Capítulo dos

Un laboratorio soñado

En un laboratorio se llevaba a cabo la congelación humana de varias personas, mismas en otras partes del mundo diferentes fueron traídas con un solo fin, analizar la casta pura de ese ser, se escogían a los mejores atletas pero no resultaba lo buscado, a los mejores en todo, pero no lo lograban, tenían algo especial los que tenían más de cinco niveles de castas, no lo lograban el mismo genio que los unía contaba con esos cinco niveles de casta, pero no había encontrado a nadie como él una compañera que trabajaba con él tenía cuatro niveles, el promedio humano normal iba en decadencia pues estaba de dos a cuatro castas en promedio, eso por persona, para lograr un cuatro castas podría hacerse en laboratorio y buscar la compatibilidad extrema pero no era bueno ni posible, pues siempre al segundo año morían, o bien ni siquiera lograban la gestación.

-Harold, muertos baja la casta completamente a dos, no es bueno congelarlos, no sirve de nada, al descongelarlos ya no sube a nada, es como si el espíritu se les saliera.

-Sandra eso es imposible, pero te entiendo ya no se congelarán, estos se enviaran a la donación de órganos, acabo de contactar a otras fuentes para que vivas podamos revisar su casta sin que lo sepan.

-Se oye más ético, pero recuerda entre mayor casta mayor atracción. Y eres el que se puede arriesgar demasiado.

-Sandra tenemos un trato, si los encontramos sacamos provecho, ambos igualaremos nuestras castas y nos casaremos.

En un lugar de trata de blancas, venta de mujeres para la prostitución, se vendían a la pareja encontrada en ropa interior.

-Están muy grandes y viejos, ya no sirven.

-Envíalos para ventas por partes a Sonora.

-´Ta gueno los mando… te pago en cuanto los agarren.

Candy…

No sé cuánto tiempo estuve dormida pero ya no estoy con Albert, si mal no recuerdo no es estuvimos juntos mucho tiempo, en varias ocasiones nuestros cuerpos estuvieron juntos, pero dormíamos cuando despertaba, el me abrazaba y me cubría pero ahora de que sirve encerrada, un doctor Harold de cabello negro blanco muy engreído me vio y este me vio como aquella vez Albert en la universidad por dios que mirada, me desvestirá si solo traigo una bata, me veo pésima, que tiene porque me ve así, es un depravado.

–Por fin la encontré, por fin. Me sonreía,

- ¿A quién? le pregunté y este sonrío tocaba mi cara, se me acercó y me besó en los labios, este que se creé, me solté haciéndome hacia atrás se reía, burlón y feliz dijo,

- Eres un manjar, lo que siempre he esperado. Este al igual que Albert tenía otro tono distinto de voz, alemán, ruso, no lo sé pero es de otra parte imitando mi hermoso español –mexicano. Una dama llegó, dijo

– No te le acerques sabes que es ella, es muy alto su ritmo casta fácil siete u ocho tal vez nueve.

Candy con la boca entre abierta y sorprendida pensaba que ritmo ni que danza, si tengo baja presión, estos son locos, ni siquiera soy hermosa que pretende. Y lo que dijo la sorprendió más

– El es mejor que ella es muy alto su ritmo, a mi no me pega como a ti ella, será un éxito… empecemos. Noté que él estaba molesto, que no quería lo que ella quería, sentía un desacuerdo en esa pareja, siento solo es mi sexto sentido o si mi instinto no se equivoca.

Me sedaron me dormían, despertaba me volvía a dormían, esto fue un ritmo muy avanzado, pasaba mucho tiempo, vi al hombre ese Harold con barba, sin barba, con lentes, sin lentes, cabello largo, corto, largo, por dios que tanto llevaré aquí, ya no soportaba más, escuchaba cosas extrañas, medicas, otras muy fuera de lugar, sentía que estaba en una nave espacial, pero la verdad no entendía nada, solo mi angustia por mis hijos y mi familia me hacían seguir con cordura, ese día fue el mejor, cuando vi a Albert a un lado mío desnudo sin barba dormido. ¿Dónde estábamos? ¿Que nos hacían? sentía mis brazos pesados apagaron las luces, fue entonces que vi muchas imágenes a mi mente recordé muchos lugares… donde estuve y viaje, donde escape y donde… ¡Santo Dios!

