Disculpadme por la demora, mi vida ha estado demasiado ajetreada y las musas no han acudido a mí muy de vez en cuando, al menos no para esto. Espero, no obstante, que disfruten del siguiente capítulo. espero tener el 30 para abril.

Capítulo 29: Planes a corto plazo

Garudamon recibió el llamado de Sorcerymon no exento de sorpresa. Ya se encontraba en una misión en aquel momento y era la primera vez que se le pedía que aplazara su ocupación actual para así encargarse de una nueva tarea.

El mago le había informado en su escueto comunicado de los detalles mínimos: labor de escolta de un personaje ilustre así como exploración de un área recóndita. El resto de datos se los proporcionaría el propio Seraphimon una vez se reuniera con él en persona. Seguramente el hechicero estuviera tan solo algo más informado que él, como solía pasar: Sorcerymon conocía todos los detalles en lo que se refería al papeleo del tribunal de Justicia, así como de la agenda personal de Seraphimon, mas su señor le mantenía alejado de otro tipo de actividades que no le competían.

Aún extrañado por la decisión de su señor, abandonó Insect Jungle y puso rumbo desde aquella facción del continente Story para dirigirse a la morada de su superior. Las arañas que lo vigilaban se alegraron de que aquel molesto explorador abandonara su reino y se dispusieron a informar a su señora.

Con su alta velocidad de vuelo y sin hacer muchas escalas, llegó a su destino a la hora precisada. Sus alas carmesí, aún envueltas en llamas refulgían frente al puro y purpúreo cristal del que se componía el castillo. El hechicero fue el encargado de recibirle.

Los saludos fueron cortos como de costumbre. Pese a la tendencia de Sorcerymon a enrollarse, sabía que Garudamon era de aquella clase de digimon a los que debía tratar de manera directa y sin rodeos. El mago no obstante insistió en la necesidad de discreción que precisaba aquella misión. Garudamon, de no haber contemplado el nerviosismo en el que estaba sumido Sorcerymon, se habría sentido ultrajado: él sabía perfectamente como llevar a cabo su trabajo.

Llegaron a la sala de reuniones, donde tanto la diosa como el ángel les esperaban. Garudamon supuso entonces que la anormal intranquilidad de Sorcerymon se debía a la presencia de la olímpica. No dijo nada y se limitó a esperar sus instrucciones. Meditó en lo que Venusmon y Seraphimon terminaban la conversación que mantenían sobre el objetivo de la misión. Lo más probable era que, o bien tuviera que localizar algo para ella, o bien escoltarla. No era la primera vez que le tocaba hacer de guardaespaldas, aunque no de alguien tan importante como la diosa.

-Estoy contenta.- anunció Venusmon, de tal forma que sólo su interlocutor pudiera escucharla. Sonrió. –He oído hablar de él y me parece una opción muy acertada. Además ha llegado antes de lo esperado.- Era cierto, Sorcerymon había tenido que despertar a Venusmon para informarle de la inminente llegada de Garudamon.

-Es el mejor en estos asuntos.- afirmó Seraphimon, contento por el agrado de la diosa. –Además es muy discreto, tal y como nuestras circunstancias lo requieren.-

Venusmon, sin más dilación, se acercó a Garudamon. Hizo además de estrecharle la mano, pero las proporciones se lo impedían. El ente alado se dio por recibido. Seguía esperando permiso para hablar.

-Buenos días Garudamon. Como ya sabrás, soy Venusmon. Encantada.- Garudamon asintió solemnemente. –La misión a la que nos enfrentamos, bajo la supervisión de Seraphimon, -Seraphimon tragó saliva. En realidad, era Venusmon la que tenía el control. Sin embargo, apreció que cara a su súbdito él siguiese al mando.- es bastante más compleja en comparación de los trabajos a los que te has enfrentado.-

Garudamon sintió ganas de echarse a reír, pero sus modales se lo impidieron: sin duda alguna la olímpica desconocía su amplio currículo en operaciones encubiertas.

Seraphimon proyectó con el mando que tenía en las manos un mapa del Continente Twighlight en la pantalla. Sorcerymon no tardó en percatarse de que tenía un punto señalado.

-Por las barbas de Quiglongmon...- murmuró. Acto seguido, miró con el rabillo del ojo a Garudamon. Él también parecía haberse dado cuenta.

