Capítulo 7: Donde va uno


José Carioca no podía ni quería creer lo que estaba viendo. Prefería pensar que se trataba de una broma, una de mal gusto, antes que aceptar que Donald, su mejor amigo pudiera ser un terrorista y, peor aún, que pudiera estar muerto.

El Donald que José recordaba era un pato que amaba la aventura y el romance. La última vez que había estado en Bahía había coqueteado con muchas mujeres y la última vez que había estado en Brasil, aunque le había mentido y terminaron luchando contra una planta carnívora, se habían divertido mucho y pudieron tocar juntos una vez más.

Si bien participar en la fiesta de Madame Glamour no los había ayudado a dar un salto al estrellato, no había sido una pérdida de tiempo. Donald se había reencontrado con Daisy y habían retomado un romance que se vio interrumpido por la tragedia.

Para José, Donald era un héroe. El pato había cuidado de sus tres sobrinos desde que estaban en el cascarón, había dejado toda su vida atrás para poder cuidar de ellos y asegurarse de que nada le faltara. Para José, Donald no buscaba la aprobación de nadie, más que el orgullo de su familia. No destruiría edificios para convertirse en el héroe que todos esperaban, menos si eso involucraba la muerte de tantos inocentes.

—Debe haber un error —le dijo Panchito —. No tengo problemas para pensar que Donald pueda ser un vengador enmascarado, un defensor de las causas justas, pero no un terrorista.

—Pienso lo mismo —comentó José y ese pensamiento le dio una esperanza —. Apuesto a que Donald está vivo, probablemente escondido en algún lugar y esperando a que sus valientes y nobles amigos prueben su inocencia.

—Y nosotros somos esos valientes y nobles. Somos los Tres Caballeros y donde va uno…

—Siempre va el otro.

José y Panchito tomaron un avión con destino a Duckburg. Ambos habían estado viviendo juntos desde el incidente con aquella extraña planta, viajando de un lado a otro, por lo que no tuvieron ningún problema en organizarse ni tuvieron que preocuparse demasiado por los preparativos.

Ambos se dirigieron de inmediato a la mansión McDuck. Tuvieron que empeñar muchas de sus cosas y adquirir un préstamo, pero no les importaba endeudarse de por vida si podían ayudar a Donald.

Encontrar la bóveda destruida fue algo que parecía obvio, pero que no por ello dejaba de ser menos doloroso. Panchito tenía muchas preguntas y sus temores eran tantos que, parte de él, no quería conocer las respuestas.

—¿A dónde habrán ido? —se preguntó José.

—No lo sé, pero en este momento, Donald es nuestra prioridad.

—¿Crees que la familia esté bien?

—Lo están, esos patos nunca retroceden.

Panchito y José se dedicaron a observar el lugar. Ambos contemplaron las ruinas del lugar, las paredes destruidas y las huellas del vandalismo de varios. José no estaba seguro de si todos habían actuado por desprecio, pero estaba seguro de que más de uno había actuado motivado por la ambición.

José no estaba equivocado. Los Beagle Boys habían sido los primeros en llegar al lugar. Pretendieron ser parte de la turba que clamaba venganza por "las acciones" de Duck Avenger y buscaron los escrituras de la ciudad. Ellos no habían encontrado nada y es que Scrooge McDuck había tomado las medidas necesarias. El pato más rico del mundo no solo había puesto a su familia a salvo, sino que también se había asegurado de resguardar parte de su fortuna.

Panchito y José se dedicaron a recorrer Duckburg. No tenían ningún rumbo fijo, solo caminaban de un lado a otro, esperando encontrarse con alguien conocido o algo que les pudiera dar con su mejor amigo.

No encontraron a ningún pariente de Donald y confirmaron lo que ya sospechaban. Todos ellos se habían ido lejos, muy lejos, probablemente fuera de Calisota e inclusive del país. Pero sí encontraron información. Los televisores de las tiendas no sintonizaban el mismo canal, pero todos ellos hablaban de lo mismo, del "fraude" que era Duck Avenger. Angus Fangus aparecía en muchas pantallas, principalmente en las del canal 00.

Panchito no estaba acostumbrado a odiar. A diferencia de su mejor amigo, él no se enojaba con facilidad y no acostumbraba a guardar rencores. Panchito era alguien que perdonaba fácilmente, pero dudaba que pudiera hacer lo mismo con Angus Fangus.

Panchito quería golpearlo hasta que se retractara de sus palabras. Arrancarle una confesión con los puños y obligarlo a que demostrara la inocencia de Donald. Incluso estuvo dispuesto a buscar al reportero.

—No lo hagas —le dijo José —. Sé cómo te sientes, yo también quiero hacerlo. Golpearlo hasta perder la sensibilidad en mis puños, hacer que pague por todo el daño que le hizo a nuestro amigo y obligarlo a que rectifique lo que hizo, pero no podemos hacerlo, Angus no hablará y depende de nosotros proteger a Donald.

José y Panchito consideraron ir a la Torre Ducklair, pero descartaron esa idea cuando vieron el estado en el que estaba. Lo que una vez fue el rascacielos más alto de Calisota se había convertido en un montón de escombros. Todo había sido destruido y era imposible que alguien pudiera esconderse allí. Ver la grabación de la persecución no ayudó en nada.