Arizona… un hotel en Phoenix huíamos por una reserva, hasta que quedamos agotados, después de haber logrado escapar, nos encontraban…

En Chetumal en México escapábamos por mar robamos un yate… nos atrapaban…

Malasia en un lugar Kuala Lumpur…

En Francia… En India… En Australia, jamás en vida me imagine viajar tanto…

Brasil que era tan escondido un lugar en Santarém y África en un lugar llamado Somonte de ahí a Serrekunda… para volver de nuevo, cada lugar Albert queriendo escapar y todo el tiempo atrapados, algo extraño eran verme al espejo, mis ojos obscuros y los de Albert también, hipnosis. Aquella noche de placer toque su pierna y por fin lo sentí un localizador insertado en Albert, como tuvo la fortaleza para introducir un cuchillo y arrancarlo, cuando de verlo me dolía más a mí, y de pensar que tuviera uno me moriría del dolor, pero aun así buscaste por todo mi cuerpo, con un pequeño imán después y no… la que siempre quería volver a ser atrapada era yo, mi instinto me decía que tenía que volver, por mi mente pasó mi familia y si me chantajeaban para volver… pero no lograba recordar solo abría los ojos y volvía ahí a ese lugar…

Ya estábamos en un laboratorio de nuevo las luces eran de vitrinas y vitrinas a nuestro alrededor, no sé qué pasó pero me trataba de levantar, cuando un niño me miraba pequeño de unos cinco añitos, me observaba y otro más alrededor. Esto no es normal había tres niñas iguales, otros dos niños iguales, casi todos de la misma talla o edad,

- ¿Dónde estoy?, pregunte aunque mi mente estaba más activa que mi voz. Veía a los pequeños y me eran familiares

-Somos un experimento, dijo uno de los niños de cabello blanco, hermoso y me atrapaba con sus ojos cielo.

-¿quiénes son ustedes?

–Somos tus hijos. Abrí mis ojos asustada pensaba a mil por hora, no me eran desconocidos y a pesar de escucharlos me eran tan familiares y como si estuviese con ellos todo el tiempo.

-¿cómo que son mis hijos?, en eso una de las niñas contestaba lo que pensaba

– Nos sacaron de tu vientre, fuimos quince todos somos óvulos previamente fecundados tuyos, hemos tratado de despertarte todo este tiempo, tu nos puedes salvar nos dijiste como salir y que no nos diéramos por vencidos, que no debíamos morir, ahora lo sabemos.

-¿Quién es el padre? Después vi a Albert a mi lado. El niñito de cabello blanco contestaba sin dejar de verme,

– él pero no despierta aun lo estamos esperando, pero no lo hace… despiértalo,

-Necesito ropa, asustada me cubría con una tela que parecía papel.

-Tal vez pueda usar esto, dijo uno de los niños igual a otro.

– ¿Y para él? también ocupa ropa. Sabía que era Albert, aunque nos cambiaron a ambos, cuando me vestía, sentí diferente mi cuerpo más delgado, me vestía sin ropa interior solo una licra de pantalón y de camisa de color blanco, me reía de imaginar a él con ropa licra de color blanco, y si, me dieron lo mismo,

- ¿Aquí no hay ropa?, dije sabiendo la respuesta

-No. Ellos se llevan todo, contesto el gemelo.

– Necesito saber sus nombres, la niñita dijo – Tus nos pusiste nombres,

-No lo recuerdo,

-Estabas inconsciente. Espera a que recuerdes luego hablaremos,

- Está bien, necesito que me pongan atención, mientras despierto o duermo o lo que sea. Asustada trataba de recordar estaba mareada y solo dije - ¿Están seguros que todos son míos?, vi a la niñita agregue - ¿Cómo te llame?

– Me dices Esther Alexandra soy la nueve.

-¿La nueve? Díganme que estoy despierta por favor. Pequeño ayúdame a vestirlo por favor.

– Sí. Lo vi muy acomedido cuando contestó, por impulso le dije

-Si, mamá. El me vio corrigió de inmediato.

-–Si mamá. Sonreía porque ahora tenían que decirme mamá. Pues que no acaban de decirme que todos son míos, que valga la pena y me digan que los son, pensé.

-Esther, cuéntame todo lo que haya pasado, estaré despertando poco a poco.