-Os dirigís a Shadow Abyss, la zona volcánica del continente. Es una labor de exploración del lugar y localización de...- Venusmon interrumpió al gobernante.

-Lotusmon.- anunció sin preámbulo alguno. Una imagen de la desaparecida apareció remplazando al mapa.- Según tenemos entendido, la hija de Ceresmon está encerrada en algún lugar de ese infierno.-

Garudamon hizo un gesto afirmativo con la cabeza. No era una misión suicida, aunque si se encontraba entre las de mayor riesgo. Le carcomía la curiosidad por saber qué se les había perdido allí. Si nadie había preguntado por Lotusmon en tanto tiempo, ¿por qué ahora? Incluso según tenía entendido, la propia Ceresmon estaba desaparecida.

-¿No sería mejor pedir refuerzos?- sugirió Sorcerymon.- Elaborar un pequeño equipo y...-

-No hay tiempo.- sentenció la diosa. Contó los días hasta la siguiente reunión de los olímpicos. –Tenemos tres días, y la travesía es larga.-

-No veo ningún inconveniente.- Sorcerymon volvió a mirar a Garudamon. Era valiente, eso estaba claro, pero consideraba que no había valorado bien los riesgos de la misión.- Podemos partir cuando te convenga. Yo te escoltaré.-

-En realidad, tu misión no es escoltarme: sé defenderme sola.- le cortó Venusmon, visiblemente molesta. Compuso una forzada sonrisa.- Solo me ayudarás con la exploración y la huida.-

-¿Huida?- preguntó Garudamon, contrariado.

-Hay digimon salvajes en la zona.- informó Seraphimon.- Algunos de grandes poderes. Es posible que estén guardando inconscientemente la prisión de Lotusmon inconscientemente.-

-Sea como fuere, debemos proceder con agilidad y discreción.- insistió la olímpica. –Si nos preguntan diremos que hemos iniciado una travesía hacia el balneario de Highlight Heaven. En caso de tener que desplazarnos allí para cubrir nuestra coartada, mi amiga Angewomon no dudará en hacernos un hueco.-

El hecho de pensar en el lujoso complejo citado hizo que el hechicero se replanteara tomarse unas vacaciones. Sin embargo, no podía permitirse, al menos no aún, emplear el dinero ahorrado para hospedarse en aquel paraíso terrenal.

-¿Y si nos sorprenden en Shadow Abyss?- inquirió el explorador.

-Entonces diremos que estamos atajando para ir a las Proxy Islands.- respondió rápidamente la diosa.- Neptunemon y Ancientmermaimon van a pasar allí su luna de miel.-

La simple mención a la sirena agravó la ansiedad que el ángel sufría. Se preguntó por el estado de la pobre incauta y en qué pensaría de él. El fin justificaba los medios, y eso siempre había formado parte de su justicia, mas se arrepentía de haber utilizado a una inocente para sus medios.

Garudamon estaba complacido ante la resolución de Venusmon. Parecía tener bastante bien calculado el viaje, o al menos los preámbulos necesarios para iniciarlo.

-Y ahora si nos disculpáis, Seraphimon y yo debemos ultimar otros detalles ajenos a la misión.- demandó la olímpica, autoritaria. Sorcerymon y Garudamon abandonaron la sala tras la intensa reunión.

El secretario seguía tan alterado como el día anterior, y su nerviosismo había aumentado con la temprana llegada de Garudamon. Ahora comprendía mejor los motivos que habían guiado a la diosa a personarse ante su superior, pero la desinformación y secretismo que envolvían la misión le inspiraban desconfianza. Venusmon, a pesar de la inteligencia demostrada para el encuentro, no le parecía la más adecuada de los olímpicos para realizar aquel trabajo. Quizás la coartada del balneario era fundamental y por ello Venusmon era la indicada.

-¿Qué opinas del encargo?- se dispuso al fin a preguntar el mago.

-No es lo peor a lo que me he enfrentado.- contestó el alado. Prefería reservarse sus pensamientos para sí mismo.

