Bueno mis queridos lectores, siento el retraso, pero por fin os traigo el siguiente capítulo, elaborado con mucho amor, sobre todo al leer el review que me dejó un Guest. Muchas gracias por el apoyo. Me gustaría saber tu opinión más a fondo. Espero que todos disfrutéis de éste capítulo.
Capítulo 26: Charla entre hermanos
Aprovechando la marcha de Minervamon, Marsmon y Mercurymon, Apollomon había tomado una decisión irrebocable. Aquellos días había estado reflexionando sobre demasiadas cosas: la teoría del topo Minervamon había propuesto ante el refuerzo de la seguridad del castillo, la llegada repentina de Ceresmon y demás cosas que le alteraban. Finalmente, había llegado a la conclusión de que necesitaba hablarle de sus inquietudes a su hermana. Ella siempre había tenido un punto de vista distinto al suyo, muchas veces más claro aún. Además, y pese a que no tuviesen la relación perfecta, era en quien más confiaba.
Había reflexionado sobe el modo de acometer la reunión. No podía llamar a Dianamon allí: jamás aceptaba venir a Bright Zone. La traía malos recuerdos. No podía tampoco solicitar la reunión en una zona neutra, pues se enteraría Mercurymon de una forma u otra. Debido a todo esto, le tocaría ir a él a la residencia de su hermana.
Otro tema del que no debía olvidarse era la presencia de Ophanimon. Podría dejarla sola en Bright Zone, pero después de la angustia por la que el olímpico tuvo que pasar cuando casi les descubrían, pensó que lo más indicado sería llevarsela con él. Quizás así se ganaría la simpatía de Ophanimon, y viera su cautiverio de otra forma.
Cuando, una hubo estado completamente seguro, comunicó la noticia a Ophanimon, ésta fue incapaz de disimular su Apollomon no la había desvelado los motivos que le impulsaban a realizar la travesía, no la parecía extraño que quisiera ver a su hermana. Otra cosa era traerla a ella. Podría haberla dejado perfectamente allí. Ello la impulsaba a creer que quizás Dianamon quisiera verla a ella.
-No le comentes nada del trato que Venusmon, tú y yo hemos hecho.- le repetía constantemente Apollomon.- ¿Me has entendido?-
Ella siempre asentía, insistiendo que no tenía por qué preocuparse. En el tiempo que llevaba residiendo con Apollomon, había llegado a la conclusión de que el olímpico, a parte de ser algo idealista, se dejaba dominar por las mujeres, pese al tener él el verdadero control. Venusmon lo manejaba como una marioneta. Por Dianamon sentía una gran admiración, pese a los choques fraternales que tenían. Y a ella, pese a ser su prisionera, siempre la consultaba y la agasajaba en cuanto podía. La causaba cierta curiosidad ver como se relacionaba con su hermana en vivo y en directo. Había oído por boca de Cherubimon alguna cosa, y quería saber que estaba en lo cierto.
Una vez el olímpico hubo preparado todo lo necesario para el viaje, abandonaron Bright Zone por un extraño túnel subterráneo. Recorrieron el angosto pasillo toscamente excavado hasta llegar a una gran sala, sellada por una puerta metálica.
-Date la vuelta.- exigió Apollomon. Su tono esta vez era mucho más autoritario. Fue entonces cuando supo que debía obedecer.
El olímpico tecleó el código en el panel de la puerta y esta se abrió instantáneamente, produciendo un tick metálico.
-Ya puedes volverte.- la indicó Apollomon. – Adelante.-
Ophanimon contempló asombrada la sala que se encontraba al otro lado de la puerta. Era más grande, tanto en ancho como en alto, que el castillo de Apollomon. En el centro, un gran cohete color llama se alzaba imponente.
-Antes de que preguntes nada, deja que me explique.- dijo el olímpico antes de que Ophanimon pudiera decir nada.- Éste es el sistema de evacuación de Bright Zone. Teniendo en cuenta que era el encargado de la prisión, era posible alguna fuga, motín o cualquier cosa que pusiese en peligro mi seguridad y la de mis siervos. La puerta está hecha de Chrome Digizoid, así que sin el código no se puede pasar. Éste es el modo de huída más perfecto. Afortunadamente, no he tenido que usarlo nunca con esos usos.-
-Lo utilizas para ver a tu hermana.- dedujo Ophanimon.
