Dos años. Ya habían pasado dos años desde que subió a esa nave y abandonó Vejita.

Su despertador sonó a las 7, como cada mañana, y también como cada mañana ella ya estaba despierta. Era increíble como aguantaba el cuerpo tan pocas horas de sueño. Por las noches, cuando conseguía dormirse siempre lo hacía con el mismo pensamiento, pensamiento que la acompañaba en sus sueños, y el primero que rondaba su cabeza al despertarse. No se le borraba ni un detalle de ese viaje.

En Vejita, la luz de uno de sus satélites anunciaba el comienzo de un nuevo día, uno como otro cualquiera pudiere parecer, pero en el mundo de Bra no. Notaba como la casa despertaba para salir hacia el jardín y subir a la nave para volver a casa, pero Bra ya dudaba de donde se encontraba su hogar.

Aún tumbada en la cama, en la Tierra, recordaba cada sensación al abrir la puerta de su habitación y dirigirse hacia el jardín, donde poner buena cara y rogar en sus adentros que todo pasara deprisa, tan deprisa que no tuviera tiempo de pensar ni de dar oportunidad a la ansiedad de apoderarse de ella.

Cruzó una mirada con su padre quien la esperaba entre nervioso y receloso, y subió a la nave. Pudo notar como su padre se removía aliviado en su común pose de superioridad, la ver a su hija subir la nave.

Lo que pasó en esa nave Bra lo recuerda como un hilo sin fin, continuo y siempre igual. Se sentó en un sillón, y pasó el resto del viaje allí, sin hablar con nadie ni tan siquiera escuchándolos. No podía evitar que ciertos ojos verdes se cruzaran por su mente cada segundo.

Ese mismo recuerdo la había perseguido durante cada día que siguió en la Tierra. Para ella cada día era el mismo que el anterior, monótono y lineal. Se levantaba para desayunar, ir a clase, y por la noche volver a acostarse para intentar dormir… intentar.

En la radio que le servía de despertador ahora daban las noticias, hacía dos años que le daban exactamente igual. Pero era hora de levantarse y volver a superar otro día.

Como cada mañana su madre ya estaba en la cocina y su padre en la cámara de la gravedad entrenando.

-Buenos días, cariño. –le dijo como saludo su madre.

- Buenos días, mamá- dijo Bra con la primera sonrisa fingida del día. Empezaba la farsa.

- Esta noche viene Trunks porque en su piso le están haciendo reformas- Bulma intentaba mantener una conversación con su hija.

- vale- segunda sonrisa del día- espero que no moleste mucho.

Bra se levantó, cogió su bolso y salió a la calle despidiéndose de su mano con un movimiento de manos. En la calle el sol le dio en la cara, era otro día bonito y soleado en la Tierra. Qué ironía.

Bra se dispuso a andar pero un impulso la paró. Rodeó la casa hasta encontrarse delante de la cámara de la gravedad. Inspiró fuerte y abrió la puerta de esta.

- me voy a clase, papá- y sin siquiera mirarlo emprendió su camino.

Desde que volvió de Vejita, solo algunos días se despedía de su padre como hacía antes cada mañana. Solo los días en que se veía más capaz de mentir.

Culpaba a su padre de su vuelta a la Tierra? En parte si, pero también sabía que no tenía el derecho a hacerlo; había sido ella solita quien había decidido subir a esa nave, ella solita había tomado la decisión, … pero la idea de que su padre pudo intervenir y no hacerla elegir, no se le esfumada así como así.

Sí, estaba enfadada con el mundo constantemente. Estaba susceptible y a la mínima saltaba. Sí, lo odiaba todo, quería mandarlo todo a la mierda y gritar. Pero había decidió volver, volver y dejar Vejita para seguir con su supuesta vida en la Tierra, donde se encontraba su familia. Y sabía que ese enfado era con ella misma, pero no podía canalizar su odio en esa dirección o algún día… Otra inspiración profunda para coger fuerzas y entrar en la Universidad.

Las clases pasaron rápido y sin darse cuenta ya se encontraba en una terracita con Pan charlando sobre las reformas que hacía Trunks. Era posible que la vida le pasara delante de sus ojos y ella no la viera?

