Espinas y rosas

Disclaimer: Todo pertenece a George R. r. Martin.

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Robert observó acercarse a su esposa con desgana. El suyo no era un matrimonio feliz, pero debían entrar juntos al banquete, así que la esperó para tenderle el brazo. Ella lo aceptó con indiferencia.

Se permitió observar a Cersei por un momento. Era hermosa, no cabía duda. Esa noche llevaba un vestido rojo y dorado. Eran los colores de su casa y los utilizaba con frecuencia. No obstante, lo que llamó su atención fue lo que la reina llevaba en la mano: un ramo de rosas rojas.

No era raro que las damas llevaran ramos a los actos oficiales y Cersei lo había hecho otras veces, pero nunca con ese tipo de flores: rosas, las flores con las que Rhaegar Targaryen había coronado a su querida Lyanna. Robert la miró furioso. Estaba seguro de que se trataba de un desaire más de su esposa. Se alejó de ella y entró solo en el salón. La reina entró detrás, humillada por el abandono y confusa al no entender la razón de este. No lo dejó ver. Ya había aprendido que su matrimonio con el rey se parecía más a un espino que al lecho de flores que le habían prometido.