Fic

El Secreto de las Castas

Capítulo 17

Un ladrón muy cerca

Albert se acercaba a Candy, al abrazarla, estaba su puño cerrado fuertemente. El tocaba su espalda y besaba su cabeza, luego agregaba

- Creo que están un poco alteradas las cosas aquí, mi familia y yo nos retiramos, Alexander. Gracias por la tarde maravillosa que pasamos, realmente me hacía falta recordar que la familia siempre es primero. Con permiso. - Hijos vayamos a la sala de televisión en nuestras habitaciones, estoy seguro de que verán algo mejor que esto.

Candy se refugiaba en el abrazo de Albert, este era ahora el que apretaba los puños y al llegar a la escalera se detenía, para ver pasar a cada uno de sus hijos, con cara de seriedad subían uno a uno y el último Ángelo Terence, bajaba el rostro apenado por temer un regaño, pero al contrario de esto, con él subía a Candy y colocaba un brazo en el hombro de su hijo y el otro abrazaba a su esposa.

Al llegar a la habitación los sillones estaban vacíos y en la alfombra estaban los menores en sus laptops, veían a su madre seria y todos giraban a verla. Una de las trillizas sabía lo que pasaba y preguntaba,

- ¿Pasa algo mamá?

- No Teté, todo está bien. Continúen, sus hermanos se unirán aquí, al momento familiar mientras llegan Andrea y Candice.

Albert tomaba la palabra y Terence comentaba lo sucedido detalladamente, Joseph agregaba que Diane estaba como león enjaulado, caminaba de un lado a otro, y se le acababa el tiempo para buscar a sus amistades e informar de lo sucedido en la familia, era una fuga de información constante, a través de ella.

Los menores no se movían, pero ya no estaban tecleando sus computadores y ponían mucha atención en todo lo que Ángelo estaba contando. Bert asombrado se levantaba,

- ¿Ya no somos super héroes, ahora somos demonios? Haciendo reír a sus hermanos y este se reía con ellos. Candy se relajaba y Albert negaba mientras lo observaba.

- Bert por favor, dime que estas jugando, tu tía Diane siempre ha preferido a sus amistades que, a la familia, un ejemplo de ellos es mi hermana Rosemary, cada que se encuentra a su lado hace con ella lo que quiere y veras ahora que vengan las amigas de mi hermana, acabaran con ella sin que mi esposa mueva un dedo. Verán cómo se comporta Arthur, es más querido que mi hermano, todos los amigos de él son más elocuentes y no tienen fanatismo ni cosas de ese tipo.

Por los ventanales entraban unas camionetas y las niñas se pararon a ver, pero regresaban a su lugar, al saber que no venían Andrea y Candice ahí. Candy al notarlo comentaba dirigiéndose a Albert,

- Te pidió tu madre que recibieras a su familia y amistades, por favor amor, bajemos, en eso no tardará en llegar mis padres, deben estar comprando medio centro comercial.

- Con mi madre ahí, no será medio, vamos porque mi cuñado esta con Nicolas y sus hijas, tu hermano no conoce a nadie aquí y está solo en espera de una llamada de su esposa y estoy seguro de que Alexander no dejará que baje su mujer por un buen rato, después de haberla exhibido frente a nosotros. Ángelo Terence comentaba,

- Me puedo ir al rancho con mi Tío, así no me topare con su amigo. Albert que ya iba rumbo a la puerta se detenía y con él varios de sus hermanos, este giraba y agregaba,

- Hijo, primero es la familia, ese individuo no podrá hacer nada, según lo que dijo Diane es que mi familia no tiene roce social, investiguen eso en las computadoras, pero no cambien su esencia, piensen que el roce social es solo una forma de convivencia, no lo es todo en la vida.

Bajaba por las escaleras y Candy iba con él, tomada de su mano, entraban varios hombres y mujeres, el personal se iba por un lado para llevar sus maletas a las habitaciones,

- Bienvenidos, mi padre está en una conferencia en estos momentos y mi hermano acaba de subir con su familia.

- ¿Albert?

- Si Tío Angus, que bueno que llegaron antes, les presento a mi familia.

- ¿Tu familia?

- Si es mi esposa y mis hijos, nunca han estado aquí, espero que los recibas como es debido, al final estaba Joseph y dos jóvenes damas tenían el mismo cabello que él, a lo que supo que se trataba de la familia de su abuela. William notaba el nivel de casta y sonreía por eso es por lo que su padre era tan bueno, la familia lo era.

- Hija, que gusto saberte casada con este bueno para nada de mi sobrino. ¿Y todos son tus hijos? Candy sonriente por como el hombre la abrazaba efusivo, respondía alegre,

- Si Tío Angus, todos son nuestros hijos. Y aún faltan dos hijas más que vienen con mis padres y su hermana.

