Se había levantado muy temprano para dirigirse a su trabajo. Apenas desayuno y cuando despertó, él ya no se encontraba. Necesitaba sacar lo antes posible proyectos rezagados y regresar un poco antes de sus llegadas normales a casa. Era posible que su cuerpo estuviese resintiendo los estragos del común stress. Tenía muchas noches, si no es que casi todas las noches que llegaba a su casa y caía como una piedra hasta el siguiente día. Dormía demasiadas horas y no es que eso fuera grave o al menos es lo que decía, sin embargo, consideraba que esa situación hacia que descuidara en cierto aspecto íntimos a su esposa.
-Señor Lagan, ¿Ya se va? - preguntó de manera inquisitiva su asistente. - Todavía no se cierra.
-Te dejo a ti a disposición, por favor me informas de todo…hay algunas cosas urgentes que tengo que atender y recuerda mantenerme informado de todos los movimientos.
-Por supuesto señor…le enviaré un informe a su correo. No se preocupe….
-Hasta luego.
Salió rápidamente y en poco tiempo había llegado a su Casa. Desanudo su corbata y tiró el portafolio en el sofá de su Sala. Se sentía bien de ánimos.
- ¡Candy!¡Candy! ¿Dónde estás amor? - Ella bajaba las escaleras
-... ¿temprano?... ¿Qué pasó?
-Nada malo querida, es solo que quise venir antes para estar más tiempo contigo. Las cargas de trabajo están haciendo mella en nuestra relación- la abrazaba de la cintura posando sus labios en las mejillas de su Esposa- ¿Acaso no me extrañas?
- ¿Eh? Sí, por supuesto que te he extrañado…pero he comprendido que, es por el cansancio de tu trabajo…
-Por eso me fui temprano a las oficinas.
-Oh, ahora entiendo por qué no te encontré en el desayuno…Luisa no me dijo sobre eso….
- ¡No le dije nada! No tengo que decirle a la servidumbre todo lo que hago.
-Ah, sí…claro – la Rubia hizo una mueca apenas perceptible. Luisa la interrogaba sobre sus salidas y todo lo que hacía, porque el Señor así lo mandaba, pero ¿él? No era igual para ella.
La aprisionaba y le besaba sus labios con remarcada insinuación - ¿No crees que es muy temprano para esto?
-Nunca es temprano ni tarde para hacer el amor Candy…Te necesito amor…vamos a nuestra recámara- tomaba sus manos para subir juntos a su habitación.
- ¡Espera! espera …-No…
- ¿Me rechazas?
-No, no es eso…es solo…es que no me siento bien…de verdad que he pasado un día terrible y creo que lo echaría todo a perder. Me duele mucho la cabeza.
- ¿Quieres que llame a un médico?
-No, no…seguramente ya se me pasará. Me tomaré un analgésico…y en menos de media hora estoy como nueva….
-Debiste hacerlo antes y en estos momentos no tuvieras esa molestia…No entiendo…. ¿No serán pretextos? - frunció el ceño
- ¿Qué dices mi amor?... ¿pretextos? ¿Por qué deberían ser pretextos? mejor ven, siéntate un rato hace tiempo que no charlamos como toda pareja debe hacerlo…así que, te prepararé una copa para que te relajes…quisiera acompañarte, pero no puedo si estoy medicada.
- ¡Buena idea! y sí, puede hacerte mal- Candy se dirigió al lugar donde se mantenían las bebidas y le preparó su copa que de un solo trago terminó - por favor, sírveme otra más. Ella lo observaba de soslayo mientras él atendía su copa a media. De pronto se quedó tumbado en el sillón. Con ayuda del chofer lo llevó al dormitorio y cayó en la cama como un palo.
-Señora Lagan- los golpes en la puerta la sacaron de sus pensamientos- ¿sirvo la cena?
-Eh, no, no es necesario Luisa…-dijo sin abrir la puerta- Mi marido y yo no vamos a cenar.
- ¡Esta bien!
Amanecía un espléndido día. Deseaba salir de nuevo. Correr como antes lo hacía y divertirse en compañía de los muchachos. Salir a bailar y reír con las ocurrencias de sus primos. La vida que llevaba era rutinaria y se estaba cansando de no hacer nada. Recordó la última vez que vio a Terry y aquellos días que compartían juntos. Esos días quedaban lejanos, esos días de colegio y luego de universidad ya nunca volverán. -¡Qué distinto habría sido todo!- exclamó en sus pensamientos- pero…. ¡ay, Candy, de nuevo pensando en esas tonterías….ya trazaste tu destino…debes llegar hasta el final….lo prometiste-Terminó de hablar con ella misma.
Sentada a la mesa esperaba que apareciera para tomar el desayuno juntos, como lo habían hecho costumbre.
-¡Buen dia…!
-Buen dia…Candy, cariño- depositó un beso en su mejilla-¿Estas bien? ¿No estás enojada conmigo?
-¿Enojada? ¿Por qué debería estarlo?
-...Ayer me dediqué a tomar y después no supe de mi….lo siento, te fallé otra vez…
-Por favor Neal, no digas eso…es solo que estás cansado. Eso no se quita de la noche a la mañana…has venido acumulando mucho estrés por tanto trabajo.
-Yo…no sé qué me pasó…solo fueron dos copas y…me sentí mareado tan de repente.
- Lo importante es que has descansado…eso es lo más importante para mí.
-No sé cómo le haces tú para estar despierta siempre, muy temprano.
-La costumbre, cuando era niña…en Escocia yo…-Pensó en las palabras.
-¿Si?
-Nos levantábamos temprano, muy temprano para tomar el aire fresco de la mañana. Recuerdo que solía salir a los campos antes de irme al colegio.
-No entiendo como unos padres pueden dejar que una niña pequeña ande por allí como un animal salvaje. No puedo creer eso de mis Tío. Fueron muy inconscientes.
- ¿Por qué dices eso? el aire del campo es bueno.
- ¿El campo? me hablas de ello como si fuiste una campesina, viviendo en las zonas rurales de Escocia…- dijo con desprecio.
-No tendría nada de malo eso, vivir en esos lugares es maravilloso…. ¿Acaso por ser lo que son, no son seres humanos como los demás? - masculló molesta por el sórdido comentario de su marido.
-No…no lo son…ya lo dije, son como animales salvajes- Candy se contuvo de responderle. Era obvio que su flamante marido sentía desprecio por las personas pobres y para él solo eran un estorbo en la sociedad. Para ella muy al contrario son seres humanos con iguales sentimientos, que trabajan y son productivos. Pero, ¿para qué discutir con alguien con conceptos retorcidos? Así que mejor desviar la plática a otros terrenos, no deseaba que la comida le cayera pesada al revolverse junto con la furia que desde su estómago sentía. Algo más que ahora conocía de su marido.
-Volviendo al asunto de salud…creo que debes ir a ver a un médico…
- ¿Un médico? no, no…no soy de andar en hospitales ni clínicas ni nada de eso, además no tengo tiempo y el trabajo requiere de ello…ya verás que esto se me pasará…ahora mismo me siento mejor…pero, te prometo que si continúo así lo haré porque no…no podemos continuar así Candy. Sí, un médico me dirá que es lo que tengo, quizás no enseguida, seguramente me mandará a hacer esos estúpidos exámenes, pero no importa, en fin, haré todo lo posible por ti.
- ¿Por mí? - se preguntó para sí. Candy rodó los ojos sin que lo notara. Ya no estaba segura de nada- Sí querido.
Al terminar en la mesa se levantó ante la mirada de su Esposa que lo escudriñaba de pies a cabeza.
- ¡Tengo que irme! - vio su reloj y tomo su portafolio. Volvió su vista a ella- Nos vemos luego Candy.… no te había comentado, pero mañana iremos a ver a mi Madre y a mi hermana.
Ella sonrió con tan solo el hecho de poder viajar, pensarlo miles de emociones bailaban en su interior. Se levantó de su sitio-. ¿Viajaremos a Chicago?
-No, ellas están en Nueva York- su ánimo alegre fue por unos segundos y este cayó de nuevo como tirado al suelo- Elisa ha terminado sus estudios y al parecer empezará su vida en la Ciudad. Mamá ha venido y aprovecharemos para reunirnos toda la familia- Dió la vuelta y sin decir más nada salió hacia donde su auto ya se encontraba listo. Candy lo observó hasta desaparecer en la estela de humo que dejaba a su paso, mientras sus ojos se humedecían. Ella se quedaría con las inmensas ganas de querer ver a su familia, mientras él disfrutaría de la suya, compartiría las sonrisas de sus seres queridos. Hablarían de lo bien que van sus negocios y la exhibiría como un trofeo y aunque la familia de su marido también era la de ella, realmente eran como perfectos desconocidos, al menos así los sentía. Eso no le importó durante su noviazgo, porque se decía que no era con su familia que viviría, menos se casaría. Pero, ahora el tener que verlos y estar allí con ellos, tan solo de pensarlo sentía que su corazón se encogía. - ¡Debiste saber eso Candy! ¿Qué creías? tonta- se recrimino en sus pensamientos- Su prima Elisa, apenas la vio el año anterior, cuando hizo una visita imprevista y rápida, solo fue su aspecto físico, una pelirroja de ojos cafés. Cuando Candy tenía 15 años sabía que ellos existían, pero no se conocían antes de eso por lo tanto no hubo relación familiar y luego que no estaban en América por razones de estudios. Recordó su mirada cercenándola cuando Neal la presentó como su prometida. Candy se sintió un poco intimidada al sentir esa mirada atravesar su humanidad, le saludó con toda la educación que sus padres le inculcaron, mientras que sin siquiera devolverle el gesto la escaneó completamente de pies a cabeza, como si fuese un bicho raro al cual debía alejar. Candy se sintió mal sin razón por unos instantes para luego mantener su mirada al frente, no era ella quien debía avergonzarse por la falta de educación de la muchacha. Elisa no era ni menos ni más que ella. Neal al ver el comportamiento de su hermana justificó aquello diciendo que era así, que con el tiempo cuando la conociera bien, las cosas serían distintas, se llevarían bien y hasta grandes amigas llegarían a ser. Solo él creyó que su retórica había hecho que ella olvidara el asunto y que le diera crédito a esa posibilidad. Los sentimientos encontrados que ahora tenía Candy la tenían en el borde de una laguna de confusiones. Había tomado las cosas a la ligera. Solo deseaba con toda el alma, no caer y ahogarse en su propia trampa.
-Señora -se acercó Luisa quien la había visto con su mirada perdida- ¿Puedo recoger la mesa?
-Sí, por favor...Señora Luisa, si hay alguna llamada por favor me avisa, me retiro a mi habitación- dijo con poco ánimo.
- ¿Se siente bien?
-Sí, sí…- respondió aun confundida- no se preocupe…muchas gracias.