-¿Y de tu compañera de equipo?-

-Sorprendente.- se limitó a contestar. Sorcerymon le lanzó una mirada en la que inquiría más detalles. -Nunca he tratado con nadie así.- admitió.- Más no estoy preocupado.-

-No sé cuales serán los dotes de Venusmon para el combate, pero no debe de ser mala.- comentó el secretario.- Oí que hace tiempo derrotó a una Rosemon en combate.-

-Fue un escándalo bastante sonado en su momento, por parte de Rosemon, digo.- dijo Garudamon, recordando el incidente. - Jamás se volvió a verla, mientras que la popularidad de la diosa aumentó. Pero hablamos de cuando los olímpicos aún gobernaban.-

-Fue en los últimos años de su reinado, cierto. Ambos debíamos de ser aún jóvenes. Yo desde luego no había ocupado aún mi cargo.-

-Yo llevaba algo de tiempo entrenando, pero aún no había recibido ningún encargo oficial. Sí que ha llovido desde entonces, sí...-

En el interior de la sala, Seraphimon escuchaba con atención el discurso de Venusmon. La diosa, sumamente cordial, le había agradecido su diligencia a la hora de cumplir las órdenes, así como alabado a su compañero de misión. Parecía conocer parte de las acciones llevabas a cabo por Garudamon, o al menos todas aquellas que habían sido desclasificadas. Sin embargo, el ángel había agudizado el oído al llegar a la parte que más le interesaba.

-Lo prometido es deuda, así que te permitiré ir a ver a Ophanimon.- anunción al fin la diosa. -Sin embargo y como comprenderás, hemos de retrasar el reencuentro hasta que yo vuelva.- Seraphimon asintió. Protestar era inútil en aquel caso. -Como comprenderás es imposible que la veas de no ser bajo mi supervisión.-

-Lo comprendo.- afirmó solemnemente el ángel.- Al menos podrás informarme de su estado.-

-Está estupendamente.- confirmó Venusmon con una sonrisa de oreja a oreja.- Apollomon es un buen compañero y guardián. Goza de toda clase de entretenimientos con él. Además, a mi compañero le viene bien alguien que le haga compañía: apenas sale de Bright Land.-

-"Así que se encuentra en Bright land..."- murmuró Seraphimon para sus adentros. Podría mandar una gran brigada y arrestar al olímpico y rescatar a Ophanimon, pero no merecía la pena. En primer lugar, el castigo de Venusmon sería inevitable, al menos hasta que encontrara algo con lo que chantajearla. Pero debía ser algo que apreciara tanto como él a su amada: ser un chivato ante su marido Vulcanusmon era demasiado fácil y no creo que le importara mucho el resultado, al menos a ella. En segundo lugar una movilización masiva pondría en peligro toda la tapadera y en riesgo el gobierno. Si las fuerzas del mal se enteraran de la flaqueza que sufrían por una crisis por los olímpicos, podrían aprovechar para atacar.

-No hagas nada de lo que te arrepientas en mi ausencia.- advirtió la diosa. -Lo primero, porque te estoy vigilando de cerca y lo segundo porque ya sabes las consecuencias de tus acciones.- Seraphimon asintió solemnemente. No sabía si en realidad Venusmon le espiaba, pero la amenaza de las consecunecias de su desobediencia le era suficiente.

-¿Volverás sana y salva?- preguntó, tratando de relajar la tensión del momento. Se sentía gratamente agradecido y por un momento había incluso olvidado el chantaje.

-Sé que no lo parece, pero sé cuidarme sola.- Venusmon sonrió: aquella pregunta la daba pie a explicarse. - No soy ni mucho menos la más inteligente ni la más fuerte de los olímpicos.- admitió. El ángel se sorprendió ante la sinceridad de la diosa: con lo orgullosa que era le extrañara que admitiese esos defectos.- De los que estamos aún presentes, creo que tú bien sabes quienes ocupan esos puestos.-

-Minervamon es la que más conocimientos tiene, aunque en inteligencia aplicada Dianamon es quizás más útil. Marsmon es el de mayor fuerza física, Apollomon en ataques a distancia...-

-Y Neptunemon en potencia si se enfada.- completó la diosa.- ¿Entonces donde quedo yo?- Seraphimon se encogió de hombros. No entendía muy bien aquel discurso de Venusmon.- Yo soy la más resuelta y la que pasa más desapercibida. Ello me proporciona una libertad de actuación que otros olímpicos no tienen.-