- ¿Con mi hermana? Llegaran tarde, estoy seguro de que si fueron de compras no la veremos hoy. Girando a su esposa comentaba, - Mira querida ese muchacho es como nuestras hijas, lo ves, no era de tu lado, era de mi lado. El hombre alto y fornido levantaba ambos brazos a Joseph y este bajaba lo que faltaba de escaleras notando que aún lo rebasaba en altura y eso le gustaba a su tío. - Pero mira que muchacho tan alto y fuerte, lo ves amor. Es hijo de mi sobrino, no puede negarlo. - ¿Debes ser el mayor? Y este sobrino esconderte por tanto tiempo, te hubiera llevado conmigo, pasarías por hijo mío.

Candy estaba relajada, las muchachas saludaban efusivamente, sus cabellos lisos blancos las hacían verse muy bellas una más alta y otra de estatura media, su madre no respondía, pero sonreía gustosa tocando los rostros de todos y abrazándolos, pidiéndoles sus nombres, a lo que ella se presentaba formalmente,

- Soy su tía Evolet Anderson. No me digan Tía abuela, solo Tía. Este hombre y yo nos tardamos en traer hijos al mundo. Ellas son Mai y Beth, mis hijas, mi hijo mayor no vino. Se quedo en Escocia. Pero están todos invitados a ir cuando quieran. Estoy segura de que a Iver le encantará saber que tiene muchos sobrinos y que algunos lo rebasan en estatura. En eso tocaba el rostro de Joseph y ella agregaba, mi hijo no saco el cabello hermoso de mis hijas y tuyo, pero le agradará saber que en esta fiesta no se iba a aburrir como la del año pasado. Mai la más alta de las dos hijas comentaba,

- Mami puedo pedirle que se venga, en cuanto le diga que este año si vino mi primo Albert, le encantará venir.

- Hazlo hija, se puede venir con alguno de los que aún no han salido, o que busque como hacerlo. Le rogué que viniera, que cada año Diane exagera en el regalo de Alexander, al menos tenemos de que hablar toda la velada, pero no lo convencí. Se dirigía a Candy y ella solo asentía, pensando que no tenía ningún regalo para su marido.

La otra pareja que permanecía atrás saludaba a Albert en más seriedad, mientras que los Anderson conocían a sus hijos, estos abrazaban a Albert este preguntaba por su familia,

- ¿Vendrán tus hijos, Andreas?

- Ya sabes que sí, ellos vienen a parte, nosotros nos cruzamos en el aeropuerto con Angus y su familia y nuestros vehículos se unieron al de ellos. Alistar y Archie llegaran mañana, ¿Todos tus hijos?

- Si. Mi mujer nunca ha estado con mi familia, será su primera vez aquí, gracias a ella, todos nuestros hijos aceptaron venir, además que cumplen años dos de mis hijos, Andrea y Anthony nacieron el mismo día de mi cumpleaños hace ya diecisiete años.

- ¡Santo Dios! Me siento viejo. Ese chico alto es el mayor, se ve más formal y parecido a ti.

- El y los mellizos Ángelo y Candice son los mayores, luego esta William y Alexander, y le siguen Anthony y Andrea.

- Primita querida este hombre no te dejaba en paz.

- Nunca lo hace, espero que me siga dando muchas alegrías toda nuestra vida.

- No me gustan las noticas amarillistas, Albert lo sabe, pero saber que trajo a sus hijos y que los tenía escondidos, me hace comprender que la familia siempre es un reino sagrado, mis hijos desde que brincaron los veintitantos ya nunca están con nosotros, siempre salen por su cuenta y ya manejan negocios propios. Nuestra hija es la única que nos sigue y llegara mañana, Annabelle es nuestra pequeña y por lo que veo tiene la edad de tus hijos. Se la pasara bien ahora, los años anteriores solo estaban las hijas de tus hermanos.

Candy presentaba a las trillizas con la esposa de Andreas, Anabel Cornwall. Quien comentaba que su hija Annabelle llegaría mañana, junto a sus hijos, ella les aseguraba que así se le ocurrió a la madre obligar a sus hijos a que vinieran.

Andreas no dejaba de platicar con Albert, como sus muchachos uno de ellos al que no permitió entrar en la milicia, ahora tenía un negocio de aviones y estaba creciendo mucho, que para la milicia, ninguno como ellos, y como es su hijo mayor, hizo todo por obligarlo a que se hiciera cargo de algunas empresas y negocios, para que lo ayudara, también le confesaba que lo había chantajeado mintiéndole sobre que estaba enfermo, luego se enteró y desde entonces no se unía tanto con él, como Archie.

- Me alegro de que no se haya enlistado, ahora que tengo que regresar del permiso que solicite por mi familia, estoy muy preocupado, por mis hijos mayores. No sé si me seguirán y si lo hacen, me dirán porque no sean enlistado y… estoy en ese dilema, Joseph nunca ha sido de armas y Anthony no quisiera que lo fuera, con su madre y conmigo es bastante.

