estaba diciendo, ya había ido demasiado lejos para detenerse. -Te miro y veo a la persona más increíble que he conocido en toda mi vida... Eres... Ni siquiera tengo palabras para describirlo. Eres una persona increíble, Izuku, y yo... creo que me enamoré de ti hace un tiempo... yo... – Ella tragó saliva. -Yo... sé que es... tonto. Nos conocemos desde hace poco tiempo, ¿no? Poco menos de un mes... Y siento esto por ti... Ahaha... Yo sólo... – Agarró con fuerza la mano de Izuku. -No quiero que termine este día... –
Izuku ya no podía sonrojarse. Era una locura. Se sentía... Tranquilo. Se sentía bien. Se sentía... Se sentía como si todo en el mundo fuera como debería ser. Él sabía cómo se sentía ella. A ella también le gustaba. Él podía decírselo ahora... -Mina... Yo... Ese día... Estoy... Estoy contento de que mis vendas fueran tan mal puestas después de mi pelea con Todoroki. Yo... me alegro de haber perdido ese tren... porque si no lo hubiera hecho... puede que nunca hubiera llegado a hablar contigo... a conocerte... a.… enamorarme de ti como lo he hecho... –
-Tú... ¿yo también te gusto? –
-...Me gustas, Mina. De verdad que sí. –
No era posible que sus manos estuvieran más apretadas de lo que estaban ahora. Ambos se sonrojaron un poco, dejando sólo un poco de color en sus rostros. Lo habían conseguido. Se habían confesado lo que sentían el uno por el otro. Era mutuo. Ambos sonrieron suavemente, observando la puesta de sol durante unos instantes. No hacía falta decir nada. No era necesario que ocurriera. Sólo necesitaban estar allí, en ese momento, el uno con el otro.
Sus manos juntas. No necesitaban nada más. No tenían que decirse nada más.
-Entonces... ¿Qué pasa ahora? – preguntó Izuku tras unos instantes de silencio, volviéndose para mirar a la chica a la que acababa de entregarle su corazón, incapaz aún de borrar la sonrisa de su rostro.
-No lo sé. – respondió Mina. -Nunca me había encontrado en una situación así. No sé cuál es el procedimiento estándar... Pero... sí sé que quiero hacer esto otra vez... Y otra vez... Y... Otra vez. –
-... ¿Eso significa... que quieres ser mi... n-novia? –
Mina dio unos golpecitos con el pie y tarareó ligeramente, fingiendo que estaba considerando seriamente su respuesta. Ya sabía la respuesta, y le hizo falta mucha fuerza de voluntad para no gritarla y arrojarse a sus brazos allí mismo. -...Eh, supongo que sí. – Respondió ella con una sonrisa burlona.
Ambos consiguieron reírse a carcajadas de la broma de Mina. El día no podía acabar mejor, pensaron para sí. De repente, ya no estaban solos. No se enfrentaban a este mundo solas. No tenían que levantarse solas. Podían apoyarse el uno en el otro, apoyarse mutuamente. Era una sensación de alegría que ambos no podían ni empezar a agradecer al otro por bendecirlos con el sentimiento.
Permanecieron allí algo más de media hora, antes de decidir que tenían que irse ya, antes de que acabara oscureciendo demasiado. Sus manos no se soltaron cuando se levantaron, y no se separaron cuando Mina dio un paso hacia Izuku.
Y no se separaron cuando Mina apretó su cuerpo contra el de Izuku y lo abrazó tan fuerte como pudo.
No se separaron cuando la cara de Izuku se puso roja como la sangre, y no se separaron cuando Izuku estuvo a punto de desmayarse de insolación allí mismo, ni cuando Mina empezó a preocuparse por si realmente había matado a aquel tipo.
No se separaron durante el trayecto en tren, en el que volvieron a abrazarse como el lunes. No se separaron cuando bajaron del tren en la parada de Izuku, ni cuando él acompañó a Mina a su estación.
Sólo se separaron cuando Mina tuvo que subir a su tren para ser llevada de vuelta a casa, pero lo hicieron con la promesa de que pronto volverían a unir sus manos.
Y durante todo ese tiempo, Mina no dejó de sonreír. Al diablo los malos augurios. Este día no había sido más que un sueño hecho realidad.
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-Entonces, ¿cómo te fue? – preguntó Micha a su hermana en el momento en que pasó junto a la puerta de su habitación cuando por fin volvió a entrar en la casa. Dio un paso al lado de su puerta, invitando a su hermana a entrar en su habitación, característicamente sembrada de juegos y libros y todo tipo que coleccionaba. Sus dos hermanos pequeños estaban abajo jugando en el sistema de juegos compartido por la familia, y sus padres estaban en la cocina, aparentemente capaces de alguna manera de mantener en sus estómagos las gachas que les habían servido para cenar, por lo que no había ninguna posibilidad de ser interrumpidos por fuentes externas.
Rápidamente, Mina entró en la habitación, tirando su bolsa de libros al suelo junto a ella, donde se sentó frente a su hermano mayor una vez que éste cerró la puerta. No pudo ocultar la sonrisa en su rostro, ni el ligero tinte púrpura que cubría sus mejillas.
-Son buenas noticias, ¿verdad? – Micha sonrió de oreja a oreja. Se sentó y esperó a que su hermana le contara todo. -Vamos, Mina, no me ocultes nada. –
Con una ligera risita, Mina le dijo: -¡Lo hice! Le dije lo que sentía por él, y él dijo que yo también le gustaba, ¡y ahora estamos saliendo! – Terminó con un chillido en la voz, con el pecho burbujeante de emoción y felicidad.
Micha le chocó los cinco y se río. -¡Así se hace, hermanita! – Una vez que sus manos aplaudieron juntas, se inclinó ligeramente hacia atrás y apoyó las manos en las rodillas. -¿Qué has hecho? ¿Cómo es? ¿Le besaste? ¿O te besó él a ti? Cuéntamelo todo, M. –
Mina se limitó a sonreír. -¿Qué quieres saber primero? –