-Es cierto que eres impredecible.-

-Me lo tomaré como un cumplido.- rió, complacida. Seraphimon había admitido que no conocía su modus operandi. En realidad no le resultaba extraño: ni siquiera sus familiares la conocían realmente. Aún así, le gustaba oírlo. La hacía sentirse poderosa. -Sin más dilación, será mejor que vaya a prepararme. Sigue mis instrucciones y tendrás un feliz encuentro con Ophanimon.-

Seraphimon asintió solemnemente mientras Venusmon se marchaba. La diosa intercambió unas rápidas palabras con el ente alado y el hechicero, indicando que la travesía era inminente. Garudamon también se dispuso a prepararse. Hell's Field los esperaba.


Minervamon despertó y soltó un inminente grito de sorpresa. Marsmon la miraba fijamente con una sonrisa de oreja a oreja. Por fin se había despertado.

-Mo hace falta que me recuerdes lo que ha pasado.- fue lo primero que dijo la olímpica. -Que fuera una ingenua no significa que no me acuerde de todo.-

-Esta bien.- farfulló el dios de la guerra.

-¿Mercurymon está a salvo?-

-Sí, ha regresado al Palacio de los Espejos. Tenía una reunión.-

-Fue él quien me curó, ¿no?- Marsmon asintió solemnemente. - Le debo una.-

-Gulfmon escapó con el Código Corona. Habrá que capturarle. Es peligroso.-

-Puede serlo, aunque no creo que nos haga nada. No busca venganza contra nosotros. Aunque claro, puede sembrar el caos, y ello puede repercutirnos negativamente. Al fin y al cabo, fuimos nosotros quienes lo liberamos.-

Se hizo un incómodo silencio.

-Te estarás preguntando dónde estamos...- dijo al fin Marsmon.

-Es obvio que estamos en Colosseum Zone. Es la única zona relacionada con tu persona en el continente Xross. Además, pillaba cerca y en mi estado no podíamos andarnos con miramientos de volver a nuestras moradas. ¿Me equivoco?-

-Tan aguda como siempre, hermana.- Mivervamon trató de esbozar una sonrisa burlona, pero le seguía doliendo y prefería ahorrar fuerzas para hablar. Además, no era momento de soberbias: había sido ella quien había fastidiado la misión.

-Será mejor que comas algo.-

-No tengo hambre.-

-Me da igual: has de reponer fuerzas.- respondió él, autoritario como de costumbre.- Y antes de que lo preguntes, nos quedaremos aquí hasta que te repongas. Mercurymon retrasará la reunión.-

-Lo siento.- dijo con voz lastimera.-

-No te sientas culpable. Sin ti no hubiéramos llegado hasta Gulfmon.- admitió el dios de la guerra. Ahora lo importante es que te repongas. Voy a por algo que te gustara.-

Marsmon abandonó la habitación y se encontró a Agnimon merodeando.

-Estaba esperando a que se levantaran.- dijo, con disimulo. Le daba vergüenza haber sido descubierto.- ¿Cómo se encuentra Minervamon?-

-Mercurymon hace milagros, pero todavía tiene que reponerse.-

-¿Gozaré de su presencia aquí hasta que se recupere?-

-Efectivamente.- confirmó su maestro.- Voy a la despensa a por eso. Seguro que la sienta bien.-

-¿Necesita ayuda con eso señor Marsmon?-

-No es necesario Agnimon. Tu encárgate de alimentar a las fieras. Luego hablaremos.-

Marsmon se marchó y Agnimon se decidió a cumlir su cometido: los leones tendrían hambre.

Minervamon no tardó en ver a su hermano aparecer con algo de pan y una jarra. Tenía inscrita un grabado con el símbolo del fuego y el símbolo del valor a modo de decoración.

-Espero que sea agua y no vino Marsmon.-

-Ninguna de las dos cosas. Bueno, al menos no es un vino ordinario.-

-¿Insinúas que se trata de néctar?- Marsmon asintió, orgulloso.- Se nos prohibió beberlo una vez perdimos nuestros cargos... ¿No habrás sido capaz de guardarlo?-

-Agnimon guardó una pequeña reserva antes de que todo fuera requisado. Lo reservo para ocasiones especiales.-

-¿También tienes ambrosía?- inquirió la inválida, conmocionada.