- Gracias Albert, pensé que jamás tocaría este tema contigo, pero ahora que veo que me comprendes, harías todo porque nuestros muchachos no se vean involucrados en ordenes que no pueden negar. Ojalá y cuando se casen mis hijos me comprendan porque hice lo que hice.

- Ya lo deben entender. Estoy seguro, veras que cuando se encuentren aquí, se topara con mis compañeros, muchos han pasado por lo mismo, sus hijos son orgullosos y desean en ocasiones seguir los pasos de sus padres, pero en otros no.

- A quienes debieron obligar fueron a los hijos de Sara, sería bueno que Nail no fuera tan temperamental en su situación.

- ¿Crees que vengan?

- Ya tiene tres años que no han venido, pero tengo entendido que su hija Eliza se casara este año, así que, sus hermanos vendrán a ver a la familia, sobre todo por ese acontecimiento.

Beth Anderson sonriente y nerviosa, saludaba como su hermana, ella preocupada por ir saludando a sus sobrinos comentaba,

- No porque sea su tía me vayan a dejar sin bailar en la fiesta, el año pasado ni mi padre me saco a bailar, díganme que uno de ustedes si lo hará. Terence de inmediato comentaba,

- Entonces serás mi pareja Beth, ¿quieres? Porque mis hermanos no creo que suelten a mi melliza ni a Andrea. Anthony, jugando intervenía,

- William siempre me quita a Andrea, también quiero pareja. A lo que Mai giraba y alzaba la voz diciendo

- ¡Trato hecho! Te gane a él Beth, te quedas con el tuyo. - Papá, que bueno que llegamos antes, ya acaparamos bailarín para la fiesta, los hijos de mi primo Albert son bien guapos, ahora falta que sepan bailar. Alexander se reía por cómo las dos hermanas bromeaban peleando por ellos y este agregaba,

- Yo no entro en la repartición. Mis hermanitas querrán bailar conmigo en una oportunidad. Bert que notaba que todos estaban jugando él se iba con Ana Cristina una de las trillizas y le comentaba,

- Conmigo no bailara nadie. ¿Tu sí?

- Si Bert, bailaré contigo. Serás mi pareja. La pequeña lo abrazaba mimosa y eso no era desapercibido por Evolet quien los miraba con ternura. Y preguntaba

- ¿Qué edad tienes corazón?

- Mis hermanas y yo cumpliremos doce este año y los gemelos once.

- ¿Y tú… Bert?

- Mi nombre es Albert y cumpliré seis este año.

- ¡Vaya! Tus padres cerraron la fábrica hace seis años ¡eh! Uno de los gemelos tras Evolet pregunto

- ¿Qué fabrica?

- ¡La de bebes! Supongo que con este pequeño ya no decidieron tener más.

- Pero mi mamá todavía puede tener hijos. Dijo el otro gemelo que se acercaba al sillón donde Evolet estaba sentada y soltaba una sonrisa negando,

- ¡Querido Angus! Ven a escuchar esto… Tu sobrino tendrá más hijos. Y tú que decías que no le gustaban los niños. Candy que estaba distraída con Anabel giro al escuchar eso y los gemelos la miraban, a lo que Albert y Andreas detenían la conversación al escuchar que tendría más hijos. Este se separaba de su primo y se iba por Bert.

- Que le has dicho a tu Tía, ¿qué quieres más hermanitos?

- No, pero ella asegura que tenías una fábrica con mamá y que ya la cerraron. Eso no es verdad. Le dijo Daniel que mi mamá puede tener más hijos. Candy se acercaba a ellos sonriendo, sin decir nada, Albert se volvía a poner de pie, dejando a su hijo con su Tía y esta lo abrazaba de la cintura agregando,

- ¡Solo Dios sabe! Albert beso su cabeza y jugando agregaba,

- Si seguimos en la milicia, ya no podremos, amor.

- Lo sé mi cielo. El trabajo nos llama. Evolet soltando una carcajada agregaba,

- Siempre han estado en la milicia y mira que belleza de muchachos tienes. Ahora dirás que los separaran de por vida. No lo creo. Soltaba una sonrisa, haciendo reír a Candy, mientras Tom entraba a la sala comentado, y se notaba angustiado para su forma de ser,

- Cuñado, llegaron otras camionetas, ¿Crees que sean las niñas?

- Pasa Tom, ven deja te presento a mi familia. Andreas él es primo hermano de mi esposa, pero se ven como hermanos, por eso es mi cuñado Thomas Stevens. Mi Tío Angus Anderson, hermano de mi madre, mi primo Andreas Cornwall esposo de mi prima Anabel, quien es familia por parte de mi bisabuelo Anderson otra rama de la familia de mi madre.

