Historias parte 1.
"El Pasado de un artista: El marionetista."
El escorpión de la arena roja.
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La vida siempre está expuesta a cambios, cambios que muchas veces pueden influir de diferentes maneras en la vida de las personas, en otras más en otros menos, con diferente intensidad, temporalidad y direccionalidad, como sujetos pertenecientes a una población, día a día permanecemos expuestos a ser víctimas de esos mismos sucesos o cambios. A veces se dice que los planes no salen tan bien o no salen de acuerdo a lo esperado, incluso pueden tomar un curso mucho peor al estimado y volverse en ocasiones catastrófico, tal cual le sucedió a cierto individuo cuando apenas comenzaba a formarse como ser racional, aprendió de mala forma lo que es el dolor, creyó que desquitándose con las demás personas podría saciar su dolor propio, pero nunca imaginó que sus propios planes se tergiversaron a tal grado de casi morir de sed, ¿falta de entendimiento?, quizá tan solo era un niño en ese entonces, ¿crueles intenciones? ¡NO!, más bien un grito desesperado por querer llamar la atención, un grito desesperado de un niño que había perdido a sus padres, un grito desesperado de un niño que los vio morir frente a sus ojos.
En pocas palabras, un grito desesperado de un niño que perdió a quienes podían orientarle en la vida, cuando todavía no sabía ni cuidarse de sí mismo; el resultado, una mala interpretación de sentido común, ansias de venganza y un profundo vacío sentimental, rellenado con pasatiempos infantiles temporales que no se sabe en qué momento aquellas inocentes manos pasaron de estar llenas de astillas a mancharse de sangre.
Cuando aquel pequeño de cabellos rojos, mirada tierna y particularmente desinteresada era plenamente feliz, nunca espero que esos cambios, le dieran una dirección completamente diferente a su vida. Ese niño que aun recordaba con dolor las lágrimas de su madre antes de morir, esas palabras dichas con su último aliento "Huye Sasori, vete, corre", habían quedado grabadas y jamás las olvidaría, jamás olvidaría que tenía cuentas pendientes con ese hombre que recién le había arrebatado a su madre, envainado su afilada katana en el cuerpo de ella; no solo había atravesado el corazón de la mujer, si no de él. Recuerda con coraje e impotencia el no poder haberle llorado lo suficiente en su momento de dolo, el no poder haber sido más fuerte, pero no podía hacer más que correr, más cuando su propio padre había sacrificado su vida para que escapara. Siempre se odio a si mismo por su debilidad, porque gracias a ella, no tenía cuerpos a quien llorarles, no tenía ningún recuerdo o lugar en donde pudiese visitarlos de vez en cuando, tenía a su abuela Chiyo, pero no era suficiente para saciar su necesidad de amor paternal.Y fue así como aquel pelirrojo trató de mitigar un poco su dolor en el arte de las marionetas, volviéndose un experto y adquiriendo fama por cada una de sus creaciones, siendo aclamado por todos en su aldea y su misma abuela, una experta titiritera, quizá la más reconocida entre los marionetistas ninja. Si, los elogios eran gratificantes, pero aún le faltaba algo… "sus padres" fue entonces que trato de saciar esa hambre psicoemocional. Anteriormente había creado marionetas de madera, algunas con armas ninja un tanto simples pero efectivas, otras con armas envenenadas (de ahí el nombre de "El escorpión de la arena roja") y otras con facciones y rasgos faciales idénticos a los de sus padres, algo simple y tierno que al poco tiempo se volvió macabro y obsesivo, llegando al punto en el que consideró que la madera no era lo suficiente, no le proporcionaba ese calor humano que el necesitaba, la madera no era tan suave como la piel humana, ni tan real como lo era un cuerpo, por lo que Sasori un niño de 10 años, se dedicó por mucho tiempo a buscar personas con características similares a las de sus padres, les capturaba con engaños o algún brebaje preparado por su abuela, asesinaba, drenaba su sangre, extirpaba sus órganos, los preparaba con algún proceso de conservación y posteriormente hacia reconstrucciones faciales; con el objetivo de que estas fuesen idénticas a sus padres. Fue en ese momento que su abuela Chiyo se dio cuenta de las aberraciones que hacia su nieto.