-Si, mamá. Ahora ya me sorprendí tengo quince hijos por dios si solo tenía dos y ya me volvía loca, ahora tengo ¡quince! mi mamá me va a matar y no querrá conocerlos, estoy segura que dirá que tengo una súper fantasía y me imaginaba a mi madre. Me contaba despacio,

-Fuiste traída aquí hace dos años, él llegó después de ti. El hombre de cabello negro te seleccionó de muchas personas, la mujer de cabello rojo lo trajo a él. Que sus castas son ocho y nueve ambos, que nosotros seriamos consumidos para dar poder así subir el nivel de casta y durar más años, las jeringas contienen a cada uno de nosotros listos para consumirse.

- ¿Perdón que dijiste? ¿Para consumirse? ¿Sé comen a mis hijos? ¿Cómo?

- No, al comerlos no funciona, son extraídos y procesados para consumirse en la sangre y elevar la casta, tu sacaste unos archivos y nos diste a ocultar esto,

-¿Qué es?

– Dijiste memoria. Tome la memoria y la guarde en mi busto, en ese momento recordé todo lo que he puesto en mi busto al hacerlo. Recordé mi pasado, mi familia y vi a otros niños pequeños sonrientes ayudándome a hacer varias cosas para escapar, no eran estos recordé un transporte escolar. Y volví a la realidad. Dije

-Continua.

-Sacaron óvulos de tu cuerpo los primeros murieron, él señor de cabello obscuro quería combinarlos con él. Pero no vivían, sacaron de él

—Albert, dije.

–sí, de Albert

– Tú dile papá

- Si. Papá.

—Continua.

- Y empezamos a nacer nos multiplicaron crecimiento hasta desarrollar la casta

- ¿Como saben cuando se desarrolla?

– Cuando hablamos.

– Michael el uno dijo que no habláramos nunca, que no nos procesarían. Él dejo expedientes y los viste lloraste te enojaste querías romper todo, Gabriel el dos te detuvo y dijo que todo saldría bien que te despertaríamos, nos salvarías a todos lo prometiste, nos pediste que lo despertáramos a él, a papá lo quieren procesar mañana porque el cabello negro está molesto lo golpeo muy fuerte y le rompió un brazo al hombre de cabello negro, no le quedo bien y ahora será procesado Papá. Raquel la tres, dijo que las jeringas deben colocarse de dos y tres juntas, hay seis en total y debemos ponerte tres a ti y tres a él

-¿Por qué?

– Para poder salir de aquí, no dejar a nadie de nosotros. Israel el cinco dijo que no debe quedarse nada ni nadie. Daniel él doce ya borró todo la información la trae con él. Rafael el once, dice que debemos irnos hoy antes de que regresen porque te van a amenazar, con tus otros hijos

-¿Otros hijos?

– Terry y Candy. Hijos que tienes tú, que los traerán hoy para obligarte mañana. Abrí los ojos sorprendida de inmediato dije

– Daniel ¿están aquí?,

- Según ellos si están en una habitación al fondo dormidos, mira. Me mostró la computadora y estaban mis hijos dormidos. Grandes diferentes pero míos.

- Daniel, Rafael pueden traerlos.

– Si mamá.

– Sin que nadie los vea.

– Está bien. Se subieron por los ductos, el más pequeño los vigilaba por la computadora. Después una de las pequeñas igualitas de ojos verdes dijo

– Hay que inyectarte tres. Con miedo le dije

-¿Duele? se rieron de mí. Las tres trajeron las inyecciones pusieron una aguja y una tira, empezaron una a una a inyectarme tres con números 2-1, 2-2, 2-3, Albert dormía y le ponían una aguja, una tira transparente le inyectaban las otras tres con números 2-4, 2-5, 2-6 para poder escapar según uno de ellos, mientras me ponían el liquido veía imágenes de todo ese tiempo por dos años, no estaba despierta estaba en un estado de subconsciente, como le puse nombres a esos niños, como habían pasado el tiempo ahí, giré a ver a Albert abrió los ojos me vio asustado, le dije que no se moviera, él vio a los pequeños estoy segura que sintió lo mismo cuando los vi, no como hijos, sino como pequeños marcianitos con inteligencia artificial, moviéndose como adultos e inyectándonos liquido en nuestros brazos.