Entraban corriendo Candice y Andrea, abrazando a sus padres y contando todo lo que su abuela había hecho por ellas, lo que su abuelo les había comprado porque trajo cosas para todos. Mientras los hacían no se fijaban que estaban siendo observadas por los Anderson, ni por los Cornwall, ellas reían como niñas con juguetes nuevos, comentando a su madre las zapatillas altas y los vestidos preciosos.

En eso entraba Judit feliz, abrazaba a su hermano y a su cuñada. Luego saludaba a los Cornwall, mientras que Candy se separaba con sus hijas y sus hermanos las rodeaban por como venían emocionadas por todo lo que les había pasado.

Evolet que estaba atenta a las jóvenes que entraron, comentaba a Judit.

- Supongo que son tus nietas mayores, su Tío estaba esperando a unas niñas y veo que son unas señoritas.

- Si querida, son las mellizas de ellos dos. Indicando a Terence y Anthony que estaban atentos a la emoción de detalles que comentaban, hasta que, un tema de los que comentaron les borraba la sonrisa.

- No fue culpa nuestra. Afirmaba Andrea. Mi abuelo, no nos soltaba. Me mantuvo tras de él todo el tiempo, el tipo saco la pistola para robar la tienda, mi abuelita estaba cerca y eso molesto a mi abuelo. Como estaba mi abuelita Katy al frente, Candice le tumbo el arma y casi le hizo un nudo en los brazos y lo tumbo al piso.

Albert giraba a ver a su madre y esta agregaba,

- Nuestros guardias entraron y se hicieron cargo, pero la niña se puso tensa porque su abuelita Katy estaba cerca de ese hombre. Ángelo se movió de su lugar y se hizo espacio, hasta abrazar a Candice y le decía,

- La próxima vez que salgas iré contigo. Pudo haberte disparado. Su abuelo intervino.

- Terence, estaba con ellas, solo que no podía dejar sola a Andy. Anthony fue con su abuelo y lo abrazaba, este al hacerlo vio en su mente la escena. Andy iba a reaccionar, por eso su abuelo no se alejaba de ella.

- Me alegro mucho de que estuvieras con ellas abuelo, en un descuido toman el arma y le disparan al ladrón en una pierna. Para que no se les escape. Sean sonreía con Anthony, ahora tenía nietos y ellos eran como él. Ya no temía estar solo, tenía todo lo que nunca imaginaba haber tenido. Albert para restar importancia comentaba,

- Bueno hija, ahora sé que cuando no me encuentre contigo, sabrás defenderte. Me alegro mucho, eres igual a tu madre. Judit soltaba el aliento y agregaba,

- William estará encantado de saber que mis nietas saben defenderse. Cuando entro nuestro guardia, estaba sorprendido. Pero Candice, solo abrazaba a su abuelita Katy, me puse muy celosa al respecto. Andrea fue y la abrazaba comentando,

- Vamos abuela Judit, si me tienes a mí que te adoro, quiero saber de modas contigo, de hoy en adelante todas las compras serán a tu lado, nunca había disfrutado de tanta frivolidad, como dices. Candy sonrió al ver lo bien que imitaba Andrea el estilo de su abuela.

Albert tomaba a sus hijas y las acercó con él, luego las hizo ver a su alrededor y sonriendo las presentaba explicando de quienes eran mellizas y que eran sus hijas mayores, las trillizas eran las menores y esperaba que no le pidieran a su madre que igualara el marcador de mujeres y hombres entre sus hijos porque no sabía si tendría la paciencia que Candy, para cambiar pañales. A lo que todos rieron por lo que los gemelos y Bert aseguraron a la Tía Evolet.

La charla duro varias horas, ahí los hijos de Candy y Albert pudieron conversar e imitar el roce social que su padre les pedía. Anabel adoraba a todos los hijos de Albert la sorprendían con lugares que ella no había visitado y que ellos de algún modo conocían y eso era para ella, Magnifico.

Las chicas Mai y Beth simpatizaron con mucha facilidad con sus sobrinas, pues eran casi de su edad y eran bellísimas por dentro como por fuera, no tenían ese grado de competencia ni de vanidad que solían encontrar con sus compañeras de estudios, ahí supieron que Mai estudiaba para abogada y Beth para administradora a lo que su hermano era el sucesor empresario junto a su padre de la producción de Whiskey en Escocia, una de tantas que había en aquel bello lugar a donde todos irían algún día.


Deje por años de continuar esta historia, más no de imaginarla, ahora trato de ponerla al día

advierto, sé que es difícil de de comprender, puesto que es un segmento de imaginación que no todos pueden comprender, si es así me disculpo y deseo que encuentre otra historia más de su agrado, esta historia es muy larga y puede esperar a que sea completa.

Un sincero Abrazo a la Distancia

Mayra Exitosa