Cierto día entró a la habitación de Sasori y por accidente descubrió una pequeña puerta asegurada con un jutsu de sello, aquello no era inconveniente pues ella misma le había ensenado a Sasori como ejecutarlo, Chiyo entró al taller de su nieto y descubrió dentro de unas cámaras los cuerpos de varias personas que se habían reportado extraviadas en la aldea desde hace varios días, incluso unas llevaban meses y otras años, todas ellas con una característica similar, estaban modificados de tal manera que parecían copias de los padres de su nieto. Chiyo intentó confrontar a Sasori quien en ese entonces era un adolescente de 15 años, sin éxito alguno. Y fue gracias a los puntos de acceso que Sasori había instalado por toda la aldea que pudo escapar, convirtiéndose desde ese momento como criminal clase S.
Durante los meses siguientes Sasori tuvo muchos éxitos y fracasos, había logrado crear dos marionetas completamente idénticas a sus padres, pero aunque esta vez fuese una marioneta humana continuaba inerte, por lo que aún no era suficiente. Sasori se frustró por ello, tanto que llego al grado de desafiar las leyes de la vida, asesinaba al sujeto, hacia modificaciones faciales y de fanelas correspondientes, los conservaba mediante un proceso de congelamiento con nitrógeno seco, y le pedía a uno de sus sirvientes un joven del clan Yamanaka que crean o no, estaba bajo su gentjutsu, para que este extrajese toda la información del sujeto y la borrase; posteriormente introducía los datos manipulados a la conveniencia de Sasori y de esta manera volver a tener a sus padres de vuelta, ósea un "reset'. No obstante aquellos experimentos habían fracasado uno tras otro inevitablemente. Hasta el momento llevaba un total de 298 fracasos que se habían convertido en marionetas humanas, para ello habían transcurrido poco más de 10 años de experimentación clandestina y persecución sin éxito alguno.
Hasta que los sueños infantiles de Sasori se fueron eliminando con el tiempo, pues se dio cuenta que por más que lo intentase era imposible reanimar a un cuerpo inerte, o al menos eso creyó hasta que conoció a un sujeto igual o más perverso que él, Orochimaru, quien había logrado mejorar la técnica de reanimación del segundo hokague misma que debido al sacrificio humano que implicaba y a la naturaleza de la misma había sido catalogada como prohibida y por lo tanto fuera del alcance de un shinobi honrado. Ese sujeto Oorchimaru tenía por mucho, mucha más experiencia que el joven de la arena.
Sasori y Orochimaru se aliaron por un tiempo, tiempo en el que el joven de cabellos rojos, logró lo que por tanto había deseado, re-crear vida humana físicamente y mentalmente modificada a su conveniencia, en ese momento Sasori era entonces un joven de más 25 de años, cuando volvió a escuchar de nuevo la palabra "Hijo" , sin embargo a pesar de los esfuerzos y el tiempo invertido, aquello no resultaba ser tan gratificante como él lo esperaba, la razón… ¡Ya no era un niño!, que buscaba afecto y necesidad de amor y protección paternal, si no que se había convertido en un hombre perverso que buscaba la manera de experimentar con seres humanos con el único propósito egoísta de probarse así mismo que podía desafiar las leyes de la vida, reanimando a un ser muerto o inerte. Aun así aquel experimento no podía considerarse exitoso del todo, puesto que el individuo vivió solo unos minutos y después murió por causas que ni el, ni el mismo Orochimaru se podían explicar, entonces todos aquellos años de investigaciones habían sido únicamente para crear vida fugaz, concepto que no era muy bien aceptado por Sasori.
Entonces en base a todos los experimentos realizados Sasori se dio cuenta que:
1.- La vida fugaz no valía la pena, si se comparaba con todo el trabajo que conllevaba reanimar a la persona, considerando el gasto de recursos (cuerpo, materiales, instrumental, químicos, formulas, etc.).