-Su función ha quedado reducida a eso, gracias a Yggrasil.-
Apollomon hizo un par de ajustes en las máquinas que había en la sala, poniendo el cohete a punto. La puerta del mismo se abrió, y el olímpico indicó a Ophanimon que subiera. Ésta obedeció, tomando asiento en uno de los numerosos asientos de los que disponía. El interior del mismo era muy amplio, y parecía adecuado al plan de evacuación.
Apollomon, una vez hubo terminado, entró en el cohete, cerrando la puerta. Se dirigió hacia el panel de control del mismo e introdujo las coordenadas de su destino.
-El piloto automático hará el resto.- anunció Apollomon mientras tomaba asiento frente a Ophanimon.-
-El despegue tendrá lugar en cinco minutos.- anunció una chirriante voz pregrabada.
Los motores comenzaron a calentarse, y el rumor que los mismos provocaban interrumpió el silencio que se había formado. Ophanimon deslizó sus manos por el asiento y lo apretó, nerviosa. Prefería medios de transporte más tradicionales. Sabía que no la iba a pasar nada malo, pero no podía evitar tener esa desagradable sensación en el estómago que surgía siempre que probaba algo nuevo.
El despegue fue rápido y el mal trago acabó pronto, una vez el vuelo se estabilizó, todos sus temores desaparecieron.
-¿Cuánto tardaremos en llegar?- preguntó Ophanimon, impaciente.
-El navegador ha calculado que sobre media hora. Lo cierto es que el motor que ideó Vulcanusmon es asombroso.-
-¿Lo hizo él?-
-En efecto. Prefiere los trabajos más artesanales, pero la tecnología también es lo suyo. Aunque para este proyecto necesitó también de los conocimientos de Minervamon, si no recuerdo mal.-
-Minervamon sabe de todo ¿no?-
-Sabe un bastante de muchos temas, sí. Es su misión, al fin y al cabo.-
-¿Misión?- preguntó ella, entendiendo como una obligación el término empleado.
-Te recuerdo que no hace mucho era la consejera y estratega de él.-
-No me acordaba.- se disculpó el ángel.- Entonces, ella era la guardiana del conocimiento, como ahora Cherubimon ¿no?-
-No conozco muy a fondo los cometidos de Cherubimon, pero si tú lo mencionas, supongo que sí.-
-¿Entonces ella guardaba antes el oráculo?-
Apollomon rió campechanamente.
-El Oráculo era mi ocupación.- negó el olímpico. –Ahora empleáis otro nombre para designarlo, ¿no?-
-Vosotros empleabais aquel término por una de sus funciones. Nosotros le cambiamos para designar la que Cherubimon más emplea: Túnel de la Historia.-
-Antes de nosotros apenas había historia. Los datos que se iban recopilando, pese a interesantes, no tenían mucha importancia en la mayoría de los casos. Nosotros construíamos la historia a cada paso que dábamos.-
-A Cherubimon esta función le sirve de mucho, según dice.-
-¿No le plantea preguntas?-
-Jamás.- negó ella, rotundamente.- Conocer el futuro es peligroso.-
-No dice respuestas exactas. Sólo acertijos orientativos. Casi nadie es capaz de interpretarlos correctamente.-
-¿Tú sabeshacerlo, acaso?-
-Debería. En la mayoría de los casos, no me supone mucho problema. Me he habituado ya a ese lenguaje prosaico y a la divagación que le caracteriza.-
Aquella respuesta les sumió a ambos en una profunda reflexión. ¿Para que habrían utilizado los olímpicos el poder del oráculo? Se preguntaba Ophanimon. Por su parte, Apollomon pensaba acerca de la moral de Cherubimon. Según tenía entendido, era un ser compasivo y ciertamente inocuo una vez volvió a ser quien era. No obstante, había una posibilidad bastante alta de que lo hubiera usado cuando estuvo fuera de sí...
Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando comenzó el aterrizaje. El ruido del motor resonó momentáneamente hasta que tomaron tierra. Fue entonces cuando Apollomon hizo una señal a su acompañante para que se quitara el cinto de seguridad y demás artilugios para su protección durante el viaje.
Las compuertas se abrieron y Apollomon salió, seguro, poniendo pie en el campo de cultivo sobre el que habían aterrizado. Las Lunamon y Lekismon que allí se encontraban trabajando observaron como el olímpico ofrecía su mano para ayudar a bajar a Ophanimon, sorprendidas. Las visitas de Apollomon a su hermana eran raras, aunque no infrecuentes. Pero la presencia de uno de los tres Grandes Ángeles era un acontecimiento sumamente extravagante y que rompía completamente con lo establecido. Sólo una vez había estado Cherubimon en la luna, y no había vuelto a pisarla desde la destitución de los olímpicos.
-¿Necesita que le acompañemos al castillo señor Apollomon?- se atrevió una de las Lekismon a preguntar.
-Agradezco su ofrecimiento, mas no es necesario. Me acuerdo del camino hasta la morada de mi hermana.-
Las trabajadores observaron cómo ambos abandonaba la escena, perdiéndose en el horizonte de camino hacia el castillo. Ellas debían continuar su trabajo. Ya se enterarían más adelante del motivo de la visita de Apollomon.
-¿Qué vamos a hacer mañana?- preguntó Queenchessmon, interesada.
Durante la ausencia de su maestra se había leído el libro recomendado y una Crescemon la había hecho un pequeño examen sobre el mismo, del cual desconocía la nota. Entre medias, había estado entrenando en el gimnasio y había tomado una larga ducha. La ausencia de Dianamon se la había hecho eterna, pero no había sido infructífera.
-Tenía pensamientos de hacerte un examen para comprobar como manejas tu maza. Y luego enseñarte unas técnicas de combate cuerpo a cuerpo en caso de que quedes desarmada.-
-Me parece una idea estupenda. ¿Y después?-
-Supongo que una vez domines eso, pasaremos al arte del rastreo y del arco.-
-Probé el arco una vez, pero no salió bien.- comentó la princesa al recordar el pequeño incidente en el que hirió por error a uno de sus Pawnchessmon.- No te esperes mucho.-
-Eso es porque no has tenido aún una maestra tan buena. Te aseguro que todas las cazadoras saben usar el arco perfectamente.- Dianamon soltó una campechana carcajada que se contagió a Queenchessmon rápidamente.
Entonces llamaron a la puerta.
-Adelante.- indicó la olímpica.
Una Crescemon hizo acto de presencia. Su semblante era serio, más que de costumbre. Ambas supieron que no traía buenas noticias.
-He de informarla de que Apollomon ha venido a visitarla.-
-Condúcele a la sala de conferencias y dile que espere un momento.- la interrumpió Dianamon, extrañada. ¿Qué querría su hermano?
-Viene acompañado.- prosiguió la cazadora.- De Ophanimon.-
-¡Qué!- exclamó Queenchessmon, petrificada. No comprendía que pintaba ella allí. ¡En la luna! Si a ella ya la había costado esfuerzo y dinero encontrar a alguien que la llevara,en un viaje largo y arduo... ¿Cómo había llegado ella hasta allí, tan rápido y con tan pocos días de diferencia? ¿La estaría siguiendo?
-Llévales allí a ambos. Yo iré en un momento.-
-Entendido. Eso haré.- obedeció la cazadora, marchándose a cumplir su cometido.
-No lo entiendo...- murmuró Queenchessmon. –Esto no formaba parte del trato...-
-Sé que no es agradable en tu caso saber de la presencia de Ophanimon, pero no hace falta que os encontreis. No tiene por qué saber que estás aquí.-
-¿Es que acaso no lo sabe ya? ¿Por qué ha venido aquí sino?-
-En realidad no es por eso, aunque es una historia demasiado larga como para contártela ahora. Me están esperando. Sólo te diré que ha venido aquí porque no la queda más remedio. Tiene que acompañar a Apollomon.-
Queenchessmon se pensó entonces que sólo lo decía para calmarla. No encontraba ninguna conexión aparente entre Ophanimon y el olímpico. Según tenía entendido, los olímpicos en general no soportaban a los Tres Ángeles.