Subió a su recámara y se dejó caer de espaldas. Sus ojos se clavaron en el techo. No se dió cuenta a qué hora sus lágrimas salieron como en cascadas de sus verdes ojos. Tres meses de matrimonio, tres meses que ya los sentía como años y pensó- ¡Nada está bien! nada, nada…-limpió sus ojos anegados. Quería ver a su hermano que entonces ya estaba de nuevo en el hospital, pero si lo hacía, no solo se encontraría con el mal humor de su marido, Anthony empezaría con sus preguntas inquisitivas y no tenía cabeza para seguir justificando la actitud de su marido. El sol se ocultaba. Los rayos que aún se percibían caían sobre las hermosas flores de su jardín y las mariposas que revoloteaban sobre ellas, parecían sonreír ante el toque sutil de esos pequeños insectos. Candy observaba por su ventana los colores que emanaba de aquel lugar. Habían pasado las horas y se sentía un poco mejor. El momento evocaba otro muy especial de antaño. De nuevo Luisa tocaba la puerta, la mujer no sabía en qué condiciones se encontraba su patrona pues por la mañana la mirada y el semblante de la muchacha era completamente indescifrable. Contrariamente a lo que suponía, unos leves toques recibieron inmediatamente contestación.
-Adelante...
- ¡Señora! disculpe que le interrumpa, pero hay una señorita en la sala que desea hablar con usted. Le dije que primero vendría a verla, para saber si se encontraba dispuesta a recibirle.
- ¿Una Señorita?... ¿le dijo quién es? - cuando Luisa iba a responder una voz tras ella se escuchó decidida y molesta
-Soy yo Candy…. ¿tan rápido te olvidaste de nosotros?
- ¡Disculpe Señora! - Luisa estaba nerviosa al ver que la Jove había llegado hasta la habitación de su Señora.
- ¡No se preocupe!... puede retirarse- Luisa salió y cerró la puerta tras de sí- ¡Annie! querida, ¡Qué gusto verte! - se acercó para abrazarle,
-No sé si creerte, pero digamos que sí.
- ¿Por qué estas molesta?
- ¿Te parece que no hay ningún motivo para estarlo? - no respondió, sabia a lo que se refería su amiga- Candy, hace tres meses, tres meses que viniste a Nueva York y no te has tomado la molestia de hablarnos. En principio lo entendimos. Era normal tu ausencia, pero luego esperábamos que lo hicieras y que nos dijeras cuando podíamos venir a verte, pero esa llamada nunca llegó. Tampoco tú volviste…Patty y los demás se encuentran desconcertados con tu actitud…- seguía en silencio con la mirada baja, no tenía palabras, no las había- Hemos hecho infinidades de llamadas y nunca nos respondes… ¿Qué te pasa Candy? - ¿Es acaso que ya no deseas que seamos tus amigos? - Annie habló sin pausa. Realmente estaba muy molesta.
- ¿Llamadas? no…
- Solo di que no somos bienvenidos a tu casa, solo dilo.
-Eso no es verdad…Annie…yo…
-Siempre nos contesta una mujer y casual, siempre no estás en casa o simplemente que no puedes atendernos…No entiendo Candy… ¿Qué te hicimos?
-Pero, Annie…escúchame…yo no he recibido llamadas…te lo juro…quizás a la Señora Luisa se le ha pasado por alto.
- ¿Siempre? perdóname, pero eso suena absurdo…de ser así, entonces ella es muy ineficiente o al contrario si ese es el objetivo. Digamos que sea como dices ¿Por qué entonces nunca lo hiciste tú? No Candy…dinos la verdad. Te prometo que, que si no deseas que te molestemos más lo digas para que los chicos dejen de preguntar por ti- Candy pensó en todo lo que Annie decía y su primera reacción hubiera sido su rechazo y decirles que dejaran de preguntar por ella, que vivieran sus vidas cada uno de ellos, pero muy al contrario jamás les diría eso. Amaba a sus amigos quienes estuvieron con ella siempre en las buenas y en las malas. No, Candy no era una malagradecida y sabia valorar una amistad. No era ahora que iba a cambiar eso. Prueba fehaciente con Terry, que, pese a su alejamiento, quiso mantenerse en contacto con él, sabiendo que eso lastimaría su corazón y aun cuando decidió algo contundente, lo seguía considerando muy especial en su vida. Su amistad con él tampoco quería perderla.
-No es así Annie…yo…no...
-No eres la misma…Has cambiado mucho desde que te casaste. Sé que la vida en esta situación, cuando se contrae responsabilidades en un matrimonio no es la misma de cuando se es soltera, no soy una idiota para no saberlo, pero…. ¿Dejar de ver y hablar a tus amigos incluye el paquete de un matrimonio? si es así, entonces jamás me casaría con tu primo por muy enamorada que me encuentre de él. Felizmente Archie no tiene ese kit incluido en nuestra relación…- Cada palabra de Annie era dura y la propia Annie lo sabía, pero quería que entrara en razón porque la conocía tan bien que sabía que algo estaba sucediendo y que obviamente seguiría ocultando a costa de ella misma. -Dime la verdad Candy… ¿Tu marido te ha prohibido hablar con nosotros?
-No, no…claro que no…si así fuese ya te habría pedido que te fueras...No sería capaz de hacer eso nunca.
- ¿Entonces? Soy yo la que no soy capaz de comprenderte.
-No hay nada que comprender- dijo esquivando la mirada de Annie para que no viera sus ojos húmedos.
- ¡Vamos Candy! ten confianza en mí…. ¿Qué es lo que pasa? Viéndote no me creo el cuento que todo el tiempo vives fuera de casa. Te ves apagada, desarreglada… ¿Has visto en el espejo las ojeras que tienes? …solo mírate no eres la misma que conocí. ¿Dónde quedo mi amiga? ¿Qué hiciste con ella?
- ¡Basta ya Annie! no sigas por favor- retuvo sus lágrimas y mantuvo la cordura- No hay nada que decir. Todo está bien…tú ves cosas que no existen...como siempre. Es verdad, he tenido problemas al dormir, pero no es nada que no pueda resolver y discúlpenme si no he estado en contacto con ustedes es todo…Diles que pronto iré a verlos y que les agradezco sus preocupaciones.
La mañana siguiente y el momento de ir a visitar a sus Tíos y su Cuñada llegó. Desde que entró por la puerta tres pares de ojo la vieron de pies a cabeza como si se tratara de un ser de otra galaxia. ¿Qué querían encontrar en ella? Candy era muy bonita, su educación no era estudiada en grandes colegios y eso la hacía atractiva, era natural su comportamiento, no fingía como su interlocutora.
-Así que mi hermanito al fin se casó contigo- dijo riendo mientras fruncía su ceño- Es una pena que no pude estar en su boda, pero él me comprende…estaba en un momento muy difícil de mi carrera- Elisa había estudiado en Francia diseño y modas. Con lo mucho que le encantaba el buen vestir, la ropa fina y cara, el estudio le cayó perfecto. Su familia tenía dinero para que ella pudiera gastarlo cuanto y como pudiera.
-Ya te dije que no te preocupes por eso Elisa- le respondió su hermano- yo comprendo y nunca te he reprochado nada.
-Tal vez tú no, pero tu esposa…. ¿que pudo haber pensado de mí?
-No, yo no pensé nada malo… de verdad...Neal me dijo que tus estudios no te le permitieron.
-Ay, pero que mona es tu esposa…muy considerada de tu parte…Candy...Mi hermano se ha ganado la lotería al casarse contigo- se podía leer en los poros de Elisa toda su hipocresía. Así pasó el resto del tiempo queriendo salir de allí corriendo porque detestaba tanta hipocresía en una sola familia. Sarah no le quitaba los ojos de encima parecía quererla desaparecer con solo verla y su suegro no decía nada, solo se limitó a escuchar el parloteo de su mujer y su hija jactándose de lo maravilloso de Francia.
Una semana después
- ¿Es necesario que vaya? de verdad que no me siento de ánimos para ir a ninguna parte y mucho menos a un lugar como ese. ¿Qué haré allí? no tengo ninguna conversación atractiva al respecto. No sé nada de negocios ni nada que se le parezca…si ejerciera mi profesión otra cosa sería – dijo haciendo énfasis en su profesión que dejo tras su matrimonio- ¡Lo siento nea!, pero creo que te dejaré en ridículo cuando me pregunten algo y no sepa que responder…ni siquiera sé a ciencia cierta lo que se trata tu trabajo.
-Candy, no te preguntaran nada…te lo aseguro.
-Pero…
-Pero nada…he dicho que irás conmigo y fin de la discusión…Eres mi Esposa y debes estar conmigo… ¿Qué dirán de mi al verme llegar solo? ¿Te imaginas el cotilleo que se formará?
-Claro…pensando siempre en lo que los demás digan y yo…Neal…ya he dicho…que no quiero ir...que no...
-Basta ya…mi última palabra es que irás quieras o no y fin del asunto…no quiero discusiones por favor…por una vez en tu vida compórtate como mi Esposa- Candy resopló cansada- Nadie te hará preguntas y si no tienes nada que decir, solo quédate callada- Sí, hablar con Neal resultaba cansado, solo su palabra contaba y lo que ella pensaba y quería no existía, era nulo y considerado una estupidez siempre.
Mientras tanto en Bienes Raíces Granchester & Asociados
-Terry… ha venido esta invitación de parte de la cámara de Empresarios
- ¿Invitación?... ¡Oh, sí, ya lo recuerdo! Mi Padre me habló de ello. La cámara de Empresarios reúne a las más importantes de la Ciudad. Es como una gran fiesta entre empresarios.
-Así es, había escuchado algo al respecto… ¿irás? quieren confirmación por correo… ¿Qué les respondo?
-Que sí obviamente. Es una de mis responsabilidades que debo cumplir. Mi Padre siempre lo hizo y no sería bien visto mantenerme al margen. Aunque debo confesarte que no me agrada este tipo de eventos. No puedo declinar la invitación...es un honor ser incluido entre los mejores.
- ¿Cuántas personas?
-…Tú y yo por supuesto- Susana sonrió feliz al imaginarse del brazo de Terence Granchester y siendo la envidia de muchas mujeres- Así que, quiero verte hermosa como siempre.
- ¡Lo olvidaba Terry! Tu Padre llamó para decir que en un par de semanas estará en América, pero no dió más detalles…- asintió con un movimiento de su cabeza- Bueno te dejo, voy a responderles a los señores de la Cámara.
Al salir, Terry se mostró nostálgico y pensativo. Aunque su vida como hombre de negocios era casi perfecta, su lado personal era un caos. Sentía que cada día se hundía más y más en un abismo profundo. Susana calmaba sus ímpetus, sus deseos de hombre, pero no así llenaba el vacío que lo ahogaba, ese vacío en donde debería estar el amor se hacía más ancho. Pensaba en que talvez algún día podía llegar a amarla como una vez amó, como nunca en su vida había vuelto sentir. Ella se merecía algo más que ser la amante de un hombre que por despecho la había arrastrado al lodo. Susana era dulce y gentil y le daba las noches de placer más hermosas.
Candy no podía dormir, contrario a su marido que había caído como un saco de papas otra vez. Estaba inquieta y no sabía por qué…miro el reloj de su mesita de noche y eran las 3 de la madrugada. Caminó por la habitación hasta la ventana. La noche era tan oscura que el reflejo de la luna alumbraba todo. En ese instante su marido se removía en su cama, entre las sabanas buscando el cuerpo de ella. Enseguida se acercó para empujar la almohada que la sustituiría. Bajó a la Cocina y se preparó un vaso con leche y unas tostadas. Se sentó en el desayunador y devoró en minutos su alimento. Estaba exhausta y nerviosa y la inquietud no desaparecía. Fue hasta una hora después que el sueño llegó y volvió a su recámara a conciliar su descanso.
Al siguiente día y el resto de la tarde todo transcurrió con normalidad.