- Y si tira esa pared la cocina y el salón quedaran juntos- explicaba Pan- Además construirá un nuevo muro en su habitación y dará lugar a una habitación más.

Por lo que había entendido, su hermano estaba haciendo obras porque planeaba irse a vivir con Pan, y lo de la segunda habitación suponía que era por un futuro hijo.

- Bra?- preguntaba Pan inquisidora.

-Si que te escucho- le contestó Bra – Quedará bonito, ya lo verás.

-… - la respuesta no convenció a Pan- Bra tia, ya hace dos años… estás bien?

- si- contestó Bra. Esa sonrisa que número era ya del día? Cada día le salían mejor fingidas.

- Bra, tu aún piensas en A…?

- Tú sabes algo de Marron?- interrumpió Bra nerviosa. Aún no había sido capaz de oir ni de pronunciar ese nombre, incluso en sus pensamientos le dolía.

- va a la uni también – Pan había notado la reacción de su amiga, pero no sabía qué hacer. Durante todo este tiempo confiaba en que Bra hubiese elegido el camino correcto y que poco a poco fuese volviendo a su vida, pero a día de hoy dudaba de todo. Y no le gustaba ver a Bra así.

El móvil de Pan sonó.

-hola cariño- una sonrisa y una mirada brillante se instauraron en su cara.

Era su hermano. Así que Trunks y Pan se irían a vivir juntos; las cosas les habían ido bien desde que volvieron de Vejita. Poco a poco y con mucho trabajo y la ayuda de Trunks, Pan se recuperó de lo ocurrido en esa nave, y ahora estaba sentada en frente de ella radiante, ilusionadísima con su vida.

Cuando Pan colgó el teléfono Bra ya tenía planeado cada detalle para no volver a tocar temas incómodos, así habían sido sus últimos dos años, adelantarse a cada movimiento para así rehuir conversaciones donde quedasen al descubierto sus pensamientos y sentimientos.

- pues con Marron, la última vez que mi madre visitó a Krilin, ni rastro de ella- dijo primera Bra, dirigiendo la conversación.

- es que se ha ido a vivir a otra ciudad- continuó Pan. Y siguió explicando cómo se había cambiado de ciudad y había empezado desde cero. Cómo Krilin y A18 iban a verla cada mes, pero que ella estaba bien en su nueva vida.

Así que otra que había salido hacia adelante después de Freezer. Y con cada nueva información Bra se sentía más gilipollas, sí, esa era la palabra. Era una debilucha incapaz de avanzar en su vida, incapaz de afrontar sus problemas e incapaz de olvidar…unos ojos verdes volvieron a su mente, y una lágrima amenazaba en asomar, pero de nuevo tuvo que sacar fuerzas de flaqueza y guardársela.

Pan y Bra se despidieron hasta la noche donde su hermano daría la gran noticia de su vida en común, pero que Pan ya había adelantado a Bra sin poder reprimir su emoción.

Bra antes de dirigirse a su casa se desvió a una montaña a la que solía ir su padre. Necesitaba otro momento a solas, pero se juró a si misma que no volvería a llorar. Que paz se respiraba en esa cima. Bra se sentó en la hierba en un intento por calmar sus nervios y volver a afrontar su vida. Pero su juramento no valió de nada. Esas lágrimas que había encerrado bajo llave se escaparon de sus ojos, recorriendo su cara. Eran lágrimas de rabia y de impotencia, de odio hacia si misma y hacia el mundo. Como odiaba no controlar sus sentimientos, como odiaba no poder seguir adelante con su vida porque cierto sayian siguiese presente en sus pensamientos, como odiaba sentir que aquel día la había cagado al subir a esa nave pero no querer admitirlo. Una y otra vez se recordaba porque había subido a esa nave, por su padre, porque lo quería con locura. Pero una y otra vez se le pasaba el pensamiento de que ÉL lo hubiese dejado todo por ella.

Pero ella decidió por los dos. Decidió sabiendo las consecuencias, aunque nunca imaginó que fuesen tan duras.

Se secó las lágrimas con la mano, respiró profundamente para serenar los nervios y emprendió el vuelo de regreso a Capsule Corp.