-En fin, ya tendré tiempo luego de explicártelo con más detalle. Me reclaman y he de marchar ahora.- se disculpó Dianamon mientras abandonaba la sala.
Queenchessmon cogió lo primero que encontró y lo arrojó contra la puerta. Afortunadamente resultó ser un insignificante cojín. Lo recogió para arrojarlo bruscamente hasta donde originalmente se encontraba y regresó a su habitación, enfadada. No saldría de allí hasta que Ophanimon abandonara la Luna Azul en la que ambas se encontraban.
La sala a la que Crescemon les había llevado no era desconocida para Apollomon. En las ocasiones en las que los olímpicos se habían reunido en la morada de Dianamon, había sido allí. Era una estancia de planta ovalada, amplia y que daba a un gran ventanal por el que entraba la luz. En las paredes rocosas, además, se encontraban dispuestos pequeños farolillos que podían ser encendidos en caso de necesitar más luz. El centro de la habitación estaba coronado por un pilar de piedra que se extendía a lo ancho, actuando a modo de mesa. Alrededor suyo, catorce tabuteretes estaban dispuestos de manera más o menos regular. Dianamon había insistido en tener más de doce, no fuera que a alguna reunión de los olímpicos asistiera algún invitado extra. Hasta entonces no habían sido usados, o por lo menos Apollomon no tenía constancia de ello.
Ophanimon se encontraba mirando hacia fuera, distraída, cuando Dianamon entró. Los ventanales daban a un patio interior. En él, el agua brotaba por una fuente de metal a través de las bocas de dos Rabbitmon.
-Es obra de Vulcanusmon.- comentó Dianamon. Ophanimon, al percatarse de su presencia, se giró.- Me la regaló tras hacerle un pequeño favor.- tornó la olímpica hacia su hermano.- Debe de ser algo muy importante para que corras el riesgo de traerla aquí. ¿Vamos a hablar a solas, o por el contrario, todo lo que quieras decirme puede ella escucharlo?-
-Quizás no debería estar presente.- reflexionó Apollomon. –Aunque como comprenderás, no podía dejarla sola.-
-¿No podías dejarla sola en Hell's Field?- preguntó Dianamon, extrañada.
-Paso mucho tiempo con ella ahí abajo. Me daba pena dejarla sola.- arregló el olímpico su metedura de pata.
-No te diré como hacer tu trabajo, aunque la responsabilidad será tuya en caso de que algo salga mal.- Dianamon salió momentáneamente de la habitación y llamó a sus Crescemon.-Conducid por favor a la señorita Ophanimon al patio.- las indicó. Las Crescemon se acercaron al ángel, quien les siguió sin rechistar. Sabía que no podía hacer nada en la posición en la que se encontraba.
Una vez Ophanimon se hubo marchado, Dianamon se sentó junto a su hermano, mirándolo fijamente de frente. Éste estaba ausente, ido, desde la marcha de Ophanimon.
-Puedes comprobar que no se escape desde el ventanal, hermano.- dijo ella, en un tono suave y tranqulizador.- Aunque no creo que lo haga: tiene aún demasiado miedo.-
-¿Lo notas?-
-Yo en su caso, si tuviera poder, lo haría notar de alguna forma. Ella no ha opuesto ni la más mínima resistencia. Aunque bueno, el que mejor la conoces debes de ser tú.-
-Supongo que sí.- se limitó a responder el digimon ígneo.
Dianamon se cruzó de piernas, nerviosa. Aún no había superado la tensión sufrida por su reunión con Ceresmon y aquel encuentro sorpresa con Apollomon no hacía más que aumentarla. Trataba de aparentar seguridad de manera natural, sin dejar que su hermano vislumbrara el torbellino de emociones que ella sentía en aquel momento.
-Volviendo a lo que nos compete... Supongo que habrás usado tu cohete para venir hasta aquí...- Apollomon asintió.-Así que ahora dime... ¿qué te trae hasta aquí?-
-Tengo mis dudas... sobre muchas cosas... Sobre demasiadas...- comenzó a decir Apollomon, entrecortado. Lanzó una mirada al ventanal y pudo contemplar como Ophanimon se encontraba sentada en uno de los bancos del patio, mirando fijamente a la fuente.