- ¡Te ves maravillosa Susy! espléndidamente maravillosa- era un vestido azul ajustado a su cuerpo dejando su silueta bien marcada. Su cabello lacio ahora recogido en un arreglo perfecto. Susana no tenía nada que envidiarle a ninguna mujer. Una Rubia hermosa poseedora de unos bellos ojos azules.
-Gracias amor…lo compré especialmente para ti, sabía que te iba a encantar- La aprisionó de la cintura y la besó apasionadamente. Susana se sentía volar cada vez que la tomaba en sus labios, si algún día moría quería hacerlo besándolo.
El mercedes estaba listo y ambos entraron al auto, esta vez conduciría su chofer mientras ellos se posicionaban en sus lugares. Ella en todo el camino se aferró a su brazo y le besaba con fervor. A veces esos despliegues de afectos de Susana le incomodaban, no obstante, no lo demostraba para no hacerla sentir mal.
- ¡Hemos llegado Señor Granchester! - dijo el conductor al tiempo que salía para abrir la puerta y ayudar a la dama seguida de su Patrón.
- ¡Muchas gracias Señor! - exclamó la Rubia al hombre que le brindó la mano para luego como un grillete volver su brazo al de Terry.
-Espere mi llamada.
-Si Señor…con su permiso.
El lugar era elegantísimo. Digno de los hombres más ricos de Nueva York. Las mesas con hermosos arreglos y equipada para una cena especial. Una pista de baile para que los Elegantes hombres bailaran con sus esposas o novias, y uno que otro con su amante. Eso era tan normal en los hombres de negocios.
-Terry….
-Sí
-Hay mucha gente importante… ¿Has visto al alcalde de la Ciudad? - el hombre al que se refería Susana sonreía junto a su esposa complacido con los resultados.
-Sí, ya lo ví, pero no te sientas cohibida. Esas personas son seres humanos como todos nosotros. Así que por favor no te muestres temerosa, no tienes por qué estarlo.
-Buenas noches Señor Jensen- saludo Terry al ver al hombre acompañado dando la bienvenida a los invitados. El alcalde como máxima autoridad administrativa era su deber darles confianza a aquellos que ayudan al progreso de la Ciudad
-Buenas noches Granchester, sea usted bienvenido.
-Muchas gracias…Señora Jensen, es un placer saludarle- la mujer extendió su mano y le saludó- Les presento a Susanna Marlowe.
-Mucho gusto Señorita Marlowe…siéntanse cómodos
-Gracias Señor, Señora.
-…por favor disfruten la noche. Nuestro anfitrión les estará atendiendo.
-Con su permiso.
Ella se encontraba sentada en una elegante mesa, mientras su marido se dedicaba a saludar a medio mundo. Candy se sentía aburrida, como un pez fuera del agua. Una estupidez estar allí cuando su flamante esposo parece que se había olvidado de ella.
-Señora, ¿Desea tomar algo? - le preguntó uno de los meseros al ver el semblante de la joven.
-Sí…. ¡Qué más da! por favor un jugo de…no, pero que digo… es un momento especial, por favor una copa de champagne.
- ¡Enseguida! - en abrir y cerrar de ojos ella tenía su pedido. Sujetó la copa y dió un sorbo pequeño y así hasta terminar su contenido. Minutos después con la mirada busco al mesero y este entendió que la dama solitaria deseaba una copa más. Listo, en menos de tres minutos el líquido desapareció. Volvió a buscar al mesero, pero en ese momento su mirada chocó con la imagen de un elegante hombre que portaba un frac negro moderno y zapatillas Oxford. Su cabello lo había recortado un poco más. Terry era realmente guapo. La vista le quitó la respiración, pero no tanto fue verlo si no la compañía a su lado que no lo soltaba… ¿Quién sería esa mujer? - se preguntó- ¡Es obvio Candy! ¡una más de sus conquistas…sabes que Terry no pierde el tiempo! - se respondió molesta y desde ese momento no le quitaba la vista de encima, no perdía cada paso. La mujer a su lado era muy hermosa y entonces cuando lo besó, sintió que un fuego subía hasta su cabeza. ¿Qué estaba pasándole?... ¿Por qué estaba molesta por ver a Terry con otra mujer? Siempre lo ha tachado de mujeriego, entonces ¿Qué le sorprende? De pronto él levanto su mirada para encontrarse con la de ella y que apartó en ese momento. Los ojos de Candy brillaban por la luz tenue. Sabía que ya la había visto.
-Terry, hola ¿Cómo estás? - preguntó sin dejar de ver a la mujer a su lado-parece que el par de copas la hizo envalentonarse y necesitaba saber quién era esa mujer que lo había besado.
-Hola Candy, muy bien y ¿tú?
-Excelentemente. Disfrutando, disfrutando de esta noche maravillosa- El licor hacía que hablara con dificultad, pero sabía controlarse. Terry no había visto a nadie en su mesa, posiblemente Neal se encontraba haciendo vida social y al parecer Candy no deseaba lo mismo - ¿No me presentas tu compañía?
-Oh sí claro…discúlpenme…Susanna, te presento a Candy, es amiga de colegio y de Universidad. Tenemos muchos años de conocernos.
-Candy, ella es Susanna, mi asistente.
- ¿Tu asistente?... ¡Qué bien!... ¡Qué bien! - dijo mientras se sostenía del espaldar de una de las sillas y piso en falso, casi cae al suelo - Terry se levantó y se acercó hasta ella
- ¿Estas bien? Candy, no deberías estar tomando si tu esposo no está contigo.
-Y ¿por qué no? Tuve ganas de hacerlo. además, únicamente han sido dos copitas- musitó.
-Susanna discúlpame un momento…es necesario que deje a Candy en su lugar…está un poco indispuesta.
-Por supuesto…vé querido…no te preocupes…te espero.
Al llegar hasta la mesa
-Candy ¿Dónde está tu marido?
-Por allí, no sé…parece que otras personas son más importantes que yo, que soy su Esposa, pero no importa, no importa…me da igual todo ya…y dime tú, ¿Quién es esa chica, no me digas que es tu nueva conquista Terry?
-Ya te lo dije, Susana es mi asistente…en la Inmobiliaria…
- ¿Te besas con tu asistente? Wow.
-Oh, Bueno, no te lo voy a ocultar…pues sí…Susanna y yo somos…
- ¡Son amantes! claro…noviecitos no serán…es obvio.
-Buscaré a tu Esposo; él debe estar contigo y no dejarte sola…entiendo que estés molesta por su comportamiento, pero no es bueno que tomes solo porque te sientes enojada…enseguida regreso, por favor siéntate Candy y no te muevas de aquí.
-No, no…no quiero que lo busques…yo estoy bien, mucho mejor así y tampoco debes molestarte… vete Terry, no, no me hagas caso y vé con tu mujercita que te espera…. Mira que no nos quita la mirada…ja ja ja, ha de pensar lo peor de mí. Seguro que, seguro que piensa que tú y yo... por favor…puedes estar tranquilo que yo no me moveré.
- ¡Bien, entonces me retiro y confiare en tu palabra! no tomes una copa más Candy, espera a tu marido.
-Deja de mandarme que es lo que no debo hacer…estoy cansada de lo mismo.
- ¿Sucede algo? - preguntó el hombre cuya voz era áspera y no tenía buena cara
-Tu esposa, no…
-Solo me tomé dos copas de champagne Neal…eso es todo…Terry me trajo hasta mi mesa porque no me sentía muy bien.
-Bien, Granchester…Te agradezco…me encargo de la situación -respondió seriamente
-Muy bien, …hasta luego Candy.
- ¡Con que dos copas nada más! ¡Mira como estas! A punto de hacer el ridículo…-masculló con enfado
- ¡No exageres Neal!
- ¿Qué no exagere? – La actitud de Candy lo enfado más y por poco daba un fuerte golpe en la mesa, pero se contuvo- ¿Qué te pasa?... ¿Si sabes dónde estamos verdad? No que vas a saber…borracha.
- ¡No soy ninguna borracha! - masculló entre dientes- ya te he dicho que solo me tomé un par de copas que no pude prever que me marearían tan rápido…no estoy acostumbrada a hacer esto.
- ¡Pues entonces no debiste hacerlo! Si no puedes controlarte.
- ¡Tienes razón! Soy una tonta, pero estoy bien y por favor- Candy sonrió con burla- deja de hacer tu show que bien que te has largado dejándome sola en este lugar - le recriminó- ¿Qué crees? ¿Que soy un mueble? Estoy harta de que te largues y me dejes como una estúpida viendo a todos lados - Los ojos de Candy brillaban con tanta intensidad que parecían un par de llamas ardientes. El hombre calló, pensó que intimidaría a la dulce Candy.
Terry no dejaba de verlos y Susanna empezaba a inquietarse. Desde que esa mujer se apareció frente a ellos, Terry cambio su actitud. Lejano, distante y otra vez perdido.
- ¿Pasa algo querido? Tu amiga ya está bien y por lo que veo está con su marido.
- ¡Eh!, no, no pasa nada, y ¿tú, estas bien? – preguntó al sentirse descubierto
-La verdad, no estoy bien Terry, desde que viste a tu amiga estas distinto ¿Qué pasa?… Ese hombre estaba molesto de verte con ella, es evidente que tú no le caes nada bien. Te miraba de una forma que, podría jurar que si su mirada matara te habría desparecido en ese instante.
- ¡Qué cosas dices Susana! Es verdad que no soy un hombre que a todo el mundo le caiga bien, pero ese tipo no tendría razones para sentirse molesto. Además, él sabe que Candy y yo somos amigos de hace muchos años. Sería un idiota si lo piensa.
-No lo sé, pero es lo que ví y puede que sea tu amiga, pero puedo jurar que ese hombre siente celos de tí y es natural, ella es muy bonita y hermosa y, tú, un hombre muy apuesto que ….
- ¡Basta! -la interrumpió molesto- Te repito por enésima vez, Candy y yo solo somos muy buenos amigos... ¿sería mucho pedirte que dejemos de hablar de ellos? hemos venido a disfrutar juntos de esta noche…si ese tipo siente todo eso que has dicho, es su problema, el de ellos y no de nosotros... ¿No te parece?
- ¡Tienes razón amor! - lo besó en los labios. Terry volvió su mirada a donde se encontraba Candy que lo observaba fijamente mientras Neal conversaba con el alcalde a unos pasos. Ella se levantó de la mesa. Sentía que no podía estar más allí de espectadora y necesitaba tomar un poco de aire para recomponerse. Hasta donde llegó, las voces y el ruido eran un murmullo. El efecto del alcohol estaba desapareciendo y se reprochaba el hecho de sentirse de ese modo… ¿Por qué si ya su vida estaba marcada?, ¿Por qué, si no era la primera le seguía doliendo ver a Terry con otra mujer, como cuando estudiaban juntos? No debería molestarle, pero lo cierto es que sentía… ¿celos? Luego de unos minutos en meditar todo lo que le estaba pasando giró sobre sus pasos para volver a la mesa.
- ¿Estas bien? – Terry salió a su paso. Se había disculpado de nuevo con Susanna quien no le gustaba nada que esa "supuesta amiga" haya atraído la atención de su hombre, prácticamente desde que la vió- ¿Qué te sucede Candy? ¿Por qué lloras pecosa? -la voz suave le acarició el corazón y sus lágrimas salieron sin poderlas detener. Siempre tenía esa forma especial para ella, aun cuando su temperamento era muy contrario. Terry acunó su rostro y limpio sus lágrimas.