2.-El cuerpo de la persona reanimada fugazmente, quedaba en muy malas condiciones, pues se había dado cuenta que el deterioro celular era potencialmente mayor que en la técnica que utilizaba para la conservación de sus marionetas humanas, aquello era una característica sumamente notoria.
3.- Prefería algo inerte pero duradero, que conservara la belleza natural de su obra, a ver como sus esfuerzos de horas, días e incluso meses, se esfumaban en minutos y se convertían vilmente en carne putrefacta. De aquí y en base a todas esas conclusiones y experimentos que había realizado fue que Sasori forjó un concepto propio, basado meramente en la concepción del arte…
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"El verdadero arte se conserva durante años y mantiene intacta su belleza"
"El verdadero arte es la belleza eterna".
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Aquel concepto no era muy aceptado por su compañero de laboratorio Orochimaru, por lo que después de trabajar alrededor de un año con él y a pesar de tener en un principio los mismo objetivos e intereses y después de múltiples disputas y declaraciones de guerra, fue que se separaron y se convirtieron en eternos enemigos.
Por un lado Orochimaru se había enajenado y continuaría experimentando hasta lograr la vida eterna y Sasori cerraría esa etapa de su vida, para conservar la belleza eterna de sus víctimas dentro de su colección de marionetas la cual recientemente se había cerrado en 300.
Los siguientes 5 años después de querer resucitar a los muertos, se dedicó a modificar toda su colección de marionetas, implementándoles a todas y cada una, todo tipo de armas más sofisticadas y diversos tipos de venenos sumamente letales; se dio cuenta también, que su técnica de conservación no solo era capaz de mantener intacta la apariencia física, si no que era capaz de conservar el chakra y técnicas intactas que el individuo poseía. De aquella observación surgió la idea de lograr la vida, belleza y juventud eterna propia, por lo que dejando su memoria intacta, apariencia física, así como órganos vitales, logró auto-transformarse en una marioneta humana; "viva".
Sasori era ahora un sujeto de más de 30 años, atrapado en el cuerpo de un joven de 25 por toda la eternidad (o al menos eso pensaba o creía) dentro de una marioneta humana-inerte sumamente resistente, "Hiruko".
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Tras días de investigación y con un nuevo miembro, los cuatro hombres se encaminaron a Iwagakure, país en donde merodeaba uno de los terroristas que aquella tierra había dado; Deidara el piromaniáco que mantenía en constantes amenazas al país, un individuo sumamente peligroso.
—Itachi, ¿puedo hacerte una pregunta?.- inquirió el menor de los Uchihas, recibiendo una respuesta afirmativa. —¿Por qué él?- preguntaba de nuevo, pues según los informes, el joven de la roca no estaba muy bien de la cabeza, y si las cosas eran como las habían contado, un loco no les serviría de mucho.
—Te falta mucho por aprender… Sasuke.- respondió Shisui. —Quizá te parezca extraño e innecesario, pero es precisamente una persona como él, es a quien necesitamos con nosotros…-pausó observando a Itachi, esperando las ordenes de éste para poder continuar. —Una persona que ejecute ataques de largo alcance siempre es necesaria dentro de un ejército, la malo es que aún es un crió, quizá esté en la pubertad como tú.- observó a Sasuke, quien le veía con molestia y fastidio.- será difícil de convencer, a esa edad las hormonas pueden ser engañosas.- terminó riendo.
—¡Cállate!.-expreso enfadado a unto de golpear a su primo.
—Es un artista.- interrumpió Itachi, observando a Sasori, quien le miraba de vuelta.
—Entiendo… supongo que es mi turno.- luego los cuatro salieron de la arena.
Sasori sabía porque había sido escogido para esa misión, después de todo también era un artista y entendía a la perfección su papel dentro de todo.
—Dicen que un tonto es el único que puede entender a otro tonto, me pregunto ¿qué tan cierta resultara la idea de que "un artista, es el único que puede entender a otro artista"?... veámoslo.- a lo que tanto Itachi como Shisui, asintieron.
Entonces continuaron su camino.
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Su siguiente paso, seria lograr convencer al Tshikage de otorgar el perdón a su bandálico habitante.
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Continuará...