Su mirada se quedo con la mía y ambos estábamos sin temor, empecé a sentir una misteriosa fuerza algo interior que no sé cómo llamarla, pero daba una sensación de felicidad, de poder, de coraje, conocimiento, era muy extraño, se sentó y los niños se asustaron algunos más altos, unos más bajitos, pero todos lo miraban a los ojos y el pobre estaba mirándolos sin decir nada, creo que empezó a verse en la ropa en la que estaba, me vio solo se sonrió y dijo

– Mejor que un bóxer, le conteste

– Menos frío. Nos reímos. Se acabo el proceso de las jeringas y ahora todo cambiaba, me veía y dijo

– Estás distinta

-Y tu más joven,

- ¿Que me inyectaron rejuvenecedor?

- Si te digo te vas a enojar. Me vio con la boca cerrada apretada y una mirada diciendo habla

— Te inyectaron a tres hijos

-¡Qué!

– Al rato lo hablamos, porque lo mismo que te inyectaron me lo inyectaron a mí. Lidia una de las trillizas dijo

– Ya están listos está pasando el tiempo, tenemos que salir de aquí, lo más pronto que podamos para que no nos vean. Un pequeño llamado Ángel dijo

– Borré todas las cámaras. Y al ver a un bebe muy pequeño en una cuna pregunté

– ¿Quién es? ,

- Es el hijo de la de cabello rojo.

–Pero morirá dijo una trilliza llamada Ana Cristina.

- ¿Estás segura?,

- Todos han muerto ninguno se ha logrado, solo los de ustedes dos y procesaron a los seis primeros y quedamos nueve. El es dieciséis pero ella miente es de ella es su tercer intento, tal vez uso la genética de papá. Albert extrañado dijo

- ¿Quién es tu papá? Todos al mismo tiempo le contestaron

– Tu, este se río nerviosamente.

– ¿Si como no? Dijo riéndose, mientras los pequeños lo miraban serios, me vio ahora fui yo la que apretó los labios, ellos dijeron

– Ella es mamá.

-¡Qué! dijo Albert, mientras me reía de él. El sonido de cómo se había asombrado, del tamaño estaban los niños y que eran muchos me hacía más reír. Me vio agregó ¿Cuántos son? de adrede le conteste

–Quince y apretando los labios para no reír, los pequeños al verme sonreían. Y el más pequeño dijo - ¿Estas feliz? lo cargue en mis brazos y le dije

– si, mi pequeño Albert. Albert incrédulo preguntó ¿Se llama Albert?

– Sí, es el más pequeño de tus varones toma, le di al pequeño en sus brazos le agregue – Te acaban de salvar la vida para que los rescates y no sean procesados como lo iban a hacer contigo, pues por eso nos despertaron, así que a trabajar Papá. Estos niños nos inyectaron por su propia sugerencia a tres de ellos en nuestro cuerpo y estoy segura que sientes cosas extrañas, estas visualizando imágenes raras con la inyección, son ellos que fueron procesados, convertidos en jeringas para darle más vida o no sé qué cosa, al médico cabello negro que creo debe ser un tal Harold, ese bebe posiblemente es tuyo y de una doctora que anda paseándose aquí, tiene el cabello rojo creo que se llama Sandra. Por cómo le estaba explicando, me miraba preguntó

– ¿Qué te hicieron?,

-No lo sé. El pequeño Ángel le dijo

–Le borraron marcas, le estilizaron el cuerpo y la próxima semana le harían cirugía de nariz. Solté a reírme, él también se sonreía.

– ¿No le gusta mi nariz al tal Harold? Albert de inmediato agregó

– A mí sí, eres perfecta no sé para que te estilizaba. Ángel dijo

– Para casarse con ella y que nadie la reconociera. Albert se quedó serio molestó.

-Ya te borraron la sonrisa, a una de las niñas le dije -Ester, podemos sacar al bebe y llevárnoslo, contestó,

- Si, es posible que sea de papá y si tiene la casta dentro de él, con eso pueden seguir procesando a más.

—Escuchaste Albert a cargar a tu otro posible hijo, este se sonrío.

-No puedo ser el Papá de tantos, si no te he hecho nada. En eso por el ducto llegaron Daniel, Rafael, Terry y Candy. Me vieron Terry gritó

– Mamá, pensamos que no te volveríamos a ver,

-Me han tenido todo este tiempo aquí dormida, ¿Y tus abuelos, que ha pasado? Lidia una de las trillizas dijo

– Mamá tenemos que irnos ya no nos alcanzará el tiempo para salir, dije

- Rafael llevas todo,

- si,

-Daniel,

-Estamos listos, solo falta esto se empezó a llenar de un gas muy extraño inactivo