- ¿Pecosa? - dijo con una amarga sonrisa- ¡Hace mucho que no me llamas así! pensé que lo habías olvidado.
- ¡Nunca podría…eres pecosa!… aunque ahora se te ven menos- ella frunció el ceño- …pero, no has contestado mi pregunta… ¿Qué pasa contigo Candy?
-No me pasa nada, es solo que no me siento cómoda estar aquí… ¿Has visto que todo el tiempo…?
-Has estado sola…lo sé, y no entiendo como tu marido puede hacer eso, si yo fuera él…Te confieso que…-Candy lo miró fijamente, pero Terry no pudo terminar esa frase que sería (no me apartaría de tí) sino que- Te confieso que, tampoco me siento a gusto. Si vine es por cumplir con una obligación…nada más.
- ¿En serio? Ah, pues veo lo contrario, no parece que no estés a gusto… tienes buena compañía y por lo visto la estás pasando de maravillas…esa mujer es muy bonita y…seguramente después de salir de aquí…
- ¡Basta Candy, para ya por favor…!
- ¿Es tu novia? - no respondió- ¿Amantes entonces? Si ya lo sé - insistió- tu silencio otorga y eso quiere decir que Susanna es tu amante, no eres de tener noviecitas…claro, lo dije…Terence Granchester no puede estar solo - su voz sonaba con tono de reproche.
-He estado con algunas mujeres, sí, es verdad, Susanna es mi amante, es verdad, no lo voy a negar, pero no entiendo tu molestia- dijo persuasivo.
-No, no estoy molesta… Tú puedes hacer de tu vida lo que quieras… ¿Acaso no solo somos amigos? ¿Por qué debe entonces molestarme?
-Te siento a la defensiva. Enojada conmigo y sí, sigues muy molesta…No lo sé…dímelo tú…
-No hay nada que decir…es solo que…que…. nada…Terry, olvídalo, debo irme…ya he tardado mucho en este lugar. Neal ha de pensar que me desmayé, por allí y no tengo cabeza para escucharlo- avanzó unos pasos cuando la detuvo
- ¡Espera!... ¡Espera Candy! – sostuvieron sus miradas por unos segundos que parecieron eternos- Yo…
- ¿Qué sucede? - preguntó inquieta mientras su corazón latía con fuerza. La mirada de Terry bajó hasta sus labios. Esos labios que le incitaba sin que ella se lo propusiera en tomarlos, besarlos, morderlos y estrujarlos hasta dejarla sin aliento, deseaba que ella probara los suyos tanto al punto de enloquecerla con sus besos. Como saboreando el momento pasó su lengua humedeciéndolos, apretándolos por la contención de su deseo, no, no podía hacer eso…mínimo se ganaba una estruendosa y fuerte cacheta y bien merecida- ¡Terry! ¿Me escuchas? - lo sacó de su erótico trance
-…Será mejor que regresemos.
Horas después se encontraban en su Residencia. Susanna le servía un trago, pero Terry lo rechazó.
- ¡Disculpa Susy!... no quiero tomar. Ha sido suficiente.
-Pero si en la reunión apenas tomaste...
-Sí, pero recuerda que mañana hay que trabajar.
-Cierto, entonces tampoco yo lo haré…tienes razón…. ¿vienes a la recámara? - se acercó insinuante besando su pecho encima de su camisa. Empezaba a desabotonarla cuando la detuvo.
-Susanna… ¡creo que ahora no es posible!... ¡Lo siento!, pero no estoy de ánimos.
-Terry… ¿Qué pasa? en todo el camino no hablaste, ni me miraste, si respirabas es porque debías hacerlo, pero prácticamente regresé sola.
-Perdóname, pero no podré responderte como tú quieres, no por ahora Susy.
-No hagas nada…solo déjate amar…llenarte de besos y caricias, tú solo relájate y el resto lo hago yo cariño.
- ¡No!... ¿No entiendes? Estoy cansado….disculpame.
-No, no lo entiendo Terry…cuando nos fuimos y durante la fiesta estabas de lo más cariñoso conmigo, atento…No sé, pero sigo insistiendo que desde que "Tu amiga" apareció cambiaste drásticamente. Sí, y luego como si se fuera a deshacer te tomaste atribuciones que no te corresponden. Eso debía hacerlo su marido.
-Ante todo es mi amiga - vocifero ya enojado- El hecho que se encuentre casada no quiere decir que deje de serlo. Solo si ella me pide que lo deje de ser entonces será, y que no se te olvide que lo nuestro solo es un…
- ¡Pasión, deseo carnal…lo sé…estoy harta que me lo restriegues una y otra vez...
-Solo quiero que nunca se te olvide Susanna que, si mantienes las reglas del juego todo marchará perfecto entre nosotros, pero si te empecinas en lo mismo, no funcionará.
Esa noche no tuvieron sexo. Terry pasó pensando toda la noche en Candy. Estaba hermosa, deslumbrante, pero algo en sus ojos, una triste mirada lo cautivaba. Era como ver a un ave prisionera. Candy hablaba con ansiedad como si algo le oprimiera causándole tanto dolor. Susanna sabía que no dormía por el ritmo de su respiración, como deseaba introducirse en sus pensamientos y saber que imágenes pasaban por su mente, a quien tenía en el corazón, en quien pensaba. Si Susanna era bastante perceptiva se estaría dando cuenta que esa mujer, esa, la que él decía ser su amiga, era la mujer con la que soñaba todas las noches mientras la tomaba en sus brazos, era por ella quien vibraba de placer en cada embestida dentro de su cuerpo. La forma en que cambió cuando la vió, su mirada en ella, la misma mirada aquella cuando sobre su cuerpo buscaba en sus azules ojos a esa mujer, una mirada que nunca la ha tenido para sí.
A la mañana siguiente las cosas seguían su curso rutinario. Paso un día, dos y tres días. Candy y Terry no se habían vuelto a ver. Ella no salió de casa hasta que un día se decidió. No quería continuar así. Anteriormente durante la visita de Annie, le prometió que los vería pronto, así que, se arregló y se dirigió al Bufet, esperando darles una sorpresa a sus primos los Cornwall, pero ella fue la sorprendida. Parece que el destino se empeñaba en reunirlos siempre.
- ¿Pue…puedo pasar? - trastabilló al ver que los muchachos no estaban solos- perdón, no sabía que tenían visitas.
- ¿Candy? pero ¡que sorpresa tenerte aquí preciosa!¡Vamos entra prima!
-Hola chicos…hola Terry.
- Candy… ¿Cómo estás?
-Bien, muy bien gracias…yo- se dirigió a sus primos- yo quería verles y por eso he venido.
- ¡Espera! -Stear hizo una llamada y en menos de un par de minutos Annie y Patty entraban a la oficina.
- ¡Candy! - exclamó la chica de lentes, Patty no la había visto desde su matrimonio y no sabía nada de ella.
- ¡Patty!... ¡Que linda estás amiga!
-Tú también, parece que el matrimonio te ha asentado muy bien. Te ves hermosa…Annie nos ha dicho que has estado muy ocupada y que por eso no habías podido vernos.
-Annie… Oh, si… Patty, tú lo sabes- Annie estaba en silencio y solo se limitó a abrazar a su amiga.
- ¡Lo entiendo!, pero estuvimos llamándote para saber de ti…pero bueno, lo importante ahora es que estas aquí como los viejos tiempos.
-Sí, como los viejos tiempos.
- ¿Será que algún día haremos lo que antes solíamos hacer? - preguntó Stear- los seis juntos, bueno los ocho, porque si se une Tu marido Candy, también podría unirse Susanna, tu novia, Terry- Candy giró para verle, esperando escuchar lo que tenía que decir. Terry a su vez le lanzó una mirada llena de reproche a su amigo.
-¡Vamos Terry!, ¿por qué callas?- habló Candy- O ¿es que a tu amiguita no les gusta este tipo de amistades?- allí iba de nuevo con sus ataques.
-Debería preguntar, si tu marido dejaría que te mezclaras con nosotros…por mí no hay problemas y por parte de Susanna no habría objeción- golpe bajo para Candy. Era verdad, Terry no tendría problemas, pero ¿ella?, lo miró con desagrado reconociendo que tenía razón.
-Bueno, Bueno – fue el turno de Archie- No sabemos si continuaremos juntos…por lo visto Candy apenas tiene tiempo…y es una lástima prima…. Terry, ¿cuándo invitarás a Susanna para que salgamos una noche de éstas a bailar? , como aquella vez que recién viniste de Londres, fue muy diestra en el baile, ambos se acoplaron muy bien- Candy vió a su primo desconcertada, es decir que la mujer esa ¿Ya la conocían ellos desde entonces? ¿La estaban cambiando por Susanna?...bueno, ya Terry lo habia hecho.
Por lo visto los hermanos Cornwell se habian aliado para hacerle el momento pesado -No lo sé…tengo que hablar con ella…No sé qué dirá.
-¡Dirá que sí!...se ve que es una mujer que le gusta divertirse.
-Sí- respondió Terry….-pero, no será por ahora, mis Padres y mis hermanas están por arribar a America, es más debo irme en este momento al Aeropuerto. Son las 10 de la mañana y en media hora veré a mi familia….nos veremos pronto muchachos…adiós.
Terry salió de la Oficina y Candy fue tras él ante la vista de los demás.
-¡Terry! ¡Terry!...espera.
-Dime...
-¿Puedo ir contigo? Al Aeropuerto…quiero saludar a tus Padres…y a tus hermanas.
-¿Crees que sea conveniente?...es decir ¿tendrás el tiempo para esto?, lo digo porque siempre estás viendo tu reloj a cada instante.
-No….no hay problemas, pero no sé cuándo pueda verlos- Terry frunció el ceño tratando de comprender sus palabras o si las comprendía, pero al parecer Candy no se dio cuenta "No hay problemas, pero no sabe cuándo pueda verlos"…claro que hay problemas, de no ser así, podría verlos en cualquier momento que ella quisiera- por favor Terry.
- ¡Esta bien! vamos, pero, ¿y tu automóvil?
-No vine en mi coche…tomé un taxi para venir acá…. Luego tomaré otro desde tu casa.
-Bueno…vamos entonces.
Durante el trayecto al Aeropuerto el semblante de Candy había cambiado. Esa era Candy, su Candy, la que conocía. La que compartía todo, sus momentos de tristezas y alegría. Mientras tenía la mirada fija en la ventana mirando a través de ella hacia el exterior, varias veces giró su rostro para contemplarla en silencio. Amaba cada aspecto de su físico, amaba cada centímetro de Candy.
Llegaron hasta el lugar de espera y a los 10 minutos hicieron su aparición. Candy de pronto sintió un temblor en sus piernas, no sabía que era, quizás la emoción de volver a ver a esos Señores que fueron muy amables con ella.
- ¡Papá, Mamá…!
- ¡Hijo! hijo querido…mi amor… ¿Cómo estás?
-Bien Madre, Padre- le dió un abrazo a su progenitor. De pronto Eleonor vió a la muchacha que estaba detrás de Terry y que se mantenía un poco alejada.
- ¿Candy? hijo… ¿Qué hace Candy contigo? – susurró - ¿No te parece que…?
-Por favor Mamá, luego hablamos de eso- respondió del mismo modo y luego -¡Madre…Candy quiso venir y saludarlos!