-No. En el caso de la ambrosía sí que se cercioraron bien de que no tuvieramos acceso a ella.-

-¿Algún secreto más que debiera saber?-

-Ninguno en el que caiga ahora. Al menos no por mi parte.- aseguró Marsmon. Minervamon adoptó una expresión severa. -No te pongas así Minervamon. Todos tenemos secretos.-

-Yo no.- sentenció ella, rotunda.

-Alguno tendrás.- replicó su hermano. - En fin, no rechaces mi ofrenda. Sabes que te irá bien.-

Minervamon, a regañadientes, bebió de la jarra que Marsmon inclinaba ante ella. El néctar siempre tenía en ellos una función revitalizadora, a parte de la alegría y buen humor que les proporcionaba. No era una droga, al menos no para ellos, que eran dioses.

-¿Agnimon ha probado el néctar?-

-Jamás. Se lo prohibí. Y es tan obediente como entrometido.- admitió el maestro del aludido. Marsmon esperaba que así Agnimon dejara de escuchar por detrás de la puerta. - Lo importante ahora es... ¿Te sientes algo mejor?-

-Un poco. Al menos de ánimo.- su hermano sonrió al oírle decir eso.

-Eso es.- dijo, saboreando cada palabra.- Será mejor que duermas unas horas más. Luego, prueba a incorporarte y si eso damos un paseo. El aire puro de la superficie te vendrá bien.-

Minervamon asintió, complacida. La verdad es que el trato de Marsmon era mejor del esperado. Pensaba que se pondría hecho una furia por haber fastidiado la misión. Quizás hubiera pagado su enfado con Mercurymon y así saciado su ira. Mejor para ella. Ahora lo que tenía que hacer era descansar y reflexionar sobre la ambrosía.

Marsmon abandonó la habitación cuando se percató de que su hermana empezaba a cerrar los ojos. Sorprendentemente, Agnimon no se encontraba por allí. Se dirigió hacía las jaulas de las fieras para reunirse con él. Se encontraron a medio camino.

-Ya las he dado de comer, pero de ellas quería hablarte antes.-

-Soy todo oídos.-

-Sé que este año ya has dado tu espectáculo anual en el Great Coloseum... - Marsmon captó rápidamente la indirecta, pero dejó a Agnimon explicarse.- Pero había pensado que quizás podríamos aprovechar tu estancia aquí, ya sabes, mientras Minervamon se recupera, para dar otra exhibición. Los leones están en buena forma y podrían ofrecer un buen show a los espectadores, como de costumbre. Pero tu presencia sería el atractivo principal.-

-No es una mala idea.- admitió el olímpico. - Daríamos algo de vida a la zona, y supongo que los ingresos serían notables.-

Agnimon frunció el ceño. Sí que era cierto que las entradas se venderían mejor si era Marsmon el que combatía, pero él había pensando ya los usos posibles para dichas ganancias extras.

-Había pensado adquirir laguna fiera más, algo de limpieza de las actuales instalaciones y quizás edificar en el resto de paraje: está desolado.-

-Mi comisión no creo que influya mucho en esos gastos. Aunque edificar, no creo que sea buena idea. A menos que con ello quieras añadir algún mecanismo de defensa.-

-¿Debería?- preguntó el pupilo, extrañado.

-Deberías.- dijo, pensando en todo lo que Mercurymon había iniciado.- Aquí guardamos varios útiles que han de ser protegidos. Además, en un continente tan peligroso como el Xross, es posible que los digimon salvajes de territorios lindantes causen estragos por la zona.-

-Admito que algún digimon ajeno a la zona se ha colado en mis dominios, pero nunca ha sido ningún problema.-

-Además, si adquieres algún digimon más, deberías instalar alarmas. Tú te criaste con las fieras y ya te respetan, pero no creo que una nueva adquisición sea tan... sumisa...-

Agnimon ató cabos y supuso que Marsmon guardaba algún motivo oculto para tanta insistencia en el refuerzo de la seguridad. De todas formas, si con ello accedía, lo aceptaría de sumo gusto. Él sólo quería ver combatir a su maestro: el resto de sus proyectos tendrían que posponerse.

-Inicia pues la campaña publicitaria Agnimon: La semana que viene, el gran Marsmon actuará en directo para todos los espectadores que acoja el coliseo.-