-¿Dudas de qué?-
-De todo.-
-¿No confías en Mercurymon? ¿Crees que lo que estamos haciendo esta mal?-
-Creo que estamos haciendo lo correcto, peo quizás no del modo idóneo.- hizo una breve pausa.- Además, he encontrado ciertas incongruencias.-
-No entiendo a qué te refieres.-
-Me explicaré. Quizá este siendo paranoico, pero me parece que alguno de nosotros nos está traicionando.-
Dianamon tragó saliva.
-El día del rapto de Ophanimon, la seguridad del castillo había sido reforzada. Para Minervamon, ello quiere decir que lo más probable es que hubiera un topo.-
-Quizás sí que estés siendo un poco paranoico.- dijo ella, más confiada, sabiendo que su hermano no sospechaba de ella.- Para mí lo más probable es que Mercurymon se equivocase. No sería la primera vez que sucede algo así.-
-También me parece sospechosa la repentina aparición de Ceresmon. ¿La habrán soltado para que nos espíe? ¿La habrán vuelto contra nosotros?-
-Ceresmon tiene unos impulsos demasiado revolucionarios como para haberse cambiado de bando.- negó Dianamon.- Aunque he de admitir que su encuentro fue una sorpresa. La actuación estelar de Neptunemon al recuperarla es digna de elogio. Pero los motivos que le llevaron a ello siguen siendo un misterio.-
-El regreso de Ceresmon le va a traer más problemas que alegrías a Neptunemon. ¿Cómo crees que reaccionará Ceresmon cuando se entere del matrimonio de su antiguo amante?-
-Te aseguro que su reacción será peor que la que tendría Vulcanusmon en caso de enterarse de tus escarceos amorosos con Venusmon.-
-Eso es otra historia.-
-Otra historia más que no apruebo. Yo aconsejé a él que casara a Venusmon con Vulcanusmon para que su esposa estuviera tranquila, y no histérica como de costumbre. Jamás pensé que mi pequeño consejo pudiera desembocar en tales tropelías...-
-Tú no ves las cosas de manera objetiva. No entiendes, sigues siendo doncella.-
-Y por siempre lo seré.- sentenció ella.- No me hace falta nadie para sentirme bien. No necesito esa clase de relaciones de dependencia.-
-Quizás no ha sido tan buena idea venir aquí.- se levantó e hizo ademán de marcharse.-
-Sólo no lo ha sido por poner en peligro tu cometido como carcelero. Por lo demás, creo que has hecho bien en confiarme las cosas.- Apollomon volvió a sentarse, lanzando otra mirada al ventanal.-
-Te da pena, ¿no?-
-Bastante. No creo que ella tenga la culpa. Ni siquiera estaba entre los grandes círculos de los ángeles hasta hace poco. Cherubimon y Seraphimon ya lo estaban.-
-Por eso no quise empezar esto desde un principio. No es bueno remover viejas heridas. Aunque quizá sea hora de cerrarlas.-
-¿Cómo?-
-Tú deberías saberlo. Eres el dios de la adivinación.-
-Desde que perdí el contacto con el oráculo no uso esa clase de poderes.-
-Lo decía en sentido metafórico. Ni hace falta que los uses. El futuro es demasiado peligroso e incontrolable.-
-El futuro que nos espera con esto será o glorioso o trágico. Y no me hace falta utilizar mis poderes para saberlo.-
-Esta claro que esta vez no va a haber medias tintas como la vez anterior.-
-Esta vez tu amistad con Cherubimon no servirá de nada.- entonces, se sumió en la más profunda de las reflexiones.-Llama a Ophanimon.- ordenó Apollomon, levantándose.- No tenemos nada más de que hablar.
Dianamon se asomó al ventanal e hizo una seña a las Crescemon, indicando que subieran a Ophanimon. Una vez estuvieron todos reunidos, Apollomon dio media vuelta y se marchó junto con Ophanimon sin mirar. Había concluido lo siguiente: su hermana era la traidora.