El video no era explícito, la versión que pudieron conseguir estaba censurada, tal vez demasiado y es que en varias escenas solo podía apreciarse una enorme mancha oscura, pero no por ello era demasiado fuerte. Panchito y José tuvieron un escalofrío al escuchar las palabras que le dedicaban a Duck Avenger y sintieron nauseas cuando escucharon una explosión.

Todo ocurrió demasiado rápido. La torre se cayó como si fuera un castillo de cartas, rodeada por una nube de cenizas. Varios de los policías murieron y, por sus gritos, era evidente que no habían tenido una muerte precisamente agradable.

—No escuché a Donald —comentó Panchito, el dolor era palpable en su voz.

Habían muchas voces y lamentos, sonidos de destrucción, pero no de Donald y es que su voz, aunque inentendible, resultaba imposible de confundir, incluso en medio de tanto caos y confusión.

—Yo tampoco —comentó José. Quería creer que su amigo seguía con vida, pero dudaba que alguien pudiera sobrevivir a ello, incluyendo a Donald.

Después de unos días Panchito y José se enfocaron en descubrir la verdad tras los atentados terroristas en Duckburg. Consultaron una gran cantidad de fuentes. Vieron todos los videos de Quacktube y documentales en la televisión donde se hablaba del tema. Era sorprende e indignante la cantidad de investigaciones que se habían hecho en torno al tema, casi tan molesto como la forma en que Donald era tratado.

El héroe más amado se había convertido en el enemigo público número uno.

Ambos visitaron la biblioteca con frecuencia. Leyeron cientos de periódicos, tantos que perdieron la cuenta, navegaron durante horas en internet, tratando de dar con algo que pudiera servirles.

—Donald es el pato más noble del mundo, un héroe y jamás lastimaría a nadie.

—Eso es innegable. Es un padre amoroso, no un terrorista.

Panchito y José se convirtieron en el centro de todas las miradas.

—Espero que no hablen de Donald Duck.

—Ese Donald es un mentiroso.

—¡Un terrorista!

—¡Un asesino!

—¡Por su culpa mi tío murió!

Panchito y José tuvieron la sospecha de que podrían resultar heridos. Todos los veían con enojo y parecía que solo necesitaban una excusa para golpearlos.

—¿Cómo no pueden ver que todo es falso?

—Apuesto a que son sus cómplices.

—Solo alguien tan ruin como Duck Avenger podría defenderlo.

—¡Lárguense de aquí, no hay lugar para simpatizantes del demonio!

—¡Duck Avenger era el enemigo público número uno y merecía pagar por sus crímenes!

—¡Está bien, nos vamos! —comentó José, no se había molestado en disimular lo molesto que estaba.

La bibliotecaria no tardaría en aparecer y su actitud no fue muy diferente a la de las demás personas. Ella no se limitó a pedirles que hicieran silencio, los tomó a ambos del cuello de la camisa y los obligó a dejar la biblioteca.

José fue el primero en ponerse de pie y marcharse con expresión enojada. El loro quería conservar su dignidad y sabía que no conseguiría nada peleando. Panchito se lamentó por no haber llevado sus pistolas. No planeaba lastimar a nadie, pero sí lanzar unos cuantos tiros al aire.

Visitat un bar no fue solo una excusa para ahogar sus penas. Querían escuchar los rumores y ver si podían dar con alguien que creyera en la inocencia del Duck Avenger.

Fue una experiencia traumática. Panchito ni siquiera pudo contener las náuseas y terminó vomitando en la barra.

—Siento pena por sus sobrinos.

—Dicen que abusaba de ellos. Oí que los encerraba en el sótano y los obligaba a pretender que no existía.

—Yo que los mandaba a la calle para pedir limosna y enriquecerse con eso.

—Duck Avenger siempre fue un monstruo, pero pretendía ser un alma caritativa.

Panchito pensó en los trillizos. No había podido comunicarse con ellos, pero dudaba que estuvieran bien. Huey, Dewey, Louie y Webby adoraban a Donald. Tal vez no lo veían como al aventurero más grande de todos los tiempos, pero sí como a una figura paterna, como al valiente héroe que alejaba a las pesadillas, que preparaba los mejores pancakes del mundo y que siempre tenía un gesto amable para quien lo necesitaba.

Panchito y José gastaron todos sus ahorros antes de regresar a sus casas y fueron amenazados en numerosas ocasiones, pero ese no fue el motivo por el que decidieron volver a sus casas. Tampoco lo fue el que dejaran de confiar en Donald. Para ambos Duck Avenger era un héroe, alguien digno de admiración, pero no les quedó más opción que acceder.

Panchito y José no vieron la transmisión donde Duck Avenger apareció por primera vez después de haber permanecido en las sombras durante quince años, pero sí vieron el video que circulaba por internet. Se había hecho viral en cuestión de minutos, pero no fue ese el motivo por el que se enteraron de ese acontecimiento. Ambos habían recibido una llamada de Louie.

—¡Tío Donald está vivo! —fueron sus palabras —. ¡Les enviaré un link! ¡Deben verlo cuanto antes!

Ninguno de los dos necesitó decir palabra alguna para saber lo que harían. Irían a Duckburg, buscarían a Donald y le pedirían que les aclarara qué era lo que pasaba. Seguían pensando que Donald era inocente, pero necesitaban saber qué había pasado para poder hacer algo.

No tuvieron la oportunidad de hacerlo. La historia fue reescrita y la identidad secreta de Duck Avenger permaneció como un secreto y no hubo ningún atentado terrorista.