-Señora, Señor Granchester…es un gusto volver a verlos…yo, yo le insistí a Terry acompañarle.
-Oh gracias querida...¡Es un gusto verte!
-Niñas saluden a Candy- dijo Richard a sus hijas que se mantenían distantes, sobre todo Karen, la mayor estaba muy seria.
-Hola Candy- fue Allison que habló.
-Hola Allison preciosa, estas muy linda.
-Gracias Candy. Tú también te ves muy linda.
-Hola Karen- Candy extendió su mano que no fue atendida.
-Hola- fue el simple saludo de la muchacha y se apartó. Los Granchester al ver la actitud de su hija le recriminaron con la mirada, pero el comportamiento de Karen tenía una justificación y pese a ello sus Padres hablarían seriamente por esta actitud.
-Bueno, bueno…será mejor que nos vayamos- El coche de Terry de otro estilo, pero igual un mercedes era espacioso y podían caber todos. Acomodó las maletas en su lugar mientras los demás se acomodaban en sus lugares. En media hora se encontraban en la Residencia donde ya se tenía todo preparado. Las habitaciones de sus padres y hermanas, así como la comida y algunas amistades íntimas de los Granchester que los esperaban, los Jefferson y los Johnson. Candy al ver todo eso se paralizó. Terry vió su turbación.
¿Qué tienes Candy?
-No, no pensé que…
-Que habría todo esto… Son amigos de mis Padres, gente muy rica que no desaprovecha la oportunidad de codearse con la imagen de Richard Granchester. Sin embargo, son buenas personas…en realidad que yo prefiero mantenerme al margen, pero esta vez estoy feliz porque están en America y se quedarán por mucho tiempo que no me importa estar aquí.
-Será mejor que me vaya...yo me siento incomoda Terry…
-¿Tienes miedo?- preguntó frunciendo el ceño. No le gustaba ver a Candy limitándose a disfrutar una tarde de amigos. Consiente estaba de su estado civil, pero no era nada malo que ella estuviera compartiendo con personas que la conocían y la apreciaban
-¿Miedo?...no claro que no… ¿De qué tendría miedo?
-No lo sé, pero a juzgar tu actitud…veo que si lo tienes.
-No…es solo que…
-¡Estas invitada!... ¿eso es lo que falta? bueno extiendo mi invitación a mi querida y vieja amiga.
-¡Siento mucho haberme entrometido!...es una ocasión familiar y yo….no…
-¡Eres mi amiga!…eso es suficiente- dijo sonriéndole.
-Pero es que….
-¿Vas a despreciar mi invitación? si eso pasara, me haría sentir muy mal Candy- Ella pensó que Susanna estaría allí siendo la mujer de Terry, pero ¿Por qué tenía que perturbarle? , no tenía por qué, sin embargo contrariamente a todo sus pronóstico de serenidad e indiferencia, sí, ya lo había pasado una vez y no sabría cómo manejar el asunto si ella estuviese allí. Decidió no comportarse como una estúpida huyendo cada vez que eso sucediera. No tenía razón ni sentido cuando ella había hecho su vida. Además, que, no iba a declinar la invitación de Terry bajo ese argumento. Candy había dejado muy enterrado todo lo que sintió en el pasado y es allí donde debía permanecer para siempre. Después de varios minutos en el que Terry no la dejaba sola ni un solo instante era de suponer que Susanna no estaba allí. No lo comprendía. ¿Terry no la había invitado a un momento especial?
- ¿Deseas tomar algo?
-Oh, no…después de lo que pasó aquella vez…, es mejor que no Terry- Candy se refería al evento de los Empresarios
-Puede ser otra bebida. Prueba esto…yo mismo lo preparé- Candy dió un sorbo y aunque tenía licor, era suave.
- ¿Qué es?
-Zumo de piña con poquísimo licor…, pero puede ser con otras frutas, para mi esta es una perfecta combinación…tómalo y verás que es muy diferente, claro que si te tomas 5 o 10 de estos obvio que te hará el mismo efecto.
-Sí, es muy delicioso- dijo al terminar el contenido- Nunca lo había probado. Es más, solo un par de veces he probado el champagne.
- ¿Quieres comer algo? supongo que no lo has hecho.
-La verdad…no Terry…Salí de casa después del desayuno y casi no comí nada.
-Entonces vamos que pronto pasaremos a la mesa.
Después de degustar la comida que los sirvientes prepararon. Pasaron al salón para conversar un poco sobre el viaje y sus planes en America. Luego de un par de horas Los Jefferson y los Johnson se retiraron para dejar a la familia a solas y que pudieran descansar. Eleonor se quedó con Candy y Terry en el salón de Té junto con Allison, mientras que Richard atendía un caso importante en el despacho. El silencio se adueñó del lugar hasta que Eleonor rompió ese silencio tratando de no preguntar algo que incomodara a su hijo
-Candy, y ¿cómo está tu familia?
-Muy bien Señora, mi madre y mis Tíos están muy bien…y mi hermano Anthony…gracias por preguntar.
- ¡Me alegro mucho! supongo que trabajas en la Empresa de tus Tíos.
-Oh, no…no aún, pero…esos son mis planes futuros.
- ¡Qué bien! Karen y Allison estudiaran en América, bueno es lo que Richard y yo estamos pensando, que continúen aquí…la educación en Estados Unidos también es excelente. Además, quiero estar cerca de todos mis hijos…. a tu Madre le debe suceder lo mismo.
-Sí, Anthony y yo, aquí en Nueva York y ella en Chicago- dijo con tristeza.
- ¿Has ido a verla?
-No, pero le he prometido que lo haré…muy pronto
- ¡Entiendo! La vida de una mujer casada cambia totalmente, ahora te debes a tu esposo…lo comprendo Candy.
-Madre, para ya con tus preguntas - le dijo en susurro a Eleonor.
-Perdóname hijo…tienes razón…pero solo quiero entablar plática con Candy…discúlpame hija si te he incomodado.
-No señora Baker…Todo esta bien.
- ¿Dónde está mi Padre y Karen?preguntó Terry
-En el despacho…ya sabes que tu Padre no le gusta los malos comportamientos y Karen tendrá su castigo. Fue muy mal educada y grosera con Candy que es nuestra invitada y eso no es lo que le hemos enseñado.
-Señora Eleonor- se levantó de pronto – No, no es necesario ser drástico…es muy joven, usted sabe la adolescencia, quizás no se sentía bien…. ¿castigarla por eso? No, tengo que hablar con el señor Richard- Ante la vista de todos se encaminó con rapidez- Discúlpeme por irrumpir de esta manera en su casa, pero no puedo permitirlo.
- ¡Espera Candy! no…-En un instante y ya estaba en la puerta cuando de pronto se abrió dejando la visión de una joven con los ojos llorosos resultado de los regaños de su Padre.
-Karen, no quise que esto pasara…te juro que nunca…
- ¡Cállate y no me hables!
-No le hables así a Candy…ella no te ha hecho nada- le recriminó su hermano que había ido tras Candy- discúlpate con ella.
-No, lo haré y sí, no me ha hecho nada…no a mí directamente- Candy no comprendía – pero mi Padre me ha castigado por tu culpa.
- ¿Por mi culpa? No, precisamente venía a verle para decirle que no era necesario llegar a tanto- En ese momento su Padre salía del despacho para encontrarse con la escena.
-Karen, he dicho que vayas a tu habitación y no quiero que eso se vuelva a repetir.
-Señor Granchester no es necesario…Terry, yo no quise formar este lío… ¡Dios mío! te lo juro…
- ¡Lo sé Candy! Papá por favor.
- ¿A qué hora niña? - dijo con más fuerza en su voz. La muchacha corrió furiosa a su habitación mientras las lágrimas caían. En un descuido Candy la siguió. Terry quiso ir tras ellas, pero Richard lo detuvo- déjala esa niña debe aprender a comportarse y que las malas actitudes tienen consecuencias, sirve además que le pida disculpas a Candy. Karen debe aprender a respetar a las personas.
- ¡Espera! Karen, Espera…déjame hablar contigo por favor- logró entrar a la habitación pese a que la muchacha la estampó al entrar.
-No quiero hablar contigo ¿No entiendes? ¡vete de aquí! No te quiero ver en mi habitación limpiaba sus lágrimas.
-Karen, no ha sido mi intención lo que ha pasado…Te aseguro que no, es más le he dicho al Señor Granchester que no es necesario llegar a tanto…
-Tú no eres nadie para interceder por mí.
-Karen, no sé qué es lo que te hecho para que me trates de este modo. De verdad que yo quiero ser tu amiga, pero necesito saber si he hecho algo que te ha incomodado. Dímelo para así rectificarlo …si es por lo que pasó en el Aeropuerto no ha sido mi culpa…pero, pero no quiero decir que la tengas tú…le decía a tu madre que lo hiciste sin pensar…hablaré con el Señor Richard y verás que esto pasará.
- ¡Me caes mal! - exclamó de una vez.
- ¿Cómo?
-Sí, que me caes mal Candy…y no entiendo por qué mi hermano sigue siendo tu amigo...déjalo tranquilo si de verdad le tienes el cariño que dices.
- ¡No te entiendo! ¿Te disgusta mi amistad con Terry?
-Sí, si me disgusta, pero claro, la Señora Lagan no lo entiende…por supuesto…Mi hermano es un estúpido que sigue considerándote, mientras que para tí no fue nada.
-No sé, no sé a qué te refieres…Terry es muy importante para mi…es mi amigo Karen, no sé por qué me dices eso.
-Terry es un tonto, un perfecto tonto que sigue…enamorado de ti- esas palabras Candy no las esperaba y dió unos pasos hacia atrás- ¿No lo sabias?... claro, lo dicho...mi hermano no ha sido nada, tú nunca lo viste de otra manera. Sabes, ¿Sabes cuantas veces lo ví sufrir por tí? cuando empezaste tu relación con tu ahora esposo.
- ¡Eso no es verdad! Terry nunca ha estado enamorado de mí. Además, él ahora tiene una novia…se llama Susanna, ¿Acaso no se los ha dicho?
- ¡Que tonta eres! yo conozco a mi hermano y creo que más que mis Padres…Terry solo busca compañía, pero no es amor…Siempre ha procurado olvidarte. Mi hermano desde que te conoció se enamoró de tí, ¿sí sabes desde cuando fue eso? Después ¿qué pasó? llegó ese hombre y te casaste, dejaste a un lado a mi hermano. Muchas veces vi su tristeza y yo solo esperaba el día de tenerte frente a mí para decirte que te odio.
- ¡Basta! creo que no es para tanto que quieras desquitarte, inventando todo eso Karen. ¿Me odias? No entiendo…
-Entonces pregúntale ...sí, pregúntale a mi hermano
-... Nada de lo que me dices tiene sentido…si Terry como tú dices, estaba enamorado de mi ¿Por qué nunca me lo dijo? ¿Por qué dejó pasar el tiempo y yo…? no, Karen estas equivocada. ¡Terry nunca ha estado enamorado de mí!
-Sé que no sirve de nada que te diga todo esto, porque las cosas no van a cambiar…. Tú estás casada y si es verdad lo de esa mujer que dices …ojalá pueda enamorarse de ella, de verdad que lo deseo para que pueda ser un poco feliz…Candy, si fueras un poco considerada y quieres a mi hermano de la forma que dices…aléjate de él…no quiero que vuelva a sufrir más…ya ha sido suficiente. Te pido que lo dejes vivir, déjalo amar, deja que su corazón se abra al amor con esa mujer. Mientras tú estés allí…no podrá hacerlo. ¿Sabes que cuando se enteró de tu boda se volvió como loco? Estaba desesperado y mis Padres quisieron que entrará en razón, pero fue en vano todo lo que le dijeron. Tomó el vuelo antes porque ...porque quería impedir tu boda… veo que no lo logró- Desde que Terry había dejado la ciudad no supo de él, más lo que sus padres le decían, que se hizo cargo de la inmobiliaria y que estaba bien. No supo si su hermano había impedido la boda, pero ahora que sabía que no fue así. No pudo soportar ver a su hermano en su todavía imposible amor, un idiota enamorado de una mujer ahora casada. Era evidente y verla allí mientras él se desvivía en atenciones, la hizo enfurecer. Ella adoraba a su hermano y quien le hiciera daño se convertía en su enemigo y Candy era eso para ella, era una enemiga.
- ¿Impedir mi boda? ¡No puedo creer lo que me dices Karen! Creo que estas en un error porque Terry…-suspiró como si el alma se le fuera en ello - Si es verdad todo lo que me dices…entonces Terry me tiene que dar una explicación…
- ¿Explicación? ¿Para qué? Solo déjalo en paz -Candy salió de la habitación dejando a la muchacha desconcertada. Karen sintió temor de haber cometido una imprudencia, pues era un asunto que solo a su hermano le correspondía decir.
Candy no sabía ni como se sentía. Las palabras de Karen la habían dejado confundida y no podía creerlas, no mientras Terry no le explicara por qué su hermana le dijo todo eso. ¿Qué pretendía? ¿Volverla loca y vengarse por el castigo de su Padre? Cuando llegó hasta la estancia no vió a nadie y pensó que luego hablaría con Terry con calma y tranquilidad, por ahora las cosas estaban agitadas y no era conveniente. Karen no la quería allí y era mejor irse. Era probable que Karen haya inventado todo eso por lo sucedido en el Aeropuerto. Salió hasta el portón cuando una voz la detuvo.
-Candy… ¿pasa algo? ¿Por qué te vas sin decirme nada?
-No, no solo que ya es muy tarde y tengo que tomar un taxi Terry. Me disculpas con tus Padres por no despedirme de ellos, pero ya no tengo tiempo.
-Deja que te lleve...por favor
-No…no es necesario.
-Por favor, no me cuesta nada…no me sentiré bien si no te sé segura en tu casa. Ademas me siento responsable por ti.
-Claro que no,
-Si lo es, yo te pedí que te quedaras, así que es mi responsabilidad llevarte hasta tu casa sana y salva y no se diga más del asunto.
-Dije que no Terry- dijo con suma seriedad- por favor…deja que me vaya ya.
-No te entiendo Candy…hace unos momentos estabas sonriendo, charlando con mis Padres y entonces volví a ver a la chica alegre que conocí …. ¿Qué pasó? ¿Te hizo algo Karen? Dímelo para poner en su lugar a esa muchacha insolente.
- ¡No, no! No es así y tienes razón, soy una desconsiderada, es solo que, de pronto no me siento bien…. Pero, está bien, por favor llévame a Casa.
En el camino ella iba en silencio trazando en su mente todo lo que Karen le había dicho, mientras él se quebraba la cabeza pensando en el cambio repentino de Candy. Ella seguía en silencio y podía ir así hasta finalizar su trayecto, no obstante, le inquietaba saber si todo eso era verdad, la duda aparecía y tenía que saberlo.
-Candy, entiendo que no quieras hablar, pero ¿podrías decirme que es lo que pasó? Sé que algo pasó ¿Por qué no quieres hablarme?
-...Karen…
-Lo sabía, no me equivoque en que algo había pasado con Karen…. no puede seguir de esa manera. Así que cuando regrese hablaré seriamente con ella.
-Ella, ella me dijo algo que todavía no lo puedo creer y que espero tú me lo aclares…Terry- dijo volviendo su mirada a la ventana.
-Bien, si está en mí, por supuesto que lo haré, entonces cuéntame que es eso que quieres saber.
-… Terry, es posible que tu hermana haya dicho todo eso porque está enojada, por lo del castigo que le impuso tu Padre, ella dice que tú hace tiempo que estabas enamorado de mí, ¿Es eso cierto? –El Joven detuvo el auto inmediatamente y con su mirada al frente quedó en silencio- ¿Es eso cierto Terry? –volvió a preguntar.
- ¿Qué más te dijo? - preguntó sin mirarla todavía.
-Tantas cosas que no comprendo… ella dice que me odia por hacerte sufrir…porque estás enamorado de mí y no te he permitido buscar el amor…dime si eso es cierto, porque de ser así, no ha sido mi culpa. Dime que todas las acusaciones de tu hermana no tienen fundamento… que no es verdad.
- Supongo que ya no hace falta seguir ocultándolo ¿Verdad? – habló en un hilo de voz- creo que es el momento que te diga mi verdad, aunque sea demasiado tarde.
- ¿Cómo dices?
-Candy, todo lo que mi hermana ha dicho es cierto. Desde que te conocí, el primer día desde ese mismo instante me sentí atraído por ti y con el tiempo esa atracción fue creciendo hasta que no pude con ese sentimiento y me enamoré de ti. Luego todo lo que pasó, te casaste y yo solo me limite a desearte que fueras feliz.
Escuchar su afirmación la dejó por momentos sin habla hasta que en ese instante la inquietud hizo que se removiera y saliera del auto seguida de Terry - Esperaba escuchar que lo negaras... ¡No lo puedo creer! ¿Por qué nunca me lo dijiste?
- ¿Qué iba a ganar con hacerlo? Tan solo que te rieras de mí y me dejaras en claro lo que somos, amigos nada más, nunca me miraste de otra manera.
- ¡Eres un tonto Terry! Un grandísimo idiota un tonto...un imbécil...un...estúpido.
Su mirada ahora estaba fija en los ojos de ella que yacían húmedos - Sí, soy todo eso, lo que tú quieras, solo puedo decir a mi favor que te amé mucho, pero éramos muy jóvenes que pensé que no era el momento. Te tenía conmigo siempre y creí que era suficiente para que un día cambiarás tus sentimientos hacia mí mientras crecíamos...creí que si te lo decía sentirías miedo y te alejarías de mí y no quería eso…me propuse estar a tu lado, cuidarte siempre, porque ante todo deseaba tu amistad y ganarme tu corazón, estar cerca de ti como fuera posible, si como un tonto enamorado o un amigo…no me importaba, solo quería estar contigo.
- ¿Tantos años te guardaste eso? Éramos solo unos niños…yo lamento mucho que eso haya pasado…pero no fue mi culpa.
-Soy un cobarde…
-Sí, ¡También eres un cobarde!
-Solo esperaba el momento para hablar, y…cuando habíamos crecido y fuimos a la Universidad tuve varios intentos de confesártelo, pero a la vez…no quería que eso interfiriera en nuestros estudios y planee hacerlo al finalizarlos, pero ¿Qué sucedió? apareció él y todos esos planes se me vinieron abajo, todo se derrumbó dentro de mí. Bastaron solo unos cuantos meses para que tú de repente te enamoraras de Lagan. Candy, solo me restó seguir callando… seguir enamorado solo, porque no podía ir en contra de tus sentimientos…te veías muy feliz a su lado o al menos es lo que vi entonces…porque ahora no estoy seguro de que eso sea así.
-Terry…te fuiste, tú te fuiste y no me digas que sufrías ni que sufres cuando sigues con tus mujeres…Ahora mismo estás con Susanna y antes con Amanda, hubiese sido una estúpida al caer en tus brazos, no iba a ser la única… ¿Cuantas más antes? No puedo creerte sabes…No puedo creerte...esto es una locura.
-No es verdad que he estado con muchas mujeres…Amanda y Susana han sido las únicas y sabes el tipo de relación que me ha unido a ellas.
- ¿Debo aplaudirte por eso?
- ¡Escúchame! Sé que has creído todas esas cosas que dicen de mí, que soy un mujeriego y no sé qué otras cosas más…
- ¿De verdad, tú me amabas? - pregunto todavía incrédula- Es que no puedo entender como un hombre, así como tú no tuvo el valor para decirme algo tan importante.
-Es la verdad, yo estaba enamorado de ti… y te amo como a nadie en mi vida y…no pretendo nada, nada…y hubiese preferido seguir callando, seguir siendo tu amigo siempre.
- …Eso ya no importa...Eso es pasado Terry y allí debe quedarse enterrado. Lamento mucho que hayas tenido que pasar por todo esto, que hayas sentido todo eso, tú…En el fondo pienso que fue bueno que callaras, de esa manera pude escoger a un hombre que me amara, ante todo. Neal, él no es como tú- las palabras de Candy le lastimaban -Ahora las cosas cambian, no podemos seguir como antes, no podemos entonces seguir siendo amigos y no puedo seguir lastimándote… tu hermana tiene razón. Creo que…creo que debemos alejarnos uno del otro y cada quien tome el rumbo de su vida como ya lo hemos hecho. Yo me he casado y tú, Terry, tú tienes a esa mujer que te ama sinceramente. Date la oportunidad de amarla y abre tu corazón…Ahora entiendo el porqué de su mirada aquella vez…las mujeres somos muy intuitivas- Candy sonrió tristemente - ¡Me tengo que ir! No estoy muy lejos de casa puedo ir caminando….
- ¡Espera! Espera Candy ¡No te vayas así! - puso sus manos sobre sus hombros y luego acunó su rostro. Terry tenía sus ojos humedecidos. Había expuesto su corazón y a ella no le importó darle un punta pie…-claro, ¿Qué piensas que se lanzará a tus brazos? Es una mujer casada, lo dijiste, no pretendes nada- se dijo en su interior. En un impulso y sin ella preverlo Terry la besó, era un beso con rabia, dolor y pasión.
- ¡Terry! por favor suéltame…suéltame…- Lo apartaba de sí empujando su pecho que la aprisionaba, el beso había sido soberbio y sus labios se hincharon un poco - ¿Qué haces? - ella dejó caer una bofetada que le enrojeció la mejilla - ¿Por qué? Nunca más me vuelvas a tocar Terry, nunca… ¿Me oyes? nunca. ¿Qué te crees? te odio.
-Si nos despedimos de esta manera…- dijo sobando su mejilla- quiero que me quede el recuerdo de un beso.
- ¡Eres un imbécil Terry! un maldito estúpido…- dió la vuelta y apresuró el paso, sus lágrimas no cesaban, no quería estar más allí, porque lo ocurrido también no lo iba a poder olvidar. Le daba rabia sentir lo que sentía y que un beso fuera lo suficiente para saber que ella también estaba enamorada. Que no lo había olvidado. Pero lo odiaba sí, lo odiaba a la vez porque no pudo hacer eso antes de cometer el mayor error de su vida.
- ¡Espera! - se fue con paso rápido casi corriendo y a cierta distancia tomo un taxi- ¡Espera Candy! No te vayas- ¿Qué hiciste Terry? ella tiene razón…"Eres un imbécil"- pensó.
Chicago
-Señora Ardlay, ha venido esto para usted.
-...Gracias Emma- la mujer vió con detenimiento el sobre que procedía de Londres. Sus manos temblaban ante el informe que pudiera contener.
- ¿De qué se trata Jazmín?
-Eh, sobre los negocios cariño. Sabes que dejé a cargo a Cristian, el administrador para que me mantuviera al tanto de todo.
- ¿Vas a revisarlo ahora amor?
-Oh, no, no
- ¡Pudiera ser algo importante querida! quieres que los revisemos.
-No mi amor…por favor no nos ofusquemos ahora por esto…es algo rutinario. Cristian sabe que las urgencias importantes o el surgimiento de algún problema debe llamarme inmediatamente. - dijo mientras guardaba el sobre en una gaveta sobre llave.
-Tienes razón…entonces te invito a cenar…. ¿Aceptas?
-Por supuesto…hace mucho que no salimos- respondió abrazando a su marido
-…Jazmín…
-Dime….
-Sé que el tema que voy a tocar ya lo hemos hablado muchas veces, pero… ¿no has vuelto a pensar en la posibilidad de que tengamos un hijo?
Su esposa lo miro fijamente y por unos segundos no encontró sus palabras -Amor, pensé que eso había quedado olvidado…sabes que el tratamiento al que me sometí no surtió efecto y no creo que ahora lo haga…además tengo 40 años ¿No crees que estoy muy mayor para tener un hijo?
-Mi amada esposa…Conozco mujeres de más edad que tú, que empiezan a ser madre entonces. Recuerda que el Médico dijo que todo el stress por los problemas del trabajo, las empresas y la enfermedad de tu Padre pudo haber contribuido a que el tratamiento haya fallado.
- ¡Es posible!, pero ¿si no resulta otra vez?, solo hará sentirme y sentirte peor…qué más quisiera Albert que darte un hijo, pero durante casi 20 años no he podido...Yo lo lamento amor, si supiera que funcionará lo haría otra vez para que no me dejes.
-Yo no pienso dejarte, eres mi Esposa. Te amo con o sin hijos, pero no me es indiferente la posibilidad- Era un matrimonio feliz, se amaban, pero no habían podido tener hijos. Albert tenía 19 años cuando conoció a Jazmín y ella casi los 21. Se enamoraron y se casaron, desde entonces llevaban 19 años juntos. Jazmín había enviudado de su primer esposo con el que estuvo tres años y murió en un accidente de Avión cuando viajaba a Escocia. Eso también perjudicó la salud de la mujer quien al parecer cargaba un dolor que sus ojos reflejaban. Jazmín era una mujer castaña de ojos azules, muy hermosa y bonita que pese a sus 40 años aún se conservaba joven y de un aspecto que no tenía que envidiarle a ninguna jovencita. Albert muchas veces la observaba por largos momentos, le llamaba la atención algunos gestos muy parecidos vistos anteriormente- ¿y si adoptamos?
- ¿Adoptar?
- ¿Se puede saber dónde estuviste todo el día? – preguntó al verla entrar, la mirada del hombre reflejaba su enojo.
-Estaba…fui a visitar a los muchachos al bufet y el tiempo se me pasó…no me di cuenta de ello.
- ¿Desde las 10 de la mañana? Luisa me dijo que te fuiste después del desayuno… ¿Qué tanto hacías allí?
-Ya te lo dije Neal, tenía mucho que nos los veía, de no hablar con ellos y se me pasó el tiempo- ella se acercó hasta su marido y le dió un beso en la boca- Por favor amor…no te pongas así…estoy aquí y bien.
La abrazó de la cintura y se dejó acariciar – ella lo miraba fijamente a los ojos, pero el color de esos ojos tomaba otro color distinto. El beso de Terry volvió a su mente y se apartó de Neal como si tocarlo le quemara la piel.
- ¿Qué pasa cariño? estabas tan cariñosa que…que pensé en que podíamos aprovechar el momento e ir a nuestra recámara…deberíamos ir pensando en que sería muy bueno que tengamos un hijo.
-¿Un hijo?-Eh, si, si…tenemos el tiempo para eso…..pero, es hora de la cena...la verdad es que tengo mucha hambre…tu deberías comer algo antes de dormir.
-¡No pienso dormir en estos momentos!- dijo de forma insinuante., pero si, comeré algo solo porque tú me lo pides. Luego mi acostumbrado wiski.
Terry por su parte tras llegar a su Casa se dirigió a la habitación de Karen. La muchacha estaba nerviosa porque había cometido una imprudencia de la que su hermano jamás le iba a perdonar.
- ¡Lo siento hermano! no debí hacerlo…por favor perdóname
- ¡Tranquilízate Karen! No he venido a reclamarte nada.
-Pero, me entrometí en tu vida y le dije cosas muy feas a Candy...aunque en verdad de algunas no me arrepiento.
-Tú no cambiarás nunca verdad…es cierto, era algo que solo a mí me correspondía decir, pero ya ves, sigo siendo el cobarde, yo no sé cuándo sucedería, creo que nunca, porque no sirve de nada, no tiene caso que lo supiera ¿no crees?
Ella está casada y no va a dejar a su marido por mí.
- ¡Tú no eres un cobarde hermano! nunca te vuelvas a decir que eres un cobarde porque no es así. Viéndolo de otro modo, tú lo que hiciste fue respetar los sentimientos de los demás.
-Pero debía decírselo, debía expresarle mis sentimientos y ya si después de eso ella seguía se apartaba de mí, al menos era sincero conmigo mismo, pero nunca le dije a Candy que estaba enamorado y ahora…no hay nada que hacer…ella eligió y decidió estar con ese tipo…no puedo luchar contra eso…no puedo destruir un matrimonio, además ella no me ama y no hay nada que hacer, si fuera distinto y podríamos luchar juntos, pero no, no es así. Al menos todo sirvió para soltar la carga que llevaba en mis espaldas y no me dejaba seguir…quizás pueda encaminar mi vida con Susanna.
- ¿Susanna? Candy habló sobre esa tal Susanna, dice que es tu novia. ¿Es cierto eso Terry?
-No, no precisamente…es decir, no es mi novia.
- ¡Entiendo! Son amantes.
- ¡Karen! - exclamó- No quise decir eso…Susana y yo…
-No me creas tan ingenua Terry…tengo 19 años, no soy una niña…Si Susanna no es tu novia y estás con ella, entonces es tu amante o tu amante novia que es lo mismo- Terry pensó ahora en su situación. Ahora con sus Padres en la mansión no podía. Así que las cosas cambiarían.
-Bueno, es eso lo que tú dices, pero es una mujer muy buena y ha sido muy gentil conmigo.
-Pero es obvio que no la amas…eso se te nota a leguas que sigues enamorado de Candy…no sabes la rabia que sentí cuando la vi contigo en el Aeropuerto y tú como un idiota la mirabas, después de todo lo que sé que te ha hecho sufrir.
-Ella no me ha hecho sufrir Karen…quita eso de tu mente porque Candy no ha sido la culpable de mis torpezas. Sabes bien que ella desconocía todo esto.
-Es cierto, pero eso no me quita mi percepción hacia ella…la odié mucho más cuando supiste sobre su boda…te volviste como un loco y pensé lo peor que pudiera ocurrirte...nuestros Padres estaban muy nerviosos también cuando supieron que tomaste el avión de inmediato sin pensar en nada…me dije que si algo te sucedía…ella me las pagaría.
- ¡No pienses así! no por favor…yo te quiero mucho y no me gusta que tengas esos pensamientos negativos en tu corazón. No es bueno, menos para una jovencita como tú-la abrazo cariñosamente.
- ¡Trataré!... te juro que trataré y vete que nuestros Padres han de esperarte a la mesa…yo estoy castigada hasta que mi Padre diga cuando puedo salir.
-He venido a eso precisamente. Hablé con nuestro Padre y aunque estaba un poco reacio, ya sabes cómo es él, he logrado que te levante el castigo.
- ¿Si? Eres el mejor hermano que tengo, después de lo que hice, tú…
-Vamos olvídalo…es hora de cenar.
Subieron a la habitación. Él se mostraba cariñoso e insinuante. Le hablaba al oído para provocarle el deseo de estar con él. - ¿Será posible que otra vez? - se preguntó al ver que el efecto tardaba. No deseaba pasar por la misma situación e incomodidad hasta el punto de sentir rechazo de solo pensar pasar por lo mismo.
Habían sido tres veces, tres veces. La primera vez justificó el hecho a la emoción de ser eso mismo "la primera vez", entre el licor, el deseo de su esposo y sus miedos. Esa vez, nada fue especial, nada fue delicado ni gentil, no hubo tacto ni palabras de amor. No hubo nada. Solo fue un acto realizado monótonamente. La noche que ella pensó tener no existió. La segunda ocasión peor aún, más lastimada, la misma forma, la misma falta, al final ella lo apartó de si, sintió tanto rechazo que él se mostró tosco y enojado. No, no era así como quería pasar el resto de su vida íntima. Sin embargo, quería pensar que el no tener un delicado marido en su cama no significaba que fuese el motivo de cambiar su vida. Esas eran cosas secundarias que se podían tratar, hablar y quizás cambiar todo es que él lo quisiera también. Sí, eso es lo que pensó entonces. Su sueño anhelado era formar una familia, deseaba darse un tiempo y disfrutar de su matrimonio. La última vez que lo intentó fue cuando le prometió visitar a su familia y desde entonces ella lo había evitado siempre. ¿De qué manera?
La tomó de la cintura, mientras ella temblaba. Su marido pensaba que era el placer que ella sentía de tenerla en sus brazos.
- ¡Ven! - la acercó al lecho y despojó de su ropa con premura. Todo de una vez, sin preámbulos, ni caricias, ni besos...nada- ¡Acuéstate y ponte como tú sabes!
¿Cómo yo sé? - se preguntó a sí misma. - ¡Espera un momento!
- ¿Esperar? ¿Qué tengo que esperar?¡Vamos! cumple con tu obligación...eres mi Esposa ¿no es así?
- ¡No! no así, no- la tomó a la fuerza como si fuera una esclava obedeciendo a su amo. Una máquina siendo manipulada por su creador. No se sentía amada, ni deseada, solo poseída, usada, ultrajada. Era su marido, la ley lo favorece…. ¿protestar? eso es una locura. Una vez le reclamó y dijo poner de su parte, cosa que no sucedió en la tercera vez. Ahora no estaba segura de nada, el efecto seguía sin aparecer y todo indicaba que volvería a pasar por lo mismo. Estaba desnuda. Se acostó en la cama mientras que él sin un mínimo de ternura se adentró en ella como un animal salvaje. Ella solo quería que ese momento terminara, que el tiempo pasara. Candy pagaba justamente su equivocación. No era justo, pero ya era demasiado tarde. Tardó en reconocer que no amaba a Neal, que nunca había dejado de amar a Terry, comprender que su corazón siempre supo su nombre, siempre estuvo allí, aunque se negara a aceptarlo y que su matrimonio había sido un gran error.
- ¡Terry! - musitó en su mente mientras la golpeaba en su interior, mientras desgarraba sus carnes al tomarla otra vez, un par de lágrimas salían de sus ojos y se perdieron entre las almohadas. Lo apartaba de sí y le pedía no continuar, pero no la escuchó o no quiso hacerlo. De pronto todo terminó y lo vió caer a su lado, sudado, con los ojos cerrados y cansado como un animal. Lo vió de soslayo y después por completo. Se había quedado dormido. Había acabado. Como pudo y sintiendo el dolor en sus entrañas, se levantó y entró a la ducha de inmediato, con agua casi caliente lavó con abundante jabón su cuerpo, sus partes íntimas las lavaba hasta sentir ardor por el agua caliente como si le arrancara la piel y el olor de él de un solo tajo. Sentía asco y repulsión, tuvo ganas de vomitar y después de eso cubrió su cuerpo y salió de la habitación para apaciguar el tumulto de pensamientos y la avalancha de recuerdos que la atosigaban.
A la hora de la cena Terry le agradeció a su Padre que le levantara el castigo a su hermana, Karen entonces se disculpó por sus arranques groseros. Richard entendió en cierta medida que se debían a sus momentos de adolescencia, esos que llaman típicos en es esa época. El viejo hombre había inculcado siempre en sus hijos el respeto, las buenas costumbres, secundada por la madre. A diferencia de Allison que, era una jovencita tranquila y apacible, mientras que Karen era un torrente inquieto muy parecido a su hermano. La menor supo también sobre los sentimientos de Terry por Candy, pero su reacción fue distinta.
Se encontraba en su habitación. Leía un libro para olvidar los sucesos anteriores. Casi no comió en la cena, no había podido cuando sentía un nudo en su estómago. Apartó su mirada de las líneas y volvió a su mente el recuerdo de ese beso. Había sido un beso robado, pero al fin un beso. La piel de sus labios todavía podía sentirlo junto a los suyos y también la cachetada que seguía ardiendo en su mejilla- ¡Tienes la mano muy pesada pecosa! - sonrió y luego de manera auto recriminatoria se dijo- ¡Te vas a volver loco Granchester! ¿Por qué no puedes dar la vuelta a la página de tu vida como lo haces con este libro? - ¡No es tan fácil! - se respondió- sí, no lo es, pero tampoco imposible.
Candy observaba el cielo estrellado en su jardín. Eran las 10 de la noche y no podía dormir. Como deseaba en esos momentos tener un hombro sobre el cual llorar, como deseaba tener a su madre allí, a su Tía Jazmín o a sus amigas. El jardín fue el testigo de sus lágrimas y el confidente de su pena. Sentía su corazón lleno de cicatrices. Su marido la había forzado a tener relaciones sexuales, pero era su marido. Nadie diría que había sido un abuso al contrario que era su deber de Esposa. Tras una hora subió a su recamara, todavía dormía como un animal cansado- ¡gracias a Dios! - musitó. Le dió un vistazo antes de acostarse y tratar de dormir.
A la mañana siguiente escucho risas en el jardín que hizo despertarla de su sueño. Era sábado, casi las 9 de la mañana. A través de su ventana se asomó para ver de donde provenían. Desde allí miraba la Terraza, era su Suegra y su cuñada Elisa. Neal y ellas reían a carcajadas. De pronto la puerta se abrió.
-Señora Candice, el Señor me ha enviado para decirle que baje que le esperan para el desayuno.
-Luisa…- dijo mostrando dolor en su rostro.
- ¿Qué tiene Señora?
-No, no es nada grave…es solo que me siento adolorida…ayer baje al jardín y me tropecé- mintió- ¿podría ayudarme con mi baño? y le dice después al Señor que en media hora estaré lista.
-Por supuesto.
-Caliente el agua, eso puede ayudarme a relajar mis músculos.
En efecto el agua tibia le ayudó a recomponerse. Se arregló rápidamente y bajó de inmediato.
- ¡Buenos días! Tía Sarah, Elisa…
- ¡Buenos días! –contestaron al unísono
- ¡Ven amor! siéntate- como si nada había pasado la noche anterior, se mostraba gentil y cariñoso, mientras Candy de solo recordar sintió que el estómago se le revolvía.
-Gracias - lo hizo en su lugar de siempre.
- ¡Veo una enorme sonrisa en tu rostro hijo…me indica que todo te va de maravilla!
-No puedo quejarme Madre…los negocios excelentes y con mi esposa, ¿Que puedo decirles? creo que pronto tendrás un nieto y tu Elisa, querida hermana, un sobrino- a ninguna de las dos le agradó el comentario, pero sonrieron hipócritamente ¿un hijo de esa insípida? - pensaron - Candy y yo estamos planificando tener un bebe y hemos empezado con la tarea- la Rubia sintió un poco de vergüenza, sus mejillas se tiñeron de rosa. Jamás pensó que Neal fuera tan áspero en comentar sus intimidades.
-Oh, entonces es por eso tu cara de felicidad, hijo…me parece muy bien. Afianzar el matrimonio y que mejor que un hijo. Muy bien.
Candy habló. Todos opinaban sobre algo que no era verdad. Había dejado en claro a su marido que quería disfrutar su matrimonio antes de la llegada de los hijos y él sabía perfectamente que se cuidaba…. ¿Que pretendía con todo eso? - ¡Un hijo no es para amarrar un matrimonio! ¿Quién les ha dicho que eso afianza una vida matrimonial? Son importantes, pero no considero que sean objetos para tal fin. Conozco de mujeres que se llenan de hijos y son abandonadas por sus maridos. Así que eso no es garantía de nada… ¿No opinas igual Neal?
-Porque seguramente son mujeres estúpidas que no saben cómo atender a un marido. No será el caso tuyo querida nuera, si atiendes bien a tu Esposo, lo tendrás contigo siempre, aunque en la calle encuentren lo que se les niega en casa. Claro tendrías que cambiar tu estilo de vida y tus levantadas a horas tardías desaparecerían. Además, mi hijo es muy responsable y te aseguro que, si le das un hijo, jamás te dejará.
Por supuesto que eso era lo que menos ahora quería… ¿amarrarse más y con un hijo? no y aunque por descuido hubiese quedado embarazada amaría a su hijo, pero no significaría que eso podría ser el motivo. Para eso se necesitan muchas cosas. Habría sido fácil convivir antes y después casarse, como muchas parejas lo hacen, pero no era eso lo que en su familia le habían enseñado. Ellos eran muy tradicionales y respetaban el matrimonio. No era solo el hecho de la intimidad, había un cumulo de aspectos que Candy fue conociendo en su vida de casada. En poco tiempo se dió cuenta. Neal solo quería una esposa que le satisficiera sus deseos de hombre, una esposa a la cual presumir ante sus amigos, una a la cual dominar en su intimidad, menos una esposa a la cual amar.
-Madre, Candy tiene razón…hay otras cosas que se tienen que solidificar antes que vengan los niños - Candy se sorprendió con el comentario de su esposo. Al fin en algo que estaba de acuerdo - nosotros estamos en esa etapa, ¿verdad amor? - lo pensado antes desapareció.
-Sí…claro- respondió- pero no nos podemos apresurar.
-En realidad hermano, tienen muy poco de casados…puede que después cambies de parecer y evitar arrepentirte….
- ¿Arrepentirme? Un hijo hecho del amor y bajo un matrimonio no tiene que ser causa de arrepentimiento- comentó- yo amo a mi Esposa y jamás nos arrepentiremos si eso llega a ocurrir…. ¿no es así Candy?
-Por supuesto que no.…- finalizó bajando su mirada.
Se disculpó por un momento. No se sentía bien y subió a su recámara. Era la llegada de su periodo. En principio pensó en quedarse en su cama y descansar. Buscó a Luisa para que le ayudara a preparar algo que aplacara el dolor. Mientras tanto Neal y su familia se dirigieron al despacho
-Madre por favor no le digas así…te recuerdo que es mi esposa y tu sobrina.
-¿Mi sobrina? Por supuesto, la hija de mi prima ni modo soportarla, pero no me gusta como tu esposa…nunca me ha agradado- al ver el rostro disgustado de Neal dijo- está bien, está bien…discúlpame hijo sé que debo respetar tus decisiones, que a decir verdad no sé cómo vas a mantener tu estrategia. Albert puede enterarse y quizás tu querida esposa termine dejándote.
- ¿Dejarme? eso nunca va a suceder...Candy es mía ... no dejo que vea a su familia, anulo las llamadas de sus amigos incluso de su madre. Están prohibidas en esta casa. Se casó conmigo y su lugar es aquí…es mía para siempre…hasta que la muerte nos separe. No será tan tonta para no recuperar el 20% de las acciones.
-No entiendo eso hijo...Mientras esté contigo...si le das sus acciones ella puede dárselas a Albert para que las administre. Ahora mismo mi primo cuenta con la mayoría. La estás chantajeando sin razón ni sentido.
-En la guerra, en los negocios e incluso en el amor…todo es válido...
-Sí, pero no negarás que ha sido muy tonta…por Dios...
-Quizás…sé perfectamente que Candy no se casó por amor. Sería un perfecto idiota si lo creyera…Hay algo mucho más que la movió a aceptarme, una desilusión...Sí, es una tonta.
- ¿Una desilusión?
-Por ahora no tiene caso hablar al respecto, - dijo desviando su mirada intensa y furiosa- aunado a eso, el hecho de recuperar las acciones... Sabes del amor y el respeto por su familia…los ama, a ella no le importa el dinero, ni siquiera ella misma, se siente responsable por la estupidez de su Padre, Vincent. No tiene ni idea de lo que pasa en los negocios familiares. La mantienen al margen y fue tan fácil convencerla por la prueba de un informe que puse en sus manos. Fue contundente.
- ¿Un informe? ¿Qué decía ese informe?
-Sobre las pérdidas económicas de los Ardlay. Pérdidas reales, pero no supo entonces que ellos salían del atolladero económico muy bien librados. Candy ni siquiera lo entendió y creyó en mis palabras.
-Y yo diciéndole al idiota de tu Tío que eres un santo, sí que fuiste muy diestro. -Lo diré siempre, ha sido una completa tonta...
-Ya te lo dije...eso no ha sido todo...Ahora bien, las acciones me dan participación en su Empresa. Le daré el 20 por ciento por ser mi Esposa y entonces me ganaré su amor y su confianza. Eso le dará a Albert la potestad de pretender eliminarme. Mi Tío saboreará su supuesto triunfo a punto de obtener la totalidad de su Empresa y Candy por supuesto soñará con que así sea. Mi jugada es esa. Traspasaría lo que me queda con la ayuda de un abogado de mi absoluta confianza, poniendo como única clausula el que ella permanezca conmigo y me dé un hijo. Mientras tanto me tendrá que ver la cara siempre.
- ¿Crees que, crees que Albert lo permitirá?¡No debiste arriesgarte!, ¿y si te deja no importándole que te quedes con el resto? 20% no es nada.
-Puede ser que él se oponga, con eso de que se siente su Padre y su protector. Se supone que Candy me ama y que se casó por esa razón...Madre debo correr ese riesgo, si no lo acepta, no tendrán el control total.
-Sigo pensando que casarte con esa mujer no fue muy buena opción. No estás coordinando bien las cosas. Esa mujer te embrujó, solo así entendería el motivo que te llevó a casarte con ella. Hay mujeres mucho mejores que pudiste escoger y que tienen mucha más fortuna que esa y tú lo sabes hijo...presiento que hasta podrías perderlo todo.
-Amo a Candy y esa fue la razón más poderosa por la que la tome como mi Esposa, pese a todo y aunque ella no me ame, estará conmigo para siempre porque la ley me la otorga y me pertenece.
Elisa los escuchaba sin decir una sola palabra.
Continuara...
Gracias por sus comentarios a mi loca historia.
